martes, 30 de junio de 2009

CURSO SOBRE EL ALMA Y SU DESTINO .- 2

30-Junio-2009 Gonzalo Haya Prats

Capítulo 2. La existencia del alma

Este capítulo 2 forma un bloque con los capítulos 3 “Origen del alma” y 4 “Inmortalidad del alma”, en los que se amplía la concepción del autor sobre el alma humana. A su vez, la primera parte de este capítulo 2 retoma el proceso de la evolución, iniciado en el capítulo anterior, mientras que la segunda parte se interna en una concepción más teológica sobre la divinización del alma.

Creo que será conveniente facilitar ya ahora a los lectores de este curso una visión sinóptica del proceso de la evolución y del significado fundamental de los conceptos que marcan cada etapa, aunque el autor -y nosotros- los desarrolle en sucesivos capítulos. Los conceptos de energía, materia y estructura se interfieren mutuamente.

Este proceso sigue las siguientes etapas, (con cinco saltos o pasos discontinuos -que ya explicará- entre: a / b / c– d / e / f / g

a) Energía. Se encuentra en el Big bang inicial. “La realidad fundamental es la energía (antiguamente se decía el “ser”). “Todo lo que es real es energía. Cada cuerpo de masa m viene de E y vuelve a E” (E = mc2). “La luz atestigua una dimensión real del ser que existe sin tener masa, que es pura energía”.
Este concepto será clave para entender todo el proceso.
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b) Materia (mater), Formación de los seres inanimados. Los elementos primordiales se van diferenciando por su Estructura (forma según Aristóteles; Idea según Platón y Plotino)
La ley fundamental de la naturaleza es la relación (logos). La lógica que mueve la vida es la relación ordenada. El fin (telos) es intrínseco a la naturaleza (entelequia). La naturaleza conlleva un principio de orden y organización.
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c) Alma vegetativa
El alma es un superavit de energía respecto a la materia a la que configura. Este superavit es progresivo: alma vegetativa, sensitiva, mente, espíritu.
d) Alma sensitiva
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e) Mente, vida racional, inteligencia instrumental. “El cuerpo es una manifestación de la realidad fundamental que, a nivel antropológico, es el alma”.
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f) Inteligencia moral. Alma espiritual = inteligencia + voluntad. Se manifiesta en su actividad: creatividad, ciencia, arte, y en su libertad. Al ser libre puede llegar a ser : espíritu bueno o malo. La ética es la traducción libre y consciente de la misma lógica que guía el camino del ser desde la formación de los gases hasta la formación de nuestro cuerpo.
El alma espiritual debe entenderse como una configuración peculiar de la única cosa, de la única sustancia, del único ente, que es nuestra energía.
El yo es la forma o Idea, es “el acto eterno con el que el Padre me piensa y pensándome me ha llevado a la existencia a través de la impersonalidad del Principio Ordenador”.
(No veo bien diferenciada la actividad propia de la inteligencia moral y la del espíritu; aunque Mancuso afirma que se trata de un salto ontológico).
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g) Espíritu: El paso al espíritu es el que garantiza la inmortalidad. En estricta lógica, el alma no sería inmortal si no llega al nivel del espíritu. Pasamos de un sistema centrípeto a un sistema centrífugo, donde la meta es el amor. Esto plantea dos problemas, que tratará de resolver más adelante: la eternidad de un espíritu perverso, y la no eternidad de un alma inocente que no ha alcanzado el uso de la libertad.
“El ser divino es el nivel más rico que puede alcanzar el ser, es espíritu”
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// Espíritu santo: (Es difícil resumir este punto tan delicado en el que pequeños matices pueden significar ontologías muy distintas).
Para los griegos y para Hegel, decir espíritu equivale a decir Dios; para los cristianos no es así… El trabajo que el alma está llamada a realizar…es transformar su espíritu natural en Espíritu santo.
La mística es la zona de contacto entre el Espíritu y el espíritu. Al hacer el bien y dejarse penetrar por él, accede el alma a la auténtica dimensión del ser “para vencer las ilusiones del tiempo y alcanzar la eternidad”.
Ésta es la plenitud del ser, la finalidad a la que apuntaba desde el comienzo el Principio Ordenador (Logos, Sabiduría).
El precepto délfico “conócete a ti mismo” adquiere un sentido ontológico: conoce lo que eres, la idea de hombre, “la sabiduría que nos ha creado y que habita dentro de nosotros como forma de nuestro cuerpo… lo que el cristiano llama Hijo y proclama ser la Segunda Persona de la Santísima Trinidad”.

Sugerencias para comentar

    • Esta ambiciosa visión filosófico-teológica ¿corresponde al método científico y racional que había anunciado? ¿Cómo aplica aquí la sabiduría?

    • El alma es la estructura del cuerpo pero ¿qué es la estructura?

    • ¿Resulta convincente este proceso evolutivo desde la estructura subatómica hasta el espíritu? ¿Qué aporta para una teología de la creación?

    • ¿Es ontológico y esencial el paso de la mente hacia la inteligencia moral?

    • ¿Qué es realmente el espíritu?

    Selección de textos

2 EXISTENCIA DEL ALMA

    17. Alma = libertad
    18. Una perspectiva que parte de abajo
    19. Alma como vida
    20. El alma de las plantas y de los animales
    21. Alma como mente
    22. Alma como espíritu
    23. Alma como Espíritu santo
    24. El Yo
    25. Al principio era la relación
    26. El amor
    27. «Conviértete en lo que eres»

17. Alma = libertad. La categoría alma expresa el pensamiento de la diferencia específica del hombre respecto al mundo, o sea el pensamiento de la libertad, porque sólo el hombre, en todo el mundo conocido, puede alcanzar la libertad… La señal de la victoria lograda sobre la necesidad natural está en la espiritualidad, de la que da testimonio la creación artística y, todavía más, la experiencia ética de la gratuidad y de la justicia, la creación más alta. Si los hombres han acuñado el término alma (presente en todas las culturas y llevado a su madurez en la espiritualidad de la antigua Grecia) es para dar razón de esta experiencia primordial: nosotros somos más que el mundo, somos libres.

19 Alma como vida. El ser es uno y único para cada fenómeno que se pueda pensar, para las estrellas, el mar, los árboles, las gacelas, los hombres… y este ser uno y único se llama energía… La diferencia surge cuando se empieza a considerar la configuración concreta con la que la energía se presenta como materia.

21 Alma como mente. La mente es más que el cerebro. Sin el cerebro la mente no podría existir, pero la mente es más que el cerebro, es el trabajo el que hace la diferencia y antes incluso está la idea de la mente (el Logos) que ha guiado el ensamblaje de los ingredientes como huesos, nervios, neuronas, sangre… y antes aún células, y mucho antes moléculas, y antes átomos, y antes partículas-ondas y todavía antes quién sabe qué. Este trabajo inmenso, hecho posible desde la idea (por decirlo como Platón) o desde la forma (diciéndolo como Aristóteles), constituye la diferencia entre el cerebro (vida biológica) y mente (vida racional). Se trata de un nivel del ser que ya ha sido reconocido por los hombres hace muchos siglos y expresado mediante el término de alma racional.

22. alma como espíritu. Pero no todo se acaba aquí. La mente produce a su vez un grado superior de orden, caracterizado por una siempre mayor información y libertad, que se manifiesta como creatividad en forma de ciencia, arte, música, pensamiento. La mente ve entonces manifestarse en sí misma una realidad aún superior: el espíritu. El espíritu es más que la mente, como la mente es más que el cerebro. El espíritu es la emoción de la inteligencia que se traduce en sonido y produce la música inmortal de los conciertos de Mozart… Este trabajo, que constituye la diferencia entre la comprensión del mundo (mente racional) y la creación de algo que antes no existía en el mundo, ha sido visto por los hombres desde hace ya muchos siglos y expresado mediante el término espíritu, la punta del alma.

Se sabe hablar del alma espiritual sólo si se sabe hablar del espíritu. Mientras se considere el espíritu y, por tanto, lo divino, como una sustancia separada del mundo de los hombres, el alma espiritual seguirá considerándose como una sustancia separada del cuerpo, como algo misterioso que debe llover desde lo alto después de haber sido infundida por Dios y continuaremos preguntándonos, como hacían los escolásticos y aún hacen hoy los neoescolásticos, de qué manera y cuándo esta alma se une al cuerpo y qué tipo de relación existe entre ambos. ¿Dónde actúa el espíritu? Actúa en la cultura humana a todos los niveles, por supuesto no solamente en el religioso o sólo cuando habla el Magisterio eclesiástico. El espíritu, por fortuna, «sopla donde quiere» (Juan 3, 8) . Hay distintos niveles mediante los cuales actúa el espíritu. Es obra del espíritu el descubrimiento del subsuelo del hombre llevado a cabo por san Agustín….

23. Alma como Espíritu santo. Una de las mayores contribuciones especulativas del cristianismo al pensamiento de la humanidad consiste en el reconocimiento de la fractura que atraviesa la dimensión espiritual. Para los griegos y para Hegel, decir espíritu equivale a decir Dios y el hombre perfecto es el hombre espiritual. Para el cristianismo, no; sabe que el espíritu está herido, que junto al bien, el espíritu puede producir también el mal. Además del Espíritu santo, el cristianismo conoce el espíritu inmundo.
Mediante el mito de la caída de los ángeles el cristianismo expresa el concepto de que la fuente del mal es espiritual. La naturaleza no conoce el mal, así el alma vegetativa y el alma sensitiva no conocen el mal. Tampoco la mente racional conoce el mal, conoce solamente el saber y el no saber, para ella bien y mal no existen sino sólo conciencia e ignorancia. El alma espiritual, sin embargo, esa dimensión integral de la existencia que es inteligencia + voluntad, conoce el mal, en el sentido radical de que ella misma puede producirlo. El mal es ver el bien y elegir su contrario.
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¿Estoy reduciendo todo a psicología? No, estoy diciendo que la vía de la interiorización, del trabajo honesto consigo mismo mediante la exposición a la luz del bien y de la justicia, es la única vía (la única) para entrar en la auténtica dimensión del ser, para vencer las ilusiones del tiempo y alcanzar la eternidad. Una vez alcanzada esta auténtica dimensión del ser, que nos ha conducido a la existencia y nos mantiene cada día en ella, hemos llegado en presencia de una realidad muy firme, objetiva, inmutable, es decir, la sabiduría divina primordial, el Principio Ordenador, el rostro con el cual el Padre Eterno se hace accesible aquí y ahora.

24. El Yo. Esta idea, como expresaba Platón, o esta forma, como prefería decir Aristóteles, representa mi ser más verdadero, es el acto eterno con el cual el Padre me piensa y pensándome me ha llevado a la existencia a través de la impersonalidad del Principio Ordenador. O digamos mejor: la idea en la que consisto es una manifestación singular de la única idea pensada eternamente por Dios, de la única palabra pronunciada eternamente por el Padre y que mediante el Principio Ordenador ha dado origen al mundo, idea primordial cuyo nombre es Logos. Por eso yo también soy el mundo: yo, micro-cosmos, soy igual al mundo, macro-cosmos, en el sentido de que la lógica que nos gobierna a ambos es la misma.

25. Al principio era la relación. La idea que está desde siempre y que rige el nacimiento y la evolución del mundo se ha encarnado en un hombre y si se ha encarnado no es porque Dios cambie, sino porque ella está destinada desde siempre a manifestarse como hombre. La perfecta manifestación de la Sabiduría creadora es la idea de Hombre. El mundo tiene como finalidad básica llegar a producir la Humanidad, manifestada en los miles de millones de existencias concretas en las que ella se expresa.

27. “Conviértete en lo que eres”. El precepto délfico «Conócete a ti mismo» es decisivo. No tiene tanto que ver, como suele entenderse, con el conocimiento de la propia mente y de los misterios a menudo tortuosos del propio carácter. Tiene que ver, mucho más noblemente, con el conocimiento de la sabiduría que nos ha creado y que habita dentro de nosotros como forma de nuestro cuerpo y luz de nuestra mente. Es la idea de Hombre, lo que el cristianismo llama Hijo y proclama ser la segunda persona de la Trinidad. Para el cristianismo ésta idea es la que nos ha formado y nuestra tarea en el mundo consiste en modelar nuestra libertad sobre ella, realizando, cada uno a su medida, el sentido del ser.




CIRUJÍA ES... PIRITUAL

J. I. González Faus. La Vanguardia.


Hace unos meses fueron noticia varios casos de operaciones de esas eufemísticamente llamadas de “cirugía estética”. Tan embellecedora que alguna de ellas convirtió en cadáver a la pobre protagonista… Para que nadie se alarme ayudará saber que, hace ya 400 años, el poeta Argensola, natural de Barbastro y cronista de Aragón, escribió este delicioso soneto A una dama que se afeitaba y estaba hermosa:

Yo os quiero confesar, don Juan, primero / que aquel blanco color de doña Elvira / no tiene de ella más, si bien se mira / que el haberle costado su dinero. Pero tras eso confesaros quiero / que es tanta la beldad de su mentira / que en vano a competir con ella aspira / belleza igual de rostro verdadero. Mas ¿qué mucho que yo perdido ande / por un engaño tal, pues que sabemos / que nos engaña así Naturaleza? / Porque ese cielo azul que todos vemos / ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande / que no sea verdad tanta belleza!“.

Pues sí: entre la beldad de la mentira y lo insoportable de la verdad, discurre todo el espacio de nuestra esclavitud humana: y no sólo en lo corporal, sino mucho más en lo espiritual. También ahí los humanos tratamos de ponernos diversas “prótesis” y de succionar nuestra grasa espiritual para quedar… ¿más bellos? No: simplemente más aceptables. Porque la necesidad de reconocimiento es el gran drama de nuestra vida. Hasta la autora de ese pornoescándalo titulado Diario de una ninfómana comienza así: “Pretendí utilizar el sexo como medio para encontrar lo que todo el mundo busca: reconocimiento”. De tamaña verdad intentaré mostrar algún ejemplo.

1. Hay gente que vive en un mundo y una historia artificiales: en una mentira que se han montado ellos combinando datos de su vida. Y en ese engaño se mueven con mucha más seguridad que en el mundo real. No habrá manera de convencerlos de su error, porque se desintegrarían como si les hubiera ocurrido una fisión nuclear. Se parecen a aquellos personajes de Woody Allen que tienen psiquiatra no para que los cure sino para que los justifique (”ya me ha dicho mi psiquiatra que soy así porque mis padres”… no me dieron bien de mamar o cualquier otra sandez).

2. El uso de los más grandes valores como plataforma de autoencumbramiento lo presenciamos cada día en personajes públicos (políticos, gentes de los medios y otros famosos), que ya deberían estar contentos con lo que tienen. Pero como “todos queremos más” y algunos de ellos tienen un ego que se lo pisan, pues se valen de la patria, la libertad y otras grandes palabras, no para servir a esas causas, sino para embellecerse con ellas, o conquistar más reconocimiento vistiéndose de ellas. Jesucristo fue muy duro con esos fariseos que guardan toda la moral para poder “mirarse al espejo”, y relamerse viendo lo guapos que son.

3. Hay también gentes que viven lamentándose de todo, despotricando y cargándoselo todo airadamente; pero que no pronuncian esas críticas buscando una movilización para cambiar las cosas, sino que concluyen que, como todo está tan requetemal, no hay nada que hacer. Y sus diatribas no son más que una forma sutil de hacernos caer en la cuenta de que ellos son mucho mejores que toda la realidad exterior a ellos.

4. En plan más sencillo y más inocente, había que ver la alegría de la madre de aquel niño que cantó el gordo de Navidad. Daban ganas de decirle: “Pero, señora, ¿qué más da que lo cante su niño o cualquier otro? ¡Aquí de lo que se trata es de a quién ha tocado!”. Pero no había manera. A ella lo que le interesaba era llamar la atención del personal, por lo menos durante un momento.

5. Ya lo dijo muy bien Hegel: la necesidad de reconocimiento es la que nos va moviendo arriba y abajo. En este contexto, quisiera despedirme hoy con una alusión al reformador Martín Lutero. Pocas personas en toda la historia humana habrán tenido una percepción tan aguda y tan fina de la propia basura.

Con el agravante de que él no sentía eso sólo ante su propio juicio, sino ante el juicio de Aquel que es la justicia y la santidad infinitas. El pobre Lutero se desangraba preguntando: ¿dónde encontrar, no un yo benévolo, pues eso siempre será una mentira, sino “un dios benévolo”? Y como algunos ya sabrán (y lo reflejaba bastante bien la película dedicada al reformador), Lutero lo encontró. Ello cambió su vida: lo liberó de sí mismo, de su propia miseria y de la insaciable necesidad humana de reconocimiento.

Leyendo la Carta a los Romanos de Pablo, comprendió que Dios nos ama tal como somos, que no es juez sino salvador, que no se acerca a nosotros para condenarnos sino para acogernos y que, cuando pide nuestro cambio, no es para satisfacer su vanidad divina, sino por el bien nuestro. Eso cambió su vida. Y se cumplieron para él aquellas palabras de Jesús: “La verdad os hará libres”.

Esa sí que fue una buena cirugía estética. Y gratuita.




lunes, 29 de junio de 2009

ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL DE SIGLOS PASADOS

Para mí el Año sacerdotal se ha clausurado ya a las vísperas de su apertura, cuando fue dada a conocer la Carta del Papa a los sacerdotes, en la que se enfatiza el papel de Juan María Vianney, el santo cura de Ars, a los 150 años de su muerte, haciedo hincapié en todos los aspectos de una teología y una espiritualidad a los que se debe precisamente la gran crisis en que nos encontramos como cristianos y como Iglesia católica. Quede claro que la culpa no es del cura de Ars, que ha sido hijo de su época, sino de quienes conciben o sugieren tales documentos.

En la susodicha Carta se retoma un florilegio de citas de la predicación de Juan M. Vianney, para ofrecerlo a los curas de hoy, con la voluntad hasta demasiado evidente de volver a la teología y espiritualidad de hace dos siglos, en lugar de hacer un diagnóstico, aunque sea a grandes rasgos, del estado actual de los clérigos y ofrecer ayuda para hoy día y el futuro.

Aparte de una fugaz referencia a "situaciones, nunca bastante deploradas, en las que la Iglesia misma sufre por la infidelidad de algunos de sus ministros" no vemos ningún intento en la Carta - ní una invitación a hacerlo - de analizar la situación de crisis que llevó a una caída de las vocaciones y al abandono del ministerio por parte de muchos presbíteros.

En realidad el papa emplea palabras más explícitas en la homilía de la liturgia de apertura del Año sacerdotal: "Nada hace sufrir más la Iglesia cuánto los pecados de sus pastores, sobre todo de los que se convierten en 'ladrones de las ovejas', o porque les desvían con sus privadas doctrinas, o porque les aprietan con lazos de pecado y muerte" (19-6-2009).

Se ve claramente el intento de señalar y zaherir a los teólogos que tratan de traducir su fe en categorías comprensibles al hombre de hoy. Se cree una vez más tener soluciones pre-confeccionadas - que se traducen sustancialmente en una vuelta a la tradición, es decir al pasado -, sin el ánimo y la cordura de afrontar los problemas de raíz.

Oyendo, en primer lugar, a los interesados: una verdadera escucha, libre y capilar, de los sacerdotes de todo el mundo. Hoy en día existen instrumentos que permitirían hacer todo esto en tiempos rápidos y con costes hartos contenidos. ¿Por qué debería el Vaticano decir cómo tienen que ser y cómo tienen que actuar hoy los presbíteros, apoyándose en el estilo de vida y en las piadosas sugerencias de un cura de casi hace dos siglos?

He oído un obispo hacer el panegírico de las palabras del cura de Ars mencionadas por el Papa en su Carta. Respeto su convicción, pero no puedo hacerla mía. Esas citas me parecen totalmente inadmisibles, tanto desde el punto de vista teológico como litúrgico y espiritual, en el contexto de hoy. Por si existen dudas, voy a transcribir aquí algunas, para que se vea la impresión que pueden provocar en un cristiano que ha experimentado el proceso conciliar:

“El Sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”.

“¡Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese cuenta, moriría… Dios le obedece: pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña hostia…”

“¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!”

“Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra… ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes…”

“Todas las buenas obras juntas no son comparables al Sacrificio de la Misa, porque son obras de hombres, mientras la Santa Misa es obra de Dios”.

“¡Qué grande es el amor de nuestro Dios que le lleva incluso a olvidar voluntariamente el futuro, con tal de perdonarnos!”

“Le diré cuál es mi receta: doy a los pecadores una penitencia pequeña y el resto lo hago yo por ellos”.

También su castidad era la que se pide a un sacerdote para su ministerio. Se puede decir que era la castidad que conviene a quien debe tocar habitualmente con sus manos la Eucaristía y contemplarla con todo su corazón arrebatado y con el mismo entusiasmo la distribuye a sus fieles (Benedicto XVI, ib.).

“Jesucristo, cuando nos dio todo lo que nos podía dar, quiso hacernos herederos de lo más precioso que tenía, es decir de su Santa Madre”.

Si éstos son los patrones del Año sacerdotal, si éste es el sesgo que nuestra jerarquía ha querido otorgarle, entonces para mí ya está acabado y cerrado. ¡Y tampoco echaré de menos las indulgencias plenarias anexas! Otra enormidad, en la que el Vaticano insiste para reconducir la Iglesia católica a un lamentable pasado y ampliar aún más el "cisma sumergido" en el que están instalados muchos de sus miembros.

Padre Ferdinando Sudati, teólogo y escritor




viernes, 26 de junio de 2009

PROPONER SIN IMPONER, CUESTIONAR SIN CONDENAR

Rechazar el mal moral del aborto es compatible con admitir que las leyes no lo penalicen como delito, afirma el autor a partir de un punto de vista católico. Propone 10 reglas para encontrar un terreno común

Juan Masiá en "El País"

Ningún Gobierno tiene derecho a arrogarse el monopolio de la democracia. Ninguna Iglesia o confesión religiosa tiene derecho a detentar el monopolio de la moral. La elaboración y presentación de un anteproyecto legislativo para someterlo al debate parlamentario es un servicio a la comunidad política, pero no puede dictar de antemano a ésta los resultados de dicho debate. Asociaciones profesionales, medios de comunicación, entidades educativas e investigadoras o representantes de tradiciones religiosas ejercen su derecho a contribuir al debate cívico, enriqueciéndolo con aportaciones y matizándolo con cuestionamientos; pero no pueden imponer esas opiniones saltando por encima de las reglas constitucionalmente consensuadas por la comunidad política para su funcionamiento parlamentario. Todos pueden proponer, sin imponer. Todos pueden cuestionar, pero sin condenar.

Cuando la tradición del debate parlamentario está arraigada en una sociedad sanamente plural, laica y democrática, no tiene sentido que un determinado grupo cultural o religioso se erija en portavoz exclusivo de la moral ante la opinión pública, como tampoco se concibe que haga tal imposición un determinado sector político, ya sea del Gobierno o de la oposición.

No parece, sin embargo, que disfrutemos en el Estado español de esa situación equilibrada. Aparecen a menudo ante la opinión portavoces eclesiásticos que enarbolan la bandera de la moral, presuntamente amenazada por el Gobierno, tentando a portavoces gubernamentales para que entren al trapo devolviendo la pulla, con el regocijo de quienes pescan morbo informativo en el río revuelto de la polémica.

En el debate sobre la interrupción del embarazo, tal reducción del tema a una contienda de romanos contra cartagineses lo ha desenfocado. Parece un pugilato de izquierdas contra derechas, Gobierno contra Iglesia, posturas pro mujer contra posturas pro vida, defensa de madres contra protección de fetos y un interminable etcétera de oposiciones maniqueas. Seguimos sin aprobar la asignatura pendiente: proponer sin imponer; despenalizar sin fomentar; cuestionar sin condenar; concienciar sin excomulgar.

Pero junto a las sombras hay luces. Leí en las páginas de opinión de un diario local dos columnas firmadas el mismo día por jóvenes de diferente afiliación política. Manifestaban opiniones divergentes acerca de la píldora del día siguiente; pero me llamó la atención que no recurrían para exponerlas a atacar al contrario, y, a pesar de mantener posturas diferentes, no rehuían el acuerdo en puntos de consenso: la salud de las personas implicadas, la ventaja de la prevención sobre la interrupción, el carácter de emergencia y la oportunidad del debido aconsejamiento. Si posturas políticamente divergentes son capaces de argumentar así para converger en mínimos comunes, hay esperanza democrática. Si aumenta el parlamentariado, de cualquier afiliación, capaz de convergencia, concordancia plural y respeto a las divergencias, ganará el bien común del país.

En el caso de parlamentarios creyentes, en unos y otros partidos, se espera que conjuguen su conciencia religiosa con la prudencia legislativa, sin condicionamientos de pertenencia confesional o política. Sabrán que no todo lo éticamente rechazable ha de ser penalizado, ni tampoco lo despenalizado es, sin más, éticamente aprobable. Sin ceder a presiones, ni partidistas ni religiosas, buscarán conjugar la protección de la vida naciente con la necesidad de evitar aquellos excesos penales que harían un flaco favor a la vida que se desea proteger.

No es fácil el debate sereno entre quienes se atrincheran en un discurso incondicionalmente asertivo y dilemático, incapaz de alternativas al blanco y negro. Deseando contribuir a esa búsqueda de alternativas, reformulo una vez más un decálogo de reglas para el debate sobre el aborto. Se remonta a orientaciones elaboradas en colaboración con el añorado P. Javier Gafo SJ, cuando nos visitó en Tokio, en 1999, como parte del programa de colaboración entre la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas, el Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad Sofía y la conferencia episcopal japonesa (Bioética: Un diálogo plural. Homenaje a Javier Gafo, U. P. Comillas, 2002).

La opción por la aternativa mediadora frente a los dilemas extremistas se articularía en las 10 reglas siguientes:

1) Evitar el dilema entre pro-life y pro-choice. Posturas opuestas pueden coincidir en que el aborto no es deseable, ni aconsejable; hay que unir fuerzas para desarraigar sus causas; nadie debe sufrir coacción para abortar contra su voluntad, y debe mejorarse la educación sexual para prevenirlo.

2) No mezclar delito, mal y pecado. Rechazar desde la conciencia el mal moral del aborto es compatible con admitir, en determinadas circunstancias, que las leyes no lo penalicen como delito. El apoyo a esas despenalizaciones no se identifica con favorecer el aborto a la ligera.

3) No ideologizar el debate. Evitar agresividad contra cualquiera de las partes, no hacer bandera de esta polémica por razones políticas o religiosas y no arrojarse mutuamente a la cabeza etiquetas descalificadoras ni excomuniones anacrónicas. Ni el aborto deja de ser un mal moral cuando la ley no lo penaliza, ni la razón de considerarlo mal moral depende de una determinación religiosa autoritaria.

4) Dejar margen para excepciones. No formular las situaciones límite como colisión de derechos entre madre y feto, sino como conflicto de deberes en el interior de la conciencia de quienes quieren (incluida la madre) proteger ambas vidas.

5) Acompañar personas antes de juzgar casos. Ni las religiones deberían monopolizar la moral y sancionarla con condenas, ni las presuntas posturas defensoras de la mujer deberían jugar demagógicamente con la apelación a derechos ilimitados de ésta para decidir sobre su cuerpo. El consejo psicológico, moral o religioso puede acompañar a las personas, ayudándolas en sus tomas de decisión, pero sin decidir en su lugar ni dictar sentencia contra ellas cuando la decisión no es la deseable

6) Comprender la vida naciente como proceso. La vida naciente en sus primeras fases no está plenamente constituida como para exigir el tratamiento correspondiente al estatuto personal, pero eso no significa que pueda considerarse el feto como mera parte del cuerpo materno, ni como realidad parásita alojada en él. La interacción embrio-materna es decisiva para la constitución de la nueva vida naciente y merece el máximo respeto y cuidado: a medida que se aproxima el tercer mes de embarazo aumenta progresivamente la exigencia de ayudar a que éste se lleve a término. Para evitar confusiones al hablar de protección de la vida, téngase presente la distinción entre materia viva de la especie humana (p. e., el blastocisto antes de la anidación) y una vida humana individual (p. e., el feto, más allá de la octava semana).

7) Confrontar las causas sociales de los abortos no deseados. No se pueden ignorar las situaciones dramáticas de gestaciones de adolescentes, sobre todo cuando son consecuencia de abusos. Sin generalizar, ni aplicar indiscriminadamente el mismo criterio para otros casos, hay que reconocer lo trágico de estas situaciones y abordar el problema social del aborto, para reprimir sus causas y ayudar a su disminución.

8) Afrontar los problemas psicológicos de los abortos traumáticos. Es importante prestar asistencia psicológica y social a quienes su toma de decisión dejó cicatrices que necesitan sanación. No hay que confundir la contracepción de emergencia con el aborto. Pero sería deseable que la administración de recursos de emergencia como la llamada píldora del día siguiente fuese acompañada del oportuno aconsejamiento médico-psicológico.

9) Cuestionar el cambio de mentalidad cultural en torno al aborto. Repensar el cambio que supone el ambiente favorable a la permisividad del aborto y el daño que eso hace a nuestras culturas y sociedades

10) Tomar en serio la contracepción, aun reconociendo sus limitaciones. Fomentar educación sexual con buena pedagogía, enseñar el uso eficaz de recursos anticonceptivos y la responsabilidad del varón, sin que la carga del control recaiga sólo en la mujer. Sin tomar en serio la anticoncepción no hay credibilidad para oponerse al aborto; hay que fomentar la educación sexual integral, desde higiene y psicología a implicaciones sociales, e incluya suficiente conocimiento de recursos contraceptivos, interceptivos y contragestativos.

¿Será posible este modo de debatir alternativo o se quedará en sueño? La pelota está en el tejado de dos debates: cívico y parlamentario. Quisiera apostar por una mayoría éticamente serena, capaz de independizarse de las patologías extremistas de sus respectivos partidos e Iglesias.

Juan Masiá, jesuita, es profesor de Bioética en la Universidad de Santo Tomás de Osaka (Japón).



miércoles, 24 de junio de 2009

UNA ANCIANA LLAMADA IGLESIA

Víctor Codina sj

A todos nosotros nos gustaría que la Iglesia fuese joven, fuerte, vigorosa, audaz, imaginativa, primaveral, atractiva… pero la encontramos cansada, agobiada, silenciosa, como temerosa, casi muda. Nos parece vieja, anciana, a veces casi tememos que tenga Alzeheimer: recuerda el pasado, lo repite, pero parece que el presente se le escapa, es casi miope para comprender las nuevas luces que brillan y que exigen respuesta. Otras veces nos parece sorda, no escucha los gritos y el vocerío de un mundo agitado y turbulento.

Los jóvenes la abandonan hastiados de ver su estadio deplorable, tan callada, tan pasiva, tan torpe, tan poco acogedora. Otros la atacan violentamente, la hieren, incluso anuncian su muerte próxima: “es cuestión de tiempo, es del pasado, es una reliquia anacrónica, es un objeto de anticuario”. Otros la quieren rejuvenecer con técnicas artificiales, antioxidantes, antiarrugas. Pero ella no se deja. Otros la ven sucia, manchada, descuidada, abandonada, desatendida, como si nadie la cuidara e intentan auxiliarla con cariño, es tan vieja la pobre…

Pero ella calla, medita en su interior, recuerda años pasados, cuando era joven y pobre, cuando la persiguieron, cuando la coronaron como reina y maestra, cuando la unieron a príncipes y reyes, cuando todos se proclamaban hijos suyos. Y ella sonríe, pues ella siempre quiso ser como al comienzo, fiel al Espíritu, sencilla, pobre, transparente, abierta a todos, fecunda, libre, evangélica, como su Esposo el Señor. Agradece siempre a sus hijos que la quisieron volver a sus orígenes, a sus hijos fieles, que no buscaban su propio provecho sino el del Señor.

Ella es sabia, llena de experiencia, experta en humanidad, sabe que en la vida hay primaveras y también inviernos, ahora es invierno. Muchos se alejan de ella escandalizados, pero ella sabe que luego del invierno viene el verano, tiene buena memoria. No tiene miedo, vendrán tiempos mejores, habrá hijos proféticos y audaces que la devolverán el brillo evangélico de sus comienzos, la harán pobre, evangélica y pascual. Ella tiene paciencia, espera, no se desanima, el Señor, su Esposo está ausente, pero volverá y mientras tanto posee la presencia vivificante de su Espíritu.

Ella es muy antigua, tiene siglos de historia, viene desde Adán, desde Abel, como los viejos Santos Padres lo intuyeron y por eso la llamaron “anciana”. Pasan los imperios, caen reyes y dictadores, pero ella sigue firme, callada, con paso lento, caminando hacia un fin sin ocaso. Espera siempre, sabe que el Señor habló de semillas pequeñas pero que crecen, de un poco levadura pero que fermenta la masa, sabe también que hay cizaña con el trigo, por eso no quiere arrancarlo, pues todas las veces que su hijos lo intentaron hacer inquisitorialmente, fue un fracaso. Prefiere usar misericordia, paciencia, comprensión, perdón e indulgencia, más que excomulgar y lanzar anatemas..

No quiere presionar, no quiere forzar nada como algunos desearían, no pretende ser cada vez más numerosa y fuerte, no desea ser poderosa y rica, pues los que lo intentaron la arruinaron. No pretende saberlo todo, no quiere dar normas a todos, como algunos hicieron en otros tiempos y desean que siga haciendo ahora. Ella prefiere dialogar, pero muchos de sus hijos tienen miedo al diálogo. Los tiempos han cambiado, ella prefiere callar, ofrecer el agua pura de su verdad como las fuentes de los pueblos que ofrecen agua al sediento, sin obligar a nadie a beber. Quiere abrir ventanas, sacudir polvo de emperadores y reinos pasado, quiere respirar aires nuevos y oxigenantes aunque sea anciana, pero muchos le cierran presurosos las ventanas, “no sea que la anciana se resfríe”….

Aunque nos parece callada, muda, sorda en el fondo está escuchando una voz interior que le susurra palabras de vida eterna. Cuando nos parece ciega, en realidad tiene los ojos entornados hacia dentro, hacia el Señor, su Esposo que le da fuerza, le da su Espíritu para que no se desanime, no decaiga, no pierda la esperanza, para que aprenda a vivir nuevos tiempos. Todavía le queda un camino largo por recorrer, como sucedió al viejo y cansado Elías en el desierto.

Aunque nos parezca que tiene Alzheimer, en realidad lo que busca es que la cuidemos, como un esposo que cuida con cariño a su esposa enferma, que la queramos, que la atendamos, que reflexionemos sobre lo que hemos hecho con ella, por qué la hemos dejado en esta situación, por qué la hemos abandonado buscando otras ideologías, otras religiones, otras cosmovisiones, otras espiritualidades, más atrayentes y seductoras, que nos llenen más o que quizás no nos cuestionen tanto. ¿Quién es el causante de que la Iglesia esté así hoy? ¿Quién es el culpable de que la Iglesia de hoy aparezca tan sucia y cochambrosa? ¿Quién le ha arrebatado sus joyas para lucir con ellas? ¿Quiénes han querido adueñarse de ella, utilizarla, manipularla, decir que ellos “son” la Iglesia, que la representan y hablan en su nombre? El que esté limpio de culpa que lance la primera piedra, comenzando por los más viejos…

Esta anciana Iglesia atraviesa fases como la luna, como ya lo dijeron también algunos Santos Padres. Hay momentos menguantes, de oscuridad, de eclipse: ahora estamos en uno de ellos. Pero llegarán momentos de claridad y de luz creciente. Ella brilla con la luz del Sol que es el Señor, no con luz propia. Hay que esperar, tener paciencia.

A esta anciana la visitan los pobres, los niños, mujeres fieles, gente insignificante, que no le temen, que la quieren, le llevan flores, que saben que su corazón está vivo y alegre, que aunque sea anciana es fecunda. Se sienten bien con ella, aunque hable poco o calle, escuchan su silencio como una música blanca, saben que su corazón es tierno y joven, misericordioso, que les comprende, que les quiere. Ella se lo agradece, sonríe y les acaricia con cariño maternal sus manos.

No la visitan muchos ilustrados, no recibe visitas de personas importantes y poderosas, que ya no pueden sacar provecho de ella, ya la han exprimido todo lo posible, ya han abusado de ella, ahora ya no sirve, es basura, un vejestorio. Son todos aquellos que con la excusa de servirla se han servido de ella para sus intereses, “en su nombre”. Y así la han dejado, desprestigiada, con pésima fama. Han utilizado su nombre, han invocado la civilización cristiana para enriquecerse ellos, ahora ya no les sirve esta vieja anciana achacosa.

Otros afirman que aceptan a Jesús, su Esposo pero no a la vieja y caduca Iglesia, como si el Espíritu de Jesús no animase el cuerpo de la Iglesia.. La anciana Iglesia lo sabe, le duele en el alma esta preterición, pues a la larga nadie podrá nadie ir a Jesús si no pasa por ella, nadie la podrá separar de su Esposo. Es tentación, es orgullo. Pero ella calla y espera, un día tal vez se den cuenta y vuelvan a ella, la anciana y vieja Iglesia. Ella tiene un gran tesoro para comunicar a la humanidad: se llama Jesús de Nazaret, muerto y resucitado por nuestro bien, para que tengamos vida en abundancia. Ella lo entrega generosa a los que acuden a ella con simplicidad de corazón, aunque sea anciana o precisamente porque lo es.

Un día el Señor regresará y enjoyará a su Esposa fiel con luz resplandeciente y vestidos nuevos, la Iglesia volverá a ser joven y hermosa y Él le agradecerá el haber tenido tanta paciencia y tanta fortaleza durante tantos años, por haber sido la anciana Iglesia callada y medio sorda, con un Alzheimer que parecía incurable pero que en realidad era sólo un momento de debilidad, una fase pasajera de la anciana Iglesia, siempre joven por la fuerza del Espíritu. Pero hasta que llegue este día ¿hay alguien que quiera cuidar a esta anciana llamada Iglesia?

Cochabamba, junio 2009

EL ALMA Y SU DESTINO (1 B)

Gonzalo Haya Prats

En este primer capítulo Mancuso nos ha presentado ya su método: razón + sabiduría. También nos anticipa –sólo nos anticipa- los contenidos de lo que será su libro, es decir, el alma, su origen y su destino.

1. La naturaleza y la energía

En los párrafos siguientes el autor presenta las ideas fuerza en las que basa sus reflexiones: los conceptos científicos y filosóficos de materia, energía, y forma (que equivale a organización, estructura). El alma es la forma –la estructura- que ha evolucionado con mayor complejidad, y es la organización de la energía que se manifiesta en el cuerpo humano. Estos conceptos, difíciles de definir con precisión, reaparecerán en cada capítulo siempre con nuevos matices; nosotros los trataremos en el próximo capítulo.

2. Evolución y evolucionismo

Mancuso defiende la evolución, no el evolucionismo.
El conjunto materia-forma ha evolucionado desde el primitivo corpúsculo subatómico hasta el ser humano, sin ninguna intervención especial de Dios. La intervención de Dios sólo se produjo en el principio, en el “impulso vital” que orientó la evolución de la forma. No se trata de negar el darwinismo sino de superarlo. El autor, basándose en el testimonio de diversos científicos, considera que la selección natural sólo es el aspecto negativo de una ley de orden y de relaciones (para los griegos el logos) que rige el universo.

Desde esta perspectiva el autor retoma el concepto de finalidad, la teleología de Aristóteles. El impulso inicial está orientado hacia un fin. Por el contrario, el evolucionismo niega que la evolución tenga un fin, se queda en la fórmula “casualidad + selección natural”. Mancuso cree que hay que superarlo porque con la fórmula evolucionista no hay manera de justificar los valores de justicia que hemos visto tan despreciados en el siglo XX. Si la naturaleza no lleva implícita esta ley de orden ¿de dónde procede este orden moral en nosotros? O sería una convención cultural sin fundamento o sería un don sobrenatural.

El autor apela a grandes filósofos cristianos, a teólogos del siglo XX como Teilhard y Bonhöffer, y a la misma ciencia actual, para afirmar que todo lo que tenemos procede de la naturaleza y de un modo natural.

Mancuso reconoce que su concepto de naturaleza ha evolucionado desde sus obras anteriores. La consideración del dolor y del mal en el mundo le presentaba a la naturaleza como una fuerza indiferente ante el bien o el mal; ahora la ve como un principio de orden. Explica cómo se ha convencido de que el bien es lo natural en el hombre, que lo ha heredado en su nacimiento; y la ética es la versión moral de la ley natural del orden. En otros capítulos explicará cómo se produce en el mundo el mal físico y el mal moral.

3.El destino después de la muerte

Tras unas reflexiones sobre los tanteos de las filosofías y de las religiones acerca del destino después de la muerte, el autor se sitúa “en el surco de la tradición metafísica del catolicismo”. Su reflexión parte de los conocimientos sobre la naturaleza ,y presenta el alma como principio de vida, porque “sólo investigando esta realidad del nacimiento y del principio del ser -la naturaleza-physis- se puede comprender legítimamente algo del sentido de nuestro existir”.

Sugerencias para comentar

    • El objetivo del libro es defender la existencia del alma y su destino. ¿Queda suficientemente asentada la existencia del alma? La identificación del alma como estructura (forma) del cuerpo ¿es un postulado válido para la ciencia, la filosofía, y la religión?
    • “Los seres humanos vienen de la materia, no siendo la materia más que el primer producto fundamental de la energía”.
    • Mancuso defiende la evolución pero supera el evolucionismo porque este sistema no justifica los valores morales
    • ¿Existe una “ley de orden” que rige el universo? ¿Es compatible este orden con la “teoría del caos? ¿El hombre es bueno por naturaleza?

Selección de textos

    Aquí sólo podemos poner algunos textos antológicos del libro de Mancuso para quienes no lo tengan todavía.

ÍNDICE

1 LA TEOLOGÍA FRENTE A LA CONCIENCIA LAICA

1. Objetivo, interlocutor, método
2. Argumento
3. Caminamos a tientas
4. En el surco de la tradición metafísica del catolicismo
5. A la luz de la naturaleza
6. ¿Qué naturaleza?
7. Evolución y evolucionismo
8. Una evolución personal
9. Aclaraciones a la conciencia católica
10. La primacía del Logos
11. Evolución de la doctrina cristiana
12. El tesoro del tío Gilito
13. ¿Cuántos son los novísimos?
14. Vino y tortellini
15. ¿Dónde está el Cielo?
16. Teología universal

6. ¿Qué naturaleza?

En siglos pasados el pensamiento ha hecho uso del término ser para designar a la realidad fundamental. Hoy la física nos enseña que hace falta utilizar otro término para la realidad fundamental: energía. A partir de 1905, cuando Einstein formuló la célebre ecuación E = mc2 revolucionando nuestra imagen del mundo, sabemos que toda masa, todo cuerpo material que nosotros vemos ahí, firme, estático, impenetrable, duro, rocoso, compacto, en realidad no es en sí nada de eso. No es firme, no es estático, no es impenetrable, ni duro, ni rocoso, ni compacto, pero a nuestro nivel de ser llega a ser todo eso gracias a un movimiento vertiginoso, de una velocidad inimaginable, comparada con la cual un Ferrari es infinitamente más lento que un caracol. Esta mano mía que ahora escribe en el papel, la pluma que utilizo, el folio en blanco que se va llenando de tinta azul y también las cosas que veo fuera de la ventana, las rosas de mi mujer, el olivo que le regaló mi padre, el bosquecillo de acacias más allá de la valla y el cielo infinito que no me cansaré de mirar, maravillado y con amor, todo esto y todo lo que es real, es energía. Cada cuerpo de masa m viene de E y vuelve a E.
(…)
Los seres humanos son una parte del proceso de la energía primordial. Los seres humanos vienen de la naturaleza-physis, o aún más radicalmente hay que decir que los seres humanos vienen de la materia, no siendo la materia más que el primer producto fundamental de la energía. La energía ha producido en primer lugar la materia y la materia, cuyo nombre deriva precisamente del latín mater, nos ha producido a nosotros mediante un larguísimo proceso evolutivo. La materia es la madre de los elementos primordiales que están en la base de la vida, de la nuestra como de la de cualquier otra cosa dotada de movimiento propio.

Hay que liberar la mente del pobre concepto materialista que describe la materia como sustancia muerta e informe, concepto típico ya sea del positivismo científico y filosófico que del dualismo metafísico (no de la metafísica, sino del dualismo metafísico), más presente de lo que se piensa en el seno de la doctrina cristiana. Pero no es así, la materia no está muerta y si la vida ha surgido es porque viene de allí abajo, surge de abajo como fuente del trabajo cada vez más ordenado de la energía, que se convierte primero en materia-mater, luego en natura naturans, es decir, vida. Intuyendo esta realidad sorprendente, Teilhard de Chardin compuso uno de sus primeros escritos titulándolo La potencia espiritual de la materia, que termina con el célebre Himno a la materia . Uno de los más conocidos expertos en la vida de las células, el bioquímico Christian de Duve, Nóbel de Medicina en 1974, ha titulado su libro más famoso Vital Dust, «Polvo vital» . Tenemos que cambiar la perspectiva respecto al relato bíblico del Génesis 2, 7 según el cual Dios tomó polvo, formó al hombre y luego le infundió su soplo vital. Para recuperar la imagen mítica utilizada por el texto, hay que pensar más bien que Dios infundió su soplo vital antes, directamente en el polvo, en la materia-mater, la cual luego por sí misma, autónomamente, ha dado origen a la vida en todas sus formas, incluida la del ser humano. Se trata de una perspectiva legítima incluso a nivel bíblico a la luz de los relatos de creación de la tradición sapiencial, en particular Proverbios 8 y Eclesiástico 24.

7. Evolución y evolucionismo

Quisiera detenerme en el término evolución. Evolución no significa simplemente mutación. Las mutaciones suceden, son fenómenos singulares que ocurren y ocurren por casualidad. Pero un número creciente de científicos piensa que la casualidad es sólo uno de los factores que están en la base de las mutaciones que producen la evolución. Según el físico Fritjof Capra, mundialmente conocido por el best seller El Tao de la física, las investigaciones en el campo de la microbiología habrían revelado que las dinámicas sometidas a la evolución son tres y que de éstas las mutaciones casuales, es decir el motor del darwinismo, son las menos importantes . El proceso que la mente humana ha llamado evolución, queriendo señalar un crecimiento, un orden mayor, un aumento progresivo de la complejidad, ya no se puede explicar sólo sobre la base del paradigma clásico del darwinismo «mutación + selección natural».

Dentro de un organismo se produce una mutación y tiene lugar por casualidad. Si dicha mutación no es funcional para el aumento del orden, ya sea respecto al organismo en el que sucede, ya sea respecto al organismo en su relación con el entorno, no se destina a ser reproducida: la naturaleza-physis mediante la selección natural no la mantiene viva, es una desventaja y como tal es rechazada. Si por el contrario la mutación contribuye a un incremento del orden del organismo, en sí mismo y en relación con el entorno, se destina a ser reproducida y a permanecer en la naturaleza-physis, convirtiéndose en una forma de vida más evolucionada. Es evidente cómo la casualidad con la que aparecen las mutaciones está dominada por una ley superior. Para el modelo evolucionista ortodoxo ésta consiste en la selección natural, pero al decir selección natural sólo se denomina el aspecto negativo de esta ley general que tiende al orden y a la complejidad creciente, de la cual hay que saber nombrar también el lado positivo, mucho más fundamental en su capacidad de crear relaciones y sistemas organizados. Desde la Antigüedad la mente humana ha visto esta ley superior que opera en la organización del mundo y la ha llamado de diferentes maneras: los griegos Logos, los hebreos Hokmà, los egipcios Maat, los hindúes Dhamma, los chinos Tao, los japoneses Shinto. Esta ley cósmica fundamental es la que reúne los fenómenos dispares, haciéndolos vivir si están conforme a su lógica, morir (mediante la selección natural) si no lo están. Gobierna el mundo y también nuestra mente, la cual, no siendo más que un pedazo de mundo, reproduce la misma lógica tendente al orden.
(…)
Creo que, desde esta perspectiva, se puede y se debe volver a hablar de la finalidad de la naturaleza-physis, de una teleología inscrita en el ser natural, que coincida con el mismo presentarse del ser-energía, ya presente en ella desde siempre. El fin (en griego, telos) es intrínseco a la naturaleza-physis, como sabía Aristóteles que hablaba del cosmos como de una entelequia, de algo por tanto que tiene el telos en sí mismo, sin que necesitemos intervenciones sobrenaturales y milagrosas que lo introduzcan desde lo alto.
(…)
Si se piensa que la naturaleza es «una madre tan potente pero ‘privada de razón’» como escribe Orlando Franceschelli, ilustre representante del neodarwinismo italiano, ¿cómo es posible después construir esa «sabiduría humana» que tanto aprecia el mismo filósofo? Si la naturaleza está privada de razón, ¿de dónde procede en nosotros, que somos sólo naturaleza, la razón capaz de «sabiduría solidaria»? O tal sabiduría solidaria es una convención cultural sin fundamento in re y por tanto a expensas de la arbitrariedad, o por el contrario se trata de un don sobrenatural, como quiere el planteamiento religioso de sello agustiniano, que necesita rebajar al hombre para ensalzar a Dios. Yo no acepto ni una ni otra solución y pienso que es la misma naturaleza la que tiene en sí un principio de orden relacional que en la razón humana encuentra su zénit como «sabiduría solidaria». Pero si la naturaleza fuera la que describe Darwin, el único resultado lógico sería la voluntad de poder de Nietzsche (atento lector de Darwin), en absoluto la «sabiduría solidaria».
Si perdemos el sentido de la naturaleza-physis y de su orden, perdemos el único fundamento verdaderamente universal sobre el que construir el sentido de la justicia. Sin él lo que hay, como escribía Giordano Bruno en 1584, es «el triunfo de la Bestia». Atraviesa nuestros días un cínico triunfo de pequeñas bestias inmundas, a las que la razón ya no tiene argumentos que oponer.

13 ¿Cuántos son los novísimos?

Con el término latino novísimos se entienden en teología las realidades últimas a las que no seguirá nada más, el cumplimiento definitivo del ser. En griego se llaman esjata, de donde viene el término escatología para designar a la disciplina que se ocupa de ello. El mismo hecho de formular una doctrina sobre los novísimos demuestra la pretensión metafísica absoluta del cristianismo, su voluntad de contener la primera y última palabra sobre el mundo, de ser la verdad. El cristianismo pretende conocer el misterio del principio y también del final, como es lógico para quien se pone en el punto de vista de la racionalidad del cosmos, el mismo punto de vista de Aristóteles, Spinoza, Hegel.
Pero si mediante los novísimos el cristianismo pretende mostrar su conocimiento de los fines y por tanto representar la verdad del mundo, en la doctrina cristiana no puede menos que advertirse una cierta confusión al respecto. Los novísimos, de hecho, no se sabe con precisión ni siquiera cuántos son. El Compendio del Catecismo del año 2005, siguiendo el Catecismo de Pío X de 1912, dice que son cuatro: muerte, juicio, infierno, cielo. Pero no se entiende por qué falta en esta lista el purgatorio, que también es un dogma de fe. Alguien podría argumentar diciendo que no es una realidad última porque su destino es entrar en el paraíso, pero en este punto lo mismo tendría que decirse de la muerte y del juicio, que también entran en el cielo o en el infierno, con la consecuencia de que los novísimos tendrían que ser en rigor sólo dos.



domingo, 21 de junio de 2009

LA DIMENSION POLITICA DE LA FE

Benjamín Forcano

Sentido de la cuestión: la política territorio tabú para la fe

Pocas cuestiones como ésta, se presentan con tanta claridad y, sin embargo, ninguna como ella ha sufrido en la historia del cristianismo tanta confusión, tergiversación y error. La política se ha considerado como terreno vedado e impropio para vivir el Evangelio. Más: tratar de relacionar la política con las exigencias del seguimiento de Jesús, era profanar la fe, degradarla y coartar la libertad de los procesos económicos y políticos.

El caso es que, considerar la política al margen de la ética o de la religión, ha sido un hecho grave, de incalculables secuencias negativas.

Las causas pueden ser múltiples: bien porque las religiones se olvidaron de su significado profético y universal primigenio, se unieron al poder político y, bendiciéndolo, lo hicieron suyo; bien porque se teologizó falsamente con que todo poder provenía de Dios; bien porque se ratificó como sagrada la ley del dejar hacer del neoliberalismo; bien porque se estableció una dicotomía inconciliable entre vida temporal y eterna, espiritual y terrena; bien porque las religiones invadieron indebidamente y sojuzgaron la autonomía justa de la vida política, etc.

El resultado es que, hoy, en el siglo XXI y después del Vaticano II, la gente, y no digamos el clero, sigue pensando que la política no tiene nada, o apenas, que ver con el Evangelio y la fe, y se la deja campar a sus anchas sin el menos discernimiento ético y evangélico. Y así, los problemas económicos y políticos, lugar donde se deciden los temas de mayor calado e importancia humana, no son objeto de análisis y de confrontación con los postulados de la racionalidad, de la ética, de la dignidad y derechos humanos y de la utopía evangélica.

Esta unilateral miopía alcanza principalmente a los dirigentes de la comunidad católica que todavía siguen pensando así, centrándose especialmente en problemas domésticos intraeclesiásticos, minusvalorando o menospreciando como irrelevantes para la santidad y salvación los problemas sociopolíticos. ¿Con qué principios y sensibilidad, en qué medida y con qué método se están abordando, a nivel jerárquico, los problemas de la crisis económica, del hambre, de la mortalidad infantil, de la especulación del suelo, del paro, de la inmigración, de la prostitución, de la invasión y explotación de unos pueblos por otros, de la guerra, etc.? ¿No merecen estos problemas un análisis riguroso, una denuncia profética y una movilización ciudadana solidaria?

Fe y política garantes del bien total del hombre

Los cristianos tenemos claro que la Utopía de Jesús (el Reino de Dios) es un proyecto de vida y convivencia que abarca la totalidad de la vida humana y es anunciado para realizarlo en este mundo.

Esta totalidad incluye todos los aspectos que atañen a la persona: individuales, históricos, culturales, socioeconómicos y políticos. La convivencia humana está configurada según esa red de dimensiones que brotan de la misma naturaleza humana. Ahora, esa red pertenece a todos y la convivencia trata de articularla de modo que sea y sirva para la promoción, desarrollo y bien de todos. En esa convivencia, nadie puede organizarse al margen o en contra del bien y derechos de los demás.

La ética humana es la que, como instancia y patrimonio de todos, señala los principios y valores que deben regir la convivencia. Si cada persona es y vale lo mismo, si todos tienen idéntica dignidad, derechos y obligaciones, está claro que a la hora de trazar el camino de la convivencia hay que tener como imperativo y estrella inspiradoras la afirmación de la dignidad de la persona humana y cuantos derechos y obligaciones dimanan de ella.

Asegurar esa Dignidad de todos = Bien Común es el cometido de la Política y de cuantos son elegidos y delegados para desempeñarla.

Presencia utópica de los cristianos en la política

La utopía de Jesús no es para implantarla en el otro mundo; debe hacerse historia viva en el orden individual y sociopolítico concreto de cada momento de la historia.

Por eso, es una utopía abierta.

Tal historificación presupone la confrontación con cada situación histórica concreta en la seguridad de que aparecerán limitaciones y males incompatibles con la utopía. En la confrontación siempre se apunta al futuro, que ayuda a superar los límites del presente. Si la confrontación no se hace proféticamente, la utopía acaba en evasión u opio. La confrontación profética siempre resulta animadora de la acción correcta. La acción transformadora –que busca llevar a cabo el proyecto de Dios y que es claramente transcendente- opera en la interpretación del Espíritu Santo en y por la historia, en los signos de los tiempos.

Esta confrontación se da en el momento histórico concreto de cada pueblo, según sean los grados de injusticia, opresión y miseria. La confrontación, desde la opción por los pobres y desde una teología comprometida, denuncia el desorden establecido, sus contradicciones y mentiras, y anuncia un nuevo orden. En este sentido, resulta ineludible preguntar: ¿cómo está configurada políticamente nuestra sociedad?

¿Qué dominio ejerce en ella la lógica del capitalismo? ¿Qué prioridades y opciones son predominantes en ella: las proféticas o antiproféticas?

Se quiera o no, estamos en el engranaje de una economía mundial globalizada. Dentro de la relacion Norte/Sur y Este / Oeste, que impone dependencias, complicidades, pérdida de identidad y nos hace responsables de la brecha creciente entre países ricos y pobres. En virtud de esa inserción, hacemos préstamos leoninos y reclamamos deudas externas privilegiando al capital. ¿Hasta qué punto son reales en nosotros las pautas interiorizadas del neoliberalismo y las mentiras ideológicas de una democracia aparente? ¿Rigen en nuestra democracia los intereses de la mayoría o la dictadura de intereses particulares?

En esa situación de democracia, ¿ nuestra Iglesia qué actitudes, denuncias y compromisos ha tomado frente a los males universales del capitalismo? ¿Ha sido tan presta para condenarlos como lo ha sido para condenar el marxismo?

Actuando desde el horizonte de la utopía cristiana, no podemos conformarnos con un orden que es favorable para unos pocos y desfavorable para las mayorías.

La universalización de los bienes, de los derechos y del progreso no deben hacerse desde los poderes fácticos de la economía, sino desde la opción preferencial por los pobres. A este respecto la Iglesia se ha configurado más desde la perspectiva de los ricos que de los pobres, aun siendo verdad que es en los pobres, como sujeto de la historia, donde se encuentra la mayor presencia real del Jesús histórico y la mayor capacidad para un cambio y liberación.

Buscar la vida para todos, con esperanza, lejos de un consumismo voraz, es una tarea llena de sentido. La totalidad del sistema económico que rige los destinos del mundo no es aceptable, porque no crea relaciones que proporcione vida para todos. El Espíritu es dador de vida y no está allí donde la vida es quitada, disminuida o degrada progresivamente.

La liberación es de todos y para todos y no es posible si no persigue a la par la justicia y la libertad. No puede darse justicia sin libertad, ni libertad sin justicia. “La liberación se entiende como liberación de toda forma de opresión, liberación para una libertad compartida que no permite formas de discriminación” (I. Ellacuría).

Si la realidad, tal como está organizada desde los sectores dominantes, crea hombres explotadores, represivos y violentos, no puede menos de provocar , cristianamente hablando, actitudes de indignación y transformación.

Frente al hombre viejo de la cultura noratlántica –insolidario, etnocentrista, nacionalista, explotador, inmaduro, agresivo, banal- se está creando la cultura del hombre nuevo desde muchos sectores comprometidos: -solidario con los oprimidos, rebelde ante las injusticias, compasivo y misericordioso, servicial, esperanzado y alegre con la construcción de un mundo nuevo, abierto y universal, respetuoso con la naturaleza, contemplativo y comprometido-.

La utopía trata de hacerse realidad mediante la creación de un Nuevo Orden, en el que se sustituya la civilización de la riqueza por la civilización de la pobreza, el pueblo sea cada vez más sujeto de su propio destino, donde tenga lugar el derecho de todos a la satisfacción de las necesidades básicas, donde los modelos políticos hagan posible “la libertad desde la justicia y la procura del bien común desde la opción preferencial por las mayorías pobres” (Ellacuría), donde Dios adquiera tal presencia en esta “nueva tierra” que sea en todos y en todo y donde la Iglesia se revitalice y se deje invadir por el Espíritu que renueva todas las cosas y se pueda convertir en el nuevo cielo que necesitan la tierra y el hombre nuevos.

Criterios para una actuación cristiana en la forma política de la democracia

Lo dicho hasta aquí, permite señalar algunos criterios para una actuación de los cristianos en la vida política:

Primero: en todo tipo de ordenación y gobierno de la convivencia humana, la Iglesia de Jesús aporta valores fundamentales que delatan su identidad y la hacen incompatible con aquellas formas de convivencia que no cultivan o se muestran ausentes con esos valores.

Segunda: Teniendo en cuenta los principales problemas que hoy agobian a nuestra democracia, sabiendo que ella ofrece propuestas para la solución de esos problemas, que no hay proceso económico-político disociado de un determinado tipo de cultura (filosófica, ética, religiosa), que la cultura de la democracia ha sido invadida y pervertida por la ideología especifica del neoliberalismo, que la democracia necesita para sobrevivir y regenerarse unos valores esenciales, los valores energías base, que la Iglesia, desde lo mejor de sí misma , puede aportar son los siguientes:

1. Primacía de los últimos. La Iglesia debiera proclamar y testimoniar que como criterio de organización sociopolítica y de educación debiera adoptarse el criterio de que todos los hombres son hermanos y, si hermanos, hay que luchar para que las relaciones sean de igualdad y desaparezcan los obstáculos que más lo imposibilitan: el dinero y el poder. Hay que establecer como prioridad el que esas mayorías, que se encuentran en la miseria y exclusión (los últimos) sean los primeros, de modo que sea desde las carencias de sus derechos y necesidades como comience a organizarse la sociedad. Si Jesús llama a los pobres bienaventurados es porque les asegura que su situación va a cambiar y para ello es preciso crear un movimiento que sea capaz de lograrlo, devolviéndoles la dignidad y la esperanza. Hay que dar la primacía a los últimos:

"El cristianismo originario se enfrenta al reinado del dinero y del poder como mecanismo de dominación e introduce una pasión en la historia: que los últimos dejen de serlo, que se adopten comportamientos y se organicen políticas y economías que les den la primacía para construir una sociedad sin últimos ni primeros o, al menos, con la menor desigualdad entre los seres humanos convocados a ser hermanos” (R. Díaz Salazar, La Izquierda y el cristianismo, Taurus, 1998, p354.

2. Detectar las causas de la desigualdad. De acuerdo con esta pasión por los últimos, tener sensibilidad y criterio para saber detectar dónde se encuentran en nuestro mundo las causas y mecanismos que producen los primeros y mayores problemas de desigualdad e injusticia.

3. Anteponer las necesidades de los últimos. Crear una voluntad colectiva que sea capaz de anteponer las necesidades de los últimos y que articule políticas y comportamientos sociales solidarios, con la consiguiente adopción de esfuerzos y renuncias comunes. Si la pasión por los últimos se convierte en idea y fuerza moral movilizadora, tendremos entonces la posibilidad de políticas internacionales de solidaridad, de democracia económica, de asunción de la pobreza evangélica, llegando a crear nuevos sujetos sociales, con una nueva escala de valores antropológicos y una nueva finalidad para la vida personal y colectiva.

4. Cultura del samaritano. Hacer propia la cultura del samaritano ante el prójimo necesitado: sentir como propio el dolor de los oprimidos, aproximarse a ellos y liberarlos. Sin este compromiso, toda la religiosidad es falsa:

"El cristianismo originario presenta unos valores de fondo que vistos en su conjunto configuran un determinado espíritu o fuerza socio-vital muy importante para la izquierda. La primacía de los últimos, la pasión por su liberación, la crítica de las riquezas, la cercanía a las víctimas de la explotación, el anhelo por construir la fraternidad desde la justicia y más allá de éste, la apuesta por un estilo de vida centrado en la desposesión y comunión de bienes, la unión entre el cambio de la interioridad del hombre y la transformación de la historia, etc. Son propuestas vitales muy valiosas para la cultura socialista.(R. Díaz Salazar, Idem, p. 399).

Jon Sobrino, por su parte, teniendo en cuenta la tradición bíblico cristiana y, a la vista de lo que está hoy sucediendo en nuestras democracias, expone las siguientes propuestas que pueden ayudar a humanizar la democracia:

. La compasión ante el pueblo crucificado

. La justicia

. La parcialidad ante el pobre

Partir de la cruz de los pueblos es partir de quienes no tiene poder y, como tales, sufren todas las penalidades. A ellos nuestras democracias -eurocéntricas- les arrebatan todo: vida, cultura, dignidad y libertad. Y ante esos pueblos crucificados no hay otra postura honesta que la de “bajarlos de la cruz” porque en ellos hay presencia de Dios.

La injusticia hace que muchos seres humanos mueran de hambre, sean asesinados. La bondad de Dios, que es bueno con todas sus criaturas, tiene que aparecer en la concreta transformación de un mundo injusto en otro justo. La justicia se opone al desprecio, la violencia, la mentira, la esclavitud, la muerte. En la medida en que eliminemos eso la vida será justa y será humana.

En la práctica una política democrática, de cuño cristiano, se decanta por los pobres. Seguir hablando en nuestras democracias de igualdad es una falacia real, porque no es así; hay que introducir el criterio de la parcialidad. El pobre sufriente es el que tiene que resultar primero. Se debe partir no de la igualdad sino de los pobres como centro de la política democrática.

Hay una advertencia de Jesús de Nazaret –y quiero que sea mi conclusión- con la que debieran confrontarse todos los poderes: civiles y religiosos, democráticos, monárquicos, socialistas, de cualquier signo: “Sabéis que los jefes de las naciones gobiernan como señores absolutos y los grandes oprimen con su poder. No sea así entre vosotros. Que el primero sea el último y el señor sea servidor” (Mc 10,41: Mt 20,25).

Benjamín Forcano