lunes, 30 de septiembre de 2013

LA BANALIDAD DEL MAL

José Ignacio González Faus, en Redes Cristianas

No voy a hablar de la película Hanna Arendt. Quisiera reflexionar sobre el pensamiento de Arendt de quien tomo el título de este artículo, como la directora de la película tomó muchas frases del libro de Arendt para los diálogos de ésta. La expresión “banalidad del mal” no busca rebajar su gravedad, sino aumentarla. Lo más horrible del mal moral es que auténticas perversiones se presentan y son vividas muchas veces como actos triviales, indiferentes, casi buenos… Si llego a creer que algo malo es un derecho mío (o un deber) resulta mucho más fácil cometerlo.

La teología de la liberación, al hablar del “pecado estructural”, ayuda a comprender cómo el mal se banaliza: porque anida no sólo en el corazón de las personas sino en las redes de la convivencia: usos, normas, leyes, valores ambientales... Ahí ya no se le percibe como maldad, sino como “algo normal”, quizá necesario. Eichmann no era un asesino monstruoso sino un vulgar funcionario encargado de que unos cuantos señores subieran en unos trenes y llegasen a un determinado lugar. Una pieza de engranaje ya no es moral ni inmoral: es simplemente pieza. Que una mujer africana pueda mutilar genitalmente a su propia niña no significa que ella sea un monstruo; sólo indica hasta qué punto grandes atrocidades se nos pueden convertir en evidencias cuando tienen el soporte de una convicción social.

Ocurre lo mismo con la monstruosidad anónima de eso que llaman mercado. Llamamos “economía de mercado” a una economía “de la manipulación y el engaño”. Al cambiarle el nombre ya no vemos más: porque ¿qué cosa más banal que un mercado?. Sin embargo, cuando Adam Smith escribió su famosa página sobre “la mano invisible” del mercado, se estaba refiriendo a una relación que se asienta sobre el conocimiento personal y el diálogo: el tendero me conoce, no me quiere perder como cliente y, precisamente por eso, puedo dejarle actuar egoístamente porque me sé incluido en ese egoísmo. Ese contacto personal, los rostros visibles, son la clave de la mal llamada “mano invisible” del mercado. En cambio, lo que hoy llamamos mercado se asienta sobre el desconocimiento de los actores y sobre la publicidad (la cual, si piensa en mí, sólo busca halagar mis instintos más bajos como modo de engañarme). Decisiones que me afectan no las toma una persona cercana a quien conozco, sino una entidad anónima, que no sé bien dónde está y se ampara en palabras abstractas: “dirección, consejos de administración”, etc.

De este modo, conductas canallescas e inmorales llegan a ser vividas como meros fenómenos naturales. No se cometen crueldades, sólo “se hacen inversiones”. Como Eichmann que sólo organizaba transportes.

Arendt explica: no es que Eichmann fuese un malvado, como necesitaban los judíos para poder descargar su odio (perverso también, pero ahora coloreado como justicia). Simplemente había renunciado a llegar a ser hombre, lo cual es una de las mayores tentaciones humanas. Por eso la reacción del Dios bíblico al pecado de Adán es la pregunta: “hombre ¿dónde estás?”.

El contenido de esa humanidad lo brinda una espléndida y mínima frase de Kant: “atrévete a pensar” (sapere aude). Pensar no designa actividades abstractas sino capacidad para reflexionar, afrontar y paladear (¡“sapere”!) las consecuencias de los propios actos, aunque sean obediencia y “cumplimiento del deber”, sin reducirlos sólo a sus dimensiones individuales, y sin abstraerlos de sus implicaciones globales y del contexto denunciado hace poco por el papa Francisco: “los que, en el anonimato, toman decisiones socio-económicas que abren el camino a dramas…”. Por algo el Vaticano II había prohibido “conformarse con una ética meramente individualista (GS 30).

¡Atrévete a pensar! Arendt no se cansa de repetir a lo largo de la película que ella “sólo busca comprender”. Así aprende que el mal es mayor de lo que parece, precisamente porque puede “banalizarse”. Otro ejemplo del hombre que ha cerrado sus ojos a esa interpelación lo encarna, para mí, el presidente del gobierno. Le oímos decir mil veces que está haciendo “lo que tiene que hacer” (como Eichmann); incluso asegura que gracias a eso estamos saliendo de la crisis. Pero, aunque eso fuese cierto, nunca se atrevió a pensar si el camino para esa salida tenía que ser un 25% de niños desnutridos, familias modestas abocadas a dormir en la calle cuando no pueden acogerlas los padres en sus casas, enfermos condenados a muerte por un retraso imperdonable en una intervención urgente y cientos de miles de seres humanos llevados no a una cámara de gas pero sí a una cámara de asfixia personal y social.

Rajoy no ha sido un malvado: estoy absolutamente seguro. Creerá incluso (como Eichmann) que ha cumplido su deber. Pero el pecado estructural se ha encargado de que ese supuesto “deber” no fuera más que una maldad banalizada. Claro que, atreverse a pensar así, podría suponer el fin de una carrera política. Y ante eso, mejor “lavarse las manos” como Pilatos, para quien lo importante era la propia carrera y que no padecieran las relaciones entre el imperio romano y un pueblo difícil. Que eso costara la vida a un inocente desarrapado era otra banalidad.


martes, 24 de septiembre de 2013

EL PAPA HABLA, PARTE DE LA IGLESIA CALLA Y ALGUNOS OTORGAN

Belén Carreño, en 'eldiario.es'

El Papa Francisco llama la atención. Y su entrevista, realizada por un periodista jesuita y publicada la semana pasada al unísono por cientos de medios en el mundo, ha sido la más polémica y comentada que se le ha hecho a un Pontífice. Sin embargo, hay una parte muy relevante del público objetivo al que se dirigía esa entrevista que no se ha dado por enterado. Y cuando lo ha hecho, ha sido para mostrar su decepción por el mensaje que trata de enviar el nuevo cabeza de la Iglesia, o para recelar de los nuevos aires que parecen llegar desde Roma.

La cara más pública de la Iglesia en España, que no tiene porque ser la más representativa, se ha mostrado algo decepcionada y ha optado, en mayor medida, por obviar la entrevista de Francisco. La reacción más singular, por representativa, la ha tenido uno de los opinadores de referencia de la Iglesia conservadora: Juan Manuel de Prada. El novelista, y columnista de ABC, arrancó de esta guisa su opinión del sábado 21 de septiembre: "Ignoro si en otro tiempo estuve loco; pero hoy, leyendo cierta entrevista, he sentido que he hecho el canelo durante todos estos años".

De Prada, normalmente acérrimo defensor con su viva pluma de las ideas más conservadoras y reaccionarias de la Iglesia, lamenta profundamente la declaración del Papa de que "no es de derechas". Y lo lamenta porque, en su opinión, "ningún demócrata es capaz de calificarse de derechas", y cree que el Papa básicamente se avergüenza de reconocerse de derechas. De Prada se escuece también de que el Pontífice considere como "obsesionados" a aquellos que defienden "la vida de los gestantes" y cree que en cierta forma se les pide callar y ser "complacientes". El escritor, cierra su amarga columna asegurando que "siguiendo el ejemplo del ilustre entrevistado, me dedicaré desde hoy a complacer y halagar al mundo, para evitar su condena".

El sollozo de De Prada -que ve su pasado defendiendo a la Iglesia como un "martirio"- pone paradójicamente al descubierto el endeble ataque en el que ha incurrido la parte de la Iglesia más oficial -sobre todo la de los medios ligados a la Conferencia Episcopal- que se ha manifestado alrededor de la entrevista. El ganador del premio Planeta es además de católico periodista, o al menos, muy próximo a la profesión, y los mensajes que más le han molestado del Pontífice son exactamente los mismos que han destacado los grandes medios al público. La preocupación por la "obesión" de parte de la Iglesia con la moral, expecialmente la referida al aborto, la homosexualidad o el divorcio, o su forma de renegar de una ideología política próxima a la derecha.

Precisamente, HazteOír.org, una plataforma que se considera católica y cuyo principal leitmotiv es la lucha contra el aborto, y algunos de sus miembros y cuentas más activas en Twitter, como @Elentir, o el líder de la plataforma @IgnacioArsuaga (todas con miles de seguidores y también con miles de tuits emitidos), solo se refirieron a la entrevista de Francisco para hablar de cómo habían manipulado los medios. " El País vuelve a manipular, atribuye al Papa una cita que no ha dicho", asegura en su blog Elentir en referencia a la supuesta "obsesión" de algunos sector con el aborto y los gays.

El Obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, en unas declaraciones a la Cope recogidas por la agencia católica AciPrensa también entró a hacer un comentario de texto de los medios, no de la entrevista. "Con todos mis respetos para El País y la Vanguardia, que lo han sacado en portada y han sacado esa frase en portada de una entrevista de 27 folios, yo creo que se han equivocado plenamente o han intentado deformar la realidad. Creo que no han entendido el contexto en el que estaba pronunciada”. “El Papa no hablaba de política”, dice el Obispo. En otro artículo de AciPrensa se explica a sus lectores lo que "sí dijo el Papa sobre el aborto y los gays", una información muy similar a la publicada por HazteOír.org.

Paradójicamente, el obispo, y los integrantes de HazteOír.org, no han visto en las palabras del Papa el mismo significado que sí ha encontrado De Prada y que le ha llevado a pensar que ha hecho "el canelo" en el pasado. Y esta fue el único comentario que les suscitó un hecho que muchos ven como histórico.

La repercusión pública, por tanto, que la entrevista ha tenido en los sectores oficiales de la Iglesia española es entre nula o mediocre. Otros dos obispos se han referido públicamente a las palabras de Francisco. Por una parte, Raúl Berzosa, el Obispo de Ciudad Rodrigo (hermano de Sor Verónica, la fundadora de la orden de las conocida como monjas de Lerma), en una entrevista también en la Cope que hizo un análisis bastante ponderado de la entrevista y sin tocar los temas "espinosos", reconoció que a cada uno el mensaje de Bergoglio le podía llegar de distinta manera.
Palabras a favor

El que se desmarcó totalmente de esta chocante discreción ha sido el Arzobispo de Valencia Carlos Osoro, que se ha sentido muy reflejado por las palabras del Papa. Osoro es, precisamente, uno de los que suena con más fuerza para alcanzar la jefatura de la Iglesia española, en un momento en el que su representante, Antonio Rouco Varela, ya ha presentado su posible relevo por su avanzada edad.

Por lo demás, silencio administrativo, tan solo roto por las publicaciones religiosas de tinte independiente, como Religión Digital o Vida Nueva (muy recomendable echar un ojo a su editorial) o 21 la Revista Cristiana de Hoy en la que numerosos teólogos y cristianos de base se manifestaban entusiasmados con la línea marcada por el Papa. Estas tres publicaciones se acercan mucho más a la visión que tienen las comunidades católicas que no se rodean, ni se dejan absorber, por los movimientos neoconservadores. Pero para la parte hasta ahora más mainstream u oficialista, prácticamente la entrevista nunca sucedió, hasta el punto de que la cuenta de twitter oficial de la Conferencia Episcopal Española (@info_CEE), no ha reflejado ni su existencia.
Silencio en misa

Una de las principales señales que dejó en esencia la poca, o pocas, ganas de que trascendiera el mensaje del Papa fue la escasa presencia de la entrevista en las homilías del domingo. Al presidente de la Conferencia Episcopal le tocó celebrar la misa que retransmitió La2 de TVE el pasado domingo. Pocas oportunidades tiene un sacerdote de que su palabra llegue a una audiencia como la de la televisión pública. Rouco obvió discretamente cualquier referencia a la entrevista hasta prácticamente las últimas veinte palabras de la homilía, en la que sacó a colación unas palabras referidas a la pobreza del Pontífice. Lo cierto es que las palabras del Papa, en el que se advertía de que la defensa a ultranza de la moral podía obscurecer el resto de la aplicación del Evangelio, afectan singularmente a España, donde muchas comunidades y movimientos religiosos han nacido, o se han fortalecido al albur de la defensa de cuestiones de moral (y no de fe).

En muchas parroquias se pasó de largo la posibilidad de interpretar la entrevista, y contrarrestar así el denostado enfoque de los medios de comunicación, y el domingo resbaló por las palabras de Bergoglio sin pena ni gloria. No fue así en todas las misas, sería imposible. Un sacerdote reconoce "celebré misa dos veces y en las dos tuve que hablar de la entrevista. ¡Cómo no iba a hacerlo, si es muy emocionante!".

Y es que, una gran parte de la Iglesia, la que es más silente, la que no arma revuelo, está más que satisfecha con la entrevista del otrora jesuita. Las comunidades de base están, literalmente, como locas, con el nuevo Papa.

domingo, 22 de septiembre de 2013

DE GREGORIO VII A FRANCISCO

José M. Castillo, en Religión Digital

Tengo la impresión de que somos muchos los católicos, y demasiados los ciudadanos, que no acabamos de caer en la cuenta de la extraordinaria importancia que entraña la larga entrevista que el papa Francisco ha hecho pública para darnos a conocer sus ideas y sus proyectos. Por supuesto, en lo que dice el papa , es de enorme interés lo que Francisco afirma sobre la moral sexual en la que machaconamente insiste tanto el clero, sobre sus ideas políticas, sobre la misericordia y la bondad que debemos poner en práctica todos los seres humanos, sobre la religiosidad y otras cuestiones que sería largo enumerar. Sin embargo, el asunto más importante, que, a mi modo de ver, trata el papa, sospecho que se le escapa a mucha gente. Y es que la teología, como ocurre con la biología o la medicina, no está al alcance de todo el mundo. Sin embargo, periodistas y tertulianos, que no se atreverían a pontificar sobre cuestiones técnicas de biología, dictan sentencia tranquilamente sobre asuntos teológicos que exigen muchos años de estudio y reflexión.

Pero vayamos al tema que interesa. Hace cerca de mil años, en 1073, fue elegido papa un monje que tomó el nombre de Gregorio VII. Corrían malos tiempos para la Iglesia. Como es sabido, era entonces cuando estaban en auge las investiduras. Los señores feudales nombraban a su antojo (o según sus conveniencias) a los obispos, abades, y toda clase de cargos eclesiásticos. La Iglesia estaba en manos de los laicos, en el peor sentido que pueda tener esta afirmación. Y fue entonces cuando Gregorio VII decidió cortar con semejante estado de cosas. Lo cual era necesario y urgente. Pero, para conseguir un fin bueno, no se le ocurrió otra solución que concentrar todo el poder de la Iglesia en el papa. El criterio determinante quedó formulado por el mejor conocedor de esta historia, Y. Congar: “Obedecer a Dios significa obedecer a la Iglesia, y esto, a su vez, significa obedecer al papa y viceversa”. Gregorio VII fijó sus convicciones en un documento famoso que consistía en 27 axiomas contundentes, que se resumen en tres criterios patéticos: 1) el papa es señor absoluto de la Iglesia; 2) el papa es señor supremo del mundo; 3) el papa se convierte en indudablemente santo (H. Küng).

Ahora bien, al atribuirse estos poderes, Gregorio VII acabó con una larga etapa de diez siglos en la historia de la Iglesia. Siglos en los que la Iglesia floreció, creció y forjó una cultura, que el monje Hincmaro de Reims supo sintetizar de forma admirable: “La Iglesia se expresa en plenitud en los concilios ecuménicos, al tiempo que regula su vida histórica por medio de los sínodos en los que se reúnen los obispos de una región determinada”. Lo cual quiere decir que el gobierno ordinario de la Iglesia no se gestionaba desde Roma, sino mediante los sínodos locales, que presidían los obispos de una región. Siempre tomando las decisiones democráticamente con la participación de todos los miembros de cada sínodo local. Los nombramientos de obispos, las leyes litúrgicas y canónicas, etc, se adoptaban en los sínodos. La Iglesia no tenía una estructura de gobierno “curial”, sino “sinodal”. Sólo así se conocían los problemas que había que resolver. Y se tomaban las decisiones adecuadas. Así, aquella Iglesia tuvo una vida creciente, durante mil años.

El actual obispo de Roma, el papa Francisco, nos acaba de anunciar a todos que la Iglesia vuelve a retomar el gobierno sinodal. ¿Será como el del primer milenio? No puede ser idéntico. Pero, por lo que el papa ha dicho, irá ciertamente por ese camino. Dice Francisco en su reciente entrevista: “Los dicasterios romanos están al servicio del papa y de los obispos: tienen que ayudar a las iglesias particulares y a las conferencias episcopales. Son instancias de ayuda. Pero, en algunos casos, cuando no son bien entendidos, corren peligro de convertirse en organismos de censura. Impresiona ver las denuncias de falta de ortodoxia que llegan a Roma. Pienso que quien debe estudiar los casos son las conferencias episcopales locales, a las que Roma puede servir de valiosa ayuda. La verdad es que los casos se tratan mejor sobre el terreno. Los dicasterios romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores”. Esta es la idea que Francico tiene sobre el papel que les corresponde a las Congregaciones de la Curia Vaticana. El papa las pone al servicio de las Conferencias Episcopales. Y no al revés.

Pero la cosa no se queda en esto. El redactor de la entrevista recuerda que el pasado día de San Pedro, el 29 de junio, el papa definió “la vía de la sinodalidad” como el camino que lleva a la Iglesia unida “a crecer en armonía con el servicio del primado”. En consecuencia, mi pregunta es ésta: “¿Cómo conciliar en armonía primado petrino y solidaridad? ¿Qué caminos son practicables, incluso con perspectiva ecuménica?” Esta pregunta es fuerte y, en cuanto empiece a ponerse en práctica el proyecto al que apunta, todo cambiará. Porque, en el fondo, lo que viene a decir es que nos sentaremos juntos todos los cristianos - sea cada cual de la confesión que sea - para intercambiar en serio nuestras propuestas, hasta que lleguemos al día dichoso de recuperar la unidad perdida.

Por eso, sin duda, el mismo Francisco siguió diciendo: “Debemos caminar juntos: la gente, los obispos y el papa. Hay que vivir la sinodalidad a varios niveles. Quizá es tiempo de cambiar la metodología del sínodo, porque la actual me parece estática. Eso podrá llegar a tener valor ecuménico, especialmente con nuestros hermanos ortodoxos. De ellos podemos aprender mucho sobre el sentido de la colegialidad episcopal y sobre la tradición de sinodalidad. El esfuerzo de reflexión común, observando cómo se gobernaba la Iglesia en los primeros siglos, antes de la ruptura entre Oriente y Occidente, acabará dando frutos”. Y el redactor añade estas palabras de Francisco, palabras que tienen que remover las bases de la teología: “Tenemos que caminar unidos en las diferencias: no existe otro camino para unirnos. El camino de Jesús es ése”.

Con una añadidura final, que les calla la boca a los que viven de la protesta contra todo cuanto viene de Roma: “Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del “machismo con faldas”.... Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar.... En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”.

Este papa es noticia mundial porque ha tomado en serio el Evangelio. Y más en serio aún, la centralidad de Jesús en la vida. Lo central no es la religión y sus ritos, ni los dogmas y sus ortodoxias. De nada de eso habla Francisco. Aquí no se escucha el sonsonete de la prédica clerical, moralizante, amenazante y con frecuencia excluyente. El futuro de la Iglesia está en recuperar su pasado. El pasado que nos lleva derechos al galileo Jesús de Nazaret. Si no echamos por ese camino, la Iglesia no va a ninguna parte. Si el Evangelio es el centro, lo decisivo no será la religión. El centro será la humanidad, todo cuanto nos humaniza. Por eso el papa es noticia mundial.

sábado, 21 de septiembre de 2013

¡YA ERA HORA DE QUE UN PAPA NO FUERA DE DERECHAS!

Enric Sopena, en  El Plural

La revolución de Francisco parece imparable, aunque puede ser arriesgadamente peligrosa, teniendo en cuenta a los sectores católicos más reaccionarios. Antes, mucho antes, hubo la revolución de Jesús de Nazaret, como puede fácilmente observarse leyendo los evangelios.

Sepulcros blanqueados
“No podéis servir a Dios y a las riquezas”, sostenía aquel que acabó siendo crucificado. Atacaba dialécticamente, y con dureza, a los poderosos de la época: “¡Hay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que os parecéis a sepulcros blanqueados, hermosos por fuera, mas por dentro llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicia!” Esos hipócritas han olvidado a los pobres y se han enriquecido gracias a los ricos.

Similar a Juan XXIII
Ahora, este nuevo Papa, sólo similar a Juan XXIII, está dispuesto desde luego a ajustar su conducta a la doctrina auténticamente cristiana. Que es la de Jesús de Nazaret, no la de los hipócritas o los fariseos, naturalmente. Francisco ha vuelto ayer a sorprender a todo el mundo. Nada más ni nada menos que el jesuita argentino ha declarado urbi et orbe: “Jamás he sido de derechas”.

En el tiempo y en las formas
La cúpula de la Iglesia, casi siempre y como los ciudadanos bien saben, ha sido de derechas. Muy de derechas. Muy farisaica. Esto se ha producido en todo el orbe cristiano conocido y sobre todo en España. La Iglesia española ha seguido el ejemplo de hasta qué punto está vinculada con la derecha. La desconfianza eclesiástica respecto a la izquierda proviene de lejos en el tiempo y en las formas.

Críticas a obispos y cardenales
Jesús de Nazaret tampoco fue nunca de derechas. Es más; fue la derecha política, la de las grandes fortunas y la religiosa la que decidió matarlo, y así lo hizo, porque les enojaba con sus reproches radicales y humanitarios. Avanza, pues, la revolución de Francisco. Sus críticas últimas han sido dirigidas a obispos y cardenales por haber hablado obsesivamente del aborto, de los anticonceptivos y del matrimonio homosexual.

Un cuatro latas
Y por no haber colocado a la mujer en donde se toman decisiones importantes. La revolución de Francisco va en serio y a gran velocidad, aunque el coche del Papa sea un cuatro latas. Millones de personas apoyarán esta revolución necesaria. Ya era hora de que un Papa no fuera de derechas. Más vale tarde que nunca.

jueves, 19 de septiembre de 2013

MODERACIÓN PAPAL

José Ignacio González Faus, en Blogs Religión Digital

La historia da a veces unas vueltas increíbles y me temo que dentro de poco vamos a ver a toda la izquierda eclesial gritando “totus tuus”, con el mismo fervor con que en tiempos de Wojtila lo gritaban otros sectores eclesiales. Incluso, a lo mejor, en lugar de “Juan Pablo II te quiere todo el mundo”, ahora se llenan las calles de progres que gritan algo así como “Francisco, Francisco, estás armando un cisco”… Por otro lado, las editoriales están todas convirtiendo al nuevo papa en su quimera del oro, donde va a buscar pingües beneficios, en estos tiempos de crisis y con IVAs del 21%...

Personalmente, y aun comprendiendo el respiro que Francisco puede haber significado para muchos miembros del pueblo de Dios, me sentiría más cómodo si las temperaturas papales se templan un poco. En primer lugar por aquello de que “hay amores que matan” y no creo que esos fervores le hagan bien al mismo papa. Y luego porque nunca está excluido del todo el título de aquella película: “más dura será la caída”.

Dejemos a Francisco ser hombre. No lo mitifiquemos demasiado porque entonces caeremos en la tentación de poner en primer lugar mi propia ilusión particular y creer que la Iglesia se habrá renovado si se cumple lo que yo deseo: el teólogo condenado que le reivindique el papa; el cura casado que se suprima el celibato; la monja impaciente que se le conceda el ministerio… Y más de dos de nosotros caer en la tentación de no saber perdonar, y disfrutar poniendo en la picota a cuantos nos maltrataron queriendo o sin querer. Mal camino.

Dejemos a Francisco ser humano. De momento hay algo muy de agradecer: sus primeros seis meses se parecen al título de la primera obra de Urs von Balthasar que se llamaba “Schleifung der Bastionen” (derribo de los bastiones) cuando Balthasar era un teólogo joven, mucho más abierto de lo que fue después. Francisco ha sabido derribar discretamente una serie de trincheras y muros de contención que le han ganado el cariño de un pueblo de Dios que se ahogaba en las paredes eclesiales. Pero le están ganando también la hostilidad de sectores eclesiásticos que, como Caifás, temen ahora que vengan los romanos “y se hagan con nuestro lugar y nuestra casa”, aunque de momento no parecen saber cómo reaccionar.

No lo va a tener fácil, y sería importante que nosotros no le compliquemos más las cosas con nuestra impaciencias radicales. Ahora que está vivo el aniversario del 11 S en Chile, puede ser bueno recordar que a Allende le complicaron las cosas tanto las derechas intolerantes como los radicalismos del MIR que creían llegada la hora de pedir la luna, o cada uno su luna.

No lo conozco personalmente. Pero no me da la sensación de que el hermano Francisco tenga una teología de primera línea. Sí que me parece que tiene una experiencia evangélica muy profunda, que hasta casi aventuraría uno que es fruto de alguna conversión o alguna gracia especial, dada la tranquila seguridad con que se mueve en ella.

Las cosas de palacio van despacio y las de la Iglesia –purtroppo magari- suelen ir más despacio. A Francisco no pueden quedarle demasiados años para la inmensa tarea que tiene por delante. Si de momento la Iglesia se orientara a ser de veras iglesia ”de los pobres” de un modo decisivo y sin retorno y si, además, el buen estratega que parece ser Francisco consiguiera una profunda y radical reforma de la Curia romana, ya habría para entonar varios Tedeums.

Y lo que creo que todos deberíamos intentar es colaborar al máximo en esta dirección sin querer marcar cada uno la agenda papal. Muchos deseos personales habrán de esperar. Pero recordemos que es propio de casi todos los Moisés, atisbar la tierra prometida sin llegar a entrar en ella…

Recordemos el sabio refrán: el bien no hace ruido y el ruido no hace bien. Temo sinceramente que Francisco esté haciendo (o mejor: le estemos haciendo hacer) demasiado ruido.

lunes, 16 de septiembre de 2013

'FRANCISCO RECUERDA A JUAN XXIII'. Entrevista a Gustavo Gutiérrez

Adital

“Hablar de la importancia del pobre, de la solidaridad con los pobres… viene del Evangelio. La Teología de la liberación, apenas lo recordó, no lo creó: ¡está en el Evangelio! Y el papa es muy evangélico”.
La afirmación anterior es de uno de los fundadores de la teología de la liberación, el padre Gustavo Gutiérrez, dominico, que participo en el Festivaletteratura, en Mantua, Italia, con su “viejo amigo”, el arzobispo Gerhard Ludwig Müller, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El reportaje es de Angelo Sarto, publicado en el sitio Vatican Insider, 07-09-2013.

Aquí la entrevista


Padre Gutiérrez, la excelente acogida manifestada por L’Osservatore Romano a su libro Dalla parte dei poveri (Edizioni Messaggero- Editrice Misionaria Italia), escrito juntamente con Don Müller, marca un giro radical en la relaciones entre el Vaticano y la teología de la liberación. ¿Qué piensa Ud. al respecto?

Este libro fue publicado en alemán y en español hace nueve años. Estoy muy contento con esa acogida positiva. Esto muestra que la teología de la liberación es una contribución entre las otras teologías. Don Müller habla de esto claramente. Estoy muy feliz con esa aprobación de mi viejo amigo Müller.

¿Qué relación existe, por lo que Ud. sabe, entre Bergoglio y la Teología de la Liberación? Hay quien diga que él la condenó en el pasado

Que yo sepa, el nunca la condenó, eso me dijeron algunos de mis amigos que le son muy próximos. Vea yo no estoy tan interesado en la teología de la liberación, mas si en el Evangelio. La Teología de la Liberación es una teología, pensada para recordar algo importante del Evangelio: la presencia de los pobres en el mundo, la opción preferencial por los pobres por parte de la Iglesia. ¿Hubo contactos entre Bergoglio y la teología de liberación? Tal vez, ¿por qué no? Yo prefiero ver las cosas así y no situar al papa en una teología, sino sólo en Evangelio.

Algunos observadores piensan que Bergoglio está llevando adelante algunas propuestas de la Teología de la Liberación en el plano de su compromiso como pastor…

Yo pienso, que tal vez, él esté llevando adelante el Evangelio, no exactamente una teología, al máximo, una teología próxima a la Teología de la Liberación. Hablar de la importancia del pobre, del compromiso, de la solidaridad con los pobres… Eso viene del Evangelio. La teología de la liberación apenas recordó esto, no lo creó: ¡Está en el Evangelio! Y el papa es muy evangélico, su modo de actuar lo manifiesta.

Leonardo Boff espera que el Papa Francisco, dará, en el futuro, señales para rehabilitar a Teología de la Liberación, tanta veces criticada por el Vaticano. ¿Ud. cree que esto vaya a suceder?

(Risas)Hacer previsiones es siempre difícil. Pero parece que eso puede suceder, aunque yo no pueda decir cómo, porque no puedo responder sobre lo que el papa va hacer. Pero este momento es muy rico, interesante y ¡evangélicamente nuevo! Espero que este clima continúe. No tanto por la teología de liberación, mas bien, para ir a la raíz del Evangelio. Yo no conozco a Bergoglio personalmente, solo a través de amigos que le son muy próximos. Yo escuché hablar de él hace mucho tiempo como jesuita en la Argentina, como obispo, arzobispo y cardenal en Buenos Aires. Estoy muy feliz por esto meses transcurridos desde la elección a papa. El fomentó mucho la fe mostrando un estilo muy evangélico en la vida de la Iglesia.

¿Cuál es urgencia que Francisco debe enfrentar principalmente en la Iglesia de hoy?

No es fácil de decirlo. Cuando se ve la Iglesia desde la perspectiva de papa, se tiene otro panorama. Pero lo que él hizo hasta hoy fue hablar del Evangelio en la periferia. Esta es una metáfora muy interesante. Esta es la misión de la Iglesia: Anunciar el reino de Dios a todos, con un énfasis especial en la periferia del mundo. ¡Esto es lo que encuentro tan evangélico en Francisco! Las dos cosas que él comenzó a realizar, o sea la reforma de la Curia y la reforma económica del IOR, son de lo las más acertadas.

Pero sobre todo, es interesante una presencia renovada de la fe en el mundo de hoy. El tiene un análisis de la realidad que parece muy interesante. Es muy original y creativo en los gestos. ¡Yo no puedo decir que él tiene que hacer esto o lo aquello! No es mi tarea. Pero estoy muy contento de ver esa presencia y ese “aire fresco” en la Iglesia que Francisco está trayendo.

Muchas personas volverán a la Iglesia gracias a Francisco. ¿Por qué?

El ha tocado teclas que no eran tocadas hace mucho tiempo: la evangelización y el anuncia del reino son para todos. Esto significa ir al encuentro de los puntos importantes, por ejemplo, la justicia. Francisco esta enfatizando mucho esta novedad, con carisma verdaderamente extraordinario. El me recuerda al Papa Juan XXIII.

[Traducción para Adital: ricardozunigagarcia@gmail.com].

domingo, 15 de septiembre de 2013

'EL PUÑO Y EL VERBO': LEGADO DE LOS JESUITAS

El libro surge como un homenaje al legado de los sacerdotes jesuitas y al mismo tiempo, como una continuidad de su trabajo pastoral y social

Miriam García, en Contracultura

San Salvador - En medio de una emotiva serie de ponencias, la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) presentó este jueves el libro «El puño y el verbo», que cuenta con diferentes autores salvadoreños y mexicanos, y tiene como hilo conductor el trabajo pastoral y social que realizaron los sacerdotes jesuitas asesinados en 1989.

El libro se elabora como un homenaje a Jon Sobrino, de acuerdo a su compilador, Víctor Flores, y se elabora en el marco de la cátedra Ignacio Ellacuría, que se imparte en tres universidades iberoamericanas jesuitas, una en Puebla y otra en México D. F.; y la tercera en la UCA.

«Este libro es resultado de un homenaje a Jon Sobrino. El ha sido uno de los principales miembros de los jesuitas. Se trataba de hacer un homenaje al teólogo más importante de nuestro país, es un homenaje a Jon que ha hecho la cátedra ‘Ignacio Ellacuría’», dice Víctor Flores, compilador de los ocho textos de los autores participantes.

En la presentación estuvieron presentes, además del compilador, el encargado de la cátedra en El Salvador, Roberto Valdés, el rector de la UCA, Andreu Oliva, y el sacerdote Jon Sobrino. No pocos estudiantes, tanto de la UCA como de otras universidades o instituciones, se hicieron presentes a la actividad.



«Los jesuitas nos invitan a vivir con una mentalidad más crítica a esta situación que estamos viviendo actualmente en nuestro país, como hizo Ellacuría y Monseñor Romero en su época. Nos heredaron esto, que nos motivaría a poder continuar en la lucha contra las injusticias», comentó el joven Gustavo Fuentes, estudiante de derecho.

Entre las palabras de los ponentes, se comentó mucho acerca del importante legado que representó el trabajo de los jesuitas en El Salvador, como «sembradores de compasión» y de la búsqueda de una vida mejor para los salvadoreños y las salvadoreñas, también se comentó sobre la importancia de los escritos de Ignacio Ellacuría hasta el punto que la Unesco ha pensado incorporarlos a la lista de importantes patrimonios de la humanidad.

A propósito del libro, Jon Sobrino comenta: «El libro está muy bien, se publican muchos libros, unos dicen poco, otros alienan; pero este libro es una cosa que dice verdades importantes sobre, bueno, en este caso, sobre los temas que contiene, como Ignacio Ellacuría. Por eso me alegro».

El libro está disponible en la librería de la UCA y tiene un costo de 10 dólares e incluye ensayos y aportes de Héctor Samour, Benjamín Cañas, Jon Sobrino, Óscar Arturo Castro Soto, Edgar Cortez Morales, Rubén Aguilar Valenzuela y Víctor Flores.

viernes, 13 de septiembre de 2013

CAMINOS DE LIBERACIÓN, CON BUDA Y JESÚS

Compasión individual y transformación social
XXXIII Congreso de la Asoc. de Teólogos y Teólogas Juan XXIII


Juan Masiá

Compasión individual y transformación social es el tema central de mi exposición que, formulado de un modo más largo y menos atractivo para el programa de un congreso, es el siguiente: De la compasión puntual y la conversión personal a la liberación social y transformación estructural.

Estas reflexiones que comparto hoy con ustedes en el XXXIII Congreso de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, tienen como telón de fondo encuentros interculturales, en Japón, en el marco de la Conferencia Mundial de Religiones para la paz, en cuyo Instituto Interreligioso se investiga y promociona la implicación de las religiones en los problemas sociales de paz, justicia y derechos humanos.

-Como prólogo, comenzaré recordando brevemente dos parábolas muy conocidas, del Buda y de Jesús, que muestran la reacción compasiva y liberadora de sus respectivas espiritualidades ante el encuentro con víctimas de la injusticia.

En primer lugar, la parábola budista: A la orilla del camino se desangra un herido. Unos caminantes se detienen a socorrerle, pero él les dice: "No hagan nada para curarme. Busquen a los malhechores, quiénes son y por qué dispararon la flecha". "No, le dicen, lo urgente es curarte." El Buda, que ha contado esta parábola, predica así: lo primero, compasión y ayuda. Y después, para prevenir otras víctimas, recomienda reconocer las causas en el corazón de cada persona: "Desarraiguemos, dice, los tres venenos que causan víctimas: la codicia, el odio y el engaño (en sánskrito: lobha, dosa, moha).

A continuación, recordemos la parábola evangélica: A la orilla del camino, un hombre medio muerto; asaltado, apaleado y robado. Pasa un sacerdote y un levita, funcionarios del templo, aunque ven a la víctima, hacen como que no ven y pasan de largo. Pasa luego un extranjero; es samaritano, por lo que se supone su enemistad con los judíos que lo discriminarían. Se detiene, se compadece de la víctima, le cura las heridas con aceite y vinagre, le monta en su cabalgadura para llevarke a que le atiendan en la posada y paga la cuenta.. Dice el evangelista Lucas que Jesús cuenta esta parábola para tapar la boca al que preguntó: "¿Quién es mi prójimo?". Responde Jesús: Hazte prójimo (Lc 10, 25-37). Compadécete y ayuda. Y no causes tú víctimas, trata al prójimo como querrías que te tratasen a tí.

Hasta aquí las dos parábolas y enseñanzas del Buda y de Jesús que quisiera colocar en el frontispicio de estas reflexiones sobre compasión y liberación.


La compasión y liberación , hoy

Hoy, a cinco mil años del Buda y dos mil años de Jesús, la enseñanza de ambas parábolas sobre la liberación de las víctimas y la conversión para no causar más víctimas, sigue siendo válida. Pero hoy se acentúa, agranda y agrava, a escala mundial, la tarea ardua a la vez que necesaria y urgente, de compadecer eficazmente a las víctimas y confrontar la reforma de los agentes victimizadores para. Pero la sociedad de hoy es incalculablemente más compleja que la de los días del Buda o de Jesús. Hoy es más apremiante, a la vez que más difícil, conjugar la compasión puntual y la conversión personal con la liberación y transformación estructurales, porque hoy se plantea a escala globalizada el problema de la liberación de las víctimas de los sistemas y la transformación de los sistemas que causan víctimas. Hoy necesitamos crear estructuras de solidaridad para liberar víctimas y también tenemos que denunciar, criticar y desarraigar la injusticia dentro de los sistemas y los sistemas injustos. Cuanto más conscientes somos de esta necesidad actual de liberación, más abrumados nos sentimos por la dificultad de llevar a cabo la exigida transformación estructural de las sociedades.


¿Cómo contaría Jesús la parábola hoy?


En dicho contexto de urgencia y dificultad, nos planteamos la pregunta: ¿Cómo contaría Jesús aquella parábola del buen samaritano para el mundo de hoy? Es una forma de preguntar qué encargo de compasión y liberación nos daría Jesús hoy.

Esta cuestión que he dicho del planteamiento sobre víctimas y victimizadores en la dimensión estructural, no solo personal, ya empieza a aparecer en la citada parábola, si se la relee a la luz de la vida entera de Jesús. Jesús predica la bienaventuranza de la misericordia, que tiene dos caras: construir la paz y ser perseguido por causa de la justicia (tal como entiende Jesús la justicia, es decir, la justicia del Dios de Jesús, que opta preferentemente por ponerse de parte de las víctimas injusticiadas). Jesús no solo se compadece de las víctimas, sino denuncia a los sistemas victimadores.

En la parábola del buen samaritano, leída en el contexto de la vida entera de Jesús, un punto importante sobre la liberación de las víctimas y la confrontación con las causas victimizadoras, es la entrada en escena de esos dos personajes, que son el sacerdote y el funcionario del templo. Los dos pasan de largo, ignorando a la víctima. Estos dos personajes son representativos del templo, del sistema del templo. Sabemos que el templo es imagen del "Sistema" opresor. El templo de Jerusalén no era solo un centro religioso. Era el centro de un poder religioso casado con el poder económico y con el poder político del gobierno local y del poder colonizador romano. Centro también económico y financiero, como sugiere la imagen de los banqueros asentados en el templo para el cambio de moneda. Ya sabemos que contra esos arremetió Jesús unos días antes de que lo apresaran. Y no fue un simple "escrache", sino tirándoles el pupitre látigo en mano y llamando cueva de ladrones al templo y sede del pontífice. (Imagínense, qué pasaría si se presenta hoy Jesús a dar un puñetazo en alguna mesa de reunión donde confraternizan jerarquías eclesiásticas con banqueros, empresarios y políticos de ultraderecha...).

Pero, bromas aparte, quería fijarme en este punto: los representantes del sistema pasan de largo; tiene que ver con un tema principal de una teología liberadora, hoy. Es urgente hoy, como veíamos, la liberación de las víctimas de los "Sistemas" y la confrontación con los "Sistemas victimadores". ¿Cómo contaría Jesús, hoy, aquella parábola para encargarnos que nos hagamos prójimos, que nos hagamos cargo de las víctimas, como diría Ellacuría, y evitemos que "se sigan cargando" a más víctimas? ¿Habría que añadirle algo a la parábola? Por supuesto, los detalles de vida cotidiana serían distintos. El sendero hacia Jericó, una autopista. El samaritano iría en coche, y llamaría por el móvil una ambulancia. Pero no me refiero a estos detalles cotidianos, sino a la situación en la actualidad de las víctimas de injusticias y la condición de los sistemas victimizadores, por la complejidad de la sociedad actual.

Ya en tiempo de Jesús, se daba el problema de la liberación de las víctimas del sistema y la confrontación con el sistema causante de víctimas, como se ve en la condena a muerte de Jesús, víctima de esa confrontación. Jesús hizo primero la opción por ir a Galilea a ponerse de parte del pueblo injusticiado, a dar a las víctimas la buena noticia de que Dios está de su parte y quiere su liberación, y Jesús hizo después la opción de subir a Jerusalén y confrontar la institución del Templo, denunciar, criticar y llamar a la conversión al sistema victimizador. Y le costó morir ejecutado, víctima también él del sistema. Así que ya en tiempo de Jesús se plantea esta urgencia: no sólo compasión puntual y conversión personal, sino liberación de víctimas del sistema y transformación del sistema victimizador. Pero hoy la dimensión estructural, tanto para ayudar a víctimas como para desarraigar causas victimizadoras, obligaría a contar otra parábola, no de una sola víctima de unos pocos agresores, sino de innumerables víctimas de muchísimas estructuras o sistemas agresores.


La sociedad globalizada y anestesiada agrava el problema


En esta sociedad, que ya nos hemos acostumbrado a llamar como algo obvio la sociedad globalizada, se produce una globalización de las víctimas y de las causas victimizadoras, lo que obliga a plantear la liberación al nivel de las estructuras, las instituciones, los sistemas, las redes organizativas de la sociedad, que hay que asegurar que sean justas, en vez ser vehículo de injusticias estructurales, institucionales, sistemáticas. Y eso no se lleva a cabo solo con la compasión puntual y la conversión personal; aunque sea una compasión activa y eficaz, aunque sea un cambio interior sincero de cada persona. Esa compasión y cambio son necesarios; la liberación no se logra sin ellos. Pero tampoco se alcanza solamente con ellos.

Conjugar la compasión y conversión personales con la liberación y transformación estructurales es un desafío para una teología liberadora hoy, por la globalización de las víctimas y los victimizadores. Además, vivimos en una sociedad anestesiada, en la que hay una globalización de la indiferencia y del miedo, que frenan la liberación. Subrayemos estos cuatro rasgos actuales: globalización de las víctimas, de los victimadores, de la indiferencia y del miedo.


Dar ejemplos sería largo y faltaría tiempo. Baste un mínima muestra.


1) Primero, las víctimas. Hay una acumulación de injusticias y un aumento notable de víctimas injusticiadas. Las víctimas empobrecidas, oprimidas, explotadas, injusticiadas, hoy; víctimas de sistemas, estructuras, instituciones victimadoras, no cientos, ni miles, sino millones. Decir media humanidad es quedarse corto. Que el 20 por ciento más rico de la humanidad acapara el 80 por ciento de recursos del planeta es algo que a fuerza de oirlo repetir no nos impacta, pero el dato es más que impactante, es demoledor. Aquí habría que repetir los datos impresionantes que escuchamos en la ponencia de Juan Torres sobre la situación económica mundial y la necesidad de propuestas de alternativas. Para esta liberación no basta, aunque sean necesarias, la compasión puntual y la conversión personal. Hace falta mucha solidaridad compasiva, pero no basta, si no creamos estructuras de solidaridad y no desarraigamos las injusticias estructurales.

2) Segundo, los agentes victimizadores. El conjunto de agentes victimadores es muy complejo. Las víctimas de la estafa de las preferentes no eran solo víctimas de la persona que les hizo la póliza en la ventanilla, la cadena de victimadores nos lleva desde el director de la sucursal a la central, y de esta a la cúpula de la entidad bancaria, a toda la red de manipulación financiera, hacienda, y hasta a Wall Street, pasando por Bruselas...

Cuando los nómadas de Mongolia, arruinados y destruido su género de vida, no pueden llevar el ganado a los pastos, porque los terrenos han sido comprados y convertidos en propiedad privada, ¿quién es el agente victimizador? No es un rico terrateniente. Una multinacional compró terrenos, donde montarán instalaciones para extraer uranio. El gobierno mongol negocia con el japonés, interesado en comprar ese uranio para sus centrales nucleares, le promete a Mongolia montarle centrales nucleares a cambio de que Mongolia deje a Japón enterrar en el desierto del Gobi los desechos reactivos: es decir, tirar la basura del rico en el patio del pobre. Mientras tanto en Japón el gobierno hace oidos sorodos a las protestas cívicas contra las centrales nucleares tras la catástrofe de Fukushima. Dice el gobierno que son necesarias para tener energía eléctrica. Pero en los dos años siguientes al terremoto, con récord de calor en el verano y 54 centrales nucleares sin funcionar, no faltó electricidad. No era solo para electricidad. El uranio "reciclado" lo vende a Francia y USA para usos bélicos. Resulta que el proyecto de las minas de uranio en Mongolia y la oferta de nucleares a Mongolia a cambio de tirar allí la basura nuclear japonesa era parte de un proyecto común entre Japón, Francia y USA, llevado en secreto. Lo descubrió el periódico Mainichi y se apresuraron los ministros de economía de los repectivos países a decir que solo era un proyecto no aprobado y se silenció el tema en los medios. Al cabo de un año se sabe que el plan sigue adelante. ¿Quién es el agente victimizador? Desde luego, no es uno solo, es toda una red de intereses político-finacieros. No se arregla la injusticia con solo compadecer al nómada mongol víctima, ni siquiera indemnizándole para rescatar su economía familiar. Esta víctima es víctima de muchos agresores, de agresores en parte anónimos, los agentes victimizadores son sistemas, instituciones y estructuras victimadoras, que hay que analizar, denunciar, criticar, proponer alternativas para cambiarlas. Y a la hora de proponer alternativas, hay que crear también no solo estructuras de ayuda, recursos estructurales de ayuda, sino llevar a cabo cambios estructurales, cambios de sistema. Esto lo tendrían que hacer unas políticas con criterio ético y no víctimas de la dictadora de la economía, las finanzas y los mercados. Unas políticas ciudadanas a escala mundial para la globalización de la justicia.

Es lo que han hecho los ponentes que me han precedido y es para mí el resumen de las propuestas que les he escuchado estos tres días desde sus competencias concretas. Eso es lo que llenaría de contenido a este resumen tan general y tan abstracto que estoy haciendo. En realidad, no estoy más que recogiendo formulando en términos generales lo que en las diversas ponencias se ha planteado tan concretamente.

Otro ejemplo: ¿Quién es el agente victimizador de estas niñas tailandesas de doce años que ofrecen al turista servicios sexuales en Bangkok? El victimizador no es solo este cliente que la disfruta. Desde la mafia que las explota, pasando por la administración pública que hace la vista gorda y la economía del país que también se lucra, hasta las organizaciones japonesas de giras de turismo sexual por el sudeste asiático, la red de victimizadores implicados es compleja.Y ¿qué decir de que en Indonesia 60.000 de las setenta mil dedicadas a estos servicios sean menores de veinte años o de las doscientas mil mujeres del sureste asiático trabajando en Tokyo para alivio del ejecutivo nipón? ¿O de las trescientas chicas por mes que la red traficante compra en Bangladesh para satisfacer las necesidades de Pakistán?¿O de que el 30 por ciento de mujeres en prostitución en Cambodia sean menores de edad y alcance la cifra del millón la prostitución infantil en Taiwan, Filipinas y Tailandia?. Pero sin necesidad de que nos hablen de Thailandia podrían ustedes, aquí en Madrid, darse una vuelta por el polígono Marconi y preguntarse de qué nacionalidades o de qué regiones vienen las cerca de mil mujeres que en cualquier día de trabajo incluso a media mañana ofrecen sus servicios de prostitución por precio módico, qué redes mafiosas hay implicadas, qué hace, mejor dicho, qué no hace la administración pública, etc. Y se encontrarán con que la lista de agentes victimizadores es muy larga.

3) Globalización de la indiferencia en la sociedad anestesias. Las estadísticas de las víctimas, a fuerza de repetirse acaban por resbalarnos. Nos dicen que de los más de 42 millones de víctimas del SIDA la mitad son mujeres, que mueren de hambre más de 800 millones de personas o que hay 200 millones de niños y niñas con desnutrición y parece que de haberlo oido tanto nos hemos insensibilizado y no reaccionamos. O reaccionamos como aquel niño de cuatro años que oye la conversación de su madre con una amiga. ¿Sabes que ayer se murió Paquita? ¿Cómo, qué me dices, que ha muerto Paquita? Y el niño se vuelve y pregunta: Mamá, ¿Quién la mató? (No es chiste. Lo cuento porque me lo contó la madre de ese niño. Y me contó que otro día, viendo el telediario, dieron la noticia de un atentado en Afganistán y el pequeño dijo espontáneamente: Mira, mamá, Pun, otro coche bomba, ...) Insensibilizados ante la globalización de la violencia, caemos en la globalización de la indiferencia.

4) Globalización del miedo, utilizado por los poderes políticos como pretexto y arma de control social, y por los poderes económicos como recursos mercantil. El miedo al terrorismo ha servido de pretexto para multiplicar en las ordenanzas municipales formas de control social que violan derechos humanos. El miedo a quedarse en el paro obliga a aceptar condiciones de trabajo injustas o contratos basura. El miedo a la situación bélica lleva a huir de su país a millones de refugiados. Y un larguísimo etcétera.


Movimientos de liberación y teología de la liberación


Ante esta realidad de la victimización, quienes no pasan de largo, personas y comunidades con sensibilidad humana para dolerse, no solo se compadecen y se indignan, sino unen sus esfuerzos en los movimientos de liberación. Los movimientos de liberación surgen así de la sensibilidad humana para compadecer y de responder a la necesidad de liberación. Surgen de la ciudadanía que vive la experiencia de la compasión y la liberación. No son monopolio de la religión cristiana o la budista; ni siquiera de la teología de la liberación, sino anteriores a ella. Ahora bien, cuando personas y comunidades animadas por una fe religiosa se incorporan a estos movimientos de liberación humana y participan en la experiencia de la liberación, su fe refuerza ese compromiso. Así surgen en el seno del cristinismo las teologías de la liberación y en el seno del budismo los "budismos comprometidos" (engaged buddhism). A creyentes en el Dios de Jesús nos mueve la fe en el Dios de las víctimas y la experiencia humana de la urgencia de su liberación. Y cuando nos ponemos a pensar la fe, a hacer teología (hacer teología es pensar la fe desde la vida y para la vida), cuando nos ponemos a pensar la fe desde la experiencia humana de participar en el compromiso por la liberación, entonces surge una teología liberadora. Los dos motores de esta teología son: 1) dejarse liberar por el Evangelio de Jesús, y 2) aprender del pueblo que se esfuerza por su liberación. No es una moda teológica, sino un grito desde el Evangelio por la liberación humana. La fuente de esta teología son siempre estos dos manantiales: el Evangelio y la praxis de liberación. Desde esas dos experiencias hablaba Monseñor Romero cuando fue ejecutado, como Jesús, dando testimonio martirialmente de la fe y de la liberación.


¿Cómo implicarse en esta liberación las comunidades cristianas?

Con oídos y ojos, con boca y pies, oídos de fe y ojos de sociología, oidos de fe para escuchar el Evangelio y ojos de sociología para ver la realidad de la victimización y la injusticia... Y con boca, para denunciar y pies para movilizarse. No podrán dejar de indignarse y de involucrarse en la liberación. Pondrán en práctica el método propuesto por el Concilio Vaticano II (GS n 41): evangelio y experiencia humana, espiritualidad y análisis social para discernir la realidad victimizada, dolerse con ella y luchar por los cambios estructurales necesarios para su liberación. Así se aplicó en Medellín, en 1968, el mensaje conciliar sobre la iglesia ante los signos de los tiempos en el mundo de hoy, y así está interpelándonos, medio siglo después, el hermano Francisco.

Pero... hagamos una pausa, para que no ver fácilmente de color de rosa la relación de la liberación con las religiones.

En el cristianismo y en el budismo institucionales, surgen teologías de la liberación o ideologías de dominación. Hay budismos comprometidos y budismos de evasión. Hay cristianismos comprometidos y cristianismos de evasión. Desde la teología tenemos que discernirlos. Dentro de la misma iglesia, una parte de iglesia casada con el poder fáctico de la sociedad, prefiere, si no una telogía de la dominación, al menos una teología solamente de compasión o reconciliación, incluso de solidaridad; pero que no sea conflictiva por comprometerse con la transformación estructural, que no confronte el sistema injusto ni denuncie las injusticias del sistema.

Esto no nos tenía que extrañar, porque ya lo había predicho el mismo Jesús. No será el discípulo más que el maestro. Si a mí me persiguieron, a vosotros os perseguirán (Jn 15, 20) El que os persiga, creerá dar culto a Dios. (Jn 16, 2). Jesús chocó frontalmente con la cúpula dirigente de su religión y le tuvieron por blasfemo. Cuando un grupo religioso, inspirado por su espiritualidad y movido por el clamor de las víctimas, se implica en la praxis de liberación, desde una parte de la misma religión se le frena, por describir suavemente que se le acosa. Igual que hicieron con el maestro cuando se enfrentó a la institución del templo. Dentro de la misma iglesia católica, coexisten contradictoriamente las sensibilidades liberadoras y las ideologías legitimadoras de la dominación.

Aunque la espiritualidad que inspira una religión sea liberadora (tanto budista como cristiana), en la religión establecida como grupo social con poder (un poder que no debería tener, pero que, queriéndolo o no, de hecho tiene), en esa religión, surge (unas veces, en la cúpula jerárquica, otras veces, en grupos diversos) una parte que se compromete y una parte que se casa con los poderes fácticos y, traicionando su propia fe, se opone a los movimientos liberadores. Dice A. Pieris, uno de los principales teólogos de la liberación asiáticos: "La religión tiene una dimensión esclavizante y otra liberadora. Después de todo, ¿no ha producido la misma religión cristiana una teología de la dominación y una teología de la liberación?"

Dos casos concretos, uno de Tokyo y otro de Madrid. En Madrid, en febrero del año pasado la Delegación Diocesana de Pastoral del Trabajo publica un comunicado de la HOAC y la JOC sobre la reforma laboral. Al día siguiente una nota de la vicaría general de la archidiócesis la desautoriza. En Tokyo, en 2009, la comisión social de los obispos a una con la Comisión de Justicia y Paz, publica una declaración interpelando al gobierno y denunciando las causas de la crisis económica. Al día siguiente, grupos católicos tradicionalistas critican la declaración y rechazan la denuncia profética de la iglesia. Parecen casos opuestos, porque en el primero la denuncia profética surgió del laicado comprometido y la oposición vino de la cúpula eclesiástica, y en el segundo, la denuncia la hace el episcopado a una con el laicado concientizado y el rechazo viene de la minoría tradicionalista. Pero en ambos casos el hecho es que dentro de la misma iglesia surge una teología de la liberación y una ideología de la dominación, una iglesia que cumple su misión profética en la sociedad y otra iglesia que se casa con los poderes. ¿A cuál de las dos le dará Jesús la razón? A la que siga su encargo en Mc 10, 42-43: Los grandes jefes abusan de su autoridad. No ha de ser así entre vosotros...


Budistas y cristianos redescubren juntos su propia espiritualidad liberadora

Esta coexistencia, dentro de una misma religión, de sensibilidades en favor y en contra de la denuncia profética muestra la ambivalencia de las religiones, pero también obliga a hacer autocrítica para no caer en sentenciar: "el malo es el equipo contrario". Por eso quería evitar el dilema entre compasión y liberación o entre reforma interior y cambio estructural.

De hecho, en encuentros de cooperación cristiano-budista con personas de talante religioso y cultural muy diverso, pero que coincidían en estar socialmente muy comprometidas, he compartido la experiencia de la mutua transformación y el redescubrimiento de lo originario de sus respectivas tradiciones. En esos encuentros he pensado sobre este tema: la compasión sin liberación es alma sin cuerpo, insuficiente. La liberación sin compasión es contradictoria, cuerpo inanimado. Estoy hablando, como ven, en tono personal, no como en una ponencia académica sobre budismo y cristianismo, sino desde la experiencia de esos encuentros en que ambas partes se reconocen en la diferencia y se influyen mutuamente. Permítanme que les describa, citando desde mi cuaderno de notas de esos encuentros, un esbozo de estas conversaciones, lo hago citando desde mi cuaderno de notas en forma de diálogo entre el Sr. Suzuki (budista laico) y un servidor (J.M.):

Pregunta J. M.: Reconozco que vuestra dedicación y ayuda a los sin techo en este barrio es admirable, pero, ¿por qué no queréis sumaros a nuestras protestas ante el ayuntamiento y la comisaría ?

Responde Suzuki: Denunciar no es lo nuestro. Yo sí me sumaría, pero la cúpula de nuestro religión no lo hará, para no pronunciarse en favor de una parte, en vez de acoger con compasión universal. A veces me parecéis parciales cuando hablaís de la opción preferencial por las víctimas.

J. M. : Perdona que te diga, con la misma franqueza, que esa opción no excluye a nadie y brota de la fe en la misericordia de Dios que creo coincide con la del Buda.

S.: Dicho así, te comprendo, por eso estamos aquí en el barrio. Pero en lo de luchar contra los opresores noto algo violento, agresivo. Entonces, ¿cómo explicas lo que dice vuestro Jesús sobre amar a los enemigos. También el Buda lo diría, aunque admito que a nosotros como a vosotros nos cuesta practicarlo.

J.M.: Ninguno estamos libres de pecado. Me preguntan en Japón por las violencias cometidas por el cristianismo en nombre de la fe, y bajo la cabeza. Vosotros tenéis tradición de no violencia...

S.: Y también una historia que lo contradice. Dice así el Buda en el Dammapada, "El odio jamás se calma con el odio en este mundo. Solamente se vence al odio con la no violencia."i (I, 5). Esa es la tradición del Buda, pero ¿la practicamos?

J. M.: También nosotros traicionamos la tradición de Jesús.

S.: Te contaré un episodio, para que no te desanimes. El rey Dutta-Gamani va a la batalla contra un reino indio, enarbolando un estandarte con las reliquias de Buda y rodeado de monjes. Al prever el alcance de la matanza, le entra remordimiento al rey; pero los monjes lo tranquilizan. Los enemigos no son creyentes, dicen, se les puede considerar animales. Ya ves, ste parece ser lo que tú llamarías ideología legitimadora de la masacre.

J. M.: Ya veo, budistas que van a la guerra en nombre de Buda. Como los kamikaze japoneses se suicidaban por el emperador y en nombre del sintoismo. Y en mí país se peleaba en la Edad Media al grito de "Santiago y cierra España", y en los conflictos civiles cantando "Por Dios, por la patria y el rey"...

S.: Un ejemplo más cercano, el presidente Bush justificando como cruzada el injusto ataque preventivo cotra Irak.

J. M.: ¿Qué diría el Buda al día siguiente del atentado de las torres gemelas?

S.: Quizás diría que entre las víctimas estábamos tú y yo, porque todos deberíamos sentirnos víctima con las víctimas. Pero también diría que el avión de los terroristas lo pilótabamos tú y yo, porque tenemos en el corazón raíces de mal que nos conectan con los victimizadores.

J. M.: Escuchándote redescubo la parábola de Jesús sobre el trigo y la cizaña. Yo llevo dentro de mí la buena y mala hierba.

S.: Por eso digo que la compasión por víctimas y victimizadores mueve a ayudar a las víctimas y hacer por la conversión de los victimizadores. Pero me temo que tú vas a insistir en "luchar contra los victimizadores, y ahí ya no te sigo... ¿cómo casa eso con el amor a los enemigos según Jesús?

J. M.: Te agradezco que me recuerdes el evangelio. Claro que Jesús no dice que sintamos cariño hacia el enemigo, sino que oremos para que cambie. Así lo dicen Mateo y Lucas: Orad por los que os persiguen (Mt 5, 44 y Lc 6, 28). Sintiendo indignación hacia los victimizadores, oramos para que cambien y luchamos por hacerles cambiar. Ojalá podamos hacerlo como tú dices sin odiarles y sin combatir la violencia con violencia...

Hasta aquí la cita de mi cuaderno, redactada como ficción, pero con base real. Constato, junto con la coincidencia en lo fundamental, un talante religioso y cultural diferente. Pero lo mismo me ocurre en el diálogo con otras sensibilidades dentro del cristianismo. Concordamos al hablar de compasión y conversión, pero discrepamos al plantear la liberación, la denuncia, y la confrontación con las causas estructurales de la victimización. Conjugación compasión y liberación es tema clave de toda teología liberadora hoy. Por eso el último punto de mi exposición será una relectura del doble encargo de Jesús a los discípulos, las dos caras de la liberación, la doble misión terapéutica y profética de la comunidad cristiana en el mundo. Lo aprendemos en el capítulo 20 del evangelio según Juan.


Compasión y liberación en el encargo de Jesús a los discípulos

Jesús encarga a sus discípulos la doble misión de compasión y de liberación, en el v. 23, que se puede parafrasearse así: "Os envío como fui enviado. Id a compadeced a las víctimas del mal, id a denunciar y desarraigar el mal".

Las traducciones más corrientes dicen literalmente así: A quien perdonareis los pecados, perdonados les son; a quienes los retuviereis, retenidos quedan (Jn 20,23).

Leído así, se malentiende fuera de contexto. Parece como si dijera: "Os doy poder para que perdonéis a unas personas y condenéis a otras". Parte de la culpa de esta lectura estrecha la tiene el uso que se ha hecho de esta frase, desde los días del Concilio de Trento, para justificar la necesidad de la confesión sacramental y reforzar la dominación de las conciencias por la "institución eclesiástica".

Pero hay que entender bien el contexto de esta palabra dirigida a los discípulos, reunidos en el Cenáculo el primer día de la semana,. En ese momento, los discípulos no son la primera "jerarquía eclesiástica", sino la "primera comunidad". El encargo de ir al mundo, con la doble misión de reconciliar y transformar, es una misión dada a toda la comunidad, no una potestad privilegiada para el grupo dirigente.

Además, la frase anterior dice así: "Como me ha enviado el Padre, también yo os envío a vosotros..." (Jn 20, 21). Si les envía como Él ha sido enviado, no se puede decir que les encarga acoger a unas personas y condenar a otras, porque eso no seria hacer lo que hizo Jesús. A lo que les envía es a tratar el problema del mal del mismo modo que Jesús lo trató: compadeciendo y liberando, acogiendo y denunciando. Así trató Jesús el problema del mal, indidividual y el social o estructural. La exégesis bíblica muestra, en el evangelio según Juan, lo que hace Jesús ante el problema del mal individual y social, lo que hace ante sus víctimas y victimizadores, y cómo lo hace. No puedo repetir aquí largas investigaciones, pero resumiré lo principal (cf.J.Mateos-J.Barreto,El evangelio de Juan: análisis lingüístico y comentario exegético (cf. M.Hasitschka,Befreiung von Sünde nach dem Johannesevangelium).

¿Qué hizo ante el mal, ante el pecado, individual y social, ante las víctimas y los agentes victimizadores? Jesús actuó de dos maneras: 1) Reconciliando, acogiendo, liberando víctimas. 2) Denunciando, llamando a conversión y transformación a los agentes victimizadores.

Ejemplos de lo primero: libera a la mujer que iban a apedrear por adulterio, no la condena y le abre futuro (Jn 8, 1-11). Libera al ciego curado (Jn 9, 1.39), que no tenía pecado pero era víctima del pecado del mundo, del pecado estructural de quienes lo querían expulsar de la sinagoga. Libera al que se creía paralítico (Jn 5, 1-18) y le infunde ánimo para que se ponga en pie y se plante ante los líderes religiosos que preferían tenerle engañado en su miseria consolándole con la expectativa de una religión milagrera que le curase cuando un ángel agitara las aguas prodigiosas.

Ejemplos de lo segundo: Jesús denuncia y critica al sistema de los que, estando ciegos, presumen de ver y no se alegran de que el ciego se cure, ni se algran de que el paralítico eche a andar, no quieren la liberación del pueblo. Contra ellos dice Jesús: Yo he venido a este mundo para provocar una situación crítica de discernimiento (en griego, krisis). Para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos. Oyeron esto algunos de los fariseos que estaban con Él, y le dijeron: ¿Es que estamos ciegos? Díjoles Jesús: Si fuérais ciegos, no tendríais pecado: mas ahora decís: Vemos. Por eso os digo: Vuestro pecado permanece. (Jn 9,39-41). Es decir: Vuestro pecado "permanece", vuestros pecados quedan "retenidos" (en griego, kekrátentai), siguen estando ahí, tenéis que reconocerlo y cambiar. Esto explica la segunda parte del encargo: "a quienes retuviéreis" quiere decir " a quienes denunciáreis y llaméis a conversión".

Por tanto, podemos hacer la siguiente relectura de esas palabras que el evangelista pone en boca del Resucitado. Jesús da un doble encargo a la comunidad liberada y liberadora, seguidora de su obra.

La primera parte del encargo es: Id a perdonar, id a reconciliar. Id a liberar a las víctimas del mal, compadeciendo, acogiendo, reconciliando y librando del mal estructural y del "pecado del mundo".

La segunda parte del encargo es: Id a denunciar, id a transformar. Id a liberar a los agentes victimizadores, denunciando, criticando, llamando a la conversión y transformación de las estructuras injustas.

Hoy, la teología liberadora trata de vivir esta doble práctica de Jesús: id y liberad a las víctimas, id y confrontad a los victimizadores. Y se encuentra con el desafío y la dificultad de realizar esa doble tarea al nivel de las estructuras, las instituciones, los sistemas. Esta doble tarea no es meramente individual, ni meramente compasiva, es una labor de cambio estructural y de globalización de la justicia.

Es el encargo de Jesús a la iglesia, hoy como ayer. Esa es la tarea de la teología de la liberación, hoy. Ojalá nos animemos mutuamente a llevarla a cabo con la fuerza del Espíritu.

jueves, 12 de septiembre de 2013

EL TRÁFICO DE ARMAS AUMENTA, LA GUERRA ES UN BUEN NEGOCIO

Aleteia 10.09.2013 Lucandrea Massaro

Según los observadores internacionales la industria de las armas supone un 2’5% del PIB mundial. Desde 1994 hasta 2010 ha habido un aumento que ha afectado a todos los continentes, en especial a África, Asia y América. La caída (-5%) en estos últimos años ha correspondido al fin de la guerra de Irak, pero si USA gasta menos, Rusia y China aumentan sus reservas. En Europa, la mayoría de los países son también productores de armas. Por ejemplo en Italia, teniendo en cuenta que las industrias públicas Finmeccanica y Fincantieri son los principales protagonistas del sector (sin olvidar el lado “privado” como Iveco y Beretta) se calcula que en diez años se ha obtenido un beneficio de 36 billones de euros.

Según un informe de la revista “Missione Oggi”, las exportaciones legales desde los países de la Unión Europea en el periodo 2006-2010, registraron ventas por parte de : Arabia Saudí (12 billones de euros en gastos militares), Emiratos Árabes unidos (9 billones), India (5’6 billones, Pakistán (4 billones), Venezuela (1’6), China (1’2), Egipto (1’1), Libia (1) (La Stampa, 9 de septiembre).

Cifras importantes, por tanto, que hacen más inteligible el hecho de que en países como USA, sea todavía muy fuerte la presencia de las industrias armamentísticas. Y es interesante ver como hace algunos meses, en los Estados Unidos, hubo una gran oposición del lobby armamentístico al tratado de la ONU sobre el comercio, que intentaba establecer una regulación de la venta internacional de armas.

“Lo que no queremos es la inserción de la categoría de armas de fuego civiles en el ámbito de aplicación del tratado”, dijo Tom Mason, secretario ejecutivo del NRA (El lobby más importante de armas en USA) y su representante en las Naciones Unidas por casi dos décadas. El objetivo del lobby de las armas es el de distinguir lo que es un arma de fuego civil de las armas de la guerra que llevan a la violación de los derechos humanos.

La presidenta de Amnistía Internacional USA, Michelle Ringuette, dijo que no hay ninguna diferencia entre armas civiles y armas de guerra. “Tal distinción –dice- haría que el tratado fuese inoperante”. Las organizaciones humanitarias acusaron al gobierno de Obama de ceder ante las presiones del NRA. (The Post Internazionale, 18 de marzo)

Sobre esta base asume un nuevo significado la pregunta que el Papa Francisco dirigió al mundo durante el Angelus del domingo 8 de septiembre: “¿una guerra por problemas o es una guerra comercial para vender las armas en el comercio ilegal?”.

Sobre esto la intervención de mons. Silvano María Tomasi, observador permanente de la Santa Sede en la oficina de ONU de Ginebra es clara y atribuye a Occidente y a los productores la responsabilidad con respecto al Bien Común: “El beneficio se ha convertido en la ley suprema. Hay beneficios enormes que se producen a través del tráfico de armas: por tanto, hay quien “sopla sobre la llama” para poder vender más armas. Además, existe otra consideración que hay que hacer: se ignoran las consecuencias a largo plazo del comercio de armas; las armas refuerzan la criminalidad y alimentan a las mafias de distintos tipos. Intereses comerciales –como dice el Papa- juegan un papel importante en la compraventa de armas, pero también están los beneficios de los traficantes y además los intereses económicos de los estados que producen y venden armas, como Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, Alemania, Israel, China y otros. Son estados donde la industria de la producción de armas es un elemento significativo de la economía” (Radio Vaticana, 9 de septiembre).

“La denuncia del Papa Francisco de una guerra ‘comercial’ es tan veraz –explica Francisco Vignarca, coordinador de la Red italiana para el desarme- que hoy incluso prevemos las guerras estudiando los flujos del comercio de las armas y de los gastos militares”. “Siria –en los años anteriores al 2011, antes de que comenzase la guerra civil, aumentó su importación de armas, inclusive las producidas en Italia, un 580%, es decir casi seis veces. Negar que no haya un vínculo entre este comercio con las armas en algunas partes del globo y la explosión de los conflictos es negar la evidencia. Y, como decía Kofi Annan ‘las verdaderas armas de destrucción masiva son las armas ligeras’, armas que Italia produce y vende”, el mismo tipo de armas que la NRA quería que no pasasen los controles de la ONU en los tratados comerciales (Radio Vaticana, 9 de septiembre).

miércoles, 11 de septiembre de 2013

POSIBILIDADES Y LIMITACIONES DE NUEVO PAPADO, DE FRANCISCO

Vicenç Navarro, en Publico

La elección del nuevo Papa en la persona de Jorge Mario Bergoglio, conocido hoy como Papa Francisco, y sus declaraciones acentuando el compromiso de la Iglesia con los pobres, rechazando a la vez la pomposidad del poder con su ostentación de la riqueza y jerarquía que caracterizó a los papados anteriores de Juan Pablo II y Benedicto XVI, ha dado una gran esperanza a los movimientos progresistas dentro (y fuera) de la Iglesia Católica. Sus observaciones y declaraciones sobre la homosexualidad, alejándose de posturas condenatorias, así como su defensa del Estado laico con aceptación de la plurireligiosidad dentro de los Estados (entre otros cambios), han dado pie a una percepción modernizadora de la Iglesia que permita una mayor conexión de aquella institución con las sociedades laicas modernas en las que la Iglesia Católica está perdiendo su influencia entre las juventudes, educadas y expuestas a valores más progresistas que los identificados con la Iglesia Católica hasta ahora.

Solo cabe ver la incomodidad de la mayoría de la jerarquía católica española, liderada por el Cardenal Rouco (frente a bastantes de las reflexiones hechas por el Papa Francisco) para entender la percepción de cambio que Jorge Mario Bergoglio ha significado. Las autoridades eclesiásticas españolas, herederas de la Iglesia ligada y sostenedora de la Dictadura, son y continúan siendo las más conservadoras entre las existentes en la Europa occidental. Y para ellos, el nuevo Papa puede representar una pérdida de su gran poder e influencia sobre la población creyente de sensibilidad católica.

Critiqué al Obispo, y más tarde Cardenal Bergoglio, por su silencio frente a la dictadura argentina, un silencio que tiende a caracterizar a la gran mayoría de las autoridades eclesiásticas frente a las violaciones de los derechos humanos de los gobiernos dictatoriales de las ultraderechas, silencio que en muchas ocasiones incluye también la complicidad en dichas violaciones. El caso español y el de la mayoría de dictaduras latinas son ejemplo de ello. Y aun cuando se ha subrayado que Jorge Mario Bergoglio no era cómplice de esas violaciones, su silencio frente a la dictadura no fue edificante.

En esta gran esperanza que ha creado el Papa Francisco hay una cierta semejanza con la que despertó la elección del presidente Obama en EEUU en amplios sectores progresistas. Hoy creo acertado indicar que hay una gran decepción entre la mayoría de fuerzas progresistas de EEUU de que Obama no ha hecho lo que se esperaba de él.

Esta decepción, sin embargo, habla más del decepcionado que del decepcionador, pues parece ignorar cómo el poder se genera, reproduce y promueve en nuestras sociedades. Hacer tanto hincapié en las personalidades como los protagonistas del cambio transforma la historia humana en el listado de los grandes hombres (y de vez en cuando, grandes mujeres) que se supone escriben la historia de la humanidad. Esta historia –que es la más frecuente y la que suele enseñarse en las escuelas- es profundamente errónea, pues los personajes llamados históricos son portavoces de fuerzas políticas, económicas y financieras, así como de movimientos sociales, que son los que configuran aquella figura histórica y lo que dice y promueve. Esto aparece claramente en los personajes políticos. Sin infravalorar el valor de la persona Obama, el hecho es que sus políticas son bastante predecibles en base a lo que el establishment liberal estadounidense, apoyado por el capital financiero del este de Estados Unidos, considera necesario en aquel país.



Francisco como hijo de la Iglesia

Y un tanto semejante ocurre con el Papa Francisco. El Vaticano y la Iglesia Católica (su jerarquía) han estado dominados por un profundo conservadurismo durante los 35 años de papado de los dos Papas anteriores. La gran mayoría de las autoridades eclesiásticas han sido nombradas por tales Papas, cuyas posturas políticas, culturales y religiosas eran profundamente conservadoras. Y el propio Bergoglio fue nombrado por Benedicto XVI, uno de los Papas más conservadores teológica y políticamente. De ahí que es erróneo querer esperar grandes cambios en las áreas relacionadas con las grandes desigualdades existentes dentro de la Iglesia en cuanto a, por ejemplo, la mujer. Es muy improbable que el Papa Francisco permita la ordenación de mujeres en el sacerdocio. Ahora bien, que sea improbable que haya cambios revolucionarios dentro de la Iglesia no quiere decir que no puedan haber cambios significativos que permitan mayor sostenibilidad y continuidad de la Iglesia, algo que sus propias costumbres dificultan. Y uno de ellos es, por ejemplo, permitir el matrimonio de los sacerdotes, o dicho de otra manera, permitir que sacerdotes casados continúen siendo sacerdotes, cosa que ya ocurre en cierta manera cuando los pastores protestantes se convierten al catolicismo.

En realidad, la exigencia de celibato ha sido ya cuestionada por Bergoglio cuando en 2012, a raíz de una entrevista, indicó que “tal exigencia podría cambiar, pues es un tema de disciplina, no de fe” (citado por Damon Linker en New Republic, Septiembre 2012, p.31), lo cual quiere decir que no es parte del dogma católico ni de la Iglesia. En realidad, la exigencia de celibato no existió durante los primeros mil años de existencia del catolicismo. No hay duda de que esta exigencia es una de las causas del declive tan notable de vocaciones de sacerdocio. En EEUU el número de sacerdotes ha bajado de 59.000 a 39.000 desde 1975, un descenso mucho más marcado que las otras Iglesias cristianas no Católicas, que no tienen dicha exigencia. Los cambios del Papa Francisco irán más encaminados a cambios internos para modernizar elementos de la Iglesia que impiden su reproducción dentro del marco conservador de la Iglesia, que continuará inalterable. Su oposición al aborto (al cual ha definido como “asesinato”), por ejemplo, continuará.

Ahora bien, hay dos áreas que las fuerzas progresistas españolas deberían añadir a sus otras demandas y que deberían ser también puntos de referencia de su supuesto progresismo. Uno de ellos es su visión de los llamados “mártires de la Cruzada”. La continuación de su beatificación por parte del Vaticano (ignorando además a aquellos sacerdotes asesinados por la dictadura) representa la continuación de la visión de la Iglesia como “mártir y víctima en aquel conflicto”. El Papa Francisco debe denunciar, sin paliativos, el golpe militar que tuvo lugar en España con el apoyo de la Iglesia Católica y la identificación de la Iglesia con dicho régimen que dominó la vida de este país, empobreciéndolo. Continuar las beatificaciones y callarse, como hizo con la dictadura argentina, frente a la complicidad de la Iglesia española con la dictadura, es incoherente con su mensaje de apoyo a la justicia social y a los sectores más vulnerables de la sociedad, cuyos intereses quedaron dañados por ese régimen nacional-católico

Y el otro punto de referencia para las fuerzas progresistas es su actitud hacia la teología de la liberación, es decir, hacia el entendimiento de que no es suficiente expresar el amor al pobre si no va acompañado de la acción orientada a romper con las estructuras económico-políticas que determinan la pobreza. La Iglesia sabe mucho de ello porque en el mundo latino siempre fue parte de tales estructuras. Sería bueno que, por primera vez, estuviera al lado, no de los verdugos, sino de sus víctimas. Esperemos que así sea. Pero ayudará a que ello pase si los movimientos progresistas católicos se movilizan y ejercen presión para que eso ocurra.

martes, 10 de septiembre de 2013

ENTREVISTA AL NUEVO SECRETARIO DE ESTADO DEL VATICANO

Roberto Giusti, en El Universal

En los finales de la cincuentena y luego de vivir cuatro intensos años como Nuncio en Venezuela, Pietro Parolin recuerda que sólo una vez en su vida se topó con el ahora Papa Francisco. El para entonces Subsecretario para las Relaciones con los Estados recibió en su despacho al Arzobispo Bergoglio, quien venía por asuntos relacionados con Argentina. Después no hubo más contactos y por eso afirma, a veinte días de su marcha a Roma, que lo primero será "acostumbrarme a su estilo de trabajo".


-¿No adquiere su designación como Secretario de Estado una connotación especial si consideramos que se avizoran cambios en la Iglesia en los cuales tendrá usted un papel importante?

-A pesar de las reformas que quiere producir en la Iglesia, el papa Francisco se ha ceñido a criterios tradicionales según los cuales cuando tenemos un papa no italiano (y ya son tres, Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora Francisco) el secretario de estado es italiano. Eso limitaba la amplitud de la escogencia. Luego, otro criterio fue el de tomar en consideración a un miembro del servicio diplomático de la Santa Sede.

-Y usted lo es.

-Hablar de uno mismo es difícil y yo preferiría no hacerlo, pero me imagino, como él me ha dicho, que había varios candidatos para un cargo que significa ser el colaborador más cercano del Papa y que entraña grandísima responsabilidad. Me imagino que el Papa habrá pensado que yo podía ser, más o menos, la persona en capacidad de ayudarlo en esta obra de renovación que quiere hacer en la Iglesia Católica.

-Es decir, el Papa sabe de su afinidad con las ideas reformadoras.

-Probablemente el Papa se ha hecho este juicio. La verdad es que no he hablado mucho con él y pienso que cuando tenga la gracia y la oportunidad, le preguntaré el por qué de esta elección. Así que no sabría cuál fue la razón para que el Papa pensara en mí. Puedo decir, sin embargo, que me siento muy afín a su manera de entender la iglesia y sobre todo a su estilo de sencillez y de cercanía a las personas, a su ánimo de escucharlas y de intentar, de veras, que la Iglesia pueda volver a tener una presencia significativa en el mundo de hoy.

-¿Un papa, como dicen algunos teólogos, "en" la Iglesia y no "sobre" la Iglesia?


-Siempre lo hemos dicho en la teología tradicional. Es la fórmula para indicar la estructura de la Iglesia y el origen divino del Primado (el papa). Ahora, la Iglesia es una estructura muy especial y las categorías políticas para analizar la realidad de los estados no se le pueden aplicar automáticamente. Esta no es no es una monarquía ni una democracia en el sentido formal de la palabra.

-¿Qué es entonces?

-Una comunión donde hay diferentes responsabilidades, la última de las cuales recae sobre el papa. El está en comunión con los demás y no hay papa sin comunión.

-El teólogo Hans Kung ha escrito sobre la necesidad que tiene la Iglesia, si quiere integrarse al futuro de la humanidad, de un papa que se convierta en una suerte de Juan XXIV que convoque a un Concilio Vaticano III.

-Se ha hablado mucho de eso y también de la figura del Cardenal Martini, Arzopispo de Milán (quien antes de su muerte dijo que "la Iglesia está 200 años detrás de los tiempos", nota del periodista). También se manejó la idea del Concilio Vaticano III. Pero yo creo que debemos acudir al Concilio Vaticano II, el cual fijó las directrices para que la Iglesia cumpla su misión en el mundo de hoy. Es importante aplicarlas, como lo han dicho los papas anteriores, cada uno según su propio enfoque y eso es bonito porque la variedad es buena hasta donde se pueda. Allí están cuatro planteamientos fundamentales, una mina inagotable de enseñanzas que debemos poner en práctica.

-¿Cuáles son esas directrices y porqué no se ha cumplido luego de medio siglo?

-Siempre se ha dicho que toma bastante tiempo aplicar las decisiones de los concilios. Eso es normal. Así ocurrió con el Concilio de Trento (1545-1563), que implicó una profunda transformación, luego de la división de la Iglesia y el nacimiento del mundo protestante. Eso no es sorprendente. Además, la Iglesia es un organismo complejo y en su interior hay resistencia.

-Resistencia a los cambios.

-Así es. Pero esos cambios no pueden poner en peligro la esencia de la Iglesia, que tiene una continuidad en la historia proveniente de su fundación por Jesucristo. Entonces se debe ser fiel. La Iglesia nunca podrá cambiar al punto de adaptarse completamente al mundo. Si lo hiciera y se perdiera en él, ya no cumpliría su misión de ser sal y luz para todos.

-¿Quiere decir eso que el planteamiento de las reformas implica una vuelta al cristianismo primitivo?

-Sí. Tomando en cuenta que tenemos dos mil años de historia. Ahora, esta historia no ha pasado en balde. No se trata sólo de volver al pasado, por lo menos en las formas externas, sino de volver a los principios fundacionales de la iglesia. Y quiero subraya el tema de la continuidad porque a veces parece (y no se si exagero) que el Papa Francisco va a revolucionarlo todo, a cambiarlo todo.

-¿No es eso lo que se espera de él?

-Se espera que él ayude a la Iglesia a ser Iglesia de Jesús y a cumplir su función. Eso lo deben hacer todos los papas. Pero la Iglesia tiene una Constitución, una estructura, unos contenidos que son los de la fe y que nadie puede cambiar.

-¿No existen dos tipos de dogmas? ¿No hay dogmas inamovibles instituidos por Jesús y los que vinieron después, a lo largo de la historia de la Iglesia, creados por los hombres y por tanto susceptibles de cambios?

-Ciertamente. Hay unos dogmas definidos e intocables.

-El celibato no es....

-No es un dogma de la Iglesia y se puede discutir porque es una tradición eclesiástica.

-Que se remonta ¿a qué época?

-A los primeros siglos. Después la implementación se aplicó durante todo el primero milenio, pero a partir del Concilio de Trento se insistió mucho en eso. Es una tradición y ese concepto pervive en la Iglesia porque a lo largo de todo estos años han ocurrido acontecimientos que han contribuido a desarrollar la revelación de Dios. Esta finalizó con la muerte del último apóstol (san Juan). Lo ocurrido luego ha sido un crecimiento en la comprensión y actuación de la revelación.

-A propósito del celibato...

-El esfuerzo que hizo la Iglesia para estatuir el celibato eclesiástico debe ser considerado. No se puede decir, sencillamente, que pertenece al pasado. Es un gran desafío para el Papa porque él posee el ministerio de la unidad y todas esas decisiones deben asumirse como una forma de unir a la Iglesia, no de dividirla. Entonces se puede hablar, reflexionar y profundizar sobre estos temas que no son de fe definida y pensar en algunas modificaciones, pero siempre al servicio de la unidad y todo según la voluntad de Dios. No es lo que me plazca sino de ser fieles a lo que Dios quiere para su Iglesia.

-¿Y qué es lo que quiere?

-Dios habla de muchas maneras. Debemos estar atentos a esta voz que nos orienta sobre las causas y las soluciones, por ejemplo, de la escasez del claro. Entonces hay que tomar en cuenta, a la hora de adoptar decisiones, estos criterios (la voluntad de Dios, historia de la Iglesia), así como la apertura a los signos de los tiempos.

-Cuando el Papa se pregunta, "¿quién soy yo para juzgar a los gays"? ¿Qué no está diciendo?

-Está diciendo que la doctrina de la Iglesia es muy clara sobre este punto moral.

-Jesucristo nos acepta a todos tal y como somos.

-Sí, pero también nos pide que crezcamos y nos adecuemos a la imagen que él tiene de nosotros. La conducta de cada uno la juzga sólo Dios y esto lo ha dicho el Papa.

-Usted ha dicho que se deben lograr los cambios sin dividir a la Iglesia. ¿No cree que una manera de decidir sobre su aplicación sería consultando al grueso de la feligresía o al menos a los obispos? ¿No es necesaria una democratizaciòn?

-Ciertamente. Siempre se ha dicho que la Iglesia no es una democracia. Pero es bueno, en estos tiempos, que haya un espíritu más democrático en el sentido de escuchar atentamente y creo que el Papa lo ha indicado como uno objetivo de su pontificado. Una conducción colegiada de la Iglesia donde puedan expresarse todas las instancias. Luego le correspondería a él tomar una decisión.

-Cuando se plantea la necesidad de cambios uno se apercibe que el Papa, antes que hablar, ha dado muestras de esos cambios con su ejemplo de sencillez y austeridad. Ese comportamiento, que contrasta con el de la Curia, ¿no nos está diciendo que la Iglesia está lejos de la feligresía, que ha ido perdiendo contacto con la realidad social y que la reivindicación de los oprimidos está más lejana que nunca?

-Me parece fundamental la capacidad del Papa para inducir los cambios a través del testimonio personal.

-¿Algo sin precedentes en la historia de la Iglesia?

-No, pensamos en Juan XXIII. Pero a mí no me gusta contraponer. Hay estilos diferentes. Eso sí, lo debemos aceptar y es normal porque la Iglesia es un jardín donde hay flores de distintas formas, colores y perfumes. Entonces, hay diferencias entre los papas. Pero el Papa Francisco está incidiendo sobre algo tan importante como el acercamiento de la Iglesia a los más pobres. Ese es el sentido de la Iglesia, que no existe para sí misma sino para llevar a Jesús a la humanidad. Y que El sea vida abundante para la humanidad y sobre todo para quienes no tienen. La Iglesia es un puente, como lo es el papa, entre Dios y su revelación y redención de la humanidad.

-¿Otra señal de la determinación del Papa no está en su decisión de investigar los hechos de corrupción?

-El Papa siente de una manera muy especial el tema de la corrupción por venir de un continente donde el problema es muy grave y ese es uno de los grandes desafíos de América Latina. El lo ha enfrentado en Argentina, y ahora retoma lo que condenó como arzobispo. Este es un punto fundamental sobre el cual quiere trabajar porque la corrupción acaba con las sociedades y los estados.

-Luego está la sanción ejemplarizante a quienes han caído en la pedofilia.

-En esto el Papa está en línea con lo que se hace desde el tiempo de Benedicto XVI: tomar una postura fuerte y especialmente con las víctimas, para que no se repitan estos hechos.

-Me imagino que no resultó fácil.

-No lo ha sido. Yo espero que el país pueda superar la polarización y la conflictividad. Hay diferencias pero éstas no deben convertirse en divisiones y contraposiciones, sino en enriquecimiento mutuo. De manera que lo importante es que Venezuela propicie puntos de encuentro en un clima de justicia, democracia y solidaridad.

-Una tarea pendiente es la designaciòn de sus sucesor en Venezuela.

-Me imagino que podré indicar algunas personas que me parezcan aptas para este cargo, aunque al final la decisión le corresponde al Papa.

-¿Qué piensa va a ocurrir con otras confesiones? ¿Es posible la reunificación con la Iglesia Católica de Oriente? ¿Cómo se plantea las relaciones con el islamismo?

-El Papa mantuvo relaciones cercanas y fraternas con los representantes de otras religiones en Argentina. Además, esta es una clara directriz de El Vaticano II: diálogo interreligioso después del diálogo intrarreligioso. Con las confesiones cristianas el objetivo es la unidad. ¿Se podrá llegar a eso? Nosotros lo esperamos. Ya se ha recorrido mucho camino con los papas anteriores. Los tiempos son los tiempos de Dios. El Papa está haciendo lo posible por llegar a una unidad visible. En cuanto a los otras religiones, debemos colaborar para que Dios no desaparezca del horizonte porque hay una secularización, sobre todo en Europa, pero también en América Latina y Venezuela y eso significaría la pérdida del sentido de Dios.

-La pérdida de la fe.

-Sí, ese es un tema fuerte en Benedicto XVI. Y también el de la paz y la convivencia pacífica. En eso las religiones tienen una papel fundamental.

-El Papa ha demostrado un gran interés por la situación en Siria y usted sabe de eso.


-Ciertamente tengo cierta experiencia en ese tema. Como Iglesia tenemos en nuestras manos la posibilidad de participar en la vida internacional a través de la diplomacia.

lunes, 9 de septiembre de 2013

MENSAJE FINAL DEL 33 CONGRESO DE TEOLOGÍA DE LA ASOCIACION JUAN XXIII

"Pedimos la inmediata suspensión de las sanciones y la rehabilitación de todas las teólogos y los teólogos represaliados"
"Sólo son absolutos Dios, el hambre y la liberación"


Visto en Religión Digital

Del 5 al 8 de septiembre hemos celebrado en Madrid el 33 Congreso de Teología sobre "La teología de la Liberación, hoy", que ha reunido a mil personas procedentes de los diferentes países y continentes en un clima de reflexión, convivencia fraterno-sororal y diálogo interreligioso, intercultural e interétnico.

1. Vivimos en mundo gravemente enfermo, injusto y cruel, en el que la riqueza se concentra cada vez más en menos manos y crecen las desigualdades y la pobreza. Entre 40.000 y 50.000 personas mueren al día por hambre y guerras, cuando existen recursos suficientes para alimentar al doble de la población mundial. El problema no es, por tanto, la escasez, sino la competitividad, la acumulación desmesurada y la injusta distribución, generadas por el modelo neoliberal. Los gobernantes dejan que gobiernen los poderes financieros y la democracia no ha llegado a la economía. La crisis europea actual tiene como efecto el desmantelamiento de la democracia.

2. La crisis económica se ha convertido en una crisis de los derechos humanos. Los llamados eufemísticamente "recortes" en educación y salud son, en realidad, violaciones sistemáticas de los derechos individuales, sociales y políticos, que habíamos conseguido con tanto esfuerzo a lo largo de los siglos precedentes.

3. Pero esta situación no es fatal, ni natural, ni responde a la voluntad divina. Se pueden romper las inercias cambiando nuestro modo de vivir, de producir, de consumir, de gobernar, de legislar y de hacer justicia y buscando modelos alternativos de desarrollo en la dirección que proponen y practican no pocas organizaciones hoy en el mundo

4. Estos días hemos escuchado los testimonios y las voces plurales de las diferentes teologías de la liberación, que se cultivan en todos los continente y que intentan colaborar en la respuesta a los más graves problemas de la humanidad antes descritos: en América Latina, en sintonía con el nuevo escenario político y religioso y con las experiencias del socialismo del siglo XXI; en Asia, en diálogo con las cosmovisiones orientales, descubriendo en ellas su dimensión liberadora, en África, en comunicación con las religiones y culturas originarias, en busca de las fuentes de la vida en la naturaleza.

5. Hemos comprobado que la teología de la liberación sigue viva y activa frente a los intentos del pensamiento conservador y de la teología tradicional de condenarla y darla por muerta. La TL es histórica y contextual y se reformula en los nuevos procesos de liberación a través de los sujetos emergentes de transformación: mujeres discriminadas que toman conciencia de su potencial revolucionario; culturas otrora destruidas que reivindican su identidad; comunidades campesinas que se movilizan contra los Tratados de Libre Comercio; jóvenes indignados, a quienes se les niega el presente y se les cierra las puertas del futuro; naturaleza depredada, que grita, sufre, se rebela y exige respeto; migrantes maltratados que luchan por mejores condiciones de vida, religiones indígenas y afrodescendientes que renacen tras siglos de silenciamiento.

6. La TL es teología de la vida, que defiende con especial intensidad la vida más amenazada, la de los empobrecidos, que mueren antes de tiempo. Hace realidad las palabras de Jesús de Nazaret: "He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia". Llama a descubrir a Dios en los excluidos y crucificados de la tierra: esa es la misión fundamental de las Iglesias cristianas, de la que han estado muy alejadas

7. Los reformadores religiosos han abierto y siguen abriendo caminos de compasión y liberación integral, que deben traducirse política, social y económicamente en cada momento histórico, de manera especial Siddharta Gautama el Buda y Jesús de Nazaret el Cristo (tema de la última conferencia del Congreso).

8. Denunciamos la falta de ética en las políticas gubernamentales que presentan los recortes como reformas necesarias para la recuperación económica. Nuestra denuncia se extiende a los bancos, las multinacionales y los poderes financieros como verdaderos causantes de la actual crisis en connivencia con los gobiernos que lo permiten. Optamos por otro modelo económico cuyos criterios sean el principio del bien común, la defensa de los bienes de la tierra, la justicia social y el compartir comunitario.

9.. Denunciamos el uso de la violencia, el militarismo, el armamentismo y la guerra como formas irracionales y destructivas de solución de los conflictos locales e internacionales, a veces justificados religiosamente. Optamos por un mundo en paz, sin armas, donde los conflictos se resuelvan por la vía del diálogo y la negociación política. Apoyamos todas las iniciativas pacíficas que vayan en esa dirección, como la jornada de ayuno y oración propuesta por el papa Francisco. Rechazamos la teología de la guerra justa y nos comprometemos a elaborar una teología de la paz.

10. Denunciamos el racismo y la xenofobia, que se manifiesta de manera especial en las leyes discriminatorias, en la negación de los derechos de los inmigrantes, en el trato vejatorio a que son sometidos por las autoridades y en la falta de respeto a su estilo de vida, cultura, lengua y costumbres. Optamos por un mundo sin fronteras guiado por la solidaridad, la hospitalidad, el reconocimiento de los derechos humanos sin discriminación alguna y de la ciudadanía-mundo frente a la ciudadanía restrictiva vinculada a la pertenencia a una nación.

11. Denunciamos la negación de los derechos sexuales y reproductivos y la sistemática violencia contra las mujeres: física, simbólica, religiosa, laboral, ejercida por la alianza de los diferentes poderes: leyes laborales, publicidad, medios de comunicación, gobiernos, empresas, etc. Dicha alianza fomenta y refuerza el patriarcado como sistema de opresión de género. En la discriminación y el maltrato a las mujeres tienen una responsabilidad no pequeña las instituciones religiosas. La teología feminista de la liberación intenta responder a esa situación reconociendo a las mujeres como sujetos políticos, morales, religiosos y teológicos.

12. Pedimos la inmediata suspensión de las sanciones y la rehabilitación de todas las teólogos y los teólogos represaliados (de quienes han visto sus obras prohibidas, condenadas o sometidas a censura, de quienes han sido expulsados de sus cátedras, de aquellos a quienes se les ha retirado el reconocimiento de "teólogos católicos", de los suspendidos a divinis, etc.), sobre todo durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que fueron especialmente represivos en cuestiones de teología moral y dogmática, en la mayoría de los casos por su vinculación con la teología de la liberación e incluso por seguir las orientaciones del Concilio Vaticano II. Dicha rehabilitación es exigencia de justicia, condición necesaria de la tan esperada reforma de la Iglesia y prueba de la autenticidad de la misma. Reivindicamos, a su vez, dentro de las Iglesias, el ejercicio de los derechos y libertades de pensamiento, de reunión, de expresión, de cátedra, de publicaciones, no respetados con frecuencia, y el reconocimiento de la opción por l@s pobres como criterio teológico fundamental.

Con don Pedro Casaldàliga afirmamos que todo es relativo, incluida la teología, y que solo son absolutos Dios, el hambre y la liberación.