jueves, 30 de agosto de 2012

LA REBELIÓN DE LOS LÍMITES, LA CRISIS DE LA DEUDA Y EL VACIAMIENTO E LA DEMOCRACIA

Os adjunto la selección de unos párrafos de Hinkelamert sobre la Globalización y la dignidad humana. Los he sacado de un artículo largo y denso, muy interesante, que podeis ver en www.atrio.org 29.08.12 "El criminal negocio de la crisis de la deuda". Allí podeis ver un explosivo comentario mío y los comentarios de otros contertulios, que suelen ser interesantes. (Gonzalo Haya)

Vivimos en una economía que depende del crecimiento, pero cada vez se hace más obvio que el crecimiento está llegando a sus límites.

Las amenazas globales 

Estamos enfrentados a tres grandes amenazas globales concretas: la exclusión de la población, la subversión de las relaciones sociales y la amenaza a la naturaleza. Sin embargo, la mayor amenaza es otra: es la inflexibilidad absoluta de la estrategia de globalización. Es, de hecho, la verdadera amenaza. Lo es porque esta amenaza hace imposible enfrentar las otras amenazas mencionadas.

Se trata de una estrategia que de ninguna manera es un producto necesario de un mundo hecho global. En realidad, la estrategia de globalización es completamente incompatible con el hecho de que el mundo ha llegado a ser un mundo global. Ese es el verdadero problema. La estrategia de globalización destruye un mundo hecho global y es incompatible con la existencia de este mundo.

El mercado no es un sistema autorregulado. Las tal llamadas fuerzas de autorregulación del mercado no existen. Lo que hay es una determinada autorregulación de mercados particulares, no del mercado en su conjunto. El mercado como conjunto no tiene la más mínima tendencia al equilibrio, sino tiende siempre de nuevo y sistemáticamente a desequilibrios. El mercado es pura voluntad del poder.

Las mencionadas amenazas globales concretas son desequilibrios del mercado. A favor de ciertos equilibrios financieros estas amenazas globales son sistemáticamente aumentadas.

La política del crecimiento económico muestra todavía otro lado: cuanto más se insiste en una ciega política de crecimiento, tanto más son aumentadas las amenazas globales y, como consecuencia, se sacrifica cualquier política que intenta enfrentarlas. Esa es la lógica de la estrategia de globalización.

La estrategia de globalización se presenta a sí misma como política de crecimiento, pero no es simplemente eso.

Hay que recordar solamente las características de esta estrategia para mostrar lo que es. Es la comercialización de todas las relaciones sociales, es la privatización como política, que obedece solamente a principios sin consideración mayor de la propia realidad.....

Dignidad humana 

Sin embargo, a la vez presentan sus intereses, pero los presentan desde un punto de vista: de la dignidad humana. Eso está también en el fondo de los movimientos democráticos árabes. Seres humanos protestan y se rebelan porque son violados en su dignidad humana. Y quieren otra democracia porque la violación de su dignidad humana es un producto de la propia lógica de la democracia vaciada. Estas democracias occidentales solamente pueden reírse al escuchar las palabras dignidad humana. Nada de eso existe, ese es el núcleo de esta nuestra democracia vaciada. El lugar de la dignidad humana lo ha ocupado la consideración del ser humano como capital humano, porque se cree que eso es “realista”. Sin embargo, nos hace comprender de qué manera el Occidente vació muy democráticamente la dignidad humana y la hizo desaparecer. Se trata de la transformación del ser humano en capital humano y su total subordinación bajo el cálculo de utilidad. Ciertamente, capital humano no tiene dignidad humana, es máximo nihilismo.

De eso se trata la rebelión en nombre de la dignidad humana. Y no solamente de la dignidad humana, también de la dignidad de la naturaleza. Los seres humanos no son capital humano y la naturaleza no es capital natural. Hay algo como la dignidad. Las democracias occidentales han olvidado eso desde mucho tiempo. Sin embargo, se trata de la recuperación de la dignidad humana: el tratamiento digno del ser humano, del otro ser humano, de sí mismo y de la naturaleza también.

Los indignados no hablan en nombre de intereses y de la utilidad por realizar. Hablan en nombre de su dignidad humana encima de la cual no puede haber ningún cálculo de utilidad. Seguramente, comer da utilidad. Pero no tener comida no es una baja de utilidad, sino una violación de la dignidad humana. Eso no puede cambiar ningún cálculo de la utilidad. Sin embargo, nuestra sociedad es tan deshumanizada, que este horizonte de dignidad humana casi ha desaparecido con el resultado de que casi todos se interpretan o se dejan interpretar como capital humano. Lo que tenemos que hacer con la persona humana, eso nos lo indica el mercado. Y el mercado dice lo que dicen nuestros banqueros. Y los políticos dicen lo que antes han dicho los banqueros. Por eso, si el mercado lo indica como útil, en cualquier momento puede empezar el genocidio. El mercado entonces se transforma en lo que Stiglitz llamó las armas financieras de destrucción masiva, que hoy hacen su trabajo en Grecia y en España.

El poder económico deja morir, el poder político ejecuta. Ambos matan, aunque con medios diferentes. Por eso el poder político tiene que justificar el matar mientras el poder económico tiene que justificar por qué deja morir y no interviene en el genocidio dictado por el mercado. La que sea la justificación, ambos son asesinos. Ninguna de estas justificaciones es más que la simple ideología de obsesionados.


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