miércoles, 29 de julio de 2009

CURSO SOBRE EL ALMA Y SU DESTINO - 8

Capítulo 8: el Infierno

Gonzalo Haya Prats
    Tras esta entrega sobre el tema del dogma del infierno que Mancuso se replantea, no sólo como fugar sino como estado y eterna condenación, el curso se interrumpirá hasta mitad de septiembre, Pero sobre éste y los demás capítulos podremos seguir repensando nuestras concepciones sobre el más allá, Sugerimos la compra del texto completo del libro de MANCUSO, que desde cualquier parte de mundo se puede obtener digitalizado para ver en pantalla a mitad precio.Editorial Tirant lo Blanch, Los magníficos resúmenes de Gonzalo y su selección de textos no pueden suplir la lectura completa del libro.

1. ¿Qué pasaría si alguien muere obstinado en el pecado?:

Es un hecho que existe el mal moral. Los evangelios dicen que todo pecado puede perdonarse menos el pecado contra el Espíritu Santo. Tres posibilidades:

  • Condenación eterna, como sostiene la doctrina oficial católica
  • Condenación temporal, como sostiene la doctrina heterodoxa de la apocatástasis
  • Disolución definitiva en la nada.

Para comprender mejor el hilo argumental del autor, vamos a alterar el orden de su exposición.

2. Contra la condenación eterna.

  • La eternidad del infierno significaría la derrota del plan divino, que es ser “todo en todos”, y presenta una imagen de Dios poco evangélica. La teología ha tenido que reconocer que Dios participa en la pena del condenado conservando su ser y no impidiendo su voluntad pecadora. San Pablo y san Agustín llegan a decir que Dios “endurece a quien quiere”. Algunos teólogos han tratado de justificar el castigo eterno como una victoria perfecta de Dios pero el Dios de la cólera y de la venganza, que aparece en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, contradice el “perdonar setenta veces siete” (y otras parábolas y hechos) de Jesús.
  • No se puede justificar como una pena medicinal, porque ya no va a curar nada; ni como escarmiento para otros, porque sería instrumentalizar a unas personas en beneficio de otras, y no se justificaría que permanezcan las penas después del juicio universal. El autor aduce textos contradictorios de santo Tomás e interpreta que este gran teólogo tuvo que hacer equilibrios para defender la enseñanza oficial de la Iglesia.
  • Según el sistema filosófico y teológico de Mancuso, la eternidad del infierno es lógicamente imposible, porque “la eternidad es orden y perfecta armonía” y el infierno sería desorden y caos. Su especulación le lleva también a negar la existencia del demonio “como persona concreta, y sobre todo su existencia eterna. El diablo es más bien el símbolo de la posibilidad de apartarse de la lógica de la creación natural. Quien defienda la existencia del diablo debe aceptar su conversión final.

3. La apocatástasis, o condenación temporal.

  • Esta teoría fue defendida por grandes Padres de la Iglesia y muy especialmente por Orígenes. Su principal argumento no es la compasión de Dios -como interpretó erróneamente san Agustín- sino “la definitiva soberanía de Dios sobre la totalidad del ser”. Para Orígenes, el infierno existe, pero no puede ser eterno. La Iglesia ha condenado repetidamente esta doctrina de Orígenes.
  • El autor recorre diversos testimonios a favor de la apocatástasis, aunque a veces eviten nombrarla así para no caer en la censura de la Iglesia. En la teología protestante destaca la defensa que hacen Karl Barth y Bonhöffer. La redención de Cristo es total para “reconciliar consigo todas las cosas”. De la teología ortodoxa destaca los testimonios de Bulgákov y Berdiaev. De la teología católica contemporánea aduce los escritos de Hans Urs von Baltasar, aunque él no llegó a reconocer el término apocatástasis, pero aceptó la solución aún más radical del “infierno vacío”: existe un infierno eterno, pero no podemos decir que nadie se haya condenado. Mancuso pone de manifiesto la incoherencia del Magisterio que ha condenado la apocatástasis pero no ha condenado la doctrina de eminentes teólogos que en algunos textos la han afirmado.
  • El teólogo más influyente contra la apocatástasis ha sido san Agustín con su defensa de “la absoluta necesidad de la gracia a causa de la corrupción producida en el ser humano por el pecado original”. La ciudad de los hombres constituye una “masa damnata” destinada a la condenación eterna, de la que Dios saca algunos escogidos predestinados a la salvación.

4. La aniquilación del alma.

  • Excluida la posibilidad de la condenación eterna, sólo hay dos alternativas: la apocatástasis y la aniquilación del alma obstinada en el pecado. Ya conocemos la primera, veamos ahora la segunda posibilidad.
  • La aniquilación obtiene los mismos resultados que la condenación eterna pero sin sus inconvenientes. “La aniquilación del alma no comporta la destrucción de la energía divina que la hizo posible, sino sólo la destrucción de la configuración que tal energía había asumido”. La aniquilación correspondería a “la pena de daño” de la teología tradicional ya que significa la “privación de la realidad ontológica encerrada en el término Dios”. “Sin el Principio Ordenador que lo sostiene, su energía cae presa de la entropía inexorable”; “La energía anónima que queda será reciclada en el carrusel incesante del cosmos”.

5. ¿Apocatástasis o aniquilación?. Existen razones a favor de la apocatástasis, que defiende la salvación universal, y razones a favor de la aniquilación sin una salvación universal. Mancuso prefiere confesar su “incertidumbre respecto a la alternativa entre apocatástasis y muerte del alma”.

Sugerencias para comentar

  • ¿Puede excluirse la condenación eterna con argumentos exegéticos o teológicos? ¿Está clara la enseñanza de Jesús?
  • ¿Qué solución nos parece más aceptable teológicamente: infierno, infierno vacío, apocatástasis, aniquilación?
  • ¿En qué se diferenciaría la apocatástasis del purgatorio?

Selección de textos

Los textos seleccionados para hoy corresponden a los números resaltados del índice del capítulo 8, que se reproducen a continuación. Estos textos no pretenden confirmar nuestro resumen sino más bien completarlo y mostrar sus formulaciones más significativas.

Lo mejor es disponer del texto completo. Los textos seleccionados como antología han sido extraídos del libro de Vito Mancuso, El alma y su destino, Editorial Tirant lo Blanch, con autorización del editor para su publicación en ATRIO.org.

8 INFIERNO

    87. La posibilidad de condenación
    88. El único pecado verdadero
    89. Tres posibles caminos
    90. Apocatástasis contra la condenación eterna
    91. Orígenes o el teocentrismo riguroso

    92. La incomprensión de Agustín

    93. La condena de la apocatástasis por parte de la Iglesia
    94. La apocatástasis en la teología protestante contemporánea
    95. La apocatástasis en la teología ortodoxa contemporánea
    96. La apocatástasis en la teología católica contemporánea
    97. La sana incoherencia del Magisterio

    98. Agustín y su insostenible herencia

    99. La doctrina de la Iglesia
    100. Eternidad del infierno = derrota del plan divino
    101. Eternidad del infierno = una imagen de Dios poco evangélica
    102. Eternidad del infierno = incapacidad de pensar la verdadera beatitud
    103. Eternidad del infierno = imposibilidad lógica
    104. Sobre el diablo
    105. ¿Aniquilación o apocatástasis?

    106. A favor de la aniquilación

    107. A favor de la apocatástasis
    108. Frente a la antinomia
    109. Síntesis final

91. Orígenes o el teocentrismo riguroso

Orígenes sostiene la apocatástasis en su obra maestra especulativa, Peri archon, más conocida por su nombre latino, De Principiis, que publicó en el 220 a la edad de 35 años. También para él, como para los estoicos, el pensamiento de la apocatástasis brota de una necesidad principalmente teológica. Él se sitúa con el pensamiento «en el fin del mundo, cuando Dios será todo en todos», como dice citando a san Pablo en 1 Corintios15, 28, con la finalidad de comprender cómo puede ser posible la deificación de toda criatura de la que habla el apóstol. En De Principiis III 6, el párrafo que más explícitamente concierne al tratamiento del fin del mundo y que contiene la formulación más radical sobre la apocatástasis con la inclusión del mundo demoníaco, el principio neotestamentario «Dios todo en todos» reaparece unas seis veces y constituye el faro en torno al cual navega todo el razonamiento. Es decisivo notar que el punto sostenido por Orígenes no es la misericordia de Dios, como interpretará Agustín casi dos siglos después en su «disputa pacífica con aquellos de entre los nuestros que por espíritu de misericordia no quieren creer que las penas serán eternas». El punto es más bien la definitiva soberanía de Dios sobre la totalidad del ser. El problema no es antropológico, es decir, cómo será posible que todos los hombres se salven, sino netamente teológico, o sea, cómo será posible que Dios pueda ser verdaderamente Dios, o sea, soberano y señor sobre cada mínimo aspecto del ser, visto que, escribe Orígenes, «ha hecho todas las cosas para que existan y lo que ha sido hecho para existir no puede no-existir». Todas las cosas incluye también al diablo, que para Orígenes se convertirá y será reintegrado, y con él obviamente todos los condenados.

98 Agustín y su insostenible herencia

Cuando Agustín escribe sus obras maestras, Confesiones, De Trinitate, De civitate Dei, está fascinado por una única gran idea teológica en torno a la cual hace girar todo, la idea de la absoluta necesidad de la gracia a causa de la corrupción producida en el ser humano por el pecado original. Las dos ciudades no son más que símbolos de dos realidades, netamente contrapuestas: el pecado que domina la ciudad de los hombres y la gracia de la ciudad de Dios. La ciudad de los hombres, corrompida por el pecado, constituye una única masa destinada a la condenación eterna, de la que no puede venir nada que sea válido a los ojos de Dios. Es como un río cuya fuente está contaminada, que sólo podrá tener siempre y en todas partes agua mala. La expresión massa perditionis o massa damnata para designar a todos los no bautizados recurre frecuentemente en Agustín. En el sitio dedicado a sus obras(www.augustinus.it, donde pueden consultarse también en español), el buscador enumera 14 obras donde reaparece la expresión, bastante más de una vez en cada obra. Dos conocidos estudiosos como Vittorino Grossi y Bernard Sesboüé, reconociendo como imprescindible la teología de Agustín, no dudan en hablar de un «fallo en su pensamiento: que parece no haber podido pensar que la gracia seguiría siendo gracia aunque hubiera sido ofrecida a todos». Todavía más crítico es el monje benedictino Evangelista Vilanova quien, en su historia de la teología, escribe que Agustín «ha introducido en la fe cristiana el dualismo maniqueo» y su «pesimismo universal es una posición indefendible».

106 A favor de la aniquilación

La teoría de la disolución del alma, que excluye la eternidad del infierno, no pretende en modo alguno negar la terrible seriedad de aquello que el infierno simboliza. La perdición eterna y la disolución definitiva de la personalidad son absolutamente reales. Como la existencia de la luz contiene la posibilidad de su ausencia que son las tinieblas, así la existencia de la perfección del ser en la eternidad contiene la posibilidad de su ausencia, o sea, la nada simbolizada por el infierno. Si el alma se niega conscientemente a cumplir el mismo trabajo del Principio Ordenador no vivirá, será disuelta para siempre en sus elementos constitutivos para confluir en el flujo anónimo del ser natural sin nombre. Esta posibilidad es terriblemente real y es lo que las religiones, cada una a su modo, llaman infierno. El Bhagavad Gita habla del infierno(naraka) como del inevitable destino ligado al desorden familiar. El budismo conoce más infiernos, el más profundo de los cuales se llamaavici. La tradición judía habla de la gehenna, lugar identificado con otro del que hablaba Isaías para los cadáveres de quienes se han rebelado contra Dios: «Su gusano no morirá, su fuego no se apagará y serán un horror para toda la humanidad» (Isaías 66, 24) y que retoma como suyo Jesús (aparece siete veces en el evangelio de Mateo). El islam recupera el término gehenna trasformándolo en el árabe gahannam, del que están llenas las páginas del Corán, sin contar con sus numerosísimos sinónimos.




lunes, 27 de julio de 2009

GENERACIÓN NI-NI

Rafael Padilla

Entre las muchas consecuencias de la crisis, hay una, quizá no la más espectacular, que determinará el mundo que surja después del naufragio. Me refiero, por supuesto, al impacto que el desmoronamiento de los esquemas sociales, económicos y laborales está produciendo en nuestra juventud, por otra parte tan protegida y, por ende, tan frágil y vulnerable. En una reciente encuesta de Metroscopia, aparecía un dato revelador de los estragos que las nuevas circunstancias están ya provocando en ese sector de la sociedad: el 54% de los españoles situados entre los 18 y los 34 años dicen no tener proyecto alguno por el que sentirse especialmente interesado o ilusionado. Se trata, parece, de una apatía creciente que encuentra otra clarísima manifestación en un fenómeno descrito por los sociólogos: está avanzando también un modelo de actitud juvenil que se caracteriza por el simultáneo rechazo a estudiar y a trabajar. La generación de los ni-ni -que así ha sido bautizada- ha perdido todo aliciente por el estudio (una apuesta que suele no conducir a nada) y, rompiendo la disyuntiva clásica, tampoco percibe una salida posible (en verdad no lo es) en su inserción en el mercado de trabajo.


Hay sin duda otras, pero la causa que entiendo decisiva para ese desánimo tan extendido se concreta en que, por primera vez desde la Revolución francesa, existe un riesgo cierto de descenso social. La calidad de vida de nuestros hijos será seguramente bastante peor que la nuestra. A ellos les corresponderá sufrir la resaca de un bienestar que, alcanzado su cenit, no podrá sino deteriorarse paulatinamente y retroceder.

Testigos fascinados de un tiempo otrora opulento (aún hoy el 80% de los jóvenes se declaran satisfechos), intuyen ahora el pánico de un futuro sin perspectivas, sin horizontes igualables a la bonanza que se les escapa. Nace de este modo un prematuro desengaño que multiplica sus síntomas: el alargamiento de la adolescencia, al calor de familias que probablemente pronto tampoco podrán prolongar el asilo; la comprobación de que el mileurismo -tenido falsamente por transitorio- se perpetúa, ahogando toda esperanza de progreso personal; el auge de un "presentismo" que les mantiene en el permanente "aquí y ahora", temerosos de cualquier compromiso, indefinidos e indiferentes, suspendidos en el instante, confiados absurdamente en un tancredismo que no les amparará de nada.

Ni me irritan, ni les envidio. Tienen por delante el gigantesco reto de desaprender, de averiguar, contra su experiencia, que el futuro, aquí o donde se halle, ha de ganarse con sacrificio y esfuerzo, de recobrar el sentido del deber y de volver a percibir que, incluso en las penurias, siempre asoma una luz por la que merece la pena aventurarse. Ojalá que por una vez nosotros, los últimos afortunados, seamos capaces, más allá de reproches injustos e hipócritas, de encauzarles, animarles y acompañarles.




sábado, 25 de julio de 2009

A LA IGLESIA DE HONDURAS Y AL CARDENAL OSCAR ANDRÉS RODRÍGUEZ

Adolfo Pérez Esquivel

El golpe de Estado en Honduras, desatado por la dictadura militar y sus cómplices, trajo muerte, cientos de detenidos, periodistas perseguidos y apresados, confiscados sus equipos y violado los derechos humanos.
Esta situación lleva a preguntarle al Cardenal Rodríguez, al dictador Micheletti y sus secuaces: ¿Es esto lo que esperaban? ¿Asesinar a personas indefensas, suspender las garantías constitucionales del pueblo, apresar y reprimir a quienes reclaman sus derechos y la restitución del presidente Zelaya en sus funciones?

Cardenal Oscar Andrés Rodríguez: el camino que has elegido de ser cómplice de la dictadura militar, no es el camino del Evangelio. No puedes estar en contra de tu pueblo y permitir la violencia y represión que, en nombre de la supuesta seguridad y del derecho, comete graves violaciones, precisamente, de los derechos humanos.

El pastor que abandona sus ovejas y permite las atrocidades y apoya la dictadura para defender sus intereses económicos y políticos, no es digno de ser reconocido como Pastor de Cristo y por su pueblo.

En América Latina tenemos una larga y dolorosa historia de dictaduras militares y complicidades de jerarquías eclesiásticas, que estuvieron al servicio de la opresión y fueron cómplices de la muerte y desaparición de personas, de torturas, para imponer el terrorismo de Estado.

Lamentablemente esa actitud continúa en varios países, como el comportamiento del Cardenal Terrazas en Bolivia, que se alió y apoyó a los golpistas para intentar derrocar al Presidente Evo Morales.

En Venezuela la Jerarquía eclesiástica apoyó el golpe militar contra el Presidente Hugo Chávez.

Escuché tus declaraciones contra el presidente venezolano. Tienes el derecho de disentir, pero no el de difamar. Nunca escuché tus declaraciones para condenar la intervención de Estados Unidos, en tu país y el continente, o sobre las atrocidades cometidas en Colombia y la incursión armada contra el pueblo hermano del Ecuador.

Gracias a Dios, hay signos de esperanza y horizontes de vida y dignidad, de hermanos y hermanas que fieles al Evangelio y a su pueblo, se comprometen y luchan por un mundo más justo y humano y muchos de ellos dieron su vida para dar Vida; son los mártires de la iglesia que nos enseña a seguir el camino de Cristo. ¿Recuerdas a nuestro hermano Monseñor Romero, en El Salvador?

Bien sabes que Honduras es un país con un largo historial de intervenciones de EE.UU. apoyado por grupos económicos, políticos y eclesiásticos. Hoy esos mismos grupos de poder, con la complicidad del embajador de los EE.UU. en Honduras, quien confiesa que estuvo reunido con los golpistas, se oponen a las reformas que propuso el Presidente Zelaya y deciden dar el golpe de Estado para negar la Consulta Popular.

¿A que le tienes miedo hermano Rodríguez?- ¿A tus propios miedos? ¿A la Consulta Popular para que el pueblo decida el camino a seguir? ¿Tienes miedo a los pobres, que participen y quieran adherir al ALBA y no someterse al TLC que es mayor dependencia de los EE.UU. y que esa decisión afecte los intereses económicos de aquellos que siempre oprimieron al pueblo hondureño?

Recuerda que Honduras tiene el 70 % de la población en la pobreza y el 58% bajo el nivel de pobreza, situación provocada por la injusticia social y estructural. Al recurrir a la violencia contra el pueblo para sostener la situación de injusticia estructural y social, la situación se les ha vuelto incontrolable. Están como el “aprendiz de hechicero”, ya no saben cómo pararla.

La comunidad internacional les reclama el inmediato regreso del presidente Zelaya. La OEA, la ONU, sectores sociales, políticos y religiosos, como los Obispos de Brasil, Don Pedro Casaldáliga y Demetrio Valentín, reclaman la vuelta a la legalidad y respetar la voluntad del pueblo.

Escucha la voz del obispo de Copán, de tu tierra, las miles de voces de todo el continente y el mundo, que rechazan la dictadura.

Si el presidente Zelaya cometió un delito, o cualquier falta, el país tiene la Constitución Nacional y las leyes vigentes para determinar su responsabilidad. Pero ustedes impiden aplicar la ley y recurren al golpe de Estado. Y pretenden disfrazar sus crímenes con palabras vaciadas de contenido.

Hablan del Derecho y de la Constitución, de la dignidad humana y los violan y contaminan, y responden reprimiendo al pueblo, provocando muertes y heridos.

¿Por qué tantas contradicciones y falta de valores? ¿Qué tienen que ver esas atrocidades con el mensaje de Cristo? Espero que en tus oraciones Dios te guíe e ilumine, porque estás perdido en la maraña de la incertidumbre. ¿Hasta cuándo piensas seguir de inquisidor, apoyando a los verdugos que implantaron el terror y asumieron el poder en tu tierra?

¿Tienes conciencia que el golpe de Estado en Honduras, es un peligro para la democracia en el continente? El pueblo tiene derecho a la resistencia frente a las injusticias, a no cooperar con los opresores, a desconocer a quienes usurparon el poder. Y los gobiernos y pueblos latinoamericanos tienen la responsabilidad de desconocer a un gobierno ilegítimo y represor.

Muchos años de lucha y sufrimiento implantado por las dictaduras en todo el continente nos enseñaron en el dolor, que es preferible morir como hombres y mujeres libres, que vivir como esclavos. Porque la esperanza siempre nos muestra un nuevo amanecer para la vida y dignidad de nuestros pueblos.

Hay que resistir en la esperanza, hermano Rodríguez, y esa esperanza está caminando junto a los pueblos y nunca en el camino de los opresores. Tienes que optar, como hombre y como pastor: servir a Dios y a tu pueblo, o servir a los opresores y poderes de turno. Son muchos las preguntas. Tú tienes la respuesta.

“Sólo la Verdad nos hará libres”. Que el Dios de la Vida te guíe e ilumine y en su Paz y Bien.

* Escritor - Premio Nobel da Paz



jueves, 23 de julio de 2009

CURSO SOBRE EL ALMA Y SU DESTINO - 6 Y 7

Capítulos 6 y 7: Muerte, juicio, cielo

En el capítulo 6 inicia Mancuso unas reflexiones sobre los novísimos. Con este término se designa en teología a las realidades últimas: muerte, juicio, cielo, infierno, purgatorio, parusía y juicio final.

1. Respecto a la muerte, en general tanto cristianos como no cristianos piensan que es un mal. San Pablo afirma expresamente “por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte”, aunque algunos textos del Antiguo Testamento suponen que ha sido Dios quien ha creado la muerte.

El autor distingue entre la muerte como fin de la vida terrena y la muerte como destrucción definitiva de la personalidad (”la muerte segunda”). En el primer sentido, la muerte corresponde a “la lógica del ser del mundo” y es algo positivo. La muerte no es consecuencia del pecado, ya existía millones de años antes que Adán y es consecuencia de la cadena alimentaria.

San Pablo considera a la muerte como el último enemigo, pero sólo es enemigo del hombre no educado espiritualmente. Según las grades religiones y filosofías, el hombre sabio -que ha trabajado su espíritu- no teme a la muerte, está abierto al verdadero ser, a lo eterno. “El hecho de que sin duda moriremos significa que seguramente la lógica que gobierna el cosmos tomará posesión de nuestro más íntimo Yo”.

2. El juicio al que será sometida el alma es una creencia universal: pesaje de las almas, según los egipcios, y puente escatológico iraní e islámico.

El criterio último para este juicio será, según unos la fe (dimensión intelectiva), según otros los actos de caridad (dimensión práctica). Según Pascal “si no amas la verdad no se puede conocer”. “La primacía corresponde, pues, a aquella dimensión profunda de nosotros donde pensar y ser son la misma cosa”. (El autor trata de equilibrar las dos tendencias, pero subraya el pensar).

Este juicio no es realizado por alguien exterior sino algo intrínseco a la lógica del ser. Si el ser humano recrea en sí mismo esta lógica, conseguirá como resultado el espíritu, la vida eterna; si no la recrea, no alcanzará este resultado. “La vida eterna la obtendrá quien ya la tiene ahora”. Mancuso tiene que recurrir a la solidaridad y a la orientación inicial del alma para explicar la salvación de quienes no alcanzan el nivel del espíritu.

•3. El cielo es una condición del alma.

En el capítulo 7 , al tratar del cielo, Mancuso cierra el círculo de su teología especulativa.

Hoy en teología se suele hablar del cielo diciendo que es más bien un estado, no un lugar en sentido físico: una condición del alma.

“Hay que saber pensar el ser como espíritu para pensar adecuadamente el cielo”.

Al tratar de la inmortalidad del alma, el autor ha defendido la racionalidad de la hipótesis de que el desarrollo del cosmos, que ha llegado hasta la vida inteligente y moral, prosiga hacia una forma cualitativamente superior “cuya existencia ha sido intuida desde el principio de la inteligencia humana llamándola divina y que se puede pensar como permanencia de la energía personalizada independientemente de la materia de la que proviene”.

Para pensar el ser como espíritu, el autor recurre a la concepción platónica de las Ideas. No es que nosotros tengamos ideas , “son ellas las que nos poseen a nosotros”, las que atraen nuestro comportamiento y modelan nuestra vida. Dios es la Idea subsistente del bien: “Ser, bien, verdad, unidad, belleza resultan la misma cosa” y el hombre la ha expresado con el término Dios.

El alma de un hombre que ha vivido según la idea del bien, permanece en ella después de la muerte. Su libertad pasa del libre albedrío a la verdadera libertad, a la adhesión consciente a la necesidad objetiva del ser.

4. La visión beatífica, el ver a Dios “cara a cara” consiste en la asimilación con Él. Sólo se conoce verdaderamente a una persona identificándose con ella en el amor y la amistad. “Del espíritu no se tienen nociones. El espíritu sólo se conoce de manera integral, implicada personal. ¿Cómo? Haciéndose espíritu”. “La condición para ver a Dios es hacerse semejante a Él”. “Seremos semejantes a Dios porque lo veremos tal cual es (1 Jn 3,2)”

Mancuso considera como la peor herejía “la convicción de que ningún intelecto creado puede ver la esencia de Dios”, herejía sólo semejante a la negación de la encarnación. “Toda la especificidad cristiana está en la ecuación: Encarnación de Dios = Divinización del hombre”.

5. La inmortalidad del alma no es contraria a la resurrección de la carne. El cuerpo es manifestación de la energía, igual que el alma. “Cuerpo y alma son ontológicamente la misma realidad, porque el ser es unitario”. La materia es reducible a la energía y el cuerpo es reducible al alma. El cuerpo es la manifestación espaciotemporal del alma, necesaria para que el alma subsista en este mundo. El cuerpo viene ‘divinizado’, como dice Orígenes, o ‘absorbido por el espíritu, como dice Nicolás de Cusa”.

El dogma de la resurrección de la carne sólo es sostenible en el sentido de permanencia de la personalidad. “Si la sustancia ontológica es la misma para el alma y para el cuerpo, si lo que los distingue es una distinta configuración de la energía, o completamente igualada a la masa (cuerpo), o bien más libre (alma), o del todo liberada (espíritu) de la masa, en el fondo cuerpo y alma son la misma realidad”.

•· Sugerencias para comentar

  • La muerte: ¿es un mal o no lo es?
  • “¿Qué le sucede a una persona justa cuando muere?”.
  • “La verdad del ser es la idea, cada hombre es su idea… La idea que soy yo ha presidido la formación de mi cuerpo a partir del momento en que fui concebido”. “Dios es la idea subsistente del bien”.
  • La inmortalidad del alma es el concepto equivalente a la resurrección de la carne; ambos significan la pervivencia de la persona.
  • La libertad pasa del libre albedrío a la verdadera libertad, a la adhesión consciente a la necesidad objetiva del ser.

Selección de textos

Los textos seleccionados para hoy corresponden a los números resaltados de los índices de los capítulos 6 y 7, que se reproducen a continuación. Estos textos no pretenden confirmar nuestro resumen sino más bien completarlo y mostrar sus formulaciones más significativas.

Lo mejor es disponer del texto completo. Los textos seleccionados como antología han sido extraídos del libro de Vito Mancuso, El alma y su destino, Editorial Tirant lo Blanch, con autorización del editor para su publicación en ATRIO.org.

6 MUERTE Y JUICIO

    68. La muerte: ¿es un mal o no lo es?

    69. El último enemigo

    70. Una precisión obligada

    71. Aprender a morir

    72. El juicio al que será sometida el alma

    73. El criterio del juicio

    74. Un tribunal interior

68. La muerte: ¿es un mal o no lo es?

La muerte terrena juega un papel tan esencial en el desarrollo de la vida que no puede no provenir necesariamente del orden del ser, es decir de Dios, y resultar por eso funcional al bien. ¿Cómo sería posible que la ley suprema que gobierna el mundo, o sea, el devenir que se nutre de la vida y de la muerte, no tenga su origen en el Principio Ordenador? Quien piense que la muerte es expresión del mal asociándola al diablo introduce un contrapoder negativo aunque igualmente poderoso que el divino e independiente de él. Divide al ser en dos. Hay mucho más maniqueísmo del que se piensa en las mentes de muchos contemporáneos, católicos y no católicos, pero si se quiere pensar el ser como unitario (si abrazamos el monoteísmo) es inevitable sostener que el fin de la vida pertenece a la dimensión de lo divino tanto como su inicio; incluso aún más, dada la progresiva espiritualización del viviente.

(…)

También nosotros cuando lanzamos al mundo un hijo, lo condenamos a morir. Esta necesidad de lo negativo, junto al esplendor de la positividad del ser, viene expresada por dos concepciones opuestas de la creación que se encuentran en la Biblia: la clásica mayoritaria que habla de orden y armonía, y esta segunda, trágica y oscura, que habla de desorden y desarmonía y anuncia que Dios, desde el principio, para dar inicio al ser, ha pagado con la sangre de su Hijo: la creación como perfecto trabajo divino y la creación como sacrificio sangriento divino. Estas teologías, ambas presentes en la Biblia, son las dos verdaderas, porque es verdad el orden y es verdad el desorden. Las dos juntas generan la antinomia que guía al mundo y de la que nosotros, aquí y ahora, podemos salir sólo místicamente, no en el sentido de tener extrañas visiones, sino en el sentido de elegir unilateralmente la vida y el bien, cuando por puro y simple cálculo se podría actuar de otra manera. Se eligen por amor. La persona que actúa así disuelve la antinomia en la que ha nacido porque conoce un solo nomos, el bien.


73. El criterio del juicio

La primacía corresponde, pues, a aquella dimensión profunda dentro de nosotros donde pensar y ser son la misma cosa, aquella profundidad que coincide con nuestro Yo, pero que en conjunto es más grande que nuestro Yo, porque, cuando la alcanzamos conscientemente, nuestro pequeño Yo es como transportado más allá de sí mismo, a la dimensión de la verdad objetiva y permanente. Apoyándose en ese punto en el que se toca lo eterno, se hace como el eterno en cuanto se toma conciencia de ser una parte de él: se descubre que Dios y Yo participamos de la misma dimensión del ser. La única posibilidad dada al hombre de salir del espacio y del tiempo es bajar a la profundidad de sí mismo, alcanzando allí la autentica dimensión espiritual. Esta es la sede de la vida feliz o, para usar la clásica terminología teológica, de la vida bienaventurada.

74. Un tribunal interior

¿Quién obtendrá, pues, la vida eterna? La vida eterna la obtendrá quien ya la tiene ahora. Lo eterno no es el futuro, sino el presente, la dimensión más verdadera del tiempo. Quien en el tiempo que le ha sido dado ha alcanzado la forma sobrenatural del ser, cuando muere en el cuerpo, permanece con el alma. La cúspide de su alma, su alma espiritual, sigue viviendo en la dimensión bienaventurada de la vida de la inteligencia del corazón donde ya había entrado, en esa dimensión que Aristóteles llama nous poietikos y que el sumo filósofo califica de «inmortal y eterna» (athanaton kai aidion)28, usualmente traducido como «intelecto activo», pero que puede traducirse también como «espíritu creativo».

———————–

7 CIELO

    75. A partir del orden

    76. El ser como espíritu

    77. Dios como Idea subsistente del bien

    78. El fin de la libertad

    79. La visión beatífica

    80. Asimilados a Dios

    81. La peor de las herejías

    82. Como luminosas notas musicales

    83. La falsa antítesis entre resurrección de la carne

    e inmortalidad de alma

    84. «Dejar a un lado la fantasía»

    85. El mantenimiento de la personalidad

    86. Florenski y Bonhoeffer

75. A partir del orden

Ahora, sin embargo la pregunta es: ¿qué le sucede a una persona justa cuando muere? Se trata de tomar racionalmente en serio la hipótesis de la inmortalidad del alma y de profundizar en ella. Y por eso ¿qué le sucede a una persona justa cuando muere?

Sucede que termina su vida física, pero su vida espiritual no. Mientras todo lo que está ligado a la sola dimensión física desaparece, lo que desde lo físico ha sabido alcanzar la auténtica dimensión espiritual permanece. Si en una persona que muere no hay nada de auténticamente espiritual, nada de ella podrá permanecer. Si en una persona que muere existe una auténtica dimensión espiritual (y no hay nada más espiritual que la justicia, en el sentido fuerte, de un orden moral y sobre todo ontológico), esta dimensión proseguirá su existencia. ¿Dónde? Exactamente en la misma dimensión del ser en la que ya se encuentra, la del espíritu. Hay que saber pensar el ser como espíritu para pensar adecuadamente el cielo. ¿Pero cómo se piensa el espíritu?

76. El ser como espíritu

El hombre es lo que piensa, en el sentido integral del ideal que atrae su energía y modela sus comportamientos. La verdad del ser es la idea, cada hombre es su idea. Se comprende también a nivel físico. La idea que soy yo ha presidido la formación de mi cuerpo a partir del momento en que fui concebido, cuando el espermatozoide de mi padre penetró en el óvulo de mi madre formándome como cigoto, todavía gobierna mi cuerpo en esta mitad de la vida y lo regirá hasta el fin de mis días terrenos, ininterrumpidamente. Todo está ordenado según un proceso biológico que a partir de las células forma los órganos y sus complejísimas conexiones, y antes todavía según un proceso fisicoquímico que de las ondas-partículas subnucleares forma los átomos y luego las moléculas, pero también según un proceso espiritual que de las imágenes de la mente forma los pensamientos y de ellos las creaciones libres de la inteligencia. Y mientras los procesos físicos, químicos y biológicos alcanzan su punto más alto y luego decaen, el proceso del enriquecimiento espiritual puede no tener fin, es más, los días otoñales de la vejez parecen ser los más adecuados al respecto, si es verdad que «apenas en su edad última puede llegar el hombre a lo perfecto en la especulación científica; y entonces, para la mayoría, poco queda de vida», como decía santo Tomás de Aquino (quien sin embargo murió con sólo 49 años)[1].

La idea que ha puesto y sigue poniendo orden entre los mil componentes en que se expresa la cantidad de energía que soy yo, constituye mi verdadera identidad, porque consiente que yo sea siempre yo mismo no obstante mude continuamente la materia de la que estoy compuesto. Si desde el principio de mi vida ni siquiera una célula ha permanecido la misma, yo he sido siempre de todos modos yo y todavía ahora puedo verme niño y alegrarme con las raras caricias recibidas entonces de mi padre. Cuando el pensamiento menciona el término ideahablamos de esta realidad que permanece firme en medio de la corriente del llegar a ser.

83. La falsa antítesis entre resurrección de la carne e inmortalidad del alma

El problema es que esta bifurcación dualista en el interior del ser hoy muestra su inconsistencia. Así como la materia no es una sustancia diferente de la energía, tampoco el cuerpo es una sustancia diferente del alma. Así como la materia es una manifestación de la realidad fundamental que es la energía, igualmente el cuerpo es una manifestación de la realidad fundamental que, a nivel antropológico, es el alma. La energía es el fundamento de la materia, el alma es el fundamento del cuerpo, forma corporis dice justamente el dogma.

La energía no se crea ni se destruye, la materia se crea y se destruye continuamente. Pero la energía en estado puro no existe en nuestro mundo, existe siempre y solamente a través de un soporte material. Lo mismo debe decirse de la relación alma-cuerpo: el cuerpo es una configuración del alma, sin el cual el alma, en esta dimensión del ser, no puede existir.

28 Aristóteles, De anima, III, 5; 430 A 25; ed. es. Acerca del alma, tr. de Tomás Calvo, Gredos, Madrid 2000.

[1] Tomás de Aquino, Suma contra los Gentiles, (tomo II) III, 48, trad. de Jesús Mª Pla Castellano, BAC, Madrid 1953, p. 199.




miércoles, 22 de julio de 2009

AL PAPA LE HACE FALTA UN POCO DE MARXISMO

| Leonardo Boff |

La nueva encíclica de Benedicto XVI Caritas in Veritate del 7 de julio último es una toma de posición de la Iglesia ante la crisis actual. El conjunto de las crisis que afectan a la humanidad y que conllevan amenazas severas sobre el sistema de la vida y su futuro, pediría un texto profético, cargado de urgencia. Pero no ha sido eso lo que hemos recibido sino una larga y detallada reflexión sobre la mayoría de los problemas actuales, que van desde la crisis económica al turismo, de la biotecnología a la crisis ambiental, y proyecciones sobre un Gobierno mundial de la globalización. El género no es profético, «el cual supondría un análisis concreto de una situación concreta» que posibilitaría emitir un juicio sobre los problemas a la vista en forma de denuncia-anuncio. Pero no está en la naturaleza de este papa ser profeta. Él es un doctor y un maestro. Elabora el discurso oficial del Magisterio, cuya perspectiva no viene de abajo, de la vida real y conflictiva, sino de arriba, de la doctrina ortodoxa que esfuma las contradicciones y minimiza los conflictos. La tónica dominante no es la del análisis, sino la de la ética, la de lo que deber ser.

Como no analiza la realidad actual, extremadamente compleja, el discurso magisterial permanece principista, equilibrista y se define por su indefinición. El subtexto del texto, lo no dicho en lo dicho, remite a una inocencia teórica que inconscientemente asume la ideología funcional de la sociedad dominante. Se nota ya al abordar el tema central ―el desarrollo― tan criticado hoy por no tener en cuenta los limites ecológicos de la Tierra. De esto la encíclica no dice nada. Su visión es que el sistema mundial se presenta fundamentalmente correcto. Lo que existen son disfunciones, no contradicciones. Ese diagnóstico sugiere la siguiente terapia, semejante a la del G-20: rectificaciones y no cambios, mejorías y no cambio de paradigma, reformas y no liberaciones. Es el imperativo del maestro: «corrección»; no el del profeta: «conversión».

Al leer el texto, largo y pesado, acabamos pensando: ¡qué bien le vendría al papa actual un poco de marxismo! Éste, a partir de los oprimidos, tiene el mérito de desenmascarar las oposiciones presentes en el sistema actual, sacar a la luz los conflictos de poder y denunciar la voracidad incontenida de la sociedad de mercado, competitiva, consumista, nada cooperativa e injusta. Ella representa un pecado social y estructural que sacrifica millones en el altar de la producción para el consumo ilimitado. Esto debería denunciarlo proféticamente el papa. Pero no lo hace.

El texto del Magisterio, olímpicamente por fuera y por encima de la situación conflictiva actual, no es ideológicamente «neutro» como pretende. Es un discurso reproductor del sistema imperante, que hace sufrir a todos especialmente a los pobres. No es cuestión de que Benedicto XVI lo quiera o no lo quiera, sino de la lógica estructural de su discurso magisterial. Por renunciar a un análisis crítico serio, paga un alto precio en ineficacia teórica y práctica. No innova, repite.

Y ahí pierde una enorme oportunidad de dirigirse a la humanidad en un momento dramático de la historia, a partir del capital simbólico de transformación y de esperanza contenido en el mensaje cristiano. Este papa no valora el nuevo cielo y la nueva Tierra, que pueden ser anticipados por las prácticas humanas, solamente conoce esta vida decadente, y por sí misma insostenible (su pesimismo cultural), y la vida eterna y el cielo que vendrán. Se aleja así del gran mensaje bíblico que tiene consecuencias políticas revolucionarias al afirmar que la utopía terminal del Reino de la justicia, del amor y de la libertad sólo será real en la medida en que se construyan y se anticipen, en los límites del espacio y del tiempo histórico, tales bienes entre nosotros.

Curiosamente, haciendo abstracción de nociones fideístas recurrentes («sólo a través de la caridad cristiana es posible el desarrollo integral»), cuando se «olvida» del tono magisterial en la parte final de la encíclica, habla de cosas sensatas como la reforma de la ONU, la nueva arquitectura económico-financiera internacional, el concepto de Bien Común del Globo y la inclusión relacional de la familia humana.

Parafraseando a Nietzsche: «¿cuánto análisis crítico es capaz de incorporar el Magisterio de la Iglesia?»




lunes, 20 de julio de 2009

LA CRISIS DE HONDURAS

COMUNICADO DE LA DIÓCESIS DE TRUJILLO

AL PUEBLO HONDUREÑO ANTE LA CRISIS POLÍTICA Y SOCIAL QUE VIVIMOS EN HONDURAS

Por tanto, tomen las armas de Dios para poder resistir el día funesto y permanecer firmes a pesar de todo. Cíñanse con el cinturón de la verdad, vistan la coraza de la justicia, calcen las sandalias del celo para propagar la Buena Noticia de la paz.”. (Ef. 6, 13-15)

Como Diócesis, que históricamente ha hecho una opción preferencial por los pobres, deseamos compartir estos pensamientos como una búsqueda de la VERDAD, tan necesaria para deponer ciertas actitudes intransigentes y para facilitar el diálogo que todos debemos ejercitar en función de la realización del bien común.

A.- ANTECEDENTES DE LA CRISIS.-

1.- ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

La presente crisis es el resultado de una serie de violaciones de la Constitución y de las leyes que se han dado en las últimas décadas propiciadas por la clase política y a veces forzadas por los grupos de poder económico. Hay un concepto que resume todas estas actitudes: CORRUPCIÓN. En nuestra Diócesis de Trujillo, esta corrupción ha favorecido todas las consecuencias negativas que provoca el problema, nunca resuelto, de la tenencia de la tierra. Como ejemplos: las tierras del antiguo Centro Regional de Entrenamiento Militar (CREM), la pérdida de vidas humanas del Movimiento Campesino del Valle de Sico-Paulaya, las amenazas al pueblo Garífuna para expropiarles sus tierras y el acaparamiento de las mejores tierras en pocas manos. Esta realidad desata la desigualdad y la violencia en nuestra zona. Además, la presencia del narcotráfico ha deteriorado seriamente la vida de la población y ha adquirido fuerza como para temer que Honduras se convierta en un narco-estado.

2.- ANTECEDENTES CERCANOS.

Los acontecimientos del 28 de junio son el resultado de una serie de desencuentros del poder Ejecutivo en relación con el poder Legislativo y el poder Judicial, y de las acciones realizadas por el señor José Manuel Zelaya contra las decisiones de la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal Supremo Electoral. También son consecuencia de que no exista en Honduras el Tribunal Constitucional que dirima en los enfrentamientos que se puedan dar entre los tres poderes del Estado.

Sin embargo, condenamos la expatriación llevada a cabo por las Fuerzas Armadas contra el señor José Manuel Zelaya porque atenta contra la Constitución de la República y los derechos del ciudadano Zelaya. Igualmente condenamos las actitudes dictatoriales que se han impuesto a la población: violación de la libertad de prensa y manipulación de los medios de comunicación, corte de la energía eléctrica, restricción de garantías individuales, etc. porque igualmente atentan contra la Constitución de la República y los derechos de los ciudadanos.

La interpretación de la legalidad o ilegalidad de estos hechos ha dividido al pueblo hondureño. También nos tiene divididos la manera distinta de concebir la democracia, de opinar sobre la necesidad o no de reformar la Constitución o de elaborar una nueva. Actitudes antagónicas, que no deberíamos convertir en irreconciliables, y que no deben permitir el desgarre de la unidad de los hondureños.

B.- ACTITUDES QUE HAN FAVORECIDO LA CRISIS.-

1. La mayoría de la población ha dejado de creer en las autoridades por el grado de corrupción con que actúan o que, simplemente, permiten.

La falta de un verdadero liderazgo político es preocupante; y en esta situación, el populismo del señor Zelaya ha tenido un efecto impactante en buena parte del pueblo. Las medidas populistas no siempre son para el beneficio directo del pueblo. En muchos casos hacen que el gobernante, en vez de acercarse al pueblo para favorecerlo, se sirve del pueblo para salir favorecido él.

2. No existe en la clase política, en general, la voluntad de enfrentar los graves problemas que abaten a la población, sobre todo a los más pobres.

3. Desde su aprobación en 1982, la Constitución ha sido violada en muchas ocasiones, y ni los órganos del Estado que deben evitarlo ni el pueblo han actuado en su defensa. Pero en los últimos años la conciencia ciudadana ha ido cambiando a favor del respeto a la misma y el derecho a una participación real en la vida democrática, como lo demuestran las manifestaciones de estos días.

4. La crisis económica ha impactado inevitablemente a Honduras. Sin embargo ni el gobierno diseñó un plan estratégico para enfrentarla ni los grupos de poder económico estuvieron dispuestos a sacrificar sus ganancias. La actual crisis política hundirá aún más nuestra frágil economía.

C.- LECCIONES QUE DEBEMOS APRENDER.-

1ª.- EL DIÁLOGO:

Una vez superados los primeros enfrentamientos entre partidarios del regreso al poder del señor Zelaya y los que se oponen a ello, las manifestaciones han ido transcurriendo con mayor orden. Y sólo desde ese clima será posible dialogar. No es posible dialogar cuando una parte actúa con violencia. Tampoco el diálogo ha de quedar condicionado por el número de personas que hay en cada lado y por sus intereses ocultos. Cuando se busca la VERDAD, ésta no habita exclusivamente en un grupo y, a veces, ni siquiera habita en el lado en el que hay más personas. De la capacidad de dialogar a todos los niveles dependerá la forma en que superemos la actual crisis y las consecuencias que nos dejará para el futuro.

2ª.- EL VALOR DE LA CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES:

Un punto de coincidencia en toda la población es la necesidad de respetar la Constitución y de no permitir que sea violada. En el año 2004 el Congreso Nacional de la República eliminó toda clase de inmunidad ante la ley. La crisis actual también nos deja la lección de la necesidad y el derecho que tiene el pueblo a participar en la elaboración de las leyes por las que deberá regirse y no sólo la obligación de cumplirlas. Como afirma Jesucristo: “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado” (Mc 2, 27). El ser humano no ha sido creado para cumplir leyes; las leyes están al servicio de la dignidad del ser humano.

3ª.- LA CONCIENCIA CIUDADANA:

La crisis también nos deja la lección de que la creciente conciencia ciudadana es una fuerza que ni los partidos políticos ni los gobernantes habían valorado. Esta conciencia de la ciudadanía nos ha recordado que nos corresponde a todos nosotros resolver los problemas de nuestra patria. Hemos comprobado que la intervención de otros países no ha logrado ser ni objetiva ni desinteresada. Aceptamos que somos parte de la comunidad internacional, sin embargo los hondureños somos conscientes de que debemos ser los protagonistas de nuestro propio futuro.

4ª.- LA VERDADERA FORTALEZA DE LA DEMOCRACIA:

El artículo 5º de la Constitución de la República dice: “El Gobierno debe sustentarse en el principio de la democracia participativa del cual se deriva la integración nacional, que implica participación de todos los sectores políticos en la administración pública, a fin de asegurar y fortalecer el progreso de Honduras basado en la estabilidad política y en la conciliación nacional.”

La presente crisis ha de convertirse en la oportunidad de ir haciendo realidad el principio de la democracia real y participativa, superando una democracia únicamente electorera, formal y representativa.

5ª.- LOS MEDIOS DE COMUNCACION SOCIAL:

La información imparcial y objetiva es un medio necesario para acercarse a la VERDAD. Últimamente hemos asistido a la parcialización de las noticias, a la represión y censura de algunos medios de comunicación y a la suspensión del derecho de expresión. No es ese el camino para entendernos y poder dialogar.

D.- PROPUESTAS.-

a) Es urgente elaborar un Plan de Nación, fruto de un consenso nacional, que incluya un pacto social. Hacia esto deben encaminarse los esfuerzos del gobierno y de todas sus instituciones, así como la sociedad civil organizada. El diálogo que facilite este Plan de Nación ha de ser transparente y dado a conocer a toda la población.

b) Es necesario entrar en un proceso legal donde el pueblo pueda ser consultado acerca de las posibles y necesarias reformas a la Constitución, para que la participación ciudadana sea real en nuestra democracia. Debería ser condición indispensable de todos los candidatos a las próximas elecciones, incluso si éstas se adelantan, declarar sus intenciones con respecto a propiciar este proceso que debería iniciarse durante el primer año del próximo gobierno.

c) Será garantía para el futuro de la Nación que las instituciones del Estado a quienes les corresponde, investiguen si existen actos de corrupción tanto en el gobierno del señor Zelaya como en los gobiernos anteriores, así como en las instituciones estatales, a fin de deducir responsabilidades.

d) Nuestras energías no deberían gastarse en la batalla sobre si vuelve o no como presidente el señor Zelaya o si se va o no el señor Micheletti, sino en construir otra Honduras, y esto sólo lo lograremos si la ciudadanía y la clase política empezamos a compartir una visión de país que sea para el bien de todos, y ejerzamos el derecho moral a vetar a tantos dirigentes y políticos corruptos.

E.- EXHORTACIÓN.-

Todo viene de Dios que nos ha reconciliado consigo mismo por medio de Cristo y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación (2 Cor 5, 18)

Exhortamos al pueblo hondureño a deponer actitudes de rechazo y a aceptar caminos de RECONCILIACION. La reconciliación no significa dejar de aplicar la justicia o renunciar a la búsqueda y defensa de lo que creemos como VERDAD. La reconciliación consiste en poderse sentar alrededor de la misma mesa para seguir encontrando caminos por los que transitar, como hermanos y compatriotas, hacia un futuro mejor para todos.

Exhortamos a la población de nuestra Diócesis de Trujillo, en los Departamentos de Colón y Gracias a Dios a no encerrarse en la obsesión por una persona, partido político o ideología, sino a luchar por nuestros verdaderos problemas:

- Mejorar la calidad de la educación.

- Conciliar posturas en la búsqueda de soluciones sobre la tenencia de la tierra.

- Dialogar con el gobierno sobre la necesidad de mejorar las vías de comunicación.

- Exigir al gobierno un plan para el desarrollo cultural, económico y social de La Moskitia.

- Que las autoridades correspondientes garanticen la seguridad de los ciudadanos y actúen de acuerdo a la ley para impedir la presencia del narcotráfico en la región.

- Que se revierta el problema de la deforestación en nuestros departamentos no sólo decomisando madera ya cortada sino impidiendo la tala de nuestras reservas forestales y la destrucción del medio ambiente.

Recordamos al pueblo cristiano la necesidad de orar siempre y en todo momento, para que el Señor nos conceda la gracia de ser agentes de concordia, paz y unidad.

“El amor - caridad – es la fuerza extraordinaria que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y la paz”

(“La caridad en la verdad”, Benedicto XVI, junio 2009)

Dado en la Ciudad de Trujillo, a los once días del mes de Julio del 2009

Presbiterio Ampliado, Diócesis de Trujillo, Honduras.