domingo, 30 de octubre de 2011

¿QUIÉN HA VOTADO AL BANCO MUNDIAL?

Adoración Guaman

Hoy no me quito de la cabeza la imagen del presidente de Ecuador, Rafael Correa, en su particular ejercicio de rebeldía frente al Banco Mundial. Algunos medios de comunicación califican de desplante que un Presidente decida no escuchar a un organismo internacional. Sin embargo, la decisión de Correa no es un desplante, es un acto de dignidad frente a un organismo ilegítimo, ilegítimo porque con sus decisiones, en coordinación con el Fondo Monetario Internacional, ha desangrado a su país y condenado a la pobreza a sus ciudadanos. Correa sabía bien que al levantarse estaba manifestando el sentir de los millones de ecuatorianos que han sufrido las consecuencias de las políticas de ajuste que el BM les ha venido recetando, cual un Dr. Muerte, durante años.

No exagero con la comparación. Según los datos de la CEPAL de 2007, un 42.6 % de los habitantes de Ecuador vivían bajo el nivel de pobreza y un 16% en extrema pobreza, especialmente, claro, en zonas rurales. Ante esta situación, al entrar en el gobierno en enero de 2007, la lucha contra la desigualdad y por el bienestar inmediato de los ciudadanos fue el objetivo fundamental de la política de Rafael Correa, apoyado en un cuestionamiento continuo y directo del orden económico internacional creado y sostenido por los organismos multilaterales de crédito.

Al levantarse de la reunión Correa planteaba de nuevo esa resistencia o desobediencia frente a decisiones y entidades que él considera ilegitimas. La legitimidad de las políticas y de los que las implementan puede medirse por dos parámetros. El primero, es la participación de los destinatarios en la gestación y realización de las políticas públicas y en la elección del gestor; el segundo son los resultados respecto del bienestar del conjunto de ciudadanos. Apliquemos ambos parámetros al caso concreto, comenzando por el presidente Correa y su gestión.

La Constitución de la República del Ecuador es un ejemplo de democracia participativa, de empoderamiento ciudadano, integrándose la participación como eje vertebrador de la vida política de la República. El presidente Correa ha sido elegido dos veces, la primera en noviembre de 2006, momento en el que tuve la oportunidad de participar como Observadora Electoral en la plasmación del proceso de desbordamiento de la indignación de las clases subalternas ecuatorianas. Posteriormente, tras un proceso constituyente y la aprobación de una nueva Constitución, Correa fue elegido de nuevo, esta vez en primera vuelta con un 51,99 % de los votos, algo inédito en la historia política ecuatoriana.

Es bien cierto que la gestión gestión de Correa ha tenido momentos de tensiones, podríamos decir que consustanciales a todo proceso de transormación social y política, pero los datos demuestran claramente que las políticas desarrolladas por Correa en sus casi cinco años de mandato han sido beneficiosas para aumentar el bienestar de la mayoría de los ciudadanos ecuatorianos. Los logros en política social, infraestructuras, reducción de la pobreza, universalización del acceso a la salud y la educación son incuestionables. La fuerte apuesta por la inversión pública, en sentido contrario a las directrices de los organismos económicos internacionales, se ha plasmado en resultados positivos respecto de generación de empleo (el desempleo ha caído en un 6%) y disminución de la desigualdad (que ha bajado en un 4.8%), tal y como certifica la reducción del coeficiente de Gini durante el último año.

Aplicar estos dos parámetros al Banco Mundial es difícil. El Banco Mundial funciona como una cooperativa en la que sus 187 países miembros son accionistas. Esos accionistas están representados por una Junta de Gobernadores, los ministros de hacienda o de desarrollo de los países miembros, que sólo se reúne una vez al año. Las decisiones específicas las toman 24 Directores Ejecutivos, cinco de ellos permanentemente nombrados por Alemania, Estados Unidos, Francia, Japón y el Reino Unido y el resto por los demás países miembros. Como puede observarse, aun cuando una vez al año un ministro de un gobierno votado por los ciudadanos esté presente en una reunión del BM, existe un abismo entre la ciudadanía y las decisiones que toma el Banco Mundial y que tienen una repercusión directa sobre el bienestar de cada una de las personas del país implicado.

Por otro lado, las consecuencias de la política de préstamos del Banco Mundial en Ecuador son bien conocidas, provocando un deterioro fundamental en derecho humanos fundamentales, tales como el derecho a un nivel de vida suficiente, a la salud, a la educación, al trabajo.

No le falta pues razón a Correa para alzar la voz y rebelarse contra el pago de la deuda y contra el Banco Mundial, puesto que ante la ilegitimidad de la institución la rebeldía y la desobediencia son sin duda procedentes. El Presidente Correa se levantó imitando lo que los pueblos del continente llevan décadas haciendo, construyendo un futuro a su medida y no al dictado de los poderosos del norte.

En la próxima Cumbre es posible que sean muchos más quienes se levanten. En realidad, está en nuestra mano que los presidentes europeos sigan el ejemplo y obedezcan al pueblo, sí se puede.



sábado, 29 de octubre de 2011

LA ILUSIÓN DE UNA ECONOMÍA VERDE

Leonardo Boff

Todo lo que hagamos para proteger el planeta vivo que es la Tierra contra factores que le quitan su equilibrio y provocan, como consecuencia, el calentamiento global, es válido y debe ser apoyado. En realidad, la expresión «calentamiento global» esconde fenómenos como sequías prolongadas que diezman cosechas de granos, grandes inundaciones y vendavales, falta de agua, erosión de los suelos, hambre, degradación de 15 de los 24 servicios enumerados en la Evaluación de Ecosistemas de la Tierra (ONU), y que son responsables de la sostenibilidad del planeta (agua, energía, suelos, semillas, fibras, etc.). La cuestión central ni siquiera es salvar la Tierra. Ella se salva a sí misma y, si fuera preciso, lo haría expulsándonos de su seno. Pero ¿cómo vamos a salvarnos nosotros mismos y a nuestra civilización? Esta es la pregunta real, ante la cual la mayoría se encoge de hombros.

La producción de bajo carbono, los productos orgánicos, la energía solar y eólica, la mayor disminución posible de la intervención en los ritmos de la naturaleza, buscar la reposición de los bienes utilizados, el reciclaje, todo lo que viene bajo el nombre de economía verde son los procesos más buscados y difundidos. Y es recomendable que se imponga ese modo de producir. 

Así y todo no debemos ser ilusos y perder el sentido crítico. Se habla de economía verde para evitar la cuestión de la sostenibilidad, porque ésta se encuentra en oposición al actual modo de producción y de consumo, pero en el fondo aquella (la economía verde) se sirve de medidas dentro del mismo paradigma de dominación de la naturaleza. No existe lo verde y lo no verde. Todos los productos contienen en las distintas fases de su producción elementos tóxicos para la salud de la Tierra y de la sociedad. Hoy mediante el Análisis del Ciclo de Vida podemos exhibir y monitorizar las complejas interrelaciones entre las distintas etapas: la extracción, el transporte, la producción, el uso y el descarte de cada producto y sus impactos ambientales. Ahí queda claro que el pretendido verde no es tan verde como parece. Lo verde representa solamente una etapa de todo el proceso. La producción nunca es del todo ecoamigable.

Tomemos como ejemplo el etanol, considerado como energía limpia y alternativa a la energía fósil y sucia del petróleo. Es limpio solamente en la boca de la bomba de suministro. Todo el proceso de su producción es altamente contaminante: los productos químicos aplicados al suelo, las quemas, el transporte en grandes camiones que emiten gases, los líquidos efluentes y el bagazo. Los pesticidas eliminan bacterias y expulsan las lombrices que son fundamentales para la regeneración de los suelos; sólo vuelven después de cinco años.

Para garantizar una producción necesaria para la vida, que no estrese ni degrade la naturaleza, es necesario algo más que la búsqueda de lo verde. La crisis es conceptual y no económica. La relación con la Tierra tiene que cambiar. Somos parte de Gaia y mediante nuestra actuación cuidadosa la volvemos más consciente y con más oportunidad de asegurar su vitalidad.

Para salvarnos no veo otro camino que el indicado por la Carta de la Tierra: «el destino común nos convoca a buscar un nuevo comienzo; esto requiere un cambio en la mente y en el corazón; demanda un nuevo sentido de interdependencia global y de responsabilidad universal» (final).

Cambio de mente: adoptar un nuevo concepto de Tierra como Gaia. Ella no nos pertenece a nosotros, sino al conjunto de los ecosistemas que sirven a la totalidad de la vida, regulando su base biofísica y los climas. Ella creó toda la comunidad de vida, no sólo a nosotros. Nosotros somos su porción consciente y responsable. El trabajo más pesado lo hacen nuestros socios invisibles, verdadero proletariado natural, los microorganismos, las bacterias y los hongos, que son miles de millones en cada cucharada de tierra. Ellos son los que sustentan efectivamente la vida desde hace ya 3,8 miles de millones de años. Nuestra relación con la Tierra debe ser como la que tenemos con nuestras madres: de respeto y gratitud. Debemos devolver, agradecidos, lo que ella nos da y mantener su capacidad vital.

Cambio de corazón: además de la razón instrumental con la cual organizamos la producción, necesitamos la razón cordial y sensible, que se expresa por el amor a la Tierra y por el respeto a cada ser de la creación porque es nuestro compañero en la comunidad de vida, y por el sentimiento de reciprocidad, de interdependencia y de cuidado, pues esa es nuestra misión.

Sin esta conversión no saldremos de la miopía de una economía verde. Sólo nuevas mentes y nuevos corazones gestarán otro futuro.

jueves, 27 de octubre de 2011

MUCHO DIOS, POCA HUMANIDAD

Roberto Blancarte

No hay humanidad, o hay muy poca. La estamos perdiendo a pasos agigantados. La gente habla de Dios banalmente, como si fuera una posesión personal o institucional, pero en realidad detrás de esto en muchos casos se oculta la búsqueda por el poder desde el cristal de la intolerancia. Hablar de Dios sirve para justificar cualquier cosa, incluso los crímenes más abyectos. Lo vemos a diario y hasta en la televisión. El dictador Gadafi muere salvajemente asesinado y a la mayoría de los comentaristas sólo se les ocurre decir algo así como: “el que a hierro mata a hierro muere”. Ni una pizca de compasión, ya no digamos de justicia. Entiendo bien que quienes soportaron una larga dictadura estén hartos y desesperados; incluso que estén deseosos de venganza. ¿Pero matar a alguien como si fuera un perro y tomarse una foto junto al cadáver con su celular para asombrar a sus amigos en Facebook? ¿Decir que ese es el destino de los dictadores, cuando todos sabemos que muchos más han sido y siguen siendo tolerados porque así les conviene a sus intereses? ¿Dónde están las iglesias, las religiones, los dirigentes religiosos, para condenar esta barbarie? Se sabía que el gobierno de los Estados Unidos de América era capaz de mandar matar a sus enemigos, pero ¿vanagloriarse de ello en los medios de comunicación? ¿Y ese es el presidente que alimentaba las esperanzas de un gran cambio? ¿El que ya no se toma la molestia de atrapar a los criminales para llevarlos a juicio, sino que los ejecuta donde puede? ¿Y ya nadie se escandaliza en nuestros medios? ¿Estamos tan enfermos que hemos perdido nuestra humanidad? Gadafi, que tenía a Dios en todos sus discursos, murió a manos de otros que se llenaban la boca con alabanzas al creador, tanto al cristiano como al islámico: “Alá oh akbar” (Dios es el más grande), se oía en el fondo, cuando arrastraban su cadáver.

Ningún líder religioso importante, que yo sepa, lamentó la muerte del dictador libio. Pocos se atrevieron a cuestionar la intervención de la OTAN, la cual justificó el ataque que en última instancia acabó con su vida, bajo el argumento de que el convoy ponía a civiles en peligro. Y el Vaticano, como reacción a la infame muerte de Gadafi, lo único que hizo fue reconocer al nuevo consejo gobernante. ¿Dónde quedó la piedad y la compasión, es decir la humanidad?

El problema es que muchos hablan de Dios e incluso pretenden hablar a nombre de él para justificar cualquier cosa, desde la obediencia a las autoridades hasta la rebelión contra las mismas. Norberto Rivera, por ejemplo señaló hace algunos días que se debe “poner la obediencia a Dios por encima del respeto al César”, lo que quiere decir en otras palabras que la gente debe obedecerle a él como arzobispo, antes que a cualquier gobernante civil. Y dejó claro, siguiendo el argumento tomista del derecho a la rebelión, que “cuando la autoridad se sale del marco legal desde donde puede y debe gobernar, no hay obligación de tributarle obediencia y si se opone abiertamente a los derechos fundamentales, entonces hay que negarle la obediencia”. Todo está muy bien y cualquiera, bajo ciertas condiciones, podría estar de acuerdo con dichos argumentos. El problema es otro: ¿quién va a decidir cuándo la autoridad se está saliendo del marco legal y quién va a decidir que la autoridad se está oponiendo a los derechos fundamentales? ¿Quién tiene derecho a fijar y establecer los derechos divinos? ¿El arzobispo primado Norberto Rivera? ¿El cardenal Juan Sandoval Íñiguez? ¿Cualquier sacerdote o laico iluminado? ¿Decir que se debe obedecer primero a Dios que al César no es incluso desvirtuar lo que dijo Jesús de Nazaret? ¿Qué no dijo “dadle a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”? Pero además, ¿a cuál Dios hay que obedecer? ¿Al de los cristianos? ¿Al de los musulmanes? ¿Al de los hindús? ¿Al de los judíos? ¿Y quiénes son sus representantes certificados en la Tierra? ¿Son acaso estos líderes acusados de permitir la pederastia y tolerar los abusos de todo tipo a los niños, amparados en la defensa de la institución? ¿O los que predican el perdón, pero abogan por que metan a la cárcel durante 25 años a las mujeres que se atreven a abortar?

Dice el cardenal Rivera que “la autoridad civil sólo tiene poder para legislar a favor de los derechos humanos, sin oponerse a los divinos”. ¿Pero quién o quiénes nos van a decir cuáles son esos derechos divinos? ¿Los líderes religiosos? ¿Y por qué algunos dirigentes religiosos, por lo que nadie ha votado, que nadie ha elegido, que nadie salvo una persona en Roma puede quitar, tendrán el derecho a dictar a todos los ciudadanos las leyes divinas que están por encima de las que ellos han elaborado? El discurso es medieval. Pero lo asombroso no es que lo expresen; lo llamativo y lo inquietante es que lo digan frente a un sindicato que ahora se dice guadalupano y que los líderes de ese sindicato sigan el juego del poder que el cardenal está jugando. Lo preocupante es que los dirigentes religiosos, a nombre de Dios, amenacen el orden constitucional; que hablen de desobediencia cuando acostumbran reprimir a los que piensan distinto, que se refieran a los derechos fundamentales como si los respetaran en su propia Iglesia y que hablen tanto de Dios, pero ignoren todo de la humanidad.

roberto.blancarte@milenio.com 




miércoles, 26 de octubre de 2011

¿QUÉ HACE EN MISA UNO QUE NO PERDONA?

José María Castillo

El comunicado de ETA anunciando el fin de la violencia armada está poniendo en evidencia lo que cada cual lleva en su corazón. Es verdad que el comunicado no es claro en algunas cuestiones fundamentales. Es explicable, por eso, que haya quien se hace preguntas a las que no encuentra respuesta. Pero lo que no puedo entender es que haya personas que van a misa, quizá con devoción, y al mismo tiempo no son capaces de perdonar hasta el fondo y con todas sus consecuencias. Porque las palabras del Evangelio están muy claras: “Si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, ante el altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda” (Mt 5, 23-24).

Esto es lo que dijo Jesús en el Sermón del Monte. Seguramente, estas palabras se refieren a cristianos que procedían del judaísmo, pero seguían acudiendo al templo de Jerusalén. En cualquier caso, la idea de Jesús es clara: si no te has reconciliado, hasta el fondo de tu ser, con el que te ha ofendido o con el que tú has ofendido, no te acerques a lo sagrado. Hoy diríamos, “si no eres capaz de perdonar de verdad y por completo, no vayas a misa”. Es una palabra dura. Tan dura como una piedra en la que siempre nos vamos a partir los dientes. Pero es que el Evangelio es exigente. Por la sencilla razón de que llega hasta el fondo de las cosas.

Yo sé muy bien que no debemos confundir los deberes de la religión con las leyes y decisiones que las autoridades políticas y judiciales deben adoptar. Eso, por supuesto. Con todas las consecuencias que de eso se derivan. Pero, si pongo aquí estas palabras del Señor, es porque no me cabe en la cabeza que echemos mano de la religión cuando nos conviene. Y demos de lado al Evangelio cuando las palabras de Jesús nos resultan incómodas o duras de cumplir. Perdonar al enemigo es seguramente lo más difícil que hay en la vida. Pero sólo en el perdón, del que supera el “ojo por ojo y diente por diente”, sólo en eso, es donde se demuestra hasta qué punto hemos tomado en serio esa fe por la que decimos que estamos dispuestos a luchar, a discutir, quizá a ofender y no sé si (en ocasiones) a matar. Una fe por la que casi nunca llegamos a perdonar de verdad. Tenía razón Lutero cuando dijo: “Hay ofrenda sin reconciliación cuando se emprende una guerra, se asesina y se derrama mucha sangre; después damos mil florines para misas por sus almas”.

martes, 25 de octubre de 2011

EL VATICANO SE UNE AL ISLAM EN SU APUESTA POR LA BANCA ÉTICA

Veintinueve líderes musulmanes se reunieron la semana pasada en el Vaticano con dirigentes de la Iglesia católica en el primer seminario del Foro Católico-Musulmán, un ágora con el que se pretende evitar que se gripe el motor del diálogo interreligioso. Además de las esperables declaraciones a favor de la “libertad religiosa”, del respeto a la “vida humana”, a la “juventud” y a las “minorías”, la declaración final de quince puntos contenía un asunto de gran repercusión para la economía. Era la cláusula doce, que elevaba una petición a “los creyentes” para que desarrollen un “sistema financiero ético”.

Se trata de la primera vez que musulmanes y católicos se ponen de acuerdo para hacer una solicitud de este tipo. Lamentablemente, la declaración del Foro no especifica cómo se debe desarrollar dicho sistema, sólo apunta que se tendría que dotar de “mecanismos de regulación que consideren la situación de los pobres”. Dado que, hasta ahora, los fondos vaticanos han utilizado los canales de la banca habitual, la petición para que se desarrolle un “sistema financiero ético” significa la adhesión de la Santa Sede a algunos de los principios que propugna la banca islámica.

Ésta se rige por la prohibición de la usura que realiza el Corán, lo que obliga a las hipotecas, fondos, cuentas corrientes y créditos de las instituciones financieras que respetan la “sharia” (ley islámica) a no cobrar ni ofrecer intereses. Obviamente, los bancos islámicos no regalan las hipotecas ni reciben nuestros ingresos sin ofrecer nada a cambio. Tanto a la hora de prestar dinero como de recogerlo, la banca “halal” (permitidas por el islam) ha ideado unos mecanismos que le permiten obtener beneficios y ofrecérselos a sus clientes. A la hora de dar una hipoteca, la institución financiera compra la casa a su nombre y se compromete luego a vendérsela al cliente a un precio más alto. Esta diferencia no se considera “riba” (interés), sino una compensación al banco por el riesgo de la operación. Para rembolsar el precio de la vivienda se establecer unos plazos mensuales, que algunas entidades llaman “alquiler”, equiparables a los pagos del crédito hipotecario de la banca occidental.

Las comisiones son otra de las formas de cobrar veladamente por el dinero que prestan las instituciones financieras islámicas. Éstas prohíben que sus activos entren en sectores “haram” (prohibidos), como son la industria armamentística, la pornografía o las bebidas alcohólicas, y proponen que la riqueza no sólo beneficie al cliente, sino que también se reparta entre el resto de la comunidad. Precisamente son estos condicionantes de la banca islámica los que más pueden interesar al Vaticano, ya que proponen ayudar a los más desfavorecidos y vetan las inversiones en sectores antagónicos al habitual mensaje de paz de la Iglesia católica.

La banca islámica está cada día más presente en Europa. Gran Bretaña es su principal mercado aunque también se puede encontrar en España por medio de Bancorreos, la entidad creada por Correos y Deutsche Bank, que ofrece productos financieros adaptados a los más de un millón de musulmanes que viven en nuestro país. El éxito de la banca islámica se ha visto estos días en la gran exposición “halal” que se ha celebrado en Abu Dhabi. En el encuentro, algunos analistas han vaticinado que muchos inversores occidentales escaldados con la crisis encontrarán la seguridad que buscan en las instituciones bancarias de acuerdo a la “sharia”.



lunes, 24 de octubre de 2011

UN DÍA PARA LA PAZ

joxe arregi 

Hoy ha amanecido como todos los días, un milagro cada vez. ¡Oh mañana, yo te saludo! Sobre el horizonte del Andutz, el cielo ha pasado del oscuro al rosado, al violeta, al azul, un azul muy suave y limpio. En la pradera soleada que baja hasta la estación de Arroa pastan las vacas plácidamente. Las niñas y los niños juegan en el patio de la guardería, como si toda la vida no fuera más que eso, y tal vez no lo es, aunque esa visión aún se nos escapa a los mayores y pronto la perderán también ellos, los niños. El petirrojo que canta en los matorrales del riachuelo Narrondo, justo aquí debajo, no dejará, sin embargo, de cantar mientras queden petirrojos. Y la hoja del chopo seguirá temblando hasta que un día se desprenda y caiga suavemente, buscando la tierra de la que brotó. ¡Oh Dios, oh Misterio de paz en tanta belleza, oh Belleza de la Paz que anhelamos!

Así es cada día, y hoy es uno más, pero no es un día cualquiera. Es el día siguiente al 20 de octubre, es el "primer día del resto de toda nuestra vida", la que nos quede. Ayer -por el jueves-, a última hora, ETA anunció el cese definitivo de toda actividad armada y, si de mí dependiera, haría que las humildes campanas de Arroa y de todas nuestras ermitas, incluida San Lorente, repicaran cada hora como si fuera el Ángelus.

Sé que exagero, que el mundo sigue hoy tan afligido como ayer, que en nuestro pueblo queda todavía casi todo por hacer, casi todo que construir, mucho dolor que aliviar, muchos rencores que suavizar, queda la gran casa de la paz por edificar. Pero saludemos este día infinitamente esperado, tantas veces frustrado, tantas veces reclamado, este día tan merecido. ¡Dejad que lo celebremos!

Sé también que todo cuanto diga aquí será subjetivo y parcial, discutible, pero alguna vez tendremos que aprender a expresarnos con franqueza y respeto, sin que nadie pretenda poseer el monopolio de la verdad y de la ética, sin que nadie se crea dueño del bien y de la justicia, sin que a nadie se le niegue su parte de dolor y de razón. Alguna vez tendremos que reconocernos a nosotros mismos y a los demás el derecho al error o, cuando menos, al riesgo de errar. Alguna vez tendremos que curar el odio y sanar la memoria para seguir construyendo.

Hoy no es un día para pedirnos cuentas, ni siquiera para rendirlas, sino para dar gracias a todos los que han creído que era posible y han hecho posible que llegara este día, el día después de ETA. A todos los que lo han intentado y fracasado. A todos los que han sido duramente injuriados por seguir creyendo y arriesgando. A todos los que lo han pagado con su vida. Y a aquellos que lo están pagando con la cárcel. Hoy es un día para agradecerles a ellos y para volver a creer en nosotros mismos y en el otro. Es un día para volver a creer en el niño feliz y bueno que fuimos sin saberlo cuando empezamos en el vientre de la madre o en el sueño de Dios. ¿Y ese que te ha desgarrado la vida y que maldices como malo? Haz lo que puedas, pero procura creer también en él, pues de otro modo, tenlo por seguro, nunca podrás recuperar la fe en ti mismo, en ti misma. Y sin esa fe no tendrás paz dentro de ti, y sin paz no podrás vivir.

Hoy tampoco es un día para proclamar vencedores a un lado y vencidos al otro, aunque esto pueda sonar demasiado duro para muchos que han sufrido demasiado. Quiero comprenderlos. Pero yo quiero la paz mejor para todos, y la paz mejor es aquella en que todos ganan. Solo ha de ser vencido el fanatismo, la amenaza, la imposición, la violencia en todas sus formas. Pero también los violentos, todos ellos, han de ser salir ganando, y saberlo.

Habrá tiempo, habrá días, para recordarlo todo, para sentarnos en corro, como los niños de esa guardería, y escuchar sin prisa y sin interrupción la historia del otro, y contar la nuestra desde el principio hasta el fin, aunque nadie conoce en realidad el principio ni el fin de su historia, pero en ese breve intervalo nos ha juntado la vida y hemos de seguir tejiendo esta historia en común. Y es seguro que solo aquel fin que sea bueno para todos será bueno para cada uno, y que solamente juntos podremos levantarlo día a día ya desde hoy. Habremos de darnos tiempo para que cada uno desgrane lentamente la historia de sus dolores, e incluso de sus rencores. Solo así desatará sus nudos, al narrarse y sentirse escuchado. Solo así podremos reconciliarnos con nosotros mismos y nuestras heridas, y luego -mejor, al mismo tiempo- con el otro, también él herido.

Hoy no es todavía el día para eso, pero sí de creer que podemos hacerlo. Y de aceptar, ya desde hoy, que no tenemos por qué contar todos de la misma manera nuestra historia común, ni tenemos por qué coincidir en el juicio del pasado, ni en la opción del presente ni en el proyecto de futuro. Basta que sea común la voluntad de ser sinceros con nosotros mismos, de sentir o comprender el dolor del otro y de erigir juntos otro futuro.

No todo es igual, por supuesto. Y pronto, cuanto antes, habrá que volver a nombrar uno por uno a todos los muertos, para honrar su memoria, para reconocer y atenuar el dolor de los vivos, para reparar en lo posible todas sus pérdidas. Y no habrá que olvidar nada, pero solo habrá que recordar para restaurar, no para quedar prisioneros del pasado. Y no habrá que olvidar a nadie, y no porque se haya de equiparar a todos, sino porque todos necesitan ser dignificados, cada uno a su manera, cada uno en su lugar. Hay dolor, mucho dolor, en todos los lados. Y somos muchos, muchísimos, los que tenemos amigos y familiares que han perdido la vida o sufren en ambos lados, y no podemos olvidar a ninguno.

Hoy no es un día para igualar a la víctima y al verdugo, pero sí para recordar que nunca haremos plena justicia a la víctima mientras no le ayudemos cuanto podamos a no volverse sin darse cuenta verdugo; y nunca haremos justicia al verdugo, mientras no adoptemos todas las medidas posibles para que se vuelva humano, hermano. Entonces, no habrá ningún daño que justificar, pero no habrá tampoco nadie a quien condenar, pues cada vez que condenamos a alguien, condenamos también con él una parte esencial de nosotros mismos. Si condenas, te condenas. Es así de claro, creámoslo. Dios es el Misterio Santo, Indemne, Sano, que no condena a nadie sino que -por eso mismo- santifica, salva, sana a todos.

Hoy es un día para creer en Él, en la Paz. Aún amanecerán muchos días, y deberemos poner nuestro grano de arena para que cada día sea un día para la paz.



jueves, 20 de octubre de 2011

¿CÓMO AFRONTAR LAS GRANDES MIGRACIONES QUE PRODUCIRÁ EL CAMBIO CLIMÁTICO?

BBC Mundo

Gobiernos y agencias a nivel internacional deben ayudar a millones de personas a desplazarse de zonas altamente vulnerables al cambio climático, aseguró un informe comisionado por el gobierno británico.

El costo de actuar ahora será mucho menor que el de los conflictos, desastres y pérdidas de vida que tendrán lugar si no se toman medidas.

Muchas personas quedarán atrapadas. El informe estima que entre 154 y 179 millones de personas viviendo en llanuras inundables rurales en 2060 no podrán trasladarse debido a la pobreza. La única esperanza para esas comunidades será tomar medidas para aumentar su resistencia a fenómenos ambientales.

El "Informe de previsión de migraciones y cambios ambientales globales" se enmarca en el trabajo del programa Foresight (Previsión), que ofrece asesoramiento científico al gobierno británico sobre desafíos futuros. El estudio contó con la participación de 300 expertos de 30 países y consideró el impacto de los cambios ambientales en la migración en los próximos 50 años.

John Beddington, el asesor científico del gobierno británico que comisionó el estudio, advirtió que esos cambios afectarán más duramente a los más pobres y que muchos migrarán, sin saberlo, a regiones aún más vulnerables al calentamiento global.

Se espera, por ejemplo, que al menos 192 millones de personas se trasladen en busca de trabajo a llanuras litorales inundables en África y Asia en el 2060.

Entre las medidas propuestas por los autores del estudio se incluye equipar a las ciudades para nuevos flujos migratorios y facilitar que uno o dos miembros de una familia abandonen sus hogares para trabajar en otros sitios y enviar dinero a casa, evitando el desplazamiento de comunidades enteras.

Las remesas de trabajadores que emigraron internacionalmente llegaron a US$300.000 millones en 2009, tres veces el total de los fondos de ayuda para el desarrollo aportados por los gobiernos, según Naciones Unidas.

Migraciones "positivas"

Una de las razones por las que se comisionó el informe es la preocupación expresada por varios países ante la posibilidad de migraciones internacionales masivas de "refugiados climáticos". Sin embargo, el estudio prevee que tres cuartos de las migraciones a raíz del calentamiento global serán dentro de las fronteras de cada país, desde zonas rurales hacia ciudades.

Naciones Unidas estimó en 210 millones el número global de emigrantes internacionales en 2010. Otros 740 millones emigraron a diferentes regiones dentro de sus propios países en el 2009.

Un promedio de 25 millones de personas han sido desplazadas cada año por eventos relacionados al clima desde el 2008, y es probabale que la cifra aumente a medida que los fenómenos climáticos se vuelvan más extremos, aseguró Beddington.

Lo importante, según el científico británico, es que las migraciones sean manejadas en forma apropiada, para evitar "desastres humanitarios en una escala sin precedentes".

"Esto significa que es necesario reconocer el papel que puede jugar la migración para ayudar a algunas personas".

La idea de migraciones dirigidas es motivo de fuerte controversia. La visión tradicional de las agencias de ayuda es que la migración es perjudicial porque causa el desarraigo de comunidades y posibles conflictos.

Pero algunos analistas afirman que es hora de que la migración sea vista en algunos casos como una solución y no un problema.

Richard Black, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Sussex en Inglaterra y uno de los autores del estudio, dijo que existe actualmente "una base de evidencia sustancial" para un cambio de mentalidad en torno al tema.

"El informe es una herramienta sólida sobre el desafío migratorio para los tomadores de decisiones en el futuro", señaló Black.

En algunos casos, los gobernantes deberán considerar incluso la construcción de ciudades nuevas con el apoyo de fondos internacionales, de acuerdo al documento.

Los autores del estudio señalan que la migración debería ser un tema central cuando se debatan los fondos para adaptación al cambio climático en la próxima cumbre de la ONU que comenzará el 28 de noviembre en Durban, Sudáfrica.

Los científicos concluyen que el costo de no hacer nada será mayor que las medidas tomadas ahora para abordar la migración, especialmente si reducen la probabilidad de desplazamientos.



lunes, 17 de octubre de 2011

EN DEFENSA DE NUESTRAS FAMILIAS

Antonio Poveda Martínez

Presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales*

* También firman este artículo Miguel Ángel Sánchez Rodríguez, de la Fundación Triángulo;
Isabel Gómez González, de la Asociación de gais y lesbianas con hij@s; Elisabet Vendrell i Aubach, presidenta de la Associació de Famílies Lesbianes i Gais y de FLG; y Esther Nolla, de la Asociación de Madres y Padres de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales.


En estos días se cumplen seis años de la interposición del recurso de inconstitucionalidad por parte del Partido Popular para invalidar la reforma del Código Civil que reconocía el derecho al matrimonio para las parejas del mismo sexo. Este cambio legal constituyó un histórico avance en la equiparación legal de un colectivo, el que componemos gais, lesbianas, transexuales y bisexuales, que ha sido olvidado y discriminado a lo largo del tiempo, ampliando la protección legal a nuestra realidad familiar, tanto a las parejas como a sus hijos e hijas. Supone, además, tras décadas de invisibilidad y marginación, un reconocimiento de nuestra dignidad en una sociedad avanzada, plural y diversa. Este hecho debe producir satisfacción, no sólo en la comunidad afectada, sino también en el conjunto de la ciudadanía en la medida en que es una ampliación de derechos y libertades.

El recurso del PP es una auténtica espada de Damocles que pesa desde 2005 sobre las más de 25.000 parejas casadas desde entonces y sus familias. Sí, familias que están compuestas por dos mujeres, dos hombres, por sus hijos e hijas, con sus respectivas familias extensas que incluyen a abuelos y abuelas, tías y tíos… hablamos de varios centenares de miles de personas en España que nos hemos acostumbrado a vivir en la incertidumbre y la inseguridad y ese no es el mejor contexto para desarrollar nuestros proyectos de vida y, lo más importante, los de nuestros niños y niñas.

Incertidumbre porque, aunque tenemos la convicción del acto de justicia que supuso la reforma del Código Civil, efectivamente, ha de ser el Tribunal Constitucional el que sancione su plena compatibilidad con la Carta Magna porque así lo ha querido el Partido Popular, que con su recurso persigue anular la extensión de derechos y libertades conseguidos en aquella reforma, que no perjudica a nadie y sí implica dignidad y felicidad para muchas familias.

Además, la inseguridad por las consecuencias que podría tener una sentencia negativa del Constitucional o una “contrarreforma” impulsada por una hipotética mayoría parlamentaria del Partido Popular para esas decenas de miles de familias que en estos años han podido “salir del armario” ganando protección y dignidad. En estos últimos días, distintos medios españoles y extranjeros, entre ellos el diario Público, se han hecho eco tanto del aumento de los trámites de matrimonio entre personas del mismo sexo que se están produciendo en España en los últimos meses como del aumento de más de un 40% en las demandas de información a las organizaciones lgtb españolas.

¿Habría algo más cruel que negar estas indudables mejoras a padres, madres, hijos e hijas? El tiempo transcurrido ha desmentido algunos de los argumentos más manidos en su momento, ¿acaso se han cumplido las apocalípticas premoniciones de los sectores más conservadores que anunciaban el fin de “la familia”? Cada pareja, cada proyecto de convivencia ha podido elegir, libremente, gracias a la reforma del Código Civil, cómo organizar su relación afectiva sin perjudicar en ningún momento unas opciones a otras. El único perjuicio que existía (y puede reeditarse) es aquel que se deriva de un modelo excluyente que niega la pluralidad que ahora mismo la legalidad sí ampara. La igualdad de un colectivo ha de ser completa o, por el contrario, no lo es. Por esta razón es vital respetar la libertad de gais, lesbianas, bisexuales y transexuales para elegir, en caso de querer afianzar su unión desde el punto de vista legal, entre un enlace en matrimonio o por una unión de pareja de hecho; sólo así la convivencia de estas personas se producirá en igualdad de condiciones con el resto de la ciudadanía. Hasta que el Tribunal Constitucional no se pronuncie, se mantiene esta duda jurídica y esto nos crea un gran desasosiego.

No es aceptable que el PP trate de confundir a la sociedad con la cortina de humo del “nombre” que sistemáticamente lanza su líder, Mariano Rajoy. Si trata de disimular su recurso diciendo que es favorable a reconocer derechos pero que discrepa en que a eso se le llame “matrimonio”, ha de saber que no caemos en su trampa: nuestras familias son tan dignas como las que forman parejas heterosexuales y, por tanto, ¿por qué habrían de tener una denominación diferente y un reconocimiento legal distinto de estas? Lo que es igual ha de llamarse de la misma manera. Cualquier otra fórmula nos remite a sistemas de segregación racial de infausto recuerdo que se empeñaban en autojustificarse negando su raíz discriminatoria cuando afirmaban que personas blancas y negras tenían los mismos derechos siempre que estos se ejercieran dentro de sus respectivas comunidades. Emulando la lucha por los derechos civiles de aquellos años, estamos dispuestas y dispuestos a convertirnos todos en Rosa Parks para denunciar la ignominia a la que algunos aún quieren condenarnos.

Merecemos la dignidad y la libertad de cualquier otra persona. Existíamos, existimos y existiremos de hecho, con recurso o sin recurso, con sentencia del Constitucional positiva o negativa. El debate real es si una sociedad democrática y avanzada, como la española, está dispuesta a soportar un escenario en el que se condene, otra vez, a la clandestinidad a miles de familias vetando su derecho más elemental al amor y la felicidad.

lunes, 10 de octubre de 2011

FRED SHUTTLESWORTH, LA VOZ NEGRA QUE NO CALLARON

David Alandete

Las calles de Birmingham, Alabama, fueron, en los años sesenta, su campo de batalla. Sufrió agresiones, ataques con dinamita, atentados con bombas y más de 30 detenciones. Se enfrentó al Ku Klux Klan y al racismo institucional de Eugene Bull Connor, el comisario de seguridad pública de aquella ciudad. El reverendo Fred Shuttlesworth vivió una vida que hoy suena a novela, pero que fue muy real. Tan real que, gracias a su lucha, los negros de Estados Unidos lograron derechos tan básicos como el de la no discriminación o el voto. Shuttlesworth falleció el 5 de octubre, como quería, en la ciudad en la que luchó por los derechos civiles, a los 89 años de edad.

“El mensaje que le queremos transmitir al viejo Bull Connor es que no vamos a abandonar las protestas hasta que se nos garanticen nuestros derechos”, dijo Shuttlesworth en un encuentro nocturno en la iglesia de la que era pastor en 1963.

Si su vida fue un duelo, Connor fue un formidable adversario: era el capo blanco de los cuerpos de policía y bomberos de Birmingham, un sheriff de opereta, matón despiadado que no dudaba en cargar contra cualquier manifestante que osara pedir el fin de la discriminación contra los negros. En los años sesenta, Shuttlesworth era un insurgente y Connor, el statu quo.

Nacido en el condado de Montgomery (Alabama) en 1922, Shuttlesworth era de familia muy pobre. Estudió de pequeño en escuelas segregadas. Aprendió teología en una facultad para negros cuyos títulos ni siquiera estaban homologados. Posteriormente obtuvo una licenciatura en Ciencias por la Universidad de Alabama. Durante varios años ejerció de pastor baptista en la localidad de Selma. Eran los años del inicio de las revueltas raciales y de la desobediencia civil. Pronto se afilió a la Organización Nacional para el Avance de las Personas de Color, que fue ilegalizada en Alabama en 1957.

Entonces conoció a un joven reverendo de Georgia que predicaba la oposición al racismo por medios pacíficos. Era Martin Luther King Jr.

Con él y otros dos reverendos cristianos fundó la Conferencia de Líderes Cristianos del Sur, que le sirvió para canalizar el descontento racial y crear una oposición de dimensiones nacionales a la segregación institucional. Si King era conciliador y moderado, Shuttlesworth era apasionado y, a veces, incendiario. Se necesitaban, porque eran la otra cara de la misma moneda. “A los negros no se nos respeta”, decía en sus mítines Shuttlesworth. “Se nos trata peor que al ganado”.

Y entonces, en 1963, el Ku Klux Klan bombardeó una iglesia en Birmingham y mató a cuatro niñas negras. Fue el verano del descontento racial, de la angustia de un país que se veía obligado a admitir que, años después del final de la esclavitud, el racismo seguía imperando en el sur. Shuttlesworth fue el abanderado de un movimiento que, en parte, pedía libertad con ira.

Connor cargaba contra los manifestantes de Birmingham. Les atacaba con mangueras que soltaban chorros de agua a presión. Una de ellas dejó inconsciente al reverendo. “Esperé toda una semana para presenciar aquello y me lo perdí”, dijo Connor. “Una pena”.

Encarcelado, agredido, arrestado, atacado con bombas en dos ocasiones, Shuttlesworth siempre volvía a por más. En las navidades de 1956 atacaron su residencia con seis cartuchos de dinamita. Fue el KKK, cuyos miembros, un año después, le dieron una paliza con barras y cadenas de acero porque intentó inscribir a sus hijos en una escuela para blancos. Las afrentas solo le daban más fuelle. Finalmente, en 1964, él y otros líderes negros lograron que el Congreso y el presidente Lyndon Johnson aprobaran la Ley de Derechos Civiles, que acabó formalmente con la segregación.

“El suyo fue un testimonio de la fuerza del espíritu humano”, dijo esta semana de él Barack Obama en un comunicado. “Como uno de los fundadores de la Conferencia de Líderes Cristianos del Sur, el reverendo Shuttlesworth dedicó su vida a promover la causa de la justicia para todos los estadounidenses”. Lo decía el primer presidente negro de Estados Unidos, solo 46 años después de que se les permitiera votar por ley.



jueves, 6 de octubre de 2011

EL VATICANO, LA POBREZA Y HAITI

Vicenç Navarro 

A la vez que Benedicto XVI alentaba en Madrid a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud a que se dedicaran a servir a los pobres, siguiendo supuestamente las enseñanzas de la Iglesia católica, se publicó en una revista de Haití (el país con un porcentaje mayor de su población viviendo en situación de pobreza), llamada Haïti Liberté, unos datos hasta entonces confidenciales, dados a conocer por Wikileaks, sobre la activa intervención del Vaticano en aquel país para impedir el desarrollo de políticas encaminadas a erradicar la pobreza, lideradas por el expresidente Jean-Bertrand Aristide, que deseaba volver desde su exilio para continuar desarrollándolas.

En realidad, lo ocurrido en Haití es muy representativo de lo que ha ocurrido en países mal llamados “pobres”. Haití no es un país pobre. En realidad, es rico, siendo su tierra enormemente fértil. Durante muchos años fue uno de los mayores productores del mundo de café y azúcar. A pesar de ello, la gran mayoría de la población es muy pobre. Y la causa de ello es la enorme concentración de las tierras y del crédito en manos de una oligarquía que ha regido el país desde hace muchos años.
Conjuntamente con las familias que constituían la oligarquía, ha existido un entramado internacional –dirigido por EEUU, Francia y también por el Vaticano– que ha mantenido a aquel país en la pobreza. Una de ellas fue la familia Duvalier, a la que la Madre Teresa –que será beatificada pronto– definió, por cierto, como “el gran amigo de los pobres” (por haber donado dinero a un programa caritativo dirigido por tal figura católica en Haití). Tal familia, enormemente corrupta y cruel, asesinó a más de 60.000 opositores. Una rebelión popular forzó su caída y huida del país. Así fue como surgió el Gobierno Aristide, que inició las únicas reformas progresistas que aquel país ha conocido, que incluyeron una reforma agraria, la reforestación de las tierras, la sindicalización del sector textil y el aumento de los salarios. Tales reformas afectaron inevitablemente los intereses de tal oligarquía (incluyendo los de la Iglesia católica, que había sido uno de sus pilares ideológicos), lo que creó grandes resistencias, que culminaron con un golpe militar, apoyado, de nuevo, por EEUU y Francia, y también por el Vaticano. Más de 3.000 personas murieron en aquel golpe, muchos de ellos militantes del partido político del presidente Aristide. Se inició también entonces una campaña internacional mediática para desprestigiar a Aristide, acusándole de traficar con drogas (sin que nunca se aportaran datos que apoyaran tales acusaciones).
Las fuerzas militares de EEUU desplazaron físicamente al presidente Aristide a Sudáfrica, donde permaneció exiliado, y desde donde intentó en múltiples ocasiones poder volver a su país, lo cual no fue posible debido a la oposición activa del Gobierno estadounidense, del Gobierno francés y también del Vaticano. El diario Haïti Liberté ha publicado las comunicaciones, hasta ahora secretas, entre oficiales de la diplomacia estadounidense, francesa y del Vaticano que muestran la campaña internacional orquestada por tales estados a fin de desacreditar a Aristide e impedir su vuelta a Haití. El intento queda claramente indicado en una escucha secreta a la embajadora de EEUU en Haití, Janet Sanderson, en la que explícitamente indica que: “Es importante impedir el resurgimiento populista y antieconomía de mercado que se originaría con la vuelta de Aristide”.

Desafortunadamente, las tropas de Naciones Unidas están contribuyendo a esta labor. Escuchas hechas públicas ahora muestran también cómo el oficial guatemalteco, representante de las Naciones Unidas en Haití, trabajó estrechamente con el Gobierno de EEUU con el objetivo de evitar la vuelta de Aristide e imposibilitar el resurgir del movimiento Lavalle pro Aristide, que continuó prohibido en Haití, no permitiéndosele que participara en las elecciones fraudulentas que se han estado realizando en aquel país. El anterior secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, presionó al Gobierno de Thabo Mbeki de Suráfrica para que retuviera a Aristide y no le permitiera volver a Haití, ya que supuestamente originaría lo que el Vaticano, en otra escucha, definió como una “catástrofe”. El subsecretario de la diplomacia vaticana, monseñor Ettore Balestrero, en una comunicación con el arzobispo de Haití, Bernardito Auza, subrayó lo catastrófico que sería para Haití la vuelta de Aristide. Bernardito Auza insistió en la necesidad de que el Vaticano se pusiera en contacto con las autoridades eclesiásticas católicas en Sudáfrica para que presionaran a fin de que Aristide no volviera a Haití. El Vaticano actuó con plena coordinación con el Departamento de Estado de EEUU.

El problema de esta movilización internacional es que la población de Haití tiene memoria. Según los datos del propio embajador de EEUU, Aristide continuaba siendo (en 2005) “la única figura en Haití que tenía un apoyo favorable por encima del 50% de la población”. De ahí la constante oposición a que Duvalier volviera a Haití.

Mientras, las medidas a favor de expandir la “economía de mercado”, que tales autoridades han favorecido para Haití, con la eliminación de medidas proteccionistas, han significado la invasión en el mercado de productos alimenticios procedentes de EEUU, destruyendo la economía nativa de Haití. Políticamente, las últimas elecciones fraudulentas (en las que participó sólo el 24% del electorado) mostraron que el sistema político carecía de legitimidad. El permiso del Gobierno de Haití al dictador Duvalier de volver a Haití creó una movilización nacional e internacional de oposición tal que el Gobierno la intentó paliar permitiendo la vuelta de Aristide, aunque el establishment de Haití (incluyendo la Iglesia católica) obstaculiza el desarrollo auténticamente democrático que permitiría a Aristide y a su partido volver al poder.



miércoles, 5 de octubre de 2011

COMUNIDADES CRISTIANAS DE LOGROÑO VALORAN LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD (JMJ) Y LA VISITA DEL PAPA

Las Comunidades Cristianas de Base de Logroño han escrito y entregado a su Obispo, Juan José Omella, una carta en la que reflexionan sobre la celebración de la JMJ (Agosto, Madrid), con la visita del Papa.

CARTA AL SR. OBISPO DE CALAHORRA, LA CALZADA Y LOGROÑO.

Hermano Juan José:

Nos conoces. Queremos ser personas adultas, libres y responsables, comprometidos por el reino que predicara Jesús de Nazaret. Nos sentimos miembros de la Iglesia a la que amamos de corazón. Le estamos agradecidos por todos los dones que, a través de ella, el Espíritu nos ha concedido. Pero no desconocemos sus pecados y fallos, de los cuales, en alguna proporción, somos responsables por acción u omisión. Por eso, no queremos ser ovejas mudas y sumisas, sino que decimos en voz alta lo que nuestra conciencia nos dicta. Claro que somos falibles, como todos, y podemos equivocarnos en nuestras apreciaciones, que no nacen de la indignación, sino del deseo sincero de ayudar a corregirnos.

Pasados unos días desde la celebración de la JMJ, la hemos analizado. Frutos de estas reflexiones son estas consideraciones:

ASPECTOS POSITIVOS:

1. Un esfuerzo, coronado por el éxito de preparación, organización y desarrollo. Esa conjunción de voluntades, animadas por un objetivo común, ha vencido enormes obstáculos. La pléyade de voluntarios que han dedicado tantas horas, energía y generosidad merece un aplauso.

2. La riada de jóvenes de todos los continentes que acudieron a la convocatoria. Su entusiasmo y alegría fue palpable para todos. Mostraron el carácter universal de la Iglesia.

3. La llegada del Obispo de Roma para estar con ellos. Su enorme voluntad y entrega en unas jornadas agotadoras, con un calor asfixiante, a pesar de sus muchos años y de su frágil salud. Fue un ejemplo vivo de entrega a su misión.

4. Los mensajes de Benedicto XVI llamando a los jóvenes al seguimiento radical de Jesús, a la esperanza, con una consigna clara, tomada del propio Evangelio:"no tengáis miedo".

5. La presencia pública en todos los ámbitos, físicos y mediáticos, de la fe religiosa en tiempos en que ciertos sectores quieren enclaustrarla en el ámbito privado.

ASPECTOS NEGATIVOS:

1. La venida del Papa, no sólo como sucesor de Pedro, sino también como Jefe del Estado Vaticano. Este doble carácter convirtió todos los actos en una mezcolanza de religión y política, de confusión entre lo espiritual y lo institucional, como en los mejores años del nacionalcatolicismo. La aconfesionalidad del Estado, proclamada en la Constitución quedó totalmente en entredicho. Lo que disgustó sobradamente no sólo a muchos no creyentes, sino también a bastantes católicos.

2. El que grandes empresas, no respetuosas con la dignidad de las personas ni comprometidas con la doctrina social de la Iglesia, fueran patrocinadoras de este evento, con las cuantiosas exenciones fiscales que esto les suponía.

3. La distancia significativa, en todos los actos, entre autoridades eclesiales y jóvenes convocados. Aquellas, desde arriba, dirigían y lanzaban consignas. A éstos, desde abajo, sólo les quedaba la escucha, el aplauso o el silencio.

4. La banalización de estos actos, al ser convertidos en espectáculo para disfrute masivo de los presentes y de quienes los veían o escuchaban por medios audiovisuales. La forma, si no ahogaba su significado profundo, lo reducía al mínimo al resaltar su apariencia externa.

5. La escasa inserción de los mensajes en los aspectos sociales del Evangelio. No ocuparon el espacio central que merecen las Bienaventuranzas y las parábolas de Jesús, nervio central de su Reino, ni la denuncia radical del actual sistema, adorador del dios dinero, donde unos pocos aplastan a la mayoría de la humanidad y destruyen la naturaleza.

6. El montaje y las consignas coreadas que oscurecieron el lugar central que debió ocupar el Señor, siendo sustituído por la exaltación papal.

Por todo ello, preguntamos en voz alta: ¿Ha habido unas conclusiones de este Encuentro con un compromiso de los jóvenes asistentes, verificable por la Iglesia y la sociedad?. ¿Se abrieron cauces de participación activa de los jóvenes para trasladar sus inquietudes y problemas a la jerarquía?. ¿Estaba ésta dispuesta a escucharlos y no sólo en confesión?. ¿Por qué la jerarquía sólo atiende a los sectores eclesiales basados en el amén y no a quienes postulan otro estilo basado en el diálogo recíproco?. No lo deseamos, ¿pero no hay el peligro real de que estos Encuentros se reduzcan a brillantes y fugaces juegos de pirotecnia sin repercusión cotidiana en la vida eclesial?. ¿No tener miedo, no entraña apostar decididamente por las víctimas, aunque nos persigan los poderosos de este mundo?.

COMUNIDADES CRISTIANAS DE BASE EN LOGROÑO



lunes, 3 de octubre de 2011

EL NUEVO 'SISTEMA-MUNDO'

Ignacio Ramonet, en 'Le Monde Diplomatique' 

Cuando se acaban de cumplir diez años desde los atentados del 11 de septiembre y tres años desde la quiebra del banco Lehman Brothers ¿cuáles son las características del nuevo “sistema-mundo”? La norma actual son los seísmos. Seísmos climáticos, seísmos financieros y bursátiles, seísmos energéticos y alimentarios, seísmos comunicacionales y tecnológicos, seísmos sociales, seísmos geopolíticos como los que causan las insurrecciones de la “Primavera árabe”...

Hay una falta de visibilidad general. Acontecimientos imprevistos irrumpen con fuerza sin que nadie, o casi nadie, los vea venir. Si gobernar es prever, vivimos una evidente crisis de gobernanza. Los dirigentes actuales no consiguen prever nada. La política se revela impotente. El Estado que protegía a los ciudadanos ha dejado de existir. Hay una crisis de la democracia representativa: “No nos representan”, dicen con razón los “indignados”. La gente constata el derrumbe de la autoridad política y reclama que ésta vuelva a asumir su rol conductor de la sociedad por ser la única que dispone de la legitimidad democrática. Se insiste en la necesidad de que el poder político le ponga coto al poder económico y financiero. Otra constatación: una carencia de liderazgo político a escala internacional. Los líderes actuales no están a la altura de los desafios.

Los países ricos (América del Norte, Europa y Japón) padecen el mayor terremoto económico-financiero desde la crisis de 1929. Por primera vez, la Unión Europea ve amenazada su cohesión y su existencia. Y el riesgo de una gran recesión económica debilita el liderazgo internacional de Norteamérica, amenazado además por el surgimiento de nuevos polos de poderío (China, la India, Brasil) a escala internacional.

En un discurso reciente, el Presidente de Estados Unidos anunció que daba por terminadas “las guerras del 11 de septiembre”, o sea las de Irak, de Afganistán y contra el “terrorismo internacional” que marcaron militarmente esta década. Barack Obama recordó que “cinco millones de Americanos han vestido el uniforme en el curso de los últimos diez años”. A pesar de lo cual no resulta evidente que Washington haya salido vencedor de esos conflictos. Las “guerras del 11 de septiembre” le costaron al presupuesto estadounidense entre 1 billón (un millón de millones) y 2,5 billones de dólares. Carga financiera astronómica que ha tenido repercusiones en el endeudamiento de Estados Unidos y, en consecuencia, en la degradación de su situación económica.

Esas guerras han resultado pírricas. En cierta medida, finalmente, Al Qaeda se ha comportado con Washington de igual modo que Reagan lo hizo con respecto a Moscú cuando, en los años 1980, le impuso a la URSS una extenuante carrera armamentística que acabó agotando al imperio soviético y provocando su implosión. El “desclasamiento estratégico” de Estados Unidos ha empezado.

En la diplomacia internacional, la década ha confirmado la emergencia de nuevos actores y de nuevos polos de poder sobre todo en Asia y en América Latina. El mundo se “desoccidentaliza” y es cada vez más multipolar. Destaca el rol de China que aparece, en principio, como la gran potencia en ciernes del siglo XXI. Aunque la estabilidad del Imperio del Medio no está garantizada pues coexisten en su seno el capitalismo más salvaje y el comunismo más autoritario. La tensión entre esas dos fuerzas causará, tarde o temprano, una fractura. Pero, por el momento, mientras declina el poderío de Estados Unidos, el ascenso de China se confirma. Ya es la segunda potencia economica del mundo (por delante de Japón y Alemania). Además, por la parte importante de la deuda estadouninese que posee, Pekín tiene en sus manos el destino del dólar...

El grupo de Estados gigantes reunidos en el BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) ya no obedece automáticamente a las consignas de las grandes potencias tradicionales occidentales (Estados Unidos, Reino Unido, Francia) aunque éstas se sigan autodesignando como “comunidad internacional”. Los BRICS lo han demostrado recientemente en las crisis de Libia y de Siria oponiéndose a las decisiones de las potencias de la OTAN y en el seno de la ONU.

Decimos que hay crisis cuando, en cualquier sector, algún mecanismo deja de pronto de funcionar, empieza a ceder y acaba por romperse. Esa ruptura impide que el conjunto de la maquinaria siga funcionando. Es lo que está ocurriendo en la economía desde que estalló la crisis de las sub-primes en 2007.

Las repercusiones sociales del cataclismo económico son de una brutalidad inédita: 23 millones de parados en la Unión Europea y más de 80 millones de pobres… Los jóvenes aparecen como las víctimas principales. Por eso, de Madrid a Tel Aviv, pasando por Santiago de Chile, Atenas y Londres, una ola de indignación levanta a la juventud del mundo.

Pero las clases medias también están asustadas porque el modelo neoliberal de crecimiento las abandona al borde del camino. En Israel, una parte de ellas se unió a los jóvenes para rechazar el integrismo ultraliberal del Gobierno de Benjamín Netanyahu.

El poder financiero (los “mercados”) se ha impuesto al poder político, y eso desconcierta a los ciudadanos. La democracia no funciona. Nadie entiende la inercia de los gobiernos frente a la crisis económica. La gente exige que la política asuma su función e intervenga para enderezar los entuertos. No resulta fácil; la velocidad de la economía es hoy la del relámpago, mientras que la velocidad de la política es la del caracol. Resulta cada vez más dificil conciliar tiempo económico y tiempo político. Y también crisis globales y gobiernos nacionales.

Los mercados financieros sobrerreaccionan ante cualquier información, mientras que los organismos financieros globales (FMI, OMC, Banco Mundial, etc.) son incapaces de determinar lo que va a ocurrir. Todo esto provoca, en los ciudadanos, frustración y angustia. La crisis global produce perdedores y ganadores. Los ganadores se encuentran, esencialmente, en Asia y en los países emergentes, que no tienen una visión tan pesimista de la situación como la de los europeos. También hay muchos ganadores en el interior mismo de los países occidentales cuyas sociedades se hallan fracturadas por las desigualdades entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres.

En realidad, no estamos soportando una crisis, sino un haz de crisis, una suma de crisis mezcladas tan intimamente unas con otras que no conseguimos distinguir entre causas y efectos. Porque los efectos de unas son las causas de otras, y asi hasta formar un verdadero sistema. O sea, nos enfrentamos a una crisis sistémica del mundo occidental que afecta a la tecnología, la economía, el comercio, la política, la democracia, la guerra, la geopolítica, el clima, el medio ambiente, la cultura, los valores, la familia, la educación, la juventud, etc.

Vivimos un tiempo de “rupturas estratégicas” cuyo significado no comprendemos. Hoy, Internet es el vector de la mayoría de los cambios. Casi todas las crisis recientes tienen alguna relación con las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información. Los mercados financieros, por ejemplo, no serían tan poderosos si las órdenes de compra y venta no circulasen a la velocidad de la luz por las autopistas de la comunicación que Internet ha puesto a su disposición. Más que una tecnología, Internet es pues un actor de las crisis. Basta con recordar el rol de WikiLeaks, Facebook, Twitter en las recientes revoluciones democráticas en el mundo árabe.

Desde el punto de vista antropológico, estas crisis se están traduciendo por un aumento del miedo y del resentimiento. La gente vive en estado de ansiedad y de incertidumbre. Vuelven los grandes pánicos ante amenazas indeterminadas como pueden ser la pérdida del empleo, los choques tecnológicos, las biotecnologías, las catástrofes naturales, la inseguridad generalizada... Todo ello constituye un desafio para las democracias. Porque ese terror se transforma a veces en odio y en repudio. En varios países europeos, ese odio se dirige hoy contra el extranjero, el inmigrante, el diferente. Está subiendo el rechazo hacia todos los “otros” (musulmanes, gitanos, subsaharianos, “sin papeles”, etc.) y crecen los partidos xenófobos.

Otra grave preocupación planetaria: la crisis climática. La conciencia del peligro que representa el calentamiento general se ha extendido. Los problemas ligados al medio ambiente se están volviendo altamente estratégicos. La próxima Cumbre mundial del clima, que tendrà lugar en Rio de Janeiro en 2012, constatarà que el número de grandes catástrofes naturales ha aumentado así como su carácter espectacular. El reciente accidente nuclear de Fukushima ha aterrorizado al mundo. Varios gobiernos ya han dado marcha atrás en materia de energía nuclear y apuestan ahora –en un contexto marcado por el fin próximo del petróleo– por las energías renovables.

El curso de la globalización parece como suspendido. Se habla cada vez más de desglobalización, de descrecimiento... El péndulo había ido demasiado lejos en la dirección neoliberal y ahora prodría ir en la dirección contraria. Ya no es tabú hablar de proteccionismo para limitar los excesos del libre comercio, y poner fin a las deslocalizaciones y a la desindustrialización de los Estados desarrollados. Ha llegado la hora de reinventar la política y de reencantar el mundo.

Fuente original: http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=13b9ad43-3237-4ad5-b889-e064cc43ac62



domingo, 2 de octubre de 2011

DEBERES, REFORMAS, MERCADOS

José Ignacio González Faus

Este verano, bajando un día en coche desde el Montseny, recogí en autostop a un pobre señor que movía desaforadamente los brazos en la carretera, sin un bártulo en las manos. Se nos presentó así: andaluz, edad 63, varios años sin trabajo él y la mujer, sin subsidio de paro y ya casi sin nada que echarse a la boca, decidió venirse desde Algeciras siguiendo aquel eslogan ya viejo de: “en Cataluña hay trabajo”. Había recorrido casi toda la costa a pie o en autostop, sin encontrar nada (“allí to’l trabajo lo tien moros y negros”, decía).

Alguien le encaminó hacia el interior, los mossos d’esquadra le prohibían hacer autostop en autopistas o autovías. Así, por carreteras secundarias, unos tramos andando y otros recogido por algún alma buena, había salido de St. Celoni a las seis de aquella mañana (eran cerca de la una cuando lo recogimos). “¿Mi’usté?: en Caritas sólo te dan buenas palabras; y los curas lo mismo: mucho rezaremos por usté y que Dios le ampare pero con eso no se come” (y aquí no le faltaba razón porque Dios sólo le amparará a través de nosotros los humanos). Hasta que un buen hombre (“catalán pero camionero, sab’usté?”), tras llevarle un buen trecho, le sugirió ir por Viladrau y, si no encontraba nada, seguir hasta Tona para coger allí el tren y regresar a Algeciras, “a ver si tuviera la suerte de que al llegar allí, la mujer haya encontrao alguna chapucica”…

La historia es más larga. Intentamos defender a Caritas sin decir que éramos curas, y luego, viendo las noticias ya en casa, apareció la ministra de hacienda explicando que “estamos haciendo los deberes” y Zapatero hablando de las “reformas necesarias”. Lástima no poder explicar a nuestro viajero que, lo que él veía tan negro era muy bueno: que si nosotros hacíamos esos deberes y reformas necesarias, él se encontraría mucho mejor…

Pero brotaba una pregunta incómoda: quien impone a los políticos semejantes deberes ¿no es un auténtico criminal?, quien vuelve necesarias semejantes reformas ¿no es un verdadero dictador?. Eso nos lleva a otra palabra del momento: “los mercados”: ¿qué son esos entes?.

A Aristóteles como a todos los genios (llámense Agustín, Hegel o Marx) le debemos muchas cosas, pero también hemos de perdonarle algunos fallos clamorosos. Aristóteles nos enseñó la abstracción que permite pensar universalmente, pero cometió el error imperdonable de creer que la abstracción vale lo mismo para las cosas que para las personas. Desde entonces Occidente tiende a reducir las personas (que son irrepetibles) a cosas. Poco a poco hemos descubierto que, cuanto más va asentándose la vida, menos vale la abstracción: y decimos que “no hay enfermedades sino enfermos”, o cosas así.

¡Y ahí queríamos llegar! Hablamos de “los mercados” en abstracto. como si fuesen objetos, fuerzas naturales de ésas que estudian los físicos o los meteorólogos. Pero en realidad, no existen los mercados sino “los mercaderes”. Y los verdaderos mercaderes son unos señores avarientos, crueles, insaciables, hipocondríacos del dinero, que buscan enriquecerse no sólo con el trabajo de los otros sino con el riesgo de los mismos inversores. Keynes, que además de economista era buen psicólogo, insinuó que los humanos somos “potenciales neuróticos del dinero”: y la crisis estalla cuando esa neurosis pasa de la potencia al acto.

Nuestra deformación de “los mercados” -de mero instrumento a categoría suprema y fin de toda economía- los ha convertido en dioses: de ellos hablamos siempre con respeto (”la blasfemia se castiga con el despido” ¡nunca mejor dicho!); las reacciones de los mercados son las que permiten calificar de justas o injustas las conductas humanas. Ellos han implantado el nazismo económico en que vivimos, fruto del culto al dinero, como el nazismo de Hitler fue fruto del culto a la raza. Son ellos quienes imponen esas conductas criminales que producen masas de individuos como el de la autostopista de que hablé al principio.

De ahí la gran pregunta ética de nuestra hora: ¿cómo vivir de manera honesta, humana, los que somos beneficiarios (y por ello cómplices materiales) de esta especie de apartheid que no se basa en el color de la piel sino en el bolsillo?. Primo Levi y otros comentaristas del Holocausto nazi aseguran que la maldad mayor no estaba en las muertes físicas sino en el proyecto de llegar a convencer a las víctimas de que no eran seres humanos, que no tenían dignidad alguna, que sus verdugos los trataban de manera normal: H. Harendt lo calificó como “banalidad del mal”, y hoy vivimos en la banalidad del mal de los mercados. Nuestro hombre de aquel día de agosto estaba ya casi en ese nivel de no-humanidad: sólo cuando decía “hostia puta” y nos mentaba la madre a todos parecían brotar esas palabras del penúltimo peldaño de dignidad –ya degradada- que aún latía en él y que intentaba salvar del único modo que sabía.

Quizá por eso, instintivamente, preferimos no contestar a sus insultos, sino desearle que le fuera bien en Viladrau y tuviese un buen regreso. Aunque nos aguara parte de las vacaciones como uno de esos días de mal clima del pasado julio.