miércoles, 30 de junio de 2010

INERMES FRENTE A LAS CATÁSTROFES

Federico Mayor Zaragoza

Tan preparados están para la guerra y tan pingues beneficios proporciona que, cuando no hay enemigo, hay que inventarlo, porque la colosal maquinaria bélica no puede detenerse. Submarinos, portaviones, acorazados, aviones con y sin piloto, tanques, obuses, cohetes de corto alcance y de largo alcance, con ojivas nucleares y sin ellas... .

Sin embargo, para defendernos de las catástrofes que asolan el mundo, nada. Frente a la naturaleza enfurecida o los desastres producidos por la mano del hombre, nada de nada. Si se tratara de fenómenos infrecuentes, podría explicarse. Pero son recurrentes. Y, como no forman parte de la “defensa” tradicional, las estructuras de seguridad –con una visión muy miope de lo que “seguridad” significa- no las han incluido en sus estrategias y carecen de los recursos personales y técnicos necesarios para prevenirlos o, al menos, reducir su impacto.

Inermes, a pesar de que las Naciones Unidas, durante el decenio de 1989-1999 estudiaron con detenimiento, recabando el concurso de los mejores especialistas, las medidas que deberían adoptarse antes e inmediatamente después de los sucesos. Tuve la oportunidad, como Director General de la UNESCO en aquel momento, de “poner en marcha” las acciones a desarrollar durante los diez años, con el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérezde Cuellar. Al término del periodo indicado se publicaron las medidas más adecuadas –“Gestión de las catástrofes naturales”- y la Asamblea General de las Naciones Unidas siguió periódicamente su actualización, particularmente a través de la UNESCO, en cuyo Programa Sexenal sigue figurando como una de las prioridades (educación ciudadana, observatorios marinos, sísmicos, etc.).

Pero, como sucedió con las recomendaciones para el desarrollo social y sostenible, las fórmulas aconsejadas por el Sistema de Naciones Unidas fueron olímpicamente despreciadas por los grupos plutocráticos de los “globalizadores” (G7, G8, …).

Las medidas a adoptar se establecieron sobre:

i) Desastres hidrometereológicos: ciclones, huracanas (como el huracán Katrina, en Nueva Orleáns, agosto de 2005, y el ciclón Margis, que en mayo de 2008 tuvo un efecto devastador en Myanmar); inundaciones; sequía; tornados; temperaturas extremas; rayos;… .

ii) Geológicas: terremotos (agosto de 2007, en Pisco, Perú; mayo de 2008, Sichuan, China; abril del 2009, L’Aquila, Italia; 12 de enero de 2010, Haití; febrero de 2010, Chile; abril de 2010, Qinghai, China;); volcanes (volcán Eyjafjalla, Islandia, abril de 2010); tsunamis (Océano Índico, diciembre de 2004); corrimientos de tierra; glaciares…

iii) Medioambiental y tecnológica: incendios (agosto de 2007, Grecia; verano de 2007, Islas Canarias; agosto de 2008, Los Ángeles, Estados Unidos…).

La Resolución de la ONU, relativa a las medidas mencionadas indicaba que era necesario… “seguir perfeccionando una amplia estrategia orientada a lograr la máxima cooperación internacional posible en la esfera de los desastres naturales, sobre la base de una división eficaz del trabajo, desde la alerta temprana, la repuesta, la mitigación, la rehabilitación y la reconstrucción…”. Los cuatro objetivos principales de la “Estrategiainternacional para la Reducción de Desastres” (ISDR) son: incrementar la conciencia pública sobre el riesgo, vulnerabilidad y reducción de los desastres a escala global; favorecer el compromiso de las autoridades; provocar la participación interdisciplinar; y aumentar el conocimiento científico.

Una de las contribuciones recientes más importantes es el proyecto GAP (Guard, Anticipation and Prediction), de la Unión Europea, sobre las amenazas a la “salud global”, que une a los desastres naturales los nucleares, grandes epidemias, catástrofes industriales y terrorismo. Los problemas que afectan a la humanidad deben ser tratados a escala planetaria, por todos los pueblos de la tierra conjuntamente. Las instituciones científicas deben colaborar, según su especialización. La utilización de satélites para la alerta precoz, la gestión de las emergencias mediante reglas de comunicación e intercambio de experiencias, son absolutamente indispensables, al tiempo que se va forjando una actitud ciudadana dotada de una mayor capacidad de reacción.

lunes, 28 de junio de 2010

MUERE JOSE MARIA DÍEZ ALEGRÍA, JESUITA CASTIGADO POR ROMA Y GRAN TEÓLOGO

El español fue uno de los grandes teóricos del postconcilio y acompañó al padre Llanos en el Pozo del Tío Raimundo

Juan Bedoya, en 'El País'

Ayer murió José María Díez-Alegría, uno de los grandes teólogos españoles. Iba a cumplir en octubre los 99 años de vida. Fue jesuita impenitente, obligado por los inquisidores del Vaticano a dejar la orden de Ignacio de Loyola por no aceptar silencios, componendas ni censuras. Pese a todo, nunca dejó de vivir en (y con) la Compañía de Jesús. "Soy un jesuita sin papeles", solía ironizar.

Nacido el 22 de octubre de 1911 en la sucursal del Banco de España de Gijón, de la que su padre era director, Díez-Alegría se cambió pronto al bando de los mineros y empezó a tener problemas con la dictadura franquista, poco amiga de curas de combate. Sólo el apellido Díez-Alegría, con dos famosos generales en la familia, lo libró de la cárcel, aunque no de marginaciones y desplantes. Una vez le preguntaron cómo un banquero podía ser católico, y Díez-Alegría contestó con esta anécdota brechtiana. Fue un banquero a confesarse y le dijo: 'Mire, padre, yo soy banquero'. Y el cura le respondió: '¡Mal empezamos!'. El rico penitente se enfadó y se fue.

Alegría (al teólogo Díez-Alegría todos le llamaban Alegría) era un reputado profesor en la imponente Universidad Gregoriana de Roma cuando en la Navidad de 1972 publicó sin la censura previa obligada el libro 'Yo creo en la esperanza', que en apenas semanas dio la vuelta al mundo. Exclaustrado de la Compañía de Jesús para evitar males mayores con el Vaticano, regresó un año después a Madrid y se fue a vivir a una chabola del Pozo del Tío Raimundo, la barriada en la que otro jesuita, el famoso padre Llanos, ex capellán de Falange y ex amigo del dictador Francisco Franco, llevaba practicando una radical teología de la liberación desde 1955. Alegría, cuyo sentido del humor y paciencia evangélica no tenían límites, se hizo imprimir allí esta tarjeta de visitas: "José María Díez-Alegría. Doctor en Filosofía. Doctor en Derecho. Licenciado en Teología. Ex profesor de Ciencias Sociales en la Universidad Gregoriana. Jubilado por méritos de guerra incruenta. Calle Martos, 15. Pozo del Tío Raimundo".

Una vida en el Pozo del Tío Raimundo

En el Pozo del Tío Raimundo Llanos y Alegría hicieron teología de liberación de la buena, a pie de obra, y entraron en la mitología popular. Su sensibilidad por las víctimas del sistema económico inhumano era ontológica. Una vez, en una sonada conferencia en la Cámara de Comercio de Madrid, Alegría dijo, ajeno a las consecuencias, que "la clase dirigente vive en situación de pecado". Díez-Alegría no cesó de proclamar su convicción de que si un socialismo de rostro humano es muy difícil, un capitalismo de rostro humano es imposible.

Alegría ha fallecido en la residencia de los jesuitas de Alcalá de Henares. Decenas de discípulos, amigos y admiradores peregrinaban allí con frecuencia para disfrutar de su conversación, sabia, beatífica y pícara, sin pelos en la lengua, de una belleza incomparable. Hace unos meses empezó a declinar y a consumirse poco a poco. "Se nos está agotando Alegría", corrió la voz. Anteayer ya no se esperaba más noticia que la de su muerte. Ocurrió esta mañana a las cinco.

Cuando fue expulsado hace 37 años de la Compañía de Jesús por publicar 'Yo creo en la esperanza', Alegría vivía en Roma y era un bullicioso profesor de la Gregoriana, es decir, un pensador lanzado a la fama. Tiempos del postconcilio, aunque ya se vislumbraban nubarrones en aquella primavera eclesial. Díez-Alegría pide permiso para editar su libro. No ha lugar, le dicen. Y toma una decisión que cambiaría su vida. El libro aparece en 1972 en la editorial Desclée de Brouwer, de Bilbao y se vendieron 200.000 ejemplares en numerosos idiomas. Su salto a la fama fue fulminante. Quince días más tarde, el periódico más vendido en Roma, Il Messagero, y el más importante de EE UU, The New York Times, tronaban: "El best seller de un jesuita español aclama a Marx y ataca a Roma".

Díez-Alegría tardó poco en regresar a España y en "tomar la mejor decisión" de su vida, dijo más tarde. Se fue a El Pozo del Tío Raimundo, se quitó el bonete de jesuita, se pone la boina de cura y puso en práctica la teología que había enseñado en Roma. Cuando llegó a Madrid, el 24 de febrero de 1974, "una nube de periodistas le buscaba, como si fuera un famoso actor de cine", recuerda Pedro Miguel Lamet, su biógrafo (Díez-Alegría. Un jesuita sin papeles. Editorial Temas de Hoy. 2005).

A los 90 años, Díez-Alegría publicó la segunda parte de su famoso libro, esta vez con el título 'Yo todavía creo en la esperanza', pero en medio hay muchas otras obras de impacto, como Actitudes cristianas ante los problemas sociales (1967), Cristianismo y revolución (1968), Yo creo en la esperanza (1971), Teología en broma y en serio veras(1977), Rebajas teológicas de otoño (1980). La cara oculta del cristianismo (1983). ¿Se puede ser cristiano en esta iglesia? (1987) o Cristianismo y propiedad privada (1988). Él mismo se consideraba un miembro más de la Teología de la Liberación, orgulloso de que el padre Ignacio Ellacuría, asesinado por el fascismo clerical de El Salvador, Jon Sobrino o Gustavo Gutiérrez le considerasen "un viejo compañero". Sostuvo siempre que en el fragor de la injusticia que vive este mundo global no cabía otra cosa que el compromiso social.

Díez-Alegría tenía admiradores incluso entre los jerarcas del catolicismo porque era un cristiano irreductible, pese a sus sabrosas impertinencias con el poder. En eso se parecía a Jesús, el fundador cristiano, crucificado por decir lo que pensaba. En un mundo de eclesiásticos acomodados junto al poder político y económico, que apenas usan el nombre de Cristo porque prefieren las figuras tiernas pero pacíficas y melifluas de María, o la de los papas lujosamente instalados en la soberanía vaticana, Díez-Alegría aconsejaba humildad, volver a Cristo y menos papanatismo. "Hay que citar más a los Evangelios y menos al Papa", decía. En la última conversación con EL PAÍS proclamó que en unos veinte o treinta años se admitiría el matrimonio de los clérigos y, un poco más tarde, el sacerdocio de la mujer.

"Okupa del Universo"

Cuando cumplió 94 años y empezaba a sentirse "un okupa del Universo", pese a estar todavía como un chaval, Díez Alegría recibió un homenaje de sus amigos en el paraninfo de la Casa de América, repleto de público. Fue recibido con larguísimos aplausos, todos puestos en pie para verlo mejor bajar las escaleras camino del escenario, como si el que llegaba fuese un profeta o un galán de cine. El encargado de hacer la 'laudatio' aquel día fue el entonces ministro de Defensa, José Bono, fallido aspirante a jesuita de pequeño. La ocasión sirvió además para presentar la biografía de Alegría escrita por otro jesuita ilustre, sabio y rebelde, Pedro Miguel Lamet.

La jerarquía eclesiástica ha soportado la fama y la voz de Alegría con pasmo o pánico. Por ejemplo, el 28 de mayo de 1977. Ese día, EL PAÍS acogía en su primera página una gran fotografía del jesuita Llanos saludando puño en alto ante 60.000 personas reunidas en el campo de fútbol de Vallecas (Madrid). "El mitin comunista de ayer contó con dos protagonistas de excepción, tan dentro de la lógica de la historia de la Iglesia española como fuera de programa: los padres jesuitas Díez-Alegría y Llanos. El padre Llanos -en la fotografía- saluda, puño en alto, a su pueblo de El Pozo. De alguna manera viene a simbolizar el compromiso histórico de cierta Iglesia pasada dolorosamente del nacional-catolicismo al saludo de identificación marxista", decía el pie de foto.

Díez-Alegría contó más tarde que el padre Llanos tenía carnet del PCE y de Comisiones, aunque apreciaba más el segundo que el primero "cuando vio que no era oro todo lo que relucía en aquel idílico eurocomunismo". Él no. "Lo que yo era es hegelianamente anti-antimarxistas", explicó jugando con la famosa teoría del filósofo alemán sobre la tesis, la antítesis y la síntesis. "Yo no soy marxista, pero tampoco antimarxista. Me tomo en serio el marxismo. La crítica que hace Marx del capitalismo es válida. Nunca me leí El capital, pero sí otros libros suyos, y en mi libro Rebajas teológicas de otoño escribí un capítulo titulado Recuerdos a Marx de parte de Jesús en el que contaba que tuve un sueño en el que Jesús se me presentaba y me decía: 'Oye, y este Carlos Marx, del que tanto hablan escandalizados mis discípulos actuales, ¿qué me dices de él?'. Entonces yo le recitaba algunos textos de Marx, y después Jesús me decía: 'Mira, si ves a Carlos Marx, dale recuerdos de mi parte y dile que no está lejos del Reino de Dios. Pues ése era un poco nuestro marxismo".

Pese al temprano castigo por Yo creo en la esperanza, Díez-Alegría no volvió a tener problemas con el Santo Oficio de la Inquisición. Otros teólogos, por decir cosas menos valientes o menos fuertes, los han tenido. La explicación es que matizaron muchísimo, y que manejaban la Biblia con gran conocimiento. "Siempre había un Padre de la Iglesia que había dicho antes lo que ellos sostenían", dice Pedro Miguel Lamet, que trabajó muchas veces en El Pozo.

Tampoco tuvieron, ni Llanos ni Alegría, problemas con la severa dictadura franquista y nacionalcatólica, obligada, en cambio, a abrir en Zamora una cárcel sólo para curas. La explicación fue el origen de los dos protagonistas. Llanos era hijo de un general, y Díez-Alegría, de un banquero de Gijón, además de hermano de los tenientes generales Luis Díez-Alegría, jefe de la Casa Militar de Franco y ex director general de la Guardia Civil, y Manuel, ex jefe del Alto Estado Mayor del Ejército. Un día, el general Luis cometió una infracción de tráfico y el agente que le tomaba nota para la multa, al ver su apellido en el carné, le preguntó si era familiar del "famoso teólogo Díez-Alegría". Y no hubo sanción.

Además, cuando llegaron a evangelizar y, sobre todo, a prestar amparo y compañía a los chabolistas de El Pozo, los dos ya eran famosos por sí mismos, Llanos por artículos de prensa, y Díez-Alegría porque venía de Roma envuelto en un descomunal escándalo editorial. El sangriento dictador Franco recelaba castigar o reprimir cuando las víctimas podían recibir algún amparo internacional.

En la biografía de Alegría, Lamet cuenta anécdotas y sucesos deliciosos, que explican por qué fue Alegría fue un jesuita "sin papeles". He aquí una de las historias que contaba Díez-Alegría, con arrobo teológico, para armonizar con la fe católica su radical teología de liberación. Un catequista de mujeres adultas en Andalucía se topó con una joven muy pobre, casada y con hijos, que se había ido a vivir con un viejo.

-Mujer, tienes que volver, no puedes seguir con el viejo.

-Pues claro que sí, señorito. Pero es que el viejo se va a morir en seguida, y me voy a quedar con una casica muy apañada, me traigo a mi marido y a mis hijos, y problema resuelto.

-Pero, mujer, es que eso es contra la ley de Dios.

La mujercita, con convicción: "No, señorito, si yo con el Señor no tengo dificultad. Yo le digo al Señor: Señor, tú me perdonas a mí y yo te perdono a ti ["por tenerme tan pobre", matizó Alegría], y estamos en paz".



DÍEZ ALEGRÍA, LA ESPERANZA NO ENTERRADA

Javier Morán, enviado especial de LA NUEVA ESPAÑA

Ni la tierra ni el fuego terminarán con el cuerpo del jesuita gijonés José María Díez-Alegría Gutiérrez, teólogo social y de la esperanza, que falleció en la madrugada del pasado viernes, a los 98 años, y cuyas últimas voluntades incluían que su cadáver fuera donado a la investigación científica. La Compañía de Jesús, orden religiosa a la que perteneció y en cuyo seno ha vivido después de que la Santa Sede exigiera su expulsión, en 1972, celebró ayer su funeral sin entierro en la espartana capilla del colegio y residencia San Ignacio, en Alcalá de Henares, donde el veterano sacerdote residía desde 2007.

No ser canónicamente miembro de la Compañía, pero vivir como si lo fuera, era lo que el propio Díez-Alegría denominaba «ser un jesuita sin papeles», aunque no por ello carecía de espíritu crítico hacia la Iglesia, pero siempre con esperanza. «Ésa fue una de las grandes palabras de la vida de José María, y la esperanza ha sido fecunda en él», expresó ayer el superior de la residencia alcalaína, Enrique Climent, en la homilía del funeral.

«Aseguraba que todos tenemos sitio en el corazón del Padre y se veía a sí mismo como hermano y amigo fiel de Jesús», agregó el superior jesuita, que también destacó en Díez-Alegría la combinación de «trabajo intelectual» -licenciado en Teología, doctor en Filosofía y Derecho, y profesor de Doctrina Social de la Iglesia en la prestigiosa Universidad Gregoriana de Roma-, con su «solidaridad cercana», concretamente en el Pozo del Tío Raimundo, el lugar más deprimido de Madrid, donde el gijonés trabajó junto al también jesuita José María de Llanos. «Construir una sociedad nueva, humana y fraterna» fue su empeño, aseguró Climent.

Había asimismo en Díez-Alegría una «humanidad entrañable», lo que explica que los jesuitas con los que convivía lo acogieran sin reserva. Fue «asturiano de pro, y ejerciente», y dotado de «un gran sentido del humor». Una de sus frases más frecuentes era: «No quiero llegar a los cien años, no vaya a ser que empiecen a enseñarme como una mona de feria», comentó Climent, y añadió otra: «Dicen que soy de izquierdas, y la verdad es que, viendo mal, veo mejor por el ojo izquierdo; y oyendo mal, lo hago mejor por el izquierdo. Se ve que Dios me ayuda a reírme de mi mismo».

Climent relató también una escena sorprendente del obispo de Alcalá, Antonio Reig Plá, en apariencia uno de los más duros y severos miembros del Episcopado español. «El obispo visitó esta casa y le llevé a la habitación de José María; Reig tomó sus manos y le saltaron las lágrimas cuando él le dijo: “Espero encontrarme pronto en la casa del Padre”; o “Quiero morir como Juan Pablo I, por la noche y sin enterarme”». Los últimos días de vida de Alegría fueron, no obstante, duros: la respiración se le extinguía y necesitó oxígeno y una vía para ser alimentado. «Pero aun así estaba fuerte físicamente; fue un asturiano fuerte hasta el final», sentenció Climent.

Además de física, su fuerza había sido moral. En 1970 quiso publicar «Yo creo en la esperanza», que de antemano asustó al Vaticano. El Papa Pablo VI indicó al superior general de los jesuitas, Pedro Arrupe, que situara a Díez-Alegría ante una disyuntiva: o abandonaba la publicación del libro, o abandonaba la Compañía de Jesús. Pero aquel texto era una purga de su propia alma y el tenaz jesuita asturiano siguió adelante con una publicación que resultó un éxito de ventas e influencia.

«Me impresionó “Yo creo en la esperanza”, y más cuando lo leí con una persona muy cercana a mí que falleció, pero a quien le fue muy útil en esos últimos momentos», comentó ayer Paquita Sauquillo, abogada, ex diputada y ex dirigente del PSOE, y presidenta de Movimiento por la Paz. Sauquillo, a quien la vida ha azotado con varias tragedias familiares, evocó su «relación de hace muchos años con José María, desde que le conocí en los setenta; me ha impresionado como teólogo y como persona que entendía los problemas del mundo y les daba un espíritu nuevo». Para Paquita Sauquillo, «es una figura histórica, que ha abierto muchos caminos y horizontes, aunque ha tenido detractores».

El jesuita Pedro Miguel Lamet, poeta, escritor y biógrafo de Díez-Alegría, juzgó ayer que «él ha roto códigos y ha sido un profeta del siglo que vivimos: sobre la actualidad del egoísmo económico de las grandes finanzas, él ya había denunciado claramente la propiedad privada; sobre la sexualidad y la actualidad de la pederastia, él ya dijo que el celibato podía ser una fábrica de locos; y sobre el actual repliegue del catolicismo, él veía que la Iglesia había sido infiel a Jesús y al Evangelio».

Tras verse forzado a abandonar la Compañía, Arrupe le dio autorización para continuar de por vida residiendo con los jesuitas. Aquel castigo que recibía Díez-Alegría era indicio de que el posconcilio iba agotándose y que el pontífice Montini, muy inteligente, pero ya confuso, cada vez percibía más que «el humo de Satanás» estaba penetrando en la Iglesia por diversas rendijas. La rendijas que proponía el jesuita gijonés consistían en que la propiedad privada no era de ninguna forma un derecho dado por Dios a los hombres mediante ley natural; o que el análisis marxista iluminaba al cristianismo; o que Jesús no debía ser mitificado, sino tenido por compañero; o que el papado debía renunciar a la opulencia vaticana; o que el celibato era un carisma que podía descubrir el sacerdote, pero nunca una imposición.

El funeral de Díez Alegría fue celebrado por doce jesuitas y contó con un centenar de asistentes: viejos amigos del Pozo y de la progresista Asociación de Teólogos Juan XXIII; familiares descendientes de sus hermanos, los generales Luis y Manuel, y miembros muy veteranos de la Compañía de Jesús. Uno de ellos era Antonio Arroyo, profesor jubilado de Finanzas en la Universidad de Comillas-Icade y vinculado a Asturias. «Mis abuelos se casaron en Covadonga cuando todavía no existía la basílica». Arroyo sintetizó en tres ideas a Díez-Alegría: «Primero, solución salomónica, pues murió fuera de la Compañía y, sin embargo, ha muerto en una casa de la Compañía y acompañado por los jesuitas; segundo, crítico, insobornable y oscuro como profesor; y tercero, paradójico, que obliga a portarse paradójicamente con él a los que le escuchábamos, y yo fui alumno suyo en Chamartin».

Climent cerró el funeral de ayer: «José María era investigador y crítico, pero devoto; recemos la salve». Una mujer emocionada acarició lentamente el ataúd de José María Díez-Alegría cuando era extraído de la capilla para ser recogido por los operarios de un centro no identificado. La tierra no iba a serle ni grave ni leve, ni se tragaba su esperanza.



ALMA DE PROFETA José María Díez Alegría

Pedro Miguel Lamet

El día que comencé las conversaciones con José María Díez Alegría destinadas a nutrir mi biografía titulada Un jesuita sin papeles recuerdo que me recibió con su acostumbrada sonrisa y me dijo: “Quiero decirte una cosa importante: siéntete libre para escribir lo que te apetezca”.Y es que su mensaje o pensamiento puede resumirse en esa palabra: libertad y coherencia con el Evangelio

Arranca de una postura ética ante Dios y el mundo. De su tesis doctoral sobre la Ley Natural, que completó con otro doctorado en Derecho y que le condujo a creer en la conciencia del hombre. José María estaba convencido, después que buceó en Max Scheller y la fenomenología de Husserl, de la importancia de la libertad de conciencia, la inmoralidad de la guerra y la lucha por la justicia como imperativos irrenunciables.

En contacto con el padre Llanos y el barro de El Pozo del tío Raimundo, empieza a denunciar en diferentes conferencias tachadas de subsersivas sobre los abusos del franquismo, la situación del obrero, el silencio de la Iglesia. A partir de ese momento cuando, de acuerdo con su amigo Aranguren, se convierte en un jesuita peligroso, es “promovido para ser removido” de España a su cátedra de Roma.

Pero su ecuador mental, cuando cree estar por una enfermedad al borde de la muerte, lo señala la aparición de su libro Yo creo en la esperanza, que publica como imperativo interior , haciendo objeción de conciencia contra sus superiores y arriesgándose a tener que exclaustrarse y luego salir de la Compañía de Jesús, como hizo.En esta obra se pronuncia contra un cristianismo ontológico-cultual (es decir de misa y doctrina) y defiende un cristianismo comprometido y profético. “Yo hago ver cómo la esencia de la religión es el amor al prójimo como sacramento del amor de Dios, el amor a prójimo como dialéctica del espíritu de justicia”. En ese sentido acepta que Marx puede ser un profeta y tener parte de razón cuando dice que “la religión es el opio del pueblo”.”Marx me ha llevado a redescubrir a Jesucristo y el sentido de su mensaje”, se atreve a afirmar-

Critica en consecuencia la concepción de propiedad privada tal como la ha defendido la Iglesia, y se apunta a una esperanza histórica que se traduce en la lucha por la justicia afirmando sin rodeos que el cristianismo tal como se ha vivido hasta ahora es una religión falsa. Ni los padres de la Iglesia, ni siquiera la tradición escolástica, según Alegría, defienden que la propiedad privada sea un derecho natural. · “Como dice San Juan Crisóstomo, ‘el rico o es ladrón o heredero de ladrón’” Por tanto la Iglesia, que ha traicionado a Jesús, no debe empujar a decisiones políticas, sino predicar el Evangelio y dejar libertad de elección al cristiano en estas opciones.

Otro punto que escandalizó sobremanera fue su postura en materia de moral sexual. Su frase “el celibato puede ser una fábrica de locos” y “estoy a punto de cumplir sesenta años y no he tenido ninguna aventura amorosa. Tal vez se deba a que soy un poco estúpido en cuestiones de mujeres”, levantaron un gran escándalo es aquella España tardofranquista. Calificará la postura de muchos moralistas católicos de “totalitaria” por sus imposiciones. Defenderá un celibato opcional para los sacerdotes de rito latino. Un pensamiento que tiene resonancias especiales en estos tiempos de “pederastia”. “Es una cosa para volverse loco, porque la dimensión sexual es algo que está en las entretelas del ser humano” . Aunque en diversas ocasiones se manifiesta contra la sexualidad como mera explotación o goce y defiende su dignidad. Tampoco ve sentido a una fecundidad indiscriminada: “No necesitamos muchos hijos, sino verdaderos frutos y signos del amor”.

En otra cuestión de fresca actualidad fueron duras sus palabras contra el neoliberalismo económico y el economicismo puro y duro. Respecto al terrorismo decía que “es intolerable; pero para solucionarlo lo que hay que hacer es aumentar la justicia”. Y añadía: “Estamos lejos de la verdadera paz. La actual política armamentista es un escándalo”. Por su parte “La Iglesia no debe pretender conquistar el mundo, sino procurar dar un buen testimonio de Jesús y estar en diálogo con todos”.

Pero sobre todo era un gran hombre de fe. “Reafirmo que mi fe en la resurrección se refiere con toda rotundidad y con íntimo gozo a Jesús. Se refiere también con fuerza a los pobres y marginados injustamente oprimidos“. Cuando un día le pregunté si tenía miedo a la muerte, me dijo: “No. Tengo esperanza de encontrarme con Dios. Pero creo que mi vida ha tenido mucho sentido tal como es y no me preocupa la muerte, incluso como puro descanso”. ¿Y si no te encuentras a Dios?, insistí. José María respondió con una frase de un jesuita francés: “Pues me honro en haber creído en Dios, pues si no existe, debería existir”. Y es que el humor, que es una forma de amor, siempre era el alma que hizo a este asturiano universal libre y genial.

domingo, 27 de junio de 2010

SABIDURÍA. UN VENERABLE SAMURAI

Gª Fajardo

El noble señor Naoshige estaba muy orgulloso por la destreza y contundencia de su sobrino, un joven guerrero, y así se lo manifestó al venerable Shoun, uno de sus más viejos samuráis:

-Nadie puede resistirse ante la fuerza y el vigor del joven Katsushige. Es admirable para su edad. Desafía incluso a los compañeros mayores que él.

El anciano Shoun inclinó la cabeza con respeto y puso su rodilla y su puño derechos en el suelo, mientras con la izquierda apretaba la empuñadura de su espada.

- Si me lo permitís - le dijo - estoy dispuesto a luchar con él y apuesto mi vida a que lograré vencerlo, sin desenvainar.

- Maestro Shoun, sois un espejo para todos los jóvenes samuráis. ¿No teméis que, por vuestra edad venerable, el encuentro pueda resultar contraproducente ante la fogosidad del joven Katsushige?

- Dejad al Cielo que se exprese en el camino de la espada, noble Naoshige, y en el camino del viento.

- Sea, pues, como deseáis pero sobre el tatami pondréis a prueba mi veneración y agradecimiento por vuestras enseñanzas y mi admiración por la fuerza e ímpetu de mi sobrino.

Aquella misma noche tuvo lugar el encuentro en el patio del castillo ante la presencia de un gran número de samuráis. A pesar del silencio y de la contención del momento, algunos se preguntaban si el viejo Shoun no había ido demasiado lejos en su desafío al joven erigido en paladín de los impacientes samuráis.

Una vez efectuado el saludo a los antepasados, inclinándose ante el tatami, al noble señor Naoshige en medio de su Corte y el mutuo saludo de los contendientes, el joven y poderoso Kasushige desenvainó una de las espadas y se lanzó al ataque con todas sus fuerzas. Su frágil adversario lo esquivó con un leve movimiento que lo mantuvo en su puesto mientras el joven evitaba dar con su cuerpo en el suelo. De nuevo, se abalanzó sobre el anciano Shoun con una fuerza y una fogosidad que hicieron brotar un murmullo en la noche. El viejo samurái aprovechó el impulso de su oponente y se deslizó en su estela ante el asombro general. Se diría un paso del kabuki o quizás del teatro. No. Nadie había visto el movimiento del maestro, ni conocían que, en su madurez, se había iniciado en el camino del Taichí Chuán.

Una y otra vez el joven Katsushige se levantó y se volvió a arrojar sobre su enemigo con ambas espadas desenvainadas y en posición de ataque. El Maestro Shoun continuó sin desenvainar las suyas deslizándose con los pasos de la nube sin nombre y de las crines del caballo. Parecía detener el aire y abrir espacios de vacío en donde se precipitaba su oponente. Al final, se diría que el Maestro iba indicando al joven samurái sus movimientos y éste le seguía dócil pero furioso en la senda que trazaba el anciano.

Llegó un momento en el que la misma luna se detuvo para contemplar la suave danza del venerable anciano y la lucha indómita del joven samurái. En el rostro de uno, brillaba el sudor; en el del otro, una amable serenidad que infundía respeto. Finalmente, el joven perdió el control hasta dar de bruces contra el suelo clavándose en el muslo su propia espada.

El anciano le ayudó a levantarse para que pudieran ambos inclinarse ante el noble señor Naoshige, ante los antepasados y finalmente, ante ellos mismos para ratificar la expresión del Cielo.

Cuando el señor Naoshige ponía sobre sus hombros el blanco cendal de la victoria escuchó casi en un susurro:

- Sentirse orgulloso de su fuerza cuando aún no se domina la fogosidad es como vanagloriarse públicamente de sus defectos.

- Pero has vencido, venerado Shoun.

- No, mi señor, hemos salvado a un buen samurái.




sábado, 26 de junio de 2010

'DIOS NO CREE EN EL VATICANO'

Hace siete u ocho años K. Marín hizo esta entrevista a José María Díez Alegría

Pregunta. ¿Cómo ve un teólogo de la Liberación lo sucedido en Irak?

Respuesta. La guerra no se puede considerar un medio de política internacional en ningún caso. No hay guerra justa. Habría que crear organismos como Naciones Unidas, que aún es muy imperfecto, y establecer normas jurídicas internacionales que limiten las capacidades de armamento de cada país.

P. Siempre que esos organismos no les importaran tanto como las Naciones Unidas a Bush, Blair y Aznar.

R. Sí. Se han saltado a la ONU porque hay una potencia con un armamento enorme que puede hacer lo que le dé la gana, que es Estados Unidos.

P. Usted es de familia mitad monje y mitad soldado. ¿Es éste el perfecto componente de lo español?

R. Tuve dos hermanos militares. Y lo de mitad monje, mitad soldado [ríe], lo decía José Antonio Primo de Rivera, que era un hombre con sus cualidades y un poco romántico, pero que era fascista, y eso realmente es una equivocación.

P. ¿Tiene algo que decirle al Papa?

R. [Ríe] El Papa esta vez en ese "no a la guerra" ha tenido razón. Lo cual no quiere decir que la tenga siempre.

P. Cuando le echaron de los jesuitas por su libro Yo creo en la esperanza, ¿no le ofrecieron nada los dominicos?

R. Tengo muy buenas amistades con dominicos. Y a veces me han ofrecido tomar parte en congresos suyos.

P. Porque jesuitas y dominicos son como el Madrid y el Barça.

R. Nunca fui un hincha de la Compañía de Jesús. Y también creo [ríe] que hay dominicos que no son hinchas de los dominicos.

P. ¿Echa de menos a san Ignacio?

R. A quien echo de menos, como cristiano y como sacerdote, es a Jesús de Nazaret.

P. ¿Cómo ve la Iglesia en España?

R. Está en crisis. Todas estas naciones de cristiandad histórica llegaron a serlo porque no había verdadera libertad religiosa. Y son iglesias que están enfermas, y que tendrán que resignarse a disminuir en número de fieles y a dialogar con el resto de la humanidad. Porque ¿sin la Inquisición hubiéramos llegado a ser tantos, y nos mantendríamos?

P. ¿Usted qué responde a eso?

R. Pues que no.

P. ¿Por qué Wojtyla se mosquea con los jesuitas y requiebra tanto al Opus?

R. Porque el concepto que tiene de la teología, de la moral, sobre todo, y de la ética sexual es más cercano al del Opus Dei. Los jesuitas son más pluriformes.

P. ¿Usted hubiera beatificado y canonizado a Escrivá?

R. Yo no, desde luego [risas].

P. ¿En el Vaticano creen en Dios?

R. Bueno, eso sólo lo puede juzgar Dios. Yo creo que hay gente que sí. El Papa yo creo que cree en Dios. Ahora, con enorme respeto, sospecho que su fe en algunos aspectos peca de algo de fanatismo.

P. ¿Y Dios cree en el Vaticano?

R. No. Dios no cree en el Vaticano.

P. Nació en la sucursal del Banco de España en Gijón. ¿No se le pegó nada?

R. Pues no. Mi padre era el director, y hay que distinguir: era bancario, pero no banquero.

P. ¿Desde que vivía en Vallecas, en los años 80, el compromiso social ha cambiado de cara?

R. La teología de la Liberación sigue siempre en pie, porque eso es el Evangelio. Pero hay una especie de aceptación acrítica de esta forma de capitalismo fundado exclusivamente en el afán de ganancia ilimitada que habrá que revisar.

P. Dijo que la Iglesia acabará admitiendo el matrimonio de los curas y el sacerdocio de la mujer. ¿Ve pinta de ello?

R. La cosa está difícil. Pero ni el celibato obligatorio de los clérigos ni la prohibición de acceso de la mujer al sacerdocio vienen de Jesús. Empezaron después.

P. ¿Aznar irá al cielo?

R. Bueno [ríe], a Aznar, como a mí, si va al cielo tendrán que cambiarle mucho, hacerle una operación de estética.

P. ¿Y Zapatero?

R. Sí. Casi, casi, más fácilmente, porque no tiene tan mal humor como Aznar.

P. ¿Y Arzalluz?

R. Le diría una palabra en italiano: caratteraccio [malas pulgas]. Como Aznar.

P. ¿Teme a la muerte?

R. No. Tengo esperanza de encontrarme con Dios. Pero creo que mi vida ha tenido mucho sentido tal como es, y la muerte como puro descanso tampoco me importa.

P. ¿Y si no se encuentra a Dios?

R. Un jesuita francés dijo una cosa muy bonita: Si a la hora de mi muerte me demostraran que no hay otra vida, yo diría: Pues me honro de haber creído en Dios, porque si no existe, debería de existir.

viernes, 25 de junio de 2010

HA MUERTO JOSÉ MARÍA DÍEZ ALEGRÍA A LOS 98 AÑOS

El sacerdote y teólogo José María Díez-Alegría ha fallecido esta madrugada en Madrid a los 98 años, según fuentes próximas a la familia.
José María Díez-Alegría, nacido el 22 de octubre de 1911 en Gijón (Asturias), estaba considerado un teólogo de vanguardia y su nombre levantó polémicas en varias ocasiones por las críticas y denuncias a las interferencias eclesiásticas en los asuntos internos del Estado.
Próximo a la Teología de la Liberación, sus escritos, análisis e interpretaciones de los fundamentos en que para el teólogo asturiano debe basarse la Iglesia, provocaron malestar dentro de los sectores más conservadores de la jerarquía eclesial.
Doctorado en Derecho por la Universidad de Madrid y en Filosofía y Letras por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, en 1930 ingresó en la Compañía de Jesús y fue ordenado sacerdote el 15 de julio de 1943.
El teólogo asturiano también se dedicó a la docencia, que ejerció en centros de la Orden como profesor de Ética en la Facultad de Filosofía de los jesuitas de Madrid y en la Universidad Gregoriana de Roma.
Díez Alegría, fue uno de los 73 teólogos que en el año 2000 firmaron el manifiesto contra un documento papal que sostiene que el catolicismo es la única religión verdadera.
Anteriormente, en 1970, criticó junto a otros compañeros de la Universidad Gregoriana de Roma la oposición vaticana al proyecto de ley sobre el divorcio, que entonces se debatía en Italia.
Durante la década de los setenta, abandonó la Compañía de Jesús para dedicarse a trabajar junto al jesuita padre Llanos en la zona madrileña de Vallecas, en concreto, en el Pozo del Tío Raimundo.
Desde 1988 fue el presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, hasta que fue sustituido por Enrique Miret Magdalena en 1996.
Sobre su vida y pensamiento se presentó en 2005 la obra 'Díez-Alegría, un jesuita sin papeles', escrito por el también jesuita Pedro Miguel Lamet.



jueves, 24 de junio de 2010

LOS DIÁLOGOS DERIVARON EN INTERROGATORIOS

ENTREVISTA CON JOSÉ ARREGI

Tras el atormentado grito profético de hace unos días en nombre de la santa libertad de los hijos de Dios, el teólogo franciscano José Arregirepasa los sentimientos que le provoca la decisión de su obispo, monseñor José Ignacio Munilla, de desterrarlo.

¿Puso todo de su parte para restablecer las relaciones rotas con monseñor Munilla?

Tras mi primera entrevista con él, aquí en Aránzazu, creo que en el mes de febrero, en un primer momento soñé, efectivamente, que juntos pudiéramos reconducir la situación y entablar un diálogo franco y libre. Y me presté a ello gustoso, y me pareció que el obispo se prestaba también con muy buena voluntad. Me invitó a cenar a su casa y allí me propuso fechas y temas de diálogo.

¿Se sometió a un escrutinio con el obispo?

Munilla no me planteó nada de eso en ningún momento, ni a mí se me pasó por la cabeza. Yo pensaba que iban a ser simplemente diálogos abiertos sobre temas teológicos y morales. Yo le reclamé "un lugar en la Iglesia también para mi error", si error fuera. Luego, a medida que se desarrollaron los diálogos -dos largas sesiones de dos horas y media cada una-, fui viendo que eran en realidad interrogatorios e indagaciones, y le dije claramente que en esas condiciones no merecía la pena.

¿Qué es lo que no le perdona el obispo: que haya descubierto lo de la carpeta "Mafia" y/o que lo haya hecho público?

No fui yo quien lo descubrió ni quien lo hizo público, pues era ampliamente conocido en la diócesis cuando yo lo supe. No quiero pensar que lo de ahora sea una pura represalia por aquello, pero creo que, de alguna forma, aquello de entonces es determinante en esto de ahora.

¿Qué sintió al enterarse de que le había llamado "agua sucia"?

Sinceramente, no recuerdo haberme sentido ofendido por eso. Después me ha hecho reír bastante. Pero tienen razón aquellos que se indignan de que el obispo quiera enviar las aguas sucias de aquí a América. Eso no se hace.

¿Espera el apoyo del clero donostiarra?

Sé que la inmensa mayoría me apoya, independientemente de que esté de acuerdo o no con mi teología. Pero no espero declaraciones de apoyo. Si se dan, las agradeceré, pero no quiero de ninguna manera estar pendiente de eso, y, en cualquier caso, yo no promoveré ni colaboraré en ninguna iniciativa.

¿La justicia y la conciencia están, lógicamente, por encima de la obediencia debida al obispo?

La justicia es infinitamente más que mi conciencia, eso lo primero. Al igual que la verdad es infinitamente más que mi insignificante perspectiva. Pero creo que es mi deber buscar la justicia y la verdad de acuerdo a mi conciencia Por lo demás, así lo ha enseñado siempre la Iglesia. La conciencia es sagrada, y por eso mismo debe también ser muy humilde, buscadora, dialogante.

Lo más probable es que, al final, usted tenga que irse desterrado a América, tal y como exige monseñor Munilla. ¿Aceptará el castigo?

No se me pasa por la cabeza que nadie me destierre, ni que yo pueda aceptarlo. Entre otras cosas, porque si aquí hago daño, también lo haría allí donde fuera. Tendría que ir a alguna isla deshabitada. Eso podría ser maravilloso, pero no, no será así.

¿Le ha convertido monseñor Munilla en el chivo expiatorio por no sentirse aceptado ni querido en la diócesis?

Sinceramente, no me siento chivo expiatorio. Si acaso, soy uno más en la infinita muchedumbre de cristianos y cristianas que, en Guipúzcoa y en el mundo entero, con responsabilidades o sin responsabilidades eclesiales, sufren la cerrazón, la intransigencia y en última instancia el miedo patológico de la actual jerarquía eclesiástica.

Y de ningún modo juzgo y condeno a Monseñor Munilla en persona. Estoy seguro de que él, con su propia historia y personalidad, lo hace desde la mejor voluntad. Y también él sufre. Todos somos víctimas de unas estructuras eclesiales clericales, autoritarias, antidemocráticas, y de una teología medieval que chirría y es insostenible en el siglo XXI.



LOS DIÁLOGOS DERIVARON EN INTERROGATORIOS

ENTREVISTA CON JOSÉ ARREGI

Tras el atormentado grito profético de hace unos días en nombre de la santa libertad de los hijos de Dios, el teólogo franciscano José Arregirepasa los sentimientos que le provoca la decisión de su obispo, monseñor José Ignacio Munilla, de desterrarlo.

¿Puso todo de su parte para restablecer las relaciones rotas con monseñor Munilla?

Tras mi primera entrevista con él, aquí en Aránzazu, creo que en el mes de febrero, en un primer momento soñé, efectivamente, que juntos pudiéramos reconducir la situación y entablar un diálogo franco y libre. Y me presté a ello gustoso, y me pareció que el obispo se prestaba también con muy buena voluntad. Me invitó a cenar a su casa y allí me propuso fechas y temas de diálogo.

¿Se sometió a un escrutinio con el obispo?

Munilla no me planteó nada de eso en ningún momento, ni a mí se me pasó por la cabeza. Yo pensaba que iban a ser simplemente diálogos abiertos sobre temas teológicos y morales. Yo le reclamé "un lugar en la Iglesia también para mi error", si error fuera. Luego, a medida que se desarrollaron los diálogos -dos largas sesiones de dos horas y media cada una-, fui viendo que eran en realidad interrogatorios e indagaciones, y le dije claramente que en esas condiciones no merecía la pena.

¿Qué es lo que no le perdona el obispo: que haya descubierto lo de la carpeta "Mafia" y/o que lo haya hecho público?

No fui yo quien lo descubrió ni quien lo hizo público, pues era ampliamente conocido en la diócesis cuando yo lo supe. No quiero pensar que lo de ahora sea una pura represalia por aquello, pero creo que, de alguna forma, aquello de entonces es determinante en esto de ahora.

¿Qué sintió al enterarse de que le había llamado "agua sucia"?

Sinceramente, no recuerdo haberme sentido ofendido por eso. Después me ha hecho reír bastante. Pero tienen razón aquellos que se indignan de que el obispo quiera enviar las aguas sucias de aquí a América. Eso no se hace.

¿Espera el apoyo del clero donostiarra?

Sé que la inmensa mayoría me apoya, independientemente de que esté de acuerdo o no con mi teología. Pero no espero declaraciones de apoyo. Si se dan, las agradeceré, pero no quiero de ninguna manera estar pendiente de eso, y, en cualquier caso, yo no promoveré ni colaboraré en ninguna iniciativa.

¿La justicia y la conciencia están, lógicamente, por encima de la obediencia debida al obispo?

La justicia es infinitamente más que mi conciencia, eso lo primero. Al igual que la verdad es infinitamente más que mi insignificante perspectiva. Pero creo que es mi deber buscar la justicia y la verdad de acuerdo a mi conciencia Por lo demás, así lo ha enseñado siempre la Iglesia. La conciencia es sagrada, y por eso mismo debe también ser muy humilde, buscadora, dialogante.

Lo más probable es que, al final, usted tenga que irse desterrado a América, tal y como exige monseñor Munilla. ¿Aceptará el castigo?

No se me pasa por la cabeza que nadie me destierre, ni que yo pueda aceptarlo. Entre otras cosas, porque si aquí hago daño, también lo haría allí donde fuera. Tendría que ir a alguna isla deshabitada. Eso podría ser maravilloso, pero no, no será así.

¿Le ha convertido monseñor Munilla en el chivo expiatorio por no sentirse aceptado ni querido en la diócesis?

Sinceramente, no me siento chivo expiatorio. Si acaso, soy uno más en la infinita muchedumbre de cristianos y cristianas que, en Guipúzcoa y en el mundo entero, con responsabilidades o sin responsabilidades eclesiales, sufren la cerrazón, la intransigencia y en última instancia el miedo patológico de la actual jerarquía eclesiástica.

Y de ningún modo juzgo y condeno a Monseñor Munilla en persona. Estoy seguro de que él, con su propia historia y personalidad, lo hace desde la mejor voluntad. Y también él sufre. Todos somos víctimas de unas estructuras eclesiales clericales, autoritarias, antidemocráticas, y de una teología medieval que chirría y es insostenible en el siglo XXI.



martes, 22 de junio de 2010

ZONA PELIGROSA

Vicente Romero
(Desde Buenos Aires)

En las cercanías de la Villa 31, como a la entrada del Bajo Flores, el GPS del taxi vocifera ‘atención se aproximan a zona peligrosa.’ Cada vez que penetramos en alguno de los muchos núcleos de marginación y miseria urbana que rodean a Buenos Aires, suenan los mismos campanazos de alarma que avisan al conductor de la presencia de un radar. Pero el consejo de reducir la velocidad para evitar las multas se transforma en perentoria advertencia contra los riesgos de adentrarse en los barrios donde malviven los empobrecidos. Los taxistas siguen las instrucciones de la voz metálica que les guía como si se tratara del verbo divino. Y rehúsan llevar pasajeros a las villasmiseria.

La pobreza es peligrosa porque no obedece a las normas del sistema que la fabrica. Todo el mundo lo sabe. Sería absurdo que los miserables cumplieran escrupulosamente las leyes que los condenan a un infierno sin salida. Para sobrevivir se ven impelidos a delinquir: a construir su hogar en una chabola, a conectarse ilegalmente al tendido eléctrico, a atentar contra una sacrosanta propiedad privada siempre ajena. Gente peligrosa que ambiciona comer cada día y es sospechosa de necesitar el contenido de los bolsillos de quienes llegan en taxi a retratar el escenario de sus desdichas.

Hay quien, además de temer la amenaza de los marginales, parece creer que la pobreza sea contagiosa. Recuerdo un corresponsal español en Buenos Aires --un hombre de izquierdas por cierto-- que, cada vez que tenía que hacer una crónica de la injusticiallevaba en el bolsillo un envase de alcohol en gel, para desinfectarse las manos. Lógico que cuanto más conscientes están los privilegiados, más les aterre pensar que las carencias se peguen como las enfermedades. De un robo se recuperarían enseguida. Pero enloquecerían de ansiedad si quedaran atrapados entre las infraviviendas de una villamiseria.

Sin embargo, el equipo de Vagamundos --un programa de TVE aún en ciernes, cuyos pilotos estamos rodando-- preferimos seguir el consejo que nos dio Eduardo Galeano: ‘buscad la cultura en la calle, entre los más humildes y escuchad la voz de quienes el sistema condena al silencio.’ Otro buen amigo, Federico Luppi, nos dijo frente al imponente edificio del Congreso que ‘lo esencial de la lucha política no está ahí dentro, sino entre quienes tienen que pelear diariamente por lo más elemental de la vida’. Ignoramos los consejos/órdenes del GPS, y nos adentramos en los barriospeligrosos donde tal vez aniden miles de delincuentes potenciales pero no existe ni una sola de esas cuevas de ladrones que proliferan en el centro de Buenos Aires: sedes bancarias, oficinas de grandes corporaciones, comercios de firmas multinacionales… centros nerviosos de un sistema despiadado que considera a las víctimas de la pobreza como una amenaza social.



lunes, 21 de junio de 2010

UN CUENTO SOBRE LA CRISIS

Cristóbal Cervantes

Había una vez una persona a la que hasta el año 2007 las cosas le iban muy bien económicamente. Ganaba mucho dinero que gastaba consumiendo sin control y además había comprometido una parte importante de sus ingresos futuros con un préstamo a largo plazo. Conducía un lujoso automóvil y se iba de vacaciones a lugares exóticos, tenía caprichos caros y cambiaba de teléfono móvil cada pocos meses.

Pero a partir de ese año las cosas empezaron a cambiar. Sus ingresos, que pensaba que iban a aumentar siempre, comenzaron a disminuir. Había aparecido la crisis, pero se negó a aceptar la situación y decidió que sería una crisis temporal, que a él no le afectaría, y que pronto volveríamos a lo de antes. Por eso no creyó necesario reducir su nivel de vida. Para mantener su ritmo de gasto comenzó a pedir pequeños préstamos al banco, aumentando así su deuda total.

Sus amigos y familiares le advertían de que no podía seguir así, que tenía que reducir sus gastos o aumentar sus ingresos, pero no podía continuar endeudándose eternamente. A pesar de eso siguió igual hasta que un día fue al banco a pedir un pequeño crédito y le preguntaron por primera vez si estaba seguro de que iba a poder devolverlo. Le negaron el crédito hasta que hiciera su deuda sostenible y se le vino el mundo abajo. Ya no podía seguir negando la crisis, le estaba afectando de lleno, y comenzó su ira.

Necesitaba echarle la culpa a alguien de su situación, y no pensó en ningún momento que él mimso pudiera tener algo de responsabilidad. Algunos le echaban la culpa a los políticos, los sindicatos, etc, pero él decidió que la culpa era de los bancos por no darle más créditos y los acusó de especuladores y mafiosos, algo que no había pensado cuando le daban los préstamos que pedía. Pero pronto se dio cuenta de que así no resolvía su situación. Comenzó entonces a negociar una salida.

Intentó negociar con el banco, pero no cedieron, pidió ayuda a amigos y familiares, pero todos estaban también en mala situación económica. No tardó en darse cuenta de que no tenía salida, y le entró la depresión.

Estaba acabado, debía al banco más de lo que podía pagarle, le iban a embargar, ya se veía en la calle, sin nada, hasta que decidió que no podía seguir así, que las cosas ya nunca más iban a ser como antes, que tenía que adaptarse a la nueva situación y cambiar todo lo que hubiera que cambiar en su vida. Lo primero que decidió fue tirar la tarjeta de crédito y no pedir nunca más un préstamo al banco, la segunda decisión fue buscar una salida colectiva, él solo no podía hacer frente a su situación, que era la de muchos.

Comenzó haciendo una lista de sus gastos para adaptarlos a sus ingresos, eliminó todos los gastos innecesarios, y aumentó además la eficiencia de sus gastos, creó una cooperativa de consumo con sus vecinos y consiguió disminuir aún más sus gastos. La cooperativa le ofrecía también la posibilidad de utilizar un huerto comunitario y una fuente de energía limpia y barata.

Su vida había cambiado, tenía garantizado lo necesario y se sentía más feliz con menos, la vida ahora era más colectiva y menos individualista, cooperaba en lugar de competir, lo inmaterial como la felicidad, el amor, la libertad, la creatividad, tenía ahora importancia que antes. Había cambiado su sistema de creencias, su escala de valores, en realidad, para él había cambiado el mundo, su mundo.

¿Fin del cuento?



domingo, 20 de junio de 2010

HERMANO J. ARREGUI URONA, AGUA BUENA, ¿QUIEREN MANDARTE A FILIPINAS?

Introducción al artículo de J.Arregui, hecho por X. Picaza

Ésta es la palabra del hermano Francisco, que he recordado al recibir la noticia:

Bendito seas, mi Señor....
Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!
Y por el hermano lobo, perdido a veces entre bosques, bendito mi Señor

Esas palabras las digo por el Hermano José Arregui a quien su obispo quiere hacer callar... diciendo que es agua sucia, que lo ensucia todo... Que lo manden a una misión de pobres en América, allí donde no importa que siga contaminando, porque son "indios", da lo mismo lo que se haga con ellos; aquí no, que somos dignos y no nos pueden estorbar y darñar y ensuciar personas como esas...

No me lo creía,cuando me ha escrito una amiga común, cristiana escandalizada hasta su entraña más honda... Así me ha dicho:

Yo os animo a todas y todos que le escribamos a Munilla y le contemos si José es agua podrida que todo lo envenena o camino límpio que sigue y lleva a Jesús y el Reino.

Así me escribe M., de una isla de los mares, donde llega el agua limpia de Arregui.

No pensaba escribir, es sirmpre lo mismo, pero esta vez lo haré, pues conozco bien la táctica... He mirado luego en RD y veo allí también la carta con lo de José Arregi, con lo de Filipinas.... y la alusión al agua mala que todo lo contamina...

José, Déjame que te cuente una historia, de hace 26 años. No me gusta decir estas cosas, ya sabes, estoy en otras... Pero lo hago ahora, para tí y para los que te quieren, los que te queremos... En un caso como éste no me resisto a contarte lo que me hicieron hace 26 años... Mi buen provincial se resistiò entonces como verás (como creo que hará el tuyo, estoy seguro), pero la rueda de la institución superior suele seguir. Te lo cuento para animarte.

¿Tienen Ustedes casa en Filipinas? Mandad allí a Pikaza

El año 1984 andaba yo con problemas y la autoridad pertinente (Rector de la Universidad), de parte de la Autoridad Superior (Obispo de turno...), llamó a mi provincial y secretario y les dijo lo mismo que ha dicho Munilla al Provincial de José Arregui. Al mío le dijo:

¿No tenéis una casa en Filipinas? Mandarlo allí, que no hará daño, los filipinos aguantan todo, total allí las cosas importan menos, ... y así no dará aquì problemas, es por él y es por todos; así me manda el Obispo..., de parte de... .

Mi provincial que se llamaba José Gómez (animado por su secretario, que se llamaba Juan Laka, ambos muertos ya, en el seno del Señor) le contestaron al Sr. Fector y a su Obispo y al de Roma... (la cadena de siempre):

Dígale al Sr. Obispo, y al Monseñor o Cardenal de Roma, que yo no tengo ninguna razón para mandarle a Filipinas, ni a Bolivia (que está más cerca y es un lugar de esos que ustedes desprecian, donde les gusta desterrar a la gente...). Dígale que cumpliré lo que dice que ma mandan, siempre que me la den la orden firmada y bien sellada y autentificada por el Superior Supremo... que de lo contrario no voy a consentir que se mande de esa forma a un religioso... Y si hace daño aquí más daño hará en Filipinas o Bolivia... ¿o cree Usted que allí no tienen alma, ni conciencia, ni libertad...?..

Eso le dijo al rector y al obispo de turno el buen P. José Gómez, un gran cristiano, que había estado misionando en el altiplano de Bolivia y que sabía que no se puede obedecer a órdenes como esas... que no se puede mandar a Bolivia o Filipineas lo que "sobra" aquí.

Evidentmeente, el obispo de turno, de Madrid o de Roma no se atrevió a dar la orden, porque sabía que el día siguiente saldría en todos los medios... No la mandó. Me echaron de la Universidad y el P. José Gómez lloró por mí...

Yo, entonces, a los dos días, fui a hablar con el Rector (un hombre en el fondo bueno, pero un "mandado", ya se ha muerto, era de la Orden de Santo Domingo y yo, en el fondo, le quería...). Su nombre podéis verlo en cualquier anuario de la Iglesia Española. Fuí y le dije:

--Lo que has hecho no es de hombre y yo te creía un hombre... Hacer llorar a m i Provincial, que está enfermo de corazón.
-- Es que me han mandado
-- Esas cosas no se pueden mandar...
-- Ya ves tú, es que yo...
-- Te daré una idea: la próxima vez que te manden algo así le llamas a mi amá, le chantajeas hablando de estar cosas. Entonces serás un perfecto...

Miré y ví que el buen Rector, buen mandado, tenia lágrimas en los ojos. No era malo, de ninguna manera. Era un "mandado". No pude seguir hablando, él me dijo con los ojos que le perdonara. Le di la mano y salí del rectorado. Lo sentí cuando murió unos años después, de un cáncer malo...

No sé si Munilla es un mandado como aquel Rector de la Pontificia que por orden superior quería mandarme a Filipinas... No sé si lloraría como él quedó casi llorando cuando yo le dije esas cosas

José Arregi, ésta es parte de mi pequeña historia... Ya ves, si José Gómez hubiera sido distinto yo estaría quizá con mi amigo Macario en Filipinas, que no debe ser mal lugar, pero que no es lugar para desterrados de esa forma, sino para los que quieran ir y venir en libertad por la Iglesia del Señor. Y ahora paso a tu carta. Quería pedirte permiso para publicarla yo también, pero al ver que está en todos los medio los hago. Me han dicho que estuviste ayer en Bilbo, como agua buena, en la Álhóndiga, mientras bramaba la ría por el Arenal. Yo etaba allí para otra cosa, más pequeñas. Es una pena que no nos viéramos. Un abrazo. Lo que sigue es tuyo.



sábado, 19 de junio de 2010

¿QUIÉN NOS HA ESTAFADO?

Los que se han enriquecido antes de la crisis no son tangibles, no son personas con nombres y apellidos a las que podamos identificar

José Carlos Rivera

Ayer hubo huelga de funcionarios para protestar por las medidas adoptadas por el Gobierno ’socialista’, que pretende rebajar una media del 5% el sueldo de los empleados públicos. Pero, ¿contra quién protestamos? ¿Quién nos ha estafado? ¿Cuál es el verdadero poder que mueve los hilos? En el momento actual, el poder, como vemos, ya no está en los Estados y, por consiguiente, tampoco en los gobiernos elegidos democráticamente, sino que éstos están en manos de los que provocaron la crisis: los banqueros, los fondos financieros especulativos, las grandes multinacionales y las agencias de calificación. Los mercados son los que realmente nos gobiernan y éstos no tienen que rendir cuentas ante los ciudadanos que votamos en las democracias capitalistas. La democracia nunca será auténtica, mientras los ciudadanos no podamos decidir sobre las cuestiones económicas y financieras -únicos elementos políticos que quedan- de las que depende nuestra vida y nuestro bienestar.

El mundo en el que vivimos es diabólico. Los poderes son invisibles porque no son organizaciones que gobiernen desde un lugar perceptible, sino que los sujetos que mueven los hilos forman una red sistémica, lo que hace que los responsables no sean identificables, están ocultos en la oscuridad y por eso rebelarse contra un mundo globalizado económicamente es muy difuso e indeterminado. ¿Quiénes son los sujetos que hacen las apuestas en este casino financiero? Los que se han enriquecido antes de la crisis no son tangibles, no son personas con nombre y apellidos a los que podamos identificar. ¿Quiénes son los responsables del precio astronómico de la vivienda en este país? ¿Quiénes son los que mantienen en la miseria a millones de personas en el mundo? ¿Por qué los gobiernos, votados democráticamente, permiten que las compañías eléctricas, los bancos, las compañías telefónicas, las empresas petroleras, las constructoras, etcétera, se forren estafando a los que nos levantamos todos los días a las siete de la mañana para trabajar y así poder pagar mes a mes la comida, la hipoteca, la luz, el agua y la ropa que necesitamos, sin más perspectivas que seguir haciéndolo durante toda la vida?

Esta manida crisis está provocada no sólo por los corruptos, porque para que haya corruptos tiene que haber corruptores y corruptores de corruptores. Decía Rafael Argullol: «A menor escala se es corrupto; a escala intermedia se es corruptor y a gran escala eres un señor de las finanzas [.] situado por encima de toda sospecha». Personas respetabilísimas donde las haya, que aparecen como filántropos, que dan dinero a los partidos para sus campañas, son dueños de algunos medios de comunicación y autoridades en el mundo de la economía.

Por otra parte, todos sabemos que el elevado déficit público no es la causa de la crisis, sino su consecuencia, dado que, al destinar ingentes cantidades de dinero público para ayudar a los bancos, con el objetivo de que éstos volvieran a dar créditos a las empresas y a los consumidores,los gobiernos se han convertido en sus rehenes, imponiéndoles sus condiciones: reducción del déficit, reformas laborales y emisión de títulos de la deuda, que, paradójicamente, suscriben las entidades bancarias con el dinero que los gobiernos y los bancos centrales han puesto a su disposición.

En cuanto a las agencias de calificación que controlan los mercados y que están pagadas por los mismos que han provocado la crisis (porque, no lo olvidemos, son compañías privadas que favorecen a los financieros), cuando ven que puede haber ganancias sustanciales, rebajan la calidad de la deuda de un país, produciendo un inmediato encarecimiento de la misma, con la consiguiente huida de capitales. Así, los gobiernos tienen que hacer lo que estas agencias extorsionadoras ordenan para poder obtener el dinero que necesitan. Todo un círculo vicioso.

Ante este panorama, ¿qué debemos hacer? Otra vez la misma pregunta que se hizo Kant, y yo, como él, creo que la solución está en la ética y no en la economía. Veamos, el problema estriba en que los ‘invisibles’ lo quieren tener todo, los gobernantes los dejan hacer porque son sus lacayos y los ciudadanos nos dejamos estafar y guardamos silencio. Esta crisis es sistémica: la de los ladrones, los cómplices y los que no se rebelan. Este desaguisado no se arregla sólo convocando elecciones y aupando al PP, que sólo hace demagogia desde que empezó la crisis, en vez de mostrar sus propuestas mágicas. Por eso, debemos aunar nuestras fuerzas para oponernos, una vez más, a los poderosos. No podemos permitir que una mayoría de la población mundial viva en la miseria y una minoría no se harte de ganar dinero. Tenemos que lograr que se imponga la ética de la cooperación frente a la del beneficio. Ya no podemos creer que no haya dinero para paliar el hambre de millones de personas, mientras hay millones de euros para rescatar a los bancos. El partido en el poder no puede pretender que esto se vaya a solucionar congelando las pensiones y rebajando el sueldo a los funcionarios, porque esto va a ser insuficiente. Ralentizará aún más el crecimiento y el consumo bajará. Por lo tanto, se seguirán pidiendo más esfuerzos: reformas laborales -que intuimos por dónde van a ir- y desmantelamiento del Estado de bienestar que tanto nos ha costado construir. Mientras vivamos en un mundo de injusticia, las revoluciones serán necesarias. Aprovechemos esta maldita crisis para salir fortalecidos y cambiar nuestras condiciones de vida. El mundo en el que vivimos es una larga historia de luchas: contra la esclavitud, contra los señores feudales, contra la burguesía… Ahora hay que luchar contra los especuladores; contra el casino de las finanzas, donde está permitido hacer trampas y quedar impunes; contra los paraísos fiscales; contra la libre circulación de capitales; contra el fraude, y contra esta Europa de los mercaderes y de los banqueros frente a una Europa social en claro retroceso.

Esta crisis marca el final de un modelo basado en la voracidad sin límites de unos pocos. Es un imperativo moral decir: ¡Basta!



jueves, 17 de junio de 2010

PIDO LA PALABRA

José Arregui

Hace siete meses, en la víspera de Nochebuena, me quedé sin palabra como Zacarías. Y me vuelve a la memoria la historia de aquel sacerdote de Jerusalén temporalmente mudo, padre del profeta precursor de Jesús. Nació su hijo tan deseado y nadie sabía cómo llamarlo, salvo su madre Isabel, pues las madres saben siempre el nombre sagrado y único de cada hijo. “Se llamará Juan”, decía ella, es decir: “Dios consuela” (¿cómo podía llamarse si no?). Pero nadie le hacía caso. ¿Y qué decía el padre de la criatura? Poco podía decir estando como estaba transitoriamente mudo, pero quería ratificar la decisión de su sabia y resuelta mujer. Entonces, pidió por señas una tablilla, y en ella escribió: “Juan es su nombre. Dios es consuelo”. Y luego siguió hablando.

¡Bien por Zacarías! Yo no llego ni a los flecos de su túnica sacerdotal, pero es la hora de decidir. Ya pasó el invierno, pasó la flor cuaresmal del laurel, la blanca flor del espino blanco también pasó, y las golondrinas volvieron (¡qué pena que este año hayan venido tan pocas!). Todo está tan verde en Arantzazu que hasta la peña blanca parece verde. No es una hora fácil, pero está llena de Dios. Me siento en paz y sin rencor, pero he de resolverme.

Monseñor Munilla, obispo de San Sebastián desde hace seis meses, ya se ha resuelto. Hace diez días citó al superior provincial –junto con el vicario– de esta provincia franciscana a la que pertenezco, para transmitirles órdenes tajantes: “Debéis callar del todo a José Arregi. Yo no puedo, hasta dentro de dos años [hasta que haya tomado las riendas de la diócesis], adoptar directamente esta medida contra él. Pero ahora debéis actuar vosotros. Os exijo que lo hagáis”. Y pidió a mi provincial y vicario provincial que me destinen a América a trabajar con los pobres, y ello –les dijo– como “como medida de gracia”, como “ocasión de gracia”. Soy – les dijo también – “agua sucia que contamina a todos, a los de fuera de la Iglesia al igual que a los de dentro”. O irme a América o callar del todo: he ahí la alternativa.

Soy consciente de la gravedad de la hora y de la gravedad de mi decisión, pero me siento en el deber de decir: NO. No puedo acatar estas órdenes del obispo. Y creo que no debo acatarlas, en nombre de lo que más creo: en nombre de la dignidad y de la palabra, en nombre del evangelio y de la esperanza, en nombre de la Iglesia y de la humanidad que sueña. En nombre de Jesús de Nazaret, a quien amo, a quien oro, a quien quiero seguir. En nombre de Jesús, que nos enseñó a decir sí y a decir no. En nombre del Misterio de compasión y de libertad que el bendito Jesús anunció y practicó con riesgo de su vida. No callaré.

Me consta que el gobierno de mi provincia franciscana se opone en conciencia a ejecutar las órdenes del obispo, pero doy por seguro que tarde o temprano se verán forzados a hacerlo, pues los tentáculos de la jerarquía eclesiástica son extensos y poderosos. Pero quiero dejarlo muy claro: el gobierno de mi provincia franciscana no tendrá ninguna responsabilidad en las medidas que se vayan a tomar. El obispo y sus curias superiores serán los únicos responsables.

¿Y cuáles son las razones del obispo? Es muy probable que la razón de fondo sea aquel asunto de la carpeta, cuya existencia y cuyo nombre (“mafia”) ha reconocido Monseñor Munilla ante mí mismo y ante muchos sacerdotes de la diócesis, aunque, eso sí, explicando el contenido a su manera. Pero no es ésa, evidentemente, la razón que ahora aduce. El obispo me atribuye numerosos errores y herejías teológicas. He mantenido con él varias conversaciones que en realidad han sido severos interrogatorios con el Catecismo de la Iglesia Católica en la mano. No aprobé el examen, y no porque desconozca el Catecismo, sino porque no acepto que sea la única formulación válida y vinculante de la fe cristiana en nuestro tiempo. Si la fe de la Iglesia es el Catecismo tal como Monseñor Munilla lo entiende y explica, admito sin reservas que soy hereje. Pero, ¡Dios mío!, ¿qué es una “herejía”? ¿Existe acaso mayor herejía que el autoritarismo, el dogmatismo y el miedo? ¿Cómo es que no hemos aprendido todavía cuántas verdades han resultado luego mentiras y cuántas herejías del pasado son ahora opinión común? ¿Por qué, si no, Juan Pablo II pidió tantas veces perdón por condenas pronunciadas en el pasado? ¿Cómo es que en este siglo XXI, en esta era de la información acelerada y globalizada, seguimos empeñados en poseer la verdad y en impedir la expresión de las opiniones, incluso de aquellas que se consideran erradas? ¿Cómo es que aún confundimos la fe con creencias y la identificamos con formulaciones, y no hemos aprendido que sólo merece fe el Indecible más allá de la palabra? ¿Cómo es que creemos tan poco en la madurez de los hombres y de las mujeres de hoy para discernir lo que han de pensar y hacer? ¿Cómo es que confiamos tan poco en el Espíritu Santo que habita en todos los corazones? ¿Y cómo es que en la Iglesia, en nombre de la verdad, se persiguen más los errores teológicos que la mentira, el orgullo, la ambición y la avaricia, por no decir la pederastia?

Pero ésta es mi Iglesia. En ella he aprendido a respirar y a vivir. En ella he descubierto que no hay fronteras entre los de dentro y los de fuera, y que todos somos buscadores, peregrinos, hermanos, y que todos nos movemos, vivimos y somos en el corazón de Dios. En ella, también entre quienes piensan de otra manera, tengo infinidad de hermanas y de hermanos, cada uno con su error y sus heridas, cada uno con su fuente de agua limpia en el fondo de su ser. También Monseñor Munilla es mi hermano, aunque los dos hayamos de soportar este conflicto.

Esta es mi Iglesia y en ella me quedaré. Pero en ella quiero ser libre y, como antiguamente Zacarías, yo también pido una tablilla. No callaré sino ante el Misterio.

Para orar
Guíame, dulce luz, en medio de las tinieblas que rodean,
guíame hacia adelante.
La noche es oscura y estoy lejos de mi casa.
¡Guíame hacia adelante!
Guarda mis pies.
No pido ver el horizonte lejano,
un paso me basta.

(John Henry Newman)

miércoles, 16 de junio de 2010

ECONOMÍA SOLIDARIA

La economia solidaria no es un tema fácil de tratar y menos de ponerlo en práctica, ya que supone que los que más beneficios obtienen dejaran de tenerlos tan altos para que otras personas tengan una mínima oportunidad de poder progresar economicamente y esto es bastante difícil de obtener con la avaricia que hay hoy en dia. Pero hay mucha gente que no se preocupa solo de sus intereses(en este caso economicos) y se preocupa por el de otras personas e intenta que todo el mundo pueda obtener sus necesidades básicas mínimas.

Para empezar nos haremos la pregunta de si puede haber un mundo solidario y con ello una economia solidaria. En principio y tal y como estan las cosa seria bastante difícil conseguirlo pero con esfuerzo y aportando lo confianza en ello se puede conseguir. La economía solidaria quiere promover un desarrollo duradero integrando las necesidades de las generaciones actuales y futuras.El objetivo principal de la economia solidaria es favorecer la expansión de cada ser humano y permitir que cada uno obtenga lo mejor posible, a lo largo de su vida, el tiempo dedicado a la formación, a una actividad remunerada, al voluntariado y a la vida familiar o personal.lLa economía solidaria es una vía alternativa y prometedora para el conjunto de la sociedad, está basada en la tolerancia, la libertad, la democracia, la transparencia, la igualdad y la salida hacia un mundo mejor y más repartido económicamente.
Ahora analizaremos bien los principales objetivos para saber qué y para qué es la economia solidaria:LA IGUALDAD, Satisfacer de manera Iigual los intereses de todos las personas interesadas por las actividades de la empresa o de la organización. EL EMPLEO,El objetivo es crear empleos estables y favorecer el acceso a personas desfavorecidas . Asegurar a cada miembro del personal condiciones de trabajo dignas y asi estimulando su desarrollo personal y su toma de responsabilidades. MEDIOAMBIENTE, utilizar métodos de prroducción y productos que no sean perjudiciales para la naturaleza y asi tambien conseguiriamos solucionar casi involuntariamente grandes problemas actuales de contaminación. COOPERACIÓN,Favorecer la cooperación en lugar de la competencia dentro y fuera de la organización. SIN UN CARACTER LUCRATIVO, las iniciativas solidarias no tendrán por fin la obtención de beneficios, sino la promoción humana y social, lo cual no obsta para que sea imprescindible el equilibrar la cuenta de ingresos y gastos, e incluso, si es posible, la obtención de beneficios.Eso si, los posibles beneficios no se repartirán para beneficio particular, sino que se revertirán a la sociedad mediante el apoyo a proyectos sociales, a nuevas iniciativas solidarias o a programas de cooperación al desarrollo, entre otros. QUE HAYA UN COMPROMISO CON EL ENTORNO,Las iniciativas solidarias estarán plenamente presentes en el entorno social en el que se desarrollan, lo cual exige la cooperación con otras organizaciones que afrontan diversos problemas del territorio y la implicación en redes, como único camino para que experiencias solidarias concretas puedan generar un modelo socio-económico alternativo.
Como deberia ser la estructura de una empresa solidaria:Los productos, servicios, acciones propuestas o realizadas por la empresa solidaria contribuyen a mejorar la calidad de vida.Debe estar integrada en su ámbito local desde el punto de vista económico, social y ecológico. La empresa se gestiona de la manera más autónoma posible con respecto a los poderes públicos.Desarrolla relaciones comerciales justas. Los trabajadores estarán asociados a las decisiones que conciernan a su trabajo o al futuro de la empresa. Procesos favorecerán la democracia interna, entre otros en términos de formación y se conseguira eliminar cualquier tipo de reproche hacia una decisión ya que todos expondran cualquier tipo de idea y podran elegir las que más les gusten. Las diferencias de salarios máximos serán definidas y controladas colectivamente. Reparto de tareas acompañadas por la creación de empleos. Se prestará una atención particular a la calidad del trabajo. La empresa apoyará iniciativas solidarias emprendidas para grupos o regiones desfavorecidas.
Para que la economia de mercado pueda aflorar sin ningun tipo de problemas tiene que haber un comercio justo, que antes e nombrado y que consta de que no haya aprovechamiento del fuerte al dévil y que no haya ningun tipo de soborno o dinero negro. Aqui encontraremos muy bien explicados los principios del comercio justo.
1º: Remuneración de la producción que permita a los productores y a sus consumidores conseguir un nivel de vida adecuado, esto conlleva a un precio justo, pagos por adelantado, cuando sea necesario, y una relación comercial a largo plazo.
2º: Condiciones de trabajo para los productores no perjudiquen su bienestar físico, psicológico o social.
3º:Producción económica y ecológicamente sustentable, que cubra las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de que las generaciones futuras.
4º:Utilizar los caminos más eficaces de llevar un producto desde el productor hasta el consumidor, evitando especuladores e intermediarios innecesarios.
5º:Condiciones de producción y comercialización que reserven un tratamiento preferencial a la participación de los productores en las decisiones, una producción indígena, pequeñas y medianas empresas y la distribución igualatoria de los ingresos generados.
6º:Campañas de sensibilización sobre la relación entre la elección de los consumidores y la vida de los productores y condiciones laborales.
7º:Trabajo de "campañas" que va dirigido a cambiar las injustas estructuras de comercio internacional para facilitar a las empresas que comienzan y no ser eclipsadas por otras de mayor poder.
Entramos ahora en otro punto fuerte de la economía solidaria que es La Auditoria Social:
Digamos que la auditoria social es un proceso que permite a una organización evaluar su eficacia social y su comportamiento ético y moral en relación a sus objetivos, de manera que pueda mejorar sus resultados sociales o solidarios y dar cuenta de ellos a todas las personas comprometidas por su actividad.Cada vez son más numerosas las empresas que desean asumir plenamente su responsabilidad social.La auditoría social permite integrar de manera estructurada estos diferentes aspectos en la gestión cotidiana de una empresa así como llevar al día una contabilidad social.La auditoría social se experimenta ya en numerosas empresas de distintos tamaños y que operan en varios sectores a lo largo y ancho del mundo. Como la mayoria de estos procedimientos y propuestas de mejorar tiene una serie de principios y aqui estan los principios de La Auditoria Social:
1º La prespectiva múltiple incluir el punto de vista de todos aquellos comprometidos por la actividad de la empresa.
2º Completa cubrir todos los aspectos del resultado social y ambiental de la empresa.
3º Comparativa herramientas de comparación de un período al otro, en relación con organizaciones similares.
4º Regular se trata de un proceso de largo alcance y no de una operación puntual.
5º Controlada por controladores externos sin implicaciones en la actividad de la empresa.
6º Pública los informes regulares que se refieren al desenvolvimiento de la auditoría social deben ser publicados y comunicados a todas las personas comprometidas (tanto internas como externas).

La economia solidaria también engloba a otras situaciones de la vida como el mercado social que cada día se esta integrando mejor.
Para una empresa social (cooperativa de cualquier tipo, pero también sociedad laboral, mutualidad, asociación, empresa participativa...), formar parte de un mercado social le significaría aumentar las ventas, reducir la incertidumbre y los riesgos, fidelizar clientes, poder acceder a tecnología, conocimientos y crédito, gozar de reconocimiento social y tener un incentivo para mantener la propia identidad. Por eso se dice qur las empresas solidarias y sociales entran en el mercado social que es una red de producción, distribución y consumo de bienes y servicios (los flujos), que funciona con criterios democráticos, ecológicos y solidarios en un territorio determinado, y que está constituida, tanto por empresas sociales como por consumidores individuales y colectivos, como son ayuntamientos, escuelas, etc.
Los integrantes del mercado social serían:
Empresas sociales productoras de bienes intermedios o finales
Empresas sociales distribuidoras (cooperativas de consumo, redes de intercambio, tiendas de comercio justo...)
Consumidores responsables, es decir, las personas que compran siguiendo criterios ecosociales.
Diversos mercados (de) soporte: Mercado financiero (MF). Cooperativas de servicios financieros, cooperativas de crédito, fondos de inversión de las secciones de crédito, bonos solidarios para cubrir las necesidades de financiación del MBS. Se trata de fortalecer y multiplicar experiencias como la de Coop 57, las secciones de crédito. Bolsa de trabajo para las empresas sociales, integrada por personas interesadas en trabajar en empresas sociales.

martes, 15 de junio de 2010

LA IGLESIA FUE Y HA DE SER DEMOCRÁTICA

J. Subercaseaux

Sintetizando parte de una ponencia de José Comblin, denominada: “La Iglesia y los carismas según s. Pablo”, creo que se puede afirmar que en su origen las iglesias cristianas fueron -y por ello hoy en día deben ser- democráticas.

En el inicio, los discípulos de Jesús no creían necesario dar un nombre a su reunión. Eran judíos, miembros del pueblo elegido de Israel. Dentro de Israel ellos eran los seguidores del camino de Jesús. Esperaban el reino de Dios anunciado por Jesús. El reino no vino. Apareció más distante que lo previsto. El concepto de reino de Dios fue transferido para el día en que se realizaría realmente el fin de este mundo y el advenimiento del nuevo, esperado como gran milagro de Dios.

Aparecía un tiempo intermediario. Los discípulos no podían esperar simplemente ese día bastante distante. Vivían en la tierra, la vida terrestre continuaba. Fue necesario darse un nombre sobre todo cuando entraron paganos convertidos y los discípulos se apartaron de la ortodoxia judaica.

De acuerdo a las cartas auténticas de Pablo (Romanos, 1 y 2 Corintios, 1 Tesalonicenses, Filipenses y Filemón), escritas más o menos 20 años después de la muerte de Jesús, Pablo dio a sus comunidades un nombre que era común a todas y expresaba la unidad entre todas. Pablo adoptó el nombre de “ekklesía”. Era genial, porque esa palabra era muy significativa.

La palabra “ekklesía” tenía un solo significado. Era la asamblea del pueblo reunido, del “demos”, para gobernar la ciudad. No tenía otro significado. Tomando esa palabra Pablo sabía muy bien lo que hacía. No escogió ningún nombre religioso. Había asociaciones religiosas de diversos tipos en aquel tiempo en las ciudades griegas. Pero Pablo sabía que no venía a establecer en la ciudad una religión, un culto. La religión, el culto no interesaban. Para Pablo el culto de los discípulos de Jesús era su vida.

Pablo venía para llamar a todos a formar un pueblo. Las comunidades de una ciudad representaban un pueblo, el pueblo de Dios en esa ciudad. Eran el verdadero pueblo, formando el verdadero “demos” aunque fuesen todavía una minoría insignificante. Pero Pablo miraba lejos con una fe invencible. Allí estaba el pueblo, en esa asamblea de los discípulos que era la asamblea del pueblo.

Las comunidades eran un pueblo que formaba “ekklesía”, esto es se gobernaban a sí mismos, sin jefes, sin personas que mandaban. Era la verdadera realización del ideal griego de ciudad. Los discípulos formaban entre ellos una auténtica “democracia” realizando el ideal nunca alcanzado por los griegos que admitían la esclavitud y la división de clases.

La verdadera traducción de “ekklesía” debía ser “democracia”. En cada ciudad los discípulos de Jesús forman una democracia. Sin embargo no hubo traducciones: en latín tomaron la palabra griega que perdió su sentido: “ecclesia”, lo que en castellano fue transformado en “iglesia”. La palabra “iglesia” no significa nada, no dice nada. Se transformó en el nombre de una institución.

Quien está en la Iglesia católica puede percibir hasta qué punto nos alejamos de los orígenes cristianos. Hoy quien considera que la Iglesia es y debe ser una democracia, será condenado como hereje. Estamos exactamente en el extremo opuesto de las comunidades cristianas primitivas.

En la “democracia” cristiana todos eran iguales, todos podían hablar, todos podían intervenir en las decisiones tomadas por la asamblea. Era realmente el advenimiento de la libertad, el núcleo de un nuevo pueblo, de una nueva humanidad. Las comunidades no se reunían para hacer un culto, para practicar una religión, sino para convivir unos con los otros en la fraternidad de un pueblo de iguales. Vivir juntos era la razón de esas reuniones. Había naturalmente una comida en común porque vivir juntos es comer juntos.

Lo que más se aproxima a la “ekklesía” de los orígenes, son las llamadas comunidades eclesiales de base, una realización de la cual no se tenía más noticia desde la edad media aunque fuese realizada en ciertas iglesias reformadas, sobretodo en los Estados Unidos.

jueves, 10 de junio de 2010

LA IGLESIA DE MAÑANA

Textos seleccionados por Pere Codina Mas

¿Cuál es la salida de la Iglesia de la actual crisis? Renombrados teólogos y obispos lo visualizaron desde décadas, entre estos el actual Papa Benedicto XVI. La lectura vale la pena.

2. Karl Rahner (1965) a) «Es un hecho que —quizá aparte del mundo ibérico— ya no hay países cristianos. En cualquier lugar del mundo y en cualquier lugar con relación al mundo, el cristianismo está en una situación de Diáspora, según unos grados variables, claro está.

Efectivamente, en todas partes constituye una minoría numérica, al menos si hablamos de un cristianismo verdaderamente vivido; de hecho, en ninguna parte desempeña una función de “leadership” que le permita dejar de un modo potente y sensible la huella de los ideales cristianos en la vida seglar. Incluso se puede decir que estamos sin la menor duda en un período en que este proceso va a intensificarse más aún, a pesar de las razones que puedan aducirse a este hecho. (…)

La cristiandad de tipo rural e individualista que caracterizaba la Edad Media y los tiempos modernos está en vía de desaparición según un ritmo de aceleración creciente, precisamente porque las causas generatrices de este proceso en Occidente siempre están en activo y no han agotado su eficacia. [Karl Rahner: Misión y gracia. T. 1, Dinor, San Sebastián, 1966, p. 59.Edición original: Insbruck 1959]

3. J. Ratzinger (1970) «De la Iglesia de hoy saldrá también esta vez una Iglesia que ha perdido mucho. Se hará pequeña, deberá empezar completamente de nuevo. No podrá ya llenar muchos de los edificios construidos en la coyuntura más propicia. Al disminuir el número de sus adeptos, perderá muchos de sus privilegios en la sociedad. Se habrá de presentar a sí misma, de forma mucho más acentuada que hasta ahora, como comunidad voluntaria, a la que sólo se llega por una decisión libre. Como comunidad pequeña, habrá de necesitar de modo mucho más acentuado la iniciativa de sus miembros particulares.

Conocerá también, sin duda, formas ministeriales nuevas y consagrará sacerdotes a cristianos probados que permanezcan en su profesión: en muchas comunidades pequeñas, por ejemplo en los grupos sociales homogéneos, la pastoral normal se realizará de esta forma. Junto a esto, el sacerdote plenamente dedicado al ministerio como hasta ahora, seguirá siendo indispensable.

Volverá a encontrar su auténtico núcleo en la fe y en la plegaria y volverá a experimentar los sacramentos como culto divino, no como problema de estructuración litúrgica. Será una Iglesia interiorizada, sin reclamar su mandato político y coqueteando tan poco con la izquierda como con la derecha. Será una situación difícil. Porque este proceso de cristalización y aclaración le costará muchas fuerzas valiosas. La empobrecerá, la transformará en una Iglesia de los pequeños. El proceso será tanto más difícil porque habrán de suprimirse tanto la cerrada parcialidad sectaria como la obstinación jactanciosa. Se puede predecir que todo esto necesitará tiempo. El proceso habrá de ser largo y penoso. Ratzinger: Fe y futuro. Sígueme. 1973 pp. 76-77. Orig.:1970]

6. Card. Joseph Ratzinger (1990) « Quizá haya llegado el momento de despedirnos de una Iglesia clerical. Posiblemente estemos ante una nueva época de la historia de la Iglesia muy diferente, en la que volvamos a ver una cristiandad semejante a aquel grano de mostaza, que ya está surgiendo en grupos pequeños, aparentemente poco significativos, pero que gastan su vida en luchar intensamente contra el Mal, y en tratar de devolver el Bien al mundo; están dando entrada a Dios en el mundo.

He comprobado que, en Alemania también existen nuevos movimientos religiosos de este género, pero no quisiera citar nombres concretos. Probablemente no habrá conversiones en masa al cristianismo, no se darán cambios que pudieran ser considerados ejemplares para la historia, pero existe una presencia nueva y muy fuerte de la fe, que da aliento a los hombres. Ahora hay más dinamismo, más alegría. Hay una presencia nueva de la fe llena de significado para el mundo.» [Card. J. Ratzinger, Sal de la Tierra, p. 18. 1990]

11. J. Ratzinger: (2000) Seewald: Hace muchos años, usted hablaba en términos proféticos sobre la Iglesia del futuro: la Iglesia —decía entonces— «se reducirá en sus dimensiones, hará falta recomenzar de nuevo. Pero de esta prueba saldrá una Iglesia que habrá sacado una gran fuerza del proceso de simplificación que habrá atravesado, de la renovada capacidad para mirar dentro de sí misma». ¿Cuál es la perspectiva que nos espera en Europa?

Card. Ratzinger: Para empezar, la Iglesia «se reducirá numéricamente». Cuando hice esta afirmación, me llovieron de todas las partes reproches de pesimismo. Y hoy […] cada vez son más los que admiten la disminución del porcentaje de los cristianos bautizados en la Europa actual: en una ciudad como Magdeburgo el porcentaje de los cristianos es tan sólo del 8% de la población total, incluyendo todas las confesiones cristianas. Los datos estadísticos muestran tendencias irrefutables.

En este sentido se reduce la posibilidad de identificación entre pueblo e Iglesia en determinadas áreas culturales. Debemos tomar nota con sencillez y realismo. La Iglesia de masa puede ser algo muy bonito, pero no es necesariamente la única modalidad de ser de la Iglesia. La Iglesia de los primeros tres siglos era pequeña, sin por esto ser una comunidad sectaria. Por el contrario, no estaba cerrada en sí misma, sino que sentía una gran responsabilidad respecto a los pobres, los enfermos, respecto a todos.

En su seno encontraban sitio todos aquellos que se nutrían de una fe monoteísta, en búsqueda de una promesa. Esta conciencia de no ser un club cerrado, sino de estar abiertos a la comunidad en su conjunto, siempre ha sido un componente no eliminable en la Iglesia. Al proceso de reducción numérica que estamos viviendo hoy, tendremos que hacerle frente también precisamente explorando nuevas formas de apertura al exterior, nuevas modalidades de participación de aquellos que están fuera de la comunidad de los creyentes.

No tengo nada en contra de que personas que durante el año no han pisado la iglesia vayan a la misa la noche de Navidad, o con ocasión de otra festividad, porque también ésta es una forma de acercarse a la luz. Debe, por tanto, haber formas diversas de implicación y participación.» [P. Seewald / Ratzinger: «Dios y elmundo» 2002 (Original alemán, 2000). El texto reproducido aquí fue difundido por Alfa y Omega, (27.11.2001), con el título: «Católicos, ¿futuro de minoría?».

4. E. Schillebeeckx (1970) «No todo el universo de los hombres pertenece de hecho a la communio sacramental de la Iglesia, ni siquiera aunque entendiéramos por tal «comunión» la totalidad de las denominaciones cristianas. La Iglesia ha ido dejando de ser cada vez más una «Iglesia nacional» (Volkskirche, «Iglesia de estado»), para convertirse en una «Iglesia de diáspora». Y, en todo caso, teniendo en cuenta el pluralismo obvio de la sociedad actual, la Iglesia se irá convirtiendo paulatinamente en una «Iglesia de voluntarios», a la que se pertenezca en virtud de una elección y decisión más personal. Por tanto, en la única sociedad hay también un gran número de personas no cristianas, las cuales trabajan completamente al margen de la religión en la edificación de un mundo más digno el hombre.» [E. Schillebeeckx: Dios, futuro del hombre (1970), p. 139]

5. Card. Roger Echegaray (1981) «No tenemos por qué escondérnoslo: Nuestra Iglesia no ha hecho sino empezar su éxodo… Ya no sentimos bajo nuestros pasos aquel humus cristiano que ha nutrido a tantas generaciones. El pueblo que lentamente avanza tiene menos practicantes, menos militantes, y son menos numerosos sus hijos a quienes catequizar. Los presbíteros que acompañan al pueblo son más escasos, mayores y debilitados por la sobrecarga o la dispersión de sus tareas… Ahora nos percatamos de que el desfase entre el Evangelio y el mundo es mucho mayor de lo que nuestra memoria colectiva se imaginaba. (…) Es duro, pero también entusiasmador, sabernos contemporáneos de Cristo y de los Apóstoles.» [Card. R. Echegaray, Presidente Conf. Episc. Francia. Discurso a la Asamblea Plenaria, Lourdes, 1981]

7. Los obispos de Francia (1996) «No podemos pasar por alto los preocupantes índices relativos al descenso de la práctica religiosa, la pérdida de una cierta memoria cristiana y las dificultades del relevo. Están en juego el lugar y el porvenir mismo de la fe en nuestra sociedad. (…) Rechazamos toda nostalgia de épocas pasadas, en las que el principio de autoridad parecía imponerse de manera indiscutible. No soñamos con una imposible vuelta a lo que se denomina «cristiandad» La crisis por la que atraviesa hoy la Iglesia se debe en buena medida a la repercusión, en la Iglesia misma y en la vida de sus miembros, de un conjunto de cambios sociales y culturales rápidos, profundos y de dimensiones mundiales. Estamos cambiando de mundo y de sociedad. Un mundo desaparece, y otro está emergiendo, sin que exista ningún modelo preestablecido para su construcción. Los antiguos equilibrios están a punto de desaparecer, y los nuevos se constituyen con dificultad. Ahora bien, a lo largo de toda su historia –especialmente en Europa– la Iglesia se ha solidarizado profundamente con los equilibrios antiguos y con la figura del mundo que desaparecía. No sólo se encontraba bien insertada en ese mundo, sino que había contribuido ampliamente a su constitución, mientras que la figura del mundo que hay que construir se nos escapa.» [Los obispos de Francia, Proponer la fe en la sociedad actual (Carta a los católicos de Francia) 1996].

8. J.-M. Tillard (1998) «Siendo lúcidos, todo lleva a pensar que hay Iglesias locales, incluso núcleos importantes de Iglesias locales, que van a desaparecer del mapa de la cristiandad. ¿Qué queda de las florecientes Iglesias locales del África de san Agustín, como no sea una lista de sedes ficticias para los obispos titulares? ¿Qué queda, en la actual Turquía, de la bella Iglesia siro-jacobita, lugar emblemático del cristianismo desde el alba de los tiempos patrísticos? ¿Qué queda de los cristianos de la Alta Mesopotamia, durante mucho tiempo tan radiantes? Un religioso asuncionista que estaba de paso notaba: sólo quedan «antiguas iglesias que sirven de granja, de establo para los corderos o, simplemente, de comisaría de policía».

En nuestro Occidente norteamericano, cabe el temor de que, una vez desaparecida la generación de cristianos practicantes, se van a cerrar cada vez más lugares de culto, y eso (tomemos nota de ello) tendrá como efecto concomitante la reducción de la visibilidad de la Iglesia. Ahora bien, la visibilidad provoca al menos el efecto de mantener viva una pregunta, la del porqué de esta obra, la del sentido de sus asambleas, aunque solo reúnan a ancianos canosos. [...] «¿Somos los últimos cristianos? Ciertamente somos los últimos de un estilo de cristianismo. No somos los últimos cristianos.» [Jean M. Tillard, Som nosaltres els últims cristians?, Claret. Barcelona. 1998]

10. Obispos vascos (2001) La crisis social de transmisión de valores y referencias es un signo inequívoco de que nuestra fe de siempre tiene que ser repensada, reinterpretada y reformulada en muchos aspectos a la luz de las circunstancias actuales. Es un momento delicado en el que algunos rechazan lo que antes aceptaban sin discusión y ahora consideran incompatible con la realidad presente.

Otros, por el contrario, continúan aferrándose ciegamente a pasadas explicaciones, porque las nuevas situaciones son más de lo que pueden asimilar en su arcaica visión del mundo. Debemos considerar si no ha llegado ya el momento y la situación que presagiaba el teólogo Karl Rahner hace unas décadas: «El hombre religioso de mañana será un místico, una persona que haya experimentado algo, o no podrá ser religioso, pues la religiosidad del mañana no será ya compartida en base a una convicción pública unánime y obvia».» [«Transmitir hoy la fe» Carta pastoral de los obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria. Cuaresma-Pascua 2001]

10. Card. Martini (2006) «La misma Iglesia está inmersa en una seria de problemas internos que no sería fácil describir en pocas palabras. Menciono sólo uno, que es propio de Occidente. Cito el ejemplo de la Iglesia evangélica de Alemania que, después de encuestas muy precisas, ha publicado el pasado las cifras de sus fieles comparadas con los de hace diez años. Unos dos millones cuatrocientos mil cristianos han abandonado la Iglesia en este periodo. En los tres últimos decenios, son más de cinco millones. Y el estudio nota que es sobre todo entre los jóvenes donde la cultura cristiana se desvanece y aparece casi como inexistente.

Y si nos fijamos en el número de los que se denominan fieles, el número de los que afirman que mantienen todavía con más o menos regularidad una práctica religiosa es de uno sobre diez. Pero unas encuestas estadísticas más precisas muestran que el 4% de quienes se llaman cristianos practican regularmente.» [Card. Martini: «El futuro de la Iglesia en el mundo» 2006]

14. G. Danneels (2007) — Ahora también en la Iglesia se siente la preocupación por el hecho de que en las sociedades occidentales parece enrarecerse el consenso compartido sobre algunos valores morales fundamentales. DANNEELS: Es un dato objetivo que ya no existe una Civitas cristiana, que el modelo medieval de Civitas cristiana no vale para el momento actual. Quizás algunos no se han dado cuenta todavía, pero los cristianos viven en el mundo tamquam scintillae in arundineto, como chispas por los rastrojos.

Vivimos en la diáspora. Pero la diáspora es la condición normal del cristianismo en el mundo. La excepción es la otra, la sociedad completamente cristianizada. El modo ordinario de los cristianos de estar en el mundo es el que se describe ya en la Carta a Diogneto, del siglo II. Los cristianos «ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua extraña». Habitan «sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria, tierra extraña.» Así es como somos ciudadanos de la nueva sociedad secularizada.» [Danneels: 30Giorni (27 mayo 2007)]