miércoles, 30 de noviembre de 2011

LA FE ESFÉRICA

Josep Lobera, en 'Metroscopia'

¿Se puede creer en un balón? Un amigo sociólogo seguramente diría “depende del tipo de balón”. Hace pocos meses, en una entrevista en EL PAÍS, Mario Vargas Llosa comentaba que el fútbol se ha convertido en una religión laica: “Antes, solo las religiones convocaban esa especie de manifestación irracional, colectiva”, hoy es el fútbol el que desata pasiones y fanatismos. Basta fijarse en la devoción con que algunos veneran a sus héroes futbolísticos, la pasión con que se pueden enfrentar a quien menosprecie sus colores, sus símbolos, los enormes peregrinajes que practican los aficionados por seguir a su equipo. No haría falta hablar de Maradona, de quienes vieron una intervención divina en su mano en el Mundial de México '86 ni de los que se entretuvieron en levantar una religión paródica, la iglesia maradoniana, sobre su mito. El fútbol se ve recubierto, recurrentemente, con expresiones religiosas.

Pero la religión, propiamente dicha, está presente en la cancha de fútbol. Cada fin de semana vemos jugadores santiguarse al entrar al campo o señalar al cielo tras marcar un gol. También se intuyen las prácticas rituales y supersticiosas antes y durante los partidos. Algunos futbolistas brasileños hacen referencias frecuentes a la religión e incluso regalan Biblias a sus compañeros y rivales. En América Latina, hayclubes evangélicos que aúnan sus creencias religiosas con la pasión por el fútbol. En África, se usan rituales tradicionales para ayudar a ganar los partidos importantes. En el fútbol británico, uno de los encuentros de mayor rivalidad (y, no rara vez, de mayor violencia) es el clásico escocés que enfrenta al Celtic, de origen católico, y al Rangers, de fe protestante.

Con todo esto en mente, quizás nos sorprenda algo menos observar quehay una relación entre el tipo de religiosidad de los españoles y su color futbolístico. Se podría decir “dime de qué equipo eres y te diré qué fe tienes”.



Dos equipos concentran la mayor parte de la afición en España: Real Madrid y FC Barcelona. Y de manera bastante equilibrada. Entre todos los equipos existentes, el 31% de los españoles se identifica con el Real Madrid y el 25% lo hace con el Barça. El orden se invierte, con la misma escasa distancia, cuando lo que se pregunta es, exclusivamente, con cuál de estos dos equipos se simpatiza más: entonces son algunos más quienes prefieren al equipo blaugrana (37%) que al merengue (32%).

Curiosamente, los no creyentes tienden a identificarse más con el FC Barcelona: el 50% de los no creyentes son culés y solo el 11% merengues. Y al contrario, entre los católicos (que practican su religión en alguna medida) la preferencia recae en el Real Madrid: el 40% de ellos sigue al conjunto blanco, diez puntos más que los que siguen al equipo blaugrana.




Sin duda hay otras variables que entran en juego, como la concentración geográfica de las distintas aficiones y las diferentes actitudes religiosas en esas regiones. Sin embargo, esas diferencias no explican por sí solas estas correlaciones y muestran que las aficiones tienen características distintas en su relación con el hecho religioso —a pesar de que sus triunfos se celebren en fuentes y se dediquen a la virgen de la ciudad—.Uno de cada cuatro seguidores del FC Barcelona se define como no creyente, mientras que, entre la afición madridista, lo hace menos de uno de cada diez. El 30% de los seguidores del Real Madrid se declara católico practicante, solo el 14% en Can Barça. Son diferencias llamativas. También se observan comportamientos políticos distintos entre las dos aficiones. Lo que nos llevaría a pensar que fútbol, política y religión no están tan alejados como a priori se pudiera pensar. Pero ese ya es otro post.



martes, 29 de noviembre de 2011

LA IGLESIA ESPAÑOLA ESTÁ ESPECIALMENTE POLITIZADA, DERECHIZADA, A LA DEFENSIVA Y AGRESIVA

ENTREVISTA A JOXE ARREGI

José Manuel Vidal, en 'Religión Digital'

“Están enterrando el espíritu renovador del Concilio, apelando a la letra del Concilio”
“Lo importante ahora es tratar de curar y cuidar en lo posible a todas las víctimas”
Franciscano de corazón y sin papeles, el teólogo José Arregi sigue alentando la mística de la resistencia activa en la Iglesia. Con sus artículos, conferencias y libros. Acaba de publicar dos. ’Jesús siglo XXI’ (Fe adulta) y ’Cristianismo, historia y mundo moderno’ (Nueva Utopía).

Más libre que nunca, asegura que la Iglesia “sigue anclada en paradigmas trasnochados”, denuncia a la jerarquía española “politizada, derechizada y agresiva”, reivindica “el placer sexual como sacramento de Dios”y defiende a José Antonio Pagola. Tras sufrir en su propia familia la violencia de ETA, pide “curar y cuidar a todas las víctimas” y perdonar. Pero sabiendo que “el perdón ni se puede imponer ni exigir”.

¿Por qué “la fe no consiste en creer sino en confiar”?

“Fe” significa eso, confianza. Eso es la fe para san Pablo: la confianza incondicional en Dios como misterio de pura gracia. Esa confianza es la que nos hace libres, felices, buenos, compasivos como Jesús. Las creencias dependen de la cultura, de la cosmovisión, del lenguaje. Las creencias, todo el credo, todas los dogmas, no son más que formas y soportes de la fe, y pueden cambiar, han de cambiar según las culturas. Antes creían que el cielo estaba arriba y que Dios estaba en el cielo como un gran señor, que hacía llover o hacía milagros si se le pedía bien o simplemente si le daba la gana. En ese Dios ya no cree casi nadie; es que no se puede creer, no entra dentro de “lo creíble” hoy.

Pero lo mismo pasa con otras muchas creencias, con todas: han de cambiar, para poder seguir confiando en el misterio de gracia, es decir, belleza y bondad, que llamamos “Dios”. La Carta de Santiago dice: “¿Qué haces con creer que Dios existe, o esto o lo otro? También los demonios creen” (”demonios” es hoy una forma de hablar). Solo hay que creer “lo creíble” y solo en la medida en que ayuda a confiar, mientras que en aquello que resulta increíble o impide confiar no se ha de creer. O, si se prefiere, hay que reinterpretar todas las creencias para seguir confiando, es decir, siendo felices y buenos, como Jesús.

¿Vive la Teología anclada en paradigmas del pasado, anacrónicos y nocivos?
Eso es, es cuestión de paradigmas. Las imágenes y categorías fundamentales, el credo y la organización, de todas las grandes religiones, responden a culturas agrarias de hace miles de años: Dios como personaje supremo, la tierra y el ser humano como centro del universo, el pecado y el perdón, el “más allá”, jerarquía y poder sacralizados…

Al cristianismo tradicional y, en concreto, a la iglesia católica, le pasa lo mismo: sigue anclada en paradigmas trasnochados. Y una de dos: o la Iglesia transforma su lenguaje y sus instituciones para que puedan seguir suscitando y soportando la confianza y la bondad en el mundo de hoy, o se condena a sí misma al ostracismo y la marginación inoperante, deja de ser levadura y sal. En la Iglesia del Vaticano II se hizo un enorme esfuerzo para que fuera posible la primera alternativa, pero la jerarquía católica, desde el año 80, parece empeñada en que se dé la segunda. Es por miedo.

¿Por qué hay miedo en la Iglesia española y entre los teólogos?
El miedo es un mecanismo sano, porque nos alerta de unos riesgos. Pero el miedo se convierte en el mayor riesgo, cuando nos encierra y paraliza, nos pone a la defensiva, y no pocas veces a la ofensiva; el propio miedo crea fantasmas, en vez de energías positivas y transformadoras; el propio miedo se convierte en el mayor peligro. Creo que es lo que está pasando en la Iglesia católica en general, y creo que ese fenómeno es especialmente patente en la Iglesia española, especialmente politizada y derechizada, especialmente defensiva y agresiva. Es verdad que vivimos tiempos de crisis cultural, pero creo que la reacción del Vaticano y de la jerarquía española están siendo muy contraproducentes; están provocando una ruptura social masiva con la Iglesia, una ruptura que puede ser definitiva. La jerarquía está sectarizando a la Iglesia.

¿A qué se debe el intento “oficial” de enterrar el Vaticano II?

No se trata de mala voluntad. Pienso que se debe, fundamentalmente, a un error de diagnóstico. El Concilio Vaticano II quiso ponerse al día en un mundo marcado por la modernidad, pero lo hizo demasiado tímidamente; incluso los que quisieron ir más lejos -en la línea de Rahner- no pudieron hacerlo, porque había un fuerte sector ultraconservador y el sector mayoritario era moderado, pero básicamente conservador, como el mismo Pablo VI. Los documentos del Concilio, fundamentalmente referidos a la Iglesia, son producto de consensos y equilibrios, y albergan no pocas contradicciones.

Después del Concilio se iniciaron reformas interesantes, aunque muy insuficientes. Al mismo tiempo, la sociedad europea occidental emprendió una transición rápida y profunda de la era moderna industrial a la era posmoderna de la información y el pluralismo, con la secularización consiguiente. El sector episcopal conservador, con los teólogos von Balthasar y Ratzinger al frente, se alarmó y pensó que la secularización era consecuencia de las reformas conciliares.

La elección de Juan Pablo II en 1979 responde a ese diagnóstico, y trajo consigo un viraje, y en eso estamos todavía: están enterrando el espíritu renovador del Concilio, apelando a la letra del Concilio. La lectura que hacen del Concilio, como toda lectura, es muy selectiva e interesada. Pero los resultados en Europa están siendo catastróficos, y creo que pronto lo serán también en otros continentes. Ya lo están siendo en América Latina, donde se extiende sobre todo el pentecostalismo emocional y neoconservador.

¿Qué quiere decir, en concreto, cuando aboga por “una espiritualidad más allá de la religión”?

La religión, en cuanto sistema de creencias, normas y ritos, es la forma que adopta la espiritualidad en una determinada cultura. Las formas pueden ser más o menos necesarias, y en general algún tipo de institucionalización es necesaria para una comunidad de creyentes, pero la forma institucional nunca es lo fundamental de ninguna religión entendida como espiritualidad, como experiencia religiosa personal o colectiva.

La religión en cuanto forma no es lo fundamental. Lo fundamental es la espiritualidad, que viene de “espíritu” y es respiro, inspiración, esperanza activa. La espiritualidad es espíritu y vida, es veneración, respeto, compasión solidaria, más allá de todas las formas religiosas, más allá de las creencias, de los ritos y de la moral. La institución religiosa puede sostener y fomentar la espiritualidad, debe hacerlo, pero a menudo resulta que ahoga la espiritualidad, impide respirar.

¿Cómo explicar a tantos creyentes atormentados por la moral tradicional católica una nueva espiritualidad de la carne y de los sentidos?

Es una de las manifestaciones de la transformación cultural que se está dando. El discurso de la jerarquía sigue aferrado al dualismo enemigo del cuerpo, sobre todo de la sexualidad, que ya está presente en San Pablo y que se impuso definitivamente en la gran Iglesia con San Agustín, y que no tiene raíces propiamente en la Biblia ni en Jesús, sino en el platonismo y en el maniqueísmo.

Es preciso revisar a fondo toda esa antropología y cosmología. No estaría mal que leyéramos un poco más el Cantar de los Cantares. Y que se enseñara que el cuerpo, el placer sexual y la relación sexual en cualquiera de sus formas, siempre que sea para bien de uno mismo y de los demás, es sacramento de Dios. Todo lo que tiene que ver con la sexualidad y el sexo es muy delicado, y hay que fomentar esa delicadeza, porque es muy fácil hacerse daño a sí mismo o al otro. Pero no se puede decir: “Te hace daño porque está prohibido”, sino: “Solo está prohibido lo que hace daño”. Todo disfrute y placer, comer, pasear, tomar el sol, bañarse, la caricia, el placer sexual…, en la medida en que es delicado y bueno, es sacramento de Dios, aunque lo prohíba la moral vigente. Creo que es el espíritu del Evangelio de Jesús.

¿Es hora de que los cristianos “conciliares” volvamos a ocupar los espacios que hemos abandonado en la Iglesia institucional?

Sería deseable, en la medida de lo posible. Debemos reivindicar que “somos Iglesia” a todos los efectos. Por ejemplo, ¿por qué vamos a depender de que haya sacerdotes ordenados para celebrar juntos la memoria de Jesús, dejarnos consolar e iluminar por el evangelio, compartir pan y vino, fortalecernos para la acción? A Jesús no se le ocurrió nunca que hicieran falta sacerdotes ordenados y varones para celebrar su memoria. Pues lo mismo con otros muchos ámbitos de la Iglesia.

¿Por qué hay tanto odio entre los católicos más ortodoxos, que destilan en los comentarios en la Web?

No es fácil entenderlo, o tal vez es fácil entenderlo: los más ortodoxos suelen ser a menudo demasiado estrechos, y la estrechez nos crispa con nosotros mismos y con los demás. Los comentarios e insultos llenos de resquemor y agresividad que algunos vierten a menudo, por ejemplo en Religión Digital, son pura negación de la fe que dicen defender. Supongo que si algún alejado de la Iglesia o del cristianismo los lee, debe de decirse: “¡Qué horror de religión!” y alejarse más todavía, espantado.

¿Hay un cisma silencioso entre la jerarquía y las bases de la Iglesia?

El cisma es evidente. Pero la mayoría de los cristianos ya son lo suficientemente adultos en su mentalidad y en su fe, como para vivir en libertad y paz, a pesar de no acatar las directrices dogmáticas o morales de la jerarquía. Pienso, por ejemplo, en tantas y tantos que viven su fe sin aferrarse a determinadas creencias tradicionales que muchos obispos abusivamente llaman “fe de la Iglesia”. No es fe de la Iglesia, sino creencias de una determinada parte de la Iglesia. O pienso en quienes viven su sexualidad fuera de las normas canónicas: quienes utilizan anticonceptivos, los gays y lesbianas, los divorciados o separados que viven con otra pareja… Si se quieren y se ayudan, son sacramento de Dios. Dios los bendice, aunque la jerarquía los condene.

Dice usted: “La Iglesia de Jesús, en contra de Jesús, ha humillado a la mujer”. ¿Para cuándo la reparación?

Ya es muy tarde, tal vez demasiado tarde. Las mujeres, como antes los jóvenes, como antes los intelectuales, como antes los trabajadores, están abandonando esta institución eclesial católica, porque no encuentran en ella su lugar de dignidad. Pero conste: no pienso que su lugar de dignidad sea ser sacerdotes de acuerdo al modelo clerical de hoy. La inmensa mayoría de las mujeres católicas de hoy, al igual que la inmensa mayoría de los hombres creyentes, aspiran a otro modelo de Iglesia con otro modelo ministerial muy distinto, más parecido al movimiento de Jesús, un modelo democrático, comunitario, más allá de la distinción clérigo-laico, ministerios ordenados-no ordenados… Que las mujeres sean sacerdotes y obispos según el modelo actual no cambiaría gran cosa, aunque tal vez pudiera ser un paso intermedio para una reforma mucho más profunda.

¿Sigue siendo usted un fraile sin convento? ¿Y un cristiano sin Iglesia?

¡Qué va! Sigo siendo franciscano fuera del marco institucional, pero me siento acogido y querido por los franciscanos tanto o más que antes, y sus conventos son mi casa. En la fraternidad de Bilbao ceno y duermo tres días por semana, cuando estoy en Deusto. Y en Arantzazu tengo mi habitación de antes, y voy cuando quiero. En cuanto a la Iglesia, en ella hay muchas moradas, como diría Jesús, y si te echan de una puedes ir a otra, y allí te encuentras con muchas hermanas y hermanos, y todos formamos una Iglesia sin fronteras, aunque algunos quieran cerrar puertas y ventanas y poner límites claros entre dentro y fuera, y aunque a veces haya conflictos. Son inevitables. No puede haber comunión eclesial sin espacio para la diferencia y el disenso. Imagino que la página de monseñor Munilla está pasada. Pero, ¿le sigue doliendo la situación de la diócesis de San Sebastián? Mentiría si dijera que todos mis sentimientos son puros, evangélicos.

No lo son, y lo siento y pido perdón. Pero mi problema nunca ha sido y menos lo es ahora con la persona de monseñor Munilla, sino con el sistema que él representa y quiere imponer como único: una doctrina, una autoridad, una política, una moral, una Iglesia… la suya. Muy distinta, por cierto, de la Iglesia que vive y quiere la inmensa mayoría de la diócesis. Creo que el mayor atentado contra la comunión eclesial viene hoy de la jerarquía, y nuestra diócesis de San Sebastián es un buen ejemplo, un ejemplo doloroso. No hay más que ver lo que ha pasado con el caso Pagola, el Seminario, el Proyecto Pastoral.

¿José Antonio Pagola es un “hereje”, como dicen los sectores ultracatólicos?

La peor de todas las herejías me parece el sectarismo de algunos de esos “ultracatólicos”. Es negación radical de la catolicidad, que significa no solo pluralidad, sino universalidad. Pero bueno, vayamos al concepto formal de “herejía”: “doctrina contraria al dogma”. No conozco ningún ultracatólico que haya demostrado en qué punto Pagola enseña algo contrario al dogma, entre otras cosas, porque Pagola es listo y ha eludido cuidadosamente toda cuestión dogmática.

De todos modos, ni Jesús ni San Pedro ni San Pablo conocieron ningún dogma cristológico. Los dogmas son fórmulas históricas. Y no concibo que se pueda anunciar hoy el Evangelio de Jesús a la inmensa mayoría de los hombres y mujeres de hoy sin revisar -con libertad, con riesgos, y a fondo- todos, todos los dogmas cristológicos, que son de otros tiempos muy distintos. El evangelio no se juega en esas fórmulas y en sus interpretaciones.

Ha vivido usted en su propia familia la herida de ETA. ¿Cómo se siente, tras el anuncio de que los terroristas dejan las armas?

Me siento inmensamente aliviado, como casi todos los vascos y vascas. ¡Lo hemos esperado tantos años, demasiados! ¡Se ha sufrido tanto por todos los lados! En cuanto a mi familia, sí, ha sufrido también directamente la violencia de ETA: un cuñado mío, marido de una hermana mía, es guardia civil, y la casa donde vivían fue seriamente dañada por una bomba en junio del 1991, y antes y después han vivido de miedo, y toda la familia con ellos. Y amigos de la familia han sido asesinados por ETA. Pero también hay miembros de la familia que han sufrido injustamente cárcel y tortura.

De todos modos, cada víctima es única, tiene su padre, su madre, su marido, su mujer… Se pueden contar las víctimas, “tantos de este lado, tantos del otro”, y tal vez habrá que hacerlo. Pero lo importante es que no haya más víctimas, y tratar de curar y cuidar en lo posible a todas las que ha habido, a cada una en particular, más allá de bandos. Aprovecho la ocasión que me ofrece para referirme a algunos comentarios sobre mí que aparecen reiteradamente en Religión Digital. Por ejemplo: que nunca he defendido a las víctimas de ETA. Es absolutamente falso.

O que enviaba “todos mis escritos” al “diario proetarra GARA”. También es enteramente falso. Nunca lo hice, salvo dos artículos que envié a todos los periódicos del País Vasco y que publicaron casi todos ellos: cuando me rebelé contra la prohibición de predicar, enseñar y escribir por parte de Mons. Munilla en junio del 2010 y cuando decidí dejar la Orden en agosto del mismo año. Si GARA publicó otros artículos míos -no lo sé; otros periódicos sí lo han hecho-, será porque los tomó de Internet

¿Ha llegado la hora de que ETA pida perdón a las víctimas?

La cuestión del perdón es demasiado personal e importante para que se la utilice con intereses torcidos. Creo que nadie que haya hecho daño curará su memoria y se reconciliará consigo mismo mientras no reconozca el daño y de alguna forma diga: “Lo siento. ¡Perdón!”. Y nadie que haya sufrido el daño, sea quien fuere, curará sus heridas mientras no perdone sinceramente, es decir, supere el odio y la venganza, y vuelva a confiar en cuanto pueda en el que le hizo daño. Todo eso requiere tiempo. Y el perdón ni se puede imponer ni exigir. Los políticos debieran estar a la altura y tener la grandeza para facilitar, en vez de obstaculizar, este proceso de curación de todos los que han hecho daño y de todos los que lo han sufrido.



domingo, 27 de noviembre de 2011

ACERCA DEL KIT TECNOLÓGICO Y LA ÉTICA DE LOS DIPUTADOS

Alberto Garzón, en 'Pijus economicus'

El próximo martes los diputados de IU recogeremos el kit tecnológico que contiene una tableta y un móvil, ambos de la compañía Apple. Son parte de los instrumentos de trabajo de los que dispondremos para ejercer nuestra labor, como en cualquier trabajo. Sin embargo, se han levantado determinadas críticas interesadas que conviene responder así sea brevemente. La primera tiene que ver con el supuesto carácter privilegiado de recibir dichos instrumentos. La segunda tiene que ver con la supuesta emergencia de una contradicción por el hecho de hacer uso de productos producidos por compañías carentes de ética.

La cuestión de los privilegios es bastante sencilla de responder, porque su consideración como tal parte de negar que el trabajo de un diputado conlleva un uso activo de materiales de comunicación tales como un teléfono y un ordenador o similar. El privilegio de los políticos no está, por lo tanto, en los instrumentos que se usan sino en aspectos relacionados con los sueldos desorbitados (razón por la cual los diputados de IU donamos la mayor parte de nuestro sueldo a la organización) o un sistema de cotizaciones desfasado, por ejemplo. Otra cuestión es, por supuesto, el uso que se hace de los instrumentos en cuestión. Todos los instrumentos de trabajo, tanto en el Congreso como en cualquier otro centro de trabajo, se deben usar con responsabilidad y de acuerdo a su finalidad original.

La cuestión acerca de la supuesta contradicción no es, no obstante, nada nueva. Apple es una compañía acusada de tener fondos en paraísos fiscales y de usar mano de obra semi-esclava en países en desarrollo, entre otras cosas. Por lo tanto es lógico que surja la duda acerca del carácter ético de aceptar instrumentos de ese tipo. Pero la cuestión se aclara, a mi entender, analizando el papel de la ética en el sistema económico actual.

El capitalismo es, por definición, un sistema carente de ética. Pero es, además, un sistema cuya lógica de funcionamiento empuja a todas las empresas a comportarse, para poder sobrevivir, sin atención a la ética . Bajo este sistema las empresas compiten entre sí buscando la máxima rentabilidad, algo que consiguen minimizando los costes (salarios) y moviéndose en la frontera de la legalidad. Si el banco A usa paraísos fiscales y obtiene mayores ganancias gracias a ello, entonces el banco B estará obligado a hacerlo también para no perder la lucha competitiva (leer aquí una explicación más completa de esta lógica económica). Las empresas de responsabilidad social sólo sobreviven manteniendo nichos de mercado de carácter “concienciado”, que son una minoría y que persisten como burbujas (fundamentalmente porque los productos son mucho más caros, al no entrar directamente en la lucha competitiva).

Este razonamiento previo nos lleva a una obviedad: nada se mueve fuera del sistema económico. Todas las empresas son técnicamente explotadoras, y el debate está únicamente en determinar en qué grado lo son. Como ya dijimos por aquí, para los teólogos de la liberación “no basta que seamos honestos y que actuemos de acuerdo con los valores morales si el sistema económico y social en el que estamos inseridos es un sistema éticamente perverso o socialmente excluidor y opresor”. Esto significa, sencillamente, que la solución a la pobreza, desigualdad y otros males de la sociedad deben pasar por un cambio estructural en el sistema económico. Esto es así porque para ellos “la lógica del sistema económico funciona y produce sus resultados independientemente de la voluntad individual del agente”, lo que supone que por muy bienintencionadas que sean las personas que viven en esta sociedad el propio sistema conduce a un resultado malvado.

En un extraordinario artículo de hace unos años, Carlos Fernández Liria hablaba de este asunto asegurando que “estamos sumidos en una situación en la que no hay manera de saber lo que estás haciendo cuando haces lo que haces. Por supuesto, en estas condiciones, la voz de la moral no sabe a qué atenerse. Es demasiado complejo distinguir entre el bien y el mal.”.

Fernández Liria hablaba concretamente del Coltán, material indispensable para la construcción de teléfonos móviles y también responsable de guerras sangrientas y millones de muertos en África. Él concluía lo siguiente:

“No es fácil saber hasta qué punto tenemos las manos manchadas de sangre cada vez que llamamos por el móvil o que nuestro hijo juega a la videoconsola. Sin duda que estamos metidos hasta las cejas en el entramado estructural que genera esas guerras. Sin embargo, llamar por el móvil es llamar por el móvil, no matar a nadie. Y por supuesto, dejar de llamar por el móvil tampoco va a salvar la vida a nadie. El móvil, bien mirado, es un invento magnífico ¿quién puede negarlo? Si cuando llamo por el móvil estoy teniendo una oscura e imprevisible relación intangible con no sé qué conflicto sangriento de África, la culpa, desde luego, no la tiene el móvil, ni yo por utilizarlo. No podemos evitar ser piezas de un engranaje muy complejo, en el que todo está ligado entre sí por caminos imprevisibles que nadie ha decidido. Esta complejidad, es cierto, hace que, como decía Günther Anders, nunca podamos estar seguros de lo que estamos haciendo cuando hacemos lo que hacemos. Nunca podemos estar seguros de los efectos indirectos de nuestra acción directa, como dice Franz J. Hinkelammert”.

Todos estamos dentro del sistema y todos, diputados y no diputados, participamos indirectamente en guerras, explotación laboral, uso de paraísos fiscales y otras aberraciones del sistema económico moderno. Pero el sistema no es vencido ni superado por la resignación o por la renuncia a todo elemento fabricado en este marco (que implica desde la ropa hasta el móvil, pasando por el coche y el portátil desde el que nos escriben los supuestos defensores de la ética pura). La solución pasa por reconocer la lógica de este mundo y rebelarse ante ella. Los teólogos de la liberación hablaban del “pecado estructural”, es decir, de que la verdadera acción moral y ética era luchar contra este sistema mediante el cambio de las bases mismas de funcionamiento. Y es que, como dice Fernández Liria, “por muy complejo que se haya vuelto en este mundo distinguir el bien del mal, hay una cosa que seguro que es mala, y esta cosa es, nada más ni nada menos, el hecho mismo de que exista un mundo así”.

Los diputados de IU no nos vamos a enriquecer con la actividad política, y ahí reside nuestra ética y compromiso. Creemos que la política institucional es un instrumento útil, aunque no el único, para transformar el mundo injusto y despreciable que tenemos, y usaremos las herramientas de trabajo para luchar por ello. Por eso también lucharemos contra los privilegios que sean realmente tales, por eso renunciamos a la mayor parte de nuestro sueldo y por eso nuestros ex-políticos, como Anguita, rechazan las pensiones vitalicias. Ejemplos de honradez, ética y humildad. Y si hay quien quiere culparnos por hacer uso de un móvil, portátil o tableta, será porque ha equivocado el objetivo o porque actúa de mala fe.



viernes, 25 de noviembre de 2011

COLECCIONAMOS EXCUSAS PARA SENTIRNOS INFELICES

ENTREVISTA A PAZ TORRABADELLA, PSICÓLOGA

Para esta especialista en comunicación interpersonal la estupidez es una enfermedad curiosa, pues no la sufre quien la padece, sino quienes le rodean, y su fundamento es el tiempo: si alguien repite una estupidez el suficiente número de veces, acabará considerando que esta actitud es lo normal, la defenderá y la incorporará, definitivamente, en su día a día. Tiene un interesante ensayo sobre ella (Estupidez emocional, editorial Vía Libro), recomendable para afrontarla en nuestro interior, en las relaciones próximas y en lo social. Organiza grupos -allegados desconocidos- que se reúnen con la única finalidad de comprenderse ellos mismos para ser menos estúpidos 

La felicidad como objetivo funciona mal. Toda vida tiene una dosis de sufrimiento ineludible como la frustración, la enfermedad y la muerte. Decirle a un niño que tiene como objetivo ser feliz es estafarle.

¿Entonces, qué hay que decirle?

Que la felicidad sucederá, pero que no es la norma. Lo cabal es saber y aceptar el sufrimiento inevitable (porque mucho sufrimiento procede de no aceptarlo), y evitar al máximo el innecesario. Estamos siempre coleccionando excusas para ser infelices.

Sí, qué estupidez.

Todo el sufrimiento inútil que padece el género humano, y que es mucho, procede de la estupidez emocional: falta de empatía, intolerancia a la frustración, crítica gratuita indiscriminada, victimismo, autodesprecio, envidia, compulsión, obstinación, agresividad, adicción a la infelicidad...

¿La estupidez engendra todas esas cosas y se alimenta de ellas?

Sí, pero una vez la detectas y reconoces, puedes prevenirla. Lo primero que hay que saber es que nadie está exento de ella, todos cometemos estupideces alguna vez.

Bien, mensaje recibido.

La estupidez es muy común. Como sociedad la vemos en las guerras o en la destrucción del planeta; en la familia, cuando nos atacamos psicológicamente o somos poco empáticos, y eso lo veo mucho en terapia de pareja: uno se queja del otro, cuando con pensar en el otro todo se solucionaría.

¿El estúpido se sabe estúpido?

Por naturaleza la estupidez se blinda, el estúpido emocional se especializa en criticar, ve la estupidez ajena y se concentra en ella: es más cómodo. Son personas rígidas en su pensamiento que se mueven en dicotomías del tipo bueno-malo, y muy susceptibles.

¿La estupidez aumenta con la práctica?

Sí. Para justificar una estupidez se suele incurrir en otra, y es muy contagiosa.

¿?

Si respondo a un bocinazo (una estupidez, porque está generando un sentimiento negativo), me estoy contagiando de su estupidez.

Entiendo.

La única manera de no contagiarse es reconociéndola. Debería existir la asignatura de estupidología, porque dedicamos muy poca energía a un fenómeno que condiciona nuestras vidas y sociedades.

No me parece una idea descabellada.

La estupidez es irracional como la crítica gratuita. Yo diría que tanto critica una persona a los ausentes, tanto está instaurada en la estupidez. Y hay grandes mentes muy estúpidas que siembran a su alrededor sentimientos negativos innecesarios.

¿Cómo detectarla?

Cuando causamos o padecemos un sufrimiento inútil. Por ejemplo, el hombre o la mujer que ante una separación utiliza a sus hijos en contra del otro haciendo sufrir a todo el mundo. Semejante estupidez hay que reconocerla y evitar entrar en una escala de estupideces.

Deme claves.

La conciencia de los propios sentimientos, darse un espacio para observar los pensamientos, porque si soy consciente de cómo me siento puedo controlar.

El autocontrol es difícil.

Una gran herramienta es compartir, poder poner en común temas personales con otros. Es impactante ver como terceros pueden intuirte y darte buenos consejos. Somos mucho más transparentes de lo que creemos, lo que pasa es que nos han enseñado a desoír esa inteligencia intuitiva, lástima, porque todo eso que no se dice es más importante que lo que se dice.

¿El autoengaño es la mayor estupidez?

Sí, y contra eso sólo podemos autoeducarnos día tras día. Albert Ellis, creador de la terapia racional emotiva, decía que todo el sufrimiento humano procedía de las ideas irracionales que no son más que exigencias: “Los demás tienen que comprenderme...”.

Pero la cosa funciona al revés...

Exacto, para los demás nuestros problemas son de una levedad inconmensurable. Hasta que aceptamos esto, nos vamos neurotizando cada vez más.

Solemos ser víctimas de nuestra propia manera de pensar.

Sí, nos tomamos muy en serio. Además, nuestra colección de excusas para sufrir se retroalimentan. La verdadera causa de la perpetuación de cada discurso es que se obtiene algo de él aunque sea insatisfactorio, por ejemplo: que las cosas me vayan mal me permite seguir quejándome.

Hablemos de la paradoja: si persigues el sombrero, él insiste en irse volando.

Así son las relaciones humanas: es nuestra pretensión la que genera el problema. Nuestra propia insistencia genera la reacción contraria. Pero la paradoja es la base del humor, y la estrategia más inteligente y airosa de superar una forma de relacionarse estúpida es el sentido del humor.

¿Se le ocurre cómo cultivarlo?

Estando con personas que lo tienen, porque el sentido del humor es un deporte de dos.

Hay quien teme pasar por estúpido.

Tolerar algo no significa que nos parezca bien, sino sencillamente que sabemos que sucede y mientras sucede no lo negamos.

¿Qué pregunta debo hacerme a diario?

Cuánto hay en mi vida que estorba o enmaraña: pensamientos, costumbres, ruido. Alexander Lowen decía que la felicidad es la conciencia de la propia mejora.



miércoles, 23 de noviembre de 2011

¿SE VIVE MEJOR SIN DIOS?

Juan Arias

Me pregunta un amigo por qué en tiempos de crisis, incluso las económicas como en la actualidad, el ser humano se refugia más en la fe en Dios. Difícil responder a esa pregunta, ya que para mí si Dios sirve para algo debería ser para los tiempos de alegría y felicidad, no para los tiempos del miedo.

Los padres del científico y escritor Leonard Mlodinov se salvaron de las garras del Holocausto. Él mismo salvó su vida el fatídico 11 de septiembre, en los bajos de una de las Torres Gemelas de Nueva York cuando se hundió. En una entrevista reciente le preguntaron en Brasil qué sentía al saber que Dios había salvado milagrosamente su vida y la de sus padres. Respondió: "No fue Dios, sino el acaso". Y añadió: "¿Qué Dios sería ese que salva a mis padres del nazismo y deja morir a seis millones de otros judíos?". "¿Qué Dios sería ese que me salva del atentado terrorista de Nueva York y deja morir a otras 3.000 personas?".

Difícil encontrar a Dios en los escombros de la muerte.

Lectores que no conozco suelen preguntarme, unos con respeto, otros, menos, si pienso que sin Dios se acaba viviendo mejor. Escribí hace 40 años un libro que se titulaba El Dios en quien no creo. Había sido el título de un artículo publicado en el desaparecido diario Pueblo de Madrid. Se les había colado a los censores franquistas. Quizás porque pensaron que si hablaba de Dios no podía ser nada subversivo. Lo era para la España católica y cerrada de entonces.

Me citó a su despacho el entonces arzobispo de Madrid, Casimiro Morcillo. Me dijo que el artículo estaba ayudando a los españoles a hacerse ateos porque afirmaba entre otras cosas que si Dios existe no podía existir el infierno y que no podía curar a unos y dejar morir a otros. Le mostré la carta que acababa de recibir de un matrimonio joven, en la que me decían que habían recortado el artículo y conservado para cuando sus dos hijos pequeños fueran mayores. "Nosotros no somos creyentes, pero si nuestros hijos un día quisieran creer, nos gustaría que creyeran en ese Dios irreconciliable con el infierno", decían.

No sirvió de nada. Desde aquel día, además de la censura franquista, la Iglesia de Madrid me impuso otro censor para mi columna de Pueblo, que se titulaba Las cosas claras. Sobre aquel libro, nacido de aquelartículo y traducido hoy a 10 idiomas, dos señoras encopetadas, cuando volvía en tren de Asís, donde había sido publicado, mirando con recelo la portada, me preguntaron: "¿Ese libro es a favor o en contra?" "Eso depende, señoras", les respondí.

Cada vez que hoy me preguntan si creo que es mejor o no creer en Dios suelo responder que eso no tiene importancia, ya que si existiese Dios, lo importante sería que él creyera en nosotros, como me había dicho monseñor Romero, quizás en su última entrevista antes de ser asesinado a tiros mientras celebraba la Eucaristía.

¿Se es más feliz sin Dios? Depende, señores. Difícil sentirse libres y realizados con el Dios al que aman y adoran los dictadores -con los que, por cierto, la Iglesia siempre se ha entendido mejor que con los demócratas-; difícil con el Dios absolutista incompatible con la democracia o con el Dios que recela de la sexualidad.

Es difícil que las personas, jóvenes o adultas, no lleven dentro de sí la sombra de un Dios castrador, aquel del que en un colegio de religiosas la madre superiora había escrito en los retretes de las alumnas: "Dios te está mirando".

El famoso poeta brasileño João Cabral de Melo Neto, cuando estaba para morir, quiso hablar con un sacerdote de la Teología de la Liberación. Le confesó que era ateo, pero que en aquella hora final lo asaltaba el miedo de "aquel infierno del que me hablaban de niño en la Iglesia". El teólogo le dijo que, además de no existir el infierno, un poeta nunca tendría lugar en él. Aquel teólogo era Leonardo Boff, condenado al silencio por el entonces cardenal Ratzinger y hoy papa Benedicto XVI.

El Dios del miedo es el Dios que no merece existir. El miedo es argamasa humana, es el arma de todos los poderes de la Tierra, no tiene nada de divino. Es tirano. Solo la felicidad es liberadora. El miedo es usado y abusado por las Iglesias institucionales. Jesús nunca impuso miedos a los que le seguían. Se los quitaba. Él los tuvo también. Tuvo miedo de morir, sudó sangre ante la inminencia de su muerte, pidió explicaciones a Dios de por qué dejaba que lo mataran si era inocente. Y de él tuvieron miedo los hipócritas y los poderosos, nunca los arrinconados o indignados.

Aquel profeta tenía solo un pecado: no creía en el sufrimiento ni en el dolor ni en la muerte como armas de redención. No soportaba ver sufrir a nadie. No le gustaban los muertos y los resucitaba. Nunca pidió a sus apóstoles que hicieran ayunos y penitencias, ni que fueran héroes o vírgenes. Estaban todos casados, como él.

Y no fue un profeta fácil: exigió, con naturalidad, algo que nos parece locura: devolver bien por mal. Sabía que la felicidad -que era su única teología- se engendra en la paz y no en la guerra, en el perdón y no en la venganza.

¿Se vive mejor sin Dios? "Depende, señores". Sin el que ofrecen las iglesias que no te permite morirte en paz, ni hacer el amor sin que te espíe como un policía, se vive mejor. Se vive mejor sin el Dios que pretende adueñarse de lo más sagrado del ser humano: su libertad y su conciencia. Por lo menos, sin él, se vive sin menos miedos, que no es poco.

¿Y con el Dios en el que creía monseñor Romero cuando lo acribillaron a balas en el altar por defender a los pobres contra el poder, se vive mejor?, se preguntarán algunos. ¿Se vive mejor con el Dios que apuesta siempre por los que pierden, el Dios de aquel Jesús que no solo perdonó en la cruz a los que blasfemaban contra él, sino que hasta los excusó: "Perdónales, porque no saben lo que hacen", expresión máxima del amor supremo que no humilla ni cuando perdona?

Creo que como mejor se vive es siendo fiel a la voz de la conciencia, más severa que las leyes porque no es posible burlarla, y que constituye la única fuente de libertad. El cardenal Newman, convertido del protestantismo al catolicismo, fue un defensor del primado de la conciencia sobre la ley. En la Carta al Duque de Norfolk cuenta que, si se viera obligado a hacer un brindis, lo haría "primero a la conciencia y después al Papa". Newman tiene una frase que aún hoy, después de dos siglos, sigue poniendo los pelos de punta a la Iglesia y a los teólogos tradicionales: "Prefiero equivocarme siguiendo a mi conciencia, que acertar en contra de ella". La Iglesia defiende, al revés, que la conciencia debe ser antes formada. Por ella y con el miedo, claro.

¿Se vive mejor sin Dios? Depende. Quizás se tenga a veces la tentación de creer en alguien más que humano, capaz de exorcizar la crueldad que siembra de muertos inocentes el planeta, la que pisotea a los que no tienen poder, la que exalta a los aprovechados, la que discrimina a los diferentes, la que violenta a los niños, la que quiere imponer a su Dios, la que humilla a la libertad. Pero ese, ¿no será más bien el Dios de nuestros sueños?

Se podría vivir mejor solo con el Dios -si existiese- capaz de quitarnos a los mortales el miedo supremo de la muerte, sin la cual, curiosamente, dejarían de existir las religiones, como afirmaba Saramago. Se viviría mejor con el Dios que no nos prohibiese soñar. ¿Existe?



martes, 22 de noviembre de 2011

BREVE INFORME SOBRE EL APOCALIPSIS MUNDIAL

kaosenlared.net

-Tan sólo un UNO por ciento de la población controla el 99 % de la riqueza de todo el Planeta.
UNAS CUATROCIENTAS FAMILIAS controlan la economía mundial, permitiendo directa o indirectamente que UNA DE CADA TRES PERSONAS en este Planeta vivan con UN dólar diario o menos, mientras que una vaca en el primer mundo recibe CUATRO dólares diarios de subvención gubernamental.La ONU, por su parte, afirma que sólo dispone de alimentos para tres o cuatro semanas en caso de gran hambruna.

- Cada día nacieron alrededor de 180.000 niños, de los cuales un mínimo de 40.000 mueren de hambre.

- De hambre murieron en total cerca de 36 millones de personas a lo largo del año. Se calcula que por esta causa muere un niño CADA 5 SEGUNDOS.

-¿Y los trescientos mil niños y niñas-soldado?

-¿Y los más de doscientos millones de niños y niñas que viven como esclavos?

- Han muerto 11 millones de personas por las enfermedades derivadas de la miseria (agua contaminada y otras). Sólo por el agua contaminada mueren el 80 % de los pobres, y se calcula que 2.500 millones no tendrán ni gota en el año 2.025.
-10 millones murieron de sarampión, enfermedad en auge como las variantes de gripe.

-En África existen actualmente 24 millones de enfermos de SIDA la inmensa mayoría de los cuales condenados a morir porque no recibe las medicinas necesarias por ser caras y estar fuera de su alcance. Un 33% de la población está afectada por esta enfermedad.

-Las industrias farmacéuticas reciben subvenciones de los Estados que prefieren proteger sus derechos de patente (de 20 años de validez) a proteger a los millones que mueren por enfermedades que pudieran ser tratadas durante esos mismos 20 años sin tener que pagar royalties millonarios a las multinacionales farmacéuticas e impedir que los medicamentos están al alcance de los más pobres. Esto se agrava si consideramos que de las subvenciones que reciben de los gobiernos gastan tres veces más en publicidad que en investigación, que es el fin al que van destinadas. Nadie les pide cuentas.

-Millones no cuantificados murieron y mueren aún en las guerras imperialistas o locales en todos los continentes.
Tan sólo en Irak el número de niños muertos asciende a medio millón hasta hoy. (Y mientras escribo esto siguen cayendo bombas genocidas de fósforo blanco sobre las cabezas de la población civil Palestina y sobre otros niños sin que el resto del mundo pueda o quiera evitarlo).
El tándem USA-Israel-Inglaterra, seguidos de sus aliados de Oriente y Occidente son especialistas tanto en organizar guerras como en impedir la paz.

- Una crisis mundial sin precedentes se produce porque unos cuantos mafiosos del mundo de las finanzas, protegidos por el Sistema que les nutre y del que forman parte inseparable, roban enormes cantidades dinero, arruinan la economía de empresas y familias y producen un efecto dominó en todos los países que tiende a propagarse como un tsunami social de imprevisibles consecuencias en todo el Planeta.
A los ejecutivos que provocan estos desmanes,la Justicia(¿?) no les exige devolver lo robado ni investiga la profundidad de este asunto, pese a su gravedad.

- Los bancos no se fían entre sí, visto lo visto, y no se prestan dinero mutuamente. Nadie sabe quién engaña a quién, y como en un juego de póker, todos quieren ganar con engañosas jugadas, faroles, etc.
Esto produce un caos en el flujo social del capital productivo, dando lugar a cierres de empresas, reducciones de personal y despidos masivos en toda clase de empresas. Traducido: dramas personales sin cuento, desequilibrios emocionales, conflictos y rupturas familiares, desesperación, y lo que es peor: desesperanza.

-El desempleo mundial es un fenómeno creciente y posiblemente irreversible, pues las máquinas sustituyen progresivamente a los hombres en casi todas las actividades, sin que se vean compensados aquellos que son desplazados, especialmente si son de mediana edad en adelante o jóvenes en busca de empleo.
Entre tanto, las actividades productivas mismas disminuyen o cesan por los efectos de la mafia financiera que provoca la crisis, amenazando con paralizar este sistema que tanto dicen amar. ¿Y entonces?

Cientos de miles de familias del primer mundo, que gozaban de buen nivel de vida, se ven arrojadas hoy a la pobreza y obligadas a acudir a los servicios de asistencia social, sin que los gobiernos establezcan para ellas ninguno de esos millonarios planes de rescate con que socorren a los bancos y empresas que dicen estar en crisis, a pesar de que estos no los revierten a la sociedad.
Y no sucede nada.
¿Acaso no existe libertad de movimientos del capital en todo el Planeta?...
Sí, pero no de los habitantes del Planeta.

¿De veras puede alguien creer que vivimos en una sociedad civilizada?

Veamos unas pocas muestras y saque sus propias conclusiones.

-Las llamadas cuentas opacas y los paraísos fiscales, sangrante burla para los pobres de la Tierra, son las cuevas del tesoro de los modernos y ricos piratas que nadie se atreve a poner bajo la mirada de las leyes internacionales, de las que se burlan las grandes empresas multinacionales.

- Hoy, los Estados son rehenes de las industrias transnacionales, con sus parlamentos, sus medios de comunicación y sus corruptos aparatos judiciales, policiales y políticos.

-El terrorismo se convirtió finalmente en una excusa perfecta para el control de las libertades y para justificar injustificables invasiones relacionadas con la industria de la guerra, las telecomunicaciones, las fuentes de energía y diversos minerales, como el coltan , el oro o los diamantes, entre otros.

En el principal gendarme mundial antiterrorista, los EEUU, el terrorismo produce cada año menos muertes que la falta de asistencia sanitaria de su propia población, donde casi 50 millones de personas pobres carecen de seguro médico y muchos mueren por esta razón.
¿No es esto terrorismo social?
Y dentro de esta vergüenza para un país tan rico y derrochador como insolidario se calcula que los primeros en morir son los dos millones los pobres absolutamente pobres, de los que sólo en Nueva York había70.000 afinales del año 2008. Y el desempleo y la pobreza aumenta por días a un ritmo vertiginoso en ese país.

-La destrucción de empleo es a nivel mundial parece ya un hecho irreversible. ¿No es este uno de los peores terrorismos ejercido contra la humanidad por sus depredadores sociales?

-Entre tanto, el gasto armamentista mundial ha aumentado en los últimos años un 37 % mientras los políticos hablan de cara a la galería sonriendo a las cámaras. ¿Recuerdan aquello de “si quieres la paz no te prepares para la guerra”?

-Algunos medios de comunicación son propiedad de empresas armamentistas o grandes grupos financieros de más que dudoso amor a la libertad.
Y cuando no están controlados directamente por algún Estado, la libertad de expresión queda sometida a decisiones de consejos de administración. Y si algo falla siempre existe la posibilidad de matar al mensajero de la verdad. Y si no lean los informes de Amnistía.

- Los gobiernos de todos los Estados del mundo se hallan sin saber a qué atenerse entre tantas presiones enfrentadas y miran hacia todos lados intentando:
a) proporcionar a los bancos con cargo a la deuda pública (que pagamos nosotros) cientos de miles de millones que los bancos no se obligan a poner en circulación ;
b) sugerir- que no imponer- medidas a esos mismos bancos para que presten dinero a empresas y familias hipotecadas;
c) presionar a los bancos centrales para bajar intereses bancarios y favorecer el consumo –motor de la economía capitalista multinacional- para que su caída no llegue a niveles peligrosos;
d) proponer medidas de protección social difíciles de cumplir si la crisis se prolonga;
d) calmar los ánimos y hacer creer que saben lo que hacen para no provocar una alarma social de imprevisibles consecuencias.
Sin embargo cada día que pasa pierden un poco más de credibilidad al ser evidente que no pueden controlar la situación. Nadie puede ya controlarla. Se esperan serios conflictos cuando la gente pierda -por este orden- empleo prestaciones sociales, paciencia y esperanza.

Y esto sólo es la punta del enorme iceberg del egoísmo, la codicia y el deseo de poder convertidos en una enfermedad global.

Es un buen momento para pensar qué tiene que ver uno con todo eso. Si uno pudiera tener su cuenta multimillonaria en uno de esos paraísos fiscales o en Suiza, aún sabiendo lo que acaba de leer, ¿renunciaría?

Por tanto esta realidad que hemos creado entre todos a la que llamamos mundo, y que es comparable a un barco en plena tormenta, necesita ser enfrentada con realismo, pero las medidas que se están tomando a nivel internacional por el capital financiero van justamente en sentido contrario a la solución de la crisis.
Los ajustes solo sirven para engrandecer a los ricos, arruinar a los pueblos y destruir tejido industrial que es el que crea riqueza, empleo y dinamiza la vida colectiva.
Así que tenemos pendiente un gran reto que habrá que afrontar antes mejor que luego: cambiar el sistema productivo para dar lugar a una economía sostenible y respetuosa con el medio ambiente, controlar las inversiones bancarias para que fluyan hacia la producción, desmantelar los paraísos fiscales, trabajar por la justicia social mundial, parar las guerras y el exterminio de especies animales, y convertir la democracia representativa en democracia participativa.
¿Muchos deberes pendientes? ¿Conoce alguien un programa o quizás a algun político que los asuma? Ni existe ese programa, ni una masa humana suficientemente fuerte para cambiar esto hoy.
Entre tanto, continúa la agonía, y solo nos queda la opción de mejorar nuestras propias vidas y contribuir a mejorar del mismo modo nuestro medio personal, laboral, ecológico, familiar,etc. allá donde estemos, porque al fin toda la humanidad estamos interrelacionados de múltiples maneras y el resultado final depende de eso.¿Conoce alguien mejores soluciones para sacar de la tormenta este barco?



domingo, 20 de noviembre de 2011

¿TIENE SENTIDO LA ORACIÓN DE PETICIÓN?

Jose Arregi

“Pedid, y Dios os dará” (Mt 7,7)
Como todo judío, Jesús oraba a menudo en forma de petición. También nuestra oración suele adoptar generalmente la forma de la petición. Pero ¿necesita Dios que le pidamos para que nos dé algo?
“Al orar, no os perdáis en palabras como hacen los paganos, creyendo que Dios los va a escuchar por hablar mucho. Ya sabe vuestro Padre lo que necesitáis antes de que vosotros se lo pidáis” (Mt 6,7-8).

¿Para qué pedir entonces? ¿Tiene sentido pedir algo a Dios? No tiene sentido expresar a Dios nuestras necesidades para que así se entere de lo que necesitamos, como si de otro modo no lo supiera.

No tiene sentido pedir algo a Dios para cambiar la disposición de Dios a nuestro favor o a favor de algún otro; Dios no puede cambiar a mejor, no puede dar más, no puede darse más…

No tiene sentido pedir algo para que Dios no deje que suceda algo que sucedería si no se lo pidiéramos, o para que haga suceder algo que de otro modo no sucedería.

Por eso, algunos teólogos (Andrés Torres Queiruga) proponen que se abandone absolutamente la oración de petición. Efectivamente, es muy discutible que “pedir” a Dios tenga sentido, si partimos de que Dios está dándonos en todo momento todo lo que es y todo lo que tiene…

Nadie pide algo al que se lo está ofreciendo: no decimos “pásame el agua” cuando nos la están pasando; no decimos “ábreme la puerta” cuando nos la están abriendo; no diríamos a alguien “perdóname”, si estuviésemos absolutamente seguros de que ya nos perdona del todo; no le diríamos “quiéreme”, si estuviéramos absolutamente seguros de que ya nos quiere del todo. ¿Por qué pedir, pues, a Dios?

Es razonable pensar que la oración de petición, en su forma literal, tal vez no tenga mucho sentido. Si decimos a Dios “ten piedad”, damos a entender que en este momento en que se lo pedimos no está teniendo piedad de nosotros o puede no tener piedad de nosotros en el futuro. Si decimos a Dios “ayúdame”, estamos dando a entender que Dios no nos ayuda o puede no hacerlo. Pero Dios no puede no tener piedad, pues es piedad. Dios no puede no ayudar, pues es ayuda y compañía.

El sentido de la oración de petición está más allá de la petición

Lo cual no quiere decir de ningún modo que la inmensa muchedumbre de personas que en todas las religiones y en todos los tiempos han orado y siguen orando a Dios en forma de súplica hayan orado y oren sin sentido. De ningún modo.

Pero su oración tiene sentido más allá o a pesar de la fórmula de petición. El sentido de la oración de petición no está en la forma de la petición, sino más allá o a pesar de ella.

¿Cuál es el sentido de la oración de petición? Dicho de otra forma, ¿qué expresamos cuando pedimos algo a Dios? Expresamos a Dios con sencillez y confianza todas nuestras necesidades, nuestro ser radicalmente necesitado, como Jesús nos enseñó a hacer en el Padrenuestro, y como él mismo lo hizo tantas veces.

Expresamos ante Dios nuestro límite y nuestra impotencia. Manifestamos a Dios nuestra confianza plena en que Él está en todo momento dándonos todo, dándosenos del todo, obrando en favor nuestro y para nuestro bien. Manifestamos a Dios nuestra fe en que todo bien nos viene de las manos de Dios. Ése es el auténtico sentido de la oración de petición. Lo que pasa es que el giro gramatical de la petición tal vez oculte ese sentido, en vez de expresarlo.

En cualquier caso, aunque no pidamos nada a Dios, podemos darle gracias porque todo nos viene de Él. Podemos llorar ante Él. Podemos expresar nuestra fe en que todos los bienes nos vienen de Él.

El sentido de la petición no está, pues, en el pedir, sino en las actitudes fundamentales de la persona que pide. Lo que tiene sentido no es la petición, sino la humilde gratitud, la acogida agradecida, la confianza incondicional.

Eso es lo que nos enseñan, en último término, la parábola del amigo importuno (Lc 11,5-8) y la parábola de la viuda y del juez (Lc 18,1-8): lo que recomiendan estas parábolas no es la perseverancia en la petición, sino la perseverancia en la confianza; no nos enseñan a seguir pidiendo sin descanso, sino a confiar sin cesar; no nos dicen que Dios se pondrá de nuestro lado a base de que se lo pidamos, sino que Dios está de nuestro lado siempre, queriendo darnos todo lo que de verdad necesitamos.

No es Dios quien cambia, sino nosotros

No oramos para que Dios se entere, para que Dios nos dé, para que Dios se apiade, para que Dios nos haga libres y buenos, para que Dios nos ame y nos dé una vida cada vez más realizada y plena. No oramos para que Dios cambie. No oramos para que Dios sea Dios.

Dios no puede sino dar, darse, ser misericordia, hacer vivir. Es como si Dios mismo estuviera pidiéndonos a nosotros todos: “Déjame que sea Dios para ti”. A lo mejor, tiene más sentido hablar de la oración de petición de Dios a sus criaturas que hablar de la oración de petición de las criaturas a Dios.

No oramos para que cambie Dios, sino para cambiar nosotros.

Oramos para acoger a Dios, para aceptar en nuestra vida a Dios como Dios, para acoger todo el bien que Dios es y quiere otorgarnos en plenitud.

Oramos para transformarnos nosotros mismos en dadores de Dios para nosotros mismos y los demás.

Dios no puede darnos nada desde fuera, de manera mágica o “milagrosa”. Se podría decir incluso que Dios no puede “ser Dios” para nosotros sin nosotros, o que no puede ser Dios para los demás sino gracias a nosotros.

Cada uno está llamado a ser “teóforo”, dador de Dios. Y esto es así en los bienes más materiales y en los bienes más “espirituales”.

La oración puede convertirse, ha de convertirse, en una manera de activar la disponibilidad para hacer cuanto esté en nuestra mano para que suceda el bien que Dios nos está dando, pero que sólo nos puede dar a través del mundo y de nosotros mismos.

No es Dios quien cambia con nuestra oración (aunque sea de petición), sino que somos nosotros los que cambiamos: aprendemos a vivir en confianza incondicional, y nos convertimos en protagonistas y autores de aquello que Dios es y quiere dar a cada uno y cada una.

Orar los unos por los otros

Así es como adquiere sentido “orar por los demás”. Cuando oramos por una persona, no pedimos a Dios que se acuerde o sea bueno con esa persona, no pedimos que Dios cambie.

Cuando oramos por una persona, nos sentimos en comunión con ella, expresamos y ahondamos nuestra solidaridad profunda con esa persona. En la medida en que podemos nos convertimos en portadores de Dios para ella, en la medida en que podemos realizamos aquello que Dios quiere ser para esa persona y darle a ella.

Algunos hablan de “transmitir energía”; nosotros hablamos de transmitir a Dios, fuente de todo bien… Estamos llamados a ser Dios los unos para los otros, y ese es el sentido último de la oración por los demás, de la intercesión.

¡Cuántas personas nos dicen: “reza por mí”! Sí, necesitan que recemos por ellas, y necesitamos que recen por nosotros. Pero no para que “intercedan” ante Dios por nosotros, como si Dios necesitara intercesores.

Más bien, orar los unos por los otros es convertirse en intercesión mutua, y la intercesión consiste en actuar la comunión profunda, la misteriosa solidaridad que existe entre nosotros.

En el fondo, “interceder” es transformarnos en cauce de Dios, y Dios mismo, los unos para los otros.

El cuidado de cada criatura

En tiempos de Jesús predominaba la mentalidad apocalíptica: se esperaba un próximo fin del mundo, y la mirada no se dirigía tanto a la relación de Dios con cada persona, sino al juicio del pueblo por parte de Dios. La perspectiva colectiva prevalecía.

Jesús comparte en general la perspectiva apocalíptica, pero él tiene muy presente la relación cercana y amorosa de Dios con cada persona, con cada criatura:

“Fijaos en las aves del cielo; ni siembran ni siegan ni recogen en graneros y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta” (Mt 6,26);

“No se vende un par de pájaros por muy poco dinero? Y, sin embargo, ni uno de ellos cae en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No temáis, vosotros valéis más que todos los pájaros” (Mt 10,29-31).
Jesús insiste una y otra vez en que Dios ama a cada individuo, sean cuales sean sus fallos. Su mayor deseo es que los perdidos se dejen hallar.

Tú y yo somos responsables de encarnar el cuidado personal de Dios por cada criatura, y de manera especial el cuidado de Dios por esa persona necesitada y cercana a ti y a mí.



viernes, 18 de noviembre de 2011

CRISTIANOS Y NO CREYENTES

José Ignacio González Faus

Allá por los tiempos de Jesús se cuenta de un rabino que perdió la fe, con el comprensible escándalo social de su comunidad. Pero otro maestro comentó sobre él: “Dichoso el rabino, porque podrá practicar el bien sin esperar recompensa”. Es la lección (y casi la envidia) que desde hace años dan muchos de los no creyentes: hacen el bien sin esperar recompensa. Jesús dijo también que no es el que dice “Señor, Señor” el que entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad del Padre. Y he visto que algunos no creyentes cumplen la voluntad de Dios mejor que muchos de nosotros.

Además, un gran profeta del catolicismo del siglo pasado (Emmanuel. Mounier, fundador de la revista Esprit) escribió que, en el futuro, los hombres no se distinguirán por la postura que tomen ante el tema de Dios sino por la que tomen antes los condenados de la tierra. Y, en la misma línea, esa impresionante conversa que prefirió quedarse fuera (Simone Weil) dejó escrito: “No es por la forma en que un hombre habla de Dios, sino por la forma en que habla de las cosas terrenas como se puede discernir si su alma ha permanecido en el fuego del amor de Dios”.

Todos esos testimonios apuntan confirman las palabras de otro gran profeta, mártir de Adolf Hitler (el pastor Dietrich Bonhoeffer), que dijo: el Dios de Jesús, es “lo opuesto a todo lo que el hombre religioso espera de Dios”. Cuesta tragarlo pero es así. Porque en Jesucristo, Dios no se ha revelado como “todopoderoso” sino como aquél que renuncia a su poder para identificarse con la debilidad que somos y con las víctimas que producimos. Un Dios inútil como objeto de consumo pero buena noticia como horizonte y fuerza de vida.

Por eso puedo decir a los no creyentes: no se preocupen si no pueden creer. Conozco muchas gentes así. Pero los cristianos aceptamos “la comunión de los santos” que significa que todo lo de Dios es común; por eso es tarea nuestra creer por los que no creen y esperar por los que no esperan.

Hace ya muchos años, en uno de mis primeros escritos, comenté unos versos de Atahualpa Yupanki. Son estos: “Hay cosas en este mundo / más importantes que Dios: / que un hombre no escupa sangre / pa’ que otros vivan mejor”. Y los comenté de esta manera: para quien cree en Jesús no es el ser humano quien dicta esta estrofa; es Dios mismo quien nos hace saber que, para él, hay cosas más importantes que el que los hombres se ocupen de Dios, a saber: que no tengan unos que escupir sangre para que otros puedan vivir mejor (quizá también más piadosamente).

Por eso los cristianos tenemos que ser perdonados de muchas incoherencias.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

EL LENGUAJE MÁS ACCESIBLE PARA HABLAR DE DIOS HOY ES LA SOLIDARIDAD

ENTREVISTA A PATXI ÁLVAREZ, jesuita

Patxi Álvarez de los Mozos, jesuita bilbaíno de 44 años, observa que, mientras hay pobrezas urbanas desintegradoras, sin embargo, "la pobreza de muchos campesinos del Tercer Mundo atesora una riqueza humana y espiritual enorme de la que hay que aprender". Lo dice con el conocimiento de haber trabajado durante dos años en un taller de sillas de ruedas en Camboya y cuatro en la ONG Alboan de los Jesuitas. Ingeniero de Telecomunicaciones, vive desde hace un año en Roma. Participó en la elección de Adolfo Nicolás, actual general de la orden.

En su nueva misión se propone que la Compañía crezca "de forma más internacional en defensa de las poblaciones pobres" y generar alianzas para tener una voz en la agenda internacional. "Hace poco se consiguió en República Dominicana que el 4% del presupuesto del Estado se destinara a educación. Esa campaña se hizo yendo a las embajadas en el exterior. Una pequeña acción, pero como esas puede haber muchas". Lo entrevista G. Asenjo en Diario de Navarra.

¿Qué aprende un "Teleco" como usted en Camboya, en un taller de sillas para amputados por la guerra?

Creo que la proporción de discapacitados en Camboya es de una persona por cada 220 por causa de las minas y por otros motivos como poliomielitis. Se hacían sillas con materiales autóctonos en madera, con un diseño especial de tres ruedas porque resultaba más cómodo. Y todo realizado por personas discapacitadas. Aprendes de las ganas de vivir de la gente ante la dificultad, de su esperanza ante el sufrimiento y de sus alegrías.

¿A los que piensan que la Iglesia mira a otro lado, qué les advierte?

La presencia de la comunidad cristiana está en lugares tremendos donde se produce mucho sufrimiento, pero donde se genera una gran esperanza acompañando, sirviendo y defendiendo a mucha gente sencilla, aprendiendo de ella, quedando marcado y viviendo su esperanza. Creo que ése es el relato creíble de Dios que hoy la Iglesia puede ofrecer. El lenguaje más accesible de lo que significa Dios hoy es la acción solidaria.

Ustedes han formado economistas y banqueros, pero algunos no parecen cercanos a la noción de compartir que usted difunde. ¿Está de acuerdo?

Supongo que no es fácil hacer realidad lo que a veces son ideales y utopías. No proponemos modelos y, por otra parte, están las decisiones personales y cada uno hace su recorrido personal en la vida. Pero creo que nosotros también tenemos una responsabilidad.

Se encarga de asuntos de ecología. Salvo voces como Francisco de Asís, no se ha distinguido la Iglesia por la ecología.

No nos hemos caracterizado por este aspecto. Pero hoy día hay mucha gente implicada en la defensa de la ecología y uno de esos grupos son los franciscanos. Nos preocupa también la defensa de las economías pobres afectadas por los problemas ecológicos.

Repase la prensa. ¿Qué le apena ante la actualidad de la crisis?

El olvido de los que más sufren. Es un olvido descarado. Las necesidades de los pobres se resolverían con cifras mucho más pequeñas que las que hablan los economistas. Y por otro lado, sinceramente, tenemos unos políticos con una mirada muy corta. Un país no se puede gobernar pensando en cuatro años. Hay que pensar en 20 años, aunque eso no suponga votos.

Habla de la existencia de recursos para todos, pero se compran cosechas en el Tercer Mundo antes de que se cultiven y se pudren sin recogerlas porque al comprador le conviene mantener el precio y, por tanto, el país productor se ve obligado a comprar alimentos. ¿Qué camino tomar?

El mercado agrícola continúa estando protegido por los estados del Primer Mundo a través de la subvención de sus agricultores. Ese mercado no se liberaliza, como se exige en cualquier otra área, porque no beneficia a los países más ricos. En el camino, son los productores de los países más pobres los que resultan perjudicados doblemente: no pueden vender fuera sus productos y sus mercados internos son inundados por productos foráneos. Es un ejemplo de cómo la "ortodoxia del mercado" se pone en cuarentena cuando no conviene a los intereses de los que lo organizan. Tenemos necesidad de regular los mercados en defensa finalmente de los más pobres, y no una vez más, para el beneficio de quienes más tienen. Necesitamos una economía al servicio del ser humano y de quienes más sufren y no ésta, la presente.

Hay creyentes que se declaran lejos de la jerarquía católica. ¿Qué razones explican ese distanciamiento?

Hay muchas razones: las instituciones han dejado de ejercer el liderazgo moral que tenían en un tiempo moderno anterior. Así sucede con partidos políticos, sindicatos, el ejército o la Iglesia. Creo también que los discursos creyentes más formales no ofrecen orientaciones que la gente considere valiosas. A mi modo de ver, necesitamos ofrecer más espacios para la experiencia de Dios y continuar mostrando cómo la práctica de la solidaridad es el lenguaje más accesible para hablar hoy del Dios cristiano. Espiritualidad como experiencia de Dios y práctica de la solidaridad son los mayores puentes que hoy puede trazar la comunidad eclesial.

Son educadores. ¿Se insiste más en lo que nos distingue, en lo identitario o en lo que nos une y aproxima a quienes participan de una sensibilidad política diferente?

Hay que cultivar las raíces y tenemos que saber quiénes somos, pero me parece que nuestras identidades deben ser cruzadas. Pertenecemos a la humanidad y a nuestra Pamplona y debemos cultivar una multiplicidad de pertenencias y de obligaciones y compromisos. Me parece que es una riqueza y que no podemos vivir estrechamente una única identidad. Creo que hoy no ayudan las identidades de resistencia. Ayudan las que entran en relación con otras y creo que la cristiana es una de ellas. 




viernes, 11 de noviembre de 2011

VERDURAS EN EL TECHO, UNA REALIDAD

El tema de techos y muros verdes es atrayente y ha sido un punto de interés en esta columna en el pasado. He escrito sobre algunos ejemplos exitosos que se encuentran en la Ciudad de México y seguramente muchos de ustedes ya han visto cómo dan vida a espacios y huecos olvidados. Hoy les quiero hablar de un techo en particular que en lugar de cultivar flores y arbustos produce muchas cosas ricas: verduras, frutas y miel. Me refiero a un techo en la ciudad de Nueva York, en el municipio de Queens, conocido como el Brooklyn Grange.

Se trata de una granja orgánica que cultiva verduras para venderlas a la población local y además a los negocios del municipio, sobre todo los restaurantes. Su reto es mejorar el acceso a muy buena comida, para toda la población local, de una fuente conocida, confiable y a la vuelta de la esquina. El resultado no es sólo para el estómago de los vecinos, sino que impacta también la emisión de carbono al ambiente porque las personas que aprovechan la Brooklyn Grange (www.brooklyngrangefarm.com) ya no tienen que comprar verduras que han viajado desde otras partes del país o incluso de otros países. El esfuerzo también conecta a la población con el cultivo de alimentos y, para los niños y jóvenes, esto resulta crucial.
La granja está abierta al público y recibe a grupos de escuelas locales, familias y voluntarios que quieren participar y aprender. Es un negocio “verde” que tiene planes de establecer granjas en otros techos de Nueva York y en otras ciudades norteamericanas. Se trata de mejorar, sin duda, la calidad de vida de las ciudades.
El techo donde Brooklyn Grange empezó su negocio se renta a la empresa que ocupa el edificio, por un periodo de 10 años, y consiste en una superficie de 40,000 pies cuadrados (unos 3,700 metros cuadrados). Es un techo fuerte que aguanta fácilmente los 1.2 millones de libras de tierra, entre otros materiales. Se trata de un edificio construido en 1919 que es muy sólido y que bien podría aguantar mucho más peso. Debajo de la tierra los fundadores de Brooklyn Grange primero instalaron una capa de “green roof”, un sistema especial que no permite el paso de las raíces y que logra contener el sistema de drenaje no permitiendo el paso del agua que podría dañar el techo. La tierra consiste de materiales de compostaje que dan los mejores resultados, con una profundidad de 7.5 pies, o sea más o menos 3 metros.

Entre las muchas plantas que se cultivan, las verduras que tienen mayor productividad y éxito son los jitomates – hasta 40 diferentes variedades – y otras como lechugas, hierbas, eneldo, zanahorias, betabeles, rábanos, ejotes, entre muchas otras. Las verduras se clasifican comoorgánicas porque no utilizan fertilizantes sintéticos ni insecticidas ni herbicidas: son totalmente naturales.
El clima de Nueva York no permite el cultivo todo el año. Sin embargo, durante nueve meses del año la granja sigue produciendo, con alimentos diferentes según la temporada. Sin duda es un ejemplo de éxito para la producción de verduras locales pero sobre todo porque se trata de una ciudad donde ya no hay espacio. Cada metro cuadrado se encuentra ocupado por edificios altos o casas residenciales, entonces hallar dónde producir verduras es difícil; de ahí el potencial de un techo como éste de 40,000 pies cuadrados.
La granja produce tanto que se venden sus productos en varios mercados de fin de semana, en diferentes puntos de la ciudad. Además, si algún ciudadano quiere hacer una fiesta en el techo es posible rentarla. Los invitados estarán rodeados por un espacio verde extraordinario y con una vista irresistible de la ciudad, lo que hará de cualquier fiesta algo realmente especial e único.
La parte dulce de esta historia trata de la producción de miel. Gracias a la labor de las abejas establecidas en este techo, la granja ha podido vender casi 200 libras de miel este año, lo cual es una maravilla.
No he oído hablar de un techo así en México, pero tal vez exista uno. Ojala que sí y espero noticias de algún lector que sepa que sí existe y nos lo diga. Me parece una excelente manera de aprovechar los espacios de una ciudad, sobre todo porque se trata de ofrecernos una alternativa real para el consumo de verduras de todos los días. ¿Qué mejor será que consumir verduras cultivadas a sólo unos pasos de nuestras casas?



miércoles, 9 de noviembre de 2011

GREGORI PERELMAN ASEGURA HABER PROBADO MATEMÁTICAMENTE LA EXISTENCIA DE DIOS



José Manuel Nieves, en ABC

A Grigori Perelman, el mayor genio vivo de las matemáticas, el hombre que resolvió, él solito, uno de lso siete Problemas del Milenio (la conjetura de Poincaré) sólo le quedan cuatro días para decidir si, a sus 44 años, quiere seguir viviendo en la pobreza para el resto de su vida o si prefiere, por el contrario, envejecer con un millón de dólares en el bolsillo y el eterno reconocimiento mundial por su hazaña científica.
El próximo lunes, en efecto, se celebrará en París la Clay Research Conference, esta vez en estrecha colaboración con el Instituto Henri Poincaré. El acto servirá como apertura de un ciclo de conferencias de tres días íntegramente dedicado a Perelman y su impresionante logro matemático. Lo único que está en duda, una vez más, es si el propio Perelman acudirá al evento.

El genial matemático ruso ya rechazó, en 2006, recoger la Medalla Fields, un reconocimiento considerado el Nobel de las Matemáticas y dotado con 10.000 dólares. Aquella edición de los Fields se celebró en Madrid y los premios fueron entregados por el propio Rey Don Juan Carlos. Perelman aseguró entonces no estar interesado ni en el galardón ni en el dinero.

Y el pasado marzo, cuando el Instituto Clay decidió adjudicarle el premio de un millón de dólares por su logro, Grigori Perelman se limitó a decir a los periodistas, a través de la puerta cerrada de su diminuto apartamento de San Petersburgo, donde vive con su madre, que "lo tiene todo y no necesita dinero".
Vive en la miseriaAlgo que, según sus propios vecinos, dista mucho de ser cierto, ya que Perelman vive prácticamente en la miseria, de la pequeña pensión de su madre y de lo que gana dando clases particulares de matemáticas. El Premio del Milenio instituido por la Fundación Clay se convirtió, de esta forma, en el segundo galardón a la resolución de la conjetura de Poincaré que rechaza Perelman.

Fue en el año 2000 cuando la prestigiosa institución norteamericana decidió premiar con un millón de dólares a quienes consiguieran resolver los siete grandes problemas matemáticos a los que se enfrentan los científicos. Y premiarlos con un millón de dólares cada uno. De los siete, sólo uno, la conjetura de Poincaré, ha sido resuelto. Y el hombre que lo ha conseguido ha rechazado hasta ahora el premio.
Sin embargo, según ha asegurado a Pravda el propio presidente del Instituto Clay, Jim Carson, "el señor Perelman se lo está pensando todavía. Y probablemente está decidiendo en qué momento resultará más conveniente para él aceptar el premio. Aún no ha dado su respuesta final".

Jim Carson, quien mantiene un discreto contacto por email con Perelman, asegura que si Perelman rechaza el premio "intentaremos otra solución", ya que "no existe un procedimiento al respecto". De hecho, se trata del primero de los siete premios en juego que se conceden.

El presidente del Instituto Clay, que prefiere no dar muchos detalles sobre sus contactos con el matemático, asegura que "no existe un límite de tiempo. Puede pensárselo todo lo que necesite". Sin embargo, lo previsto es que el próximo lunes, 7 de junio, durante la inauguración de la Clay Research Conference de París se anuncie la respuesta final de Perelman. De no haber ninguna, la organización tendrá que adoptar alguna decisión unilateral.

Mientras, Perelman, que asegura haberse retirado de las matemáticas para no convertirse en un "mono de feria", estaría, según David, uno de sus mejores amigos, trabajando duramente en otro desafío, la demostración matemática de la existencia de Dios. "Somos amigos desde niños -asegura David a Pravda- y él es un hombre profundamente ascético y espiritual. Su apartemento está profusamente decorado con iconos. Él lleva barba y grandes crucifijos, y tiene siempre un rosario en el bolsillo.Reza cada noche y está convencido de haber logrado probar la existencia de Dios".

Si realmente ha hecho tal cosa, y la publica en internet (como hizo con la conjetura de Poincaré, una cuestión que llevaba 109 años abierta), habrá que ir pensando en nuevos premios para este asceta huraño y de mente privilegiada. Quién sabe, puede que si eso sucede empiece a dejarse ver y abandone de una vez su retiro y su silencio.

martes, 8 de noviembre de 2011

MUJERES POR LA PAZ

Jose Arregi

El Premio Nobel de la paz 2011 ha sido concedido a tres mujeres africanas: dos liberianas y una yemení. Lo han recibido las tres juntas, pero lo merecía entero cada una de las tres y muchísimas más de las que nadie se acuerda. A ellas nuestra gratitud y nuestro homenaje, no por haber recibido el premio, sino por haberlo merecido.

El Premio Nobel, como todos los premios, llega siempre después de complejos laberintos, secretas negociaciones, sopesados intereses. Y no digamos en el caso de un Nobel de la Paz cuya concesión, también en este caso, habrá puesto a prueba la cordura y la imparcialidad sueca. No sé si la plena objetividad es posible en química, pero no lo es ciertamente en cuestiones de paz, porque la paz es en primer lugar cuestión de justicia, y sucede a menudo que la justicia la dicta el poder. De otro modo, difícilmente se podría comprender que en el año 1973 se le hubiera otorgado el Nobel de la paz a Alfred Kissinger que, mientras negociaba –por evitar la derrota más que por conseguir la paz– con Vietnam del Norte, sostenía dictaduras, derrocaba democracias y ordenaba asesinatos en América Latina y allí donde podía. Y costaría comprender que hace dos años, sin ir más lejos, se le diera el galardón a Barack Obama, que tal vez quiere y no puede o, más seguramente, no quiere cuanto puede a favor de la paz justa, la única verdadera. Le honra, al menos, que en esa ocasión reconociera: “No me lo merezco”.

Estas mujeres de este año sí se lo merecen: Leymah Gbowee, una sencilla trabajadora social liberiana, madre de seis hijos, infatigable soñadora y luchadora por la paz; Ellen Johnson Sirleaf, madre de cuatro hijos, liberadora y presidente de Liberia; Tawakul Kerman, yemení, madre de tres hijos, principal protagonista de la revuelta pacífica contra la dictadura de su país. Las tres son madres. ¿Y por qué lo digo, si en el caso de Kissinger y de Obama he eludido señalar su condición de padres? No lo sé muy bien, pero algo debe de tener que ver el ser madre con merecer el Nobel de la Paz. Luego volveré.

Leymah Gbowee empezó con un sueño. Primero soñó despierta que la paz en su país, Liberia, era posible. Nada es posible si primero no se sueña despierto. Pero Leymah, además, un día soñó dormida que ella lideraba un movimiento de paz. Y al despertar se dijo: “Hágase. Yo lo haré”. Y a ello se entregó y sigue entregada en alma y cuerpo, con todos sus hijos, hasta convertir el sueño en realidad. Luchó con sus armas: a veces ocupando el mercado para impedir que reclutaran niños para la guerra, a veces poniendo barricadas para impedir que los hombres allí encerrados pudieran salir mientras no acordaran la paz; otra vez, aliándose –ella, cristiana– con una musulmana para formar un movimiento interreligioso de paz; un día, proclamando: “Nos merecemos tener un futuro. Yo quiero un futuro, porque tengo hijos”. Y otro día, decidiendo: “Nuestros maridos no tocarán nuestros cuerpos hasta que logren un acuerdo de paz. No habrá sexo sin paz”. La última estrategia fue tal vez la más eficaz, pues ya se sabe por dónde flojean los varones.

Ellen Johnson Sirleaf es presidenta de Liberia desde 2005, primera mujer africana en acceder a la presidencia de un estado, otra forma de asistencia social. Liberia: un país con nombre de libertad, pero sumido en la opresión. Un pequeño y hermoso país creado para que los esclavos deportados de otro tiempo fueran libres, pero sometido luego a todas las modernas esclavitudes. Un país de solo cuatro millones de habitantes con 800.000 refugiados por la guerra. Un país con 20 médicos y sin maestros. Un país destrozado y hundido, trágica caricatura de quienes lo habían soñado y bautizado como “Liberia”, “Tierra de la libertad”. Vino ella y puso su corazón, su inteligencia, su fuerza de mujer y de madre. No en vano la llaman “Mamá Sirleaf” y “Dama de hierro”, por haber logrado también ella esa síntesis a la que las entrañas y las circunstancias han inducido a tantas mujeres. Las dificultades en su país siguen siendo inmensas. Las resistencias internas y externas perviven. Los fracasos no faltan, los errores tampoco. Pero ella sigue ahí, reengendrado a su país para la libertad y la paz.

Tawakul Kerman, primera mujer árabe en recibir el premio, es una de las protagonistas de la revuelta popular del Yemencontra el presidente Ali Abdalá Saleh y su régimen violento en el poder desde hace 33 años. Vive en una tienda de campaña en la Plaza del Cambio de Saná, convertida en un campamento en pie de paz. Y ahí, ella es la primera, por si alguien duda todavía del alcance de la primavera árabe. Fundadora de Mujeres Periodistas Sin Cadenas, ha declarado: “Por el camino de la paz, se derriban las dictaduras”. Y ha dedicado el premio “a la juventud de todos los países árabes, en especial a los de Túnez, Egipto, Libia y Siria.A todos los jóvenes de la revolución. A todas las mujeres”.

Tres mujeres por la paz, más allá del Nobel. Madres de una nueva Liberia digna de su nombre, de un nuevo Yemen, de una nueva África, de nuevos continentes asentados en la paz de la justicia.

¿Y por qué resalto su condición de mujer y madre? Es un terreno resbaladizo, y sé de antemano que, diga lo que diga, me equivocaré. No pienso que la mujer, por serlo, esté mejor preparada que el varón para hacer la paz, aun teniendo como tiene el hemisferio cerebral izquierdo más desarrollado que el varón y siendo por ello, como salta a la vista, más hábil que el varón con la palabra. La palabra es fundamental para la paz, pero no creo que esa sea la razón fundamental que ha llevado a estas mujeres y tantas otras a merecer el Nobel. La razón fundamental es, me parece, que han sido excluidas de los engranajes del poder y del sistema, y eso, aun siendo injusto, de hecho las hace más libres para derribar el sistema violento y edificar la casa de la paz. Veo el mismo fenómeno en la Iglesia, en nuestra Iglesia tan masculina: el que vive de la institución se empeña en sostenerla y difícilmente la transformará.

Luchar por la paz siendo madre tiene un mérito añadido: ¿De dónde sacan tiempo estas madres? No quiero decir que la maternidad deba demandar a la mujer más tiempo y dedicación que la paternidad al varón. Tampoco eso debiera ser así, pero, de hecho, las mujeres sostienen gran parte del peso del mundo, de la familia, de la maternidad e incluso de la paternidad. Y no digamos en África. Y las religiones son responsables de ello en buena medida. Pues he aquí que estas madres, como innumerables madres, han superado al parecer las condiciones vigentes del tiempo y del espacio. Verifican en sus vidas novedosas leyes físicas, biológicas, matemáticas y económicas, hasta hacer proezas. Y convierten la exclusión en impulso. Se merecen todos los Nobel a la vez.



viernes, 4 de noviembre de 2011

SIMPLIFIQUEMOS


Óscar Calzado en 'Cuestión de actitud'

Esta semana me gustaría hablar de un par de temas simultáneamente, que entiendo están relacionados y dan cierta continuidad a las entradas anteriores.

El primero es el “Decrecimiento” bajo sugerencia de Lola Martínez, habitual del blog, y el segundo es la “Tiranía de la abundancia” del psicólogo Barry Schwartz, en su libro “Por qué más es menos”.

Básicamente, el Decrecimiento pretende la disminución controlada de la producción y el consumo para llegar a un mejor equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, pero también entre los propios seres humanos. Y el libro “Por qué más es menos” explica que el exceso de elección, libertad y la abundancia de posibilidades actualmente nos generan insatisfacción permanente, ansiedad y depresión.

Ambos conceptos nos llevan a pensar que una vida más sencilla (con menos) nos haría más sanos, felices e independientes; por eso nos invitan a un proceso de simplificación voluntariacomo solución.

Hoy en día, todos los países y el FMI persiguen el crecimiento económico como única vía de Desarrollo; se utilizan la Publicidad (seducción), el crédito (disponibilidad y compromiso) y la caducidad de los productos (obsolescencia programada) como herramientas para crecer y crecer económicamente, producir y vender más cada día.

Los políticos usan este crecimiento como argumento casi exclusivo para justificarse y donde orientan todas sus medidas, hablándonos del % del PIB y otros datos que la gente ni siquiera entiende. Nos aseguran que es la forma de conseguir cohesión y bienestar social, aunque realmente no parece llegar nunca ese momento, viendo que el resultado de estas políticas ha derivado en una crisis económica mundial y su inseparable crisis social.

Un aspecto a destacar es la relación entre felicidad y crecimiento económico, las cifras revelan que es directamente proporcional la relación entre el crecimiento económico y la tasa de depresión, ansiedad y drogodependencia. Sólo el Prozac lo consumen unos 40 millones de personas en el mundo (países ricos).

Por otro lado, Barry Schwart explica que el actual abanico de posibilidades que tiene hoy la gente a la hora de comprar cualquier producto, de elegir casa, estudios, comida en un restaurante, etc. genera más insatisfacción, duda y arrepentimiento por lo que no has elegido, que satisfacción por lo que has elegido. Y que todo ese tiempo de tu vida que pasas en los difíciles procesos de decisión te hace infeliz e inseguro. Cuando realmente podrías destinar todo ese tiempo a estar con otros, que es lo que realmente nos hace felices.

Vemos como se tiran toneladas de comida cada día, se construyen aeropuertos que no tienen vuelos, trenes de alta velocidad que cierran al año de inaugurarse, pisos vacíos, armarios llenos de ropa que no se usa, centros culturales sin programación, campos de fútbol casi sin equipo, … Por lo tanto, ¿no sería inteligente rebajar el nivel de consumo y su estrés asociado? ¿Producir sólo lo necesario y repartirlo mejor? ¿Cuidar un poco más el Medio Ambiente? Lugar, no lo olvidemos, donde vivimos y vivirán nuestros hijos.



martes, 1 de noviembre de 2011

EN EL ANIVERSARIO DEL MATIRIO DE ELLACURÍA

Carta a Ellacu

Jon Sobrino

Querido Ellacu: Es una ficción escribirte, pero quizás de este modo nos digamos a nosotros mismos cosas que pueden ser importantes. Y con ello también quisiera ambientar un poco el aniversario de tu martirio. Te voy a hablar de tres cosas de actualidad, tal como las veo, que tienen ver con lo que tú fuiste y dijiste.

1. El “siempre” del pueblo crucificado. Ya no se habla mucho de “pueblos crucificados” como lo hiciste tú y Monseñor Romero, llegando a esa genial formulación, creo que independientemente el uno del otro, y guiados del mismo espíritu salvadoreño y cristiano. Y menos aún se insiste en que ese pueblo crucificado es “siempre” el signo de los tiempos, como lo escribiste en el exilio de Madrid. La razón para ese silencio no es que vuelva a estar en boga el pensamiento utópico de Ernst Bloch, filósofo, o de Teilhard de Chardin, teólogo.

Y el mundo no está mejorando, sino que sigue gravemente enfermo, como dijiste en tu último discurso. Lo que ha empeorado es la honradez con lo real, y el “siempre” no es políticamente correcto. Pero no hay que darle vueltas. Siguen existiendo Haití y Somalia, y la nueva epidemia del homicidio, de 12 a 15 asesinatos diarios en el país en los últimos años, la enfermedad más mortífera en nuestro país. “Lo light” ha avanzado mucho en el modo de pensar y “lo políticamente correcto” ha esclavizado el lenguaje: “vulnerabilidad”, “los menos favorecidos”, “países en vías de desarrollo”. Nada suena mal.

Por ello, mencionar el “siempre” parece ser cosa de masoquistas irredentos. Pero no es así. En el país siempre llueve, y este año también. En la naturaleza siempre es lo mismo: torrentes, destrucción y muerte. Pero también siempre son los mismos los que sufren las consecuencias, los que viven en quebradas, en champas y casas pobres. La pregunta de Gustavo Gutiérrez sigue siendo la pregunta fundamental: “¿dónde dormirán los pobres?”. Hay pueblos depredados como el Congo, pueblos ignorados como Haití, pueblos inundados, como los nuestros… Siguen siendo el pueblo crucificado.

¿Y los ricos y poderosos? Siempre sufren algunos daños, pero casi siempre los superan sin mucho costo. Y nada digamos de las crisis financieras: se invierten miles de millones de dólares o euros para que no se hunda el sistema. El pueblo crucificado no da la vida por supuesto, pero los pueblos ricos sí, y además tienen la profunda convicción de ser los elegidos: dan por supuesto la vida, y están convencidos de que el buen vivir les es debido. Elevan la realidad a escándalo metafísico si a ellos les ocurre algo grave. Pero si cosas mucho más graves ocurren en África o en el Bajo Lempa, no hay escándalo. Pertenece al existencial histórico de haber nacido pobres.

Pero quiero añadir, Ellacu, que hay también otro “siempre”. Hay mucha gente honrada que trabaja para que “el pueblo inundado” -hablamos de El Salvador- no acabe muriendo como “pueblo desplazado” o como “pueblo ahogado”. La entrega y la bondad también tienen su “siempre”.

Y a veces surge un Dean Brackley que, cuando le dicen que muchos rezan por él, contesta con toda sencillez: “Recen por los que tienen cáncer y no pueden tener la atención médica que yo tengo. Y recen por los que estos días se han quedado sin casa y sin comida”.

2. “Qué hacer con los buenos”. La pregunta puede extrañar, pero se me ha impuesto, debido, precisamente, al revuelo que ha causado la audiencia de Madrid. Trabajar para que se juzgue a los responsables últimos de tantos asesinatos en este país, los de ustedes y los de dos mujeres inocentes, es cosa muy buena y muy necesaria. Puede traer muchos bienes. Y puede ser una gran ayuda, y muy necesaria, para que se acabe, o se mitigue, la impunidad.

Por cierto, no ha salido en las noticias, pero mucho nos hemos alegrado de que los militares argentinos que en 1976 ordenaron el asesinato del obispo Enrique Angelelli, vayan a ser juzgados 35 años después. Es un ejemplo, poco extendido, de que la verdad puede triunfar sobre una mentira y un encubrimiento, que tienen millones de dólares y armas sofisticadas a su servicio. Que la justicia puede triunfar sobre la crueldad y la vileza. Y que la civilización de la impunidad, muy afín a la civilización de la riqueza contra la que nos advertiste, tercamente, hasta el final, se vea un poco frenada.

Con el juicio de los militares argentinos no desaparecen todos los males, y el mundo del capital, aun con algunos avances y algo de democracia, sigue produciendo víctimas impunemente. Además, ha conseguido crear una civilización de encubrimiento, aunque siempre hay quien las desenmascara de diversas formas: obispos como Casaldáliga y ahora “los indignados”. Esperamos que la audiencia de Madrid tenga éxito, y que en El Salvador ocurra lo de Argentina, aunque, evidentemente, fuerzas poderosísimas fuerzas están en contra de que eso ocurra.

En esta situación, sin embargo, me ha venido a la mente una pregunta que puede parecer rara. Dicho con sencillez, parece que sabemos qué hacer “con los malos”, para que nuestro proceder produzca bienes, por supuesto: instaurar verdad y justicia en el país, llegar a ofrecer perdón -aunque más difícil que perdonar es dejarse perdonar. Y gente muy buena trabaja por ello.

También sabemos, al menos en principio, qué hacer con las víctimas: lo que Puebla dice que Dios hace con los pobres, “tomar su defensa y amarlos”. Y no son, en absoluto, palabras inocentes, pues tomar su defensa supone inevitablemente entrar en graves conflictos. Significa entrar “en la lucha por la justicia”, “la lucha crucial de nuestro tiempo”, como dijo la Congregación General XXXII.

Pero ¿sabemos qué hacer “con los buenos”, con los santos? Ciertamente, ponerlos a producir, aprender de ellos, sus ideas y convicciones, sus modos de actuar… Y agradecerles.

Estos días se nos impone la pregunta: qué hacer con Dean Brackley. Se ha velado y acompañado su cadáver. El amor y el agradecimiento se han desbordado, con lágrimas y gozo, en muchas celebraciones, en el cementerio.

Pero todavía me queda el desasosiego de saber qué hacer con Dean, con Monseñor Romero, con gente como ustedes. Con Jesús de Nazaret. La respuesta es sencilla: ser como ellos, seguirlos en su hacer y en su ser, imitarlos, historizadamente, como tú decías. En definitiva, dejarnos afectar por “los buenos” y los santos en nuestro hacer, y más profundamente todavía en nuestro ser.

Entiéndeme bien, Ellacu. Bueno y necesario es saber reaccionar ante lo que hacen los malos, y actuar adecuadamente con ellos. Bastantes personas e instituciones lo hacen. Pero creo que debemos avanzar en reaccionar ante los buenos, intentando ser como ellos. Difícil, si. Pero necesario para humanizar este mundo. Y también esta iglesia.

3. Dean Brackley

Ellacu, estas palabras te sonarán. “Con Dean Brackley Dios pasó entre nosotros”. Pienso que no hay mayor confesión de fe que afirmar que Dios sigue pasando por nuestro mundo. Es la fe que más me llena. Y como Dios se hace presente en seres humanos, ellas y ellos, jóvenes y viejos, salvadoreños y norteamericanos, mártires y confesores, como se decía antes, el misterio se desdobla en muchas formas, convergentes, y así es un misterio mayor. Dios pasó con Monseñor y Dios pasó con Dean.

En los muchos testimonios de esta Carta a las Iglesias -Amor y Testimonios lo titulamos- se narra ese paso de Dios. Elijo solo uno, el de la doctora Miny: “Dean, I love you so much… forever”. Es lenguaje bello y de eternidad Lenguaje que remite a misterio. También Dean, semanas antes de morir, habló en su testamento del paso de Dios, en él, con gran humildad, sencillez y lucidez. Ahora, en otro lenguaje, más conceptual, pero espero que comprensible, quiero hablarte de Dean ante Dios y con Dios.

Lo primero es que Dean murió empapado de Dios. Así lo veo, aunque en ese misterio solo se puede entrar de puntillas. En su último libro cuenta Dean sus problemas con Dios, sus épocas de agnosticismo, frecuentes. Me recordó unas palabras tuyas de junio de 1969 que he citado muchas veces: “Rahner lleva con elegancia sus dudas de fe”, y pensé que algo semejante te ocurría a ti. Pero a lo largo del libro, Dean ofrece su propia fe, honda y sencilla, y muy real.

Y los lectores quedan sorprendidos al leer el prólogo escrito por la encargada de la editorial para juzgar sobre la calidad del libro. Se reconoce agnóstica, sin que el asunto de Dios le preocupe gran cosa. Pero confiesa que, leyendo el texto, su interés profesional se convirtió en interés existencial, personal. El texto le llevó a Dios, y Dean la bautizó un año después. Luchando con Dios, como Jacob, o dejándose seducir por Dios, como Jeremías, Dean llegó a Dios. Y quedó empapado de Dios.

En ese proceso Dean confiesa con inmensa gratitud que se encontró con los pobres. Cuántas veces escribiste, Ellacu, que los pobres son el lugar del evangelio y el lugar de Dios. Y también recuerdo las palabras de Porfirio Miranda: “El problema no es buscar a Dios, sino buscarlo allá donde él dijo que estaba. En los pobres”. Es cierto que no siempre se encuentra a Dios, estando entre los pobres, pues entre ellos y trabajando por ellos, hay agnósticos que son espléndidos seres humanos, y siguen siendo agnósticos. Pero en la mejor tradición de Jesús, el Dios que se encuentra entre los pobres tiene un sabor especial. Pienso que la misericordia se puede hacer más delicada, la justicia se más firme, la verdad más sin componendas y la fidelidad más sin medir los costos.

El Dean empapado de Dios fue un ejemplo notable de interesarse por todas y cada una de las personas con quienes convivió y a quienes buscó. Todas y cada una de ellas, compañeros jesuitas, familiares, feligreses de Jayaque y de la UCA, amigos y amigas, salvadoreños, norteamericanos y europeos, y por supuesto los desheredados y pequeños, tenían un nombre muy concreto para él. Cada uno era inintercambiable. Eso hizo que su servicio fuese de gran finura. Y me recuerda al Jesús que conocía a todas sus ovejas por sus nombres.

Y su Dios fue, de verdad, el de la creación. No por moda, algunas de las cuales son muy buenas, Dean puso gran interés en la mujer y el feminismo, en el ecumenismo, y era muy amigo de gente de otras iglesias, en la ecología, y creo que hasta en las causas indígenas. Los argumentos fundamentales no eran categoriales, ni tomados de normas de la jerarquía ni de la doctrina social. Creo que para Dean el argumento era que Dios es un Dios de todos.

Dean me ha recordado unas palabras de Monseñor Romero que he citado muchas veces. Son del 10 de febrero de 1980, en medio de la barbarie que reinaba en el país. Dijo Monseñor. “¡Quien me diera, queridos hermanos, que el fruto de esta predicación fuera que cada uno de nosotros fuéramos a encontrarnos con Dios y que viviéramos la alegría de su majestad y de nuestra pequeñez!”. Para Monseñor Romero Dios no empequeñecía al hombre, pero para el hombre era bueno empequeñecerse ante Dios. Esto me recuerda a Dean.

Nunca se puso en primer lugar, ni hablaba de sí mismo cuando las cosas salían bien -”han sido un éxito”- porque él las hubiera hecho. Simplemente, se alegraba del bien. Me recordaba a Pablo en su carta a los Corintios: “El amor es paciente, es afable, el amor no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, disculpa siempre, se fía siempre, espera siempre, aguanta siempre”. En esto Dean me recordaba al gran Padre Arrupe. Creo que siempre pensó en los demás antes que en sí mismo. Nunca se preocupó de que reconocieran lo bueno que hacía. No es frecuente, y por eso sorprende e impacta. Y ayuda también a desabsolutizarnos y a vivir con alegría nuestra pequeñez ante Dios, como decía Monseñor

Una última reflexión. Dean no murió mártir como ustedes, pero sus últimos meses fueron un martirio, de cuerpo por los sufrimientos de un cáncer de páncreas muy doloroso, y de alma cuando le asaltaron miedos, sentirse solo, que no le recordase…

El Padre Dean no murió crucificado, pero vivió hasta el final participando activamente en las cruces de este mundo. Trabajó con poder, es decir, con fuerza y energía, para bajarlos de la cruz. Y siempre se pensó a sí mismo en último lugar. Como el Dios crucificado.

Las últimas palabras de Dean son palabras de gratitud, a fondo perdido, sin poder poner pie en tierra firme. Pero la gratitud vive de otros y para otros, de Dios y para Dios. Los agradecidos pueden hacer que la realidad sea gracia. Ellacu, si me permites la expresión -creo que es un neologismo- los agradecidos pueden “buenear la realidad”. Eso es lo que hizo Dean.

Ellacu, ya ves que, en medio de muchos males y a pesar de todo, estamos contentos. Ustedes, Julia Elba y Celina, Jon Cortina y el padre Ibisate, ahora nuestro querido Dean Brackley, han estado con nosotros. Y con ustedes Dios ha estado con nosotros. No se puede pedir más.

Un abrazo, Jon