sábado, 25 de abril de 2009

ANALFABETOS EN RELIGIÓN

Reyes Mate

Ha saltado la alarma social al descubrirse entre la juventud española un crónico analfabetismo religioso propiciado por el propio sistema educativo. Los jóvenes no saben de Adán y Eva y así no hay manera de que comprendan la grandeza de La Creación pintada porMiguel Angel en La Capilla Sixtina; no conocen la liturgia de difuntos y por eso no pueden estremecerse con elRequiem de Bizet; no han leído el evangelio de Lucas y nada les dice el Oratorio de Navidad de Bach: no les han contado la Historia Sagrada y así no hay manera de leer el libro abierto que son las catedrales medievales; no pueden descifrar la estremecedora Leyenda del Gran Inquisidor, de Dostoieski,porque nadie les ha presentado al Nazareno.

Lo que preocupa no es la descristianización del país, sino la deshumanización de las nuevas generaciones. La descristianización puede preocupar a la Iglesia porque disminuye el número de fieles que siempre serán una minoría ya que la fe no se adquiere sino que se recibe. Caso distinto es el de la deshumanización, es decir, la pérdida de valores individuales y sociales, siempre asociados a una cultura, en el caso de España vinculada al judeocristianismo, y que se transmite a través del arte, de la literatura o de la filosofía. No es sólo un problema de ignorancia estética, sino también de ética.

RECONOCER la significación cultural de la religión no quiere decir que haya que despedir al sentido crítico en su tratamiento. La religión ha promocionado valores y los ha negado. La tolerancia, por ejemplo, hubo que conquistarla combatiendo pretensiones teocráticas, pero hasta en sus críticos hay huellas de la tradición religiosa. El mismo Voltaire que afirmaba, con razón, que "la paz llegó a Europa cuando los Estados dejaron de hacer teología", sintió la necesidad de escribir La Plegaria a Dios para recordar a sus contemporáneos que "los hombres son hermanos". Así de compleja ha sido la historia. La Revolución Francesa que saqueó iglesias y conventos en nombre de la igualdad, libertad y fraternidad, sabía que esos principios no los había inventado ella, sino tomados de una tradición anterior profundamente marcada por el cristianismo. Esta situación de ignorancia religiosa ha sido el resultado de dos causas mayores. En primer lugar, la persistencia de un laicismo más propio del siglo XIX que del siglo XXI. Se entiende que el socialismo, nacido en un contexto político reaccionario, tuviera que hacer gala de un beligerante anticlericalismo para defender sus valores emancipatorios. Pero se engaña si piensa que la justicia social puede sostenerse a largo plazo sin un cultivo social de la virtud cardinal de la justicia, como dice ahora el filósofo alemán Jürgen Habermas. En una de sus últimas entrevistas, Ramón Rubial, un hombre íntegro que fue largo tiempo presidente del PSOE, decía que dos principios habían guiado su vida: la lucha por la justicia social y no pisar una iglesia. Lo que no sabía quizá es que el concepto de "justicia social" no viene del marxismo, sino de la doctrina social de la Iglesia, de esa Iglesia que él nunca había pisado. Claro que las cosas han cambiado en el socialismo: se reconoce el lugar de la religión en la sociedad, se financian sus centros escolares con dinero público, se restauran sus monumentos y se atiende a sus necesidades básicas a través de los presupuestos del Estado. Pero late la sospecha de que nada se espera de la religión. Se la respeta por su fuerza social, sin que esa izquierda política vea en ella contribución positiva de cara a una sociedad más justa o más libre. El socialismo recela de la Iglesia de la misma manera que la Iglesia, del socialismo.

LA OTRA CAUSA hay que buscarla en la propia Iglesia más atenta a sus intereses corporativos que a los generales. ¿Qué es lo que ha movilizado a la Iglesia española en democracia? el divorcio, la financiación de la escuela privada, el tratamiento de la clase confesional de la religión o el aborto, todos asuntos muy legítimos que tienen que ver con su mundo. La preocupa lo suyo y lo de los suyos, no lo que conveniente a todos. Y esto vale también para la religión. En el primer gobierno de Felipe González, José María Maravall, Ministro de Educación, planteó una carrera en ciencias de las religiones para que se formaran en la universidad pública futuros profesores de religión que pudieran impartir esa materia con rigor académico y sin ataduras eclesiásticas. Los obispos se encargaron de echar abajo el proyecto pues intuyeron que eso podía llevar a una asignatura de religión general y obligatoria pero sin su control. Esa es realmente la asignatura pendiente de la democracia española.

Hace mal el socialismo, en particular, y la izquierda española, en general, en confundir la significación de la religión con el papel de Rouco Varela. Jerarcas como el cardenal de Madrid libran su particular batalla por el poder, aunque se pongan estupendos. Que no se esté de acuerdo con sus reivindicaciones políticas, no debería llevar a desentenderse de la religión y esto en provecho de la política. Ya Theodor Adorno dejó escrito que "las tradiciones han perdido quizá su sentido pero tan pronto como se apaga una, se da un paso decidido hacia la inhumanidad".



martes, 21 de abril de 2009

PARA CAMBIAR EL MUNDO, CAMBIAR DE DIOS

Pope Godoy

Somos Iglesia Andalucía

¡Ojalá que cuando se publique este número de Tiempo de Hablar haya terminado, por fin, “lo de Gaza”! (¿Invasión? ¿Autodefensa? ¿Represalia? ¿Antiterrorismo? ¿Prevención? ¿Terrorismo de Estado?…) Más allá de los variados calificativos que puedan emplearse desde las distintas posiciones políticas y humanitarias, la tragedia de Gaza deja muy a las claras la imperiosa necesidad de una organización mundial donde no puedan repetirse episodios como éste ni los complejos conflictos de África ni las infinitas guerras que siguen afectando a millones de personas.

Confieso que todo este tema me está afectando mucho y me tiene bloqueado. Pero intento enganchar con mi plan inicial. Las palabras no son asépticas. Ahora vemos más claro el fraude del “nuevo orden mundial” como si la situación actual fuera de “orden”, es decir, de justicia y de aceptable bienestar. Ante la actual crisis mundial, “ellos” reconocen que se han producido algunos desajustes y, naturalmente, habrá que corregirlos. Pero, claro, está, dentro de este “orden”. En cambio, si vemos nuestro mundo desde esa inmensa mayoría de personas que actualmente están excluidas de casi todos los bienes de la tierra, sólo se puede hablar de “caos” y de una gigantesca injusticia global en la que estamos inmersos y de la que somos cómplices en mayor o menor grado.

En mi plan inicial, me parecía interesante analizar la aportación que podrían hacer las religiones para superar el desorden estructural y sentar las bases para un orden que finalmente fuera “humano”, es decir, al servicio del ser humano y de todos los seres humanos. Pero ese análisis escapa por completo a mis posibilidades. Por eso, con más realismo, me limito a analizar la aportación que podemos hacer desde la perspectiva de la fe cristiana.

Puntos de partida Formulo de modo esquemático algunos presupuestos que nos sirven como telón de fondo y que pretenden despejar viejos y nuevos prejuicios.

1.- Una primera aportación ineludible debería ser la de superar definitivamente todas las formas de imperialismo tanto moral como religioso. Las experiencias religiosas pertenecen, por su misma naturaleza, al ámbito privado. Las creencias no son verdades universales porque no son demostrables ni verificables. Esta realidad objetiva nos obliga a ser muy modestos respecto a nuestra específica opción religiosa.

2.- Muy vinculada a la primera aportación, damos un segundo paso: las formulaciones dogmáticas son provisionales y siempre imperfectas. La aproximación al misterio de la trascendencia se realiza desde la perplejidad, el desconcierto, la fascinación y todo ese cúmulo de sentimientos y experiencias que pueden calificarse en el más estricto sentido como “ine-fables”. Es decir, imposibles de formular ni de explicar. Por no hablar de los condicionantes individuales, culturales y sociales que inevitablemente colorean nuestras experiencias.

3.- En este camino de aportación a un diálogo universal, tenemos muy presente que las religiones se degradan cuando se hacen dogmáticas. La historia de nuestra tradición cristiana es un estremecedor rosario de definiciones, de exclusiones y de condenas que empezaron allá en el primer concilio ecuménico (Nicea a. 325) hasta el Vaticano I, con la definición de la infalibilidad papal (a. 1870). Solo se ha salvado de la quema el esperanzador y más bien frustrado Vaticano II.

4.- Gandhi había dicho: «En el mundo no habrá paz, si no hay paz entre las religiones» Y Hans Küng da un paso más: «No habrá paz entre las religiones si no hay diálogo entre las religiones». Muchas personas comparten este doble punto de vista. Eso significa que la construcción de una sociedad alternativa necesita potenciar cada vez más un diálogo a tres bandas:  Diálogo intraeclesial, donde podamos exponer con toda libertad y respeto los divergentes y hasta encontrados puntos de vista sobre nuestra propia iglesia.  Diálogo interreligioso, donde podamos compartir y cotejar experiencias y tradiciones religiosas distintas, tanto entre confesiones cristianas como con otras religiones.  Diálogo con la sociedad. Multitud de personas y organizaciones llevan mucho tiempo trabajando por una sociedad alternativa. Esa instancia crítica para establecer objetivos finales y medios para conseguirlos, con toda la valoración de las actuaciones concretas, es el gran fermento que puede transformar la historia humana.

5.- Nos situamos, desde luego, en una sociedad que se va consolidando como laica. Es decir, que ejerce su autonomía personal y colectiva en todos los ámbitos de la organización social. En ese camino hacia la mayoría de edad, se ha ido liberando de las tutelas que la encauzaron y quizá la protegieron durante su infancia y adolescencia. Pero que ya no soporta en su adultez. Con alivio y con alegría valoramos muy positivamente la liberación de las tutelas religiosas. Pero, eso sí: atentos y críticos frente a nuevas formas de tutelaje como el consumismo insolidario, por ejemplo.

6.- En un contexto laico, consideramos muy positivo que el criterio de “eticidad” no esté marcado por una religión y, ni siquiera, por todas las religiones juntas. En este campo, se han invertido claramente las tornas. Por eso, ninguna religión puede invocar una pretendida revelación divina para justificar la omisión o el atropello de cualquier derecho humano.

Esta breve enumeración significa el caldo de cultivo en donde puede desarrollarse la aportación específica, aunque no exclusiva, del mensaje cristiano para una sociedad alternativa.

El Dios de Jesús Si alguien nos preguntara: -¿Cree Vd. en Dios?, pienso que la respuesta más correcta debería ser una contrapregunta: -¿De qué dios se trata? En efecto, la palabra, el concepto y la imagen de “Dios” es susceptible de las más variadas concepciones, interpretaciones y apropiaciones. Por ejemplo, el dios al que G. Bush apeló para justificar la invasión de Irak y toda la cadena de gigantescos sufrimientos que todavía está acarreando. El dios en quien cree un sector fundamentalista musulmán y a quien coloca como escudo y esperanza de sus ataques terroristas. El dios al que invocaban católicos y protestantes, cada cual a su modo, en el ya superado conflicto de Irlanda del Norte. O el dios al que puso como escudo el papa Urbano II, al grito de “¡Dios lo quiere!” (a. 1095) para santificar la primera cruzada y la conquista de tierra santa. Bueno, si me apuras, el dios de las solemnes celebraciones vaticanas… ¿De qué dios estamos hablando?

Se puede creer o no creer en Dios, pero podríamos establecer un punto de encuentro y un criterio de fiabilidad: que la experiencia religiosa favorezca el desarrollo y la adultez tanto individual como comunitaria. A partir de ahí se mejorarán las relaciones interpersonales y se fundamentarán las bases para construir una sociedad más humana. En esta dirección va la oferta que significa el Dios de Jesús.

Ya se entiende que cuando hablamos de “el Dios de Jesús” nos referimos al Dios que Jesús experimentó y cuya experiencia cambió su vida. Toda su actividad con la gente y todo el quehacer con su grupo tenía por objeto desmenuzar y hacer realidad la experiencia transformadora que Jesús había tenido en su bautismo: “Tú eres mi hijo, el amado, en ti he puesto mi favor” (Mc 1,11).

A partir de esa experiencia, que necesita “digerir” y profundizar alejándose al desierto, Jesús realiza repetidas veces una proclamación muy sencilla y hasta escueta: “Está cerca el reinado de Dios. Enmendaos y tened fe en esta buena noticia” (Mc 1,15). No me resisto a hacer una traducción laica, aunque muy fiel, de este texto: “Ya está en marcha la sociedad alternativa. ¡Enganchaos, que vale la pena!”

Pero lo que desconcertó en la vida de Jesús, lo que fascinó o irritó, según las personas y los ambientes, fue su modo de comportarse. En torno a Jesús se fue aglutinando un grupo de hombres y mujeres de clase media-baja en una comunidad itinerante por las aldeas de Galilea. Jesús se acercaba y acogía con toda naturalidad y convencimiento a los sectores menos valorados y más excluidos de la sociedad: publicanos, prostitutas, niños, mujeres… De modo especial se hizo muy cercano a los enfermos, esas personas doblemente castigadas por la exclusión social y por la creencia generalizada de que la enfermedad era un castigo divino.

Jesús no era filósofo ni teólogo. No utilizaba un lenguaje técnico ni empleaba definiciones claras y precisas. Como místico y como poeta, tenía una asombrosa capacidad para conectar con los sentimientos y aspiraciones más secretas y hasta inexpresadas del ser humano. Despertaba ilusión, creaba esperanza. Las personas que lo escuchaban podían entender que Dios era padre de cada una de ellas y de todos los seres humanos. Por muy asombrosa y casi blasfema que pudiera parecer esta afirmación, encontraba resonancia y respuesta en el corazón de mucha gente. Con palabras sencillas y comparaciones de la vida diaria, Jesús iba desgranando lo que era su radical convencimiento experiencial: “ser hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5,45).

El reinado de Dios El comportamiento de Jesús contiene cambios muy radicales en el meollo de la experiencia religiosa. En los sinópticos, Jesús habla hasta 74 veces del reino-reinado de Dios. Sin embargo, no llama a Dios con el nombre de rey sino con el nombre de padre. Se trata, sin duda, de un cambio de valores. Aunque en la Biblia hebrea no aparezca nunca la expresión “reino de Dios”, allí se repite con mucha frecuencia que Dios es rey, que su poder es universal y que se extiende por toda la tierra. Frente al poder absoluto del rey sólo cabe el sometimiento absoluto… y el miedo. Con razón se ha afirmado desde la increencia que la fe en Dios significaba la anulación de la persona humana. Pues sí, la fe en “ese” dios bloquea muchas capacidades humanas y hace imposible la autonomía de la persona.

Al hablar de Dios como padre, Jesús rebasa la perspectiva tradicional de las religiones y desplaza el centro de gravedad desde Dios hacia el ser humano. Siguiendo con la metáfora de Dios-Padre, lo que le interesa a un padre más que todo es que sus hijos sean felices, que encuentren su propio camino de maduración personal y que alcancen el máximo desarrollo de sus potencialidades en armonía con las demás personas que también son hijas suyas. Por eso llama tanto la atención el carácter tan “laico” (si se me permite esta expresión) del Dios de Jesús. Dios no reina desde las alturas ni desde el templo, ni exige sacrificios. La oración del padrenuestro es, quizá, el símbolo más significativo de este cambio de perspectiva. No me puedo detener en más explicaciones y sólo hago una traducción de la primera parte, lamentando que la conferencia episcopal española no hubiera dejado a Alonso Shökel y Juan Mateos hacer una traducción oficial de esta oración.

Padre nuestro, el del cielo, ¡que se proclame ese nombre tuyo! [¡tu nombre de padre!] ¡que llegue tu reinado! ¡que también en la tierra se haga realidad tu proyecto del cielo!

González Faus hace una formulación que me parece genial y de una precisión teológica incuestionable: “Jesús dejó sentado que el camino hacia Dios no pasa por el Poder, ni por el Templo, ni por el Sacerdocio, ni por la Ley. Pasa por los excluidos de la historia.” (Memoria subversiva, memoria subyugante. Cnismo y Justicia, nº 104, marzo 2001.- Pág. 4)

Lo confieso. Cada día me siento más fascinado por este Dios de Jesús. En aquella sociedad patriarcal, Jesús expresa y vive la experiencia de Dios-Padre, pero con rasgos maternales. El verbo splajnídsomai (σπλαγχνίζομαι) significa “removerse las entrañas”, un rasgo femenino y maternal. Se suele traducir por “conmoverse”, que es la expresión más cercana en nuestra lengua. Las citas son muy significativas:  El padre del hijo pródigo “se conmovió” cuando vio volver a si hijo (Lc 15,20).  El samaritano “se conmovió” al ver al hombre malherido (Lc 10,33).  Jesús “se conmovió” al ver “las multitudes maltrechas y derrengadas como ovejas sin pastor” (Mt 9,36; 14,14; Mc 6,34) o cuando llevan tres días sin comer (Mt 15,32; Mc 8,2).  Ante una persona enferma, Jesús “se conmueve” y la cura (Mt 20,34; Mc 1,41; Lc 7,13).

Ni privilegios ni exclusiones Se me agolpan multitud de consecuencias que no soy capaz de formular. Pero la primera y la más llamativa es que no hay personas ni pueblos elegidos. No hay privilegios ni exclusiones. Me pregunto si el actual Israel, a pesar de su declaración de estado laico, no mantiene soterrado, inconfesable pero determinante, un sentimiento de superioridad como pueblo “elegido”. En ese caso, los muertos palestinos tendrían mucho menos valor que los muertos israelíes. Y me pregunto también si el llamado hasta hace poco “Occidente cristiano” no ha cultivado con mal disimulada complacencia un sentimiento de superioridad que le daba derecho a todos los atropellos, a todos los expolios y a todas las crueldades precisamente porque se sentía depositario de la única religión verdadera.

El sentimiento de pueblo elegido forma parte de un estadio infantil de la persona y de los colectivos humanos: sentirse único o, al menos, el preferido. Jorge Drexler lo canta admirablemente en su estremecedora Milonga del moro judío: “y no hay pueblo que no se haya / creído el pueblo elegido”. Más de uno recordará aquel himno al Sagrado Corazón que era uno de los símbolos del nacional-catolicismo: “Reinaré en España / más que en todo el resto del mundo”… ¡Pues no! Apostamos por caminar hacia la adultez que significa conseguir la convivencia en igualdad tanto en la familia como en la sociedad.

Otra consecuencia cae por su peso: hay que repartir el pan entre todos los miembros de la gran familia humana. Jesús no podía pensar en términos de derechos humanos, ni probablemente se le pasó por la cabeza el derecho al trabajo, a la educación o a la sanidad… El tema era mucho más perentorio: comer cada día. Por desgracia, la mayor parte de la humanidad sigue todavía en ese estadio de precariedad degradante e inhumana. Pero, claro, Jesús no era un economista. No tenía fórmulas mágicas para conseguir la adecuada distribución de los bienes. En una comunidad itinerante como la suya, era relativamente fácil compartir lo que se tenía. Comían hasta hartarse o se quedaban a medias según los casos. Por otra parte, la inminencia de la llegada del reinado de Dios en plena fuerza hacía innecesaria una planificación a medio y largo plazo…. El consejo que da Jesús al joven rico de vender todo lo que tiene para seguirlo (Mt 19,21) adquiere pleno sentido en ese contexto.

La experiencia de la primera comunidad en Jerusalén, en lo que tenga de histórica además de utopía evangélica, se enmarca en este mismo contexto: “Todos los que iban creyendo abrigaban el mismo propósito y lo tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno” (Hch 2,44-45). Esta fórmula tan generosa y tan entusiasta, no era una “sociedad alternativa” desde el punto de vista económico. Es posible que las penurias padecidas por la comunidad de Jerusalén y la colecta que Pablo llevó (Rom 15,25-27) tuviese relación con aquel comportamiento inicial tan desprendido y, al mismo tiempo, tan poco previsor.

A lo largo de la historia, muchas personas cristianas han derrochado generosidad, compasión (¡ese rasgo tan característico de Jesús!) y cariño hacia sus semejantes. Desde el Dios de Jesús, éste es, sin duda, el rasgo más positivo en toda la tradición cristiana. Ya se entiende que este comportamiento ni es único ni exclusivo de la tradición cristiana. Pero me estoy centrando en ella. Podemos decir que en cuestión de “asistencialismo” el comportamiento cristiano ha sido hasta sobresaliente.

¡A mí me lo hicisteis! Barrunto que en ese comportamiento solidario se contiene una de las intuiciones más radical y bellamente humanas. Y, al mismo tiempo, el meollo más sustantivo de la experiencia religiosa. Por una parte, cualquier madre o padre agradecen la ayuda que se haga a un hijo o hija más que si se la hicieran a ellos mismos. ¡Ése es el sentido primordial del “a mí me lo hicisteis”¡ (Mt 25,40). Pero hay más. Tradicionalmente, se nos explicaba la trascendencia divina en términos de grandeza y de lejanía. ¡El misterio de Dios! Para Jesús, el tema es más sencillo y más interpelante: la trascendencia divina se encuentra sorpresiva e inquietante en cada ser humano. Trascendencia e inmanencia se encuentran indisolublemente unidas en las profundidades de cada persona.

Volvemos a lo mismo. Jesús no tiene formulaciones teológicas especulativas. Pero en lenguaje sencillo descubre a la gente la maravilla de esa trascendencia divina hecha cercanía en cada vida y en cada tarea humana. Dios se ha desplazado de los lugares sagrados. Ahora se encuentra en plena vorágine de la vida, sobre todo en cercanía y hasta identificación con personas y colectivos marginados. El reinado de Dios se parece a las tareas que hace la gente en su vida diaria: el sembrador, el pastor, la pesca, la mujer que amasa la harina o que limpia su casa…

Esta fusión, aunque no confusión, entre trascendencia e inmanencia es el antídoto más eficaz para superar el supuesto e inexistente conflicto entre los “derechos” de Dios y los derechos humanos. Es también el criterio más determinante frente a todas las formas de terrorismo y la denuncia más implacable del capitalismo que pone la ganancia económica como el valor supremo al que se deben subordinar los demás valores.

Los retos del presente Tenemos que reconocer que la tradición cristiana, a lo largo de la historia, ni siquiera atisbó la posibilidad de un cambio en las estructuras económicas y sociales. Más aún, a la Iglesia oficial le faltó olfato evangélico para percibir los signos de los tiempos y para engancharse a la reivindicación creciente de justicia en términos de derechos humanos efectivos.

También tenemos que reconocer que las confesiones cristianas en su conjunto son más bien sociológicamente conservadoras. Sin duda que hay grupos muy comprometidos con el cambio social en profundidad, pero la tónica general no va por ahí. Y aquí radica el gran reto del cristianismo: recuperar el Dios de Jesús, volver al radicalismo utópico de una sociedad fraterna donde nadie pase hambre. Desde luego que, en esta tarea, tenemos un inmenso tajo de convergencia con millones de personas creyente o no creyentes que han dedicado y siguen entregando sus vidas a esta utopía siempre antigua y siempre nueva.

Por poner ejemplos universalmente consagrados, necesitamos muchas “Teresas de Calcuta” que alivien el sufrimiento inmediato y que ayuden a las personas a descubrir o recuperar su primordial dignidad humana. También necesitamos muchos “Vicentes Ferrer” que abran caminos a la esperanza y que hagan realidad las utopías más aparentemente disparatadas. Pero también necesitamos personas que le hinquen el diente al reto de la distribución de los bienes desde las instancias políticas. Es perentorio construir estructuras de solidaridad que hagan efectivo y legalmente exigible el reparto de los bienes en todos los ámbitos de la sociedad: político, económico, cultural, social…

Por supuesto, dejamos muy claro que el cristianismo, como tal, no tiene fórmulas específicas para conseguir ese reparto. En nuestra colaboración con millones de personas para cambiar el mundo, deberíamos subrayar la coherencia de nuestra propia vida y la importancia de valores irrenunciables muy por encima de unas leyes económicas pretendidamente universales e inmutables.

Y un último comentario. Esa campaña de “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y goza de la vida”, tiene una doble lectura. Efectivamente si ese dios te provoca preocupación y angustia, sentimientos de culpabilidad y de tristeza, desde luego que ese dios tampoco existe para mí. Pero si esa “despreocupación” significa desentenderte de los problemas de las personas que te rodean y vivir a tu aire sin sentirte solidario con los demás, en ese caso yo prefiero seguir creyendo en el Dios de Jesús. Ese Dios que me interpela, que sacude mi conformismo, que agudiza mi sensibilidad hacia las personas y… que me obliga a preocuparme. Porque justamente en esa preocupación por los demás es donde Jesús y tantas otras personas han descubierto una fuente de alegría. ¡La alegría de las bienaventuranzas!




domingo, 19 de abril de 2009

ENTREVISTA A HANS KÜNG

“La Iglesia Católica ha vuelto a la Edad Media”


es.euronews.net

Tubinga, en el sur de Alemania. Aquí se cruzaron las vidas de dos figuras de la Iglesia católica en los años 60. Es la ciudad donde el teólogo Hans Küng propuso a Josef Ratzinger -el Papa Benedicto XVI- que diera clases en la Universidad Católica.
Pero la evolución de ambos fue muy diferente. Mientras que Ratzinger conmocionado por la revuelta estudiantil del 68 adoptaba postulados más conservadores, Hans Küng, “super-estrella” de la teología europea, se transformaba en crítico de la jerarquía eclesiástica y abogaba por el fin del celibato y se posicionaba a favor de los métodos anticonceptivos.

Los dos participaron en el Concilio Vaticano II, un acontecimiento mayor para la Iglesia Católica, que marcó su apertura al mundo moderno y al diálogo interconfesional.

Varias décadas más tarde, esto es lo que piensa el “alter ego” de Jospeh Ratzinger sobre el Papa

euronews: “El intento del Papa Benedicto XVI de reinsertar a los integristas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en la Iglesia católica ha desencadenado una oleada de indignación. ¿Puede alguien que pone en duda el holocausto ser miembro de la Iglesia católica?”.

Hans Küng: “No. Yo creo que alguien que pone en duda el holocausto no puede permanecer en la Iglesia católica. El extermino judío ha sido el mayor crimen en la historia de la humanidad. Murieron seis millones de personas.

Y recuerdo que durante el Concilio Vaticano II ya defendí que el antisemitismo de los nazis tenía su origen en el antijudaísmo plurisecular de las iglesias cristianas.

Empezando por el luteranismo. Lutero era de todo menos amigo de los judíos.

Y de esa forma, las iglesias cristianas y nosotros, como cristianos, acarreamos una enorme culpabilidad con respecto a los judíos.

Pero como quiero ser justo, me gustaría añadir que también los judíos tienen que acatar el principio de tolerancia. El Estado de Israel, que se define como un Estado judío, debe probar su tolerancia con los árabes. Y debe aceptar que los palestinos construyan finalmente su propio Estado”.

euronews: “Los obispos se jubilan a los 75 años, para los cardenales la edad límite son los 80. El Papa, sin embargo, cumplirá pronto 82 años. ¿Cree que debería jubilarse?”.

Hans Küng: “Yo no le recomendaría que dimitiese. Es más bien todo el sistema de la jerarquía católica el que ya no funciona. El Papa ni siquiera tiene un gabinete. El Papa hace y decide todo solo. Esa no es forma de gobernar en pleno siglo XXI. Me doy cuenta de que desgraciadamente todo depende del Papa. Estamos aún en un sistema absolutista comparable a la época de Luis XIV”.

euronews: “¿Debemos deducir que las relaciones entre el catolicismo por una parte y el judaísmo por otra han sufrido un daño irreparable?”

Hans Küng: “Yo no hablaría de daño irreparable. Sin embargo, sí que se constata un daño duradero. Mantengo un estrecho contacto con un rabino de Berlín que me dice: “Los daños no se pueden reparar de un día para otro”.

La gente ya no confía en el Papa. Es lo que sucede también entre los musulmanes. Cabezas visibles de la comunidad islámica y otras personalidades religiosas destacadas comienzan a desconfiar del Papa y dicen que no es un interlocutor fiable”.

euronews: “Usted fue uno de los artífices del Concilio Vaticano II, de hecho participó en él. ¿Cree que, hoy por hoy, en 2009, la historia de la Iglesia retrocede hacia la Edad Media? ¿Cree que se están poniendo en tela de juicio las reformas del Concilio Vaticano II?”

Hans Küng: “Sí, totalmente. La Iglesia Católica ha dado marcha atrás y vuelve a la Edad Media, a la contrareforma y al antimodernismo”.

euronews: “En su opinión, ¿Por qué ese Concilio Vaticano II sigue siendo tan importante en 2009? ¿Qué debemos salvar de él?”

Hans Küng: “Antes de aquel concilio, estábamos estancados en la Edad Media católico-romana. Luchábamos contra la reforma. Y organizamos una contrareforma. Nosotros, la Iglesia Católica, luchamos contra los tiempos modernos. En ese contexto, el Concilio Vaticano II es muy importante. Fue un verdadero combate para implantar la libertad de religión, la libertad de cociencia.

Fue extremadamente apasionante. Y en esa época, Josef Ratzinger y yo mismo compartíamos las mismas ideas y pensamientos.

Las consecuencias de todo aquello fueron enormes, históricas: Concretamente, la Iglesia Católica se abrió al diálogo con el judaismo, porque antes las relaciones estaban envenenadas.

Se produjo también una apertura hacia el Islam y otras grandes religiones. Y hacia las ciencias modernas, hacia la cultura moderna, de la democracia, de los derechos humanos. Como vé son muchas cosas. Si anulásemos todo eso, la Iglesia se transformaría en un castillo fortificado. Y eso llevaría al éxodo de quienes no quieren esa vuelta atrás”.

euronews: “El Papa acaba de estar en África. Si lee las portadas de la prensa internacional, sobre todo alemana y francesa, se vierten críticas bastante duras por las declaraciones del Benedicto XVI sobre la lucha contra el sida y la contracepción. ¿Cuál es el balance de ese viaje?”

Hans Küng: “El Papa es sin duda un personaje que encarna la esperanza en la lucha contra los regímenes corruptos y contra los dictadores. Por eso me entristece que no haya sabido aprovechar esta oportunidad para decirle a la gente que una planificación familiar razonable y una contracepción razonada son justificables”.

euronews: “¿Y cómo cree que debería gestionar las relaciones entre la cristiandad y el Islam?”

Hans Küng: “Hace muchos años, el Papa Benedicto cometió un error; su discurso en Ratisbona. Ese día acusó al Islam de ser una religión violenta. Sin embargo, corrigió sus palabras, aceptó la invitación para viajar a Turquía y dio su visto bueno a la redacción común de un documento cristiano-musulmán. Creo que entonces dió un paso en la dirección adecuada”.

euronews: “Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica acepta, por simplificar un poco, el principio de separación entre la Iglesia y el Estado. Ese no es siempre el caso en la religión musulmana. ¿Cree que eso supone un problema?”.

Hans Küng: “La Iglesia Católica no aceptó las ideas de los derechos humanos y la tolerancia hasta la época de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II.

La Iglesia católica tardó mucho tiempo en llegar a ese punto. Por eso, deberíamos comprender que también los musulmanes necesiten tiempo.

Pero actualmente hay signos positivos, por ejemplo en Turquía.

Es muy importante que el Islam construya un modelo nuevo para redefinir la relación entre la religión por una parte y el Estado por otra”.




sábado, 11 de abril de 2009

EL VATICANO II UN PASO FUNDAMENTAL

Entrevista a Guiseppe Alberigo


Giuseppe Alberigo, catedrático de la Universidad de Bolonia, laico, casado, con tres hijos y varios nietos, asegura que el Vaticano II es el acontecimiento eclesial más importante del siglo XX. A él ha dedicado buena parte de su trabajo en el Instituto de Ciencias Religiosas de Bolonia, publicando una monumental "Historia del Concilio Vaticano II" en varios volúmenes. Umbrales retoma parte de una reciente entrevista que el reconocido historiador italiano ha concedido el pasado mes de junio a la revista "Vida Nueva", (n. 2.235) de España.

 

 ¿Qué nos queda hoy del Concilio Vaticano II?

- Lo suficiente como para preocupar a la Curia romana. Me explico. Todo concilio importante ha tenido una historia de actuación, de recepción, larga y complicada. Al cabo de 30 años del de Calcedonia, el emperador de Bizancio hizo una encuesta entre los obispos sobre lo que había sucedido el día después del Concilio. No hace muchos años, 14 siglos después, se han encontrado las respuestas, y la gran mayoría de los obispos decían: el Concilio de Calcedonia no ha significado nada; tiempo perdido. Nosotros sabemos, sin embargo, que sin la cristología de Calcedonia el cristianismo sería otro. Esto quiere decir que, después de treinta años del Vaticano II, las cosas no son tan claras y, según las áreas geográficas, las cosas cambian... La eficacia del Vaticano II en América Latina, por ejemplo, es muy diversa y mucho más significativa que en Europa.

Si alguien hubiese visto desde otro planeta a la Iglesia Católica (y a las otras Iglesias cristianas) antes del Vaticano y ahora, tendría dificultad para entender que sean la misma cosa, porque -a pesar de todo- el cambio ha sido enorme. Karol Wojtyla jamás hubiera llegado a ser Papa sin el Concilio. Un polaco en Roma, que pide perdón por las culpas de la Iglesia... es impensable sin el Vaticano II. Sin embargo, en algunos aspectos, el Concilio está todavía poco desarrollado, desactualizado.

 

 ¿A qué aspectos se refiere?

- Sobre todo respecto al Papa y la colaboración con los obispos. La colegialidad es un mito que no está ni siquiera en estado embrionario. El Sínodo de los Obispos ha desilusionado más que satisfecho. No tiene poder; sólo da consejos y opiniones. Se ha llegado al extremo paradójico de que el sínodo africano, el asiático, el americano... se han celebrado en Roma. Es cierto que antes no hubiera habido un sínodo africano o asiático. Y en eso se siente el impulso del Concilio. Pero existe un problema de enorme gravedad: la reforma de la Curia romana. Juan XXIII, por ejemplo, decidió llevar adelante el Concilio y su pontificado con independencia de ella.

 

• ¿Cómo nació en Juan XXIII la idea del Concilio?

- Es difícil decir cómo nace en Juan XXIII la idea de convocarlo. Es cierto que fue una decisión que tomó de modo personal... Habló poquísimos días antes con el secretario de Estado, comunicándole que haría el anuncio. No pidió parecer a la Curia, simplemente comunicó algo. Hay que pensar que Roncalli había viajado mucho por todo el mundo y probablemente se había dado cuenta de que el mundo camina y que la personificación del pontificado romano era ya un problema que resolver. Tanto es así que su convocatoria está hecha diciendo siempre: "les toca a ustedes, obispos, decidir"; ni quiso hacer un programa del Concilio, para que fueran los obispos los responsables. Fue elegido el 28 de octubre de 1958 y anunció el Concilio el 25 de enero de 1959. Evidentemente, no es una idea surgida en estos tres meses escasos. Es anterior.

 

• Ha hablado de colegialidad, de renovación, de diálogo... ¿Cómo se han aplicado estos términos desde el Concilio?

- Una palabra ha entrado en el lenguaje común: aggiornamento. Juan XXIII no habla casi nunca de reforma, mientras que inventa y después usa e "impone" la palabra aggiornamento, que él capta seguramente de la idea de los signos de los tiempos y que usa repetidamente, aunque luego el Concilio estuvo menos atento a este punto. El aggiornamento de la Iglesia consiste en estar continuamente dispuesta a adecuarse a una nueva y más profunda comprensión del Evangelio.

 

 ¿Y eso se ha cumplido?

- La vida de la Iglesia, la de los papas, es contradictoria, como la mía y la suya; no hay nada que sea absolutamente coherente, lineal; eso sólo existe en los libros, pero no en la realidad de la vida. Yo soy especialmente incoherente, un Papa lo será menos; pero junto a hechos muy significativos, hay otros, como por ejemplo el nombramiento de obispos, que es seguramente el punto negro de este pontificado. Inicialmente, el Papa hizo algunas elecciones de un grandísimo significado: bastaría poner el ejemplo de Martini en Milán, o de Danneels en Bruselas. Elecciones de gran lealtad, de gran apertura. Pero ahora, salvo algunas excepciones, son elecciones de bajo perfil, personas que deben garantizar ante todo que obedecerán, y luego se privilegia a quienes provienen o tienen simpatía por los movimientos.

 

 El Vaticano II abrió ciertas expectativas ecuménicas ¿siguen vigentes hoy?

- Ciertamente, durante el Concilio se hizo mucho por el ecumenismo. Después de 35 años vemos que se han abandonado los enfrentamientos y los intentos de convertir a la "verdadera fe" al protestante, al ortodoxo, al anglicano... Sin embargo, estoy convencido de que se ha empleado demasiado tiempo. En todas las lenguas, los textos conclusivos de los diálogos ecuménicos ocupan muchos volúmenes, pero las cosas permanecen como antes. Tanto es así que, en los últimos años, ha habido un enfriamiento también en el plano del diálogo, fruto tal vez de ciertas incoherencias...

Creo que, ante el ecumenismo, es muy hermoso lo que el Papa ha escrito y repetido no hace mucho en el Sinaí, que es necesario volver a hablar sobre el modo de ejercer el primado, algo que ya dijo Pablo VI. Pero no se puede continuar diciendo algo así para que luego todo se quede como está.

 

• ¿Usted diría que el actual pontificado ha desperdiciado buena parte de la herencia del Concilio?

- Sí y no. Por ejemplo, con sus viajes, el Papa ha iniciado una cierta des-romanización del pontificado. Antes, lo normal para un católico, y mucho más para un obispo, era ir a Roma; él, por el contrario, ha decidido ir a las Iglesias... Ciertamente, la movilidad de este Papa es un dato importante y positivo, que se debería poner en un imaginario elenco de aggiornamentos. Pero mientras Juan Pablo II va a la Iglesia, la Curia permanece en Roma. Y ésta es la cara negativa, porque la Curia continúa gobernando y el Papa queda excluido, o por lo menos al margen del mecanismo de gobierno.

 

• ¿Qué opina de la sugerencia del card. Martini de convocar un nuevo concilio?

- El propio Martini, pocos días después de su intervención en el Sínodo, me comentaba su disgusto por el modo en que había sido acogida su sugerencia, incluso con falsificaciones. He hablado después con algunas personas que estuvieron presentes en el Sínodo europeo y me han asegurado que hubo una explosión unánime de aplausos, pero luego fue negado en la conferencia de prensa. Y yo le decía a Martini que el problema no es cómo ha sido acogida la propuesta, sino el haber tenido la valentía de decir lo que ha dicho. Si en el 1500 alguien hubiera tenido el valor de decir que se necesitaba un concilio para resolver los problemas con Lutero -no en 1545, cuando tuvo lugar el Concilio-, la historia hubiera sido totalmente distinta. El cardenal de Milán no puede convocar un concilio, sólo sugerirlo, pero no deja de ser una voz importante. También Lehmann, el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, o el ex presidente de los obispos americanos se han pronunciado al respecto. Son hombres que tienen el convencimiento y la valentía de decirlo, y fácilmente son objeto de polémica o denuncia.

 

• Y la beatificación de Juan XXIII y Pío IX, ¿qué opinión le merece?

- De Pío IX como persona, no puedo opinar. Como Papa, fue el hombre que firmó condenas de muerte como soberano del Estado Pontificio. Pero el problema no es el hombre Pío IX, ni, en el fondo, el papa Pío IX, sino el concilio de Pío IX y el concilio de Juan XXIII. Hoy, en Roma, en la Curia, se tiene el convencimiento de que es necesario redimensionar, reformular el Vaticano II. Beatificando a Pío IX se da importancia al Vaticano I y, de alguna manera, se está diciendo que el Vaticano II (el concilio de Juan XXIII) debe ser leído a la luz del Vaticano I. Estoy también convencido de que, en el próximo cónclave la elección se jugará en torno a la actitud de los diferentes cardenales con derecho a voto hacia el Vaticano II. La verdadera división dentro del cónclave no será entre quién está a favor o quién en contra, porque hoy nadie osa decir que está en contra del Vaticano II. Pero sí entre quienes mantienen una postura que pretende reformularlo en continuidad con el Vaticano I y los que -como Martini o Lehmann- opinan que el Vaticano II ha constituido un paso nuevo para la vida de la Iglesia.

                                                                                     José L. Celada




viernes, 10 de abril de 2009

POBRES EN UNA SOCIEDAD RICA

Noticias Obreras

Vamos a situarnos en el cuarto trimestre de 1996. España cuenta con 39,5 millones de habitantes. De ellos, sólo 12,6 millones están ocupados. Tenemos una renta per capita de trece mil euros y nos tocaba sostener a 3,7 millones de parados y a 15,5 millones de inactivos. Cada ocupado debía sostener a 1,5 personas paradas o inactivas.

La situación actual ha cambiado notablemente. De 39,5 hemos pasado a 46 millones de habitantes. De 12,6 millones de ocupados hemos pasado a 20 millones. Nuestra renta per capita se ha incrementado hasta superar los veintitrés mil euros, y el número de personas inactivas o paradas se ha reducido a 15,3 millones de inactivos y 3,5 millones de parados. Cada ocupado debe sostener a 0,9 personas paradas o inactivas.

Esto quiere decir que en el año 96 cada 10 ocupados debían sostener a 15 inactivos y parados, mientras que ahora deben sostener a 9. Además, ahora contamos con muchos más recursos gracias al incremento de la renta.

Como conocemos a muchos trabajadores que se han quedado en la estacada y sabemos que hay otros muchos que van a quedar excluidos en los próximos meses, no vamos a ser nosotros los que neguemos la dureza de la crisis que estamos padeciendo. Pero lo que nos parece inmoral es que no se ponga al servicio de las víctimas toda la riqueza generada en estos años. Nos parece inmoral que a medida que nos hacemos más ricos nos volvamos más individualistas, catastrofistas e insolidarios. Nos parece inmoral que el presidente del BBVA haya ganado el pasado año, entre sueldo y pensiones, 16 millones de euros, (2.662 millones de pesetas) y lo justifique diciendo que su sueldo «está en línea con los niveles internacionales». Nos parece inmoral que pidan abaratar el despido mientras que, según informan algunos medios de comunicación, si despidieran a este señor cobraría 81 millones de euros.

Este señor ha declarado que es necesario un gran pacto nacional «para afrontar esta situación de verdadera emergencia nacional». Estas declaraciones se unen a otras del presidente de los empresarios, del presidente del Banco de España, y de otros presidentes que reclaman medidas excepcionales referidas a congelar salarios, reducir impuestos, favorecer despidos, incrementar la flexibilidad y subvencionar a los sectores en crisis, como ya se ha hecho con la banca. Medidas que son las de siempre: menos para los pobres y más para los ricos. A estos señores hay que preguntarles ¿Dónde está la riqueza que hemos creado entre todos? ¿Quiénes sois vosotros para ganar en un año lo que bastaría para sacar de la crisis a miles de familias?

Mirado desde la fe de la Iglesia, el problema del capitalismo no es sólo que genera injusticia, genera también deshumanización, adormece las conciencias, justifica la injusticia, la riqueza y la pobreza. Pero sabemos que no es así, sabemos que no es humano que unos naden en la abundancia mientras que otros carecen de lo necesario, y sabemos que esto es válido tanto para el presidente del BBVA como para todo aquel que utiliza (utilizamos) para sí más de lo necesario, porque eso quiere decir que estamos utilizando recursos que pertenecen a otros. Y si lo sabemos, tenemos la responsabilidad de evitarlo y somos culpables si no lo intentamos.

No queremos negar la crisis económica, pero tampoco queremos que la crisis económica oculte la crisis moral que padecemos, entre otras cosas porque mientras que no solucionemos ésta, tampoco tendrá solución aquella



miércoles, 8 de abril de 2009

ANTE LA CRISIS ECLESIAL

ANTE LA CRISIS ECLESIAL

08-Abril-2009    Juan Antonio Estrada, Imanol Zubero y 290 más

Somos conscientes de que este escrito es un procedimiento extraordinario, pero nos parece que también es extraordinaria la causa que lo motiva: la pérdida de credibilidad de la institución católica que, en buena parte, es justificada y que los medios de comunicación han convertido ya en oficial, está alcanzando cotas preocupantes. Este descrédito puede servir de excusa a muchos que no quieren creer, pero es también causa de dolor y desconcierto para muchos creyentes. A ellos nos dirigimos principalmente.

  • 1.- La Iglesia fue definida desde antiguo como santa y pecadora, “casta prostituta”. Crisis graves no han faltado nunca en su historia, y la actual puede dolernos pero no sorprendernos. Toda crisis es siempre una oportunidad de crecimiento, si sabemos en estos momentos “no avergonzarnos del Evangelio” y amar a nuestra madre. Sabiendo que el amor a una madre enferma no consiste en negar o disimular su enfermedad sino en sufrir con ella y por ella. Si deseamos una Iglesia mejor no es para militar en el club de los mejores, sino porque el evangelio de Dios en Jesucristo se la merece.
  • 2.- No hay aquí espacio para largos análisis, pero parece claro que la causa principal de la crisis es la infidelidad al Vaticano II y el miedo ante las reformas que exigía a la Iglesia. Ya durante el Concilio se hicieron durísimas críticas a la curia romana. Más tarde Pablo VI intentó poner en marcha una reforma de esa curia, que ésta misma bloqueó. Es muy fácil después convertir a un papa concreto en cabeza de turco de los fallos de la Curia. Por eso preferimos expresar desde aquí nuestra solidaridad con Benedicto XVI, a nivel personal y a pesar de las diferencias que puedan existir a niveles ideológicos: porque sabemos que los papas no son más que pobres hombres como todos nosotros, que no deben ser divinizados. Y que si algún error grave se cometió en todos los pontificados anteriores fue precisamente el dejar bloqueada esa urgente reforma del entorno papal.
  • 3.- Una de las consecuencias de ese bloqueo es el injusto poder de la curia romana sobre el colegio episcopal, que deriva en una serie de nombramientos de obispos al margen de las iglesias locales, y que busca no los pastores que cada iglesia necesita, sino peones fieles que defiendan los intereses del poder central y no los del pueblo de Dios.
  • Ello tiene dos consecuencias cada vez más perceptibles: una es la doble actitud de mano tendida hacia posturas lindantes con la extrema derecha autoritaria (aunque sean infieles al evangelio e incluso ateas), y de golpes inmisericordes contra todas las posturas afines a la libertad evangélica, a la fraternidad cristiana y a la igualdad entre todos los hijos e hijas de Dios, tan clamorosamente negada hoy. Otra consecuencia es la incapacidad para escuchar, que hace que la institución esté cometiendo ridículos mayores que los del caso Galileo (pues éste, aunque tenía razón en su intuición sobre el movimiento de los astros, no la tenía en sus argumentos; mientras que hoy la ciencia parece suministrar datos que la Curia prefiere desconocer: por ejemplo en problemas referentes al inicio y al fin de la vida). La proclamada síntesis entre fe y razón se ve así puesta en entredicho.

  • 4.- Pero más allá de los diagnósticos, quisiéramos ayudar a actitudes de fe animosa y paciente para estas horas negras del catolicismo romano. Dios es más grande que la institución eclesial, y la alegría que brota del Evangelio capacita hasta para cargar con esos pesos muertos. No vamos a romper con la Iglesia, ni aunque hayamos de soportar las iras de parte de su jerarquía. Pero tememos la lección que nos dejó la historia: las dos veces en que el clamor por una reforma de la Iglesia fue universal y desoído por Roma, están relacionadas con las dos grandes rupturas del cristianismo: la de Focio y la de Lutero. Ello no significa que la ruptura fuese legítima: sólo queremos decir que no pueden tensarse las cuerdas demasiado. Tampoco vamos a romper, porque la Iglesia a la que amamos es mucho más que la curia romana: sabemos bien que apenas hay infiernos en esta tierra donde no destaque la presencia callada de misioneros, o de cristianos que dan al mundo el verdadero rostro de la Iglesia.
  • 5.- Durante gran parte de su historia, la Iglesia fue una plataforma de palabra libre. Hoy nadie creerá que un santo tan amable como Antonio de Padua pudiera predicar públicamente que mientras Cristo había dicho “apacienta mis ovejas”, los obispos de su época se dedicaban a ordeñarlas o trasquilarlas. Ni que el místico san Bernardo escribiera al papa que no parecía sucesor de Pedro sino de Constantino, para seguir peguntando: “¿hacían eso san Pedro o San Pablo? Pero ya ves cómo se pone a hervir el celo de los eclesiásticos para defender su dignidad”. Y terminar diciendo: “se indignan contra mí y me mandan cerrar la boca diciendo que un monje no tiene por qué juzgar a los obispos. Más preferiría cerrar los ojos para no ver lo que veo”… Precisamente comentando este tipo de palabras, escribía en 1962 el papa actual (en un artículo titulado “libertad de espíritu y obediencia”): “¿es señal de que han mejorado los tiempos si los teólogos de hoy no se atreven a hablar de esa forma? ¿O es una señal de que ha disminuido el amor, que se ha vuelto apático y ya no se atreve a correr el riesgo del dolor por la amada y para ella?”.
  • Así quisiéramos hablar: no nos sentimos superiores, pues conocemos bien, en nosotros mismos, cuál es la hondura del pecado humano. La Escritura, hablando de los grandes profetas, enseña que su destino no es el protagonismo sino la incomprensión; y ante eso nos obligan las palabras del apóstol Pablo: “si nos ultrajan bendeciremos, si nos persiguen aguantaremos, si nos difaman rogaremos”. Pero nos sentimos llamados a gritar porque también hay allí una imprecación impresionante que tememos tenga aplicación a nuestro momento actual: “¡por vuestra causa es blasfemado el nombre de Dios entre las gentes!”.

    “Fijos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe” sabemos que podemos superar estos momentos duros sin perder la paciencia ni el buen humor ni el amor hacia todos, incluidos aquellos cuyo gobierno pastoral nos sentimos obligados a criticar. Este es el testimonio que quisiéramos dar con estas líneas.

      Juan Antonio Estrada, Imanol Zubero y las firmas que siguen

    martes, 7 de abril de 2009

    VIA CRUCIS

    Rony Enrique Ríos Guzmán


    Allí estaba, frente a la jueza, custodiado por esos dos policías que lo habían acosado y perseguido todo el tiempo sin haberle podido probar ningún delito, hasta hoy que lo habían capturado por tratar que dos antiguos amigos enmendaran su conducta.

    – Diga su nombre, edad, ocupación y cómo se declara– le preguntó

    – Chuspueblo, 33 años, soy todólogo e inocente– respondió

    Solo decía la verdad pero sintió como que su respuesta no le agradó a la jueza. Los policías insistían en que era la tercera vez que lo habían sorprendido en algo ilícito: La primera, un año atrás, había sido sorprendido robando un pan. Lo recordaba bien porque llevaba 4 días sin comer, mendigando por todos lados sin que nadie le diera nada. Buscando algún trabajito: cuidar carros, arreglar un jardín, hacer algún mandado, lo que fuera, pero al final….. nada. El hambre se hizo insoportable y al ver a un panadero con su canasto sobre el hombro, no soportó la tentación y tomó un pan. Estos mismos policías lo habían agarrado y lo habían llevado ante el Comisario. En el camino había encontrado a su madre y a otras amigas, quienes lo acompañaron y lo defendieron ante el jefe de la policía. Debido a que no había parte pidiente, el Comisario se compadeció de él y lo dejó en libertad.

    Tres meses antes había sucedido el segundo incidente. Se encontró a la Vero, una amiga a quien tenía años de no ver, quien le contó que trabajaba en una maquila. Le comentó lo mal que les pagaban, el poco tiempo que les daban para almorzar, la falta de permisos hasta para ir al baño y que les descontaban el día y el séptimo si llegaban más de 10 minutos tarde. Chus ofreció ayudarle a ella y a otras amigas que estuvieran interesadas. Le comentó que tiempo atrás él había estado trabajando en una fábrica durante 12 meses donde había logrado iniciar la organización rudimentaria de un sindicato pero el dueño lo había despedido al enterarse del asunto.

    Tratando de buscar un lugar seguro para reunirse con la Vero y sus amigas tropezó con el problema que casi no habían salones en el vecindario. Los pocos disponibles tenían un costo muy alto por su alquiler. Al fin encontró una casa, que según le dijo un vecino del lugar, estaba abandonada pues sus dueños se encontraban en los Estados. Cuando Chus se había subido a la pared exterior para dar un vistazo general, este vecino que resultó ser el dueño de la casa en mención, llamó a la policía y le acusó de ladrón y de pandillero. La misma pareja de policías que lo aprehendieron ahora, habían acudido al llamado y en plena vía pública, lo desnudaron buscándole tatuajes que lo identificaran con alguna mara. Al no encontrárselos y debido a que el vecino rehusó presentarse como acusador, lo tuvieron que dejar libre nuevamente.

    Y luego esta tercera vez. Se encontró accidentalmente con 2 antiguos conocidos de su infancia que lamentablemente habían desviado su camino. Estaban en una esquina fumando mariguana y lo invitaron a que probara. El se rehusó y trató de convencerlos de que dejaran esa vida y se dedicaran a algo útil y productivo. Ellos le insistieron y le dieron un paquete de la hierba para que la conociera y viera su calidad. Él se los devolvió y les dijo que no le interesaba. Que lo que quería era ayudarlos para que cambiaran su vida. Justo en ese momento salieron corriendo en diferentes direcciones y él, sorprendido por tal acción, volvió la vista. Al divisar a los mismos 2 policías que se abalanzaban sobre él para atraparlo, supo que era su condenación.

    Parecía que había venido al mundo para sufrir y perder. Desde el día de su nacimiento empezó su destino equivocado: doña Maruca, su madre, ya con dolores de parto, decidió ir a ver a una familiar, con tan mala suerte que dió a luz en el autobús. Al llevarlos al hospital no les atendieron por estar los trabajadores en un “paro laboral”.

    Luego en su niñez no pudo estudiar ya que nunca lo lograron inscribir. Por más que madrugaba su madre y aunque consiguiera el formulario inicial, cuando en la entrevista llegaban a la sección de ocupación de los padres era cuando le decían que ya no había espacio:

    – ¿Su nombre y ocupación señora? –

    – María López, me estoy en la casa y a veces lavo y plancho ajeno –

    – ¿Y el de su esposo? –

    –José García. El trabaja algo de carpintería, pinta casas y los chapucitos que le salen de vez en cuando. Le hace a todo un poquito –

    Chus aprendió a leer un poco con su papá mientras le ayudaba algo en los pocos trabajos que lograba conseguir, y después tuvo que trabajar fuera de su casa: estuvo de ayudante de albañil, de peón, cargó bultos en el mercado, ayudante de cocina en un restaurante. Allí fue donde conoció al dueño de una fábrica, a donde después fue a trabajar. Estuvo laborando un año en ese lugar pero lo despidieron y ahora se ganaba la vida con los trabajitos que lograba obtener.

    – ¿Dónde tenía escondida la droga el joven?—

    La pregunta que la jueza hacía a los policías lo volvió a la realidad. Ellos dijeron que la habían encontrado tirada como a 3 metros del acusado. La magistrada les explicó que en ese caso no podía ordenar la detención y que tenía que dejarlo en libertad. Ellos se opusieron pues les costaba mucho atrapar ladrones y malhechores para que los dejaran libres solo por capricho de algunos abogados. La jurista se molestó mucho y le dijo a Chuspueblo que podía retirarse mientras se quedó discutiendo con los policías.

    Al ver que Chuspueblo salía del juzgado, los policías volvieron con sus argumentos para ver si podían revocar la decisión, pero la jueza les rebatió que nada podía hacer ella sin pruebas fehacientes de la culpabilidad de alguien.

    —A mí me tienen atada las leyes y reglamentos, el Ministerio Público y el Consejo de la Carrera Judicial porque si dictamino algo ilícito, sería sancionada arriesgando incluso hasta mi empleo. Yo estoy conciente que esta gentuza no debería de estar molestando a la población pero legalmente no puedo hacer nada. Pero ustedes tienen la ventaja de trabajar libres en las calles, tienen armas y en casos severos incluso pueden argumentar que cualquier cosa ocurrió en defensa propia. Incluso, si llegaran a necesitarlo, cuentan con mi apoyo aduciendo que este marero salió insultándolos de aquí. Así que si ustedes están muy preocupados por el futuro de ese maleante, hagan lo que tengan que hacer—concluyó la jueza.

    Ni lerdos ni perezosos los dos policías salieron corriendo en busca de Chuspueblo. A las cinco cuadras vieron que caminaba en forma despreocupada. Con sumo cuidado empezaron a seguirlo, hasta que llegaron a un callejón estrecho. Se oyeron 4 disparos y luego se vió a los policías cuando huyeron corriendo, so pretexto de perseguir al autor de los disparos

    ………..…Al despedir el féretro en el cementerio varios asistentes tomaron la palabra para expresar sus sentimientos. El último orador mencionó la lucha constante que siempre había mantenido el ahora fallecido por defender a los menesterosos, a las trabajadoras de maquila, a los niños de la calle, en general, a la gente como él. Dijo que alguien muere solo cuando lo olvidan y Chuspueblo nunca moriría realmente porque siempre lo recordarían. Con lágrimas en los ojos empezó a cantar:

    “Vos estarás resucitando, en cada brazo que se alza, para defender al pueblo del dominio explotador, porque estás vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela, creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección, vos estás vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela, creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección” .

     

    Rony Ríos. Guatemala