jueves, 30 de junio de 2011

"EL OBISPO DE GETAFE NO HA CONCEDIDO EL 'NIHIL OBSTAT' AL LIBRO SOBRE MARCOS DE PAGOLA"

ENTREVISTA A JOSÉ IGNACIO MUNILLA, OBISPO DE SAN SEBASTIÁN

José Ignacio Munilla celebra hoy el 25 aniversario de su ordenación sacerdotal. Lo hace «inmensamente feliz» y convencido de que el hecho de haber seguido su vocación lo convierte «más en un privilegiado que en una víctima sacrificada». El prelado sale al paso de las informaciones publicadas recientemente sobre el caso Pagola y asegura que la Conferencia episcopal no ha tenido nada que ver en el caso del libro sobre Marcos del sacerdote guipuzcoano José Antonio Pagola. Fue el "obispo de Getafe el que no le concedió el 'nihil obstat'" a la obra. Dice, además, que «cuando una ley humana se sitúa por encima de la ley de Dios tenemos una obligación de desobediencia» y que «a veces confundimos democracia con un endiosamiento del Estado». Lo entrevistaJavier Guillenea en Diario Vasco.

- Hoy a las 19.30 celebrará en la catedral del Buen Pastor el 25 aniversario de su ordenación sacerdotal. ¿Qué siente?

- En las bodas de plata quiero compartir mi alegría de ser sacerdote. Si mil veces volviese a nacer, mil veces volvería a ser sacerdote. Siento que es una gracia muy grande responder a una llamada de Dios para seguir a Jesucristo al servicio de los demás. Para mí lo más grande de ser cura es ser instrumento de Dios.

- ¿En estos 25 años qué ha cambiado en la Iglesia?

- Quizás hace 25 años por ser sacerdotes todavía teníamos socialmente más prestigio, más consideración, pero aunque haya avanzado mucho el materialismo y la secularización, sigue siendo verdad aquello que decía Bernanos de que 'un cura menos, cien brujos más'.

- ¿Hay más brujos que nunca?

- El hombre tiene una religiosidad natural y cuando esa religiosidad no se encauza hacia una religión revelada por Dios en Jesucristo muchas veces se suele encauzar hacia determinados productos que yo llamaría de consumo espiritual y que ofrecen una especie de metodologías de búsqueda de paz interior, de métodos de relajación o controles mentales con los que se quiere hacer una especie de sucedáneo de la religiosidad.

- ¿Qué ha encontrado más gratificante en su sacerdocio?

- La gente no es consciente de ello, pero suele tener lugar en la intimidad del tú a tú. A veces lo más bonito del sacerdocio lo he vivido en momentos en los que a una persona que me ha confesado sus pecados con mucho dolor le he dicho 'en nombre de Jesús te perdono tus pecados', y he visto cómo ha llorado de alegría. Yo destacaría también la alegría de ser sacerdote y aprovecharía para decir a los jóvenes que si alguno se siente llamado por Cristo, desde luego no se va a arrepentir, va a ser inmensamente feliz. Mucha gente habla de la renuncia de los curas y es verdad que renunciamos a algunas cosas, pero lo hacemos por algo muy superior. Nos consideramos más unos privilegiados que unas víctimas sacrificadas.

- El teólogo Juan José Tamayo dijo la pasada semana en San Sebastián que el Papa ha dinamitado todos los puentes con la modernidad y achacó a esta postura la crisis del cristianismo.

- Si esa teoría fuese cierta a Juan José Tamayo le vería rodeado de jóvenes y al Papa sin ningún joven a su alrededor, y pasa justamente lo contrario: al Papa estamos a punto de verle rodeado por cientos de miles de jóvenes. No veo que sean ciertas las teorías de que una forma de interpretar desde un punto de vista liberal el Evangelio tendría que arrastrar consigo a los jóvenes.

- Tamayo afirmó también que Juan Pablo II y Benedicto XVI conocían casos de pederastia y no hicieron nada para evitarlo.

- Es una acusación que no está sostenida en ninguna prueba concreta. Lo que sí es cierto, y eso es verificable, son todos los pasos que ambos papas han dado para erradicar por completo ese mal. Ahora en concreto la Iglesia ha convocado una conferencia internacional en la Santa Sede para establecer fórmulas para lograrlo. Que haga esto significa que es una iglesia que no esconde sino que, además de extirpar los casos y aplicar la política de tolerancia cero, intenta ver cómo se sanan las heridas. Estamos queriendo erradicar un mal.

- Un mal que demuestra que los sacerdotes también son humanos.

- Somos conscientes de que en el sacerdocio existen muchos riesgos pero al mismo tiempo que en el resto de la sociedad, porque no es verdad que se haya demostrado que el índice de pederastia en el seno de la Iglesia católica sea superior al de ninguna otra institución.

- La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe ha denegado el 'nihil obstat' (nada que objetar) al segundo libro de José Antonio Pagola sobre los evangelios. ¿Se quiere acabar con un foco de disensión interna?

- Con bastante frecuencia saltan a la luz pública disfrazadas de filtraciones, consideraciones incompletas y descontextualizadas atribuidas a la Iglesia sobre las obras de determinados teólogos, y en concreto, de José Antonio Pagola. Desgraciadamente, se esta extendiendo a la prensa escrita el género literario de algunos blogs de internet, donde se utilizan las mentiras, las medias verdades y las insidias, que confunden a los lectores y provocan la desafección contra los obispos y la división entre los cristianos. Se mete presión para dificultar la labor serena de la Iglesia y se enciende el ventilador de la descalificación. La Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal no ha intervenido en el 'nihil obstat' al libro sobre San Marcos de José Antonio Pagola. Es bien conocido que los organismos de la Conferencia Episcopal no tienen competencia alguna en el 'nihil obstat' requerido a un obispo diocesano. Los hechos son los siguientes: José Antonio Pagola pidió el 'nihil obstat' y el Imprimatur de su libro sobre San Marcos al obispo de Getafe, porque la editorial que publica el libro está ubicada en aquella diócesis. El obispo de Getafe, después de un estudio detallado, no lo ha concedido

- ¿Cree que las tesis de Pagola y Tamayo son las de gran parte de los cristianos de Gipuzkoa?

- Me parece muy importante no mezclar a José Antonio Pagola con Juan José Tamayo. Tamayo se sitúa en una posición de confrontación absoluta con la Iglesia católica, es un hombre que se secularizó, que se salió del sacerdocio y está en esa tesitura de confrontación máxima. Haríamos un flaquísimo favor a don José Antonio Pagola si los metiésemos en el mismo saco.

- ¿Se siente mirado con lupa por el clero guipuzcoano?

- A mí el Señor me ha concedido la gracia de ser natural y sentirme a gusto con todo el mundo. Hace poco me han enviado un correo electrónico con la frase 'ama como si nunca te hubiesen herido y baila como si nadie te estuviese mirando'. Yo le pido a Dios tener la gracia de actuar con naturalidad aunque te estén enfocando, no siento ningún peso de observación.

- ¿Se siente integrado?

- Sí. Me ha ayudado muchísimo ser hijo de esta tierra.

- ¿Tenía miedo cuando llegó a Gipuzkoa?

- Vamos a reconocer que la llegada fue un poco especial por varios motivos. Todo aquello causaba tal expectación que uno no podía calcular las cosas, pero estoy contento y doy gracias a Dios por cómo va todo. Soy consciente de que tenemos mucho que caminar aunque parece que vamos en el buen sentido.
Dignidad humana

- La Conferencia Episcopal ha dicho que la ley de muerte digna no es justa y no debe ser obedecida. Perdone que se lo diga, pero parece una consigna revolucionaria.

- Nosotros siempre hemos dicho que la conciencia está por encima de la ley, no la ley por encima de la conciencia. No es que seamos insumisos, porque la moral católica predica la obediencia a la ley humana, pero es verdad que cuando una ley humana se sitúa en contra de la ley de Dios tenemos una obligación de desobediencia. La dignidad humana está antes que las leyes, es prejurídica. Este es el sentido en el que la Conferencia Episcopal utilizó esa expresión. No es una llamada a la insumisión sino a la fidelidad a la conciencia.

- ¿No puede dar pie esta postura a que otros grupos o confesiones incumplan una ley porque no les parece justa?

- Lo que la Iglesia dice es sencilla y llanamente que en la aplicación de la ley un parlamento no tiene autoridad moral para que nosotros actuemos en contra de nuestra propia conciencia. Si alguien más dijese eso, aparte de la Iglesia católica, haríamos un bien a la sociedad. A veces confundimos democracia con un endiosamiento del Estado, cuando obviamente el Estado está llamado al respeto de la conciencia de la familia. No es un dios que se pueda poner por encima de la propia conciencia.

-¿Y dónde están los límites de lo que se considera una ley justa? ¿Quién los marca?

- El respeto a la ley natural. Una persona puede estar en contra del sistema de impuestos y no pagarlos, pero para que uno tenga la obligación en conciencia de desobedecer una ley humana estaremos hablando de una ley que viola directamente la ley natural, el reconocimiento a la dignidad del hombre.

- ¿La visita del Papa a España entre el 18 y el 21 de agosto para participar en la XXVI Jornada Mundial de la Juventud puede quedar enturbiada por esta polémica?

- No. Se trata de una visita con un claro ámbito internacional. Es un encuentro mundial de la juventud que ha ido rotando por todo el mundo, con lo cual las circunstancias nacionales no influyen mucho.

- ¿Qué mensaje del Papa cree que esperan los jóvenes?

- Me parece va a intentar transmitir una imagen del cristianismo atrayente, entendiendo que no es un peso sino que más bien nos da unas alas que nos permiten volar y ver la vida no sin dificultades sino con una capacidad de esperanza mayor.

"EL OBISPO DE GETAFE NO HA CONCEDIDO EL 'NIHIL OBSTAT' AL LIBRO SOBRE MARCOS DE PAGOLA"

José Ignacio Munilla celebra hoy el 25 aniversario de su ordenación sacerdotal. Lo hace «inmensamente feliz» y convencido de que el hecho de haber seguido su vocación lo convierte «más en un privilegiado que en una víctima sacrificada». El prelado sale al paso de las informaciones publicadas recientemente sobre el caso Pagola y asegura que la Conferencia episcopal no ha tenido nada que ver en el caso del libro sobre Marcos del sacerdote guipuzcoano José Antonio Pagola. Fue el "obispo de Getafe el que no le concedió el 'nihil obstat'" a la obra. Dice, además, que «cuando una ley humana se sitúa por encima de la ley de Dios tenemos una obligación de desobediencia» y que «a veces confundimos democracia con un endiosamiento del Estado». Lo entrevistaJavier Guillenea en Diario Vasco.

- Hoy a las 19.30 celebrará en la catedral del Buen Pastor el 25 aniversario de su ordenación sacerdotal. ¿Qué siente?

- En las bodas de plata quiero compartir mi alegría de ser sacerdote. Si mil veces volviese a nacer, mil veces volvería a ser sacerdote. Siento que es una gracia muy grande responder a una llamada de Dios para seguir a Jesucristo al servicio de los demás. Para mí lo más grande de ser cura es ser instrumento de Dios.

- ¿En estos 25 años qué ha cambiado en la Iglesia?

- Quizás hace 25 años por ser sacerdotes todavía teníamos socialmente más prestigio, más consideración, pero aunque haya avanzado mucho el materialismo y la secularización, sigue siendo verdad aquello que decía Bernanos de que 'un cura menos, cien brujos más'.

- ¿Hay más brujos que nunca?

- El hombre tiene una religiosidad natural y cuando esa religiosidad no se encauza hacia una religión revelada por Dios en Jesucristo muchas veces se suele encauzar hacia determinados productos que yo llamaría de consumo espiritual y que ofrecen una especie de metodologías de búsqueda de paz interior, de métodos de relajación o controles mentales con los que se quiere hacer una especie de sucedáneo de la religiosidad.

- ¿Qué ha encontrado más gratificante en su sacerdocio?

- La gente no es consciente de ello, pero suele tener lugar en la intimidad del tú a tú. A veces lo más bonito del sacerdocio lo he vivido en momentos en los que a una persona que me ha confesado sus pecados con mucho dolor le he dicho 'en nombre de Jesús te perdono tus pecados', y he visto cómo ha llorado de alegría. Yo destacaría también la alegría de ser sacerdote y aprovecharía para decir a los jóvenes que si alguno se siente llamado por Cristo, desde luego no se va a arrepentir, va a ser inmensamente feliz. Mucha gente habla de la renuncia de los curas y es verdad que renunciamos a algunas cosas, pero lo hacemos por algo muy superior. Nos consideramos más unos privilegiados que unas víctimas sacrificadas.

- El teólogo Juan José Tamayo dijo la pasada semana en San Sebastián que el Papa ha dinamitado todos los puentes con la modernidad y achacó a esta postura la crisis del cristianismo.

- Si esa teoría fuese cierta a Juan José Tamayo le vería rodeado de jóvenes y al Papa sin ningún joven a su alrededor, y pasa justamente lo contrario: al Papa estamos a punto de verle rodeado por cientos de miles de jóvenes. No veo que sean ciertas las teorías de que una forma de interpretar desde un punto de vista liberal el Evangelio tendría que arrastrar consigo a los jóvenes.

- Tamayo afirmó también que Juan Pablo II y Benedicto XVI conocían casos de pederastia y no hicieron nada para evitarlo.

- Es una acusación que no está sostenida en ninguna prueba concreta. Lo que sí es cierto, y eso es verificable, son todos los pasos que ambos papas han dado para erradicar por completo ese mal. Ahora en concreto la Iglesia ha convocado una conferencia internacional en la Santa Sede para establecer fórmulas para lograrlo. Que haga esto significa que es una iglesia que no esconde sino que, además de extirpar los casos y aplicar la política de tolerancia cero, intenta ver cómo se sanan las heridas. Estamos queriendo erradicar un mal.

- Un mal que demuestra que los sacerdotes también son humanos.

- Somos conscientes de que en el sacerdocio existen muchos riesgos pero al mismo tiempo que en el resto de la sociedad, porque no es verdad que se haya demostrado que el índice de pederastia en el seno de la Iglesia católica sea superior al de ninguna otra institución.

- La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe ha denegado el 'nihil obstat' (nada que objetar) al segundo libro de José Antonio Pagola sobre los evangelios. ¿Se quiere acabar con un foco de disensión interna?

- Con bastante frecuencia saltan a la luz pública disfrazadas de filtraciones, consideraciones incompletas y descontextualizadas atribuidas a la Iglesia sobre las obras de determinados teólogos, y en concreto, de José Antonio Pagola. Desgraciadamente, se esta extendiendo a la prensa escrita el género literario de algunos blogs de internet, donde se utilizan las mentiras, las medias verdades y las insidias, que confunden a los lectores y provocan la desafección contra los obispos y la división entre los cristianos. Se mete presión para dificultar la labor serena de la Iglesia y se enciende el ventilador de la descalificación. La Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal no ha intervenido en el 'nihil obstat' al libro sobre San Marcos de José Antonio Pagola. Es bien conocido que los organismos de la Conferencia Episcopal no tienen competencia alguna en el 'nihil obstat' requerido a un obispo diocesano. Los hechos son los siguientes: José Antonio Pagola pidió el 'nihil obstat' y el Imprimatur de su libro sobre San Marcos al obispo de Getafe, porque la editorial que publica el libro está ubicada en aquella diócesis. El obispo de Getafe, después de un estudio detallado, no lo ha concedido

- ¿Cree que las tesis de Pagola y Tamayo son las de gran parte de los cristianos de Gipuzkoa?

- Me parece muy importante no mezclar a José Antonio Pagola con Juan José Tamayo. Tamayo se sitúa en una posición de confrontación absoluta con la Iglesia católica, es un hombre que se secularizó, que se salió del sacerdocio y está en esa tesitura de confrontación máxima. Haríamos un flaquísimo favor a don José Antonio Pagola si los metiésemos en el mismo saco.

- ¿Se siente mirado con lupa por el clero guipuzcoano?

- A mí el Señor me ha concedido la gracia de ser natural y sentirme a gusto con todo el mundo. Hace poco me han enviado un correo electrónico con la frase 'ama como si nunca te hubiesen herido y baila como si nadie te estuviese mirando'. Yo le pido a Dios tener la gracia de actuar con naturalidad aunque te estén enfocando, no siento ningún peso de observación.

- ¿Se siente integrado?

- Sí. Me ha ayudado muchísimo ser hijo de esta tierra.

- ¿Tenía miedo cuando llegó a Gipuzkoa?

- Vamos a reconocer que la llegada fue un poco especial por varios motivos. Todo aquello causaba tal expectación que uno no podía calcular las cosas, pero estoy contento y doy gracias a Dios por cómo va todo. Soy consciente de que tenemos mucho que caminar aunque parece que vamos en el buen sentido.
Dignidad humana

- La Conferencia Episcopal ha dicho que la ley de muerte digna no es justa y no debe ser obedecida. Perdone que se lo diga, pero parece una consigna revolucionaria.

- Nosotros siempre hemos dicho que la conciencia está por encima de la ley, no la ley por encima de la conciencia. No es que seamos insumisos, porque la moral católica predica la obediencia a la ley humana, pero es verdad que cuando una ley humana se sitúa en contra de la ley de Dios tenemos una obligación de desobediencia. La dignidad humana está antes que las leyes, es prejurídica. Este es el sentido en el que la Conferencia Episcopal utilizó esa expresión. No es una llamada a la insumisión sino a la fidelidad a la conciencia.

- ¿No puede dar pie esta postura a que otros grupos o confesiones incumplan una ley porque no les parece justa?

- Lo que la Iglesia dice es sencilla y llanamente que en la aplicación de la ley un parlamento no tiene autoridad moral para que nosotros actuemos en contra de nuestra propia conciencia. Si alguien más dijese eso, aparte de la Iglesia católica, haríamos un bien a la sociedad. A veces confundimos democracia con un endiosamiento del Estado, cuando obviamente el Estado está llamado al respeto de la conciencia de la familia. No es un dios que se pueda poner por encima de la propia conciencia.

-¿Y dónde están los límites de lo que se considera una ley justa? ¿Quién los marca?

- El respeto a la ley natural. Una persona puede estar en contra del sistema de impuestos y no pagarlos, pero para que uno tenga la obligación en conciencia de desobedecer una ley humana estaremos hablando de una ley que viola directamente la ley natural, el reconocimiento a la dignidad del hombre.

- ¿La visita del Papa a España entre el 18 y el 21 de agosto para participar en la XXVI Jornada Mundial de la Juventud puede quedar enturbiada por esta polémica?

- No. Se trata de una visita con un claro ámbito internacional. Es un encuentro mundial de la juventud que ha ido rotando por todo el mundo, con lo cual las circunstancias nacionales no influyen mucho.

- ¿Qué mensaje del Papa cree que esperan los jóvenes?

- Me parece va a intentar transmitir una imagen del cristianismo atrayente, entendiendo que no es un peso sino que más bien nos da unas alas que nos permiten volar y ver la vida no sin dificultades sino con una capacidad de esperanza mayor.




lunes, 27 de junio de 2011

LA IGLESIA NIEGA LA COMUNIÓN A LOS DIVORCIADOS, MENOS A COSPEDAL

El arzobispo en persona le ofreció la hostia consagrada en la misa del Corpus

Carlos Isarte, en 'El Plural.com'

Los sacerdotes de la Diócesis de Toledo están que trinan, y algunos han decidido dirigirse al arzobispo toledano, Braulio Rodríguez, para solicitarle su autorización y poder ofrecer la comunión a los divorciados, como así sucedió en la misa del Corpus con la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores Cospedal, que recibió la hostia consagrada de manos del mismísimo prelado, contraviniendo las órdenes del Papa Benedicto XVI y el Código de Derecho Canónico. “¿Por qué Cospedal puede comulgar y el resto de los divorciados no?”, dice un párroco de la zona de Talavera en declaraciones a ELPLURAL.COM.
El cura, que prefiere guardar el anonimato por ahora, señala el artículo 915 del Derecho Canónico que, entre otras cuestiones, establece: “No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave”, como es el caso de “la situación conyugal de la señora presidenta de Castilla-La Mancha”, señala a elplural.com

Doble divorcio. ¿Doble pecado?
Para la Iglesia católica, María Dolores Cospedal se encuentra en una situación objetiva de pecado porque Roma no admite el divorcio y, por lo tanto, reprueba a todos aquellos que rompen la indisolubilidad del matrimonio para luego casarse. En el caso de la presidenta castellano-manchega la infracción eclesiástica es doble, porque no solo ella es divorciada, también su actual marido es separado de su primer matrimonio. Así las cosas, la Santa Sede no titubea al asegurar que éstos (los divorciados) “están impedidos, según la legislación vigente, de recibir la comunión”. O lo que es lo mismo, pueden ir a misa, pero no comulgar. Todo esto sin tener en cuenta que en su momento fue madre soltera, estatus social no aceptado por la Iglesia y particularidad que la enfrentó al ahora ministro vaticano, Antonio Cañizares.

Palabra pontificia
El propio presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Ennio Antonelli, niega que el Papa Benedicto estudie la posibilidad de cambiar su posición sobre los divorciados vueltos a casar, recordando que “los separados no mantienen un vínculo pleno con la Iglesia católica a causa de su situación”, pero aclara que esto no los margina definitivamente de la comunidad cristiana, en la cual pueden participar de diversos modos. “Los divorciados vueltos a casar no están en plena comunión con la Iglesia mientras permanezca su situación; es la situación objetiva la que los pone en contraste con el evangelio, con la palabra de Jesús y la Iglesia es fiel a esta palabra”, indica.

¿Lo sabía el arzobispo?
Al ser preguntado sobre si monseñor Rodríguez era conocedor de la situación eclesiástica de Cospedal, el sacerdote asegura que siempre hay que conceder el beneficio de la duda, “aunque es vox populi que la señora presidenta tuvo un hijo por fecundación in vitro, es divorciada y su esposo, también”, para seguidamente recordar las diferencias entre prelados: “ Si don Antonio (Cañizares) o don Marcelo (cardenal primado fallecido en 2004) hubieran estado en la catedral el jueves, le hubieran negado la comunión como cuando don Marcelo lo hizo con la nieta de Franco en la primera comunión de sus hijos”.

Pregunta canónica
El mismo sacerdote reconoce a elplural.com que varios párrocos se dirigirán al arzobispo para saber si deben permitir a los divorciados “acercarse o no a recibir la comunión”, y le preguntarán si lo sucedido con Cospedal es una excepción, y de ser así, por qué. “Lo que no podemos hacer es discriminar a nuestros feligreses y conceder la comunión a unos divorciados y a otros no”, concreta.

Polémico precedente
En este sentido, el arzobispo toledano ha marcado un polémico precedente sin aparente autorización de Roma, máxime cuando periódicamente es actualidad la decisión eclesiástica de negar la comunión a los divorciados. Sin ir más lejos, el pasado 6 de abril, el sacerdote valenciano José Polo decidió no dar la comunión a cuatro miembros de la Cofradía del Prendimiento, debido a su situación “moral irregular”: tres eran homosexuales y el cuarto era un divorciado que ha vuelto a contraer matrimonio. Y esto es solo un ejemplo de las decenas de casos existentes en el mapa católico español.



domingo, 26 de junio de 2011

EUCARISTÍA Y SOLIDARIDAD CON LOS POBRES a propósito del Corpus Christi

Daniel Izuzquiza, en 'Sal terrae'

 La celebración en el mes de junio de la fiesta del Corpus Christi y la reciente exhortación apostólica post-sinodal ofrecen una ocasión para profundizar nuestra vida eucarística y para, en palabras de Benedicto XVI, «explicitar la relación entre Misterio eucarístico y compromiso social» (Sacramentum Caritatis, n. 89). Concretamente, en estas páginas analizo la experiencia histórica de ciertas comunidades cristianas que supieron vincular espléndidamente vivencia de la eucaristía y solidaridad radical con los pobres en el mismo Cuerpo de Cristo. El estudio se centra en la Lieja medieval, pero ofrece reflexiones generales que pueden iluminar nuestra realidad más cotidiana y algunos sucesos eclesiales recientes.
 Modelos teológicos y aspectos del Cuerpo de Cristo
 En un clásico y memorable libro, Henri de Lubac analizó la evolución de la expresión «Cuerpo de Cristo» en la teología, la espiritualidad y la praxis cristianas de los primeros siglos. Su principal conclusión histórico-teológica es que la fe cristiana implica una íntima conexión entre el Cuerpo místico y el Cuerpo real de Cristo; más aún, señala que el Cuerpo total de Cristo incluye elementos «reales» y «místicos» que se encuentran tanto en la eucaristía como en la Iglesia.
Indica de Lubac que esta visión dominó la praxis eclesial del primer milenio y toda la teología patrística, pero que, entre los siglos IX y XI, el paso de un pensamiento simbólico a un pensamiento dialéctico y la consiguiente separación entre la especulación mística y la racional modificaron profundamente la comprensión del Cuerpo de Cristo. Se produjo entonces la escisión entre cuerpo real y cuerpo místico, quedando así separadas la eucaristía y la Iglesia, una división de dramáticas consecuencias cuyos efectos aún perduran.
En conjunto, podemos distinguir tres corrientes en la teología eucarística medieval: por un lado está la postura realista, que enfatiza la presencia real de Cristo en la eucaristía, concretamente en el pan y el vino. La tendencia mística apunta a la relación personal del creyente con Cristo, mientras que la tercera corriente (llamada eclesial) recuerda y desarrolla la presencia de Cristo en la comunidad de la Iglesia como verdadero Cuerpo de Cristo. Ahora bien, lo interesante está en que lo que se considera erróneo es la separación de estas tres líneas de interpretación. Dicho de otra manera, la clave está en mantener unidos estos tres aspectos de la realidad eucarística. A medida que avanza la Edad Media, se va produciendo una escisión entre los diversos ámbitos de la relación cristiana con el Cuerpo de Cristo (material, mística, eclesial-social). Es precisamente en este contexto teológico y eclesial donde surgen los movimientos que paso a analizar.
  
La fiesta del Corpus Christi y el movimiento de las beguinas
 La fiesta del Corpus Christi nació en el siglo XIII, en parte como respuesta popular a una teología y una praxis que fueron alejando progresivamente la eucaristía del pueblo. Primero se suprimió el cáliz para los laicos; luego se hizo cada vez más infrecuente recibir la comunión; más tarde se introduce la elevación de la hostia para que al menos hubiera una «comunión ocular». En ese contexto surgen formas de piedad (entre ellas, la procesión del Corpus) que intentan sustituir la plena participación de los laicos en la eucaristía.
Aunque esta explicación es correcta, puede hacer olvidar un elemento histórico que, en mi opinión, ofrece algunos matices de interés. Me refiero al contexto social en que esto surge, y concretamente al movimiento de las beguinas, un movimiento laical de raíz eucarística y nítido compromiso al servicio de los pobres que surge precisamente en esta época. Para analizarlo con cierto detenimiento sugiero fijar la atención en un ámbito geográfico concreto.
Es claro que la ciudad de Lieja (en la actual Bélgica) jugó un papel fundamental en el nacimiento, desarrollo y expansión de la fiesta del Corpus, concretamente debido a que fue su obispo, Robert de Turotte, quien primero la instauró en 1246, y posteriormente el papa Urbano IV (originario de Lieja) hizo lo propio en la Iglesia universal en 1261. No parece casualidad que esta ciudad se convirtiese en el centro de este movimiento de renovación litúrgica, espiritual, eclesial y social. Veamos en primer lugar algunos aspectos teológicos que ayudan a comprender el ambiente de aquella zona.
Ya en el siglo XII, Lieja se convierte en uno de los centros de defensa teológica de la presencia real de Cristo en la eucaristía, con destacados autores como Algerio de Lieja. También es originario de Lieja Guillermo de Saint-Thierry (fallecido en 1148), uno de los más preclaros representantes de la corriente que hemos llamado mística, y quizá el más «griego» de los teólogos del siglo XII. Y parece evidente que el desarrollo de la devoción eucarística requiere al menos una firme convicción en relación a dos creencias básicas: la presencia real de Cristo en la eucaristía y la posibilidad también real de un encuentro personal con Cristo. Ambas creencias parecen haberse dado, sin ruptura, en el ambiente religioso de la ciudad de Lieja. Pero esta situación referida al contexto teológico no es todo, pues debemos prestar atención igualmente al contexto social.
Parece demostrado que el mayor impulso hacia la fiesta del Corpus Christi vino de algunas mujeres místicas, sobre todo Juliana de Cornillon (también llamada Juliana de Lieja), que en 1208 tuvo una profunda visión eucarística mientras servía a los leprosos en un hospital de la ciudad y que dedicó los cincuenta años restantes de su vida a fomentar la caridad encarnada y la espiritualidad eucarística. Lieja fue no sólo la diócesis donde se formó la primera agrupación de beguinas (hacia 1170-1175), sino también uno de los centros más potentes del beguinato, hasta el punto de que se calcula que en el año 1240 había unas 1.500 beguinas en la ciudad de Lieja, que constituían ya un verdadero movimiento socio-religioso de raíz eucarística: vida comunitaria, servicio a los pobres, trabajo manual, vida de oración con acceso a los evangelios en lengua vernácula, creatividad laical y carácter urbano eran los rasgos esenciales de este grupo de mujeres6. Y es precisamente en este contexto socio-religioso en el que surge la necesidad de una devoción pública al sacramento de la comunión humano-divina. Por tanto, no parece mera casualidad o coincidencia que el mismo papa Urbano IV que difundió la devoción al Corpus Christi fuera quien aprobase la regla para las beguinas.
Como conclusión provisional podemos decir que el ejemplo de Lieja en el siglo XIII muestra con suficiente claridad la conexión entre una forma novedosa de participación en la vida eucarística y el surgimiento de un movimiento de renovación socio-caritativo al servicio de los pobres. En la combinación de ambos elementos puede verse, por un lado, la respuesta popular e «intuitiva» ante una teología eucarística cada vez más especulativa y alejada de la realidad cotidiana y, por otro lado, la insistente llamada eucarística a un estilo de vida basado en el compartir. La procesión del Corpus como culto público tiene, pues, implicaciones públicas (políticas).

Implicaciones socio-políticas
En esta sección doy un paso más en el análisis del «caso Lieja», para comprobar si la conclusión provisional recién formulada es correcta. De este modo, podremos profundizar en las fuentes de una eclesiología enraizada en el Cuerpo de Cristo que, por lo mismo, tiene unas implicaciones socio-políticas radicales. Para ello me detengo ahora en el contexto histórico en el que surge y se desarrolla el movimiento del beguinato.
Inspirado en el marco analítico propuesto por Raymond Williams, considero tres posturas en la Lieja de los siglos XII y XIII, que llamaré tradición dominante, tradición emergente y tradición residual. Estas tres tendencias se diferencian en su ubicación social, en su relación con el poder, en su concepción teológica (tanto eucarística como eclesial) y en su manera de concebir la transformación social.
Podemos identificar la tradición dominante con el modelo feudal, que no es sólo ampliamente mayoritario sino que además impregna toda la realidad. Vinculado a los sectores dominantes de la sociedad, ofrece una legitimación religiosa a la estratificación y desigualdad social. Las relaciones señor-siervo determinan los ámbitos económico, político y cultural, en sus aspectos institucionales, relacionales y de vida cotidiana. Obviamente, este marco de relaciones encuentra su reflejo y su legitimación en la vida eclesial y en la reflexión teológica. Tampoco queda al margen de ello la vida eucarística, que adquiere un sesgo cada vez más elitista, privatizado y alejado del pueblo.
Reaccionando frente a esta situación surge, lógicamente, lo que hemos llamado la tradición emergente, que podemos identificar con el movimiento socio-eclesial de cátaros y valdenses. Aunque hay algunos precedentes, podemos decir que estos grupos sectarios surgen en el siglo XII y, por ejemplo, hay constancia de presencia de grupos valdenses en Lieja al menos desde el año 1202. La postura de cátaros y valdenses tenía un carácter básicamente anti-jerárquico, pero de hecho adoptó unos tonos anti-eucarísticos, debido a que la Eucaristía era el símbolo central de aquella sociedad. Es cierto que intentaron una reforma de la Iglesia y de la sociedad basada en un estilo de vida apostólica y en la pobreza cristiana, pero de hecho eran más individualistas que comunitarios. Además, resulta interesante saber que, ya a mediados del siglo XII, Bernardo constataba que ciertos sectores de la nobleza emergente simpatizaban con estos grupos, ya que esperaban enriquecerse a costa de los bienes de la Iglesia.
Apoyados en los resultados anteriores, podemos ofrecer una explicación teológica de esta situación. Hemos visto que la evolución de la teología eucarística y de la praxis eclesial había dado lugar a una situación de escisión entre los diversos aspectos del Cuerpo de Cristo. Por un lado estaba el cuerpo real eucarístico y, por otro, el cuerpo místico eclesial. No parece exagerado afirmar que el interés de los grupos feudales dominantes radicaba en fijar la atención en la presencia real de Cristo en los dones de pan y vino, limitando su acción transformadora a un espacio concreto y un momento determinado, todo ello investido de carácter sacral. Por su parte, el interés de los grupos emergentes (representados por cátaros y valdenses) estaba en el cuerpo eclesial y social, que ellos deseaban transformar en un sentido más igualitario. Pero (¡precisamente por el contexto teológico en que se encontraban!) no disponían de las herramientas necesarias para conectar ambos polos, por lo que derivaron hacia posturas heréticas en el terreno eucarístico, negando la presencia real de Cristo.
¿Había otra posibilidad, una alternativa a los planteamientos feudal-dominante y sectario-emergente? En mi opinión, así es, y además me parece ver en el beguinato la encarnación de esa tercera vía, que podemos llamar tradición residual. El movimiento de las beguinas ofrece una alternativa que se basa simultáneamente en la ortodoxia y en la ortopraxis. Por un lado, mantuvieron una firme fe en la presencia real de Cristo en la eucaristía, promovieron su culto público a través de la fiesta del Corpus Christi y fomentaron una honda espiritualidad de raíz eucarística. Por otro lado, llevaron hasta el final las consecuencias de su fe en la presencia real de Cristo en los pobres, que nos llama a la solidaridad y a la transformación de la realidad social. Y esto no lo hicieron separadamente, sino como expresión de una misma fe y una misma vivencia del único Cuerpo de Cristo, en sus diversos aspectos.
Por tanto, podemos ver en el beguinato un ejemplo de eclesiología práctica radical, enraizada en Jesucristo y de consecuencias socio-políticas transformadoras. El beguinato supuso ciertamente la plasmación comunitaria de un desclasamiento social evangélico y, por lo mismo, impulsó una dinámica real de transformación radical de la sociedad.
  
Conclusión: ¿esperando a Juliana de Cornillon y las beguinas?
 Llegamos así al final de estas páginas, y podemos hacerlo con algunos comentarios conclusivos. Para ello acudo, en primer lugar, a dos textos de autores contemporáneos en el campo de la filosofía política. El comunitarista Alasdair McIntyre concluye su conocida obra Tras la virtud diciendo que «en nuestra época los bárbaros no esperan al otro lado de las fronteras, sino que llevan gobernándonos hace algún tiempo. Y nuestra falta de conciencia de ello constituye parte de nuestra difícil situación. No estamos esperando a Godot, sino a otro, sin duda muy diferente: a San Benito». Por su parte, los pensadores radicales Toni Negri y Michael Hardt concluyen su libro Imperio con una sorprendente alusión eclesial-religiosa que podríamos parafrasear diciendo que estamos esperando a un nuevo San Francisco de Asís: «Una vez más, en la posmodernidad nos hallamos en la situación de Francisco, levantando contra la miseria del poder la alegría del ser. Ésta es una revolución que ningún poder logrará controlar, porque biopoder y comunismo, cooperación y revolución, permanecen juntos, en amor, simplicidad, y también inocencia. Ésta es la irreprimible alegría y gozo de ser comunistas».
Así pues, ¿estamos esperando a Benito de Nursia y a Francisco de Asís para reencontrar el sentido de nuestras vidas y una adecuada configuración social? En los términos de este artículo, ¿esperamos a Juliana de Cornillon y al beguinato? Sin caer en nostalgias del pasado ni en anacronismos estériles, es posible que estos luminosos ejemplos tengan algo que ofrecer a nuestro tiempo. Porque lo que esas personas hicieron fue encarnar e historizar con radicalidad aquello en lo que creían. Y al hacerlo generaron una nueva realidad social. Vemos así que la vivencia honda del Cuerpo de Cristo, sin escisiones, ofrece un dinamismo real transformador del orden social. La eucaristía, en palabras de Benedicto XVI, «es misterio de liberación que nos interpela y provoca continuamente» para que seamos «realmente operadores de paz y de justicia» (Sacramentum Caritatis, n. 89). Nuestra conclusión, pues, es doble: que no podemos mutilar el Cuerpo de Cristo limitando su poder o escindiendo sus niveles y, en segundo lugar, que una vida enraizada en Jesucristo tiene poderosas y radicales consecuencias en todos los órdenes de la realidad.



sábado, 25 de junio de 2011

¿DE QUIÉN SON LAS IGLESIAS?

José Arregi

Estoy en Arantzazu. Aquí siguen sus fieles moradores de siempre: la peña, el haya y el espino, y a menudo, como hoy, también la niebla. Y las golondrinas bienvenidas de cada primavera, con sus nidos de barro colgados en los voladizos del santuario: aquí nacieron y aquí han vuelto, y las que ahora están naciendo también volverán. Aquí siguen cantando en el fondo de la niebla el tordo y el mirlo, el zarcero y el pinzón, y el reyezuelo que interpreta a Paganini.

Ahí sigue, arriba a la vera del camino viejo, la ermita de Santo Cristo, donde los peregrinos han descansado durante siglos desahogando sus penas ante el Herido, antes de bajar a la iglesia. Aquí está la basílica, como un inmenso nido de golondrinas, con su inmensa calma, con su penumbra transfigurada.

Aquí están mis hermanos franciscanos, con un año más y la misma bondad de siempre, y con sus miedos y contradicciones, las de todos. Uno de ellos me ha preguntado: “¿De qué vas a escribir esa semana?”. “Pues no sé muy bien, quizá sobre las iglesias de nuestros pueblos y las ermitas de nuestros montes: de quién son las iglesias, las ermitas, las casas parroquiales; si han de ser del obispo o del pueblo que las hizo…”. “¡Oh! Es un tema vidrioso. No escribas sobre eso”. Pero esas palabras de mi hermano franciscano han acabado de decidirme a escribir sobre el tema. Sí que es un tema vidrioso, pero todos los temas lo son, y no pretendo dictar verdades, sino expresar opiniones y, si se diera el caso, hacer pensar.

Amo las iglesias, y sobre todo las ermitas. En las tardes de domingo, en Arroa, me gusta subir andando, por una carreterita solitaria flanqueada de encinas, hasta la ermita de Sallorente; está rodeada de fresnos y acacias, en medio de una explanada verde, con la entrada abrigada por un porche bajo; la capilla y su entorno me cautivan, y cuando llego me siento impulsado a ponerme de rodillas y rezar –¡qué cosa más natural!– abrazado a la vieja puerta de madera desgastada, y de los siglos y del corazón acude a mis labios aquella oración que rezaba san Francisco en la ermita de San Damián a las afueras de Asís: “Oh alto y glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón…”.

Me da pena que un domingo por la tarde ese lugar tan bello y sagrado, tan lleno de paz, esté cerrado con llave, y que me deba conformar con asomarse justo por la rendija de la puerta a la penumbra y al misterio, pero tal vez así sea mejor, para no invadir. Ya es mucho poder estar en el umbral abrazado a la vieja puerta.

Es hermoso rodear luego la ermita y, por detrás de ella, contemplar Zumaia y entrar en sus entrañas siguiendo el curso de las dos rías, el Narrondo y el Urola, y perderse más allá en el mar hasta el otro lado del mundo. A la derecha, a media altura, se levanta la imponente iglesia de San Miguel de Artadi, en medio de unas pocas casas y de algunos caseríos diseminados. Bajo por el mismo camino por el que he subido y, al bajar, veo alzarse en la ladera de enfrente, en Arroa Goia, en medio de media docena de casas y caseríos, otra iglesia enorme, digo enorme en proporción al lugar.

Así, de capital en capital, de aldea en aldea, de colina en colina, podríamos recorrer toda la geografía peninsular, sembrada de humildes ermitas o de magníficas catedrales. Son símbolos de otros tiempos, tan cercanos y tan distintos, en que todo el pueblo se reunía en esos hermosos templos para aliviar las penas, para alegrar el alma, para seguir viviendo, porque no solo de pan vive el hombre, ni entonces ni ahora.

Todo era en aquellos tiempos tan ambiguo como en los nuestros. Con sus manos y sus tributos, aquellas gentes construían lujosos edificios de mármol para Dios y confortables casas de piedra para el clero, mientras ellos no poseían más que chozas miserables de barro, como las golondrinas. Y lo hacían para dar gloria a Dios, pero también porque no se les ofrecía otra manera de darse a sí mismos un poco de gloria y dignidad, o porque no se les permitía tener otra imagen de Dios que la imagen y semejanza de quienes les oprimían, queriéndolo o sin querer. Y aquella gente pensaba que honrando al clero honraban a Dios, porque así se lo había enseñado el clero. Estaban ciertamente orgullosos de sus templos, pero su orgullo era también un triste reflejo de la profunda humillación que padecían sin saber.

No sé. Todo es tan equívoco. A mí me conmueven las ermitas, y no quiero dejar de subir a Sallorente los domingos por la tarde, pero tampoco puedo disimular todas esas dudas. Y hoy no quiero callar una pregunta crucial: ¿De quién son estos templos, hoy casi vacíos? No son de Dios, que nunca los necesitó ni le importa que hoy se vacíen, porque solo le importa la Vida. Los construyó la pobre gente porque los necesitaba, cuando todo el pueblo era cristiano, o porque así lo habían decidido o porque así se lo habían impuesto. Todos nosotros somos sus hijos. ¿A quién pertenecen, pues, ahora que están vacíos? ¿Y de quién son esas magníficas casas parroquiales construidas en piedra de sillería, ahora que ya no hay clero que las ocupe o ahora que el pueblo en su inmensa mayoría no las quiere para el clero?

Hago estas preguntas porque es sabido que los responsables de muchas curias diocesanas están moviendo sigilosa y eficazmente los hilos para hacerse con los títulos de propiedad de estos templos y casas, y así poder venderlas al mejor postor o que las puedan vender sus sucesores. Me parece muy grave. Me parece una rapiña, indigna de la Iglesia y de Jesús. Es un atentado contra el culto en espíritu y en verdad que Jesús nos legó.

Es un fraude contra el erario público, contra la ciudadanía con cuyos impuestos se siguen conservando esos templos y esas cosas. Es una ofensa contra la memoria de la pobre gente que en otros tiempos construyeron esos templos y esas casas para Dios o para sí, para seguir viviendo, pero de ningún modo para enriquecer al clero.

Por supuesto, no estoy en contra –muy al contrario– de que los cristianos sigamos utilizando los templos heredados de nuestros antepasados y nos reunamos en ellos cada domingo para celebrar la vida. No es eso. Me refiero a las ermitas, las iglesias y las casas parroquiales vacías. Fueron del pueblo, y pienso que han de volver al pueblo y que el pueblo ha de disponer de ellas para cultivar la vida de la manera que le parezca más oportuna. Lo que construyeron entre todos y para todos, y que aún hoy se sigue conservando y restaurando con subvenciones públicas, es decir, con dinero de todos, ha de volver a ser de todos.

Es más: yo propondría que, al igual que en todos los pueblos hay cines y casas de cultura y jardines cuidados, en todos los pueblos hubiera también una especie de ermitas urbanas, enteramente laicas y aconfesionales, unos espacios de calma, cuidados y bellos, para que la gente, cualquier gente de cualquier convicción, se recoja allí, como las golondrinas en sus nidos, para descansar y desahogarse, para gozar o llorar en silencio, para respirar mejor.

Y bien podrían servir para ello nuestros templos cristianos, algunos al menos. Sin duda, aquellos que están vacíos. Pero también muchos de los que solo se utilizan los domingos. ¿Y por qué no podrían transformarse en espacios públicos compartidos con otras religiones o movimientos espirituales? ¿O por qué no podrían reconvertirse para todos los que quieran, creyentes o no, en ermitas laicas o lugares de paz? Todo menos el pillaje eclesiástico que ya está en marcha.



viernes, 24 de junio de 2011

EL DECRECIMIENTO, ALTERNATIVA PROVOCADORA

José Ramón Villanueva, en 'El periódico de Aragón'

La crisis global, cual si fuera una densa bruma que todo lo envuelve, nos ha sumido en unos tiempos de desánimo, pesimismo e incertidumbre. Nuestras expectativas vitales, nuestro desarrollo económico y unas cotas de bienestar que parecían consolidadas y estables, se desmoronan a nuestro alrededor. Estamos, pues, sufriendo una crisis global que no sólo es económica, sino que tiene derivaciones políticas, ecológicas y de valores. Ante tal panorama, se comprenden las justas razones que impulsan al movimiento de los "Indignados" en la línea de profundizar en una democracia más participativa y en la búsqueda de un modelo económico y social más justo y humano, opuesto a la voracidad de la dictadura de los mercados, a la mentalidad del enriquecimiento rápido a cualquier precio y al consumismo desmedido e insolidario.

Entre el cúmulo de ideas alternativas emergentes, con la dosis de utopía que ello conlleva, se hallan las que propugnan el "decrecimiento", una propuesta ciertamente provocadora. En palabras de Joan Surroca, el decrecimiento supone una teoría que intenta redefinir las nociones de progreso, desarrollo y calidad de vida con objeto de establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza y también entre los propios seres humanos. Surgió entonces el concepto de "bioeconomía" y algunas de estas ideas aparecen recogidas en el libro del sociólogo francés Edgar Morin titulado ¿Hacia el abismo? Globalización en el siglo XXI (2010), en el que se alerta a la Humanidad sobre una serie de "problemas vitales" tales como el cambio climático, la carrera armamentística nuclear y el creciente desfase entre la tecnociencia y la ética.

El movimiento a favor del decrecimiento tiene como eje fundamental el disminuir la producción económica, de ahí su nombre, partiendo de una idea obvia: como ya señalaba el informe Los límites del crecimiento (Massachussets Institute of Technology, 1972) en un mundo con recursos limitados, no se puede crecer de manera infinita, a pesar de que el sistema capitalista fomente un modo de vida basado en el consumo ilimitado para asegurar la producción y, con ello, los beneficios empresariales. Por ello, la palabra "decrecimiento", introducida por el economista Nicholas Georgescu-Roegen, pretende generar un debate sobre el modelo económico que vivimos y sufrimos. El decrecimiento aporta nuevos valores sociales para vivir más y mejor con menos asumiendo el pensamiento de Gandhi de que "necesitamos vivir simplemente para que otros puedan simplemente vivir".

El decrecentismo no es una ideología cerrada, ni tiene un proyecto definido o una hoja de ruta marcada. Sin embargo, sus defensores, los llamados "objetores del crecimiento", tienen como punto común la voluntad de modificar el actual sistema ofreciendo una alternativa al capitalismo. De hecho, supone una oposición frontal a la economía neoliberal y productivista y en ella convergen posiciones que van desde el cooperativismo autogestionario hasta la planificación económica de corte socialista con el objetivo último de redistribuir de una forma más justa el reparto de la riqueza de la Tierra acabando así con la creciente brecha que separa a los países del norte y el sur. También rechaza la idea del "desarrollo sostenible", conceptos que considera incompatibles y que en muchas ocasiones sólo sirven de coartada para encubrir un inexistente respeto a los aspectos medioambientales. Entre sus ideas esenciales, podemos citar el cambio de modelo productivo para reducir el consumo o disminuir la jornada laboral con la idea de que todo el mundo trabaje cada vez menos para que todo el mundo pueda trabajar. En este sentido,Serge Latouche, el principal exponente del decrecentismo en Francia, propone que la jornada laboral no debería ser superior a las 4 horas diarias.

Especial importancia tiene para los decrecentistas el fomento de la agricultura ecológica, el apoyo a las pequeñas explotaciones agrarias, la relocalización de la producción agraria, garantizando la calidad de los productos frescos y abaratando sus precios al reducir los costes de transporte, sin olvidar tampoco la defensa de las formas de producción cooperativas.

Los decrecentistas, rechazan al PIB como índice para medir el progreso de una economía dado que éste no tiene en cuenta aspectos tan importantes como el bienestar de la población y la conservación de los ecosistemas y los equilibrios climáticos. Por ello, proponen otros índices alternativos que contemplan estas cuestiones como el Indicador de Desarrollo Humano, el Índice de Desempeño Ambiental o la llamada Huella ecológica.

Ante las desmesuras del neoliberalismo, se hace más necesario que nunca la aparición de un pensamiento crítico alternativo y, el decrecimiento, es una propuesta en esta línea. Estas ideas, al igual que ya lo hicieron en otros países, están surgiendo en España gracias al esperanzador estallido de rebeldía cívica y democrática al que estamos asistiendo en estos últimos tiempos. Y es que, como escribía Vicente Verdú, ha llegado el momento de que la razón económica deje de ser la única matriz de nuestro modelo social y para ello, es necesario recuperar la utopía y avanzar hacia cambios políticos, sociales y económicos en los cuales el eje central sea el ser humano en plenitud de derechos y dignidad.