viernes, 27 de abril de 2012

JESÚS, MODELO DE DESVIVIRSE POR LOS DEMÁS

Fray Marcos

CONTEXTO

El texto que acabamos de leer está enmarcado en un contexto más amplio de polémica entre Jesús y los judíos (fariseos), después de la curación del ciego de nacimiento. Quien no entra por la puerta, es ladrón y bandido. Quien no es dueño de las ovejas, sino asalariado, no está dispuesto a dar la vida por ellas.

No se trata de una propuesta anodina sino de una denuncia en toda regla. Todo poder que no se pone al servicio del pueblo es contrario a Dios.

Hemos abandonado los relatos pascuales, pero no nos salimos del tema pascual. El único mandato que Jesús recibe del Padre es dar Vida.

EXPLICACIÓN

El problema que tenemos hoy nosotros para comprender la alegoría del buen pastor, es que apenas sabemos lo que es un pastor; mucho menos podemos hacernos la idea de lo que sería un "buen pastor".

En nuestro tiempo un pastor no conoce a cada oveja por su nombre, ni las ovejas reconocen a su pastor. En tiempo de Jesús, el pastor era, casi siempre, el dueño de un pequeño número de ovejas, a las que cuidaba como si fueran miembros de la familia, incluso, cobijándolas bajo el mismo techo, llamándolas por su nombre propio. Es natural que así fuera, porque de ellas dependía el sustento de la familia; lana, leche, carne, piel, abono, contribuían a la subsistencia de sus miembros.

La figura del pastor modelo está en contraposición con la figura del mercenario. El pastor que es dueño de las ovejas, actúa por amor y no le importa arriesgar su propia persona para defenderlas de cualquier peligro. El mercenario actúa por dinero, las ovejas le traen sin cuidado.

En 4 Esd 5,18 se dice: “No nos abandones como un pastor su rebaño en poder de lobos dañinos”. La figura del lobo está en paralelo con la del ladrón y bandido, (de la que habla un poco más arriba) que arrebata y dispersa. Precisamente lo contrario de lo que hace Jesús, reunir las ovejas dispersas (11,52)

La imagen del pastor fue muy utilizada en el AT. Se aplicó a los dirigentes, muchas veces para llamar la atención de que no cumplían con su deber de cuidar como debían del pueblo. También se aplicó al mismo Dios que, cansado de los malos pastores, terminaría por apacentar Él mismo a su rebaño.

La única idea totalmente original de Juan es la de dar la vida por las ovejas. Seguramente es una interpretación de la vida y muerte de Jesús como servicio total a los hombres. Hay que recordar una vez más, que no se trata de un discurso de Jesús, sino de una manera de trasmitir lo que los cristianos de aquella comunidad pensaron sobre él durante setenta años.

Yo soy el buen pastor. No se trata de resaltar el carácter de bondad y de dulzura. Con la traducción oficial queda devaluada la expresión. Además “bueno” en griego, sería ‘agathos’. ‘Kalos’ significa bello, ideal, excelente, único en su género o modelo de perfección. Denota perfección suma. No se dice solo de las personas (el vino en la boda de Caná (2,10).

Sería el pastor por excelencia, único. Pastores “buenos”, puede haber muchos. Pastor ideal solo puede haber uno. El tomar el evangelio que acabamos de oír como excusa para hablar de los obispos y de los sacerdotes como pastores, no tiene ni pies ni cabeza. La tarea de los dirigentes religiosos no tiene nada que ver con lo que nos quiere decir el evangelio sobre Jesús. Todos somos ovejas de Jesús, no del obispo o del párroco; mucho menos si siguen empeñados en que, en vez de ovejas, seamos borregos.

El buen pastor se entrega él mismo por las ovejas. La vida (psukhên) se identifica con la persona. En griego existen tres palabras para designar vida: ‘bios’, ‘zoê’ y ‘psukhên’. No significan exactamente lo mismo, y por eso pueden causar confusión. ‘Psukhên’ significa persona, es decir, capacidad de sentimientos y afectos.

‘Tithesin’ no significa dar, sino poner, o mejor, exponer, arriesgar. Como pastor excelente, Jesús pone su persona al servicio de los demás durante toda la vida. Jesús se desvive por los demás.

Dice el DRAE: “Desvivirse: mostrar incesante y vivo interés, solicitud o amor por una persona”. Es exactamente lo que queremos decir aquí de Jesús. La entrega de la vida física, es la manifestación extrema de su continua entrega durante su vida. Quien no ama hasta dar la vida no es auténtico pastor.

El máximo don de sí es la comunica­ción plena de lo que él es. No se trata de que, por su muerte, se nos conceda algo venido de fuera. Se trata de que su Vida, puesta al servicio de los demás, prende y se desarrolla en los demás. Cuando seamos capaces de darnos sin límites, será la prueba de que su Vida está en nosotros.

Conozco a las mías y las mías me conocen. No se trata de un conocimiento a través de los sentidos o de la razón. En el AT el conocimiento y el amor van siempre juntos. Ese conocimiento mutuo es una relación íntima, por la participa­ción del Espíritu. Esta reciprocidad nos lanza a años luz de la simple imagen de oveja y pastor. Este mutuo conocimiento-a­mor, lo compara con el que existe entre Jesús y el Padre.

La comunidad de Jesús no es una filiación externa, sino una experiencia-vivencia de amor. No se trata de la pertenencia a una institución, sino de la unidad de ser y acción en el mismo Espíritu. El descubrimiento vivencial del amor de Dios al hombre lleva a dar la vida.

Tengo otras ovejas que no son de este atrio. Sitúa Juan su evangelio en el amplio contexto de la creación. De ahí deduce la visión universalista de la misión de Jesús. Los supuestos privilegios del pueblo de Israel, desaparecen en beneficio de una comunidad universal. Ya en el prólogo habla de la “luz que ilumina a todo hombre”.

Es una pena que nos hayamos olvidado de esta visión. Todos los seres humanos pertenecen al mismo dueño y de todos cuida con la misma solicitud. Tal vez la idea religiosa que más daño ha hecho a nuestro cristianismo, es la de creernos elegidos, y que Dios era propiedad exclusiva nuestra. Todas las religiones han caído en esa trampa; la nuestra ha sido la más exagerada en esa reivindicación de una exclusividad de Dios. "Fuera de la Iglesia no hay salvación".

Aún hoy, la idea que tenemos de ecumenismo es raquítica; unirnos todos los que creemos en Cristo. ¿Para hacer frente a los adversarios de una manera más eficaz? La imagen que damos de Dios es lamentable y mezquina. Para nada es la del Dios de Jesús.

Un solo rebaño, un solo pastor. La ausencia de conjunción "y" o preposición "con" entre los dos términos, indica que la relación entre Jesús y el rebaño no es de yuxtaposición ni de compañía.

Jesús como fuente de Vida es el aglutinante que constituye la comunidad como tal, que no puede ser encerrada en institución alguna, ni nacional ni cultural ni religiosa. Su base es la naturaleza del hombre acabado por el Espíritu que da cohesión y unidad interior.

Jesús no ha creado un corral (la Iglesia) donde meter a sus ovejas, todos los hombres forman parte de su rebaño. Esto seguimos sin entenderlo, después de dos mil años. Va siendo hora de que abandonemos la seguridad de nuestros supuestos privilegios.

APLICACIÓN

La disposición a dar Vida, es la categoría intelectual que empalma estos relatos con el tiempo de Pascua que estamos celebrando. Decíamos que la raíz de la experien­cia pascual era que Jesús seguía vivo y estaba comunicando Vida a la comunidad.

Es mucho más que celebrar la muerte y creer en una vuelta a la vida. Se trata de descubrir que Jesús comunica a otros lo más valioso de sí mismo. Como los primeros cristianos, nosotros tenemos la misma posibilidad de hacer nuestra esa Vida.

Se trata de la misma Vida de Dios, de su amor que se nos entrega incondicionalmente. "El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me come vivirá por mí". ‘El que me come’, quiere decir ‘el que me hace suyo, el que se identifica con mi manera de ser, de pensar, de actuar, de vivir’.

Si Jesús es pan de Vida, no es porque lo podemos comer a él, sino porque nos capacita para dejarnos comer. Si no me desvivo por el otro, es que su Vida aún no se ha desplegado en mí.

En la medida que cada uno de nosotros hayamos hecho nuestra esa Vida, estaremos dispuestos a desvivirnos por los demás. Como la vida biológica, esta Vida es un “movimiento desde dentro”. El salir de sí mismo e ir a los demás para potenciar su misma Vida, no debe depender de las circunstancias; es un movimiento que tiene su origen es esa misma Vida que se me ha comunicado y que no tiene más remedio que manifestarse en la entrega a lo otros, sin ninguna clase de distinción.

El amor que nos pidió Jesús, está reñido con cualquier clase de acepción de personas. No estamos acostumbrados a tener este detalle en cuenta, y así creemos que es amor lo que no es más que recíproco interés o simpatía visceral.

Amar y servir al que me ama y sirve, no es garantía ninguna del amor cristiano. El ayudar al que puede ayudarte y ser amable con la persona que puedes necesitar no es más que un sutil despliegue de egoísmo. Si no atendemos a este detalle en nuestras relaciones con los demás, fácilmente podemos creernos en la cima del cristianismo, simplemente porque somos capaces de sacrificarnos por aquellos de los que dependemos.



jueves, 26 de abril de 2012

ESPERANZA ANTE LA CRISIS

Jose Arregi

Eutsi berrituz, movimiento renovador de cristianas y cristianos de Gipuzkoa, nos convoca a una mañana de reflexión y oración para el próximo sábado 28 de abril en el Colegio Santa Teresa. “La esperanza nos sostiene en la crisis”, reza el lema de la jornada.

La crisis. El panorama es desolador: espantosas cifras de paro, recesión económica, préstamos que solo sirven para pagar intereses de préstamos anteriores, espiral del desastre. Dramas personales, dramas familiares, dramas de pueblos y de estados enteros. Bajan los salarios, pero suben los precios. Se abarata el despido, pero no se crean empleos. Quieren activar la economía empobreciendo a la gente. ¿Se ha vuelto loca esta economía?

Crece la desolación. Crecen el miedo y la incertidumbre. Nadie sabe dónde parará todo esto, o tal vez alguien lo sabe y nos oculta, y esto nos asusta más todavía. Nos asusta y nos indigna. El temor es bueno, si no paraliza. Es buena también la indignación, pero no basta. Hemos de pasar del temor y de la indignación al compromiso inteligente y solidario. Y solo la esperanza lo hará posible.

Cuando, ante esta crisis, el aliento se nos corta y el desánimo cunde, es bueno que nos juntemos para recobrar el aliento, para reanimar la esperanza. Para respirar, inspirar, esperar. Sí, “la esperanza nos sostiene en la crisis”. Sin esperanza, no podremos seguir adelante.

La esperanza nada tiene que ver con “esperar que la situación mejore”: esperar sentados. La esperanza tampoco tiene nada que ver con “esperar que Dios vendrá en nuestra ayuda, cuando Él lo quiera”. Dios es el corazón de todas las criaturas amenazadas por la crisis, y necesita ser ayudado. Dios es el ánimo, el alma, el respiro que alienta en todos los seres, y necesita ser liberado. Esperar es hacer nuestro el aliento divino y espirarlo como una brisa, como un viento que transforma el mundo. Ayudaremos a Dios.

Esperar es abrir los ojos y ver la realidad como es, y exigir que nos digan la verdad de esta crisis. Hablan de “ajustes” –divisa sagrada–, pero tienen muy poco de justo. Son puros y duros “recortes”, y hay que preguntarse: ¿quién los impone y para qué? ¿A quién benefician? Seguro que los que imponen recortes no los padecen.

Esperar es abrir los labios y tomar la palabra, y denunciar cuando hace falta. La vida está cada vez más cara, pero vale cada vez menos. ¿Qué vale la vida de un parado, de un desahuciado o de un trabajador que gana 600 euros para la familia? En Grecia se cuentan por millares los hombres y las mujeres que se han suicidado a causa de la crisis, y pronto serán muchos más, mucho más cerca. La Goldman Sachs, el Morgan Stanley, la Deutsche Bank…, la agencia Moody’s y todos los especuladores ¿no son los responsables de tanta muerte?

Esperar es creer que es posible transformar este sistema perverso, y querer transformarlo, movilizarnos coordinadamente para que la economía deje de ser el oficio siniestro de ganar más, y pase a ser el arte de distribuir con justicia los frutos santos de la tierra de todos.

Estamos dispuestos a que nos bajen los salarios y nos suban los impuestos, pero no para que los grandes bancos ganen más todavía. Estamos dispuestos a dar de lo que tenemos, pero no a los que ya tienen demasiado, sino a los que no tienen para vivir. Hagamos como Jesús. O hagamos como Islandia. O como Argentina. La esperanza nos empuja.

Para orar

“DE VUELTA VOY”

Discretamente sordo a los agudos,
nuevas me llegan las vivencias graves:
los cantos de la paz, los llantos mudos,
el vuelo independiente de las aves,

la trama del pecado y su reverso,
la soledad de todos tan cercana,
la síntesis del mundo como un verso,
la voz de Dios más otra y más humana.

Suelta la crin y la ternura suelta,
la libertad por brida entre los dientes,
ya en la recta final, estoy de vuelta
de ciertas cabalgadas impacientes.

No he de colgar la lira ni la espada,
no negaré mi brazo a quien lo quiera,
pero se pone el sol en la calzada
y abro de par en par la antigua espera.

(Pedro Casaldáliga)



martes, 24 de abril de 2012

ABUSAR DE DIOS

 José I. González Faus

Unos célebres versos de A. Machado hablan de la España que embiste y la que reza, “cuando se digna usar de la cabeza”. La primera vez que los leí de joven, me sacudieron como si hubiese hecho unos ejercicios espirituales. Como Pablo de Tarso cuando explicaba su conversión, diría que “me echaron del caballo y me envolvieron en una gran luz”. Porque, al leerlos, sólo me quedaban dos caminos: uno era irritarme, hacer el comentario de rigor contra ”estos descreídos siempre metiéndose con la religión”, y convertir esa irritación en un argumento contra el poeta. Pero sabía que no podía reaccionar así porque Machado creía en Dios, tan trabajosa como firmemente. No quedaba, pues, más remedio que aceptar la otra alternativa que me derribaba del caballo pero me iluminaba con luz nueva: rezar puede ser tan malo como no rezar. O quizás peor.

Muchos años después esa España sigue existiendo tal y como la plasmara el poeta: “zaragatera y triste”. Cada vez que el PP gana unas elecciones parece desperezarse como el ogro del cuento y hace un daño enorme al resto del partido. Ese es el drama de nuestro PP: que lleva en su seno a toda la extrema derecha, a todo el “lepenismo” hispánico (mil veces peor que el francés), pero que no puede desprenderse de ese bloque porque es el que le ayuda a ganar.

Es la España que tras haber abortado en Londres luchaba para meter en la cárcel a todas las que abortaran aquí; y cuando le echaban en cara su incoherencia respondía defendiéndose: “¡pero yo me fui a confesar!”… La España casada por lo civil, pero que presiona para que se expulse de un colegio a una profesora de religión que está casada también por lo civil. Y se cree legitimada para ello porque “nosotros ¡ya quisiéramos casarnos por la Iglesia!; pero como estamos divorciados no podemos”… (ambas anécdotas son históricas). Es la España que cree obrar en nombre de Dios y de la moral y por eso considera que sus propias posturas son simplemente “objetivas” y las demás son evidentemente “ideológicas”...

Esa España olvida que fue en nombre de Dios, y con la acusación de blasfemia, como se condenó a muerte a Jesús, Presencia Humana de Dios entre nosotros. Olvida que san Pablo, tras haber criticado con dureza los criterios del paganismo idólatra de su época, se vuelve a los que creían en Dios para decirles: ”tú eres igual que ellos y haces lo mismo que ellos”: ya sea por tus incoherencias o, lo que es peor, porque al juzgarlos y condenarlos de ese modo, te pones en el lugar de Dios, único que puede juzgar a las personas (Rom 2).

Olvida en resumen la lección fundamental de toda la vida de Jesús: que las apelaciones a la religión y a Dios no sirven absolutamente para nada si antes no aclaran a qué Dios apelan: porque Jesús enseñaba sobre todo a no usar (o mejor: abusar) nunca a Dios en provecho propio sino sólo en defensa del débil, el excluido, el pobre o el enfermo. Por eso lo mataron… en nombre de Dios. Y todo el cristianismo, tal como brota de la vida fracasada y resucitada de Jesús, constituye una revelación de Dios que pone del revés nuestra idea general de dios: un Dios que opta por el amor que llama frente a poder que impone, y por buscar a las ovejas perdidas antes que ensalzar a las ovejas fieles…

Cuando no nos relacionamos con Dios según la enseñanza de Jesús, el rezar y el embestir pueden ir muy juntos como lamentaba Antonio Machado. Por desgracia, la historia misma del cristianismo (y quizá más la del catolicismo) ha dado demasiados ejemplos de ello. Ahí está esa atrocidad de convertir la Cruz (símbolo del anonadamiento y la anonimidad de Dios), en cruzada (símbolo de la guerra y la prepotencia ejercidas en nombre de una religión idólatra).

Por eso dudo mucho de que algún día podamos salir de esta tragedia. Ya recordó M. Buber hace años que el trágico destino de Dios en nuestra historia es ser falsificado, desfigurado, abusado, manejado. Y que, por eso, para la Biblia el mayor enemigo de Dios nunca es la increencia sino la idolatría, no la ausencia de Dios sino la falsificación de Dios. Aunque quepa añadir que el mismo Dios parece tener su parte de culpa en ello, porque sólo ha querido ser para nosotros el Dios de la humildad y la anonimidad, nunca el Dios de la prepotencia y la ostentación. Y la verdad es que un Dios así ¿para qué nos iba a interesar?

Así estamos en esta España. Lástima que a veces, parodiando a D. Antonio, tengamos enfrente a “una izquierda que embiste y que blasfema – cuando se quiere presentar de izquierdas”…



lunes, 23 de abril de 2012

CINCO AÑOS DE PONTIFICADO DE BENEDICTO XVI

CARTA ABIERTA A LOS OBISPOS CATÓLICOS DE TODO EL MUNDO

Hans Küng

El teólogo Hans Küng juzga el pontificado de Benedicto XVI como el de las oportunidades perdidas. En el quinto aniversario de su llegada al Vaticano, pide al clero que reaccione ante la crisis de la Iglesia, agudizada por los abusos a menores

Estimados obispos,

Joseph Ratzinger, ahora Benedicto XVI, y yo fuimos entre 1962 1965 los dos teólogos más jóvenes del concilio. Ahora, ambos somos los más ancianos y los únicos que siguen plenamente en activo. Yo siempre he entendido también mi labor teológica como un servicio a la Iglesia. Por eso, preocupado por esta nuestra Iglesia, sumida en la crisis de confianza más profunda desde la Reforma, os dirijo una carta abierta en el quinto aniversario del acceso al pontificado de Benedicto XVI. No tengo otra posibilidad de llegar a vosotros.

Aprecié mucho que el papa Benedicto, al poco de su elección, me invitara a mí, su crítico, a una conversación de cuatro horas, que discurrió amistosamente. En aquel momento, eso me hizo concebir la esperanza de que Joseph Ratzinger, mi antiguo colega en la Universidad de Tubinga, encontrara a pesar de todo el camino hacia una mayor renovación de la Iglesia y el entendimiento ecuménico en el espíritu del Concilio Vaticano II.

El Papa ha perdido la ocasión de lograr los grandes desafíos de la Iglesia

No ha pedido perdón por los abusos ni ha logrado acercarse a los judíos

Ratzinger interpreta de forma retrógrada el Concilio

En vista de tantas irregularidades, el silencio os hace cómplices

La obediencia ilimitada sólo se debe a Dios. No impide decir la verdad

Para recuperar la confianza sólo vale la franqueza y una reforma consecuente

Mis esperanzas, y las de tantos católicos y católicas comprometidos, desgraciadamente no se han cumplido, cosa que he hecho saber al papa Benedicto de diversas formas en nuestra correspondencia. Sin duda, ha cumplido concienzudamente sus cotidianas obligaciones papales y nos ha obsequiado con tres útiles encíclicas sobre la fe, la esperanza y el amor. Pero en lo tocante a los grandes desafíos de nuestro tiempo, su pontificado se presenta cada vez más como el de las oportunidades desperdiciadas, no como el de las ocasiones aprovechadas:

- Se ha desperdiciado la oportunidad de un entendimiento perdurable con los judíos: el Papa reintroduce la plegaria preconciliar en la que se pide por la iluminación de los judíos y readmite en la Iglesia a obispos cismáticos notoriamente antisemitas, impulsa la beatificación de Pío XII y sólo se toma en serio al judaísmo como raíz histórica del cristianismo, no como una comunidad de fe que perdura y que tiene un camino propio hacia la salvación. Los judíos de todo el mundo se han indignado con el predicador pontificio en la liturgia papal del Viernes Santo, en la que comparó las críticas al Papa con la persecución antisemita.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de un diálogo en confianza con los musulmanes; es sintomático el discurso de Benedicto en Ratisbona, en el que, mal aconsejado, caricaturizó al islam como la religión de la violencia y la inhumanidad, atrayéndose así la duradera desconfianza de los musulmanes.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de la reconciliación con los pueblos nativos colonizados de Latinoamérica: el Papa afirma con toda seriedad que estos "anhelaban" la religión de sus conquistadores europeos.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de ayudar a los pueblos africanos en la lucha contra la superpoblación, aprobando los métodos anticonceptivos, y en la lucha contra el sida, admitiendo el uso de preservativos.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de concluir la paz con las ciencias modernas: reconociendo inequívocamente la teoría de la evolución y aprobando de forma diferenciada nuevos ámbitos de investigación, como el de las células madre.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de que también el Vaticano haga, finalmente, del espíritu del Concilio Vaticano II la brújula de la Iglesia católica, impulsando sus reformas.

Este último punto, estimados obispos, es especialmente grave. Una y otra vez, este Papa relativiza los textos conciliares y los interpreta de forma retrógrada contra el espíritu de los padres del concilio. Incluso se sitúa expresamente contra el concilio ecuménico, que según el derecho canónico representa la autoridad suprema de la Iglesia católica:

- Ha readmitido sin condiciones en la Iglesia a los obispos de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, ordenados ilegalmente fuera de la Iglesia católica y que rechazan el concilio en aspectos centrales.

- Apoya con todos los medios la misa medieval tridentina y él mismo celebra ocasionalmente la eucaristía en latín y de espaldas a los fieles.

- No lleva a efecto el entendimiento con la Iglesia anglicana, firmado en documentos ecuménicos oficiales (ARCIC), sino que intenta atraer a la Iglesia católico-romana a sacerdotes anglicanos casados renunciando a aplicarles el voto de celibato.

- Ha reforzado los poderes eclesiales contrarios al concilio con el nombramiento de altos cargos anticonciliares (en la Secretaría de Estado y en la Congregación para la Liturgia, entre otros) y obispos reaccionarios en todo el mundo.

El Papa Benedicto XVI parece alejarse cada vez más de la gran mayoría del pueblo de la Iglesia, que de todas formas se ocupa cada vez menos de Roma y que, en el mejor de los casos, aún se identifica con su parroquia y sus obispos locales.

Sé que algunos de vosotros padecéis por el hecho de que el Papa se vea plenamente respaldado por la curia romana en su política anticonciliar. Esta intenta sofocar la crítica en el episcopado y en la Iglesia y desacreditar por todos los medios a los críticos. Con una renovada exhibición de pompa barroca y manifestaciones efectistas cara a los medios de comunicación, Roma trata de exhibir una Iglesia fuerte con un "representante de Cristo" absolutista, que reúne en su mano los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Sin embargo, la política de restauración de Benedicto ha fracasado. Todas sus apariciones públicas, viajes y documentos no son capaces de modificar en el sentido de la doctrina romana la postura de la mayoría de los católicos en cuestiones controvertidas, especialmente en materia de moral sexual. Ni siquiera los encuentros papales con la juventud, a los que asisten sobre todo agrupaciones conservadoras carismáticas, pueden frenar los abandonos de la Iglesia ni despertar más vocaciones sacerdotales.

Precisamente vosotros, como obispos, lo lamentaréis en lo más profundo: desde el concilio, decenas de miles de obispos han abandonado su vocación, sobre todo debido a la ley del celibato. La renovación sacerdotal, aunque también la de miembros de las órdenes, de hermanas y hermanos laicos, ha caído tanto cuantitativa como cualitativamente. La resignación y la frustración se extienden en el clero, precisamente entre los miembros más activos de la Iglesia. Muchos se sienten abandonados en sus necesidades y sufren por la Iglesia. Puede que ese sea el caso en muchas de vuestras diócesis: cada vez más iglesias, seminarios y parroquias vacíos. En algunos países, debido a la carencia de sacerdotes, se finge una reforma eclesial y las parroquias se refunden, a menudo en contra de su voluntad, constituyendo gigantescas "unidades pastorales" en las que los escasos sacerdotes están completamente desbordados.

Y ahora, a las muchas tendencias de crisis todavía se añaden escándalos que claman al cielo: sobre todo el abuso de miles de niños y jóvenes por clérigos -en Estados Unidos, Irlanda, Alemania y otros países- ligado todo ello a una crisis de liderazgo y confianza sin precedentes. No puede silenciarse que el sistema de ocultamiento puesto en vigor en todo el mundo ante los delitos sexuales de los clérigos fue dirigido por la Congregación para la Fe romana del cardenal Ratzinger (1981-2005), en la que ya bajo Juan Pablo II se recopilaron los casos bajo el más estricto secreto. Todavía el 18 de mayo de 2001, Ratzinger enviaba un escrito solemne sobre los delitos más graves (Epistula de delitos gravioribus) a todos los obispos. En ella, los casos de abusos se situaban bajo el secretum pontificium, cuya vulneración puede atraer severas penas canónicas. Con razón, pues, son muchos los que exigen al entonces prefecto y ahora Papa un mea culpa personal. Sin embargo, en Semana Santa ha perdido la ocasión de hacerlo. En vez de ello, el Domingo de Ramos movió al decano del colegio cardenalicio a levantar urbi et orbe testimonio de su inocencia.

Las consecuencias de todos estos escándalos para la reputación de la Iglesia católica son devastadoras. Esto es algo que también confirman ya dignatarios de alto rango. Innumerables curas y educadores de jóvenes sin tacha y sumamente comprometidos padecen bajo una sospecha general. Vosotros, estimados obispos, debéis plantearos la pregunta de cómo habrán de ser en el futuro las cosas en nuestra Iglesia y en vuestras diócesis. Sin embargo, no querría bosquejaros un programa de reforma; eso ya lo he hecho en repetidas ocasiones, antes y después del concilio. Sólo querría plantearos seis propuestas que, es mi convicción, serán respaldadas por millones de católicos que carecen de voz.

1. No callar: en vista de tantas y tan graves irregularidades, el silencio os hace cómplices. Allí donde consideréis que determinadas leyes, disposiciones y medidas son contraproducentes, deberíais, por el contrario, expresarlo con la mayor franqueza. ¡No enviéis a Roma declaraciones de sumisión, sino demandas de reforma!

2. Acometer reformas: en la Iglesia y en el episcopado son muchos los que se quejan de Roma, sin que ellos mismos hagan algo. Pero hoy, cuando en una diócesis o parroquia no se acude a misa, la labor pastoral es ineficaz, la apertura a las necesidades del mundo limitada, o la cooperación mínima, la culpa no puede descargarse sin más sobre Roma. Obispo, sacerdote o laico, todos y cada uno han de hacer algo para la renovación de la Iglesia en su ámbito vital, sea mayor o menor. Muchas grandes cosas en las parroquias y en la Iglesia entera se han puesto en marcha gracias a la iniciativa de individuos o de grupos pequeños. Como obispos, debéis apoyar y alentar tales iniciativas y atender, ahora mismo, las quejas justificadas de los fieles.

3. Actuar colegiadamente: tras un vivo debate y contra la sostenida oposición de la curia, el concilio decretó la colegialidad del Papa y los obispos en el sentido de los Hechos de los Apóstoles, donde Pedro tampoco actuaba sin el colegio apostólico. Sin embargo, en la época posconciliar los papas y la curia han ignorado esta decisión central del concilio. Desde que el papa Pablo VI, ya a los dos años del concilio, publicara una encíclica para la defensa de la discutida ley del celibato, volvió a ejercerse la doctrina y la política papal al antiguo estilo, no colegiado. Incluso hasta en la liturgia se presenta el Papa como autócrata, frente al que los obispos, de los que gusta rodearse, aparecen como comparsas sin voz ni voto. Por tanto, no deberíais, estimados obispos, actuar solo como individuos, sino en comunidad con los demás obispos, con los sacerdotes y con el pueblo de la Iglesia, hombres y mujeres.

4. La obediencia ilimitada sólo se debe a Dios: todos vosotros, en la solemne consagración episcopal, habéis prestado ante el Papa un voto de obediencia ilimitada. Pero sabéis igualmente que jamás se debe obediencia ilimitada a una autoridad humana, solo a Dios. Por tanto, vuestro voto no os impide decir la verdad sobre la actual crisis de la Iglesia, de vuestra diócesis y de vuestros países. ¡Siguiendo en todo el ejemplo del apóstol Pablo, que se enfrentó a Pedro y tuvo que "decirle en la cara que actuaba de forma condenable" (Gal 2, 11)! Una presión sobre las autoridades romanas en el espíritu de la hermandad cristiana puede ser legítima cuando estas no concuerden con el espíritu del Evangelio y su mensaje. La utilización del lenguaje vernáculo en la liturgia, la modificación de las disposiciones sobre los matrimonios mixtos, la afirmación de la tolerancia, la democracia, los derechos humanos, el entendimiento ecuménico y tantas otras cosas sólo se han alcanzado por la tenaz presión desde abajo.

5. Aspirar a soluciones regionales: es frecuente que el Vaticano haga oídos sordos a demandas justificadas del episcopado, de los sacerdotes y de los laicos. Con tanta mayor razón se debe aspirar a conseguir de forma inteligente soluciones regionales. Un problema especialmente espinoso, como sabéis, es la ley del celibato, proveniente de la Edad Media y que se está cuestionando con razón en todo el mundo precisamente en el contexto de los escándalos por abusos sexuales. Una modificación en contra de la voluntad de Roma parece prácticamente imposible. Sin embargo, esto no nos condena a la pasividad: un sacerdote que tras madura reflexión piense en casarse no tiene que renunciar automáticamente a su estado si el obispo y la comunidad le apoyan. Algunas conferencias episcopales podrían proceder con una solución regional, aunque sería mejor aspirar a una solución para la Iglesia en su conjunto. Por tanto:

6. Exigir un concilio: así como se requirió un concilio ecuménico para la realización de la reforma litúrgica, la libertad de religión, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, lo mismo ocurre en cuanto a solucionar el problema de la reforma, que ha irrumpido ahora de forma dramática. El concilio reformista de Constanza en el siglo previo a la Reforma acordó la celebración de concilios cada cinco años, disposición que, sin embargo, burló la curia romana. Sin duda, esta hará ahora cuanto pueda para impedir un concilio del que debe temer una limitación de su poder. En todos vosotros está la responsabilidad de imponer un concilio o al menos un sínodo episcopal representativo.

La apelación que os dirijo en vista de esta Iglesia en crisis, estimados obispos, es que pongáis en la balanza la autoridad episcopal, revalorizada por el concilio. En esta situación de necesidad, los ojos del mundo están puestos en vosotros. Innúmeras personas han perdido la confianza en la Iglesia católica. Para recuperarla sólo valdrá abordar de forma franca y honrada los problemas y las reformas consecuentes. Os pido, con todo el respeto, que contribuyáis con lo que os corresponda, cuando sea posible en cooperación con el resto de los obispos; pero, si es necesario, también en solitario, con "valentía" apostólica (Hechos 4, 29-31). Dad a vuestros fieles signos de esperanza y aliento y a nuestra iglesia una perspectiva.

Os saluda, en la comunión de la fe cristiana, Hans Küng.

Hans Küng es catedrático emérito de Teología Ecuménica en la Universidad de Tubinga (Alemania) y presidente de Global Ethic.



sábado, 21 de abril de 2012

DECLARACIÓN DE LA V CUMBRE DE LOS PUEBLOS

Cartagena, 2012

Las organizaciones sociales y populares del Continente, reunidas en la V Cumbre de los Pueblos, la verdadera voz de las américas, realizada entre el 12 y 14 de abril en Cartagena de Indias en forma simultánea a la VI Cumbre de las Américas, señalamos que:

Rechazamos enérgicamente la insistencia del gobierno de Estados Unidos de imponer su agenda y decidir sobre el rumbo de las deliberaciones de estas Cumbres. Son prueba de ello su veto a la participación de Cuba y su estrategia de militarización, que utiliza como pretexto la fracasada guerra contra las drogas, la atención a desastres naturales y el control a la migración, como forma de mantener su hegemonía. Un componente fundamental de esta estrategia es la criminalización de las luchas sociales.

Su política imperialista se expresó en el apoyo al golpe de Estado en Honduras y su respaldo al régimen ilegítimo de Porfirio Lobo, los intentos de desestabilizar a Haití, el mantenimiento del bloqueo económico a Cuba y la continuidad de la base militar de Guantánamo así como, la oposición a la soberanía de Argentina sobre las islas Malvinas.

Ha sido ostensible, después de la Cumbre de Trinidad y Tobago, el incumplimiento por parte del gobierno de Obama de la oferta de construir un nuevo tipo de relación con América Latina. A pesar de su derrota en la propuesta del ALCA, el gobierno estadounidense, para sortear la aguda crisis económica que afronta desde 2007,se empeña en promover los tratados de libre comercio y el conjunto de la agenda neoliberal que son un obstáculo para la integración regional y han sumido en el atraso y la miseria a la mayoría de los países del Continente.

Por su parte, el gobierno canadiense ha promulgado una política de tratados de libre comercio e industria mega minera y de extracción de recursos naturales y energéticos en toda América Latina. Sus empresas están causando daños irreversibles al ambiente y la biodiversidad, violando los derechos de los pueblos a sus territorios. Los conflictos sociales y ambientales se multiplican en la región como resultado de este modelo depredador.

Reconocemos los avances en los esfuerzos de integración regional autónoma, como los planteados en el ALBA, UNASUR y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y del Caribe, CELAC.Sin embargo, la construcción y afianzamiento de gobiernos democráticos, progresistas y de izquierda debe avanzar hacia la superación del modelo basado en el extractivismo, la monoproducción agroexportadora y el acaparamiento de las tierras. Esto vulnera derechos esenciales como el consentimiento previo, libre e informado e impide el despliegue de toda la capacidad del movimiento socialcomo fuerzas capaces de profundizar los cambios.

La confluencia de estas corrientes gubernamentales con los movimientos sociales y políticos, puede preservarse en la medida en que los pueblos profundicen la unidad, la movilización social y política y no renuncien a su autonomía y a su derecho de fiscalización. Registramos con satisfacción que las luchas populares se mantienen y se fortalecen en resistencia pacífica al modelo neoliberal.

A esta V Cumbre de los Pueblos, la Verdadera Voz de las Américas, acudieron miles de luchadores y luchadoras, de organizaciones de mujeres, sindicales, estudiantiles, campesinas, indígenas, afros, pequeños productores y sectores de iglesias y ecuménicos del hemisferio. Deliberamos sobre los problemas que consideramos verdaderamente fundamentalespara nuestros pueblos y avanzamos en la construcción de propuestas y por ello, entre otras demandas, exigimos:

- La eliminación de las bases militares extranjeras, el fin del colonialismo, la cancelación de ejercicios y entrenamientos militares y policiales conjuntos, el cierre de la Escuela de las Américas y la eliminación del Sistema Interamericano de Defensa y el cese del despliegue de la IV flota sobre nuestros mares.

- El fin de la militarización so pretexto de la guerra contra las drogas, y su reemplazo por una política integral, multilateral y con énfasis en las medidas de salud pública.

- El fin de la militarización de funciones civiles como la asistencia humanitaria, la atención a desastres y el control migratorio.

- El cese de la criminalización de la lucha social, del uso de los territorios indígenas,afros y campesinos como escenarios de guerra: no a los reclutamientos forzados, al uso de las mujeres como botín de guerra y a los desplazamientos forzados. En el caso de Colombia, en donde persiste el conflicto armado interno, la militarización ha puesto al borde de la extinción a estos pueblos.

- La supresión de los tratados de libre comercio e inversión que profundizan la pobreza, la exclusión social y la inequidad, que afectan particularmente a las mujeres.

- El cese a la promoción indiscriminada de la inversión extranjera, buscando en cambio relaciones de cooperación y beneficio recíproco y profundizando en los procesos de integración autónoma. Los derechos de los inversionistas no pueden estar por encima de los derechos de los pueblos y la naturaleza. Es preciso condenar a las trasnacionales como actores principales del modelo.

- Una nueva arquitectura financiera regional, que incorpore: Banco del Sur, Fondo de Reservas Latinoamericano y ponga fin a la empobrecedora política de endeudamiento.

- Soluciones reales a la crisis ambiental y climática que apunten a sus causas estructurales a través de un El replanteamiento de la arquitectura financiera cambio en el modelo de desarrollo. Defendemos la vida y los bienes comunes frente a la mercantilización de la naturaleza impulsada por las instituciones financieras multilaterales y los países del norte.

- Respeto al derecho de los pueblos a decidir sus políticas agrarias y asegurar su soberanía alimentaria, conservar y consumir sus productos nativos. Todos estos amenazados por los monocultivos, los agrocombustibles, los transgénicos y la gran minería.

- Que se priorice la generación de trabajo digno para todos y todas, la garantía a la libertad sindical y la negociación colectiva y el fin de la violencia contra trabajadores rurales y urbanos del continente.

- Cambios efectivos en los sistemas educativos que aseguren el pleno acceso a la educación, con participación democrática de los estamentos educativos y en contra de la privatización y mercantilización de la educación. En defensa del derecho a la educación, apoyamos la demanda del movimiento estudiantil del continente por su gratuidad y universalidad.

- Restablecer el derecho de Cuba a pertenecer al sistema multilateral. Exigir a EE.UU. el cese del bloqueo a Cuba y el cese de la hostilidad hacia los gobiernos que no siguen sus dictados.

- La profundización de los procesos de integración autónomos sin injerencia del gobierno de Estados Unidos y la construcción de amplios procesos de integración desde los pueblos, con respeto, reconocimiento e incorporación de los aportes de la comunidades a una sociedad basada en la cooperación y el Buen Vivir y la construcción de una cultura de paz. - Los pueblos hermanos del continente, apoyamos a Colombia en la búsqueda de una solución negociada y pacífica al conflicto armado.

Lamentamos que la bella ciudad de Cartagena sea al mismo tiempo ejemplo de inequidad y pobreza. Hoy de militarización con ocasión de la Cumbre oficial de presidentes.

Hacemos un llamado a todos los sectores sociales del Continente Americano, para que de manera unitaria emprendamos las luchas que reivindiquen los principios y aspiraciones recogidos en esta declaración, invitándolos a acompañar la movilización masiva, pacífica y civilista para el logro de los fines propuestos.

Finalmente consideramos que la Cumbre oficial de las Américas no puede seguir siendo un escenario excluyente, de subordinación al imperio y simulación de falsas armonías. Esta es nuestra voz, la verdadera voz de los pueblos de las américas, y así lo proclamamos ante el mundo.




viernes, 20 de abril de 2012

UNA PRESENCIA REAL PERO NO CORPÓREA

Fray Marcos

Seguimos en tiempo pascual. El tema de este domingo sigue siendo Jesús que vive y da Vida. Esa nueva Vida queda reflejada en las tres lecturas de hoy como conversión y perdón.

El pecado es la única muerte a la que debíamos tener miedo, porque es la única realidad que aniquila la verdadera Vida. Pero pecado es siempre hacer daño a los demás o hacerse daño a sí mismo. Solo cuando hay injusticia y opresión podemos decir con propiedad que hay pecado. Si hay pecado, hay muerte y por tanto, falta de Vida

Todos estamos de acuerdo (incluido el Papa) en que Jesús no volvió a la vida biológica; por lo tanto lo que pasó en Jesús después de su muerte no puede ser objeto de la ciencia ni de la historia.

Una realidad no puede ser a la vez material y espiritual. Si Jesús recuperó su cuerpo, necesariamente tiene que estar en el tiempo y en un lugar. Si decimos que su cuerpo es espiritual (Pablo lo dice expresamente), estamos afirmando que no hay cuerpo. Si no es cuerpo, no se puede constatar por los sentidos y no puede caer dentro del ámbito de lo histórico.

Esta realidad, en sí misma, no se puede constatar históricamente, pero los efectos que produjo en sus seguidores, sí pueden ser constatados por la ciencia y por la historia. Solo a través de esos efectos podemos enterarnos de que Jesús sigue vivo y está dando vida a la comunidad. Esto es lo que los textos nos quieren transmitir.

La aparición a los once es narrada, por todos los evangeli¬stas, aunque de muy distinta manera. Un verdadero relato lo encontra¬mos solo en Lucas y Juan. Recordemos que son los dos últimos en escribir su evangelio, y por eso nos trasmiten relatos muy elaborados teológicamente.

En los textos más antiguos se habla siempre de (ôphthè) “dejarse ver”. Es este un término técnico, que normalmente se traduce por aparecerse, aunque no es una traducción adecuada.

Para que veáis la dificultad de traducir esa palabreja, basta tener en cuenta que…

• Pablo la utiliza en 1 Cor, 15 para decir que Cristo se apareció a Cefas, a Santiago y a Pablo; y en 1 Tim 3,16, para decir que se apareció a los ángeles.

• La misma palabra es empleada para decirnos que Moisés y Elías se “aparecieron” junto a Jesús.

• También se utiliza para designar las lenguas de fuego que “aparecieron” sobre la cabeza de los apóstoles.

• En el discurso de Esteban, Dios se “aparece” a nuestro padre Abrahán.

En los relatos más tardíos, se tiende a la materialización de la presencia, tal vez para contrarrestar la duda, que se destaca cada vez más. En Mateo se duda que sea el Cristo; en Lucas y Juan se duda de que sea Jesús de Nazaret.

La materialización y la duda están relacionadas entre sí. Cuando los testigos de la vida de Jesús van desapareciendo, se siente la necesidad de insistir en la corporeidad del Jesús resucitado. Caen en la trampa en la que nosotros seguimos aprisionados: confundir lo real con lo que se puede constatar por los sentidos. Hoy sabemos que la verdadera realidad no es lo sensible, sino lo espiritual.

En el evangelio de Lucas que acabamos de leer, Jesús aparece de improviso, como había desaparecido después de partir el pan en Emaús. Se presenta en medio, no viene de ninguna parte. En el relato que precede de Emaús, había dejado claro que Jesús se hace presente en el camino de la vida, en la Escritura y en la fracción del pan. Aquí se hace presente en medio de la comunidad reunida. Esto lo tenía ya muy claro la primitiva iglesia cincuenta o sesenta años después de la muerte de Jesús, cuando se escribió este evangelio.

“Llenos de miedo”. No tiene mucha lógica el terror manifestado, si tenemos en cuenta que los discípulos ya habían recibido el anuncio de las mujeres, la confirmación del sepulcro vacío por parte de Pedro, y una aparición al mismo Pedro que el evangelio menciona, pero no relata. En ese mismo momento en que aparece Jesús, los de Emaús les estaban contando lo que les acababa de pasar.

Si a pesar de todo, siguen teniendo miedo, quiere decir que no fue fácil comprender que la Vida puede vencer a la muerte. También nos advierte de que, lo que se narra, no pudo ser una invención de los discípulos, porque no estaban nada predispuestos a esperar lo sucedido.

Es curioso: en Juan, los discípulos reunidos tienen miedo de los judíos; en Lucas, tienen miedo del mismo Jesús que se les aparece.

“Creían ver un fantasma”. El texto se empeña en que tomemos conciencia de lo difícil que fue reconocer a Jesús. Los que acaban de llegar de Emaús caminan varios kilómetros con él y cenan con él sin conocerle. Incluso Magdalena pensó que se trataba del hortelano.

¿Qué nos quieren decir estas acotaciones? Era Jesús, pero no era él.

En el relato de hoy se dice: “Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros”. ¿Es que en ese momento no estaba con ellos?

Estas incongruencias nos tienen que abrir los ojos. No es tan sencillo descubrirlo, pero los textos nos quieren decir mucho más que la simple narración de un suceso.

“Mirad mis manos y mis pies, palpadme”. Las manos y los pies, prueba de su muerte por amor en la cruz; y de que ese Jesús que se deja ver ahora, es el mismo que crucificaron. Una vez más se insiste en la materialidad de lo narrado. Es importante dejar claro que no se trata de fantasías o ilusiones de los discípulos. En absoluto estaban predispuestos a creer en la resurrección, más bien se les impuso contra el común sentir de todos ellos.

Esto da plena garantía de autenticidad a lo que nos quieren trasmitir, aunque al empaquetarlo en una narración, tenemos el peligro de quedarnos en la materialidad.

No les importa la falta de lógica del relato. Un refrán escolástico dice: “Lo que prueba demasiado no prueba nada”. Cuando desapareció Jesús ¿qué pasó con aquel trozo de pescado que comió?

“Así estaba escrito” Otra característica de Lucas es la insistencia en que se tienen que cumplir las Escrituras. Esto es muy interesante, porque todos los salmos que hablan del siervo doliente terminan con la intervención de Dios que se pone de su parte y reivindica su justicia.

En las primeras comunidades, todos eran judíos; no tenían otro universo religioso para interpretar a Jesús que su Escritura. A pesar de que Jesús dio un paso de gigante sobre las Escrituras a la hora de decirnos quién es Dios, ellos siguen echando mano del AT para poder interpretar su figura.

Al insistir en que las Escrituras se tienen que cumplir, nos están diciendo que todo está bajo el control de Dios. No son los enemigos de Jesús los que se han salido con la suya, sino que el plan de Dios se cumple a través de los acontecimientos por muy adversos que se puedan presentar. Hoy sabemos que este afán por descubrir en las Escrituras lo que después pasó en Jesús, no pasa de ser una interpretación acomodaticia.

“Mientras estaba con vosotros”. Indica con toda claridad que ahora no está con ellos físicamente. Estas son las pistas que tenemos que advertir para no caer en la trampa de una interpretación literal.

Jesús está presente en medio de la comunidad. Su presencia es objeto de experiencia personal, pero no caen en la tentación de creer que sea la misma presencia de la que disfrutaron cuando vivía con ellos.

Jesús es el mismo, pero no está con ellos como antes. Está con ellos, come con ellos se relaciona con ellos, pero no de la misma manera que lo hacía cuando andaba por los caminos de Galilea.

Tampoco pensemos que esta presencia es de inferior categoría. Esta presencia de Jesús en medio de la comunidad es mucho más real que antes. Ahora es cuando descubren al verdadero Jesús.

También el encargo de predicar la buena noticia se apoya en las Escrituras. La buena nueva es la conversión y el perdón. Las otras dos lecturas de este domingo apuntan en esta dirección.

Si pecado es toda opresión, el dejarse matar antes que oprimir a nadie es la señal suprema de que el pecado está superado.

La buena noticia de Jesús es que Dios es amor. Su experiencia del Abba nos tiene que tranquilizar a todos. El amor de Dios es incondicional por su parte. Pero en la primera lectura, Pedro, y en la segunda Juan, nos recuerdan que somos nosotros los que fallamos en la parte que nos corresponde para hacer nuestro ese amor de Dios.

(Hch 3,13-19) “Arrepentíos y convertíos para que se os perdonen los pecados”.PRIVATE

(1 Jn 2,1-5) “Quien dice: yo le conozco, y no guarda sus mandatos, es un mentiroso y la verdad no está en él.”

Para terminar, recordemos la última diferencia notable entre Lucas y Juan. En Juan, sopla sobre ellos y les confiere el Espíritu. En Lucas les promete que se lo enviará. La diferencia es solo aparente, porque el Espíritu ni tiene que mandarlo ni tiene que venir de ninguna parte. Es una realidad espiritual que está siempre en nosotros. Podríamos decir que llega a nosotros, cuando lo descubrimos, y vivimos su presencia.

La epístola de Juan tiene que hacernos reflexionar. Quien dice: yo le conozco y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso. Está claro que no habla de un conocimiento teórico, sino de una identificación con él.

Una erudición exhaustiva sobre la figura de Jesús, no garantiza una vida cristiana. Aceptar con escrupulosidad todos los dogmas, no dará seguridad ninguna de verdadera salvación en Jesús. No se trata de conocer mejor a Jesús, sino de nacer a la Vida que él vivió y desplegarla con la mayor intensidad posible.


miércoles, 18 de abril de 2012

EL DÍA QUE JESÚS SALIÓ DEL METRO

Pedro Miguel Lamet

Cuando salió de la estación del Metro, la plaza estaba abarrotada por una gran multitud que quería verle y escucharle. Se subían a las farolas y encima de los coches. En su mayoría eran parados, inmigrantes y marginados de toda clase, edad y condición, que se abalanzaban sobre él con súplicas y lamentos.

—¡Mira, Maestro, cómo estamos. Ni uno de la familia tiene trabajo!

—Ayúdame, Jesús. Estoy sin papeles —le gritó un joven negro

—¡Te necesito! -exclamó una mujer de la calle.

Los discípulos tenían que apartar a la gente y abrirle camino hasta un parque cercano, donde mandó a todos sentarse en el suelo. Y les habló de esta manera:

“Venid a mi todos los que estáis angustiados y sobrecargados con la crisis, soledad y falta de sentido en la vida, porque yo os aliviaré, que soy manso y humilde de corazón. No temáis, porque en mi reino los últimos son los primeros y los primeros últimos. No hagáis como los políticos que os engañan como encantadores de serpientes, mienten para ganar las elecciones, os prometen quitaros los impuestos, y en cuanto están en el poder recortan vuestro sueldo y os cargan con pesos insoportables.

“Tampoco os fieis de tantos predicadores que dicen hablar en mi nombre y no cumplen lo que proclaman o convierten sus iglesias en guetos exclusivos, reducen la religión a un montón de normas, y se olvidan del corazón del hombre, mi verdadero templo.

No hagáis como los banqueros que especulan con el dinero de los pobres y, después de haberles cobrado por un piso durante toda la vida , cuando vienen las vacas flacas y les es imposible seguir pagando, se quedan con lo cobrado y con el piso. Ni como los corruptos de la Administración que, después de elegidos para servir al pueblo, se apropian del dinero público en propio beneficio.

Vosotros no pongáis vuestro corazón en el dinero, ni en la cuenta corriente, ni en los bonos del Estado o vuestro plan de pensiones, sino en ese tesoro escondido y la piedra preciosa que nadie os puede arrancar ni robar. Amad a vuestros enemigos y luchad por la paz y la justicia en el mundo. Ser auténticos hoy día supone llevar una gran cruz. Pero no os preocupéis, que yo la he vivido primero y camino codo con codo a vuestro lado.

Luchad por la conservación de este planeta que mi Padre sembró de ríos, mares, montañas, flores, frutos y animales, y ahora lo estáis convirtiendo en un lodazal .

Repartíos y multiplicad equitativamente los bienes de esta Tierra como yo hice con los panes y los peces. Cambiad vuestro concepto de “realización” o “felicidad”, que está no el poder, la fama y el éxito, sino en el despertar por dentro, en el “ser” y no en el poseer.

No aplastéis a las mujeres ni explotéis a los niños, pues yo me rodeé de ellos. Amaos los unos a los otros y buscad el reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura”.

Así dijo. La gente empezó a aplaudir y cantar. Pero de pronto se presentaron los antidisturbios alegando que aquella manifestación era ilegal, y porque alguien había soplado que era una concentración de indignados, antisistemas o inmigrantes sin papeles.

Cuando iban a detenerle, Jesús se escabulló entre la multitud.

Alguien comentó:

—Habla como quien tiene autoridad.


martes, 17 de abril de 2012

"MEJOR NO SEÑALAR CON EL DEDO, PARA NO AUMENTAR LOS DESENCUENTROS"

ENTREVISTA A JUAN MASIÁ, teólogo y experto en bioética

Ana Bou, en Alandar

¿Quién no conoce a Juan Masiá? Jesuita español afincado en Japón, aunque no deja de ser ciudadano del mundo… Esta vez nos lo encontramos en Barajas a punto de facturar y no se nos puede escapar, así que le abordamos allí mismo. Hay gente que le conoce por sus conferencias sobre bioética, otra por sus diálogos con budistas, pero no deja de ser alguien muy querido, admirado y reconocido en nuestro país.

¿Cómo se encuentra después de la jubilación?

Se deja un puesto por jubilación o cese y se deja un alimento por precripción médica. Pero hay dos temas que no admiten cese ni paro. Adivina cuáles...

¿Quizá hablar y escribir? No para con la lengua y la pluma.

Soy charlatán como mi madre y escritor como mi padre. Pero, ¿de qué serviría escribir sin pensar? ¿De qué serviría conversar sin querer a las personas? Para pensar y querer no hay cese ni paro. Si piensas con todo el cuerpo y quieres con toda tu vida, estás viviendo. Sin pensar ni querer, ya te has muerto.

¿Eso vale también para las Iglesias?

Prohibir pensar y querer sería asesinato a la vez que suicidio. ¿No tenía prohibido venir a su tierra y publicar en su lengua? No está en vigor tal medida, porque no se podía dar la razón a blogueros inquisitoriales que infringen por internet el octavo mandamiento difamando.

Pero ya no reside en Madrid, sino en Tokio.

No estoy desterrado. Pertenezco a la Provincia Jesuita de Japón, que me envía a ministerios dentro o fuera del país.

¿Qué actividades?

Pastorales y académicas, clases de ética, colaboración con Justicia y Paz y la Conferencia Interreligiosa...

Todo eso en Tokio, amenazado por terremotos.

Mientras preguntabas se cortó la comunicación por un temblor. Un minuto después tranquilizan por radio: sólo nivel cinco sin peligro de tsunami. Muy organizados los avisos de emergencia.

Aunque en Fukushima no les dio tiempo. ¿Cómo supera Japón la tragedia?

Un desafío formidable, lejos de superarse. La Conferencia Internacional Antinuclear (Yokohama, 15 de enero, once mil personas) pidió el cese de plantas nucleares y de su exportación: “La explosión de Fukushima, declaraban, fue un golpe a la sociedad de consumo de Asia oriental, disipó las ilusiones sobre una fuente energética presuntamente segura. La catástrofe exige revisar los logros de una civilización edificada sobre la abundancia y el consumo”. En la sesión de clausura, monseñor Umemura leyó el mensaje unánime del episcopado japonés pidiendo el cese de las centrales nucleares.

Tras el seísmo de Fukushima, empresa eléctrica y gobierno alarmaron con cortes de corriente. Pero en el verano no hubo escasez, con solo seis de los 54 reactores funcionando. La agenda oculta de la “mafia nuclear”: venta de uranio enriquecido y plutonio a Estados Unidos y exportación energética y construcción de nucleares en Vietnam, India y Oriente Medio.

Desde Mongolia denuncian los proyectos nucleares en su país, que solo beneficiarían a la minoría rica gobernante. No se resuelve el problema de los desechos, herencia letal para el futuro. La protesta japonesa (ochenta por ciento de la población) no pide solo el cierre en el país, sino que clama contra la exportación del daño. Enterrar radioactividad fuera de sus fronteras es hacer basurero de ricos el patio del pobre.

Hablando de fronteras, ¿sigue con el tema de su libro más vendido?

Me preocupa el arraigo de la fe cristiana en la cultura japonesa. Monseñor Mori, obispo emérito de Tokio, señala la tensión: “Entre cultura de piedra y de madera, entre la ley y la piedad, abruma el peso de un cristianismo eurocéntrico, dogmatizante, moralizador y colonizador... más patriarcal que maternalmente”.

¿No se tropieza con semejante mismo obstáculo también en España?

Una Iglesia en crisis desaprovechó la oportunidad conciliar de reforma y pierde credibilidad por inmisericordia. ¡Qué contraste entre el Moisés y la Piedad de Miguel Ángel! Moisés, duro como las tablas de la ley, te congela. La Piedad, a pesar de ser mármol, te derrite las entrañas con calidez de madera.

Ese contraste de piedra y madera, ¿lo sugiere la cultura japonesa?

Sí: la novela Silencio, de Endo Shûsaku, un bautizado católico que vive su fe como un traje estrecho; ni lo desecha, ni puede reformarlo. Un Dios maternal y compasivo, contrasta con la divinidad mosaica como las maderas del templo oriental con la frialdad del mármol. No arraiga la imagen del Cristo occidental. Urge descubrir desde dentro raíces de preevangelización. En el siglo XVII se enfrentaban franciscanos y jesuitas, con enfoques de misión diferentes. Se repite la historia en pequeñas iglesias nipónicas agobiadas por la imposición del estilo fanático de algunos movimientos de espiritualidad oriundos de Europa.

¿A quiénes se refiere?

Mejor no señalar con el dedo, para no aumentar los desencuentros.

Pero insiste en el desencuentro de la piedra y la madera.

Sin aplicarlo a la letra a oriente y occidente, como si el primero fuera madera, mujer o mística y el segundo, varón, piedra o lógica. También Europa tiene dentro su “orientalidad” mística olvidada.

¿Juzgaría a nuestra Iglesia como inmisericorde?

“No juzguemos y no seremos juzgados” (Mt 7, 1), aunque duelan casos de inmisericordia: un jerarca proclama que “Dios es rico en misericordia”, a la vez que se porta inmisericordemente con alguien tan misericordioso con el mártir Óscar Romero.

¡Qué fuerte! ¿Puede darnos algunas muestras de otra Iglesia posible, algunas instantáneas de las que cuenta en tus ensayos desde el otro lado del globo?

Solo instantáneas rápidas por exigencias del guión:

Inmigrante divorciada, violada en el extranjero y madre soltera, en nueva pareja con católico divorciado también inmigrante: no le negaron la comunión. Asunto resuelto resuelto en el “foro de la conciencia”.

Una persona “salida del armario” honestamente y despedida por prejuicios del párroco extranjero es acogida en la comunidad del obispo local.

Una inmigrante católica surasiática trabaja en cabaret. El cura extranjero le dijo: No puedes comulgar sin confesarte. En el centro de acogida le dijimos: “No des a Jesús el disgusto de no recibirle, te quiere más que los que te harán trabajar esta noche”.

En su pastoral sobre la vida los obispos japoneses proponen moral sexual con tres preguntas: “¿Soy sincero conmigo mismo? ¿Soy respetuoso con mi pareja? ¿Soy responsable de las consecuencias de la relación?”. Sin más detalles, dejan la respuesta a la conciencia.

El episcopado japonés participa, con grupos intrerreligiosos y movimientos cívicos en las campañas contra pena de muerte, rearme y centrales nucleares, defensa de la vida naciente o doliente, protección de la mujer, prevención del suicidio o amparo a minorías discriminadas, víctimas del sida y personas con dependencias o discapacidades.

En su pastoral sobre bioética (2001) y sobre la Iglesia ante los problemas sociales (2012) los obispos japoneses proponen sin imponer y animan sin condenar, fomentando actitudes evangélicas compartibles con otras religiones y con la sociedad secular que defiende los derechos humanos. Al tratar sobre el divorcio de creyentes concluían: “No se les rechace en la Iglesia, acójaseles como Cristo les acogería y acompáñeseles en los pasos para rehacer su vida.

Da qué pensar, pero hay que cortar. Resuma en una línea como en el Twitter.

Jesús repetía al profeta (Os 6,6): “Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13). 






lunes, 16 de abril de 2012

LUCHA SANTA

EXPERIENCIA RELIGIOSA DE LOS CURAS OBREROS DE LA SIERRA SUR DE SEVILLA
autor: Manuel Flores Sánchez. Editorial PPC

RAFAEL DÍAZ-SALAZAR en su prólogo al libro 

Diamantino, Enrique, Esteban, Miguel, Antonio y Juan. La vida, las luchas y los trabajos de estos curas obreros constituyen una de las experiencias religiosas, sociales, sindicales y políticas más interesantes que ha habido en este país en los últimos cincuenta años. Desde la humildad y el trabajo de base, estos curas jornaleros han logrado, sin pretenderlo, convertirse en un referente para miles de personas. Su experiencia, excelentemente narrada y analizada en este libro, trasciende la coyuntura temporal en la que se ha realizado y adquiere un significado permanente que conviene conocer y asimilar. Hay mucho que aprender de este libro para activar la memoria histórica y construir el presente y el futuro en los ámbitos religiosos, sociales, sindicales y políticos.

Estos curas jornaleros son personas que se dejaron afectar por el sufrimiento creado por el desempleo y la emigración temporera. Las familias jornaleras con las que convivían llevaban la “casa a cuestas” durante gran parte del año. Ellos, como buenos seguidores de Jesús y como antilevitas, no dieron un rodeo ante quienes estaban excluidos de bienes básicos y sufrían diversos tipos de explotación. No pasaron de largo para centrarse en el oficio sacerdotal del templo. Por el contrario, asumieron la condición jornalera, renunciaron explícitamente a formar parte del estamento clerical y se sumergieron en el corazón de las masas jornaleras. Se insertaron en el profetismo sacerdotal evangélico, claramente antitético al de los nuevos fariseos, escribas y sacerdotes que dentro de la Iglesia siguen un viejo orden sacerdotal análogo al del judaísmo.

Ellos no huyeron del sufrimiento de los más pobres. Los curas jornaleros sevillanos participan de la dinámica amorosa de un Dios partisano, no indolente ni imparcial en medio del antagonismo entre clases, castas y estamentos. Utilizando el lenguaje sociológico de Max Weber, podemos afirmar que estos curas jornaleros actualizaron el carisma de Jesús de Nazaret y se enfrentaron a la burocratización eclesiástica del cristianismo, que lo ha degenerado en una mezcla de ritualismo, moralismo y conservadurismo.

La experiencia de estos curas jornaleros constituye una “religiosidad intramundana”, que se opone a la “religiosidad extramundana”. Mientras que la primera une experiencia de Dios y lucha por la transformación social, la segunda es un conjunto de prácticas rituales y devocionales para alcanzar la unión con un Dios impasible ante el sufrimiento humano y buscar la salvación fuera del sufrimiento existente en la sociedad.

Su inserción en las condiciones de vida del proletariado jornalero andaluz reconfigura las formas más tradicionales de la religiosidad heredada y, desde la fidelidad al núcleo evangélico de su fe, alumbra una nueva experiencia religiosa. Esta conexión entre la experiencia del amor de Dios, la imitación de Jesucristo a través de su seguimiento, y la organización social y sindical del proletariado jornalero queda espléndidamente sintetizada en el acertado título del libro: Lucha Santa. Para los curas jornaleros la coherencia evangélica, esto es la santidad, se concreta en la lucha colectiva con sus gentes para dignificar las condiciones de vida de los más pobres, generando el conflicto social requerido para un cambio social que prefigure el Reinado de Dios sobre el Reinado del Dinero. Una lucha que es santa porque contribuye a recrear la tierra y las relaciones sociales a imagen y semejanza del Dios del amor, de la fraternidad y de la igualdad.

No es frecuente en España esta estrecha unión entre experiencia religiosa, espiritualidad, mística y fuertes luchas sociales, políticas y sindicales. El análisis de estas conexiones es precisamente el mérito de este libro escrito por un joven antropólogo, pues a través de su texto ha logrado que esta abundancia de vida sea conocida por los lectores de esta obra.

sábado, 14 de abril de 2012

ASIA: LA MECÁNICA DEL GENOCIDIO

Tzvetan Todorov

Las grandes matanzas del siglo XX han suscitado un enorme volumen de publicaciones en las que se relatan historias individuales, en su inmensa mayoría las de las víctimas y los supervivientes. Los libros como Desde aquella oscuridad, en el que la periodista Gitta Sereny refleja sus entrevistas detalladas con Franz Stangl, el antiguo responsable de Treblinka, son excepción. Y todavía más infrecuente, e incluso imposible, es encontrar documentales que nos muestren a los autores de esos crímenes de masas comprometidos con la búsqueda de la verdad. Pero su interés salta a la vista. Oír hablar a las víctimas es desgarrador, provoca emoción y compasión, pero no nos enseña nada: las víctimas no son las responsables de esos hechos, sino quienes han sufrido, impotentes, la voluntad de otros.

Si queremos comprender los desastres pasados, condición previa indispensable para cualquier intento de impedir que se repitan, lo que debemos hacer es acudir a quienes cometieron esos actos: ¿por qué hicieron esas cosas? ¿Cuál es el mecanismo que engendra el horror? ¿Cómo puede convertirse un hombre corriente en un verdugo de masas? Por desgracia, los individuos que podrían hacerse estas preguntas y buscar respuesta sin hacer concesiones son escasos; en su mayoría, no se consideran culpables en absoluto y concentran sus esfuerzos en buscarse excusas.

En 2009 se celebró en la capital de Camboya un proceso al régimen de los jmeres rojos por los crímenes cometidos durante su periodo en el poder. En el banquillo de los acusados, una sola persona de apellido Duch, antiguo director de un centro de torturas y exterminio, denominado S 21. El juicio, el primero de su tipo en aquel país, fue excepcional, entre otras cosas, por el hecho de que los archivos del centro están perfectamente conservados y, por tanto, permiten reconstituir de forma minuciosa su funcionamiento. Pero fue extraordinario también por la personalidad del procesado, que en ningún momento trató de eludir sus responsabilidades, sino que se reconoció culpable de un crimen abominable del que dijo arrepentirse amargamente y, a continuación, se comprometió a cooperar activamente con el tribunal.

A todos estos elementos, ya sustanciosos, se añade otro más muy positivo: el juicio originó varios libros de gran calidad, redactados por testigos que aclaran diversos aspectos de él, y, cosa aún menos frecuente, un documental sobre Duch. Su director, Rithy Panh, con el deseo de comprender más que conmover, se sumerge en el espíritu del verdugo y tiene el valor, o la prudencia, de no enmarcar el discurso de su personaje en el suyo de autor, sino de enfrentar directamente al espectador con el hombre que confiesa y analiza sus crímenes. El resultado es sobrecogedor.

Estos libros y este film permiten, ante todo, reconstruir el contexto en el que actuaban los jmeres rojos, una guerra civil (1970-1975) que causó 600.000 muertes, un país que padecía los bombardeos estadounidenses (cayeron en él casi cuatro veces más bombas que sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial), el ansia de libertad y justicia que engendró toda aquella violencia. Los testimonios relatan el proceso inexorable que se inició con la victoria de los comunistas en 1975 y prosiguió hasta 1979. La represión tuvo tres fases.

Al principio, ejecutaron a todos los antiguos enemigos, pero también a los “desviados”: locos, discapacitados, leprosos. A continuación, expulsaron de las ciudades a todos los que no pertenecían a las nuevas clases privilegiadas de obreros y campesinos, es decir, los enseñantes, empleados, comerciantes, propietarios, y los enviaron a cavar canales y construir diques, con el argumento de que, para merecer formar parte del pueblo, necesitaban reeducarse.

Un año después comenzó la tercera fase, la persecución de los “enemigos interiores”, una purga permanente que afectó a los propios revolucionarios y acabó con todos los sospechosos en prisiones especiales, como la que dirigía Duch, en las que los torturaban para que revelasen los nombres de sus “cómplices” y luego los ejecutaban. La vida de un enemigo no valía nada, y tampoco las de las personas más próximas a él: esposa, hijos, padres, amigos, colegas. Los presos eran “bolsas de sangre”: les sacaban toda la que tenían —con lo que morían de inmediato— y les practicaban una vivisección “para estudiar su anatomía”. Se calcula que el número de víctimas de aquellos cuatro años asciende a 1.700.000, aproximadamente el 20% de la población.

El número de víctimas de los jmeres rojos asciende a 1.700.000, aproximadamente el 20% de la población camboyana.

Antes de asumir su compromiso político, Duch era un personaje corriente, atento a los demás, aplicado en su trabajo, inteligente. Durante su periodo de jmer rojo, cometió crímenes extraordinarios y supervisó las torturas y ejecuciones de al menos 12.500 personas. Su paso de una cosa a otra se explica, más que por su pasado personal, por su relación con la historia colectiva: en este caso, no se trata de un monstruo individual. La fuerza que impulsó el régimen fue la ideología comunista llevada al paroxismo y sostenida por el ejército, que no se ha visto sometido a ningún proceso porque el tribunal solo juzga a individuos.

Los dirigentes de los jmeres rojos se remitían a Marx, Lenin y Mao, a los comunistas franceses, país en el que varios de ellos habían estudiado. El objetivo era crear un hombre nuevo y una sociedad nueva, de manera que había que comenzar por destruir todo lo que existía. Privar a la persona de su familia, su casa, su profesión, incluso darle un nombre nuevo. La alternativa que se ofrecía a la población era adoptar la nueva fe con entusiasmo o someterse a ella por miedo al sufrimiento. La presión era tal que nadie podía superarla.

Pero las reacciones fueron distintas: unos se negaron (y aceptaron morir), mientras que otros se sometieron (y aceptaron matar). En varias cárceles especiales, como la que dirigía Duch, se torturaba a los “sospechosos” para que revelasen los nombres de sus “cómplices” y luego se les ejecutaba de forma sistemática. Las “confesiones” extraídas a las víctimas permitían mantener la ficción de las conspiraciones, que debían servir para explicar los fallos económicos y justificar la dictadura, convertida en un fin en sí misma.

¿Cuál es el régimen político más inhumano?, se pregunta Rithy Panh, y responde: el que decide qué es lo que le conviene al individuo y se lo impone a todos.



Tzvetan Todorov es semiólogo, filósofo e historiador de origen búlgaro y nacionalidad francesa.



viernes, 13 de abril de 2012

EXPRESARSE

TRANSMITIR LA BUENA NOTICIA HOY

Joaquín Solá

Soy un “cristiano viejo” de 72 años. Educado en la Fe y que quiere morir en la misma. Fe que es un puro don de Dios pero que, además, exige mi esfuerzo intelectual y sobre todo de oración. Y quiero comentar un aspecto concreto de la pastoral en la Iglesia. ¿Qué ocurre en nuestra Iglesia? A mi juicio de creyente de a pie el avance de la humanidad en los dos últimos siglos ha sido impresionante, en todas las ramas del saber y de la técnica. El universitario se vuelve autosuficiente en su búsqueda de la verdad (a través de verdades parciales). Y en ese mundo ha de ser proclamada la Buena Noticia, noticia que tiene su marchamo de veraz en un hecho sorprendente: La Resurrección de un hombre. Predicar esto es difícil, pero existe otro hándicap aún: Cuando Pablo recorre el mundo helenista, predica una fe nueva, original, más o menos asumible (más bien menos) pero que tenía una cualidad esencial, que fue el combustible que hizo arder el mundo grecolatino: el testimonio de unos cuantos que proclamaban su fe en el Resucitado porque lo “habían visto”, y que llevaban su fe a las últimas consecuencias, incluso el martirio. Ahora, la Verdad predicada, además de difícil de digerir, lleva el polvo de interpretaciones hechas con mentalidad de hace siglos, con palabras y expresiones ininteligibles hoy día.

En el año 2.012 no basta la teología tomista-aristotélica. “Sabiendo” los creyentes que Jesús fue resucitado, es preciso que saboreemos en qué consiste ese ser resucitado; “sabiendo” los creyentes que Cristo está presente en la Eucaristía, es preciso que experimentemos qué es ese estar presente. Yo no puedo decir a mi nieto de 16 años que cuando comulga “se come el cuerpo de Jesús”, con sus manos, pies, uñas… (Así nos fue descrita la comunión en los años 40 y conservo algún devocionario de aquella época como prueba). No puedo desvincular la Eucaristía de la Comunión de los Santos, al Resucitado de la Iglesia, de la Comunidad de creyentes.

Tenemos los creyentes hoy un verdadero tesoro: nuestros presbíteros son cada vez más santos, más fieles, más entregados. Y eso es fácilmente contrastable, a poco que uno entre en la vida de las parroquias, movimientos de seglares, etc.

¿Qué ocurre, pues, a mi modesto entender? Pues que el “Magisterio” de la Iglesia, que ciertamente ha de velar por todos sus fieles, tiene mucho miedo a lanzarse al ruedo de la búsqueda de la Verdad: Comprende que han de buscarse nuevas formulaciones de la Verdad inmutable, sabe muy bien que el lenguaje del hombre medieval no tiene nada que ver con el de hoy, pero tiene mucho miedo a que esa búsqueda deje tirado por el camino a mucha gente que se quede sin su “verdad de toda la vida”. Además, tiene la experiencia del Concilio último que, queriendo abrir ventanas, emprender el camino del seguimiento de Jesús, reavivar la Fe, produjo, sí, un verdadero espíritu de renovación en la fe, pero dejando muchos en el camino y no consiguiendo que el Espíritu Santo infundiera su Amor a todos los fieles (o por lo menos lo hiciera de forma semejante).

Ese miedo, legítimo en cuanto humano, ha llevado a la Iglesia a mantener unas posturas ininteligibles e incomprensibles para el hombre moderno, que absorto en sus problemas, se aburre y simplemente prescinde de ese dios que nada le dice. Un ejemplo: ¿De verdad se quiere que el hombre de hoy acepte la doctrina de Pablo de Tarso sobre la mujer, en Corintios I, que atenta (entonces no, ahora sí) a los más elementales derechos humanos? Aparte del argumento de “trágala”, ¿es aceptable hoy la no admisión de la mujer al ministerio del Orden?

Bien claro lo dice la nota publicada por la Comisión episcopal que “advierte” a Torres Queiruga, como bien claro lo dijo el entonces Obispo de Tarazona, respecto a Pagola: la búsqueda de un lenguaje moderno que permita transmitir la Verdad, puede “hacer mucho daño”. Pero olvidan que cercenar ese camino de búsqueda de la Verdad puede hacer tanto o más daño a otros muchos creyentes que nos sentimos obligados a buscar y seguir buscando, no quedándonos en la fe del carbonero. Parece como si se nos dijera: “Vd. busque pero, ojo, que si el camino a que le lleva la búsqueda honesta no se compadece con el sistema en que estamos instalados, su obligación es volver a la fe del carbonero. Y olvidan que es más que improbable que el cristiano a quien, por su inmadurez, pudiera hacer daño la lectura de estos autores, vaya a adquirirlos o a leerlos.

En definitiva, cualquier intento pastoral pasa por comenzar con una reflexión profunda sobre qué Buena Noticia quiero transmitir, qué fundamento tiene esa Buena Noticia y cómo la transmito fielmente, mediante un lenguaje comprensible para el hombre de hoy, aunque sin devaluar un ápice el Mensaje del Reino.

¡Y para eso necesitamos el esfuerzo de todos los teólogos, pero principalmente de aquellos que, asumiendo riesgos, buscan insistentemente ese “repensar” el Misterio, no en cuanto Misterio (que es impensable y por tanto irrepensable) sino en cuanto expresión del mismo.

Confieso con tristeza que, desde que falleció hace unos años mi mentor jesuita, la Comisión de la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal es la que más me guía en la búsqueda de autores que me puedan ayudar en mi Fe: los que dicha Comisión pone en su punto de mira (Jon Sobrino, José A. Pagola y, ahora, Andrés Torres Queiruga). ¡Manda narices!


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jueves, 12 de abril de 2012

SEMANA SANTA

José Ignacio González Faus

Jueves Santo

Podemos prepararnos reviviendo las duras experiencias que podemos haber tenido si hemos pasado días o semanas, esperando una noticia que temíamos que fuera negativa: el diagnóstico de alguna enfermedad, las noticias sobre algún ser querido desaparecido o el fallo de algún juicio etc. Jesús vive una experiencia semejante en los últimos días de su vida: tanto que se ha decidido a subir a Jerusalén para ver si las cosas se aclaran. Y, a pesar del aparente éxito inicial, han bastado cuatro días para que se viera que las cosas pueden acabar mal.

Pues bien: en ese contexto decide Jesús celebrar una cena con los suyos. Una cena es siempre una celebración festiva: la esperanza de Jesús sigue tan intacta que puede celebrar cualquier desenlace que venga. Porque el contenido de esa esperanza es la fe en el amor. Decimos que el jueves santo es el día del amor fraterno, pero no percibimos que precisamente por eso, es también el día de la esperanza inamovible.

Y ¿dónde se visibiliza ese amor? En el gesto que hace Jesús en aquella Cena. Toma el pan, símbolo ancestral de la necesidad humana, lo parte y lo reparte. Luego toma la copa, símbolo ancestral de la alegría humana, y la pasa. En la necesidad compartida y en la alegría comunicada se resume toda la vida anterior de Jesús y toda la tarea ulterior de sus seguidores y de quienes quieran anunciarlo. Ese gesto es su memorial y debe ser repetido como actualización de su recuerdo: ahí estará Él siempre con nosotros, en esa cena transida por la necesidad que se comparte y la alegría que se comunica. Y la repetición o actualización de aquella cena que nosotros llamamos eucaristía (acción de gracias) debe conducirnos a “eucaristizar” todas nuestras vidas: convertirlas en signos de la gratuidad que comparte la necesidad y comunica la alegría.

La eucaristía no es pues (¡no puede ser!) un mero acto de culto que ofrecemos a Dios para tenerlo contento y que nos deje ir “a lo nuestro”: es el compromiso contraído de convertir nuestras vidas en gestos de necesidad compartida y de alegría comunicada: lo contrario, como avisó san Pablo, “ya no es celebrar la Cena del Señor” (1 Cor 11).

Por eso el Vaticano II reclamó mucha más participación del pueblo en la celebración eucarística. Y en esto (como en otras muchas cosas) no le hemos obedecido, como si pretendiéramos salvaguardar la superioridad de una casta sacerdotal, única que tiene acceso a tan sagrados misterios.

A veces esa participación es más difícil por la masificación de muchas de nuestras misas. Pero al menos no deberíamos olvidar que cuando vamos a misa vamos a reunirnos “en torno a la mesa de Señor”. Muchos católicos dan la sensación de acudir a Misa como quien va a un Banco o a un cajero automático: primero han de hacer un rato de cola o de espera y luego, cuando les toca a ellos, sacan el capital de gracia que querían y se vuelven a casa. No comprenden que es una falta de respeto el que, cuando Dios me invita a sentarte con Él en torno a la mesa, me quede yo lejos esperando sólo el momento de de coger mi propio bocado y marcharme…

Desde aquí podemos pasar un momento a Getsemaní y ver cómo aquella esperanza que parecía tan fuerte, se quiebra ahora: Jesús pasa un rato de hundimiento y pide que le libren a de aquel trago. No obstante, no se engaña buscando razones para huir; simplemente reconoce su debilidad ante Dios, y así sale de aquel bache tan hondo: no de golpe (como Pablo en su conversión) sino poco a poco y casi sin darse cuenta.



Viernes Santo.

Lo primero que conviene destacar es que a Jesús no le matan los malos sino los (oficialmente) buenos. No le condenaron los publicanos, ni las prostitutas, ni los samaritanos, ni los leprosos impuros… sino los sumos sacerdotes y el sanedrín, con ayuda del gobernador civil.

Traducido a hoy: no le matan los ateos, ni los comunistas ni los islamistas, sino la misma institución eclesiástica con la complicidad del imperio. Urs von Balthasar hace la siguiente descripción del Calvario: el papa (Pedro) ha negado; los obispos (los Apóstoles) han huido; el pueblo que cuatro días antes gritaba “hosanna al hijo de David”, ahora grita “crucifícale”. ¿Quién está en el Calvario? Un discípulo excepción, y unas pocas mujeres. ¿Quién le ha ayudado a cargar con la cruz? Uno de fuera (Simón de Cirene). Ahora bien: la pasión de Cristo es la pasión del mundo porque recapitula todas las cruces de la historia. Y debemos preguntarnos si, en el Calvario de hoy, no sucede exactamente lo mismo.

Después de esto conviene quedarse un buen rato mirando a la cruz. Para muchos ojos es sólo la imagen de uno de tantos “terroristas” que cruzaban las calles de Jerusalén camino del Gólgota. Nosotros podemos preguntarnos cómo es que, de todos aquellos, sólo la imagen y el nombre de éste han atravesado el espesor de los tiempos, han llegado hasta nosotros y hoy nos congregan en su entorno. Y, dando un paso más, preguntarnos: ¿me creo de verdad que aquel crucificado que gritaba: “Dios mío ¿por qué me has abandonado?” era el mismo Dios?.

Darnos cuenta de lo difícil que es creer eso y enraizarnos hondamente en esa fe. La frase de Tertuliano: “creo quia absurdum” (lo creo porque es absurdo) no es una frase general sobre las relaciones entre fe y razón como a veces nos quieren colar. Esta dicha precisamente ante el Jesús anonadado. ¿Creo que aquel crucificado era Dios? Lo creo porque es absurdo. Lo cual significa: lo creo porque esa cruz revela la increíble, la “absurda” dimensión del amor de Dios a los seres humanos que, cuando torcemos y destrozamos su creación, no nos destroza a nosotros sino que viene a nosotros para compartir con nosotros las consecuencias de nuestro pecado.

Y podemos terminar con este texto de un célebre teólogo japonés (K.Kitamori): “el mensaje de que el Hijo de Dios ha muerto es de los más inaudito. Si no nos sobrecoge el hecho de que Dios ha muerto ¿qué podrá hacerlo? La Iglesia debe guardar vivo este asombro. Sin embargo, la iglesia y la teología han cesado de admirarse ante este mensaje”. Y en este mensaje no es admirable sólo el hecho sino el modo como Dios ha muerto. Jesús grita: Dios mío ¿por qué me has abandonado?, para luego. Desde esa profunda experiencia del abandono de Dios, volver a gritar: “Padre, en tus manos pongo mi vida”.

Un cristiano puede (debe) pensar sencillamente que ese salto del abandono de Dios a las manos del Padre ha sido el momento más decisivo de toda la historia humana, y lamentar la banalización que hemos hecho hoy los cristianos de la cruz, convirtiéndola en una alhaja (¡o en un arma!), con sólo sacar de ella al Crucificado.



Sábado Santo

Podemos comenzar también este día recordando otra experiencia muy humana: imaginemos el regreso del entierro de una persona querida, tras una temporada larga de luchas y temores, con un tratamiento pesado, con momentos de optimismo, momentos de temor etc. hasta ese instante último en que decimos en nuestro interior: “ya está”. Todo ha terminado y, tras tanta lucha, ha terminado mal. ¿Quién no ha regresado alguna vez del cementerio con un estado de ánimo como el descrito?

Desde aquí miremos un momento cómo bajan del Gólgota María, el discípulo amado y las pocas mujeres que estaban en torno a la cruz: ya está, todo ha concluido. Y no ha concluido como hubiésemos querido.

Nosotros nos parecemos a aquel pequeño grupo de fieles, pero con una diferencia: nosotros sabemos que la vida de Jesús sólo aparentemente terminó mal. No vamos a hablar aquí de la resurrección pero sí que es preciso evocarla porque nuestra vida creyente se sitúa en este interregno que media entre la muerte de Jesús y su posterior resurrección. Por eso dice Urs von Balthasar que la vida cristiana necesita una buena teología de sábado santo: una reflexión profunda sobre esa situación que nos constituye: se nos ha ido el Señor y aún no tenemos al Resucitado…

Hay que aceptar esa ausencia, tras examinarla en muchos rasgos de nuestra vida. Pero a la vez hay que reconstruir la esperanza porque sabemos que la pascua de mañana ilumina la cruz aunque no la elimina. Y esa esperanza es doble: es la esperanza de una victoria sobre el mal y la injusticia; es también una victoria sobre la muerte.

La resurrección de Jesús, según repite el Nuevo Testamento, incluye, precede y anticipa nuestra propia resurrección: en primer lugar implica la resurrección y la reivindicación de todas las víctimas de esta historia cruel, “recapituladas” en la muerte injusta de Cristo (como decía san Ireneo en el s. II). Pero implica también el perdón y la transformación de los verdugos: de aquellos más directos, responsables últimos de su muerte, y de esos cómplices indirectos que somos todos nosotros y que con frecuencia huimos de los crucificados de la tierra o negamos conocerlos.

Pero además de una victoria sobre la injusticia esperamos una victoria sobre la muerte. La muerte cambia su sentido para nosotros y se convierte en un nuevo nacimiento. El nacer es un trauma: en el vientre materno estábamos cómodos y alimentados aunque fuéramos ciegos y desconocedores de la luz, de los demás y de todo nuestro entorno. Cuando nos toca salir de allí lloramos porque tememos que vamos a perderlo todo.

Pero ese llanto se convierte luego en alegría o en promesa de ella. Nuestra vida se convierte así en un embarazo consciente y libre. Está en nuestras manos el hacernos a nosotros ciudadanos de la vida futura: por eso se canta con razón que “no hay resurrección si (antes) no hay in-surrección”. Pero en ese embarazo contamos con el ejemplo del Hermano mayor que nos ha precedido y creado ese camino. Por eso podemos cantar también en este sábado mientras esperamos la luz del domingo: “Bendita la mañana que trae la gran noticia – de tu presencia joven en gloria y poderío – la serena certeza con que el día proclama – que el sepulcro de Cristo está vacío”.



miércoles, 11 de abril de 2012

SOBRE LAS OBRAS DE ANDRÉS TORRES QUEIRUGA

ANTE LA NOTIFICACIÓN SOBRE ALGUNAS OBRAS DEL PROFESOR Dr. ANDRÉS TORRES QUEIRUGA

Como compañeros y amigos de Andrés Torres Queiruga queremos hacer públicas las siguientes reflexiones:

1. En nuestra condición de católicos y miembros de la Iglesia agradecemos el trabajo intelectual que Andrés Torres Queiruga ha venido realizando durante más de cuarenta años. El conjunto de su fecundo pensamiento supone una cumbre histórica del servicio de la teología española a la verdad de la fe cristiana. Su empeño por pensar en diálogo con la cultura actual ha ayudado a creer bien a muchos cristianos de hoy («intellige, ut credas», “comprende para creer. Y somos testigos de que, al mismo tiempo, su fe en el Dios Antimal ha exigido y estimulado su pensar teológico («crede, ut intelligas», “cree para entender). Por todo ello nos parece muy grave que el texto de la Notificación no contenga ni una palabra de reconocimiento de su entrega intelectual o de agradecimiento por el bien que ha hecho a la fe de los cristianos. Tenemos la certeza de que este modo de proceder nada tiene que ver con el de Jesús de Nazaret, fuente y centro neurálgico de la tradición de fe cristiana.

2. Sin renunciar a pronunciamientos posteriores y más extensos sobre la Notificación, ahora hemos de señalar lo siguiente:

a. La teología que rezuma la Notificación difícilmente recibiría el aprobado en un examen de la mayoría de las Facultades teológicas del mundo. No hay más que visitar los tratados escritos por los profesores más relevantes de las mismas.

b. No es de recibo que el “”Catecismo de la Iglesia Católica”” sea uno de los referentes desde el que se evalúa y se juzga la consonancia de la teología de Andrés Torres Queiruga con la verdad de la fe. Las afirmaciones dogmáticas de la Iglesia son el referente de todo trabajo teológico y deben siempre mantenerse como tales. Pero sus manifestaciones catequéticas han ido variando y seguirán variando a lo largo de los tiempos. Es más que discutible que dicho Catecismo en todos sus apartados exprese en su integridad y con toda la necesaria riqueza la verdad de la fe. Además, utilizarlo como elemento dirimente para juzgar la obra científica de un teólogo reconocido, resulta similar a valorar las aportaciones de un investigador de primera fila a la luz de los manuales utilizados para la enseñanza de su materia en los cursos iniciales de graduación universitaria.

c. Como viene siendo habitual en los últimos tiempos, también en este caso el magisterio episcopal identifica su teología con la verdad de la fe. Es una práctica que denunciamos rotundamente porque tergiversa de manera grave el servicio al evangelio que corresponde legítimamente al ministerio episcopal.

d. Se acusa a Andrés Torres Queiruga de «reducir la fe cristiana a las categorías de la cultura dominante» y de «eliminar u oscurecer la novedad introducida por la Encarnación del Hijo de Dios». Quienes le imputan tan grave acusación lo hacen desde una fe expresada en las categorías propias de una cultura venerable, pero obsoleta. Al actuar de ese modo, ¿no serán ellos los que están reduciendo la fe a las categorías de esa cultura? Los “nuevos paradigmas” no los deciden los teólogos, sino las transformaciones culturales. Hablamos de “nuevo paradigma” teológico cuando la teología tiene que pensar la fe en un nuevo paradigma cultural. Es lo que con libertad supo hacer la Iglesia en su más antigua tradición para expresar salvíficamente la fe cristológica y trinitaria en el paradigma griego, bien diferente al semita. ¿Qué evaluación merecería la confesión de Calcedonia desde una concepción inmutable del paradigma del evangelio de Marcos? Esta inculturación de la fe es lo que ahora se impide hacer, porque en la comunidad teológica impera la ley del miedo y muchos teólogos callan para no tener que arrostrar problemas que traigan consigo “efectos colaterales”.

e. Es falso que, como afirma la Notificación, se haya “mantenido un diálogo extenso y detenido con el Autor”. Un encuentro de un par de horas con algunos miembros de la Comisión firmante para señalar las cuestiones teológicas a debate, y ello cuarenta y ocho horas antes de firmarse la Notificación, está lejos de lo que debe ser un diálogo serio, profundo y sincero, y tiene toda la apariencia de buscar una coartada que no engaña a nadie.

3. Terminamos animando a Andrés Torres Queiruga a que prosiga con libertad y fortaleza su trabajo de reflexión y de investigación teológica para el mejor servicio a la Iglesia y el impulso a la credibilidad del anuncio evangélico ante los desafíos de la cultura actual.

JOAQUÍN PEREA, JOSEP ANTONI COMES, JESÚS CONILL, ADELA CORTINA, RAFAEL DÍAZ-SALAZAR, ANTONIO DUATO, TERESA FORCADES, CARLOS GARCÍA DE ANDOIN, JOAQUÍN GARCÍA ROCA, Mª DOLORS OLLER, JOSÉ MIGUEL RODRÍGUEZ, DEMETRIO VELASCO, JAVIER VITORIA Y JOSÉ ANTONIO ZAMORA. revista@iglesiaviva.org 








4 de abril de 2012







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martes, 10 de abril de 2012

¿DÓNDE ESTÁN AHORA LOS DEFENSORES DE LA FAMILIA?

Juan Torres López

Mientras ha estado gobernando el PSOE la jerarquía de la Iglesia Católica ha organizado actos en defensa de la familia a los que se sumaban complacidos los dirigentes del Partido Popular. Unos y otros afirmaban que era necesario porque la secular institución estaba en peligro por los ataques que recibía del gobierno socialista.

Se trataba de una reacción cuanto menos curiosa porque lo cierto es que cuando gobiernan las derechas que tanto defienden a la familia, como ha sucedido en el franquismo y luego con los gobiernos del PP y de algunos nacionalismos, lo que hacen no es precisamente mejorar las condiciones de vida de las familias. Una paradoja singular.

Las acciones que lleva a cabo el PP cuando está en la oposición, llenándose la boca de valores familiares, y cuando gobierna son buena prueba de esa contradicción. Como también lo es la actitud de los obispos de derechas ante la familia cuando gobiernan unos u otros.

En la anterior etapa de gobierno del PP, liderada por Aznar, los ingresos de la inmensa mayoría de las familias, los de rentas más reducidas, bajaron; aumentó su endeudamiento; el precio de la vivienda en donde viven se disparó; e incluso los puestos de trabajo que consideraban como la muestra del milagro español fueron en su mayor parte muy precarios y de bajo salario, lo que hacía aumentar el stress que sufren los distintos miembros de las familias trabajadoras y especialmente las mujeres. Y el gasto social destinado a cubrir las necesidades de las familias en educación, salud, cuidados a personas dependiente, pensiones, etc. bajó en relación al PIB hasta los niveles que había a la muerte de Franco, lo que hizo que la diferencia con Europa aumentara en 8,6 puntos de 1996 a 2004.

La consecuencia de ello fue que en la etapa de gobierno de Aznar aumentó la desigualdad y la pobreza, sobre todo, la de las personas mayores y la infantil.

En definitiva, cuando ha gobernado la derecha se ha hablado mucho de familia pero, al final, los datos muestran que no se dedican muchos recursos, o todos los necesarios, para ayudarlas de verdad y mejorar su condición y el bienestar de sus componentes. Las familias que en la época de Aznar vivían de los beneficios empresariales sí salieron bien paradas puesto que éstos aumentaron en un 73% en ese periodo, pero las que dependían de los salarios, la inmensa mayoría, no tanto, puesto que solo subieron un 3,7%.

Y ahora con Mariano Rajoy, después de tanto discurso y manifestaciones a favor de las familias españolas, resulta que parece que vamos a seguir por el mismo camino.

Los recortes sociales que se han llevado a cabo en solo 100 días, los que contemplan los Presupuestos y los que se anuncian ya casi sin disimulo para el futuro, pueden ser dramáticos para las familias españolas.

El gobierno se dispone a recortar el derecho universal a la salud, aún más de lo que ya han hecho las derechas de Cataluña y Valencia, ha reducido o incluso eliminado recursos destinados a servicios familiares básicos como los de atención a la dependencia, ha eliminado el fomento a la emancipación (que al fin y al cabo es lo que permite crear nuevas familias) mediante las ayudas al alquiler a jóvenes. Los Presupuestos contemplan recortar la partida destinada a la gratuidad o reducción del precio de la matrícula universitaria para familias numerosas de tres hijos y ha eliminado los programas de escolarización de los niños y niñas de 0 a 3 años, mientras contemplan una reducción del 42,6% en los fondos destinados a familia e infancia, del 38,6% en los que atienden a personas mayores, o del 21,3% en los destinados a prevenir la violencia machista.

¿No es eso un ataque en toda regla a la institución familiar española?

Me gustaría saber dónde están ahora los obispos y los fervientes defensores de la institución familiar que antes salían tan belicosos en las manifestaciones. ¿Por qué no condenan ahora su pérdida de bienestar y el sufrimiento de las que están padeciendo los recortes de derechos?

Si lo que quisieran de verdad fuese defenderla, estarían de nuevo en las calles clamando contra estos recortes. Si no lo hacen, no me queda más remedio que pensar que todo era un ardid, una excusa para atacar demagógicamente a otro gobierno que no les gustaba, que en realidad se trataba de una farsa simplemente montada para recuperar el poder y los privilegios, que es lo único que parece interesarle.