viernes, 30 de abril de 2010

¿CREEN EN DIOS LOS CIENTÍFICOS?

Roger Corcho

Razón y fe parecen difíciles de compaginar, pero no siempre es así. Hay un considerable número de científicos que son creyentes. Para ellos, la ciencia y la religión se ocupan de parcelas complementarias de la realidad

Se acaba de conceder el premio Templeton al biólogo evolutivo Francisco Ayala por conciliar ciencia y fe. Ayala es un científico prestigioso, conocido en Estados Unidos sobre todo por haberse opuesto con firmeza a los grupos conservadores que pretendieron imponer la teoría pseudocientífica del diseño inteligente como alternativa al darwinismo.

De origen español y nacionalizado estadounidense, Ayala tiene profundas convicciones religiosas, opuestas al fundamentalismo y a la lectura literal de la Biblia. Considera que ciencia y fe se ocupan de parcelas distintas y complementarias de la realidad. La ciencia trata sobre procesos naturales, mientras que problemas como el significado de la vida recaen del lado de la religión.

Los límites son precisos: ni la fe puede ocuparse de cuestiones materiales ni la ciencia puede inmiscuirse en lo supernatural. Tesis parecidas son defendidas también por Francis Collins, que fue uno de los directores del Proyecto Genoma Humano. Para este médico, los descubrimientos científicos, en realidad, nos aproximan a dios.

Frente a discursos conciliadores como éste, investigadores como el zoólogo Richard Dawkins o el físico Steven Weinberg han plantado cara a la religión por considerarla enemiga de la razón y del progreso. Además de promover el ateísmo con campañas publicitarias, o de organizar encuentros como la Convención Global Atea -celebrada en Melbourne a mediados de marzo de 2009 -, Dawkins es el autor del best seller El Espejismo de Dios, en el que argumenta que la existencia de dios es muy improbable, la fe supone renunciar a pensar, y la religión es malsana e irracional.

Estos intelectuales defienden que los relatos y creencias religiosas suponen un desafío al sentido común, con ángeles que dictan libros, muertos que resucitan, o las 72 vírgenes que esperan en el paraíso a la llegada del terrorista muerto en la yihad. Apuntan que en el momento de inventar paraísos, la imaginación no tiene límites y se sirve de una cacharrería espiritual que incluye milagros y demonios. Para el filósofo estadounidense Daniel Dennett, los dioses monoteístas no son más que rémoras infantiles comparables con Papá Noel. Pero si las creencias y narraciones religiosas no resisten un mínimo análisis racional, ¿por qué están tan extendidas? ¿Por qué creen los seres humanos en ideas tan absurdas?

TODAS LAS CULTURAS. Por otro lado, aunque la religión forme parte de todas las culturas, eso no quiere decir que sea beneficiosa. Según Dennett, «la gripe común se encuentra también en todas partes, pero eso no significa que sea buena para nosotros».

Existen estudios científicos multidisciplinares del fenómeno religioso que han señalado, por ejemplo, que la religiosidad no es un rasgo meramente ambiental, sino que existe una carga genética y unos rasgos cognitivos que predisponen hacia lo sobrenatural. También se ha demostrado empíricamente que la religiosidad incrementa la confianza y favorece las conductas altruistas, da sentido a la vida y atenúa el miedo y el sufrimiento. Para Lionel Tiger, nuestro cerebro habría creado la religión para disminuir el estrés y la incertidumbre; las iglesias serían «fábricas de serotonina» (neurotransmisor que inhibe la agresividad y la pulsión sexual), instituciones creadas por el cerebro para sobrellevar con más éxito el hecho de vivir.

Estos datos dan a entender que el ser humano obtiene numerosos beneficios de la religión, lo que explica su fuerza y arraigo en todas partes del mundo (con la excepción de algunos países europeos como Suecia). Por contra, los ateos constituyen una minoría desorganizada y poco militante. En el caso español, las encuestas del CIS confirman que el 6% de los españoles es ateo, lo que es previsible por el éxito de las procesiones de Semana Santa. A nivel mundial no existen estudios definitivos. Dependiendo de la fuente y de la encuesta consultada, las cifras van desde un 2% hasta un 10% de población que se declara atea.

Sin embargo, entre la comunidad científica estos valores se invierten. En un estudio realizado en 1914 por el psicólogo James Leuba, una mayoría de científicos estadounidenses se declaró atea. Cuando focalizó su estudio exclusivamente al conjunto de científicos más prestigiosos, el número de ateos subió hasta el 70%. En 1996 se repitió la misma encuesta con resultados semejantes, y con una coincidencia interesante: al estudiar a la elite de los científicos, solo el 7% afirmó ser creyente. Es decir, lo inverso a cuando se analizan las creencias de la población estadounidense.

Estas cifras cuestionan los citados discursos bienintencionados que armonizan ciencia y fe: aquéllos que se dedican a la investigación científica y al conocimiento sistemático del mundo son propensos de forma abrumadora -aunque con excepciones- a rechazar la existencia de entidades sobrenaturales o a creer en la inmortalidad.

Si el ser humano tiende naturalmente a la religión, no puede explicarse por qué tantos científicos sean ateos. Sería precipitado, sin embargo, concluir que la formación intelectual actúa como un escudo contra la religiosidad. Según la Encuesta Mundial de Valores (World Values Survey) de 2005, que contiene datos sobre las creencias religiosas según el nivel educativo del encuestado, el porcentaje de ateos entre las personas con estudios universitarios (14,8 %) es inferior al de las personas con estudios secundarios (17,2 %).

¿Es la religión una infección mental que tiene cura? ¿O es una necesidad natural? Los sociólogos Lois Lee y Stephen Bullivant afirman, con las encuestas en la mano, que la tesis ilustrada -«Donde reina la Razón, Dios se retira»- queda impugnada y que la segunda alternativa no tiene sentido por el alto índice de ateos presente en algunas comunidades y países.



jueves, 29 de abril de 2010

MATEO RICCI NO DUDÓ EN HACERSE CHINO ENTRE LOS CHINOS

Francisco Carin

Hace 400 años moría en Pekín, el 11 de mayo, Mateo Ricci. No voy a hablar de su vida, pues no son pocas las biografías y libros basados en ella. Voy a hablar del “hoy del ayer”.

Para aquellos que nos encontramos en China realizando una labor evangelizadora Mateo Ricci es referencia constante, aquel que al morir comentaba a sus hermanos Jesuitas que la puerta de China estaba abierta para el Evangelio, y ahora era cuestión de mantenerla así. No obstante, a los pocos años de la muerte de Ricci una amarga polémica marcará el Cristianismo en China, hasta el punto de amenazar su misma existencia: La Controversia (o Disputa) de los Ritos Chinos. Aunque fue algo que afectó a todo el Asia, en China llevo a la prohibición y persecución del Cristianismo en China por el Emperador y la desconfianza hacia esta religión en la dinastía Qing. Serán los cañones—Guerra del Opio—y los Tratados Desiguales los que, desde mediados del siglo XIX, volverán a abrir China al Evangelio, enlazando Evangelio e Imperialismo, e iniciando los 100 años de vergüenza nacional que hoy en día sigue hiriendo sensibilidades. El resultado fue, que con la llegada del Gobierno Comunista y la proclamación de la República Popular China el 1 de Octubre de 1949 las Iglesias Cristianas (Católica incluida) se vieron acusadas -no sin razón, aunque con insidia- de imperialistas y colonialistas. Una vez más el Cristianismo en China entro en una fase de supervivencia. Con el Proceso de Reforma y Apertura iniciado por Deng Xiaoping tras la Revolución Cultural se pudo constatar el terrible daño y sufrimiento de la Iglesia Católica en esos primeros 30 años de vida de la “Nueva China” (1949-1979). Los años siguientes (1979-2009), ya en una situación cada vez más prometedora, han sido años de “contar las bajas”, reorganizarse y reconstruir lo destruido; aún queda mucho por hacer, especialmente en lo referente a la formación de una Iglesia Renovada desde las indicaciones del Vaticano II (un Concilio que llegó a China a partir de 1980 desde las “formas”, más que los “fondos”), y al establecimiento de una adecuada relación entre Estado e Iglesia Católica, basada en la autonomía y el respeto y enriquecimiento mutuos.

 Del 19 al 22 de Abril nos reunimos en la Universidad Católica de Fu Jen (Taiwán) para honrar la figura de Mateo Ricci, y sobre todo compartir y profundizar en las investigaciones referentes a su persona, su visión del Cristianismo en China, del diálogo entre Fe Cristiana y Cultura China…. Fueron cuatro intensos días con numerosas presentaciones a cargo de investigadores venidos de más de 15 países y de diversos campos de investigación; numerosos académicos provenían de China, un gran soplo de viento fresco y esperanza frente a las complicaciones que solían tener para acudir a encuentros internacionales unos pocos (6-7) años atrás.

Algo que quedó claro en estas sesiones académicas es que Mateo Ricci fue, además de misionero, un amante de China y su pueblo; para ello, como San Pablo, no dudó en hacerse Chino con los Chinos. Su “sinificación” fue un proceso de dentro afuera, esto es, como también dice San Pablo, la conversión de la mente (metanoia) —el modo de pensar y entenderse—y de ahí a la conversión externa, en sus maneras, vestido, lenguaje… Ese fue el genio de Mateo Ricci y que tanto nos cuesta emular. El libro del Tao (11) nos recuerda la utilidad del vacío, y Mateo Ricci para poder ser Chino con los Chinos tuvo que hacer kénosis (Fil 2,5-8) de su propia cultura, despreciando aquello que consideró superfluo, manteniendo lo esencial e irrenunciable, aquello sin lo que dejaría de ser quien es, para dejar espacio a esa nueva idiosincrasia con la que entablar un diálogo de vida que daría lugar al Mateo Ricci que ha pasado a la historia, alguien venerado tanto en el Atlántico como en el Pacífico.

Mateo Ricci no amó su idea de China o de los chinos, sino la realidad de China y los chinos. Por supuesto que, como buen científico –alguien que aprende de observar la realidad- era conocedor de las deficiencias de la sociedad china y las limitaciones e imperfecciones existentes entonces. Eso, no obstante, no le llevo a cerrarse a esa realidad, sino a entablar un diálogo fructífero donde ambos interlocutores pudieran salir beneficiados, ya que ambos son conscientes de que llegan al diálogo incompletos, con carencias. Hoy en día se echa de menos esta humilde actitud y es, al menos, tan común el pontificado como el diálogo, si no más. Mateo Ricci se abrió al diálogo con la cultura china de su tiempo, marcadamente Confuciana; la miopía posterior hizo perder, con la Controversia de los Ritos, un tren muy importante a la Iglesia Católica. Hoy en día la revitalización del Confucianismo –según comenta mi profesor- está muerta de raíz, ya que está vacía, es básicamente propaganda y eslogan. Se quiere revitalizar el Confucianismo como entramado ético de la sociedad china, pero ni los mismos académicos se comprometen a vivirlo. Ese es el poder fáctico del Cristianismo, ya que es una ética basada en un compromiso personal y comunitario de fe, y una fe en continuo diálogo con el mundo y la sociedad.

En el año 2010, 400 años después de la muerte de Ricci son muchos los que desde la fe Cristiana están intentando recuperar un diálogo fructífero con la tradición Confuciana China… pero tras 60 años de Marxismo ¿no sería ya hora de intentar establecer ese mismo diálogo con la academia actual, que ha sido mayoritariamente educada en la filosofía Marxista? La cultura China del S. XXI va a estar asentada en dos tradiciones, la que ha recibido de su milenaria cultura—Confucianismo—y la que ha vivido en los últimos 60 años, Marxismo. Si sólo dialogamos con un polo de esta nueva realidad bipolar que es la Nueva China, me temo, que como en el S. XVIII y la Controversia de los Ritos, perderemos otro tren… y ya no quedan muchos más que tomar.

miércoles, 28 de abril de 2010

ZOZOBRA EN 'LA BARCA DE PEDRO'

José Ignacio Calleja

Que la Iglesia Católica está viviendo un momento muy delicado de su larga historia, es una evidencia. A quienes lo padecemos desde dentro, no deja de sorprendernos la evolución de los acontecimientos. Como sabemos que la pedofilia es un comportamiento delictivo gravísimo, sólo podemos esperar y exigir que, cuanto antes, se haga justicia, resplandezca la verdad y se pongan medios claros para erradicar su repetición. Pero todo esto ya se ha dicho mil veces de uno u otro modo más adecuado, y sólo cabe verificar que se cumpla. Sinceramente, creo que esta vez va en serio, si bien, también lo pienso, gran parte de las autoridades que supieron del drama, prácticamente, son las mismas que ahora tienen que cortar por “lo sano”. Si me equivoco en esto, me alegraré, pero creo que es así. Con lo cual, hay dificultades añadidas para “la verdad” y al cabo para “la justicia”. ¡Van tan unidas!

Pero yo creo que es el momento de ir más allá y ver esta situación eclesial con más perspectiva. Hans Küng, confió hace cinco años en Benedicto XVI, y ahora dice que ya no hay motivo para seguir haciéndolo. Asociaciones de Teólogos como la Juan XXIII, o movimientos de base como “Somos Iglesia”, van más allá, y añaden medidas para un cambio drástico de la Iglesia de mañana. Otros en la Iglesia, sin embargo, piensan que todo es una conspiración laicista contra la única autoridad moral, la del Papa, que se opone al nihilismo consumista, tecnocrático y amoral de nuestros días.

No creo en las teorías de la conspiración cuando algo no va como las instituciones quieren. Y no creo en las exigencias “prácticas” maximalistas, cuando se trata de encarar una situación especialmente complicada. Por supuesto, menos espero de un simple dejar que el tiempo pase y a ver si escampa. El tiempo lo cura todo, -se dice-, pero también lo pudre sin remedio. Me seduce, sin embargo, la idea de quienes ven las crisis, y esta crisis, como un tiempo de oportunidades únicas para cambiar hábitos y estructuras, y dar un salto cualitativo en la vida de la Iglesia (Albert Nolan).

Me gustaría referirme a que necesitamos saber de la crisis eclesial en sus motivos más profundos. O quizá mejor, para evitar la abstracción académica, legítima pero no es el lugar ni el momento, aquello que la puede estar definiendo para este momento. ¿Qué es lo que hace a la crisis eclesial de estos días específica y, por tanto, qué es lo que podría rehacer una trayectoria del catolicismo más sana y digna?

– Elijo dos claves de comprensión que no pretenden ser nuevas, sino descaradamente decisivas. La secularización del mundo es real y legítima. Representa su mayoría de edad o autonomía. Y hay que respetarla en su valía. La Iglesia Católica, sabedora de los defectos de la secularización, no consigue digerir sus virtudes. Es cierto que la secularización no puede ser absoluta. Es relativa, pero relativa a la dignidad de la persona. No relativa a la fe de la Iglesia, sino a la dignidad de la persona. No se puede ser indignos al pensar y legislar la dignidad. Nadie puede. Nadie debe. Por tanto, hay una obligación moral de todos los ciudadanos, y de todas las Iglesias, para desvelar cuál es la dignidad del ser humano, y sus exigencias en derechos y deberes, a la luz de la razón humana integral, o si se quiere, de la experiencia integral del ser humano. La Iglesia Católica tiene que aprender esto, aceptarlo, y como parte legítima de la sociedad civil, dar buena cuenta, ahora sí, de su razón moral. Por la fe, anuncia una convicción religiosa y su experiencia histórica. Por la razón común, fundamenta una experiencia que cualquiera puede ver digna de respeto. La aceptará o no, pero digna de respeto. Bien fundada. Por la dignidad de todos y cada uno, la Iglesia sabe que la verdad, ética o religiosa, sólo se impone por la fuerza de la propia verdad, es decir, a través de la libertad. No hay otro camino, ni lo habrá nunca, ni para el mundo ni para las Iglesias, porque todos los demás no son dignos de la dignidad humana. Y ni Dios mismo ha enseñado otra cosa anterior a este respeto de la dignidad como libertad. Evidentemente, la Iglesia puede y debe ser muy crítica con los procesos de secularización del mundo, en sus profundos defectos contra la dignidad humana de todos, y especialmente de los más débiles e indefensos, pero tiene que reconocer que ese proceso de autonomía del mundo y hombre, es legítimo y necesario para todos. No existe el atajo de la Revelación o de la Sagrada Escritura para saber de la dignidad humana sin tener que dar cuenta, en la igualdad de la sociedad civil, con razones de experiencia humana común, por qué es absolutamente valioso esto o aquello; es decir, absolutamente digno o indigno de nuestra dignidad. No hay atajos. Esto no es consenso moral relativista, sino ejercicio de responsabilidad moral de los humanos a la medida de nuestra condición humana. No hay atajos entre los hombres, con valor universal; no puede haber, no hay zonas de sombra en cuanto la dignidad, tampoco dentro de la Iglesia.

La Iglesia puede ser muy crítica, también, con su secularización interna, por mor de lo debido a la fe, a la experiencia religiosa del Dios de Jesús en su mayor pureza, la de la “bienaventuranzas”, pero no puede confundir esto y presentarlo en sustitución de lo debido a la dignidad igual de las personas, fuera y dentro de la Iglesia; y si pensamos “para dentro”, más iguales si cabe en dignidad, por el Bautismo. Si la Iglesia no comprende esto y ya, a mi juicio, no encontrará una salida sana y digna en esta crisis.

– La otra gran clave de intelección de nuestro tiempo eclesial es comprender la desregulación de la experiencia religiosa. Para la Iglesia Católica esta perspectiva ha de ser vital. Desde luego, hay otros problemas mayores para la humanidad como fraternidad frustrada, o como alguien ha dicho, en “la bancarrota moral” de nuestro tiempo de crisis socio-económica. Son los relativos a la indigna vida de los más pobres y excluidos de todo. Pero, desde la Iglesia, en cuanto a su caminar futuro, esta clave de la desregulación de la experiencia religiosa significa que hay que contar con una gran dificultad cultural para la reglamentación, jerárquica y fija, de lo que se cree, se celebra y se legisla. Esto significa que masas enteras de la población “cristiana” pasan a la “increencia”, se dice entre nosotros, y lo que va a ser más nuevo, a la privatización extrema de la fe, hasta vivirla casi como una “posesión” personal; sin duda, esto representa tal vuelco en la forma de entender la fe cristiana, ¡siempre eclesial!, que está abriéndose una distancia sideral entre la Iglesia “oficial”, la representada como organización visible del catolicismo, y los bautizados de adhesión selectiva y flexible (los más), que reconocen en la valía de esas mediaciones. Esta ruptura en la comunicación de los sujetos eclesiales hay que abordarla ya y con un rigor mucho más inteligente que el de un código jurídico.

Y aquí sí que tengo mayor confusión sobre qué requieren los hechos. En cuanto al primer problema, la reflexión moral tiene mucho que aportar. En esta otra, escucho más si cabe otras muchas voces y experiencias. Creo en las posibilidades del Evangelio y en la vuelta a la originalidad de Jesús, en sus preferencias, actitudes y prácticas más trasparentes. Y creo, lo he dicho y repito, que hay que ser contemporáneos, acogiendo valores que el mundo ha desvelado ya mejor que la Iglesia; muy críticamente, pero de verdad y sin medias tintas. La desconexión cultural de la Iglesia es grave y creciente. Creo, en este sentido que las mujeres tienen un papel fundamental en el futuro de la Iglesia, por lo que representan cuantitativamente, y por lo que les corresponde objetivamente en dignidad. Y creo que “el orden eclesiástico” al que pertenezco y conocemos, tiene escasísimo futuro y hasta es un “tapón” para dar con la salida. Nosotros, el orden de los eclesiásticos, somos más parte sustantiva del problema que de la solución.

Pienso que si se quiere recuperar lo mejor del Evangelio, y lo mejor del mundo, sin mitificaciones estériles, es la hora de una Iglesia que se sabe sociedad civil, igual a los demás en derechos y deberes; y que se sabe de Jesús, en todo aquello que inequívocamente bien sabemos que hemos postergado de su originalidad religiosa y radicalidad moral; y que se sabe del mundo, en todo aquello que el mundo nos ha adelantado como práctica de derechos iguales en libertad y dignidad. No digo que sus valores no necesitan depurar, o no admitan reinterpretaciones más dignas, sino que varios de ellos constituyen signosde lo que nos adelanta en el camino humano del Reino de Dios. También nosotros somos mundo; ¡vaya si lo somos!; pero ahora importa asimilar eso en lo que el mundo nos adelanta, porque sólo así el anuncio del Evangelio será significativo. A partir de aquí, y sin perderse en ese mundo, hay mil posibilidades de comunicar la misericordia de Dios, la Buena Nueva de Jesús, de celebrarla y realizarla como fraternidad. El mundo tiene muchos defectos y como tales hay que reconocerlos, pero el mundo no se queja de las iglesias porque éstas sean muy evangélicas para el gusto relativista de hoy, sino antes, y por el momento, porque las iglesias dan lecciones de moral y fe, con poca fe practicada y con el tejado moral de cristal. Y eso sí que lleva mal la gente, que “el maestro” denuncie la paja o la viga en ojo ajeno, y las oculte en el propio, esto lo lleva mal la gente; y pienso en la sexualidad, pero no menos en las riquezas, en el boato de los tratamientos, en los contactos políticos, en el carrerismo por el poder, en las intrigas de palacio, en el trato con otras religiones, en los discursos “sociales”, en las ausencias y presencias públicas, en las teologías “sesgadas” en cuanto al evangelio y vacías de vida, etc. Somos humanos, claro, y yo el primero, pero ¿tanto?

Por supuesto, no sé si lo tiene que resolver un Concilio universal, o veinte en otras tantas iglesias locales; sé que la forma de hacer Iglesia hoy, en sus concreciones organizativas, ha llegado a su fin, si se aspira a algo más que a ser “un resto santo” del “viejo Pueblo de Dios”. O quizá pase esto, pero no se puede preferir para conservar, así, nuestras mentes y roles, y obviar los signos de la Palabra de Dios en la historia humana. Ya habíamos quedado que perder la historia y los signos de la Pascua en ella, sobre todo la dignidad humana a partir de los más pobres y olvidados, era lo último que nos podía pasar.



martes, 27 de abril de 2010

ADÁN Y EVA ¿ORIGEN DEL HOMBRE O DENUNCIA SOCIAL?

Ariel Alvarez Valdés

• Darwin y el Génesis:
Según la Biblia, Dios formó a Adán, el primer hombre, con barro del suelo. De una costilla suya hizo a Eva, su mujer. Y luego los colocó en medio de un paraíso fantástico. Ambos vivían desnudos sin avergonzarse, y Dios, por las tardes, solía bajar a visitarlos y a charlar con ellos (Génesis 2).

Esta historia, que nos entusiasmaba cuando éramos niños, nos pone en serias dificultades ahora que somos grandes. La ciencia moderna ha demostrado que el hombre ha ido evolucionando a partir de seres inferiores, desde el Australopitecus, hace unos tres millones de años, pasando por el homo hábilis , el homo erectus y el homo sapiens, hasta llegar al hombre actual.

Hoy sabemos, pues, que el hombre no fue formado ni de barro ni de una costilla; que al principio no hubo una sola pareja sino varias; y que los primeros hombres eran primitivos, no dotados de sabiduría ni de perfección.

¿Por qué, entonces, la Biblia relata de esta manera la creación del hombre y de la mujer? Sencillamente porque se trata de una parábola, de un relato imaginario que pretende dejar una enseñanza a la gente.

Lo compuso un anónimo catequista hebreo, a quien los estudiosos llaman el "yahvista", alrededor del siglo X a.C. En aquel tiempo no se tenía ni idea de la teoría de la evolución. Pero como su propósito no era el de dar una explicación científica sobre el origen del hombre sino el de proveer un acercamiento religioso a él , eligió esta narración en la cual cada uno de los detalles tiene un mensaje religioso, según la mentalidad de aquella época. Trataremos ahora de averiguar qué quiso enseñarnos el autor con este relato.

• La creencia popular: Un Dios alfarero
El primer detalle que llama la atención es que el texto afirme que el hombre fue creado del barro. Dice el Génesis que en el principio, cuando la tierra era aún un inmenso desierto, "Yahvé Dios amasó al hombre con polvo del suelo, y sopló sobre sus narices aliento de vida; y resultó el hombre un ser vivo" (v.7).

Para entender esto, hay que tener en cuenta que a los antiguos siempre les había llamado la atención ver que poco tiempo después de muerta una persona, se convertía en polvo. Esta observación les llevó a imaginar que el cuerpo humano estaba fundamentalmente hecho de polvo. La idea se extendió por todo el mundo oriental, a tal punto que la encontramos manifiesta en la tradición de una mayoría de pueblos. Los babilonios, por ejemplo, contaban cómo sus dioses habían amasado con barro a los hombres; y los egipcios representaron en las paredes de sus templos a la divinidad amasando con arcilla al Faraón. Griegos y romanos compartían igualmente esta opinión.

Cuando el escritor sagrado quiso contar el origen del hombre, se basó en aquella misma creencia popular, pero agregó una novedad a su relato: el ser humano no es únicamente polvo: posee en su interior una chispa de vida que lo distingue de todos los demás seres vivos, porque al venirle de Dios, lo convierte en sagrado. Y no sólo sucede esto al rey o al Faraón, sino también al hombre de la calle, Eso quiso decir cuando contó que Dios "le sopló en la nariz". Empezaba, así a revolucionarse la concepción antropológica de la época.

• Una imagen con carrera
La imagen de un Dios alfarero, de rodillas en el suelo amasando barro con sus manos y soplando en las narices de un muñeco, puede resultarnos algo extraña. Sin embargo, en la mentalidad de aquella época era todo un homenaje para Dios.

En efecto, de todas las profesiones conocidas en la sociedad de entonces, la más digna, la más grandiosa y perfecta era la del alfarero. Cómo impresionaba ver a ese hombre que, con un poco de arcilla despreciable y sin valor, que podía hallar tirada en cualquier parte, era capaz de moldear y de crear con gran maestría preciosos objetos: vajillas, vasos refinados y exquisitos utensilios.

El yahvista, sin pretender enseñar científicamente cómo fue el origen del hombre, puesto que no lo sabía, quiso indicar algo más profundo: que todo hombre, quienquiera que sea, es una obra directa y especialísima de Dios. No es un animal más de la creación, sino un ser superior, misterioso, sagrado e inmensamente grande, porque Dios en persona se tomó el trabajo de hacerlo.

La imagen del Dios Alfarero quedó consagrada en la Biblia como una de las mejor logradas. Y a lo largo de los siglos reaparecerá muchas veces para indicar la extrema fragilidad del hombre y su total dependencia de Dios, como en la célebre frase de Jeremías: "Como el barro en las manos del alfarero, así son ustedes en mis manos, dice el Señor" (18,6).

• La soledad del hombre
A continuación aparece en el relato una serie de pormenores curiosos y muy interesantes. Dice que Dios colocó al hombre que había creado en un maravilloso jardín, lleno de árboles que le darían sombra y lo proveerían de sabrosas frutas (v.9). El agua sobreabundaba en ese jardín, ya que estaba regado por un inmenso río, con cuatro grandes brazos.

Como la vida de los lectores de aquella época transcurría en terrenos desérticos donde el agua resultaba tan difícil de conseguir, semejante descripción despertaba sus apetencias y daba una imagen perfecta de la felicidad que ellos habrían deseado gozar.

Pero de repente el relato se detiene. Algo parece haber salido mal. Dios mismo presiente que no es muy bueno lo que ha hecho: "No es bueno que el hombre esté solo" (v.18). Aun a pesar de todo el derroche de creación que desplegó, su creatura está solitaria y sin poder colmar sus expectativas. Lo ha rodeado de lujos y bienestar, pero el hombre no tiene a nadie con quien relacionarse.

• Compañías inadecuadas
Ante esta circunstancia, dice el Génesis, Dios busca corregir la falla mediante una nueva intervención suya. Con gran generosidad crea todo tipo de animales, los del campo y las aves del cielo, y se los presenta al hombre para que ponga a cada uno un nombre y le sirvan de compañía (v.19). Sin embargo, no encuentra un compañero adecuado para el hombre . Tampoco los animales resultan una compañía ideal para él (v.20). ¿Dios se ha equivocado de nuevo?

Luego de reflexionar, intentará subsanar su segunda equivocación mediante una obra definitiva: Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Le quitó una de las costillas, y rellenó el vacío con carne. De la costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Será llamada varona porque del varón ha sido tomada" (v. 21-23).

Finalmente, Dios tiene éxito. Puede sonreír satisfecho porque ahora sí ha conseguido un buen resultado. El hombre encontró su felicidad con la presencia de la mujer.

• Los tres mensajes: Las enseñanzas de este relato son profundas:
Estas ingenuas y pueriles escenas que presentan a Dios aparentemente equivocándose y sin terminar de complacer los gustos del hombre, en verdad encierran tres profundas enseñanzas.

La primera: que la soledad del hombre no es buena. Que no ha sido creado como un ser autónomo y autosuficiente, sino necesitado de los demás, de otras personas que lo complementen en su vida, sin ellas el mismo hombre "no es bueno". Con aquel hipotético y solitario Adán, el autor quiso denunciar que la primera y principal amargura del ser humano es su falta de compañía, su vida aislada, sin ser compartida con nadie.

La segunda enseñanza está en la frase que dice que en los animales Adán "no encontró una ayuda adecuada". Quiso con ella advertir que los animales no están al mismo nivel que el hombre; que no tienen su misma naturaleza; y por lo tanto no estaba bien que éste se relacionara con aquéllos como lo hacía con las personas. De este modo, con mucha finura y delicadeza, el autor condena el pecado de "bestialismo", es decir, las posibles prácticas sexuales con animales, que en aquel entonces se hallaban difundidas en ciertos ambientes del antiguo Oriente.

La tercera enseñanza pretende explicar que está bien para el hombre dejar a su padre y a su madre, afectos tan sólidos y estables en aquella época, para unirse a una mujer. Porque esa misteriosa tendencia que todo hombre siente hacia ella la puso Dios, y sólo con ella el hombre encuentra su plenitud. Es el primer canto de la Biblia al amor conyugal.

• Por qué nombrar a los animales
También la escena en la que desfilan todas las especies de animales frente a Adán mientras éste pasa lista, los individualiza, les hace su ficha y les da nombres propios, tenía un sentido profundo para los lectores de aquella época.

"Poner nombre" en la Biblia quiere decir "ser dueño de". En efecto, en el antiguo Oriente, el nombre no es un mero título, sino que representa al ser mismo de la cosa. Y conocer el nombre de alguien para poder nombrarlo equivalía a tener poder sobre él.

Por eso dice la Biblia que al crear Dios el mundo en seis días fue poniendo un nombre a cada cosa: "día", "noche", "cielos", "tierra". Asimismo en la familia eran los padres quienes debían poner el nombre a sus hijos, como señal de propiedad. Y entre los diez mandamientos, había uno que mandaba precisamente "no tomar el nombre de Dios en vano", para evitar emplearlo como señal de dominación. Aún hoy los judíos no se atreven a mencionarlo, para no mostrar supremacía y poder sobre Dios.

Pintar, pues, a Adán poniendo nombres a todos los animales es lo mismo que decir que él es dueño de ellos, que está por encima de todos, que le pertenecen y están a su servicio. Un modo de confesar que el hombre es rey y por lo tanto responsable de la creación.

• Por qué hace dormir al hombre
Otro detalle fascinante es el profundo sueño que Dios hizo caer sobre Adán antes de crear a la mujer. Muchos lo interpretan como una especie de anestesia preparatoria, ya que Dios está por intervenir quirúrgicamente a Adán para extraerle una costilla, y quiere primero volverlo insensible.

Pero nuestro autor entendía muy poco de medicina, y sería un desatino imaginarlo aquí anticipándose en tantos siglos a esta práctica de la cirugía moderna. Más bien el sueño de Adán tiene que ver con la concepción que el autor tenía de la acción creadora. Crear es el secreto de Dios. Solo Dios lo conoce y solo Él sabe hacerlo. El hombre no puede presenciar el acto de creación de Dios . Por eso duerme cuando Dios crea. Al despertar, no sabe nada de lo que ha pasado. La mujer recién creada tampoco, porque cuando se da cuenta de que existe, ya ha sido formada.

Con esta escena la narración advierte que la actuación de Dios en el mundo es invisible para los ojos humanos. Sólo quien tiene fe puede descubrirla. Nadie logra contemplar a Dios que pasa por su vida, si está dormido y no despierta a la fe.

• Un hombre y una mujer: Eva y la costilla
Pero el momento culminante de la narración y de alguna manera el centro de todo el relato, lo constituye el detalle de la mujer formada de la costilla de Adán.

Nuestro autor emplea aquí una bellísima imagen para dejar a los lectores una lección grandiosa. Para crear a la mujer, Dios no tomó un hueso de la cabeza del hombre, pues ella no está destinada a mandar en el hogar; pero tampoco la hizo de un hueso del pie, porque no está llamada a ser la servidora del hombre. Al decir que la crea de su costilla, es decir, de su costado, la coloca a la misma altura que el varón, en su mismo nivel y con idéntica dignidad.

Tal atrevimiento de declarar a la mujer semejante al varón, debió de haber irritado enormemente a sus contemporáneos, y sin duda constituyó una idea revolucionaria en su época.

• Por qué andaban desnudos
El relato termina con un último detalle sugestivo: "Los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban el uno del otro" (v.25). Más adelante, cuando se desate el drama del pecado original sobre Adán y Eva, dirá: "Entonces se les abrieron a ambos los ojos y se dieron cuenta de que estaban desnudos" (3,7).

Esta alusión alimentó la imaginación de millones de lectores a lo largo de los siglos, y llevó a pensar que el pecado original tenía que ver con el sexo. Pero en realidad el autor con esta observación sólo buscaba transmitir un último mensaje a sus lectores, basado en la experiencia cotidiana. En ella veía cómo los niños pequeños andaban desnudos sin avergonzarse. En cambio al entrar en la pubertad, percibían su desnudez y se cubrían. Ahora bien, esa época coincidía con la edad en la que todos toman conciencia del bien y del mal, y son responsables de sus actos. El yahvista quiso decir que toda persona, al entrar en la adultez, es pecadora, y por lo tanto responsable de las desgracias que existen en la sociedad. Nadie puede considerarse inocente frente al mal que lo rodea, ni puede decir: "yo no tengo nada que ver". Por eso todos sienten vergüenza de su desnudez.

El autor buscó, así, establecer un vínculo entre la condición de pecador de todo hombre, y el fenómeno universalmente percibido de la desnudez (frecuente, además, en aquella época por el tipo de túnicas cortas que usaban los hombres). Esta vergüenza les debía servir como recordatorio de sus pecados.

• Un hombre y una mujer
La Biblia no enseña cómo fue el origen real del hombre y de la mujer, porque el escritor sagrado no lo sabía.

Pero, como vimos, tampoco le interesaba contar "cómo" apareció el hombre sobre la tierra, sino "de dónde" apareció. Y su respuesta es: de las manos de Dios.

El "cómo" deben explicarlo los científicos. El "de dónde" lo responderá la Biblia. Y a medida que pase el tiempo, los científicos podrán ir cambiando sus respuestas sobre "cómo" fue la aparición del hombre (si existió desde siempre como es hoy, si evolucionó de seres primitivos, si sus primeras partículas provienen de otras galaxias, etc.). La Biblia, en cambio, nunca cambiará su respuesta a "de dónde": de las manos de Dios, que estuvo dirigiendo ese proceso. Por esto no debemos temer que aparezcan nuevas visiones científicas. Porque la Biblia mantendrá invariable su mensaje: el hombre, frágil criatura de barro, es la obra maestra de Dios. Todo hombre es sagrado e irrepetible porque tiene un "soplo" de Dios. Él es el rey y el responsable de la creación. Y la mujer participa de la misma grandeza, jerarquía y dignidad que él.

Un tratado de alta teología no lo habría expresado mejor que esta narración de apariencia infantil.



lunes, 26 de abril de 2010

EL HOMBRE DEL CÁNTARO. El primer personaje del Evangelio que sale del armario

Hay personajes del evangelio cuya notoriedad ha sobrepasado los márgenes del texto donde se recogen sus actuaciones. Son figuras históricas o virtuales de rango universal, tales como Lázaro, la Hemorroísa, la Samaritana, Jairo, María Magdalena, Pedro, Zaqueo… Junto a estos actores de primera fila, otros, sin rostro, ni protagonismo residen arrinconados en los estantes menos visibles del relato evangélico. Uno de los más desconocidos es el Hombre del Cántaro.

El Hombre del Cántaro pasa inadvertido la mar de las veces. Su paso por la escena es visto y no visto. Una aparición tan efímera en el texto explica que los lectores apenas nos hayamos fijado en él a pesar de que le nombran dos de los tres primeros evangelios. Para indagar en su identidad y estar al tanto del papel que desempeña seguimos la lectura de Marcos, la fuente principal:

12. El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron sus discípulos:
- ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
13. Él envió a dos de sus discípulos diciéndoles:
- Id a la ciudad, os encontraréis con un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, 14. y donde entre decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está mi aposento, donde voy a celebrar la cena de Pascua con mis discípulos?”.
15. Él os mostrará una sala en alto, grande, alfombrada, dispuesta, preparádnosla allí.
16. Salieron los discípulos, llegaron a la ciudad, encontraron las cosas como les había dicho y prepararon la cena de Pascua. (Mc 14, 12-16).

12. El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual

La narración comienza con dos datos temporales contradictorios. Las dos fiestas, la de la Pascua y la de los Panes Ázimos (mazzots), coincidían en su fecha de celebración por razón de que rememoraban un único acontecimiento, la liberación de la esclavitud en Egipto. Pascua y Ázimos comenzaban al iniciarse el día 15 de nisán, es decir, al anochecer del 14, según el modo judío de contar el día: de puesta a puesta de sol. El cordero, elegido el día 10, debía ser macho, de un año y sin mancha ni defecto. Se sacrificaba en el recinto del templo entre las 2,30 y las 5,30 del mediodía del 14. Nadie salvo un no judío desconocedor absoluto de las fiestas podría afirmar, como hace aquí Marcos, que el cordero pascual se sacrificaba el día primero de los Ázimos.

Marcos conocía a la perfección cada momento de las fiestas. Anteriormente había dado cuenta de su cercanía (14,1). ¿Por qué, entonces, esa incongruencia tan evidente y manifiesta? Los muchos intentos por explicarla no resultan convincentes. Cabe, pues, pensar en el recurso típicamente suyo de utilizar dos datos temporales contradictorios (1,32; 4,35) como invitación al lector a hacer un alto en la lectura y dirigir su mirada hacia la situación que ha motivado los hechos.

Acerquémonos a ellos: Nuestro autor, Marcos, ha destacado previamente la ansiedad de la aristocracia sacerdotal y de los máximos representantes de la ideología oficial por prender a traición a Jesús con el fin de darle muerte antes del inicio de los festejos (14,1-2). Él disfruta tranquilo en casa de un marginado.

En ese escenario una anónima mujer le muestra con un desbordante amor que acepta su proyecto hasta las últimas consecuencias. La entrega de la mujer desata la tensión en los discípulos, que interpretan su gesto como exagerado e inútil (14, 3-8). El grupo de seguidores no sale de sus coordenadas nacionalistas y demuestra una escasa adhesión al proyecto del Galileo. El desacuerdo desemboca en la traición de uno de los Doce. Los dirigentes sacarán partido de las divergencias. Ha fraguado la complicidad y los instintos
criminales entran en ebullición (14, 10-11). Los acontecimientos parecen precipitarse.

Le dijeron sus discípulos: ¿Donde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?

En medio de esa atmósfera de arrebato, con las fiestas echándose encima, los discípulos toman la iniciativa. Ellos daban por hecho que la celebración de la cena de Pascua al modo tradicional entraba en los planes del Galileo y le urgieron, por tanto, a que determinara el escenario de la capital donde convendría llevarla a cabo. El ambiente festivo, donde la conciencia de pueblo alcanzaba su punto de efervescencia, propiciaba la costumbre de que los habitantes de la ciudad brindaran gratuitamente locales y terrazas de sus domicilios a los centenares de miles de peregrinos venidos a Jerusalén para la ocasión. En cada estancia se reunían por término medio entre diez y veinte comensales.

Llama la atención en la pregunta de los discípulos su sentido restrictivo: a prepararte (lit. para que comas), cuando se esperaría una propuesta en plural (siguiendo la literalidad: para que comamos). ¿Qué se esconde tras esa formulación en singular? El grupo observó la cena de Pascua como la mejor oportunidad para que él aceptara por fin los sagrados ideales mesiánicos trazados en el Antiguo Testamento. No había mejor ocasión para que asumiera el liderazgo de un movimiento popular contra el imperio dominante. Ése debería ser su momento; ésa sería su Cena, la que inauguraría la nueva Pascua. A tal fin los discípulos se ofrecieron como servidores incondicionales.

13. Él envió a dos de sus discípulos diciéndoles:

- Id a la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, 14 y donde entre decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está mi aposento, donde voy a celebrar la cena de Pascua con mis discípulos?”.

Pero los planes de Jesús diferían de la estrategia de los discípulos y no respondió directamente a su requerimiento. Antes bien, se hizo cargo de la situación y señaló los pasos a dar.

En primer lugar envió a la ciudad a dos de los discípulos. No se mencionan sus nombres; el número dos lo dice todo. Representan a la sociedad alternativa como en 6,7: “convocó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos”. Se emplea el verbo ( ποστ λλω) que define una de las características esenciales del grupo: ser emisarios con un encargo de Jesús (Mc 3,14).

La ciudad, centro del poder político, religioso y económico, será el destino de los enviados, pero ni el guión a desarrollar, ni el objetivo a conseguir tendrán que ver con los propósitos de los discípulos. El Galileo no les aportará una dirección precisa, tampoco un itinerario detallado; sí, en cambio, pondrá a su alcance una señal inesperada, dinámica y claramente reconocible cuya estela les conducirá hasta el lugar idóneo. Habrán de coincidir con el Hombre del Cántaro: “os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua”.
El matiz del verbo ( παντ ω), sugiere que la iniciativa del encuentro corresponde al personaje en cuestión (Lc 17,12). El bullicio en un día tan señalado daba para toparse con un hombre cargando cualquier objeto, pero no un cántaro. El cántaro era recipiente propio de mujeres. Ningún hombre habría tenido la mala ocurrencia de andar por las concurridas calles cargando un cántaro de agua. Además de concentrarse en él, recelosas, todas las miradas, le habrían apedreado sin más. El insólito personaje obliga a los discípulos a dejar atrás sus prejuicios para abandonarse en quien menos confiarían. Las preguntas surgen solas: ¿Quién es ese hombre del cántaro? ¿De dónde ha salido?

Los datos orientan al sentido figurado. Se trata de un ser humano ( νθρωπος) con apariencia de hombre y comportamiento de mujer. Persona y cántaro conforman una unidad. Trasladando su completa imagen a nuestra cultura hablaríamos de un hombre vestido con falda y tacones. Su figura responde a la de un afeminado. No importa su procedencia, sino que está allí. Eso no tiene discusión. Y es como es. Su perfil lo dice todo. Este ser humano será el elegido por Jesús para orientar a los discípulos. Su compostura femenina anuncia que ellos han de invertir su manera de mirar la Pascua.

El hombre-mujer, impensable en la mentalidad judía, rompe los esquemas ideológicos de los enviados. Precisamente eso pretendió el Galileo acudiendo a él como figura representativa, subvertir en el grupo de discípulos unos valores alineados con la violencia nacionalista. Iban descaminados los que subestimaron el gesto de la mujer del perfume. Aquella mujer apuntaba en la buena dirección con su actitud comprometida a amar sin límites hasta entregar la propia vida en favor de los más débiles.

El hombre del cántaro quiebra el orden establecido como natural. Su sola presencia advierte a los enviados de la invalidez de sus códigos de conducta. Sin él, los discípulos carecen de rumbo y destino seguros. El hombre del cántaro les saldrá al paso como la única garantía de hallar lo que buscan. Ellos habrán de trocar ante él sus esquemas mentales. El hombre invertido aparece en el texto como modelo de discípulo advirtiendo que la sociedad alternativa no se distinguirá por sus privilegios, sino por el insustituible servicio de marcar la ruta hasta el escenario donde se celebrará la definitiva libertad.

La escueta consigna a los enviados no admite dudas: “Seguidlo”. La expresión formada por el verbo ( κολουθ ω) acompañado de pronombre se usa casi siempre en Marcos para indicar el seguimiento a Jesús (1,18; 2,14.15; 6,1; 8,34; 9,38; 10,21.28.32.52; 11,9; 14,54; 15,41). El hombre-mujer se convierte así en el guía ideal para los discípulos. Hace las veces de Jesús, que se ha identificado con él. Ha depositado en el afeminado su absoluta confianza. El hombre-mujer ocupará su lugar y dirigirá a los enviados hacia su destino.

Gracias al Galileo, un personaje insignificante ha pasado a ocupar el papel de protagonista. La imagen afeminada del hombre del cántaro en posición tan destacada pudo generar escándalo entre lectores de procedencia judía, lo que explicaría que, en su relato, Mateo suprimiera de un plumazo al hombre del cántaro y, con ello, su labor de encaminar a los discípulos hasta la casa: “Id a la ciudad, a casa de Fulano…” (Mt 26,18).

Él tiene allí las puertas abiertas: “donde entre”. El hombre del cántaro no necesita salvoconducto, pertenece a los de la casa. Una vez en ella, el “dueño” pasa a ser el interlocutor válido para los discípulos. El término (ο κοδεσπ της “dueño de la casa”), sólo utilizado en los tres primeros evangelios, aparece en Marcos esta única vez. Mateo y Lucas lo usan en algunas metáforas y parábolas refiriéndolo a Dios (Mt 13, 27; 20,1.11; 21,33; Lc 14, 21). En otros lugares, Jesús lo utiliza aplicándoselo a sí mismo (Mt 10,25; Lc 13,25).

El dueño de la casa se muestra en este contexto como sujeto en connivencia con el Galileo. El dispone y da acceso al escenario definitivo, el que acogerá a la sociedad del Reino en su momento más crucial. El texto deja suponer que su función se limitará a escuchar y a mostrar el espacio reservado. Sólo a él prestarán atención los discípulos, cuya función se circunscribe a ser fieles transmisores del mensaje del Galileo, al que Marcos presenta dominando en todo momento la situación. Por eso, Jesús les traslada en primera persona la pregunta que ellos deberán plantear con exactitud al dueño de la casa:

“¿Dónde está mi aposento…?”, aunque para introducirla, habla de si mismo en tercera persona: “El Maestro pregunta”.

La introducción “El Maestro pregunta” sirve de contraseña al dueño de la casa. Es la única vez en Marcos que Jesús se autodenomina maestro ( διδ σκαλος); asimismo también en esta sola ocasión el evangelista escribe el término con artículo. El dueño de la casa no reconocerá a otro maestro distinto a Jesús. Los discípulos tendrán acceso a la estancia únicamente presentándose como seguidores suyos. Es la aceptación de su proyecto lo que permite el libre acceso al interior de la casa. Los discípulos se verán obligados a dejar atrás sus estrategias y sus objetivos.

Con su interrogante, el Maestro no reclama saber, sino enseñar a los enviados. Son los discípulos quienes deberán mostrar disposición al aprendizaje. Preguntarán por un lugar (¿Dónde…?) respecto al que Jesús conoce bien la respuesta. Él persigue que sus enviados sean llevados hasta el escenario que buscan y puedan observarlo. El término empleado para hablar de ese espacio: “aposento” (κατ λυμ ), no utilizado en Marcos salvo en esta ocasión, tiene el sentido de albergue que invita al descanso tras un largo trayecto. Habla de un lugar concreto, reservado y exclusivo para él (“mi aposento”), acordado de antemano y con unas condiciones especiales para el uso al que se destina. En contraposición al sentido restrictivo del planteamiento inicial de los discípulos: “a prepararte…”, el Galileo ensancha las miras y prevé un escenario abierto a la totalidad de sus seguidores: “voy a celebrar la cena de Pascua con mis discípulos”.

15. El os mostrará una sala en alto, grande, alfombrada, dispuesta; preparádnosla allí.

Las indicaciones dadas a los enviados incluyen las características de la estancia que el dueño les enseñará. A ellos incumbe cotejarlas con las condiciones que ellos conocen de antemano. Las cuatro marcas que definen el local están descritas con absoluta sobriedad. De ese modo, concentran la atención sobre ellas y preparan la mente respecto a los hechos que tendrán lugar en el citado espacio.

Se trata de una “sala en alto”. Este término ( ν γαιον; etimológicamente por encima de la tierra; opuesto a κατ γαιον: subterráneo), presente únicamente aquí y en el lugar paralelo de Lucas (Lc 22,12), apunta a la idea de que el escenario de la cena supera los propósitos nacionalistas del colectivo de seguidores. “Grande” (μ γα) sugiere desahogo, apertura y gran capacidad para albergar a un amplio universo de adheridos al proyecto. “Alfombrada” ( στρωμ νον: participio perfecto pasivo de στρ ννυμι: “extender” [una alfombra], “tapizar”) habla de un sitio acogedor, relajado, idóneo para la libertad (sólo los esclavos comían de pie). Y por último, “dispuesta” ( τοιμον), asegura reunir condiciones que, además de excelentes, son definitivas. No caben modificaciones en la sala; se halla en su punto para disponer de ella. Quedan únicamente los preparativos propios de la cena a los que los discípulos hicieron alusión: “a prepararte”. Las instrucciones del Galileo se han completado.

16. Salieron los discípulos, llegaron a la ciudad, encontraron las cosas como les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

El relato termina dando cuenta del cumplimiento del encargo por parte de los enviados, de la exactitud con que lo llevaron a efecto y de la preparación de la Cena de Pascua. Marcos no se interesó en los pormenores de los preparativos, que no eran pocos: sacrificar el cordero en el templo, elaborar los panes sin levadura, hacer la ensalada, preparar la mesa para todos los comensales, colocación de los accesorios), sí, en cambio, trabajó con extremo cuidado las coordenadas en las que encuadrar una cena que de ningún modo coincidirá con las ambiciones de los discípulos.

El dueño de la casa admitirá exclusivamente las instrucciones del Maestro (el término maestro sólo se escribe una vez en el relato). A ellas se ceñirán también los discípulos (término usado en cuatro ocasiones señalando su sentido universal). El Galileo marcará las pautas a seguir. El papel de guía lo desempeñará el hombre del cántaro, el primer personaje del evangelio salido del armario.

Salvador Santos
Autor del libro sobre Marcos: Un paso, un mundo (Ediciones El Almendro)





EL INDEFENSO

Hay voces que se escandalizan ante lo que creen un ataque concertado contra la Iglesia católica, pero es el hecho religioso en sí y el fundamento del cristianismo lo que está en juicio 

Joseba Arregi, en 'El Diario Vasco'

Coincidiendo la celebración de la última Semana Santa y sus procesiones tan retransmitidas, las noticias sobre los casos de pederastia por parte de clérigos católicos, las noticias sobre la prometida ley de libertad religiosa y el resurgir del tradicional anticlericalismo español, hemos visto páginas enteras dedicadas a la crítica de toda religión, especialmente del cristianismo, sin renunciar a la retransmisión de las procesiones en medios del mismo grupo. Ha habido incluso columnista que se ha mostrado escandalizado por el número de horas dedicadas por TVE a dichas retransmisiones. Una perfecta contradicción.

Hay voces que reaccionan escandalizadas ante lo que creen que es un ataque concertado contra la Iglesia católica. Pero independientemente de que la Iglesia sí ha cometido el pecado del ocultamiento de algo que debiera haber perseguido inmediatamente, y de que con dicho ocultamiento ha podido propiciar la continuación de dichas actuaciones intolerables, y de que le ha costado demasiado pedir perdón explícita y públicamente, es el mismo hecho religioso en sí el que está en juicio, y en concreto la realidad del cristianismo y su fundamento.
Estas líneas no pretenden seguir la estela de F. Schleiermacher, quien a comienzos del XVIII escribió los famosos 'Discursos sobre la religión' dirigidos a los cultos entre quienes la desprecian. Noticias sobre las reacciones electroquímicas del cerebro que explican científicamente la existencia de la religión van haciendo la ronda como grandes descubrimientos, sin saber que la sociología hace mucho tiempo que describió la función de la religión como reducción de complejidad.
Pero todo ello no entra en el fondo de la cuestión. Pues los modernos profetas de la crítica de la religión desconocen, al parecer, lo que el teólogo Karl Barth diagnosticó a comienzos del siglo XX, que la religión es fruto de la concupiscencia humana: el intento permanente del hombre por autojustificarse, por encontrar una seguridad que pueda manejar él mismo, y que sea capaz de eliminar el horizonte de dudas que le asalta desde la experiencia de la contingencia, de la problematicidad de la existencia humana.
Karl Barth llega a ese diagnóstico a partir de su comprensión de la figura de Jesús y de lo que aconteció en su muerte en la cruz, especialmente desde la comprensión de san Pablo de ese acontecimiento fundacional de la fe cristiana -dicho sea de paso: llama la atención que pensadores radicalmente de izquierdas como Giorgio Agamben o Alain Badiou recurran a san Pablo para defender la universalidad de los principios éticos, mientras autodenominados progresistas sólo ven en él el fundador de la Iglesia-.
Para Barth la fe cristiana se opone a la religión: el acontecimiento de la muerte de Dios en la cruz de Jesús, sin la cual el Cristo resucitado es impensable y sin significado alguno, no puede responder a la necesidad de seguridad, a la búsqueda de autoaseguramiento, de autojustificación del hombre, porque en la indefensión radical de Jesús en la cruz -¡Padre, por qué me has abandonado!, la muerte de su identidad de mesías como el verdadero significado de su muerte física en la cruz- se pone de manifiesto la indefensión radical de los hombres, la imposibilidad radical de que éstos puedan encontrar en sí mismos y en sus medios, aunque sea la ciencia elevada a la categoría religiosa de último refugio de las verdades definitivas que otorgan al hombre la tan ansiada seguridad, la superación definitiva de la contingencia, de la problematicidad de toda realidad.
El teólogo Eberhard Jüngel escribe en una de sus obras que Dios no es necesario. Se puede añadir, en referencia a lo que ha querido ser propaganda contra Dios, que ni siquiera es probable. Si Dios fuera necesario o probable estaría a merced de nuestra capacidad de raciocinio. Sería, en el mejor de los casos, un ídolo a nuestro servicio, dispuesto a dejarse manipular por sus creadores, los hombres. Pero que la verdadera manifestación de Dios se encuentre en la cruz de Jesús, en el momento en que éste grita su abandono por quien se suponía que le debía rescatar, significa, y fue san Pablo quien lo vio con toda claridad, un escándalo para los griegos, es decir, para la racionalidad ilustrada.
Si algo caracteriza a la fe cristiana es precisamente que se acepta el reto que supone ese escándalo, que no cree en un Dios necesario, ni en un Dios probable, porque nada hay más improbable para la razón humana que un Dios que se manifiesta en su propia muerte. Mucho se habla hoy en día de la necesidad de aceptar la humanidad de Jesús, de acercarse a la historia real del hombre Jesús. Pero para una fe que se expone al escándalo de la muerte de Dios en la cruz de Jesús nada de lo que se pueda decir acerca de su humanidad puede ser ni nuevo, ni una sorpresa, porque es en la muerte sufrida en la que se manifiesta el ser humano en toda su desnudez.
El núcleo central de la fe cristiana es el indefenso radical. Indefenso hasta el punto de que no busca ninguna defensa, ninguna apología, ninguna demostración, pues cualquiera de ellas negaría su muerte, el escándalo que supone como reto para los hombres, y que es el punto de partida de la fe. Y ese escándalo coloca a los hombres que lo aceptan como reto ante la obligación de aprender a superar todas las defensas que se va construyendo para dotarse de seguridad: todo tipo de creencias religiosas, aunque no parezcan tales, todos los aseguramientos de identidad, toda búsqueda de materialización de sus intereses como medio de sentirse seguro, todo endiosamiento de sí mismo, de su grupo, de su cultura, de sus intereses, de la nación, de la lengua, de la clase, de la ideología, sea cual sea, de la ciencia. Aceptar el escándalo de la cruz de Jesús, la fe como el reto de creer en un Dios que ha muerto en una cruz, es abrirse a la visión de la desnudez humana de forma radical, es aceptar el reto de ir desvistiéndose una y otra vez de las vestimentas con las que tratamos de cubrir esa nuestra desnudez siguiendo la concupiscencia humana que desemboca en la religión.
"Ecce signum crucis, de quo pependit salus nostra" canta la Iglesia en la liturgia del Viernes Santo. Es lo que tiene que hacer transparente en su predicación, para lo que se tiene que desvestir de tanto ropaje que no hace más que oscurecer esa proclama.

domingo, 25 de abril de 2010

POR QUÉ LA IGLESIA NO QUIERE Y NO PUEDE ABOLIR LA LEY DEL CELIBATO

Leonardo Boff

El surgimiento de casos de sacerdotes pedófilos en casi todos los países católicos está todavía en curso, revelando la extensión de este crimen que tantos daños se ha visto que causa en sus víctimas.

Es poco decir que la pedofilia avergüenza a la Iglesia, o pedir disculpas y rezar. Es peor. Representa una deuda impagable a aquellos menores que fueron abusados bajo el manto de la credibilidad y de la confianza que la función de sacerdote encarna.

La tesis central del Papa Ratzinger, que me cansé de escuchar en sus conferencias y clases, se invalida por sí misma. Para él, lo importante no es que la Iglesia sea numerosa. Basta que sea un “pequeño rebaño”, constituido por personas altamente espirituales.

Es un pequeño “mundo reconciliado” que representa a los otros y a toda la humanidad. Ocurre que dentro de este pequeño rebaño hay pecadores criminales y es todo menos un “mundo reconciliado”. Tiene que aceptar humildemente lo que decía la tradición: la Iglesia es santa y pecadora, una “casta prostituta”, como decían algunos Padres antiguos.

No es suficiente que sea Iglesia; tiene que recorrer, como todos, el camino del bien, e integrar las pulsiones de la sexualidad, que ya tiene mil millones de años de memoria biológica, para que sea expresión de ternura y de amor, y no de obsesión y de violencia contra menores.

El escándalo de la pedofilia se constituye en un signo de los tiempos actuales. Del Vaticano II (1962-1965) aprendemos que hay que descubrir en los signos la interpelación que Dios nos quiere transmitir. Me parece que la interpelación va en esta línea: es el momento de que la Iglesia católico-romana haga lo que todas las demás Iglesias ya hicieron: abolir el celibato impuesto por ley eclesiástica, y liberarlo para aquellos que ven sentido en él y consiguen vivirlo con jovialidad y frescura de espíritu.

Pero esta lección no está siendo tomada por las autoridades romanas. Al contrario, a pesar de los escándalos, reafirman el celibato con más fuerza. Sabemos lo insuficiente que es la educación para la integración de la sexualidad en el proceso de formación de los sacerdotes. Se lleva a cabo lejos del contacto normal con las mujeres, lo que produce una cierta atrofia en la construcción de la identidad. Las ciencias de la psique han dejado claro que el varón sólo madura bajo la mirada de la mujer, y la mujer bajo la mirada del varón. Hombre y mujer son recíprocos y complementarios.

El sexo genético-celular ha demostrado que la diferencia entre un hombre y una mujer, en términos de cromosomas, se reduce apenas a un cromosoma. La mujer posee dos cromosomas XX y el hombre un cromosoma X y otro Y. De donde se despende que el sexo-base es el femenino (XX), siendo el masculino (XY) una diferenciación del mismo. No hay pues un sexo absoluto, sino sólo uno dominante.

En cada ser humano, hombre y mujer, existe “un segundo sexo”. En la integración del “ánimus” y del “ánima”, o sea, de las dos dimensiones de lo femenino y lo masculino presente en cada ser humano, se gesta la madurez sexual.

Esta integración viene dificultada por la ausencia de una de las partes, de la mujer, que es sustituida por la imaginación y los fantasmas, que si no son sometidos a disciplina pueden generar distorsiones. Lo que se enseñaba en los seminarios no está exento de sabiduría: quien controla la imaginación, controla la sexualidad. En gran parte, así es.

Mas la sexualidad posee un vigor volcánico. Paul Ricoeur, que mucho reflexionó filosóficamente sobre la teoría psicoanalítica de Freud, reconoce que la sexualidad escapa al control de la razón, de las normas morales y de las leyes. Vive entre la ley del día, en la que valen las reglas y los comportamientos establecidos, y la ley de la noche, en la que funciona la pulsión, la fuerza de la vitalidad espontánea.

Sólo un proyecto ético y humanístico de vida (lo que queremos ser) puede dar dirección a la sexualidad, y transformarla en fuerza de humanización y de relaciones fecundas. En este proceso no queda excluido el celibato. Es una de las opciones posibles, que yo defiendo. Pero el celibato no puede nacer de una carencia de amor, al contrario, debe resultar de una sobreabundancia de amor a Dios que se desborda hacia los que están a su alrededor.

¿Por qué la Iglesia católico-romana no da un paso y suprime la ley del celibato? Porque es contradictorio con su estructura. Es una institución total, autoritaria, patriarcal, altamente jerarquizada, y uno de los últimos bastiones de conservadurismo en el mundo. Abarca a la persona desde el nacimiento a la muerte.

Para una conciencia ciudadana mínima, el poder conferido al Papa es sencillamente tiránico. El canon 331 es claro: se trata de un poder “ordinario, supremo, pleno, inmediato y universal”. Si quitamos la palabra “Papa” y ponemos “Dios”, funciona igualmente. Por eso se decía: “el Papa es el dios menor en la tierra”, como muchos canonistas afirmaron.

Una Iglesia que pone el poder en su centro, cierra las puertas y las ventanas al amor, a la ternura y la compasión. La persona célibe es funcional a este tipo de Iglesia, porque ésta niega al celibatario aquello que le hace más profundamente humano, el amor, la ternura, el encuentro afectivo con las personas, lo que sería más fácilmente propiciado si los sacerdotes estuviesen casados. Se vuelven totalmente disponibles a la institución, que tanto puede enviarlos a París como a Corea del Sur.

El celibato implica cooptar al sacerdote totalmente al servicio no de la humanidad, sino de este tipo de Iglesia. Sólo deberá amar a la Iglesia. Cuando descubre que ésta no es sólo “la santa madre Iglesia” sino que puede ser madrastra que usa sus ministros para la lógica del poder, se decepciona, deja el ministerio con el celibato obligatorio y se casa.

Mientras perdure esta lógica de poder absolutista y centralizador, no esperemos que la ley del celibato sea abolida, por más escándalos que ocurran. El celibato es demasiado cómodo y útil para la institución eclesiástica. Pero, ¿cómo queda entonces el sueño de Jesús de una comunidad fraterna e igualitaria? Bueno, eso es otro problema, tal vez el principal. Desde ahí plantearíamos diferentemente la cuestión del celibato y del estilo de Iglesia que sería más adecuado a su mensaje libertador.



jueves, 22 de abril de 2010

EL MODELO DEL CAMBIO


Andrés Schuschny
 Hoy quiero comentar algunas cosas sobre el modelo transteórico del cambio. Se trata de un interesante esquema para entender los procesos de asimilación psicológica y que surgió a partir de la observación de lo que ocurre con los procesos de cambio en la psicoterapia. El modelo se plantea como un modelo explicativo general del cambio. Se basa en la premisa que las personas pasan por una serie de etapas en su intento por cambiar una conducta. Estas etapas pueden ser tanto dinámicas como estables. Se tratan de la precontemplación, la contemplación, la preparación, la acción y la mantención.
Guárdense las monedas. Quiero cambio
  • Precontemplación:
    Es la etapa en la cual no existe intención de cambiar la conducta en el futuro previsible. Los individuos en esta etapa o bien no están informados acerca de los efectos a largo plazo de su conducta actual, o están desmoralizados acerca de su capacidad para cambiar. Tampoco quieren pensar acerca de la posibilidad de cambio y pueden ser muy defensivos, especialmente frente a las presiones sociales para cambiar. El rasgo central de esta etapa es la resistencia a reconocer o modificar un problema.
  • Contemplación:
    Es la etapa en la cual las personas son conscientes de que existe un problema y están pensando seriamente en resolverlo, pero no hay un compromiso aún para pasar a la acción. Se puede permanecer en esta etapa por mucho tiempo, a pesar de la intención de cambiar. Quienes sustituyen la acción por el pensamiento serían considerados como contempladores crónicos.
  • Preparación:
    Se caracteriza por hacer pequeños cambios. Habitualmente los preparadores tienen un plan de acción o han hecho algunos cambios de conducta, pero no han alcanzado aún un criterio conductual preestablecido para alcanzar la etapa de acción. La preparación combina criterios de intención y conducta, los individuos tienen la intención de tomar acciones en un futuro muy cercano o ya lo han hechoaunque no exitosamente.
  • Acción:
    Es la etapa en la cual los individuos se involucran activamente, en la nueva conducta. Los individuos en esta etapa modifican su conducta, experiencias o ambiente con el propósito de superar sus problemas. Según parece ésta es la etapa menos estable y se corresponde con el mayor riesgo de recaída. Los elementos centrales de esta etapa son la modificación de la conducta objetivo hasta un criterio preestablecido y significativos esfuerzos manifiestos de cambio.
  • Mantención:
    Es la etapa en la cual los individuos están sosteniendo el cambio en el tiempo. Es un período de cambio continuado en el cual se trabaja para prevenir recaídas y consolidar las ganancias obtenidas durante la etapa de acción. Los elementos centrales de esta etapa son la estabilización del cambio conductual y la evitación de recaídas.
El modelo supone que 2 factores que influyen en el cambio conductual. Se trata del balance decisional y la auto-eficacia. El balance decisional se refiere a la estimación de beneficios y costos de una u otra conducta. La auto-eficacia que involucra un juicio acerca de las propias habilidades para ejecutar una conducta requerida con el propósito de lograr ciertos resultados.
En general, las recaídas son la regla más que la excepción aunque no existe un patrón único y lineal a considerar. Es normal que se retomen a etapas previas, de manera cíclica, antes de alcanzar el estado de mantención, por lo que el modelo de cambio es más circular que lineal. Lo importante de esta concepción circular del cambio de conducta es que se puede considerar que las recaídas constituyen una instancia de aprendizaje que prepara a la persona a enfrentar mejor el siguiente intento.

miércoles, 21 de abril de 2010

HAITÍ: DUDAS SOBRE LA AYUDA

Vicente Romero

Los haitianos saben desde hace mucho tiempo que predicar es una cosa y dar trigo, otra. La última vez que lo constataron fue tras los dos huracanes y las dos tormentas tropicales que, en agosto y septiembre de 2008, devastaron la misma zona costera que el pasado enero fue destruida por el terremoto. Entonces se les prometió una ayuda internacional de 1.350 millones de euros de los que sólo recibieron 17 millones. Es decir, menos del 1,3 por ciento. Ahora la Conferencia de Donantes reunida en la ONU ha recaudado para ayudar a Haití durante los dos próximos años 3.900 millones de euros... en palabras. ¿A cuanto se reducirá finalmente esa cifra?

Las conferencias de donantes suelen quedarse en subastas de buenas intenciones. Los representantes de las naciones más poderosas se llenan la boca de anuncios generosos, predicando solidaridad internacional. Pero no existe un organismo mundial que fiscalice el cumplimiento de las promesas con poderes ejecutivos para exigir el pago puntual de las cantidades ofrecidas.

En la reunión de Nueva York se acordó que Bill Clinton y el presidente haitiano se encargaran de supervisar las entregas de la ayuda, con apoyo del Fondo Financiero Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Pero ese compromiso no pasa de ser otro papel mojado, ya que ningún país oficializa su ayuda con el rigor de una deuda a plazo fijo. De aquí a dos años la tragedia sufrida por Haití parecerá muy lejana. Y acaso otra amenaza de crisis económica aconseje emplear buena parte de esos fondos solidarios en apuntalar nuevamente al sistema financiero mediante ayudas a la banca privada.

Tras el optimismo sembrado por el éxito de la Conferencia de Donantes se plantean serios interrogantes. ¿Se empleará parte de esos fondos en pagar la deuda externa haitiana? Porque algunos países que han prometido ayudar a Haití figuran entre sus acreedores. Y cada mes el FMI y el BM pasan puntualmente facturas al gobierno haitiano, tras haberle impuesto sometimiento a las despiadadas leyes del libre comercio que han arruinado la economía del país.

¿Servirá la ayuda internacional para pagar a las compañías privadas norteamericanas encargadas de obras y servicios tras el terremoto? En tal caso, el abono podría ser hecho directamente sin que el dinero llegase jamás a pasar por las arcas haitianas. ¿Se descontarán costes derivados de la presencia militar por razones humanitarias? Ello supondría --además de una estafa política-- una afrenta a los haitianos que trabajan en la reconstrucción de su país. Porque, como señala en un artículo José Luís Patrona (coordinador de la ONG brasileña Vía Campesina), el sueldo de cada soldado internacional desplegado en Haití asciende a 3.000 dólares mensuales, mientras el salario mínimo local es de tan solo 60.

domingo, 18 de abril de 2010

"TÚ SÍ PUEDES", comedor social para indigentes

Desde luego, querer es poder. Hace muy poco, una mujer joven sevillana, reflexionando acerca de las necesidades de la gente más desfavorecida de la ciudad, y observando cómo con la crisis va aumentando el número de pobres, indigentes y sin techo, que no tienen ni para comer en Sevilla, decide hacer algo.

¿Solicitar al ayuntamiento que abra más comedores sociales? No, no le apetecía ver cómo se atragantan de la risa. ¿Pedírselo a la Iglesia? Ésta le respondería, y con razón, que tiene más obras sociales que gente para trabajar en ellas. Al final, nuestra chica se dijo: “Bueno, pues lo hago yo. Montaré un comedor social”.

Y ya está. Manos a la obra. De ahí a citar a cuatro o cinco amigos a algunas reuniones, buscar el local y la forma de financiación y echar el proyecto a andar… muy pocos meses y ya tenemos el nuevo comedor social en Sevilla, que abrirá este Mayo o Junio a más tardar.

Lo primero que hicieron fue fundar una Asociación para crear el comedor, a la que han puesto por nombre “Tú sí puedes”. Buscaron un local y lo encontraron: la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios les ha cedido una casa que tienen en la calle Misericordia, 8, en el centro de Sevilla. Ahora faltaba el dinero para el proyecto: contratación de cinco personas para trabajar en el comedor, la comida, el mantenimiento y gastos del local, etc. Organizaron actividades para sacar dinero, como una cena benéfica en el hotel Macarena (donde, entre otras cosas, implicaron a un grupo musical para que les amenizara el baile posterior), solicitaron donaciones de artículos a muchas tiendas y montaron un rastrillo, etc, etc. Pero faltaba la liquidez mensual para que todo funcione. Tuvieron una buena idea: buscar socios que se comprometan a una cuota asequible (15 euros mensuales) y ya han conseguido algo más de trescientos.

En un mes y poco, el nuevo comedor social para indigentes de Sevilla, empezará a funcionar. Darán cien comidas diarias; lunes, miércoles y viernes ofrecerán servicio de ducha y ropería a partir de las 11´30 de la mañana. Aparte de lo cual, realizarán otras actividades como asistencia socio-laboral demandada por los propios usuarios, promover talleres de formación laboral, coordinación con los servicios sociales en materia de alojamiento y actividades de carácter didáctico y lúdico con los hijos jóvenes y menores dependientes de las familias afectadas. Lógicamente, los destinatarios del proyecto serán cualquier persona que carezca de recursos o alojamiento, transeúntes e inmigrantes, en situación de desarraigo y marginación social.

Nos han pedido a Enfoca nuestra colaboración (que, naturalmente, les damos, honrados y agradecidos) para participar económicamente como socios, para extender y publicitar el proyecto (que empezamos aquí en nuestra web y continuaremos en otros foros y espacios) y para ayudarles a buscar voluntarios que puedan dar parte de su tiempo y trabajo en labores de ayuda. Esto es enormemente positivo, porque hay muchas personas deseosas de hacer algo útil y solidario por los demás, y no saben bien qué. Pues aquí hay otra opción más.

Si queréis más información, o si queréis colaborar de cualquier forma diferente a la económica, podéis llamar al teléfono 678553359 o escribir a contacto@tusipuedes.es

Si podéis colaborar económicamente con la cuota mensual de 15 euros, hay una cuenta corriente abierta en Cajasol: 2106 0935 94 2145034228.

Y si os alegráis tanto como nosotros de esta nueva iniciativa, os rogamos nos apoyéis contribuyendo a su difusión (el corta y pega, para reenvíos masivos de mails es una idea más que podéis asumir).

Pero, aparte de la buena noticia para indigentes que pasan hambre y que podrán tener un sitio para comer a partir del próximo mes, para mí esto encierra una magnífica esperanza: cuánto poder tenemos cuando queremos hacer algo. Una sola persona tiene este plan y en poco tiempo, con ilusión, esfuerzo y constancia, el sueño se hace realidad. ¿Cuántas cosas maravillosas más no podríamos hacer? En efecto, se cumplen, una vez más, dos viejos adagios: no hay nada más imparable que una idea a la que ha llegado su hora, y SI QUEREMOS, PODEMOS.

visto en 'enfoca'

miércoles, 14 de abril de 2010

A MÁS ALIMENTOS, MÁS HAMBRE

Gustavo Duch

Les ofrezco una fórmula infrecuente para analizar el hambre en el mundo, revisar las estadísticas de producción de alimentos.

En la década de los 90 la producción de alimentos mundial creció un 25%.

· En cuestión de alimentos de origen animal en 1980 se producía en el mundo un total de 465 millones de toneladas de leche, ascendiendo en el 2007 a 671 millones, lo que equivale, más o menos, a un vaso de leche al día para cada persona de este planeta.

· En esos mismos años la producción de carne se duplicó hasta alcanzar 285 millones de toneladas, unos 100 gramos de carne por persona y día. Llamativamente el 60% de toda esta carne se produce en los países llamados ‘en vías de desarrollo’.

· La producción de huevos ha aumentado 2.5 veces obteniéndose el 70% también en dichos países.

Con estos datos parciales podríamos deducir que disponemos de suficientes alimentos para todas y todos, y especialmente en los países empobrecidos. Pero la realidad es que mientras la producción de alimentos ha ido aumentando, el hambre también.

Si en 1990, 842 millones de personas padecían hambre, la cifra ascendió a 873 millones en el 2004 para situarnos a finales del año pasado en 1.200 millones.

Como dijo el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, al presentar estos datos el pasado 16 de marzo a la Asamblea General, “nunca antes se había alcanzado esta cifra”.

También explicó que este aumento se ha dado tanto en números absolutos como en la proporción que las personas con hambre representan de la población mundial.

Así pues, me atrevo a teorizar -por irracional que parezca- que no es cierto que el hambre en el mundo obliga a más producción de alimentos, bien al contrario, cuanto más se produce, más hambre y desigualdad se genera.

Porque este sistema alimentario global capitalista que tenemos en funcionamiento se basa, al menos, en tres mecanismos perversos.

Por un lado se intensifica tanto la producción que apenas se requiere mano de obra y así millones de personas son expulsadas de su medio de vida.

Segundo, la mano de obra que el sistema se ve obligado a utilizar es remunerada con salarios insuficientes para proveerse de su alimento.

Y tercero, la búsqueda de beneficios de las corporaciones que están en este sector es tan ávida que esquilman la tierra y vacían los mares agotando los recursos y las posibilidades de alimentación de las poblaciones rurales, mayoritariamente en el Sur.

martes, 13 de abril de 2010

¿QUIÉN ELIGE AL OBISPO Y PARA QUÉ?

“Ningún obispo impuesto…” Con aquella frase de Celestino, comenzábamos nuestra carta antes de conocer la designación de nuestro Obispo Carlos Ñañez.

Las cartas fueron enviadas al Sr. Nuncio y a cada uno de los Obispos. Ninguna respuesta.

Ahora, el 25 de Marzo, en nuestra catedral, será consagrado obispo el presbítero Marcelo Cuenca, contando con la presencia del Nuncio Apostólico y de Monseñor Marcelo Martorell.

No podemos dejar de señalar con estupor que, otra vez, desde el más alto poder eclesial jerárquico y monárquico, se fortalece una línea conservadora, restauradora, derechosa, afín a corrientes como el Opus Dei. No es la primera vez, no sucede sólo en estos pagos.

Queremos hacernos eco de aquella consigna que desplegaron en carteles numerosas comunidades de base en el año 1971, cuando fue consagrado obispo en la catedral de Bogotá, López Trujillo, otro exponente del control, de la censura, del autoritarismo, en este caso para la Iglesia Latinoamericana: ¡QUEREMOS OBISPOS PARA EL PUEBLO!

Y no estamos inventando nada, el documento de Puebla de la Iglesia Latinoamericana, reconocía, entre otros muchos signos de esperanza, ”la presencia de los obispos, mayor y mas sencilla, en medio de su pueblo” (1309). De esto se trata.

Por esto, este nuevo nombramiento episcopal, ¿tiene en cuenta los procesos, las expectativas, la dignidad de esas comunidades trabajadas por años, con historias propias, con necesidades de ser reconocidas? (Recordemos la dolorosa experiencia más reciente de tantos hermanos de la Iglesia de Puerto Iguazú, donde Marcelo Martorell fue a remplazar nada mas ni nada menos que a Monseñor Piña).

¿Es válido callar, por un supuesto respeto o prudencia, ante tan evidente retroceso de nuestra iglesia, que deja de lado no sólo la orientación primera del Vaticano II, Medellín, Puebla… sino también la generosa y a veces martirial entrega de comunidades y pastores, mucho más teniendo en cuenta que este nombramiento está en flagrante contradicción, con el camino desplegado por la comunidad diocesana en su Plan Pastoral?

En un mundo plural, que intenta democracias cada vez mas participativas, en definitiva, “sin monarquías”, ¿qué sentido tiene este mantener, sostener, y hasta intentar defender teológicamente, este anti-signo no sólo del Reino, sino de la historia y de la vida misma? ¿Con qué autoridad moral luego exigimos a otros sectores de la vida nacional, actitudes de diálogo, respeto, apertura, sinceridad, transparencia?

Córdoba (Argentina), 19 de marzo de 2010

GRUPO SACERDOTAL ENRIQUE ANGELELLI,
COMUNIDADES CRISTIANAS,
GRUPO SACERDOTES CASADOS,
SEMINARIO CATEQUÉTICO ARNULFO ROMERO

lunes, 12 de abril de 2010

REFLEXIONES SOBRE LA CARTA DE HENRI BOULAD

Federico Carrasquilla, en 'Atrio'

Esta reflexión la hace un sacerdote colombiano comprometido con la Iglesia de los pobres en un suburbio de Medellín y ayuda a entender y profundizar en el sentido de la carta: ¿vamos al abismo o caímos en el abismo ya en el año 280?

INTRODUCCIÓN.

1. Sentido de estas reflexiones.

Lo que quiero al presentar estas reflexiones a la carta del P. Henri Boulad S. J. que ha sido ampliamente difundida, no es hacer ni una crítica ni una defensa de las posiciones y afirmaciones del Padre, quien tiene, como lo dice al principio de su carta, una amplísima autoridad para hacerlas, sino ofrecer una LECTURA DE FE de la misma. Es decir: busco y quiero ofrecer a mis amigos, “hacer una lectura de la carta hecha desde la fe”. Como lectura, busco ante todo comprender y entender, no juzgar ni atacar sino tratar de ”leer por dentro” lo que quiere decir el autor; y como “lectura fe”, me interesa descubrir lo que el Señor nos dice a través de la carta; qué llamadas nos hace para vivirlo y anunciarlo mejor y a qué compromisos nos lleva. Y, yendo más lejos, lo que me interesa es que acojamos lo que el Señor nos dice a través de esta carta pues el Señor nos habla siempre por medio de los acontecimientos y en este caso, a través de esta carta, no sólo por la amplia difusión que ha tenido sino porque en realidad expresa una corriente hoy relativamente común. Desde hace varios años vienen apareciendo textos más o menos en la misma línea. De modo que se puede decir que no es el modo de pensar de una persona sino la expresión de un modo de analizar la situación de la Iglesia de muchas personas, todas muy eminentes en la Iglesia y movidas todas por un amor muy grande a la misma Iglesia como todos lo dicen explícitamente.

Lo que me ha movido a hacer estas reflexiones es también el mismo amor y la misma pasión por la Iglesia y sobre todo la petición de los amigos que me han enviado esta carta y otros muchos que la han leído y que me han pedido mi opinión sobre ella.

2. La metodología que voy a utilizar es la de toda lectura de la realidad y de toda

lectura de fe de la realidad: mirar y ver ante todo qué quiere decir el autor; cómo analiza la situación a partir de lo que normalmente se puede descubrir en lo que dice; luego opinar, juzgar y discernir a la luz de la fe, es decir de la Persona de Jesús y de la manera de pensar que nos dejó en el Evangelio y el ofrecer un actuar posible que nos lleve a comprometernos a vivir a partir de este análisis, la Buena Noticia de Jesús y a anunciarla a los que nos rodean.

MIRAR EL TEXTO.
Para hacer un análisis correcto y honesto del texto, pienso que lo primero que hay que descubrir es qué tipo de análisis quiere hacer el autor o mejor, desde donde hace el análisis. Y lo que yo descubro y me parece como muy evidente, leyendo las constataciones con las que comienza propiamente la carta, después de la presentación personal del autor, es que se hace el análisis desde cuatro puntos de vista: ideológico, ético, institucional y socio-político. Voy a ampliar este análisis que hago del texto:

A. Punto de vista ideológico:
Es lo que revela sobre todo los números 4 y 5: “el lenguaje de la Iglesia es obsoleto, anacrónico, aburrido, repetitivo, moralizante, totalmente inadaptado a nuestra época”…etcétera (nº 4); “la renovación no podría hacerse más que mediante una renovación en profundidad de la teología y de la catequética que deberían repensarse y reformularse totalmente” (nº 5).

B. Punto de vista ético:
Aparece cuando critica comportamientos errados o propone nuevas maneras de actuar. Esto lo encuentro en los números 1 y 7: “la práctica religiosa está en constante declive” (nº 1); “En el plano moral y ético los dictámenes del magisterio…..no afectan ya a nadie y solo producen dejadez e indiferencia” (nº 7).

C. Punto de vista institucional:
Aparece en la manera como analiza la Iglesia como institución. “Noviciados y Seminarios se vacían al mismo ritmo y las vocaciones caen en picado” (nº 2); “Muchos sacerdotes abandonan el sacerdocio y los pocos que lo ejercen, tienen que encargarse de muchas parroquias de modo expeditivo y administrativo. Muchos de ellos viven en concubinato” (nº 3).

D. Punto de vista socio-político:
La crítica se hace sobre el puesto que hoy ocupa la Iglesia, sobre la “desbandada de fieles que se retiran de la Iglesia, sobre su influencia actual en la sociedad y sus relaciones con las otras confesiones religiosas: “Gran número de cristianos se vuelven hacia las religiones de Asia.” (nº 6); “La Iglesia católica, que ha sido la gran educadora de Europa durante siglos, parece olvidar que esta Europa ha llegado a su madurez” (nº 8); “Las naciones más católicas de antes han dado un giro de 180ª y han caído en el ateísmo” (nº 9); “El diálogo con las demás Iglesias y religiones está en preocupante retroceso” (nº 10).

PROPUESTAS DEL AUTOR

Dado este análisis, es apenas normal que tanto la manera como mira lo que él llama la reacción de la Iglesia y la crítica que le hace a esa reacción (texto que sigue al nº 10 de las constataciones) como las propuestas que hace el autor, vayan en la misma línea: son propuestas ideológicas, éticas, institucionales, que terminan, lógica y consecuentemente, con la sugerencia de “convocar un sínodo general a nivel de la Iglesia Universal” (penúltimo párrafo)

QUÉ PENSAR DE TODO ESTO. CÓMO DISCERNIRLO. CÓMO LEERLO DESDE LA FE, ES DECIR, DESDE LA PERSONA Y LA PRÁCTICA DE JESÚS.

En primer lugar, diría que desde esos puntos de vista el análisis no solo es correctísimo sino que inclusive se queda corto. De hecho el autor dice que ese análisis no es exhaustivo. De modo que no tendría nada que decir y me uniría a este análisis. Mis reflexiones, que son más preguntas que afirmaciones o refutaciones, van por otros lados y buscan descubrir dónde está realmente el problema de la Iglesia y por tanto desde dónde hay que buscar las soluciones eficaces:

Las preguntas que haría y las repuestas que propondría son las siguientes:

PREGUNTAS Y PROPUESTA DE ACCIÓN.

1. Lo que ofrece el texto ¿son unos SÍNTOMAS de la situación o un DIAGNÓSTICO de la situación? “Lo primero y definitivo en la búsqueda de una sanación y de una solución de un problema es hacer un DIAGNÓSTICO acertado. Éste consiste en la identificación una enfermedad. Lo primero que impide esto es confundir el diagnóstico con los SÍNTOMAS, con los SÍNDROMES, que son la manifestación de una enfermedad”. Me parece que todos esos análisis son correctos como síntomas, pero que no van al fondo del problema y por eso pienso que las soluciones que propone tampoco van a enrutar la Iglesia por donde se debe enrutar.

2. El problema de la Iglesia será de orden ideológico, ético, institucional y socio político o será más de fondo? ¿No será que se perdió la referencia primordial a la persona de Jesús? Todos en la Iglesia nos referimos a Jesús como punto de referencia, como justificación de lo que hacemos, pero ¿no estaremos olvidando que Jesús es punto de referencia pero ante todo laCLAVE de comprensión de lo que hacemos? Por Jesús justificamos todos, todo. Pero ¿leemos nuestros compromisos desde la persona de Jesús? ¿No estará el mal de la Iglesia ahí: en que perdimos la centralidad de Jesús? A Jesús lo suponemos en todo pero muy raramente se explicita como clave para leer lo que vivimos.

3. Jesús ¿puso su aporte y el sentido de su Misión en lo ideológico, lo ético, lo institucional, lo socio-político o en una referencia radical al Padre y el Reino, es decir a los pobres? No es desde ahí desde donde hay que partir? Y no podemos decir, como he oído miles de veces, cuando pregunto: “en todo lo que me dices, ¿donde aparece Jesús?”, me responden: “¡eso se supone! Si no fuera por Jesús no estaría hablando”. ¿Esto basta? Creo que no, ¡porque una parte la relación con la persona de Jesús, como la relación con cualquier persona, no se puede suponer! Si no se explicita continuamente, se muere, y por otra, porque Jesús situó su aporte más allá de estos planos, sin despreciarlos. ”Ustedes pagan el diezmo del anís…..y olvidan la justicia, la ternura y la buena fe…Es esto lo que hay que practicar sin olvidar el resto” (Mt.23,23) ¿No habrá que empezar por ahí y esto nos llevaría necesariamente a lo ético, ideológico, etcétera?

4. Este olvido de la primacía de Jesús ¿será culpa ante todo de las estructuras deficientes de la Iglesia o, ante todo, de un cambio de mundo, no tanto de una época de cambio sino de un cambio de época como lo dice el documento de Aparecida? Todo el mal que padecemos ¿no tendrá su causa fundamental en que hemos pasado de un mundo sacral a un mundo secular; de un mundo fundamentalmente creyente a un mundo socialmente ateo y que este cambio es ante todo cultural y no se debe primordialmente a un mal comportamiento ético, a una deficiente ideología o a unas instituciones desfasadas? Y si es así, la solución estará simplemente en tomar en serio la expresión de Juan XXIII cuando lanzó el Concilio: ¡VOLVER A LAS FUENTES! Y explicitando muy concretamente que la fuente de la fuente de la Iglesia está en la Persona de Jesús. Y no, ante todo, en ideas nuevas, etcétera. Por eso lo que necesita cada cristiano, cada comunidad, cada sacerdote y toda la Iglesia en general es VOLVER A LA PERSONA DE JESÚS y desde así recrear el resto… “es esto lo que hay que practicar sin olvidar lo otro”

5. Desde esta perspectiva: quizás podríamos y deberíamos mirar la situación de otra manera: no tanto como dice el autor al comienzo, que “nos estamos precipitando hacia un abismo y solo faltan cinco para las doce”, sino, por el por el contrario, que al abismo caímos en el año 380 cuando la Iglesia aceptó ser la Religión del Imperio y perdió, por una parte, su objetivo: anunciar a Jesús, tarea que asumió el Estado al obligar a toda persona a hacerse cristiana si quería ser ciudadana del imperio; y, por otra, los medios que le había dejado Jesús: cambió los medios pobres –los del no poder–, por los medios de poder. ¿No estaremos, más bien, desde el Vaticano II, con la propuesta de Juan XXIII, de VOLVER A LAS FUENTES, empezando a salir del abismo?

6. Si el criterio de la vida y de la práctica de la Iglesia es Jesús como identidad del cristiano ¿estaremos tan mal? ¿Qué y quién le impide a cualquier cristiano laico, religioso o sacerdote vivir hoy radicalmente de Jesús? Los que hoy pueden ser perseguidos por la Jerarquía: ¿qué están arriesgando? Toda incomprensión de la Iglesia como jerarquía en cualquier sentido, no será una ocasión de “salir felices por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el nombre de Jesús” (Hech. 5,41)?

7. Lo más visible en todas estas pérdidas que ha tenido la Iglesia en los últimos años: escasez de vocaciones, retiros, abandonos, escándalos etc. es la pérdida de todo el poder social que tuvo hasta la década del 60. Lo que nos duele ¿no será en el fondo que hoy ya no tenemos como cristianos o como Iglesia el poder social que tuvimos durante 1600 años? Se dice con frecuencia que la Iglesia y los cristianos ya no son como tales, significativos en la sociedad. Pero perder poder en todo sentido: ¿es algo grave o un favor que nos hacen?

8. La renovación de la Iglesia, que todos anhelamos y necesitamos: si vendrá de nuevas reuniones. ¿Sínodos, concilios o de volver cada cristiano a la primacía de Jesús? El mal ¿no estará en que desde el año 380 cambiamos la relación primera, original, que rigió la Iglesia desde el principio: “Persona-Jesús-Iglesia” por la otra: Persona-Iglesia-Jesús? ¿Y que, por tanto, lo que hay que buscar hoy no es ante todo “reformar la Iglesia” sino volver a la relación primera?

9. ¿No será que hemos confundido: rehacer la persona y la sociedad desde dentro, desde abajo, como lo quiso Jesús, lo que implica movimiento, acción, con la otra “por dentro, por abajo”, lo que implica intimismo, individualismo?

10. La renovación de la Iglesia y de cada cristiano ¿no vendrá por empezar dándole una primacía a la oración, a los más pobres que están a nuestro lado, a una lectura diaria de la vida y de los acontecimientos desde el Evangelio? ¿O a esperar a que, desde arriba, desde un nuevo Concilio o Sínodo, nos dictaminen cuáles son las nuevas leyes, las nuevas normas, las nuevas estructuras que debemos seguir para ser fieles a Jesús?

11. Salir del abismo ¿será posible ya y ahora o dentro de un tiempo cuando tengamos nuevas ideas, etcétera? ¿Qué nos impide salir ya del abismo o mejor continuar la salida que ya empezamos? ¿Qué y quién nos impide hoy poner a Jesús como el absoluto de nuestras vidas y construir desde ahí nuevas ideas etc.? Y esto de ninguna manera es una invitación al anarquismo o al desprecio de la autoridad o de las leyes. Es simplemente recuperar lo original de nuestra fe y de nuestra vivencia cristiana. ¿No será ésta la hora de tomar en serio lo de Jesús: NO SE ANGUSTIEN!! (repetido tres veces..) BUSQUEN PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA Y LO DEMÁS SE LES DARÁ POR AÑADIDURA? ( Mt.6,25)

12. Finalmente, en la práctica y para empezar ya, lo primero, ¿no será poner en nuestra vida en primer lugar a los pobres y desde ahí construir la Iglesia y la sociedad? ¿No será la solución VOLVER A NAZARETH por donde comenzó Jesús…?