sábado, 29 de junio de 2013

LOS 100 DÍAS DEL PAPA

Juan A. Estrada, en Diario de Sevilla

CON el inicio del verano se han cumplido ya los cien primeros días del Papa. A los políticos y los que ocupan cargos de poder, se les suele conceder los "cien días de gracia". Se supone que necesitan tiempo para hacerse cargo de la situación que tienen que abordar, para preparar sus estrategias de gobierno y elegir a sus colaboradores. Cuanto más responsabilidad tiene un cargo y mayores son las reformas y cambios que se necesitan, tanto mayor es la prudencia e inteligencia que se exigen. Para eso se les concede un tiempo suficiente, el símbolo de los cien días.

¿Qué ha ocurrido en este tiempos? No cabe duda de que el Papa se ha ganado la benevolencia y estima de la mayoría de la gente. Y esto desde el primer momento, desde la elección de su nombre, desde su sencillez y humildad en las apariciones en público; desde sus llamadas a la solidaridad y la justicia para con los pobres; desde sus referencias a la corrupción y el carrierismo en la jerarquía eclesiástica; desde su estilo de vida personal en una casa de huéspedes del Vaticano, desde su insistencia en ser obispo de Roma. Se ha ganado la simpatía de la mayoría, simplemente con su estilo personal y ha ganado credibilidad para la Iglesia en un momento en que ésta la había perdido. Ha surgido la esperanza contra la desesperanza que hoy reina en nuestras sociedades en crisis. Es un papa que ha resultado creíble, cercano al evangelio y humano. Ésta ha sido su aportación de cien días.

Queda ahora todo lo demás, que es lo más importante. El problema actual de papado no es las personas que son elegidas, sin minusvalorar la importancia que tienen, sino la estructura misma de un pontificado que arrastra el peso de siglos, sobre todo el de la época medieval y de la contrarreforma. La estructura de gobierno de la Iglesia hace aguas en una sociedad globalizada, plural y crecientemente distante de lo religioso, al menos en Europa.

Hay graves problemas, algunos aludidos por el mismo Papa: la corrupción sexual y financiera en la cúpula de la Iglesia; el carrierismo de muchos obispos y de los candidatos a serlo; la concepción de monarca absoluto que se tiene del papado y de los obispos en sus diócesis. Y se añaden muchos otros, el papel de la mujer en la Iglesia, el celibato obligatorio de los sacerdotes de rito latino, la regulación de la situación de los divorciados, el modelo de Iglesia y de su ubicación en la sociedad, etc.

Los problemas están ahí: desde el Concilio Vaticano II persisten sin solucionarse y las reformas siguen sin darse. Y ahí es donde se juega el significado de este papado. Haca falta una "reforma" de la Iglesia, un aggiornamento o puesta al día, porque ha cambiado la sociedad, la mentalidad de los cristianos y la ubicación de la Iglesia en una sociedad secularizada y globalizada. La estructura actual del papado corresponde a una época de cristiandad y no a las necesidades actuales. Las impresiones personales que ha transmitido el Papa son óptimas, pero falta la confirmación de los hechos y las reformas.

Todo está por decidir, y si la prudencia aconsejaba darle tiempo, ella misma exige no precipitarse con los juicios, a la espera de los cambios. Es verdad que los problemas son muy serios, estructurales y no coyunturales, y que las grandes transformaciones exigen discernimiento, no precipitarse y pensar las cosas antes de acometerlas. Pero esa misma prudencia exige no aventurarse a juicios entusiastas, antes de que sean corroboradas con los hechos. Pero no es así, ante un papa que parece diferente y genera esperanzas, se responde a veces con el viejo culto a la personalidad, que ha marcado a todos los pontífices. Ya se habla de él como de un nuevo Juan XXIII, ¡como si hubiera hecho algo parecido a la convocatoria del Concilio Vaticano II que metió a ese papa en la historia del siglo XX! y algunos incluso tienden a canonizarlo en vida, con lo que el ¡Santo súbito! se adelanta.

Seguimos manteniendo un catolicismo menor de edad, a costa de la postura crítica del adulto que sabe distinguir entre las personas y el cargo, entre la valoración personal y el enjuiciamiento de los hechos. Por eso nos achacan a los españoles en Europa ser más papistas que el papa y a los católicos necesitar un padre simbólico al que adular desde un sometimiento acrítico. Tal como se ha expresado hasta ahora, ni el mismo papa Francisco piensa de esta manera. Lo que exige de todos es más disponibilidad evangélica y compromiso con los pobres y la justicia, y menos entusiasmo por su persona y también por su cargo. El compromiso cristiano es con el evangelio y desde ahí hay que evaluar las personas y los cargos. "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7,16). Es bueno que haya papas creíbles, pero lo decisivo es que los cristianos sean coherentes en sus compromisos de vida, siguiendo las huellas de su maestro, que no es el papa, sino el judío Jesús de Nazaret.



1 comentarios:

carmen dijo...

Totalmente de acuerdo.

Creo que este papa es, o ha sido jesuita, lo que me hace pensar que quizás tenga la ayuda de este sector de la iglesia.

Solamente conozco de ellos lo que trasciende a las personas normales, pero me da la sensación de que es gente,la mayoría de ellos, muy preparada intelectualmente y saben distinguir entre un cambio de forma externa y un cambio que va más allá de la forma.

Hasta el día de hoy, en el gobierno de los 100 días, como usted dice, el cambio de forma ha sido espectacular.

Ahora supongo que toca el cambio en algunas cosas de fondo, por lo menos en las que atañe a la vida diaria de muchos católicos que quieren seguir siéndolo.

Creo que dicen que ellos 'Viven en la frontera'. No sé exactamente dónde la tienen y tampoco sé si , en caso de que sea necesario, se atreverán a aconsejar al papa nuevo que la traspase.

Porque que el papa tenga poder absoluto no quiere decir que no se deje aconsejar por nadie. A mí el sentido común me dice que tendrá buenos amigos entre un sector de los jesuitas.

A lo mejor me equivoco.

O no.

No entiendo mucho de estas cosas, pero creo que la fase infantil que usted dice del cristianismo la he pasado. Me encuentro en plena adolescencia religiosa, quizás por eso sea tan crítica. No lo sé.

De momento, lo espero en la frontera.

No creo que sea la única.