domingo, 19 de abril de 2009

ENTREVISTA A HANS KÜNG

“La Iglesia Católica ha vuelto a la Edad Media”


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Tubinga, en el sur de Alemania. Aquí se cruzaron las vidas de dos figuras de la Iglesia católica en los años 60. Es la ciudad donde el teólogo Hans Küng propuso a Josef Ratzinger -el Papa Benedicto XVI- que diera clases en la Universidad Católica.
Pero la evolución de ambos fue muy diferente. Mientras que Ratzinger conmocionado por la revuelta estudiantil del 68 adoptaba postulados más conservadores, Hans Küng, “super-estrella” de la teología europea, se transformaba en crítico de la jerarquía eclesiástica y abogaba por el fin del celibato y se posicionaba a favor de los métodos anticonceptivos.

Los dos participaron en el Concilio Vaticano II, un acontecimiento mayor para la Iglesia Católica, que marcó su apertura al mundo moderno y al diálogo interconfesional.

Varias décadas más tarde, esto es lo que piensa el “alter ego” de Jospeh Ratzinger sobre el Papa

euronews: “El intento del Papa Benedicto XVI de reinsertar a los integristas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en la Iglesia católica ha desencadenado una oleada de indignación. ¿Puede alguien que pone en duda el holocausto ser miembro de la Iglesia católica?”.

Hans Küng: “No. Yo creo que alguien que pone en duda el holocausto no puede permanecer en la Iglesia católica. El extermino judío ha sido el mayor crimen en la historia de la humanidad. Murieron seis millones de personas.

Y recuerdo que durante el Concilio Vaticano II ya defendí que el antisemitismo de los nazis tenía su origen en el antijudaísmo plurisecular de las iglesias cristianas.

Empezando por el luteranismo. Lutero era de todo menos amigo de los judíos.

Y de esa forma, las iglesias cristianas y nosotros, como cristianos, acarreamos una enorme culpabilidad con respecto a los judíos.

Pero como quiero ser justo, me gustaría añadir que también los judíos tienen que acatar el principio de tolerancia. El Estado de Israel, que se define como un Estado judío, debe probar su tolerancia con los árabes. Y debe aceptar que los palestinos construyan finalmente su propio Estado”.

euronews: “Los obispos se jubilan a los 75 años, para los cardenales la edad límite son los 80. El Papa, sin embargo, cumplirá pronto 82 años. ¿Cree que debería jubilarse?”.

Hans Küng: “Yo no le recomendaría que dimitiese. Es más bien todo el sistema de la jerarquía católica el que ya no funciona. El Papa ni siquiera tiene un gabinete. El Papa hace y decide todo solo. Esa no es forma de gobernar en pleno siglo XXI. Me doy cuenta de que desgraciadamente todo depende del Papa. Estamos aún en un sistema absolutista comparable a la época de Luis XIV”.

euronews: “¿Debemos deducir que las relaciones entre el catolicismo por una parte y el judaísmo por otra han sufrido un daño irreparable?”

Hans Küng: “Yo no hablaría de daño irreparable. Sin embargo, sí que se constata un daño duradero. Mantengo un estrecho contacto con un rabino de Berlín que me dice: “Los daños no se pueden reparar de un día para otro”.

La gente ya no confía en el Papa. Es lo que sucede también entre los musulmanes. Cabezas visibles de la comunidad islámica y otras personalidades religiosas destacadas comienzan a desconfiar del Papa y dicen que no es un interlocutor fiable”.

euronews: “Usted fue uno de los artífices del Concilio Vaticano II, de hecho participó en él. ¿Cree que, hoy por hoy, en 2009, la historia de la Iglesia retrocede hacia la Edad Media? ¿Cree que se están poniendo en tela de juicio las reformas del Concilio Vaticano II?”

Hans Küng: “Sí, totalmente. La Iglesia Católica ha dado marcha atrás y vuelve a la Edad Media, a la contrareforma y al antimodernismo”.

euronews: “En su opinión, ¿Por qué ese Concilio Vaticano II sigue siendo tan importante en 2009? ¿Qué debemos salvar de él?”

Hans Küng: “Antes de aquel concilio, estábamos estancados en la Edad Media católico-romana. Luchábamos contra la reforma. Y organizamos una contrareforma. Nosotros, la Iglesia Católica, luchamos contra los tiempos modernos. En ese contexto, el Concilio Vaticano II es muy importante. Fue un verdadero combate para implantar la libertad de religión, la libertad de cociencia.

Fue extremadamente apasionante. Y en esa época, Josef Ratzinger y yo mismo compartíamos las mismas ideas y pensamientos.

Las consecuencias de todo aquello fueron enormes, históricas: Concretamente, la Iglesia Católica se abrió al diálogo con el judaismo, porque antes las relaciones estaban envenenadas.

Se produjo también una apertura hacia el Islam y otras grandes religiones. Y hacia las ciencias modernas, hacia la cultura moderna, de la democracia, de los derechos humanos. Como vé son muchas cosas. Si anulásemos todo eso, la Iglesia se transformaría en un castillo fortificado. Y eso llevaría al éxodo de quienes no quieren esa vuelta atrás”.

euronews: “El Papa acaba de estar en África. Si lee las portadas de la prensa internacional, sobre todo alemana y francesa, se vierten críticas bastante duras por las declaraciones del Benedicto XVI sobre la lucha contra el sida y la contracepción. ¿Cuál es el balance de ese viaje?”

Hans Küng: “El Papa es sin duda un personaje que encarna la esperanza en la lucha contra los regímenes corruptos y contra los dictadores. Por eso me entristece que no haya sabido aprovechar esta oportunidad para decirle a la gente que una planificación familiar razonable y una contracepción razonada son justificables”.

euronews: “¿Y cómo cree que debería gestionar las relaciones entre la cristiandad y el Islam?”

Hans Küng: “Hace muchos años, el Papa Benedicto cometió un error; su discurso en Ratisbona. Ese día acusó al Islam de ser una religión violenta. Sin embargo, corrigió sus palabras, aceptó la invitación para viajar a Turquía y dio su visto bueno a la redacción común de un documento cristiano-musulmán. Creo que entonces dió un paso en la dirección adecuada”.

euronews: “Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica acepta, por simplificar un poco, el principio de separación entre la Iglesia y el Estado. Ese no es siempre el caso en la religión musulmana. ¿Cree que eso supone un problema?”.

Hans Küng: “La Iglesia Católica no aceptó las ideas de los derechos humanos y la tolerancia hasta la época de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II.

La Iglesia católica tardó mucho tiempo en llegar a ese punto. Por eso, deberíamos comprender que también los musulmanes necesiten tiempo.

Pero actualmente hay signos positivos, por ejemplo en Turquía.

Es muy importante que el Islam construya un modelo nuevo para redefinir la relación entre la religión por una parte y el Estado por otra”.




sábado, 11 de abril de 2009

EL VATICANO II UN PASO FUNDAMENTAL

Entrevista a Guiseppe Alberigo


Giuseppe Alberigo, catedrático de la Universidad de Bolonia, laico, casado, con tres hijos y varios nietos, asegura que el Vaticano II es el acontecimiento eclesial más importante del siglo XX. A él ha dedicado buena parte de su trabajo en el Instituto de Ciencias Religiosas de Bolonia, publicando una monumental "Historia del Concilio Vaticano II" en varios volúmenes. Umbrales retoma parte de una reciente entrevista que el reconocido historiador italiano ha concedido el pasado mes de junio a la revista "Vida Nueva", (n. 2.235) de España.

 

 ¿Qué nos queda hoy del Concilio Vaticano II?

- Lo suficiente como para preocupar a la Curia romana. Me explico. Todo concilio importante ha tenido una historia de actuación, de recepción, larga y complicada. Al cabo de 30 años del de Calcedonia, el emperador de Bizancio hizo una encuesta entre los obispos sobre lo que había sucedido el día después del Concilio. No hace muchos años, 14 siglos después, se han encontrado las respuestas, y la gran mayoría de los obispos decían: el Concilio de Calcedonia no ha significado nada; tiempo perdido. Nosotros sabemos, sin embargo, que sin la cristología de Calcedonia el cristianismo sería otro. Esto quiere decir que, después de treinta años del Vaticano II, las cosas no son tan claras y, según las áreas geográficas, las cosas cambian... La eficacia del Vaticano II en América Latina, por ejemplo, es muy diversa y mucho más significativa que en Europa.

Si alguien hubiese visto desde otro planeta a la Iglesia Católica (y a las otras Iglesias cristianas) antes del Vaticano y ahora, tendría dificultad para entender que sean la misma cosa, porque -a pesar de todo- el cambio ha sido enorme. Karol Wojtyla jamás hubiera llegado a ser Papa sin el Concilio. Un polaco en Roma, que pide perdón por las culpas de la Iglesia... es impensable sin el Vaticano II. Sin embargo, en algunos aspectos, el Concilio está todavía poco desarrollado, desactualizado.

 

 ¿A qué aspectos se refiere?

- Sobre todo respecto al Papa y la colaboración con los obispos. La colegialidad es un mito que no está ni siquiera en estado embrionario. El Sínodo de los Obispos ha desilusionado más que satisfecho. No tiene poder; sólo da consejos y opiniones. Se ha llegado al extremo paradójico de que el sínodo africano, el asiático, el americano... se han celebrado en Roma. Es cierto que antes no hubiera habido un sínodo africano o asiático. Y en eso se siente el impulso del Concilio. Pero existe un problema de enorme gravedad: la reforma de la Curia romana. Juan XXIII, por ejemplo, decidió llevar adelante el Concilio y su pontificado con independencia de ella.

 

• ¿Cómo nació en Juan XXIII la idea del Concilio?

- Es difícil decir cómo nace en Juan XXIII la idea de convocarlo. Es cierto que fue una decisión que tomó de modo personal... Habló poquísimos días antes con el secretario de Estado, comunicándole que haría el anuncio. No pidió parecer a la Curia, simplemente comunicó algo. Hay que pensar que Roncalli había viajado mucho por todo el mundo y probablemente se había dado cuenta de que el mundo camina y que la personificación del pontificado romano era ya un problema que resolver. Tanto es así que su convocatoria está hecha diciendo siempre: "les toca a ustedes, obispos, decidir"; ni quiso hacer un programa del Concilio, para que fueran los obispos los responsables. Fue elegido el 28 de octubre de 1958 y anunció el Concilio el 25 de enero de 1959. Evidentemente, no es una idea surgida en estos tres meses escasos. Es anterior.

 

• Ha hablado de colegialidad, de renovación, de diálogo... ¿Cómo se han aplicado estos términos desde el Concilio?

- Una palabra ha entrado en el lenguaje común: aggiornamento. Juan XXIII no habla casi nunca de reforma, mientras que inventa y después usa e "impone" la palabra aggiornamento, que él capta seguramente de la idea de los signos de los tiempos y que usa repetidamente, aunque luego el Concilio estuvo menos atento a este punto. El aggiornamento de la Iglesia consiste en estar continuamente dispuesta a adecuarse a una nueva y más profunda comprensión del Evangelio.

 

 ¿Y eso se ha cumplido?

- La vida de la Iglesia, la de los papas, es contradictoria, como la mía y la suya; no hay nada que sea absolutamente coherente, lineal; eso sólo existe en los libros, pero no en la realidad de la vida. Yo soy especialmente incoherente, un Papa lo será menos; pero junto a hechos muy significativos, hay otros, como por ejemplo el nombramiento de obispos, que es seguramente el punto negro de este pontificado. Inicialmente, el Papa hizo algunas elecciones de un grandísimo significado: bastaría poner el ejemplo de Martini en Milán, o de Danneels en Bruselas. Elecciones de gran lealtad, de gran apertura. Pero ahora, salvo algunas excepciones, son elecciones de bajo perfil, personas que deben garantizar ante todo que obedecerán, y luego se privilegia a quienes provienen o tienen simpatía por los movimientos.

 

 El Vaticano II abrió ciertas expectativas ecuménicas ¿siguen vigentes hoy?

- Ciertamente, durante el Concilio se hizo mucho por el ecumenismo. Después de 35 años vemos que se han abandonado los enfrentamientos y los intentos de convertir a la "verdadera fe" al protestante, al ortodoxo, al anglicano... Sin embargo, estoy convencido de que se ha empleado demasiado tiempo. En todas las lenguas, los textos conclusivos de los diálogos ecuménicos ocupan muchos volúmenes, pero las cosas permanecen como antes. Tanto es así que, en los últimos años, ha habido un enfriamiento también en el plano del diálogo, fruto tal vez de ciertas incoherencias...

Creo que, ante el ecumenismo, es muy hermoso lo que el Papa ha escrito y repetido no hace mucho en el Sinaí, que es necesario volver a hablar sobre el modo de ejercer el primado, algo que ya dijo Pablo VI. Pero no se puede continuar diciendo algo así para que luego todo se quede como está.

 

• ¿Usted diría que el actual pontificado ha desperdiciado buena parte de la herencia del Concilio?

- Sí y no. Por ejemplo, con sus viajes, el Papa ha iniciado una cierta des-romanización del pontificado. Antes, lo normal para un católico, y mucho más para un obispo, era ir a Roma; él, por el contrario, ha decidido ir a las Iglesias... Ciertamente, la movilidad de este Papa es un dato importante y positivo, que se debería poner en un imaginario elenco de aggiornamentos. Pero mientras Juan Pablo II va a la Iglesia, la Curia permanece en Roma. Y ésta es la cara negativa, porque la Curia continúa gobernando y el Papa queda excluido, o por lo menos al margen del mecanismo de gobierno.

 

• ¿Qué opina de la sugerencia del card. Martini de convocar un nuevo concilio?

- El propio Martini, pocos días después de su intervención en el Sínodo, me comentaba su disgusto por el modo en que había sido acogida su sugerencia, incluso con falsificaciones. He hablado después con algunas personas que estuvieron presentes en el Sínodo europeo y me han asegurado que hubo una explosión unánime de aplausos, pero luego fue negado en la conferencia de prensa. Y yo le decía a Martini que el problema no es cómo ha sido acogida la propuesta, sino el haber tenido la valentía de decir lo que ha dicho. Si en el 1500 alguien hubiera tenido el valor de decir que se necesitaba un concilio para resolver los problemas con Lutero -no en 1545, cuando tuvo lugar el Concilio-, la historia hubiera sido totalmente distinta. El cardenal de Milán no puede convocar un concilio, sólo sugerirlo, pero no deja de ser una voz importante. También Lehmann, el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, o el ex presidente de los obispos americanos se han pronunciado al respecto. Son hombres que tienen el convencimiento y la valentía de decirlo, y fácilmente son objeto de polémica o denuncia.

 

• Y la beatificación de Juan XXIII y Pío IX, ¿qué opinión le merece?

- De Pío IX como persona, no puedo opinar. Como Papa, fue el hombre que firmó condenas de muerte como soberano del Estado Pontificio. Pero el problema no es el hombre Pío IX, ni, en el fondo, el papa Pío IX, sino el concilio de Pío IX y el concilio de Juan XXIII. Hoy, en Roma, en la Curia, se tiene el convencimiento de que es necesario redimensionar, reformular el Vaticano II. Beatificando a Pío IX se da importancia al Vaticano I y, de alguna manera, se está diciendo que el Vaticano II (el concilio de Juan XXIII) debe ser leído a la luz del Vaticano I. Estoy también convencido de que, en el próximo cónclave la elección se jugará en torno a la actitud de los diferentes cardenales con derecho a voto hacia el Vaticano II. La verdadera división dentro del cónclave no será entre quién está a favor o quién en contra, porque hoy nadie osa decir que está en contra del Vaticano II. Pero sí entre quienes mantienen una postura que pretende reformularlo en continuidad con el Vaticano I y los que -como Martini o Lehmann- opinan que el Vaticano II ha constituido un paso nuevo para la vida de la Iglesia.

                                                                                     José L. Celada




viernes, 10 de abril de 2009

POBRES EN UNA SOCIEDAD RICA

Noticias Obreras

Vamos a situarnos en el cuarto trimestre de 1996. España cuenta con 39,5 millones de habitantes. De ellos, sólo 12,6 millones están ocupados. Tenemos una renta per capita de trece mil euros y nos tocaba sostener a 3,7 millones de parados y a 15,5 millones de inactivos. Cada ocupado debía sostener a 1,5 personas paradas o inactivas.

La situación actual ha cambiado notablemente. De 39,5 hemos pasado a 46 millones de habitantes. De 12,6 millones de ocupados hemos pasado a 20 millones. Nuestra renta per capita se ha incrementado hasta superar los veintitrés mil euros, y el número de personas inactivas o paradas se ha reducido a 15,3 millones de inactivos y 3,5 millones de parados. Cada ocupado debe sostener a 0,9 personas paradas o inactivas.

Esto quiere decir que en el año 96 cada 10 ocupados debían sostener a 15 inactivos y parados, mientras que ahora deben sostener a 9. Además, ahora contamos con muchos más recursos gracias al incremento de la renta.

Como conocemos a muchos trabajadores que se han quedado en la estacada y sabemos que hay otros muchos que van a quedar excluidos en los próximos meses, no vamos a ser nosotros los que neguemos la dureza de la crisis que estamos padeciendo. Pero lo que nos parece inmoral es que no se ponga al servicio de las víctimas toda la riqueza generada en estos años. Nos parece inmoral que a medida que nos hacemos más ricos nos volvamos más individualistas, catastrofistas e insolidarios. Nos parece inmoral que el presidente del BBVA haya ganado el pasado año, entre sueldo y pensiones, 16 millones de euros, (2.662 millones de pesetas) y lo justifique diciendo que su sueldo «está en línea con los niveles internacionales». Nos parece inmoral que pidan abaratar el despido mientras que, según informan algunos medios de comunicación, si despidieran a este señor cobraría 81 millones de euros.

Este señor ha declarado que es necesario un gran pacto nacional «para afrontar esta situación de verdadera emergencia nacional». Estas declaraciones se unen a otras del presidente de los empresarios, del presidente del Banco de España, y de otros presidentes que reclaman medidas excepcionales referidas a congelar salarios, reducir impuestos, favorecer despidos, incrementar la flexibilidad y subvencionar a los sectores en crisis, como ya se ha hecho con la banca. Medidas que son las de siempre: menos para los pobres y más para los ricos. A estos señores hay que preguntarles ¿Dónde está la riqueza que hemos creado entre todos? ¿Quiénes sois vosotros para ganar en un año lo que bastaría para sacar de la crisis a miles de familias?

Mirado desde la fe de la Iglesia, el problema del capitalismo no es sólo que genera injusticia, genera también deshumanización, adormece las conciencias, justifica la injusticia, la riqueza y la pobreza. Pero sabemos que no es así, sabemos que no es humano que unos naden en la abundancia mientras que otros carecen de lo necesario, y sabemos que esto es válido tanto para el presidente del BBVA como para todo aquel que utiliza (utilizamos) para sí más de lo necesario, porque eso quiere decir que estamos utilizando recursos que pertenecen a otros. Y si lo sabemos, tenemos la responsabilidad de evitarlo y somos culpables si no lo intentamos.

No queremos negar la crisis económica, pero tampoco queremos que la crisis económica oculte la crisis moral que padecemos, entre otras cosas porque mientras que no solucionemos ésta, tampoco tendrá solución aquella



miércoles, 8 de abril de 2009

ANTE LA CRISIS ECLESIAL

ANTE LA CRISIS ECLESIAL

08-Abril-2009    Juan Antonio Estrada, Imanol Zubero y 290 más

Somos conscientes de que este escrito es un procedimiento extraordinario, pero nos parece que también es extraordinaria la causa que lo motiva: la pérdida de credibilidad de la institución católica que, en buena parte, es justificada y que los medios de comunicación han convertido ya en oficial, está alcanzando cotas preocupantes. Este descrédito puede servir de excusa a muchos que no quieren creer, pero es también causa de dolor y desconcierto para muchos creyentes. A ellos nos dirigimos principalmente.

  • 1.- La Iglesia fue definida desde antiguo como santa y pecadora, “casta prostituta”. Crisis graves no han faltado nunca en su historia, y la actual puede dolernos pero no sorprendernos. Toda crisis es siempre una oportunidad de crecimiento, si sabemos en estos momentos “no avergonzarnos del Evangelio” y amar a nuestra madre. Sabiendo que el amor a una madre enferma no consiste en negar o disimular su enfermedad sino en sufrir con ella y por ella. Si deseamos una Iglesia mejor no es para militar en el club de los mejores, sino porque el evangelio de Dios en Jesucristo se la merece.
  • 2.- No hay aquí espacio para largos análisis, pero parece claro que la causa principal de la crisis es la infidelidad al Vaticano II y el miedo ante las reformas que exigía a la Iglesia. Ya durante el Concilio se hicieron durísimas críticas a la curia romana. Más tarde Pablo VI intentó poner en marcha una reforma de esa curia, que ésta misma bloqueó. Es muy fácil después convertir a un papa concreto en cabeza de turco de los fallos de la Curia. Por eso preferimos expresar desde aquí nuestra solidaridad con Benedicto XVI, a nivel personal y a pesar de las diferencias que puedan existir a niveles ideológicos: porque sabemos que los papas no son más que pobres hombres como todos nosotros, que no deben ser divinizados. Y que si algún error grave se cometió en todos los pontificados anteriores fue precisamente el dejar bloqueada esa urgente reforma del entorno papal.
  • 3.- Una de las consecuencias de ese bloqueo es el injusto poder de la curia romana sobre el colegio episcopal, que deriva en una serie de nombramientos de obispos al margen de las iglesias locales, y que busca no los pastores que cada iglesia necesita, sino peones fieles que defiendan los intereses del poder central y no los del pueblo de Dios.
  • Ello tiene dos consecuencias cada vez más perceptibles: una es la doble actitud de mano tendida hacia posturas lindantes con la extrema derecha autoritaria (aunque sean infieles al evangelio e incluso ateas), y de golpes inmisericordes contra todas las posturas afines a la libertad evangélica, a la fraternidad cristiana y a la igualdad entre todos los hijos e hijas de Dios, tan clamorosamente negada hoy. Otra consecuencia es la incapacidad para escuchar, que hace que la institución esté cometiendo ridículos mayores que los del caso Galileo (pues éste, aunque tenía razón en su intuición sobre el movimiento de los astros, no la tenía en sus argumentos; mientras que hoy la ciencia parece suministrar datos que la Curia prefiere desconocer: por ejemplo en problemas referentes al inicio y al fin de la vida). La proclamada síntesis entre fe y razón se ve así puesta en entredicho.

  • 4.- Pero más allá de los diagnósticos, quisiéramos ayudar a actitudes de fe animosa y paciente para estas horas negras del catolicismo romano. Dios es más grande que la institución eclesial, y la alegría que brota del Evangelio capacita hasta para cargar con esos pesos muertos. No vamos a romper con la Iglesia, ni aunque hayamos de soportar las iras de parte de su jerarquía. Pero tememos la lección que nos dejó la historia: las dos veces en que el clamor por una reforma de la Iglesia fue universal y desoído por Roma, están relacionadas con las dos grandes rupturas del cristianismo: la de Focio y la de Lutero. Ello no significa que la ruptura fuese legítima: sólo queremos decir que no pueden tensarse las cuerdas demasiado. Tampoco vamos a romper, porque la Iglesia a la que amamos es mucho más que la curia romana: sabemos bien que apenas hay infiernos en esta tierra donde no destaque la presencia callada de misioneros, o de cristianos que dan al mundo el verdadero rostro de la Iglesia.
  • 5.- Durante gran parte de su historia, la Iglesia fue una plataforma de palabra libre. Hoy nadie creerá que un santo tan amable como Antonio de Padua pudiera predicar públicamente que mientras Cristo había dicho “apacienta mis ovejas”, los obispos de su época se dedicaban a ordeñarlas o trasquilarlas. Ni que el místico san Bernardo escribiera al papa que no parecía sucesor de Pedro sino de Constantino, para seguir peguntando: “¿hacían eso san Pedro o San Pablo? Pero ya ves cómo se pone a hervir el celo de los eclesiásticos para defender su dignidad”. Y terminar diciendo: “se indignan contra mí y me mandan cerrar la boca diciendo que un monje no tiene por qué juzgar a los obispos. Más preferiría cerrar los ojos para no ver lo que veo”… Precisamente comentando este tipo de palabras, escribía en 1962 el papa actual (en un artículo titulado “libertad de espíritu y obediencia”): “¿es señal de que han mejorado los tiempos si los teólogos de hoy no se atreven a hablar de esa forma? ¿O es una señal de que ha disminuido el amor, que se ha vuelto apático y ya no se atreve a correr el riesgo del dolor por la amada y para ella?”.
  • Así quisiéramos hablar: no nos sentimos superiores, pues conocemos bien, en nosotros mismos, cuál es la hondura del pecado humano. La Escritura, hablando de los grandes profetas, enseña que su destino no es el protagonismo sino la incomprensión; y ante eso nos obligan las palabras del apóstol Pablo: “si nos ultrajan bendeciremos, si nos persiguen aguantaremos, si nos difaman rogaremos”. Pero nos sentimos llamados a gritar porque también hay allí una imprecación impresionante que tememos tenga aplicación a nuestro momento actual: “¡por vuestra causa es blasfemado el nombre de Dios entre las gentes!”.

    “Fijos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe” sabemos que podemos superar estos momentos duros sin perder la paciencia ni el buen humor ni el amor hacia todos, incluidos aquellos cuyo gobierno pastoral nos sentimos obligados a criticar. Este es el testimonio que quisiéramos dar con estas líneas.

      Juan Antonio Estrada, Imanol Zubero y las firmas que siguen

    martes, 7 de abril de 2009

    VIA CRUCIS

    Rony Enrique Ríos Guzmán


    Allí estaba, frente a la jueza, custodiado por esos dos policías que lo habían acosado y perseguido todo el tiempo sin haberle podido probar ningún delito, hasta hoy que lo habían capturado por tratar que dos antiguos amigos enmendaran su conducta.

    – Diga su nombre, edad, ocupación y cómo se declara– le preguntó

    – Chuspueblo, 33 años, soy todólogo e inocente– respondió

    Solo decía la verdad pero sintió como que su respuesta no le agradó a la jueza. Los policías insistían en que era la tercera vez que lo habían sorprendido en algo ilícito: La primera, un año atrás, había sido sorprendido robando un pan. Lo recordaba bien porque llevaba 4 días sin comer, mendigando por todos lados sin que nadie le diera nada. Buscando algún trabajito: cuidar carros, arreglar un jardín, hacer algún mandado, lo que fuera, pero al final….. nada. El hambre se hizo insoportable y al ver a un panadero con su canasto sobre el hombro, no soportó la tentación y tomó un pan. Estos mismos policías lo habían agarrado y lo habían llevado ante el Comisario. En el camino había encontrado a su madre y a otras amigas, quienes lo acompañaron y lo defendieron ante el jefe de la policía. Debido a que no había parte pidiente, el Comisario se compadeció de él y lo dejó en libertad.

    Tres meses antes había sucedido el segundo incidente. Se encontró a la Vero, una amiga a quien tenía años de no ver, quien le contó que trabajaba en una maquila. Le comentó lo mal que les pagaban, el poco tiempo que les daban para almorzar, la falta de permisos hasta para ir al baño y que les descontaban el día y el séptimo si llegaban más de 10 minutos tarde. Chus ofreció ayudarle a ella y a otras amigas que estuvieran interesadas. Le comentó que tiempo atrás él había estado trabajando en una fábrica durante 12 meses donde había logrado iniciar la organización rudimentaria de un sindicato pero el dueño lo había despedido al enterarse del asunto.

    Tratando de buscar un lugar seguro para reunirse con la Vero y sus amigas tropezó con el problema que casi no habían salones en el vecindario. Los pocos disponibles tenían un costo muy alto por su alquiler. Al fin encontró una casa, que según le dijo un vecino del lugar, estaba abandonada pues sus dueños se encontraban en los Estados. Cuando Chus se había subido a la pared exterior para dar un vistazo general, este vecino que resultó ser el dueño de la casa en mención, llamó a la policía y le acusó de ladrón y de pandillero. La misma pareja de policías que lo aprehendieron ahora, habían acudido al llamado y en plena vía pública, lo desnudaron buscándole tatuajes que lo identificaran con alguna mara. Al no encontrárselos y debido a que el vecino rehusó presentarse como acusador, lo tuvieron que dejar libre nuevamente.

    Y luego esta tercera vez. Se encontró accidentalmente con 2 antiguos conocidos de su infancia que lamentablemente habían desviado su camino. Estaban en una esquina fumando mariguana y lo invitaron a que probara. El se rehusó y trató de convencerlos de que dejaran esa vida y se dedicaran a algo útil y productivo. Ellos le insistieron y le dieron un paquete de la hierba para que la conociera y viera su calidad. Él se los devolvió y les dijo que no le interesaba. Que lo que quería era ayudarlos para que cambiaran su vida. Justo en ese momento salieron corriendo en diferentes direcciones y él, sorprendido por tal acción, volvió la vista. Al divisar a los mismos 2 policías que se abalanzaban sobre él para atraparlo, supo que era su condenación.

    Parecía que había venido al mundo para sufrir y perder. Desde el día de su nacimiento empezó su destino equivocado: doña Maruca, su madre, ya con dolores de parto, decidió ir a ver a una familiar, con tan mala suerte que dió a luz en el autobús. Al llevarlos al hospital no les atendieron por estar los trabajadores en un “paro laboral”.

    Luego en su niñez no pudo estudiar ya que nunca lo lograron inscribir. Por más que madrugaba su madre y aunque consiguiera el formulario inicial, cuando en la entrevista llegaban a la sección de ocupación de los padres era cuando le decían que ya no había espacio:

    – ¿Su nombre y ocupación señora? –

    – María López, me estoy en la casa y a veces lavo y plancho ajeno –

    – ¿Y el de su esposo? –

    –José García. El trabaja algo de carpintería, pinta casas y los chapucitos que le salen de vez en cuando. Le hace a todo un poquito –

    Chus aprendió a leer un poco con su papá mientras le ayudaba algo en los pocos trabajos que lograba conseguir, y después tuvo que trabajar fuera de su casa: estuvo de ayudante de albañil, de peón, cargó bultos en el mercado, ayudante de cocina en un restaurante. Allí fue donde conoció al dueño de una fábrica, a donde después fue a trabajar. Estuvo laborando un año en ese lugar pero lo despidieron y ahora se ganaba la vida con los trabajitos que lograba obtener.

    – ¿Dónde tenía escondida la droga el joven?—

    La pregunta que la jueza hacía a los policías lo volvió a la realidad. Ellos dijeron que la habían encontrado tirada como a 3 metros del acusado. La magistrada les explicó que en ese caso no podía ordenar la detención y que tenía que dejarlo en libertad. Ellos se opusieron pues les costaba mucho atrapar ladrones y malhechores para que los dejaran libres solo por capricho de algunos abogados. La jurista se molestó mucho y le dijo a Chuspueblo que podía retirarse mientras se quedó discutiendo con los policías.

    Al ver que Chuspueblo salía del juzgado, los policías volvieron con sus argumentos para ver si podían revocar la decisión, pero la jueza les rebatió que nada podía hacer ella sin pruebas fehacientes de la culpabilidad de alguien.

    —A mí me tienen atada las leyes y reglamentos, el Ministerio Público y el Consejo de la Carrera Judicial porque si dictamino algo ilícito, sería sancionada arriesgando incluso hasta mi empleo. Yo estoy conciente que esta gentuza no debería de estar molestando a la población pero legalmente no puedo hacer nada. Pero ustedes tienen la ventaja de trabajar libres en las calles, tienen armas y en casos severos incluso pueden argumentar que cualquier cosa ocurrió en defensa propia. Incluso, si llegaran a necesitarlo, cuentan con mi apoyo aduciendo que este marero salió insultándolos de aquí. Así que si ustedes están muy preocupados por el futuro de ese maleante, hagan lo que tengan que hacer—concluyó la jueza.

    Ni lerdos ni perezosos los dos policías salieron corriendo en busca de Chuspueblo. A las cinco cuadras vieron que caminaba en forma despreocupada. Con sumo cuidado empezaron a seguirlo, hasta que llegaron a un callejón estrecho. Se oyeron 4 disparos y luego se vió a los policías cuando huyeron corriendo, so pretexto de perseguir al autor de los disparos

    ………..…Al despedir el féretro en el cementerio varios asistentes tomaron la palabra para expresar sus sentimientos. El último orador mencionó la lucha constante que siempre había mantenido el ahora fallecido por defender a los menesterosos, a las trabajadoras de maquila, a los niños de la calle, en general, a la gente como él. Dijo que alguien muere solo cuando lo olvidan y Chuspueblo nunca moriría realmente porque siempre lo recordarían. Con lágrimas en los ojos empezó a cantar:

    “Vos estarás resucitando, en cada brazo que se alza, para defender al pueblo del dominio explotador, porque estás vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela, creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección, vos estás vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela, creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección” .

     

    Rony Ríos. Guatemala



    viernes, 3 de abril de 2009

    JESUS, PROFETA LAICO

    INTRODUCCIÓN

    Los cristianos no somos seguidores de un líder religioso, sino que seguimos a un Profeta laico. Jesús fue un laico. Ni fue sacerdote, ni funcionario de la religión, ni nada parecido. Es más, Jesús vivió y habló de tal manera que pronto entró en conflicto con los dirigentes de la religión de su tiempo, los sacerdotes y los funcionarios del Templo, que eran los representantes oficiales de “lo religioso” y “lo sagrado”.

    1.- JESUS ERA UN HOMBRE CREYENTE:

    Jesús era judío, practicó su religión judía, vivió y murió como judío invocando a Dios con el salmo 22. Era un creyente que creía en Dios, en el Dios de Israel. Para Jesús, Dios no es una teoría ni una doctrina es una experiencia viva que lo transforma y le hace vivir buscando una vida más digna y dichosa para todos. La diferencia con los hombres de la religión de su tiempo está en que los dirigentes religiosos de aquella sociedad asocian a Dios con su sistema religioso y no con la vida y la felicidad de la gente La postura de Jesús era todo lo contrario, el centro de su religiosidad no era Dios sino la vida y la felicidad de la gente. Jesús era profundamente religioso, pero su religiosidad no se acomodó al modelo de religiosidad establecida y aceptada en aquella sociedad. No observó muchas de las normas de la religión oficial: el descanso del sábado, los ayunos, las purificaciones rituales, se hizo amigos de publicanos y pecadores, samaritanos y mujeres de mala fama. La fe de Jesús no se basaba en la Ley, sino en la experiencia de Dios. Descubre el plan de Dios, el Proyecto divino: es decir, que todos los seres humanos somos iguales, todos somos hermanos e hijos de Dios, y podemos ser felices. Jesús cree de verdad en ese Dios-Padre lleno de amor para todos los humanos Rompió con las normas y prácticas religiosas, porque para él lo importante no son los ritos sagrados que le relacionan con Dios, sino la relación humana solidaria entre los hombres y mujeres en la vida. Lo importante en cualquier religión, no es Dios, sino la gente, las personas. Dios no necesita nuestra adoración, ni nuestra alabanza ni nuestro servicio, ni nuestros ritos. En cambio, las personas que nos rodean sí necesitan nuestra ayuda, nuestra cercanía, nuestra comprensión. Fue un creyente laico que vivió su fe en al horizonte de su libertad. Jesús fue condenado a muerte por motivos políticos, no por motivos religiosos (por nuestros pecados!). Y murió no entre dos ladrones, sino entre dos rebeldes políticos (lestai, palabra griega).


    2.- JESUS PROFETA

    Insisto en que Jesús no es un líder religioso, al estilo de Martín Lutero King, o Gandhi, o Dalai Lama. (Aunque sean también profetas de nuestro tiempo).
    El líder es una persona que es seguida por otros que se someten a su autoridad. Suelen tener un indiscutible peso moral o político o espiritual entre la gente. Jesús hablaba como quien tiene autoridad y no como los escribas y fariseos. En su tiempo, las masas le seguían. Hoy, Jesús, para nosotros no es un líder en el sentido que he descrito. Eso está claro. 

    Jesús cita frecuentemente a los profetas de Israel y explica su misión como cumplimiento de la profecía de Isaías: “El Espíritu del Señor descansa sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año favorable del Señor”.

    Un profeta no es el que adivina el porvenir, el profeta no es un adivino. “Es un hombre llamado por Dios para trasmitir su palabra, para orientar a sus contemporáneo el camino a seguir.” Jesús es el último de los profetas de Israel. Es el que anuncia el Reino de Dios, aunque no lo define, es el que anuncia la liberación de los pobres.

    Para ser profeta no hace falta pertenecer a estamentos de la religión o del culto. Puede ser lo mismo hombre que mujer, ni hace falta mucha cultura, ni ser de una clase social ni intelectual. Es todo aquel que está despierto, con los ojos bien abiertos a la realidad. La principal característica del profeta es su inserción en el pueblo y su preocupación por la suerte de los más pobres y excluidos.

    Tres características esenciales de Jesús como profeta:

    1) Jesús es un profeta itinerante: no es un hombre que se queda en su casa de Nazaret, tampoco se instala en Cafarnaún, sino que recorre las aldeas de Galilea donde está el pueblo más pobre y desheredado Al llegar a una aldea Jesús busca el encuentro con los vecinos. Se acerca a las casas deseando paz a las madres y a los niños. Recorrió casi todos los pueblos situados en torno al lago. El profeta es un hombre público: su lugar es la calle, la plaza pública, los senderos, el monte. Se halla en contacto directo con su mundo, con los vecinos, con los campesinos pobres. Va a la sinagoga donde los vecinos se reúnen los sábados. Conoce el desencanto de la gente, la opresión de los políticos, el lujo de los poderosos.

    2) Es un profeta subversivo. Lo que la gente percibe es que Jesús pone en cuestión la soberanía absoluta y exclusiva del emperador romano. Pare entrar en el Reino hay que salirse del imperio de Roma. No es posible servir a dos señores. No es posible aceptar el Reino acogiendo a Dios Padre, defensor de los pobres y seguir al mismo tiempo acumulando riquezas a costa de ellos. Por eso, entrar en el Reino, aceptar los valores del Reino, es salirse de ese imperio donde tratan de imponerse los jefes de las naciones y los poderosos del dinero.

    En el Evangelio de Lucas, cuando narra el interrogatorio ante Pilatos, las masas le gritan tratando de acusarle: “Este subvierte (solivianta) al pueblo enseñando por todo el país empezando en Galilea” (Lc.23,5). Jesús está por el cambio, no puede dejar las cosas como están, porque el mundo que él vivía era injusto: unos vivían muy bien a costa de otros que lo estaban pasando mal. Lo cómodo es seguir como siempre sin cambiar nada. Jesús no puede quedarse impasible, mirando para otro lado, al ver las masas arrastrándose por la pobreza y la miseria. “Se me conmueven las entraña al ver a esta gente” (Mc. 8,2).Soliviantar significa mover el ánimo de la gente para inducirle a adoptar una actitud rebelde u hostil en orden a cambiar el orden público y moral, dice el Diccionario de Lengua. La manera de soliviantar no es violenta, es “enseñando”. La enseñanza es una forma de subvertir el orden establecido: poner las cosas patas arriba.

    3) Es un hombre amenazado: despojado de todo poder no pertenece a ningún partido o secta. Es amenazado porque no invita a la gente a la resignación, sino a la lucha esperanzada. La actual situación tiene que cambiar. Lo que anuncia es el Reino que tal y como él lo presentaba tenía que ser algo muy sencillo al alcance de aquellas gentes. Lo primero de todo y lo más importante es la Vida y la felicidad de la gente, luego vendrá la religión. No quiere que se hagan falsas ilusiones, sino que recuperen su dignidad. Jesús comunica su propia experiencia de Dios, no la que se venía repitiendo en todas partes de modo convencional. Eso no satisface a nadie. El anuncio del Reino es una denuncia de la injusticia y la opresión. Hoy el anuncio del Reino es anunciar una sociedad alternativa, proclamar que “otro mundo es posible”, otro mundo donde no reinen los imperios, ni los césares, ni los falsos dioses como el Dinero y el Mercado. Jesús anuncia la liberación de los pobres, una vida humana digna para todos. Los poderes políticos y religiosos no podían soportar semejante lenguaje y le perseguían y amenazaban de muerte constantemente.
    Jesús era un hombre indefenso. Ningún estamento sacerdotal o comité del Templo le defendió, ante las acusaciones falsas de la plebe y de los poderosos. Fue sentenciado y ejecutado por un tribunal político-religioso sin que nadie le defendiera

    La gran revolución religiosa llevada a cabo por Jesús consiste en haber abierto a los seres humanos otro camino de relación con Dios, distinta de lo sagrado. Es decir, el camino sencillo de la relación con el prójimo que no pasa por la Ley. Y la relación ética, no religiosa, vivida como servicio al prójimo y llevada hasta el sacrificio de uno mismo. Jesús abrió otra vía de acceso a Dios a través de su propia persona, aceptando pagar con su vida al combatir esa creencia de que el culto religioso de los sacerdotes tenía el monopolio de la salvación. La salvación venía de otra parte. Jesús denunció los abusos del poder religioso y del poder político. “Jesús dejó sentado que el camino hacia Dios no pasa por el Poder, ni por el Templo, ni por el Sacerdocio, ni por la Ley. Pasa por los excluidos de la historia.” (González Faus.). Los seguidores de Jesús tenemos el camino abierto de la relación con Dios, por el compromiso con los pobres, y los excluidos de este mundo.


    3.- JESUS, PROFETA LAICO
    Jesús no pertenecía a familia sacerdotal alguna, ni al stablishment religioso. No fue funcionario del Templo ni tenía el reconocimiento de intérprete de la Ley. No legitimó la alianza de las autoridades religiosas del judaísmo con las autoridades políticas del Imperio romano invasor.
    - Adoptó una actitud crítica frente a los pilares en que descansaba la religión, siguiendo la tradición de los profetas de Israel y adelantándose en muchos siglos a la crítica moderna de la religión. 
    Cuestionó en su raíz la configuración sagrada de la realidad: los lugares sagrados (el Templo, lugar del culto, de la presencia de Dios y de recaudación de impuesto: espacio de alianza con el poder Imperial; absolutizado por sus correligionarios fundamentalistas). Criticó los tiempos sagrados (el sábado, fiesta judía por excelencia: “el sábado está hecho para el ser humano, y no el ser humano para el sábado”); cuestionó las acciones sagradas (el culto, que no va acompañado de la práctica de la justicia) y propone como alternativa la misericordia, la compasión como virtud radical, la solidaridad con las personas que sufren; cuestionó las personas sagradas (crítica a los sacerdotes por su exceso de celo en el culto y su insensibilidad hacia la injusticia, hacia el sufrimiento ajeno), y pone como ejemplo a seguir a un samaritano, considerado hereje, por su ayuda al prójimo malherido; también cuestiona a las autoridades religiosas: que se presentaban como representantes y portavoces de Dios y no predicaban con el ejemplo; lo mismo hizo con la propia Ley, Torá, cuando cae en legalismo, atreviéndose a corregirla, a incumplirla y justificando su incumplimiento, y colocando al ser humano y sus necesidades por delante de la ley. 
    La religión se siente más cómoda poniendo a Dios en las ceremonias y en la observancia de los rituales sagrados que en la relación con los seres humanos, en el respeto a todos, en el amor a todos y en el compromiso de solidaridad con los pobres y, en general, con los más débiles. 
    La actividad de Jesús fue ciertamente profética, pero no tuvo nada de sagrada. El laicismo de Jesús fue escandaloso: su independencia de la normativa religiosas y política vigente, era un desafío constante a las autoridades religiosas. No fundó un templo, ni celebró ceremonias religiosas en ningún lugar sagrado, ni dictó normativa alguna relacionada con lo sagrado. La última cena fue eso, una cena de despedida entre amigos antes de morir. No era una “Misa”, Nada de culto eucarístico. Eso es anacrónico completamente.
    Se puede deducir que el Cristianismo es una religión laica. Porque,
    - La libertad y la dignidad de los seres humanos constituye el centro del mensaje, de la vida y de la práctica de Jesús, no los ritos y ceremonias religiosas.
    - Para Jesús era más importante “lo humano” que “lo religioso” y “lo sagrado”. Lo humano es “lo laico”, lo común a todos los seres humanos. “Laico” viene del término griego “laos”, es decir, el “pueblo”. Y está claro que Jesús antepuso lo laico a lo religioso.

    - Llama la atención el carácter tan poco “religioso”, en términos de aquella época, que Jesús atribuye al Reino-Reinado de Dios. No gira en torno al templo, ni se prescriben sacrificios o actos de culto. Tampoco existen funciones sacerdotales ni personas que actúen como intermediarias. Sin duda que Dios está muy en el centro de este mensaje que lleva su nombre. Pero es un Dios desplazado de los lugares sagrados. Ahora se encuentra en plena vorágine de la vida, sobre todo de personas y colectivos marginados: los chiquillos, los enfermos, los recaudadores, las prostitutas, los pobres, lisiados, ciegos y cojos.... Y se identifica con las tareas corrientes que hace la gente en su vida diaria: el sembrador, el pastor, la pesca, la mujer que amasa la harina o que limpia su casa... Esa identificación con el ser humano, con su felicidad, con su sufrimiento y con su marginación, permite al Reinado de Dios superar los límites culturales y religiosos en que vivió el propio Jesús. Por eso, mantiene una universalidad, una modernidad y una “laicidad” actual. Ser laico significa entre otras cosas no achacar a Dios el Mal y los problemas del mundo. Jesús no atribuía a Dios la causa de las enfermedades o la muerte.

    Alguna conclusión:
    Los cambios que se están produciendo en esta sociedad nos llevan a la aceptación de un pluralismo religioso, a un laicismo propio de un Estado democrático, laico, no confesional. La convivencia pacífica ciudadana es posible en una sociedad que admite la libertad religiosa y la libertad de conciencia. La religión es un componente y una manifestación cultural, y como todo lo cultural es un hecho social y público, y tiene sus expresiones públicas Pero, ninguna religión debe tener privilegios, ni políticos, ni sociales ni económicos. Hay diversidad de creencias y de no creencias. Caben lo mismo el grupo no confesional de los agnósticos, ateos o indiferentes que cualquier otro grupo que tenga su propio credo. Los creyentes haremos muy bien en desmitificar la figura de Jesús y presentarla como hombre laico un ciudadano de a pie, que no fundó una Iglesia, sino un movimiento de fe al alcance de todos los seres humanos.


    jueves, 2 de abril de 2009

    ESTE ES EL CAMINO

    Fray Marcos

    Hoy no es nada fácil dar sentido a la complicada y aparentemente contradictoria liturgia de este domingo de Ramos. Con el recuerdo de la entrada “triunfal” en Jerusalén, debemos actualizar la experiencia de Jesús de caminar hacia la meta, es decir, su pasión y su muerte. Jesús toma la decisión de subir a Jerusalén, sabiendo lo que eso iba a significar. Esta es la clave para interpretar todo lo que vamos a celebrar durante la Semana Santa. Estamos conmemorando la entrega total de sí mismo que Jesús vivió.

    No vamos a hacer alusión directa a los textos, porque me parece más importante el tratar de dar sentido a todo lo que vamos a celebrar durante esta Semana Santa. Aunque la liturgia comienza con la entrada “triunfal” de Jesús en Jerusalén, la fuerza de los acontecimientos que vamos a recordar esta semana, anula casi por completo ese triunfo pasajero. 

    Como en el caso de la purificación del templo, no podemos pensar en una manifestación multitudinaria espectacular. Hubiera sido la ocasión ideal, que los dirigentes judíos estaban esperando, para prender a Jesús. Probablemente se trató de un pequeño grupo de seguidores que se unieron a los discípulos en aclamaciones espontáneas. 

    Jesús había desarrollado toda su actividad en Galilea, y la mayor parte de los peregrinos que venían a la fiesta eran galileos. Muchos de ellos reconocerían a Jesús que también subía a Jerusalén y se unieron a su grupo. Este hecho lo aprovecharon después los cristianos para evocar el Antiguo Testamento y aludir a una entrada de Jesús como Mesías.

    Lo verdaderamente importante en el relato de la pasión, está más allá de los acontecimientos que se pueden narrar. Lo esencial no se puede meter en palabras. Lo que los textos nos quieren trasmitir, está en la actitud de Jesús que refleja plenitud de humanidad. Lo importante no es la muerte física de Jesús, lo importante es descubrir por qué le mataron, por qué murió y cuales fueron las consecuencias de su muerte para él y para los discípulos. 

    La Semana Santa no es el único momento en el que debemos referirnos a la significación de la salvación operada por Cristo, pues ésta es una referencia central de la fe cristiana; pero sí es una ocasión privilegiada para plantearnos la conveniencia de la revisión de nuestros esquemas teológicos al respecto. La Semana Santa es el mejor momento del año para tomar conciencia de la coherencia de toda la vida de Jesús. 

    Pensando sólo en ser fiel a sí mismo, se olvida de que sus acciones le pueden llevar a la muerte. O mejor, dándose cuente de la consecuencia de sus actos, no da un paso atrás, y las acepta plenamente. 

    Es todo un aldabonazo para nosotros, que estamos siempre tratando de acomodarnos a todos los vientos, con tal de evitar consecuencias desagradables. Sabemos perfectamente que nuestra plenitud está en darnos a los demás, como decíamos el domingo pasado, pero seguimos calculando nuestras acciones para no ir demasiado lejos; poniendo límites “razonables” a nuestra entrega, sin darnos cuenta de que un amor “calculado” es un egoísmo camuflado.

    ¿Por qué le mataron? La muerte de Jesús es la consecuencia directa de un rechazo frontal y absoluto por parte de los jefes religiosos de su pueblo. Rechazo a sus enseñanzas y rechazo a su persona. No debemos pensar en un rechazo gratuito y malévolo. Los sacerdotes, los escribas, los fariseos, etc., no eran gente depravada que se opusieron a Jesús porque era buena persona. Eran gente religiosa que pretendía, de buena fe, ser fieles a la voluntad de Dios, que para ellos estaba definida en la ley de Moisés. 

    La pregunta que se hacían era ésta: ¿era Jesús el profeta, como creían algunos de los que le seguían, o era el antiprofeta que seducía al pueblo y le llevaba fuera de la religión judía? La respuesta no era tan sencilla como nos puede parecer hoy a nosotros. Por una parte, Jesús iba claramente contra la Ley y contra el templo, signos inequívocos del antiprofeta. Pero por otra, los signos de amor a todos que hacía, eran una muestra de que Dios estaba con él, como dijo el mismo Nicodemo. 

    Lo mataron porque denunció a las autoridades religiosas por utilizar a Dios y la religión para oprimir al pueblo. Pero ellos siguieron pensando que era el mismo Dios el que legitimaba ese dominio sobre la gente sencilla. Le mataron por afirmar, con hechos y palabras, que el hombre concreto está por encima de la Ley y del templo.

    ¿Por qué murió? Sólo indirectamente podemos aproximarnos a lo que Jesús experimentó ante su propia muerte. Ni era un inconsciente ni era un loco ni era masoquista. Tuvo que darse cuenta que los jefes religiosos querían eliminarlo. 

    Lo que nos importa a nosotros es descubrir las poderosas razones que Jesús tenía para seguir diciendo lo que tenía que decir y haciendo lo que tenía que hacer, a pesar de que estaba seguro que eso le acarrearía la muerte. Además tomó conscientemente la decisión de ir a Jerusalén donde estaba el verdadero peligro. 

    Que le importara más ser fiel a sí mismo y a Dios, que salvar la vida, es el dato que nosotros debemos valorar. Dejó que le mataran para demostrar que la única manera de servir a Dios es ponerse del lado del oprimido. 

    Hay que tener en cuenta que no sólo se trató de la muerte física, sino de la total aniquilación y escarnio de toda la persona ante la sociedad. Por lo tanto, no se puede pensar en la muerte de Jesús, desconectándola de su vida. Su muerte fue consecuencia de su vida, de lo que manifestó a través de ella y de lo que enseñó. La encarnación no ha sido una programación por parte de Dios para que su Hijo muriera en la cruz y de este modo nos librara de nuestros pecados. 

    Jesús fue plenamente un ser humano que tomó sus propias decisiones. Porque esas decisiones fueron las adecuadas, de acuerdo con las exigencias de su verdadero ser, nos han marcado a nosotros el camino de la verdadera salvación. 

    Si nos quedamos con el Cristo resucitado y glorioso, que murió por obediencia al Padre y nos conformamos con darle culto, hemos malogrado no solo su muerte sino toda su vida.

    ¿Qué consecuencias tuvo su muerte? Hay explicaciones teológicas de la muerte de Jesús que han llegado hasta nosotros y que se siguen presentando a los fieles, aunque la inmensa mayoría de los exegetas y de los teólogos las han abandonado hace tiempo. Se trataría de interpretar la muerte de Jesús como un rescate exigido por Dios para pagar la deuda por el pecado. Además de ser un mito ancestral, está en contra de la idea de Dios que el mismo Jesús despliega en todo el evangelio. Un Dios que es amor, que es Padre, no casa muy bien con el Señor que exige el pago de una deuda hasta el último centavo. 

    No es la hora de insistir en la atrocidad del pecado que ha llevado a Jesús a la cruz. Debemos de insistir en la salvación que necesitamos como pecadores, es decir, no salvados. Pero no para estar pendientes de que Dios tenga misericordia de nosotros, sino para descubrir que nuestra salvación está en seguir el camino de entrega que Jesús recorrió. La salvación consiste en descubrir el amor que es Dios y está ya en nosotros.

    Para los apóstoles, la muerte fue el revulsivo que les llevó al descubrimiento de lo que era verdaderamente Jesús. "Os conviene que yo me vaya..." Durante su vida lo siguieron como el amigo, el maestro, incluso el profeta; pero estaban muy lejos de conocer el verdadero significado de la persona de Jesús. A ese descubrimiento no podían llegar a través de lo que oían y lo que veían; se necesitaba un proceso de maduración interior y un conocimiento vivencial, al que sólo se puede llegar por experiencia interna. 

    La muerte de Jesús les obligó a esa profundización en su persona, y a descubrir, en aquel Jesús de Nazaret, al “Señor”, al “Mesías” al “Cristo” y al “Hijo”... En esto consistió la experiencia pascual. Ese mismo recorrido debemos hacer nosotros si queremos celebrar la Pascua.

    A nosotros hoy, la muerte de Jesús nos obliga a plantear la verdadera hondura de toda vida humana. Jesús supo encontrar, como ningún otro hombre, el camino que debe recorrer todo ser humano para alcanzar su plenitud. Amando hasta el extremo, nos dio la verdadera medida de lo humano. Desde entonces, nadie tiene que romperse la cabeza para buscar el camino de mayor humanidad. Si quiero dar pleno sentido a mi vida, no tengo otro camino que el amor total, hasta la muerte si las circunstancias lo exigieran.

    La manera de interpretar la muerte de Jesús determina la manera de ser cristiano y de ser hombre. Hoy, también hay miles de seres humanos que están entregando su vida por los demás. “Pasando por uno de tantos” no pierden ocasión de estar junto a los débiles y despreciados. También éstos están haciendo presente a Dios y al hombre.

    Jesús, muriendo de esa manera, hace presente a un Dios sin pizca de poder externo, pero repleto de amor, que es la fuerza suprema. En ese amor reside la verdadera salvación. El “poder” de Dios no queda reservado para el momento de la resurrección, sino que lo debemos descubrir en Jesús, cuando es capaz de amar hasta entregar la vida.