miércoles, 6 de febrero de 2013

MEDIOAMBIENTE Y ESTÉTICA

Thorsten Philipp, SJ

La variedad de colores, mentalidades y lenguas que se reúne la Iglesia católica como comunidad mundial tiene un reflejo semejante en la moral medioambiental dada la gran diversidad de cuestiones teóricas y prácticas se dan sobre la ecología.

Una contribución importante a esta polifonía celebra su 25 aniversario estos días. Bajo el título¿Qué le está pasando a nuestra hermosa tierra?, los miembros la Conferencia Episcopal de Filipinas publicaron, el 29 de enero de 1988, una carta pastoral que trata el tema de la destrucción medioambiental y el desarrollo social que los obispos observan en su país.

No sólo el título, también es inusual la perspectiva en este documento: a diferencia de la mayoría de las declaraciones relacionadas con el medioambiente pronunciadas por la Iglesia, esta carta analiza las cuestiones ambientales desde la perspectiva de la estética, considerando así un contexto marginalizado dentro de la ecología política.

El tema central de la declaración episcopal es la belleza de los ecosistemas del país, y su rápida degradación debida a los métodos nocivos que se practican, como prácticas inadecuadas de pesca, la contaminación química, la erosión del suelo y la deforestación: de las 30 millones de hectáreas de bosque originales, sólo quedaba 1 millón de hectáreas en 1988. “Después de una sola noche de lluvia, mira hacia los ríos de chocolate marrón de tu localidad y recuerda que se llevan el alma de la tierra hacia el mar. El suelo, en vez de ser el lecho de siembra de la vida, se ha convertido en una sofocante capa de devastación, demorando y matando los los pólipos coralinos,” se queja elepiscopado, pidiendo conciencia ante la pérdida de suelos fértiles de todo el país. Más bien preguntando que enseñando, los Obispos continúan “¿Cómo van a poder nadar los peces en alcantarillas cómo el río Pasig y tantos otros ríos que hemos contaminado? ¿Quién ha convertido el maravilloso mundo marino en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color?”

Describiendo las múltiples formas del desarrollo de la destrucción medioambiental en Filipinas, esta declaración implora una ciudadanía activa, y hace un llamamiento a los miembros de la iglesia (que, en aquel momento, representaban al menos el 80 por ciento de la población filipina): “No se queden en silencio mientras ven que su entorno está siendo destruido. Usen su influencia entre su familia y su comunidad para desarrollar esta conciencia sobre el medioambiente.” La belleza de la creación también debería expresarse durante las celebraciones litúrgicas, e incluso la elaboración de un desarrollo más intenso de la teoría de la creación, son necesidades urgentes en estos momentos, dicen los miembros de la Conferencia. La destrucción medioambiental no era sólo una forma de violencia entre la población filipina, argumentan, sino también un envenenamiento de la relación entre el humano y la naturaleza.

Claro en su lenguaje, apasionado su llamamiento, urgente su cuidado: No sólo para Filipinas, es posible que ya sea la hora de releer esta gran declaración pastoral sobre medioambiente y belleza.

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