lunes, 5 de noviembre de 2012

EL VERDADERO ESCÁNDALO DE LA PARROQUIA DE SAN CARLOS BORROMEO

cristianxsindignadxs, en blogs 21

Después de todo lo hablado, de los ríos de tinta vertidos sobre el tema, de los tópicos que saltan cada vez que el nombre de esta parroquia se asoma por los medios de comunicación, resulta que el verdadero escándalo de lo que se vive dentro de San Carlos Borromeo no consiste en que los curas celebren en ropa de calle, ni que el ritmo y las formas de la liturgia lo marquen las necesidades de los preferidos de Dios que allí se reúnen, ni tan siquiera las mediáticas a la par que exageradas y sacadas de contexto “rosquillas consagradas”. El auténtico escándalo de la mal llamada “iglesia roja de Entrevías”, impensable para una sociedad como la nuestra y para una jerarquía “encasullada” como la que nos rige, consiste en que los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los empobrecidos la Buena Noticia. Y eso, queridxs lectorxs, entiendo que para muchos es intolerable.

Tal vez alguno se pregunte que por qué precisamente hablo de esto hoy, cuando parece que la actualidad tiene su ojo puesto en otras realidades. Buenos argumentos serían el hecho de que lo considero un ejemplo revolucionario de esa otra Iglesia posible y necesaria que siempre merece la pena sacar a colación o la imprescindible justicia poética, pero quizá hoy haya dos razones principales para esta entrada de ‘Cristianxs Indignadxs’. La primera, que ayer 4 de noviembre celebrábamos la fiesta de San Carlos Borromeo y, al coincidir en domingo, la parroquia decidió que, en palabras de Javi Baeza, “como estamos muy desbordados de situaciones dolorosas y duras, hemos pensado que también es necesario hacer fiesta”. La segunda, que anoche me dieron las tantas leyendo las entradas del nido trasnochado del señor De la Cigoña, personaje escapado de alguna de alguna comedia de Berlanga y debidamente alojado en las entrañas de Intereconomía, lugar natural para este tipo nostálgicos desfasados, que se dedica desde hace años a comentar la actualidad religiosa. Esta es una práctica nada recomendable que de vez en cuando realizo no sé si como dura penitencia para purgar mis múltiples pecados, para reafirmar la necesidad de otras voces dentro de la iglesia como la que intenta lanzar este ‘Cristianxs Indignadxs’ o por simple masoquismo intelectual. Para que se hagan a la idea, la única referencia que este señor tiene deMigueli es precisamente que simpatiza con la parroquia de Entrevías lo que le vale para condenarle para siempre. Pero bueno, volvamos al tema que empiezo y no paro.

Como digo, ayer celebramos la fiesta de San Carlos Borromeo, patrón, como se recordó durante la eucaristía despertando una sonrisa generalizada, de la banca y supuesto creador de los confesionarios. El destino a veces es juguetón. Y fue fiesta porque fueron convocados y asistieron los preferidos de Dios que todas las semanas allí se reúnen, fue fiesta porque se celebró la vida y la esperanza a pesar de todo, fue fiesta porque se habló de Amor, del que duele y cambia el mundo, de amor a Dios que es el prójimo, del de las Madres contra la Droga, del de los chavales encerrados y torturados en centros de menores, del de tantos presos y oprimidos en el mundo, del de los que cruzan el Estrecho o sufren el golpe de Estado en Honduras… Fue fiesta porque hablamos y compartimos la Palabra todos, no sólo los curas, a veces hasta el nudo en la garganta. Y fue fiesta, por supuesto, porque nos reímos. Con máquinas del Metro que roban y otros absurdos cotidianos, con anécdotas de la lucha compartida, nos reímos (¿Cuánto hace que no se ríe en la “celebración” de la eucaristía, en esa fiesta?). Después, en la comida compartida, distintos rostros celebraban y rememoraban la historia de una parroquia que ha entendido la prioridad absoluta del proyecto de Jesús, ese proyecto que está por encima de religiones y estructuras y habla de Justicia, de Amor y de Paz, aunque esto les haya supuesto en la mayoría de las ocasiones caminar “de derrota en derrota hacia la victoria final”.

Ayer, rodeado de vidas llenas de lucha, de desfavorecidos, de no creyentes, de hermanos musulmanes, de cristianos de barrio y de poetas, pensaba lo bueno que sería que todo el mundo pasase alguna vez por allí para entender el misterio tan profundo que se celebra en una parroquia tan denostada y tan necesaria. Un misterio de humanidad que desborda todas las expectativas y ayuda a comprender lo importante que es estar en la frontera. Mientras llega esa momento, comparto con toda la intención del mundo la canción que ayer sonaba durante la comunión. A todxs lxs que se sienten identificadxs con esa otra iglesia que empezamos a intuir hace ahora cincuenta años y a la que estamos llamadxs, felicidades por ayer. 



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