Silvia Melero Abascal, en Redes Cristianas
Paran desahucios, se manifiestan contra los recortes, defienden los derechos sociales y laborales, tienden la mano a inmigrantes, mayores y personas con dificultades. Llevan mucho tiempo indignados y se han sumado con energía al movimiento 15-M, que cumple dos años. Lo hacen desde su compromiso con los valores cristianos, mano a mano con otros colectivos sociales que luchan también por una sociedad más justa. En palabras del teólogo José Antonio Pagola, “Jesús sería hoy un indignado que pide una revolución de las conciencias”. En los movimientos cristianos de base encontramos muchos ejemplos de conciencias indignadas.
Defiende la desobediencia civil pacífica. “No íbamos a permitir que las familias se quedaran en la calle cuando los bancos indecentes y sin ética reciben millones de euros”.
Joaquín Sánchez es sacerdote y escritor. Ha parado más de 200 desahucios con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en Murcia. “Nos enfrentamos al poder financiero, que controla al político y éste al policial. Resulta que un poder que parecía intocable se resiente. Por eso ahora criminalizan a la PAH. Los escraches no son actos de acoso ni son violentos. Es manifestarse y recordarles a los políticos que están al servicio de la ciudadanía y no del poder financiero”.
Conoce de cerca el deterioro personal que supone perder un hogar. “Se sienten fracasados, sin trabajo, sin autoestima, no les pueden dar una vida digna a sus hijos y encima se van a quedar sin casa, es un sufrimiento inmenso. Pasan de una vida normal a no tener nada, sienten vergüenza”. La supervivencia en el día a día se hace insoportable (imsomnio, problemas conyugales, trastornos psicológicos, deterioro de las relaciones). “Me han llegado a decir: no me quito la vida porque tengo hijos”. Joaquín no puede evitar sentirse indignado ante estas situaciones. “Lo último que te queda es la vivienda, tu espacio físico, emocional, donde te refugias, donde lloras. Si encima les quitan eso… Vienen hundidos, con sentimiento de culpa porque además te dicen que has vivido por encima de tus posibilidades. La vivienda es un derecho constitucional. Lo que se ha venido abajo es el sistema financiero”. Recuerda también que los movimientos sociales llevan mucho tiempo denunciando esto. “Éramos la voz en el desierto”.
Como a Joaquín, las injusticias mueven a Mª del Pino Jiménez, presidenta de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). “El compromiso cristiano tiene que unir amor y justicia. Nos indigna el actual sistema capitalista neoliberal sustentado en una concepción del trabajo y de la persona como mercancía, que se ha hecho cultura, y que ha provocado deshumanización y empobrecimiento en el mundo obrero: paro, exclusión social, dificultades para las familias”.
En la Juventud Obrera Cristiana (JOC) luchan desde hace años contra la precariedad laboral. Su presidente, Ernesto Morales, considera que el verdadero cambio social tiene que empezar desde abajo. “Hace tiempo que tendríamos que estar más indignados de lo que estamos. Más del 50% de la juventud no tiene acceso al trabajo. Estamos condenando a toda una generación”.
Cristianos rebelados. Desde el Foro de Curas de Madrid, Evaristo Villar asegura que es imposible ser cristiano y no rebelarse ante el poder económico, la banca, los recortes de los servicios públicos, la corrupción y las privatizaciones de la sanidad y la educación.Y hace una autocrítica: “Tenemos que plantearnos cómo hemos permitido que esta sociedad sea el caldo de cultivo donde pasa todo esto, donde hay chorizos y tramposos”. Eubilio Rodríguez (Billy) también es miembro del Foro de Curas y participa activamente en la Asamblea del 15-M de Usera (Madrid). “El Evangelio nos presenta a Jesús indignándose porque los personajes influyentes utilizan las estructuras de poder religioso, político y económico para su propio beneficio y contra el pueblo.
Las situaciones humanas están por encima de las normas políticas y religiosas”. Billy afirma que “estamos asistiendo a un verdadero saqueo de los bienes comunes consolidados gracias a largas luchas sociales”. Le indigna la perversión del lenguaje. “Cuando el pueblo reacciona con dignidad ante tanto atropello e impunidad, se le reprime y criminaliza tratándole de antidemocrático, acosador, terrorista, nazi, golpista. Francamente es el mundo al revés”. Recuerda que el escritor y “joven indignado de 96 años” José Luis Sampedro había prometido su asistencia a una de las marchas organizadas en Usera. Falleció pocos días antes. Permanecen sus palabras: “Frente a los peligros que afrontan nuestras sociedades, es tiempo de participación, de no resignarse. Tiempo de movilizarse, de ser actores y no sólo espectadores impasibles y obedientes. Ha llegado el tiempo del cambio, porque otro mundo no sólo es posible, es seguro”.
Corriente solidaria. Desde Brasil, el obispo Pedro Casaldáliga nos responde que “ser un cristiano indignado hoy (ayer y mañana) es mantener la conciencia lúcida y comprometida ante ‘el pecado del mundo’, ‘el misterio de iniquidad’. Convertirnos del ‘cansancio de los buenos’ a la militancia diaria, sumándonos a movimientos y acciones de protesta y transformación a nuestro alcance”.
Por eso no es extraño que muchos se hayan sumado al movimiento 15-M impulsando la conciencia colectiva y revitalizando el tejido social. “Hoy, la indignación es la fuerza motriz que empuja a la sociedad contra los abusos del poder dominante. Ha creado una corriente de solidaridad internacional, hemos avanzado hacia una indignación moral, no sólo nos indignamos por lo que nos pasa sino por lo que le sucede a los más débiles”, puntualiza Mª del Pino. Para Javier Baeza, al frente de la parroquia rebelde de Entrevías (Madrid), “si algo ha de tener el compromiso cristiano es posicionarse, como nos enseñó Jesús, a favor de las víctimas de este sistema. Asumiendo sus consecuencias, acompañando a las personas empobrecidas y militando por otro mundo posible”.
Miguel Ángel Vázquez, periodista y autor del blog Cristianxs indignadxs en la web de 21, destaca que el 15-M ha traído el mensaje Sí se puede. “La mejor denuncia es comunicar la esperanza con propuestas concretas; ver que hay luz al final del tunel te motiva a luchar”. Reconoce que es un movimiento tan nuevo que hay que dejar que se consolide. “Gandhi tardó 40 años en conseguir su objetivo. No podemos cambiar un sistema tan poderoso en poco tiempo. Pienso que estamos viviendo una revolución de tanto peso como fue la Revolución Francesa, pero nuestra forma es no violenta. Dentro de un siglo se hablará de esto como un momento histórico”.
Raquel Mallavibarrena, portavoz de Redes Cristianas, explica que “muchos cristianos y cristianas de base están participando activamente en él, o al menos lo miramos con interés y cercanía, porque ha contagiado e intensificado esa realidad de la indignación, de la resistencia pacífica y respetuosa pero firme”. Para Baeza supone una dinámica que propone otras formas de organización.
“Hay grupos que se están auto organizando en cooperativas de consumo o de cultivo, asambleas en los parques, en las calles, en las parroquias. Y, desde luego, en las comunidades creyentes es muy importante la toma de conciencia: el valor de la desobediencia (decir no) y tomar las propias riendas de la comunidad por el pueblo, por quienes formamos el propio grupo”. Billy señala la labor constante en los barrios, reivindicando, por ejemplo, la derogación de las reformas laborales, el salario social universal, pensiones dignas, banca ética y la atención sanitaria universal que no excluya a desempleados e inmigrantes. Organizaciones jesuitas como Pueblos Unidos o Cristianisme i Justícia denuncian también la situación que sufren los inmigrantes en los centros de internamiento (CIE) y se rebelan ante el intento de criminalizar la solidaridad que se ofrece a las personas en situación irregular.
Red de compromiso. A Joaquín Sánchez le emociona la red de compromiso que se está tejiendo. “No es una crisis económica, es una estafa que produce una eutanasia social. Creo en la lucha constante y perseverante, nunca hay que desistir. Hay unas redes de solidaridad muy fuertes: la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, los vecinos e incluso gente que no te conoce pero te ayuda”.
Añade José Ignacio Calleja, profesor de Moral Social Cristiana en la Universidad de Vitoria, que la situación actual requiere también un cambio personal y familiar. “En ideas, consumos y acciones, porque la solidaridad no es gratis, y hay que evolucionar hacia el compromiso público por la justicia, un cambio en mis posiciones políticas sobre la propiedad, el Estado social, los derechos y deberes, la fiscalidad, los servicios públicos, los inmigrantes, la cárcel, la justicia internacional, el decrecimiento, etc”.
Agustín Rodríguez ve un riesgo de carácter cultural: “Nos cuesta mantener la constancia y tensión en las cosas, mantenerlo en el tiempo”. Junto a otras comunidades parroquiales, trabaja defendiendo los derechos de la población que vive en La Cañada Real y El Gallinero. Su constancia ha logrado que se paralicen los derribos de viviendas (de momento), aunque en el caso de El Gallinero el Ayuntamiento de Madrid está planeando el desmantelamiento del poblado. “A los políticos se les ha olvidado que son sólo representantes de quien les elige. Se olvidan de consultar y escuchar a quienes representan. No tienen un poder absoluto durante cuatro años para hacer lo que quieran. El sistema democrático será el menos malo, pero eso no significa que funcione bien”. En ese sentido, considera que “si el 15-M pasa a ser lo mismo, morirá, pero si genera alternativas, conseguirá forzar cambios”.
Según Calleja, el movimiento de los indignados está haciendo una gran aportación como muro de resistencia. “Valoramos los logros políticos de un movimiento por si consigue sus objetivos, todos y ya, cuando en realidad lo que vale es que las cosas no estén empeorando al ritmo que el capital quisiera”. Y subraya la importancia de calcular bien las fuerzas. “Utópicos siempre, quiméricos no, pues terminamos en la frustración o el fanatismo. Entendernos como nudos en una red de gentes y grupos con un ideario ético y social alternativo, unas prácticas coherentes y voluntad de constituir un gran movimiento (en partidos nuevos o renovados) al propósito de una democracia más real”.
Joaquín prefiere la unión de los colectivos en una plataforma ciudadana que presione a la clase política. “Hay alternativas, el capitalismo no es lo único, se pueden eliminar los paraisos fiscales, por ejemplo, crear la banca pública. No es imposible. El capitalismo no es sólo un sistema económico y político, es antropológico, configura la forma de pensar y una cultura de valores (todo vale, individualismo, beneficio personal, egoísmo) que hemos mamado, deja a la población indefensa intelectualmente”.
Plantar cara. Recientemente, el economista Arcadi Oliveres, presidente de Juticia i Pau, presentaba en Barcelona, junto a la monja y teóloga feminista Teresa Forcades, una plataforma unitaria electoral. “Lo hacemos en Cataluña, pero con ganas de que se extienda este proceso constituyente, que pretende reunir en una coalición electoral a todos los grupos que están en contra de la actuación política y económica de las administraciones públicas actuales y que deberían unir sus esfuerzos para plantarles cara y cambiar los órganos de decisión”, explica Oliveres.
Es consciente del rechazo que existe hacia la política “habida cuenta de cómo se hace, pero también hay otras formas de hacer política”. Según indica, “la indignación la teníamos antes por la situación de pobreza en otros países, pero nunca hubiéramos imaginado que se produjera también entre nosotros y en los últimos años tenemos pensiones que se congelan, gente que empieza a pasar hambre, ambulatorios que no funcionan, desempleo, mientras que los responsables del Gobierno lo que han hecho es salvar a los bancos, a las empresas y sus privilegios”.
Oliveres sigue pensando que el 15-M es más necesario que nunca. “Los acampados han hecho pedagogía política, le han enseñado a la gente que la situación no funciona, porque por desgracia los grandes medios de comunicación nos hacen comulgar con ruedas de molino, diciendo que no hay alternativas, que claro que las hay, intentan hacernos creer que somos los culpables de la crisis”. Sobre la criminalización de las luchas sociales, asegura que al Gobierno no le gusta la movilización social ni la participación colectiva.
“Actúan con presiones y amenazas, criminalizando a la gente que lucha. Si los diputados estuvieran, como en Inglaterra, un par de días con la oficina abierta al público para escuchar a la ciudadanía y saber qué pide la gente no haría falta ir a sus casas a presentar estas demandas. Hacerlo de forma pacífica es legítimo y supone un progreso democrático”. Para el presidente de Justicia i Pau, ha llegado el momento de actuar. “Es posible cambiar las cosas, pero tenemos un resorte conservador que al final nos salta y no apostamos por las alternativas. Hay que evitar echarse para atrás. Nos falta un añadido muy importante: que la gente pierda el miedo”. •
INDIGNAD@S CON SU IGLESIA
“Seguimos con una Iglesia de estamentos, no hay una estructura de participación y democracia. En muchos aspectos (cuestiones morales) estamos cada vez más distanciados de la mentalidad de las personas del siglo XXI”, dice Raquel Mallavibarrena. “Nos indigna que se mantenga una institución de poder con privilegios (ayudas económicas, influencia en el ámbito educativo) y todo ello lleva a que la Iglesia, como institución, no siempre está en esa posición crítica, de denuncia profética y de opción por los pobres”. A Evaristo Villar le duele la complicidad de la cúpula eclesial, “rodeada de las empresas del IBEX 35, que tienen varios imputados en la cárcel” y el silencio respecto a las prácticas de las comunidades cristianas populares y de base que están implicadas en tantas luchas. “Como en el caso del 15-M, es necesario trabajar articulados. Si tuvieramos una voz fuerte, hoy no se permitiría la discriminación de las mujeres, los homosexuales o los divorciados dentro de la Iglesia. Esa voz empujaría al papa Francisco a emprender todas las reformas necesarias”. Desde la FELGTB, el coordinador del Área de Asuntos Religiosos, Aurelio M. Lepe Gil,se muestra indignado con la homofobia y “el fundamentalismo religioso y el literalismo bíblico sacado de contexto y utilizado para discriminar a las mujeres y homosexuales”. Reconoce que cada vez hay más espacios no excluyentes. “Cuando se aprobó el matrimonio igualitario me di cuenta de que todo se consigue así, luchando, informando, desmontando el discurso que lanza armas arrojadizas contra nosotros. La sociedad avanza, hay un abanico de posibilidades”
sábado, 18 de mayo de 2013
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1 comentarios:
Pues sí, esto ya no hay quien lo pare.
Porque es cierto lo que dice alguien citado en el texto: otro m undo no es solo posible, sino que es seguro.
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