miércoles, 30 de diciembre de 2009

LA AUSTERIDAD




En nuestra sociedad hay situaciones muy frecuentes de despilfarro, de grandes banquetes y fiestas, de derroche, de lujo y no sólo entre los más ricos, sino que también se dan en la vida de cada uno de nosotros.

  • Así nos creamos la necesidad de cambiar de móvil, de ordenador, de coche, de lavadora, de TV…
  • La moda también cambia rápidamente y nos induce a renovar el armado cada temporada aunque esté lleno.
  • Estamos en crisis pero caemos en el bombardeo de descuentos para viajes de placer y vacaciones.
  • Cada vez se abren más tiendas de objetos de lujo, cuadros, joyas, grandes firmas, …
  • Tiramos la casa por la ventana en bodas, bautizos, comuniones y fiestas civiles.
En nuestra vida cotidiana pasamos de lo necesario a lo superfluo y queremos aparentar más que los demás con gastos ostentosos. En definitiva un estilo de vida que es el consumo, a veces compulsivo, al que la sociedad llama “nivel de vida” y la posibilidades conseguirlo “bienestar”. Vivimos con todo lujo y deseamos más y los que no lo tienen quieren ser como nosotros.
La sociedad y nosotros también despilfarramos lo que es de todos.
  • Se despilfarra agua, luz, los ayuntamientos se exceden en iluminación en fiestas, se hace propaganda excesiva en los medios de comunicación, en vallas,.. los partidos políticos derrochan en propaganda, en gastos de representación, sueldos desorbitados.. .
  • Hay un consumo excesivo de energías, recursos naturales no renovables, materias primas, alimentos…
  • Causamos deforestación y desertización, con los desechos ensuciamos la Naturaleza y contaminamos el aire, los ríos y mares.
  • En la sociedad del despilfarro se da escasa duración a los productos para generar más y a su vez consumir más, dando lugar a gran cantidad de basuras que a su vez suponen un auténtico despilfarro de valiosos recursos y daños medioambientales, daños a la salud y pobreza.
También hay personas que viven de otro modo, e incluso como los Traperos de Emaús, que reciclan lo que otros tiran y viven de ello.
En este contexto en el que se mueve nuestra sociedad y, en definitiva cada uno de nosotros, debe caber un valor tan conocido y tan poco practicado, como es la austeridad.
La austeridad no tiene nada que ver con la tacañería y sí mucho con la responsabilidad, la justicia, la solidaridad, la generosidad y el desprendimiento. Es lo contrario de la gula, el desenfreno, la inmoderación, el despilfarro, los antojos, los caprichos, la vanidad, la codicia, la ostentación,…
¿POR QUE NO SOMOS AUSTEROS?
No somos austeros porque:
1. Hemos confundido felicidad con consumo. Pensamos que a mayor consumo mayor felicidad. La felicidad no depende de las cosas que se tienen y que se consumen, como muchas veces se proclama en los medios de comunicación y entre nosotros.
2. Estamos acosados por una publicidad poderosa y engañosa que nos empuja a consumir constantemente. La publicidad crea deseos de comprar ese producto, porque al disponer de él, también compramos salud, belleza, descanso, familia humana. Caer en el engaño es fácil; muchos caen él.
3. Es una cadena del engranaje social. Damos por supuesto que es necesario el trabajo para producir los bienes que la humanidad necesita para vivir dignamente. Supuesto esto, decimos que el consumo es parte de una cadena que tiene estos eslabones. Con el trabajo se produce más de lo necesario; el siguiente eslabón es que se hace necesario consumir todo lo que se produce y, una vez consumido, se precisa volver a producir, con lo cual la cadena queda así: Trabajo, producción, consumo desaforado y vuelta a empezar. Este engranaje -dicen- lleva a que todos podamos sobrevivir: productores, intermediarios, supermercados, grandes y pequeños comercios. Esta manera de pensar fomenta una mayor oferta de productos, cuanto más sofisticados mejor, a la especulación, a las grandes ganancias de algunos, y conduce al consumo exagerado y al despilfarro.
4. Hay ausencia de justicia social y la pérdida del sentido de solidaridad con otros países. El 20% de la población mundial consume el 80% de los bienes y el otro 80% de las personas tienen que malvivir en condiciones inhumanas con el 20% restante. Y nos quedamos tan tranquilos.
5. Falta conciencia ecológica. Este modelo de consumismo es depredador e insostenible para todos. Las fuentes de energía de la naturaleza son limitadas y no hay suficientes recursos naturales para satisfacer el lujo y el despilfarro de todos, ni siquiera del 20% de la población.
CONSECUENCIAS

Esta manera de vivir y consumir tiene unas graves consecuencias para las personas y para la naturaleza:
.- es dañino para la salud, generando obesidad, bulimias, colesterol problemas cardiovasculares, estrés…
.- produce insatisfacción en las personas, pues este ritmo de consumo exige una esfuerzo físico sobrehumano, impide otras actividades más humanizadoras y placenteras, obstaculiza las relaciones personales y familiares, ya que somete a la persona a una esclavitud laboral.
.- crea pobreza, pues somete a los países no desarrollados a producir aquellos bienes que les reclaman los países ricos, impidiendo disponer de la soberanía alimentarla para satisfacer sus necesidades más elementales.
.- degrada el medio ambiente, disminuye la capa de ozono, desertiza la tierra, favorece las inundaciones, aumentan las sequías, disminuye el casquete polar, provoca el calentamiento de la tierra, contamina el aire, las aguas, los ríos y el mar.

La forma de consumo exacerbado es irracional e insostenible y además es injusto
EL VALOR DE LA AUSTERIDAD
La austeridad como valor ético o norma de conducta personal y comunitaria es un camino de liberación de la persona y de la sociedad. No es fácil definir cual puede ser el límite de consumo y de gasto. El modo de determinarlo requiere un cambio de mentalidad y de un conjunto de valores sin los cuales la austeridad no es posible.

a.- Cambio de mentalidad. Existen algunas ideas sobre la vida, el dinero, la felicidad que si no se cambian, la austeridad resulta imposible:






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