Desesperadas por la crisis, muchas familias han optado por dejar atrás lo más preciado que tienen: sus hijos.
"Hoy no vendré a buscar a Ana porque ya no puedo mantenerla", decía el mensaje. "Por favor, hazte cargo de ella. Lo siento. Su madre".
En los últimos dos meses, el Padre Antonios, un cura joven ortodoxo que dirige un centro para jóvenes sin recursos, encontró cuatro niños abandonados a las puertas de su institución. Uno de ellos era un bebé de apenas pocos días.
Otra organización de caridad recibió la visita de una pareja, cuyos gemelos fueron internados en un hospital por malnutrición. La madre sufría desnutrición y por ende no estaba en condiciones de amamantarlos.
Cambios
Casos como estos han causado conmoción en un país donde los lazos familiares son importantes y donde no poder cuidar de los hijos es socialmente inaceptable.
Muchos griegos no pueden creer que estas historias "del tercer mundo" estén ocurriendo en su propio país.
Uno de los menores a cargo del Padre Antonios es Natasha, una niña de dos años que su madre trajo al centro hace dos semanas.
La mujer estaba desempleada, no tenía donde vivir y necesitaba ayuda. Pero antes de que el personal la pudiese ayudar desapareció, abandonando a su hija.
"Durante el último año hemos visto cientos de casos de padres que quieren dejarnos a sus hijos, ellos saben que pueden confiar en nosotros", dice el Padre Antonios.
"Dicen que no tienen dinero, hogar o comida para sus hijos, por eso esperan que nosotros podamos brindarles lo que necesitan".
Antes de la crisis también se registraban pedidos similares, pero el Padre Antonios nunca fue testigo de lo que está sucediendo ahora: padres que sencillamente abandonan a sus hijos.
Separación temporal
Una mujer a la que la pobreza obligó a separarse de su niña es María, una madre soltera que perdió su trabajo y estuvo desempleada durante más de un año.
"Lloraba todas las noches, ¿pero qué podía hacer? Me partió el corazón, pero no tenía otra opción", dice.
María se pasaba el día buscando empleo. Muchas veces regresaba ya entrada la noche y eso significaba que su hija de ocho años, Anastasia, pasaba todo el día sola.
Las dos se alimentaban de la comida que les daba la iglesia. María perdió 25 kilos.
Al final, decidió entregar a Anastasia a una organización de caridad.
"Yo puedo aguantar, pero ella no tiene por qué hacerlo", dice.
María ahora trabaja en un café, gana sólo US$25 al día. A Anastasia la ve una vez al mes, pero espera llevársela consigo cuando mejore su situación económica.
Stergios Sifnyos, uno de los directores de SOS Children's Villages, la organización de ayuda que recibió a Anastasia, comenta que no está acostumbrado a recibir niños que las familias entregan por motivos económicos.
"La relación entre María y Anastasia es muy fuerte. Uno podría decir que no hay una razón por la que Anastasia deba estar lejos de su madre. Pero es muy difícil para la madre llevársela, cuando no sabe si va a tener trabajo en los próximos días", dice Sifnyos.
Casos como estos han causado conmoción en un país donde los lazos familiares son importantes y donde no poder cuidar de los hijos es socialmente inaceptable.
Muchos griegos no pueden creer que estas historias "del tercer mundo" estén ocurriendo en su propio país.
Uno de los menores a cargo del Padre Antonios es Natasha, una niña de dos años que su madre trajo al centro hace dos semanas.
La mujer estaba desempleada, no tenía donde vivir y necesitaba ayuda. Pero antes de que el personal la pudiese ayudar desapareció, abandonando a su hija.
"Durante el último año hemos visto cientos de casos de padres que quieren dejarnos a sus hijos, ellos saben que pueden confiar en nosotros", dice el Padre Antonios.
"Dicen que no tienen dinero, hogar o comida para sus hijos, por eso esperan que nosotros podamos brindarles lo que necesitan".
Antes de la crisis también se registraban pedidos similares, pero el Padre Antonios nunca fue testigo de lo que está sucediendo ahora: padres que sencillamente abandonan a sus hijos.
Separación temporal
Una mujer a la que la pobreza obligó a separarse de su niña es María, una madre soltera que perdió su trabajo y estuvo desempleada durante más de un año.
"Lloraba todas las noches, ¿pero qué podía hacer? Me partió el corazón, pero no tenía otra opción", dice.
María se pasaba el día buscando empleo. Muchas veces regresaba ya entrada la noche y eso significaba que su hija de ocho años, Anastasia, pasaba todo el día sola.
Las dos se alimentaban de la comida que les daba la iglesia. María perdió 25 kilos.
Al final, decidió entregar a Anastasia a una organización de caridad.
"Yo puedo aguantar, pero ella no tiene por qué hacerlo", dice.
María ahora trabaja en un café, gana sólo US$25 al día. A Anastasia la ve una vez al mes, pero espera llevársela consigo cuando mejore su situación económica.
Stergios Sifnyos, uno de los directores de SOS Children's Villages, la organización de ayuda que recibió a Anastasia, comenta que no está acostumbrado a recibir niños que las familias entregan por motivos económicos.
"La relación entre María y Anastasia es muy fuerte. Uno podría decir que no hay una razón por la que Anastasia deba estar lejos de su madre. Pero es muy difícil para la madre llevársela, cuando no sabe si va a tener trabajo en los próximos días", dice Sifnyos.
Acto de violencia
En el pasado SOS Children's Villages recibía niños porque sus familias no podían cuidarlos por problemas de drogas y alcoholismo. Hoy, el motivo es la pobreza.
Smile of a Child, otra ONG, también solía recibir niños víctimas de abusos y negligencia. Ahora, el foco está puesto en los destituidos de Atenas.
Stefanos Alevizos, psicólogo de la organización, dice que cuando un padre entrega a su hijo, éste siente que se le derrumban todas sus estructuras.
"Viven la separación como un acto de violencia, porque no pueden entender las razones por las que los abandonan", explica el experto.
Pero para Sofia Koui, de Smile of a Child, la tragedia radica en que aquellos padres que entregan a sus niños son, a veces, quienes más quieren a sus hijos.
"Es muy triste ver cómo sufren, pero saben que es lo mejor, al menos en este momento", añade.
El Padre Antonios no coincide con Koui.
"Estas familias serán juzgadas por abandonar a sus hijos", sentencia.
"Nosotros podemos brindarles alimentos y un techo, pero la verdad es que lo que más necesitan los niños es sentir el amor de su padres".
Los nombres de los niños fueron cambiados para proteger sus identidades.
En el pasado SOS Children's Villages recibía niños porque sus familias no podían cuidarlos por problemas de drogas y alcoholismo. Hoy, el motivo es la pobreza.
Smile of a Child, otra ONG, también solía recibir niños víctimas de abusos y negligencia. Ahora, el foco está puesto en los destituidos de Atenas.
Stefanos Alevizos, psicólogo de la organización, dice que cuando un padre entrega a su hijo, éste siente que se le derrumban todas sus estructuras.
"Viven la separación como un acto de violencia, porque no pueden entender las razones por las que los abandonan", explica el experto.
Pero para Sofia Koui, de Smile of a Child, la tragedia radica en que aquellos padres que entregan a sus niños son, a veces, quienes más quieren a sus hijos.
"Es muy triste ver cómo sufren, pero saben que es lo mejor, al menos en este momento", añade.
El Padre Antonios no coincide con Koui.
"Estas familias serán juzgadas por abandonar a sus hijos", sentencia.
"Nosotros podemos brindarles alimentos y un techo, pero la verdad es que lo que más necesitan los niños es sentir el amor de su padres".
Los nombres de los niños fueron cambiados para proteger sus identidades.
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