Leer el índice del libro sacude la indiferencia pastoral, la rutina practicante y la renuncia a ser Iglesia adulta y libre; y nos enseña a creer que «otra Iglesia es posible». No ha sido siempre fácil pero siempre han estado presentes en la comunidad Santo Tomás de Aquino la coherencia de fe y la corresponsabilidad para superar tensiones y desconfianzas. Esa comunidad ha vivido su proceso en búsqueda dentro del momento histórico, más o menos grave, crispado muchas veces, de la iglesia española. Una lección fraterna para muchas comunidades en proceso también de «adultez», de protagonismo del laicado, de superación de centralismos y clericalismos; pasando lentamente de la crispación al diálogo, o por lo menos a una coexistencia que, más tarde o más temprano, acaba reconociendo el derecho y el deber de ser y ayudar a ser una Iglesia plural. «Iguales y diferentes» es la consigna de cierta pastoral de la migración. Los varios rostros que vienen enriqueciendo la Iglesia y la sociedad, en ese trasiego dolorido de las grandes migraciones, nos urgen también a vivir desde luego el primer «ecumenismo», dentro de la propia Iglesia, para que sea «católica» y para estimular el ecumenismo de todas las Iglesias y el macro-ecumenismo de todas las religiones.
Si alguien tiene sus dudas o reticencias frente a esa comunidad, pionera en varios aspectos, le aconsejo que lea el libro desapasionadamente. No se trata de una comunidad que vive solo algunas dimensiones y que podría olvidar dimensiones mayores. El libro recoge los apartados mayores del proceso y reafirma el cultivo diario «de la formación permanente», «de la dimensión celebrativa», «de los compromisos colectivos». Las dos alas del Espíritu de cada uno de nosotros, de cada comunidad eclesial, de todas las Iglesias, que venimos reivindicando, se cultivan en la Comunidad Santo Tomás de Aquino con seriedad y con creatividad.
Hay que leer este libro, esta crónica de hechos apostólicos en hora y lugar bien concretos y desafiadores, con voluntad fraterna de compartir su riqueza espiritual ayudando a tejer «la red de comunidades», vocación de muchas que están en proceso semejante.
El libro habla de un epílogo como «experiencia de liberación abierta al futuro» que seguirá siendo proceso evangélicamente conflictivo y pascualmente apasionado; cultivando siempre las dos grandes dimensiones de la mística y la militancia. Cada día, si abrimos los ojos y el corazón, encontraremos eco de comunidades semejantes a la de Santo Tomás de Aquino; pero difícilmente encontraremos otras comunidades con la madurez y la fidelidad con que esa comunidad querida está viviendo el Evangelio.
Yo tengo fuertes lazos afectivos y pastorales con esta comunidad y nuestra Prelatura de São Félix do Araguaia debe a esa comunidad madrileña (y mundial) mucho cariño y gratitud. La solidaridad ha sido siempre y seguirá siendo una especie de sacramento a orillas del camino para esta comunidad solidaria y samaritana.
El libro termina apelando a Jesús (el de Nazaret, nuestro Camino, Verdad y Vida). Y si algo ha de crecer en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades, es la pasión por el Jesús del Evangelio y por los pobres del Reino. El libro termina con palabras vocacionales de Jesús y de sus primeros seguidores; preguntas abiertas que nosotros todos, todas, hemos de hacer y responder: «Maestro, que vea», «Donde moras, Maestro?», «¿Qué he de hacer para ir ganando vida eterna?».
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