jueves, 20 de diciembre de 2012

EXPLOTACIÓN DE LA CARENCIA

Jesús Renau, en Cristianisme i justicia 

La precariedad, la pobreza y la miseria, son en gran parte fruto de la explotación económica y social. Sin embargo, pocas veces hablamos de cómo se explotan las carencias, cuando esta explotación es una de las bases del funcionamiento del sistema liberal-capitalista, en su dimensión más perversa e inhumana.

Hablamos de carencia para referirnos a aquello que nos falta. Evidentemente no es lo mismo que nos falte el alimento necesario para subsistir o que nos falte un determinado coche de lujo. Hay carencias esenciales y primordiales para la dignidad humana, y hay carencias que responden al deseo insaciable de determinados consumismos.Las carencias esenciales muchas veces son explotadas para sacar de ellas un determinado beneficio. Así, quien compra una determinada cantidad de alimentos básicos como puede ser el trigo, es consciente que provocará la subida de los precios. Irá vendiendo lentamente lo que guarda, aumentando unos beneficios totalmente inmorales. La carencia de alimentos se explota en beneficio de quien los ha acaparado. Es sencillamente criminal, ya que el dinero obtenido provoca la muerte o la enfermedad de muchas personas. No las mata directamente, pero de hecho la muerte y el desastre humanitario son consecuencia de esta especulación.

Las carencias por un afán insaciable de bienes no esenciales son generalmente el resultado de una insatisfacción que se cree quedaría calmada con la adquisición del objeto o el bien querido. De hecho hay mucha gente que vive muy bien, gente rica, que nunca tienen bastante. Posiblemente con una parte mínima de lo que tienen o ganan, otros podrían satisfacer sus necesidades vitales. Ellos, no. Les cuesta cubrir sus presupuestos o renunciar a caprichos y lujos que esperan llenen el vacio que les produce su carencia. Y es que uno de los pilares del sistema actual es el crecimiento indefinido, ofreciendo más y más productos que den un mayor bienestar y satisfagan más y más placeres. La publicidad, en buena parte va dirigida a despertar el deseo de aquello que no se posee o que se podría adquirir. Utiliza medios estudiados para que el ciudadano palpe la posibilidad de adquirir un bien, que en la mayoría de los casos no es necesario. Este afán se ha extendido a toda la sociedad, y también a una buena parte de las clases populares.

En resumen, el sistema actual explota la carencia o crea la carencia para ser explotada después. Y no es este un mecanismo inocente. No busca el bien común. La naturaleza se resiente, al ser explotada por encima de su capacidad de regeneración. Muchas personas no viven satisfechas por la falta de lo necesario o por la falta de lo superfluo. ¿Crecimiento obligatorio e indefinido? ¿Hasta dónde? ¿A costa de qué? En un mundo donde la ciencia y la técnica podrían llegar a garantizar lo suficiente y digno para toda la humanidad la perversión de nuestra economía está poniendo en riesgo la tierra y creando insatisfacción permanente en las personas.

La respuesta debería ser: aquello que es esencial que se convierta en universal; austeridad como posibilidad de vida digna y en plenitud; potenciación de los bienes culturales y del saber; ética del bien común; responsabilidad sobre la naturaleza; una política al servicio de la gente; un cambio profundo sobre la manera de experimentar el bien, la felicidad, la armonía y el equilibrio solidarios.



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