Luis Antúnez, en Solidaridad.net
Para empezar, resulta incorrecto hablar sobre los llamados grupo insurgentes o rebeldes en el norte del país, como un grupo homogéneo. Hay distintos grupos e intereses. Entre los grupos armados que luchan por el control de la región están los tuareg (del Movimiento Nacional por la Liberación del Azawad (MNLA), los islamistas radicales (como el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (Mujao, por sus siglas en francés) y Ansar Dine “los defensores de la fe”, y otros grupos vinculados a Al Qaeda.
Aclarar en primer lugar que los tuareg no son simplemente una tribu nómada, entre ellos hay hasta 6.000 personas que lucharon en Libia apoyando al coronel Muammar Al Gaddafi en 2011 durante la intervención militar occidental en ese país.
El ala dura de los clanes tuareg, tradicionalmente hostiles al poder de Bamako (Capital de Malí), se vio irresistiblemente tentada de aprovechar un cúmulo de circunstancias excepcionalmente favorables: armas en abundancia, un ejército maliense desunido cuyos oficiales eran considerados corruptos e ineficaces por su propia tropa y un ambiente de fin de reinado de un Touré (ex-presidente) utilizado y muy criticado por las potencias occidentales, que le reprochaban cada vez más haber tolerado la presencia de terroristas de AQMI (Al Qaeda Magreg Islámico) en su territorio.
El conflicto en Malí de hecho es una continuación, y consecuencia, de los acontecimientos libios, para que la zona sea controlada por occidente (OTAN), siendo Francia el principal protagonista con el permiso de EEUU, en su tradicional zona colonial.
Un hecho de suma importancia que no se nombra en los informativos es que en las zonas tuareg de Mali, Níger y Libia existen importantes reservas de uranio.
En el norte de Níger, país vecino de Malí, en la zona limítrofe, transnacionales francesas operan en dos grandes minas de uranio (Arlit y Akouta) situadas a los alrededores de la ciudad industrial de Arlit, situada en la región de Agadez.
Los yacimientos estratégicos de uranio en Malí son un elemento importante en el conflicto y explican en parte el interés de las fuerzas occidentales en la región. Mali es, además, una de las escasas reservas de uranio del mundo, explotadas por las compañías francesas fundamentalmente.
En los años setenta tuvieron lugar a las grandes excavaciones a cielo abierto, impulsoras del desarrollo urbanístico en torno a la ciudad de Arlit y la construcción de un corredor con el puerto de Cotonou, en Benin, conocido como la autopista del uranio.
Una explotación clave se llama Imouraren, el segundo mayor yacimiento del mundo. Aunque se descubrió en 1966, el comienzo de su explotación está previsto para los próximos años. Según las primeras estimaciones, produciría 5.000 toneladas anuales, cuando hasta el final de 2010 la transnacional piensa obtener 4.000 de las dos minas que ahora se mantienen operativas en la zona. La inversión inicial de esta mina es de más de 1,2 millones de euros.
En Malí el 85% de su población vive por debajo del umbral de una pobreza que les deja sin vida antes de los 48 años, a pesar de ser el tercer productor de oro del continente —después de Sudáfrica y Ghana—, que es controlado por el gigante británico Gold Fields.
A veces es difícil diferenciar entre los diferentes intereses que se mueven en el conflicto pero se pueden numerar entre:
Los terroristas de AQMI, los yihadistas que quieren instaurar un Estado islámico en el norte de Malí, los magnates del crimen organizado que buscan perpetuar el tráfico de estupefacientes en la franja del Sahel y en el Sahara, los líderes tuareg que persiguen defender los intereses de su comunidad ante el aparato político maliense, aquellos convencidos del objetivo independentista y, por fin, los actores coloniales movidos más que nada por la ambición de controlar una parte del norte, cuyo subsuelo esconde prometedoras reservas de petróleo y minerales (uranio y oro).
Añadamos a esto la preocupación de los EEUU por si los rebeldes establecen su control sobre los yacimientos, comenzarán a buscar maneras de vender uranio, en primer lugar a Irán. Esa evolución de la situación no le gustaría a EEUU ni a sus socios de la OTAN.
Nota: El precio del uranio ha subido en 2012 un 19 %
Aclarar en primer lugar que los tuareg no son simplemente una tribu nómada, entre ellos hay hasta 6.000 personas que lucharon en Libia apoyando al coronel Muammar Al Gaddafi en 2011 durante la intervención militar occidental en ese país.
El ala dura de los clanes tuareg, tradicionalmente hostiles al poder de Bamako (Capital de Malí), se vio irresistiblemente tentada de aprovechar un cúmulo de circunstancias excepcionalmente favorables: armas en abundancia, un ejército maliense desunido cuyos oficiales eran considerados corruptos e ineficaces por su propia tropa y un ambiente de fin de reinado de un Touré (ex-presidente) utilizado y muy criticado por las potencias occidentales, que le reprochaban cada vez más haber tolerado la presencia de terroristas de AQMI (Al Qaeda Magreg Islámico) en su territorio.
El conflicto en Malí de hecho es una continuación, y consecuencia, de los acontecimientos libios, para que la zona sea controlada por occidente (OTAN), siendo Francia el principal protagonista con el permiso de EEUU, en su tradicional zona colonial.
Un hecho de suma importancia que no se nombra en los informativos es que en las zonas tuareg de Mali, Níger y Libia existen importantes reservas de uranio.
En el norte de Níger, país vecino de Malí, en la zona limítrofe, transnacionales francesas operan en dos grandes minas de uranio (Arlit y Akouta) situadas a los alrededores de la ciudad industrial de Arlit, situada en la región de Agadez.
Los yacimientos estratégicos de uranio en Malí son un elemento importante en el conflicto y explican en parte el interés de las fuerzas occidentales en la región. Mali es, además, una de las escasas reservas de uranio del mundo, explotadas por las compañías francesas fundamentalmente.
En los años setenta tuvieron lugar a las grandes excavaciones a cielo abierto, impulsoras del desarrollo urbanístico en torno a la ciudad de Arlit y la construcción de un corredor con el puerto de Cotonou, en Benin, conocido como la autopista del uranio.
Una explotación clave se llama Imouraren, el segundo mayor yacimiento del mundo. Aunque se descubrió en 1966, el comienzo de su explotación está previsto para los próximos años. Según las primeras estimaciones, produciría 5.000 toneladas anuales, cuando hasta el final de 2010 la transnacional piensa obtener 4.000 de las dos minas que ahora se mantienen operativas en la zona. La inversión inicial de esta mina es de más de 1,2 millones de euros.
En Malí el 85% de su población vive por debajo del umbral de una pobreza que les deja sin vida antes de los 48 años, a pesar de ser el tercer productor de oro del continente —después de Sudáfrica y Ghana—, que es controlado por el gigante británico Gold Fields.
A veces es difícil diferenciar entre los diferentes intereses que se mueven en el conflicto pero se pueden numerar entre:
Los terroristas de AQMI, los yihadistas que quieren instaurar un Estado islámico en el norte de Malí, los magnates del crimen organizado que buscan perpetuar el tráfico de estupefacientes en la franja del Sahel y en el Sahara, los líderes tuareg que persiguen defender los intereses de su comunidad ante el aparato político maliense, aquellos convencidos del objetivo independentista y, por fin, los actores coloniales movidos más que nada por la ambición de controlar una parte del norte, cuyo subsuelo esconde prometedoras reservas de petróleo y minerales (uranio y oro).
Añadamos a esto la preocupación de los EEUU por si los rebeldes establecen su control sobre los yacimientos, comenzarán a buscar maneras de vender uranio, en primer lugar a Irán. Esa evolución de la situación no le gustaría a EEUU ni a sus socios de la OTAN.
Nota: El precio del uranio ha subido en 2012 un 19 %
1 comentarios:
el gigante británico Gold Fields... el gigante británico Gold Fields... el gigante británico Gold Fields...
El neoliberalismo, la globalización...
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