ENTREVISTA A HANS KING
Idafe Martin, en CLARIN
Ayer cumplió 85 años. Y pese a sus movimientos lentos y hablar pausado, Hans Küng conserva la mente despierta y un enorme prestigio como uno de los grandes teóricos de la Iglesia Católica. Autor de decenas de obras que marcaron la teología de las últimas décadas, sus azotes contra la corrupción de la Curia vaticana fueron temidos en los cenáculos de poder de los dos últimos pontífices. Küng, nacido en Sursee, Suiza, en 1928, recibió en exclusiva a Clarín en la ciudad alemana de Tübingen, donde fue profesor de teología ecuménica durante décadas y ahora preside la “Fundación por una Ética Global”. Su disidencia hizo que el Vaticano le quitara la potestad de enseñar teología, pero su universidad se rebeló y le creó una cátedra. En esta entrevista, muy crítico con Juan Pablo II y Benedicto XVI, dice estar “muy feliz” por la elección del Papa Francisco, a quien pide “coraje”. Cordial, invita un café y, para romper el hielo, hace la primera pregunta: “¿Usted cree que el Papa leerá esto?”
¿Qué le parece la elección del cardenal Bergoglio como nuevo Papa?
Una sorpresa muy feliz porque no tenía confianza en los nombres que sonaban. Mi esperanza era que, tras la discusión, surgiera una figura similar a Juan XXIII, pero no sabía quién podía ser. Él es el hombre adecuado, que trae esperanza, evita la pompa y está cambiando el estilo de Benedicto XVI.
¿Y que haya elegido el nombre de Francisco?
Una buena señal, porque es un programa en sí mismo, no de dominación y poder, sino que anuncia una Iglesia de servicio a todos, desde los más pobres, de simplicidad y modestia.
Francisco es el primer Papa jesuita. ¿Qué significa?
Significa que tenemos a una persona con una educación muy buena, alguien muy inteligente, muy bien formado en filosofía y teología. Un hombre que tiene la espiritualidad de San Ignacio de Loyola. Y de una espiritualidad al día, de servicio al ser humano.
También es el primer Papa no europeo.
Es una buena señal porque muestra que la Iglesia ya no es eurocentrista, sino universal. Y desde el punto de vista político, es un hombre que no sale de la Curia, no ha estado envuelto en los escándalos.
¿Qué reformas tendría que iniciar?
La pregunta es si podrá imponerse a la Curia. Jurídicamente hablando tiene todo el poder y si quiere podrá hacer muchas cosas. Pero debe usar esa autoridad para limpiar la Curia, rodeándose de la gente correcta y quitando ya a al secretario de Estado Bertone, que es un incompetente. Además, debe tener coraje y formar un gabinete de gente experimentada, no sólo con los que vienen de la jerarquía, que están ahí por ser persona grata, por no molestar ni discutir. Tiene que poner gente competente en los dicasterios, que se reúnan cada semana, que discutan. Debe poner a alguien en la Congregación para la Doctrina de la Fe que sea dialogante, no como el actual Müller, que está ahí sólo por ser amigo de Ratzinger. Y puede revisar ya la reforma “gregoriana”, que impuso el absolutismo papal, un fuerte clericalismo y el celibato. E ir hacia un sistema colegiado, del Papa con los obispos, para dejar atrás el absolutismo y abrir un debate libre sobre el celibato. Por ahora ha mostrado que puede cambiar.
¿La Iglesia necesita un nuevo Concilio?
El Papa puede hacer algunas reformas en solitario. También puede decidir junto con la Curia que él nombre, con su pequeño círculo. No sólo con los cardenales, pues muchos son incompetentes. Y podría convocar un Concilio, pero no con los casi 5.000 obispos, sino con obispos que representen a sus comunidades y que sean elegidos por ellas. Se necesita un Concilio que tome decisiones con el Papa, no contra el Papa o a las órdenes del Papa.
¿Qué espera del nuevo Papa en temas de moral?
No creo que haya que adaptarse a todo, pero no debería ser demasiado rigorista. No debe aprobar la promiscuidad, pero la Iglesia debería permitir a las parejas decidir si quieren o no quieren tener niños y cuántos. En cuanto al aborto, nadie espera que el Papa lo acepte, pero en ciertos casos la Iglesia no debería condenarlo. Y creo que debería aceptar las uniones homosexuales civiles, pero no la adopción por parte de estas parejas.
El Papa Francisco dice que quiere una Iglesia pobre dedicada a los pobres…
La pobreza en sí misma no es un ideal. Especialmente en América Latina, lo que tiene que hacer la Iglesia es ayudar a la gente a salir de la pobreza. La Iglesia tiene que estar al lado de los pobres y el poder tiene que reconocer que la Iglesia debe protestar contra los abusos, contra la miseria.
¿Qué debería hacer respecto a la Teología de la Liberación?
Soy amigo de Leonardo Boff, era amigo de Ellacuría y conocí a Gustavo Gutiérrez. Creo que hoy hay una situación política diferente. Algunos teólogos de la Liberación estaban demasiado fascinados por el marxismo. No eran marxistas, pero simpatizaban con Fidel Castro, y hoy necesitamos democracia. La Teología de la Liberación puede servir para crear comunidades vivas, que ayuden a luchar contra la pobreza. Millones de personas en América Latina están dejando la Iglesia Católica para irse a los pentecostales, porque ahí encuentran una comunidad y la ayuda de otros y porque la Iglesia Católica es demasiado jerárquica y con esas misas aburridas. Necesitamos comunidad, calor, emociones, el apoyo de los demás. Para eso necesitamos más párrocos, que sólo tendremos aboliendo el celibato. Es muy difícil atraer a los jóvenes a una profesión que les prohíbe el matrimonio y que se rige de forma autoritaria. Y es muy importante la misericordia, no sólo para los pobres, también para los divorciados que quieren acceder a la eucaristía, para los párrocos que contraen matrimonio.
¿La elección de un jesuita es una derrota para los movimientos que apoyaron y que fueron apoyados por los dos últimos papas, como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo?
También hay gente buena en esos movimientos, con intenciones honestas. Pero supongo que el nuevo Papa no olvida que los jesuitas fueron tratados de muy mala manera, fueron humillados, especialmente por Juan Pablo II. Estoy seguro de que Francisco no es un Papa vengativo, pero tiene que tomar distancia del poder financiero del Opus Dei y de los Legionarios de Cristo.
¿Qué podría hacer para fomentar mejores relaciones con las demás religiones?
Mostrar simpatía. Después de que Benedicto XVI diera aquel desafortunado discurso en Ratisbona (donde relacionó Islam y violencia), los musulmanes dijeron “no le gustamos”. Fue lo opuesto a Juan XXIII, quien desde el principio mostró que amaba a los judíos, que los aceptaba como hermanos. Y debería reconocer lo que une a cristianos, musulmanes y judíos, incluso a hinduistas y confucianos. Tenemos ancestros comunes, una visión común de la historia y estándares éticos comunes. Todos pueden mantener su fe pero tienen que acordar principios éticos elementales: no matar, no mentir, no robar… Y sobre todo, una regla de oro: no exijas a los demás lo que no
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario