ENTREVISTA A JESÚS MARÍA ALEMANY
Joaquín Carbonell, en 'El periódico de Aragón'
--¿Con qué ánimo contempla la actualidad?
--Con preocupación. Venimos de tiempos en que habíamos conseguido metas importantes en la historia de España, de Europa y del mundo, y en estos momentos da la impresión de retroceder en España, en Europa y en el mundo.
--¿Había conocido algo similar?
--Era preocupante la situación en el régimen anterior, pero teníamos esperanza. Incluso teníamos un modelo en el que mirarnos que era Europa, y ahora da la impresión de que todo esta en crisis.La democracia se tambalea, el estado social está mostrando brechas profundas y Europa da la impresión de que está falta de líderes; existe la mediocridad y las recetas vienen de los mercados, poco interesados en la distribución de los bienes.
--¿Los políticos se han alejado del pueblo?
--Una cosa son los políticos y otra la política. La política y el poder estaban identificados en la democracia; en este momento política y poder están separados, puesto que el poder lo ostenta la economía; la política, ni siquiera sabe o puede regular la economía. Esto hace que la política no pueda suministrar a los ciudadanos la seguridad de vivir en dignidad y en un grado de bienestar acorde con el estado social de derecho que consagra la Constitución.
--¿Y los políticos?
--Están muy alejados de los ciudadanos por las razones anteriores pero también por otras añadidas: la escasa experiencia en democracia que teníamos los españoles hizo a los ciudadanos creer que su papel era solamente votar y lo demás quedaba en manos de los políticos. Por otra parte, los políticos una vez elegidos no han tenido especial interés en acercarse a los ciudadanos o facilitarles su participación en las decisiones a tomar. Por eso en un momento en que política y poder van separados y erróneamente políticos y ciudadanos también lo estaban, la crisis económica y social se convierte en crisis política y se advierten las carencias de la democracia formal de voto, que no es la democracia moral en palabras de Aranguren.
--Hay en Aragón 34.000 hogares que no ingresan ni un euro. ¿Eso es violencia?
--Claro. La violencia estructural aunque no lleve a la violencia directa, como la guerra, sería cínico llamarla paz. El hambre, la pobreza, la desigualdad, el desprecio cultural, son violencia estructural.
--¿Se les puede acusar a los políticos de ejercer violencia?
--Si fueran responsables de ella, sí, pero me temo que en la violencia estructural coinciden diversos actores.
--¿Qué diría Cristo de todo esto?
--Que se tomaran las decisiones desde los más débiles. Y que no se le busque a él en los templos sino en aquellos que sufren...
--Yo creo, por lo que sabemos de él, que se indignaría...
--Y ciertamente proclamaría un proyecto diferente, lo que él llamaba el Reino de Dios.
--¿Echa de menos un mayor compromiso de la Iglesia con los que más sufren en esta situación?
--Hay que diferenciar la Iglesia y la jerarquía de esa Iglesia. Sospecho que me preguntas sobre la jerarquía en España. Mi respuesta es que sí esperaba una voz pública más alta y con autoridad en temas en que se decide la justicia y la fraternidad.
--¿Qué podemos hacer los ciudadanos? Hay gente desesperada, que se suicida...
--Ignacio Ellacuría aconsejaba hacerse cargo de la realidad, cargar con ella y encargarse de transformarla. Lo primero, es ver lo que ocurre hacerse cargo de su gravedad; después, cargar con ella significa aceptar pagar emocionalmente el precio que eso conlleva; pero encargarse de ella, significa no huir sino buscar alternativas.
--¿Hasta dónde es lícito rebelarse?
--Es lícito rebelarse moralmente contra todo lo que sea injusto y afecta a la dignidad de las personas. La pregunta ética es: si fallan los cauces democráticos habituales, si no se pueden emplear otros menos ordinarios, como pueden ser la ocupación de las calles. Pienso que la ética tiene unas normas claras, incluso en la desobediencia civil, como es la no violencia, que no se deberían atravesar.
--¿En ningún caso es lícito utilizar la violencia?
--En mi opinión no es lícito moralmente ni políticamente aconsejable. Pero al mismo tiempo, hay que protestar por que el poder criminalice cada vez más conductas normales de ciudadanos desesperados. Hay que recordar que diputados, ministros y policías tienen un puesto de trabajo, y están dando lecciones, no solo políticas sino morales, a quienes empiezan a carecer de lo más elemental.
--¿Qué le parece el Papa Francisco en estos primeros pasos?
--Creo que ha mostrado una sencillez y cordialidad, hasta llegar a gestos inesperados. El nombre, en la cultura oriental, responde a todo un programa; elegir el de Francisco significa decantarse por la pobreza, la tolerancia, la paz y la naturaleza.
–Creo que ha sorprendido incluso a la propia Curia Vaticana.
--Por supuesto, incluso los miembros de seguridad andan de cabeza. Pero no cabe olvidar que fueron los cardenales los que le eligieron y por tanto buscaban un cambio de timón considerable.
–¿Nos puede sorprender todavía más?
--Evidentemente. Porque hasta ahora solamente hemos visto los primeros gestos; ahora toca tomar decisiones, y ahí es donde viene la dificultad y por lo tanto, donde nos debe sorprender todavía más.
–Creo que lo conoció personalmente...
--Sí, es cierto. Un grupo internacional de jesuitas hicimos juntos en Alcalá de Henares el último año de formación. Él estaba entre nosotros. Pero era 1970, ha llovido mucho y no lo he vuelto a ver desde entonces...
–¿Intuye qué otros pasos puede dar?
--Creo que con sus primeros gestos los ha dado a entender: opción por los pobres y una Iglesia pobre; reforma de la Curia Vaticana desde un modo de vida más sencillo y cercano a la gente. Otra cosa son las dificultades para pasar de las intenciones a la realidad. Conozco personas que no son creyentes y están emocionadas e ilusionadas.
–Dijo el Papa que evadir dinero es pecado...
--No me extraña...
–¿No está a menudo la Iglesia demasiado cerca del dinero?
--Existe el problema que esperamos acometa el papa Francisco de la banca vaticana. También podemos ver una excesiva cercanía y condescendencia de la jerarquía con personas adineradas. Pero no es verdad ni que las parroquias ni los sacerdotes ni siquiera los obispos sean ricos. Ni que las comunidades de base, instituciones como Cáritas, no vivan con los pobres y muchas veces la misma pobreza.
–El logro de la paz en el mundo suena a menudo como el deseo de miss España...
--(risas) La paz es un deseo común a todas las culturas. Pero se confunde la Paz como meta con mayúsculas, con las paces con minúscula que son el camino y los instrumentos para esa paz. No hay nadie que deje de desear la Paz...
–Eso es lo malo...
--El problema siempre es el camino o los instrumentos, y ahí es donde diferimos. Por eso Gandhi dijo que la paz no solamente es la meta sino también el camino. Algunos buscan la paz por medio de la guerra, o de la injusticia, o simplemente no haciendo nada. De esto no estamos hablando cuando hablamos de paz.
–¿Le ha satisfecho la aprobación en Naciones Unidas del tratado sobre el comercio de armas convencionales?
--Mucho. Es la primera vez que se aprueba un tratado para la regulación del comercio de armas, uno de los grandes escándalos de nuestro tiempo. Pero dos veces, en julio y el último Jueves Santo, fracasó la aprobación por consenso de este tratado, por el veto de Irán, Corea del Norte y Siria. Este consenso hubiera hecho entrar en vigor el tratado inmediatamente. Ahora habrá que esperar a que lo ratifiquen cincuenta estados para que entre en vigor y además hay estados que podrían negarse a ello.
–¿Cómo se puede erradicar la violencia social?
--La paz en el escenario internacional no se puede separar de la paz en el micro escenario social. Por eso hay que trabajar en ambas direcciones. La violencia social se erradica ante todo superando la violencia estructural, tal como prevé un estado de derecho. Además, exige una pedagogía educativa desde el comienzo de la vida y a través de toda ella.
–¿Entiende que esta sociedad actual es la más violenta de la historia?
--¡No! Juan XXIII lanzó a comienzo del Concilio Vaticano II una enérgica recomendación a no ser profetas de desgracias. Es decir, a no ver todo negro y que cualquier tiempo pasado fuera mejor...
–¿Ve bien Aragón?
±Seamos realistas: estamos en una situación más problemática que hace unos años, pero tenemos una capacidad de respuesta suficiente si no perdemos la esperanza. Quiero recordar que lo que llamamos crisis global es una crisis occidental y que tres cuartas partes del mundo llevan en crisis permanente toda su historia.
–¿Una palabra? --Compasión.
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