martes, 14 de octubre de 2008

OTRO CRISTIANISMO ES POSIBLE. curso

Por qué este tema


Intentamos contextualizar este jugoso texto de Roger Lenaers para comprenderle mejor y situarnos más certeramente como lectores. Vaya por delante que la intención del autor es indudable: “Otro cristianismo es posible”… para mejor seguir a Jesús.

El subtítulo delimita la intención: exponer la fe cristiana en el único lenguaje hoy comprensible por el hombre moderno ¡el de la Modernidad!, es decir, el que tiene su origen en la revolución copernicana que supuso en la cultura en general el llamado Siglo de las Luces, la mejor Ilustración. La doctrina oficial de las iglesias no lo ha tenido en cuenta con el resultado conocido: el mundo ideológico cristiano, incluidos muchos teólogos progresistas, resulta ser una burbuja ajena a las mujeres y hombres de hoy y, por lo mismo, cada vez es más ininteligible e irrelevante en su aislamiento.

El título en las ediciones flamenca, alemana e inglesa es mucho más incisivo “El sueño de Nabucodonosor: el fin de una Iglesia Católica medieval”. Este título tan ‘deconstructor’ ¿hubiera tenido mejor o peor acogida entre nosotros que el más propositivo de la edición española? ¿En España? ¿En América Latina? Será muy significativo el parecer de los propios lectores.

¿Cómo va a caer este texto, sin duda rompedor, entre grupos y comunidades de base, en especial entre las inscritas arrolladoramente mayoritarias de Latinoamérica? Texto rompedor en su contenido aunque el autor avanza -como se verá- con cautela. Para atisbar cómo puede caer este texto en un concreto lector y para que éste reaccione adecuadamente ante él convendrá tener permanentemente en cuenta el contexto vital de Lenaers, mientras escribía entre sus 70 y 85 años, sepultado en vida en dos pueblitos perdidos en las montañas del Tirol. Y por eso, para comenzar, nos preguntamos ¿cómo cayó este anciano ‘rompedor’ en ese rincón rural obviamente conservador?

Recordemos lo que sucedía cuando un curita ‘progre’ llegaba a un pequeño pueblo español: desconcierto y, muy en breve, polarización entre los favorables y los contrarios. Lenaers es más que progresista: compara el impacto de su pensamiento al del pequeño guijarro que viene a golpear los pies de barro de la colosal estatua del sueño de Nabucodonosor; él mismo explica la alegoría: la piedra es el pensamiento de la modernidad, la estatua, toda de oro y bronce, que se desmorona por entero en virtud del impacto que sufre en sus pies de arcilla significa la actual construcción religiosa cristiana. Así de radical es Lenaers tras su profunda humildad y su humanismo.

Sin embargo, el chileno Manuel Ossa va a visitarlo con su esposa y nos describe algo sorprendente. A Roger le conoce todo el mundo, vive entre ellos como uno más, “el P.Lenaers -escribe- no inquieta a los campesinos y artesanos del lugar con los cuestionamientos de la razón crítica que aparecen en su libro (…) Les acompaña domingo a domingo con misas que guardan todas sus tradiciones (…) con monaguillos de rojo que hacen tintinear las mismas campañillas a que están acostumbradas sus abuelas…” ¿Exagera Manuel Ossa en los detalles tradicionales que describe? ¿O es que Roger Lenaers ha preferido cumplir su tarea sin entrar en mayores cuestionamientos? ¿O el buen padre jesuita despliega una tan fina estrategia -tan jesuita, diríamos- que los va abriendo y transformando sin sobresaltos, sin que casi se den cuenta? El caso es, aclara M. Ossa, que los del pueblo les preguntaron a él y su esposa a qué venían. “Pues a conocer a vuestro párroco por un libro suyo que conocimos en Chile”, “¿Tú…escribiste un libro?” le preguntaron entonces a él, entre admirados y divertidos…(…) Al hombre sonriente y lleno de humor que íbamos a visitar, los feligreses lo conocían sólo por su cercanía humana y su trabajo pastoral, ignorando sus preocupaciones teológicas”. Preocupaciones teológicas y pastorales ¿las pudo ocultar Lenaers durante quince años hasta ese grado?

M.Ossa no parece creerlo: “Él (Lenaers) cree en el Dios de Jesús, pero siente que el lenguaje que sigue utilizando la iglesia no le dice ya más nada a los hombres y mujeres de hoy, porque sus términos y su mentalidad provienen de visiones del mundo y de la sociedad vigentes hasta la Edad Media, pero incompatibles con el sentido común contemporáneo”.

Lenguaje y mentalidad, dice Ossa. En efecto, envoltorio y contenido es una distinción que recorre todo el libro y siempre nos deja de algún modo con ganas de mayor precisión. Porque el envoltorio puede quedarse en algo superficial pero también puede ser inseparable de los contenidos que encierra. Y esto es ya más delicado. Porque el nivel del lenguaje puede servir para camuflar el perfil acusado de unos contenidos radicales ¿No es esto lo que muchos laicos reprochan a teólogos modernos que no se sabe bien ‘si van o vienen’; que querrían, en definitiva, estar en la procesión y repicando las campanas?

En modo alguno parece Lenaers adolecer de tal ambigüedad: un falso respeto a los lectores podría haberle inducido a ella, aunque también puede parecer ambigüedad el esfuerzo de matización.

¿Podrías imaginar cómo Lenaers trasluciría sus convicciones ante su gente? ¿las ocultaría? o ¿cómo se las apañaría para comunicarlas sin ofuscarles?

¿No te hace temer que las ideas de este libro te desbaraten algunas seguridades?

Así, por lo que tú conoces, ¿crees que en la iglesia sólo el lenguaje es medieval o piensas que tal vez también sus contenidos?

Y así, de entrada, ¿te atreverías a mencionar media docena de creencias que habría que dejar de lado por ‘infumables’? Y esto no a efectos definitivos, por supuesto, sino para caer en la cuenta de ¿por dónde, en el momento actual de tu proceso creyente, te parece que se debería situar el corte entre lo nuevo y lo caduco?

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