Las cartas fueron enviadas al Sr. Nuncio y a cada uno de los Obispos. Ninguna respuesta.
Ahora, el 25 de Marzo, en nuestra catedral, será consagrado obispo el presbítero Marcelo Cuenca, contando con la presencia del Nuncio Apostólico y de Monseñor Marcelo Martorell.
No podemos dejar de señalar con estupor que, otra vez, desde el más alto poder eclesial jerárquico y monárquico, se fortalece una línea conservadora, restauradora, derechosa, afín a corrientes como el Opus Dei. No es la primera vez, no sucede sólo en estos pagos.
Queremos hacernos eco de aquella consigna que desplegaron en carteles numerosas comunidades de base en el año 1971, cuando fue consagrado obispo en la catedral de Bogotá, López Trujillo, otro exponente del control, de la censura, del autoritarismo, en este caso para la Iglesia Latinoamericana: ¡QUEREMOS OBISPOS PARA EL PUEBLO!
Y no estamos inventando nada, el documento de Puebla de la Iglesia Latinoamericana, reconocía, entre otros muchos signos de esperanza, ”la presencia de los obispos, mayor y mas sencilla, en medio de su pueblo” (1309). De esto se trata.
Por esto, este nuevo nombramiento episcopal, ¿tiene en cuenta los procesos, las expectativas, la dignidad de esas comunidades trabajadas por años, con historias propias, con necesidades de ser reconocidas? (Recordemos la dolorosa experiencia más reciente de tantos hermanos de la Iglesia de Puerto Iguazú, donde Marcelo Martorell fue a remplazar nada mas ni nada menos que a Monseñor Piña).
¿Es válido callar, por un supuesto respeto o prudencia, ante tan evidente retroceso de nuestra iglesia, que deja de lado no sólo la orientación primera del Vaticano II, Medellín, Puebla… sino también la generosa y a veces martirial entrega de comunidades y pastores, mucho más teniendo en cuenta que este nombramiento está en flagrante contradicción, con el camino desplegado por la comunidad diocesana en su Plan Pastoral?
En un mundo plural, que intenta democracias cada vez mas participativas, en definitiva, “sin monarquías”, ¿qué sentido tiene este mantener, sostener, y hasta intentar defender teológicamente, este anti-signo no sólo del Reino, sino de la historia y de la vida misma? ¿Con qué autoridad moral luego exigimos a otros sectores de la vida nacional, actitudes de diálogo, respeto, apertura, sinceridad, transparencia?
Córdoba (Argentina), 19 de marzo de 2010
GRUPO SACERDOTAL ENRIQUE ANGELELLI,
COMUNIDADES CRISTIANAS,
GRUPO SACERDOTES CASADOS,
SEMINARIO CATEQUÉTICO ARNULFO ROMERO
Ahora, el 25 de Marzo, en nuestra catedral, será consagrado obispo el presbítero Marcelo Cuenca, contando con la presencia del Nuncio Apostólico y de Monseñor Marcelo Martorell.
No podemos dejar de señalar con estupor que, otra vez, desde el más alto poder eclesial jerárquico y monárquico, se fortalece una línea conservadora, restauradora, derechosa, afín a corrientes como el Opus Dei. No es la primera vez, no sucede sólo en estos pagos.
Queremos hacernos eco de aquella consigna que desplegaron en carteles numerosas comunidades de base en el año 1971, cuando fue consagrado obispo en la catedral de Bogotá, López Trujillo, otro exponente del control, de la censura, del autoritarismo, en este caso para la Iglesia Latinoamericana: ¡QUEREMOS OBISPOS PARA EL PUEBLO!
Y no estamos inventando nada, el documento de Puebla de la Iglesia Latinoamericana, reconocía, entre otros muchos signos de esperanza, ”la presencia de los obispos, mayor y mas sencilla, en medio de su pueblo” (1309). De esto se trata.
Por esto, este nuevo nombramiento episcopal, ¿tiene en cuenta los procesos, las expectativas, la dignidad de esas comunidades trabajadas por años, con historias propias, con necesidades de ser reconocidas? (Recordemos la dolorosa experiencia más reciente de tantos hermanos de la Iglesia de Puerto Iguazú, donde Marcelo Martorell fue a remplazar nada mas ni nada menos que a Monseñor Piña).
¿Es válido callar, por un supuesto respeto o prudencia, ante tan evidente retroceso de nuestra iglesia, que deja de lado no sólo la orientación primera del Vaticano II, Medellín, Puebla… sino también la generosa y a veces martirial entrega de comunidades y pastores, mucho más teniendo en cuenta que este nombramiento está en flagrante contradicción, con el camino desplegado por la comunidad diocesana en su Plan Pastoral?
En un mundo plural, que intenta democracias cada vez mas participativas, en definitiva, “sin monarquías”, ¿qué sentido tiene este mantener, sostener, y hasta intentar defender teológicamente, este anti-signo no sólo del Reino, sino de la historia y de la vida misma? ¿Con qué autoridad moral luego exigimos a otros sectores de la vida nacional, actitudes de diálogo, respeto, apertura, sinceridad, transparencia?
Córdoba (Argentina), 19 de marzo de 2010
GRUPO SACERDOTAL ENRIQUE ANGELELLI,
COMUNIDADES CRISTIANAS,
GRUPO SACERDOTES CASADOS,
SEMINARIO CATEQUÉTICO ARNULFO ROMERO
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