jueves, 26 de abril de 2012

ESPERANZA ANTE LA CRISIS

Jose Arregi

Eutsi berrituz, movimiento renovador de cristianas y cristianos de Gipuzkoa, nos convoca a una mañana de reflexión y oración para el próximo sábado 28 de abril en el Colegio Santa Teresa. “La esperanza nos sostiene en la crisis”, reza el lema de la jornada.

La crisis. El panorama es desolador: espantosas cifras de paro, recesión económica, préstamos que solo sirven para pagar intereses de préstamos anteriores, espiral del desastre. Dramas personales, dramas familiares, dramas de pueblos y de estados enteros. Bajan los salarios, pero suben los precios. Se abarata el despido, pero no se crean empleos. Quieren activar la economía empobreciendo a la gente. ¿Se ha vuelto loca esta economía?

Crece la desolación. Crecen el miedo y la incertidumbre. Nadie sabe dónde parará todo esto, o tal vez alguien lo sabe y nos oculta, y esto nos asusta más todavía. Nos asusta y nos indigna. El temor es bueno, si no paraliza. Es buena también la indignación, pero no basta. Hemos de pasar del temor y de la indignación al compromiso inteligente y solidario. Y solo la esperanza lo hará posible.

Cuando, ante esta crisis, el aliento se nos corta y el desánimo cunde, es bueno que nos juntemos para recobrar el aliento, para reanimar la esperanza. Para respirar, inspirar, esperar. Sí, “la esperanza nos sostiene en la crisis”. Sin esperanza, no podremos seguir adelante.

La esperanza nada tiene que ver con “esperar que la situación mejore”: esperar sentados. La esperanza tampoco tiene nada que ver con “esperar que Dios vendrá en nuestra ayuda, cuando Él lo quiera”. Dios es el corazón de todas las criaturas amenazadas por la crisis, y necesita ser ayudado. Dios es el ánimo, el alma, el respiro que alienta en todos los seres, y necesita ser liberado. Esperar es hacer nuestro el aliento divino y espirarlo como una brisa, como un viento que transforma el mundo. Ayudaremos a Dios.

Esperar es abrir los ojos y ver la realidad como es, y exigir que nos digan la verdad de esta crisis. Hablan de “ajustes” –divisa sagrada–, pero tienen muy poco de justo. Son puros y duros “recortes”, y hay que preguntarse: ¿quién los impone y para qué? ¿A quién benefician? Seguro que los que imponen recortes no los padecen.

Esperar es abrir los labios y tomar la palabra, y denunciar cuando hace falta. La vida está cada vez más cara, pero vale cada vez menos. ¿Qué vale la vida de un parado, de un desahuciado o de un trabajador que gana 600 euros para la familia? En Grecia se cuentan por millares los hombres y las mujeres que se han suicidado a causa de la crisis, y pronto serán muchos más, mucho más cerca. La Goldman Sachs, el Morgan Stanley, la Deutsche Bank…, la agencia Moody’s y todos los especuladores ¿no son los responsables de tanta muerte?

Esperar es creer que es posible transformar este sistema perverso, y querer transformarlo, movilizarnos coordinadamente para que la economía deje de ser el oficio siniestro de ganar más, y pase a ser el arte de distribuir con justicia los frutos santos de la tierra de todos.

Estamos dispuestos a que nos bajen los salarios y nos suban los impuestos, pero no para que los grandes bancos ganen más todavía. Estamos dispuestos a dar de lo que tenemos, pero no a los que ya tienen demasiado, sino a los que no tienen para vivir. Hagamos como Jesús. O hagamos como Islandia. O como Argentina. La esperanza nos empuja.

Para orar

“DE VUELTA VOY”

Discretamente sordo a los agudos,
nuevas me llegan las vivencias graves:
los cantos de la paz, los llantos mudos,
el vuelo independiente de las aves,

la trama del pecado y su reverso,
la soledad de todos tan cercana,
la síntesis del mundo como un verso,
la voz de Dios más otra y más humana.

Suelta la crin y la ternura suelta,
la libertad por brida entre los dientes,
ya en la recta final, estoy de vuelta
de ciertas cabalgadas impacientes.

No he de colgar la lira ni la espada,
no negaré mi brazo a quien lo quiera,
pero se pone el sol en la calzada
y abro de par en par la antigua espera.

(Pedro Casaldáliga)



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