Isaac Rosa, en 'Público'
Una buena noticia para los trabajadores de Nissan en Barcelona: la multinacional japonesa ha decidido adjudicar a la planta catalana la nueva furgoneta, y eso garantiza la producción por otros diez años.
Una mala noticia para los mismos trabajadores de Nissan: para conseguirlo han tenido que aceptar el chantaje de la empresa, consistente en pasarse el convenio colectivo por donde ya saben y perder poder adquisitivo en los próximos años, trabajar más días y ser más flexibles. Como los mismos trabajadores ya aceptaron un duro ajuste hace poco (que supuso 1.500 empleos menos), lo previsible es que éste no sea el último sacrificio que se les pide.
Una mala noticia para todos los trabajadores: lo de Nissan ha pasado ya en otras fábricas españolas y europeas, y lo esperable es que cunda el ejemplo en otras empresas y sectores. Ayer mismo la dirección de Mercedes en Vitoria vinculaba la adjudicación de un nuevo coche a la negociación del convenio, sin eufemismos, para que se entienda. La imagen de los trabajadores de las distintas plantas de una misma marca compitiendo en la subasta por ver quién se recorta más sus derechos es terrorífica. Otro triunfo de los dueños del trabajo.
Todos nos alegramos de que la planta no cierre. Y a todos nos asquea el chantaje empresarial. Pero es muy fácil decir que los trabajadores se han bajado los pantalones y que deberían haber resistido, cuando les hemos dejado solos. ¿Dónde estábamos los demás trabajadores? ¿Se nos ocurrió amenazar con no volver a comprar un Nissan? ¿Dónde los actos de solidaridad? ¿Dónde los gobiernos que en vez de validar el chantaje deberían exigir responsabilidad a unas empresas que reciben ayudas públicas?
Decía hace unos días la patronal de los automóviles, Anfac, que con ejemplos como el de Nissan los empresarios y sindicatos “hacen bien las cosas y mandan buenas señales a los inversores internacionales.” ¿Les suena de algo? Señales, inversores. Esa es la vida que nos espera: mercados chantajeando a gobiernos, empresas chantajeando a trabajadores, y todos dando las gracias por seguir vivos. Ajo y agua.
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