sábado, 8 de enero de 2011

¡QUÉ DISPARATE, SR. OBISPO!

Federico Mayor Zaragoza 

“El Obispo de Córdoba alerta de un plan para aumentar la población gay”, se titula la noticia (“El País”, 3 de enero de 2011). “La UNESCO tiene un plan para hacer que la mitad de la población mundial sea homosexual”: esta sorprendente declaración pertenece -sigue la columna- al Obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, y fue pronunciada durante la homilía de la fiesta de la Sagrada Familia, el 26 de diciembre.

El Prelado afirmó en su sermón que el Cardenal Ennio Antonelli, Presidente del Consejo Pontificio para la Familia, del Vaticano, le había facilitado esta información hacía unos días en Zaragoza. En 20 años, a través de “varios programas” la UNESCO lograría este pérfido objetivo…

¡Y en lugar de corregir de inmediato estas sandeces –seguro en el caso del Obispo cordobés y posible en el caso del Cardenal- el Servicio para la Comunicación de los Obispos del sur de España las “cuelga” en su portal informático!

No sólo los cristianos sino todos los ciudadanos deberían elevar sus voces contra manifestaciones de esta naturaleza, que pueden ser extremadamente nocivas para gente de buena fé.

Personalmente, quiero presentar mi más enérgica protesta por el silencio –ya van muchos silencios en cuestiones que nunca deberían haberse silenciado- guardado por la jerarquía eclesiástica, a la Conferencia Episcopal Española y al Nuncio de Su Santidad en España para que expresen sin demora las disculpas que corresponden.

Es intolerable la forma en que la cúpula de la jerarquía católica española aborda temas que no sólo contradicen el buen sentido que debería observarse en una democracia aconfesional, sino que a muchos creyentes nos indigna.

Nos indignan también estas concentraciones multitudinarias y costosas en las que el Evangelio brilla por su ausencia. Y, abandonando el marco nacional que, por inercia de muchísimos años, tolera todavía actos y expresiones que se caracterizan por su arbitrariedad y partidismo en lugar de por su religiosidad, se invade ahora el ámbito internacional y se calumnia de manera inverosímil a la Organización intelectual del Sistema de las Naciones Unidas, la UNESCO, que tiene por misión, precisamente, construir la paz –objetivo tan cristiano y eucarístico- a través de la educación, la ciencia y la cultura, cuya Constitución gira alrededor de la igual dignidad humana y los “principios democráticos” que deben guiar a la humanidad para alcanzarla.

Al ofender gravemente y con esa increíble ligereza a esta Institución, se ofende también a los maestros que en el mundo de todos los colores y sensibilidades e identidades dan su vida a la formación de “personas libres y responsables”. “Libres y responsables”, según establece el artículo primero del Acta Constitutiva de la UNESCO. Ustedes, Señor Obispo, Señor Cardenal, con estos criterios y falsedades los formarían irresponsables, sometidos y azorados.

Libres, responsables e iguales en dignidad, sin discriminación alguna por razón de género, etnia, ideología, creencia, identidad cultural, sensibilidades... Esta es la educación que permitirá a cada ser humano único, capaz de crear, la capacidad de “dirigir con sentido la propia vida”, en definición inigualable de don Francisco Giner de los Ríos. Que no actúen al dictado de nadie, que no sean adoctrinados ni vivan en el temor ya que, como es notorio, el primer párrafo del Preámbulo de la Declaración Universal establece que el ejercicio de los Derechos Humanos “liberar a la Humanidad del miedo”.

¿Será por eso que algunos miembros de la jerarquía eclesiástica se oponen a la educación en “ciudadanía”? Rectifiquen. Sería muy bueno, no solo para corregir el dislate actual sino para favorecer que, en el futuro, se lo piensen dos veces antes de decir barbaridades, que ya van siendo muchas.

Las comunidades académica, científica, cultural, intelectual, en suma, no permanecerán impasibles y silenciosas durante mucho tiempo.

Rectifiquen.

0 comentarios: