lunes, 13 de junio de 2011

MI DESEO ES QUE LOS CRISTIANOS EUSKALDUNES PUEDAN TENER LAS CELEBRACIONES RELIGIOSAS EN EUSKERA

Xabier Irigarai (San Sebastián, 1931) lleva oficiando la misa diaria en euskera de los Jesuitas desde 1982. Antes, ayudaba en la misma celebración al padre Aguinagalde. Su pasión es, asegura, "Jesús de Nazaret y el euskera", su lengua materna. Su dedicación le ha grajeado el agradecimiento de toda la comunidad euskaldun, que mañana le tributará un pequeño homenaje. Lleva treinta años celebrando misa en esta lengua, pero su dedicación no termina allí. Ha oficiado bodas y funerales en euskera, además de impartir catequesis e incluso pasar dos años en el Congo de misionero. Lo entrevista Miguel Turullols en Noticias de Navarra.

¿Qué siente cuando tantas personas se reúnen para agradecerle su dedicación?

Es como demasiado (ríe). Es bonito y estoy emocionado por las muestras de apoyo y solidaridad que he recibido. Pero también me siento un poco avergonzado.

¿Cómo se enteró del evento?

Pues hará dos semanas que me dijeron: "Como te vas a enterar de alguna forma, preferimos decírtelo directamente". Me lo contaron en una de las reuniones que solemos mantener los de la Euskal Meza de Jesuitas.

Lleva desde 1982 celebrando misa en euskera, ¿nota que ha bajado la afluencia a la iglesia?

De aquel tiempo a este sí que ha habido una disminución.

¿A qué lo achaca? ¿Han bajado los euskaldunes o los fieles en general?

La reducción se debe a la falta de relevo. Y creo que la bajada ha sido general, tanto en euskera como en castellano, sobre todo por la falta de jóvenes.

Casi treinta años oficiando misa en euskera, ¿cuál es su motivación?

Toda mi vida está fundamentada en Jesucristo y después en el euskera. Me inspira y me motiva mi amor a Jesús de Nazaret, que es la clave de mi vida. Y juntamente con esto, el euskera, como elemento cultural y al mismo tiempo con el deseo de que los cristianos euskaldunes puedan tener las celebraciones religiosas en euskera. Y en tercer lugar, me inspira mucho toda la situación del África negra. Fui misionero dos años en la República Democrática del Congo, que por entonces era el Zaire, y desde ese momento sigo todo lo que ocurre en el continente muy de cerca.

¿Cuándo viajó al Congo?

En el año 80 y estuve hasta el 82. Pero antes, si me permite, me gustaría comentarle mi llegada a Pamplona.

Adelante

Vine en el año 1978. Entonces había un padre, el padre Aguinagalde, que es el que dirigía las misas en euskera de los Jesuitas. Lo hacía desde 1970. Él fue el promotor de estas misas. Incluso iba por los pueblos anunciando que iba a haber una celebración en euskera y animaba a la gente a ir.

En 1970 habría encontrado muchas dificultades para celebrar las misas y que acudieran los fieles

El euskera todavía no había calado en la iglesia. Se encontró muchas dificultades, incluido el rechazo del franquismo y de mucha gente que no veía bien estas misas. Pero él se había convencido de que los euskaldunes tenían su derecho a celebrar la liturgia en euskera y con esa defensa de los derechos humanos fue valiente y siguió adelante. Tanto es así que yo me considero deudor de él y continuador, a mi manera, de lo que hacía.

¿Cuánto tiempo estuvo ayudando al padre Aguinagalde?

Comencé en 1978, pero pronto le hice una mala faena porque a mí se me ocurrió ir de misiones. Y aunque el padre Aguinagalde era también muy amigo de las misiones, sintió que me marchara.

¿Corría el año...?

1980. Siempre había tenido esa ilusión por ir a misiones, pero por mi salud me habían dicho que no. Pero en ese momento se ve que me encontraba en mejor forma y me lo permitieron. La inspiración me vino el día de San Francisco Javier del año 1979.

¿Cómo vivió la experiencia? ¿Qué vio allí?

El Congo de los años 80 estaba mejor que el actual, pero me impresionó la situación de vida del africano, que es totalmente opuesta a la de una minoría que, como en todos los lados, vive muy bien. Desde entonces nunca he perdido el contacto con los problemas de los africanos. Pertenezco al comité de solidaridad del África Negra y mantengo relación con todos los misioneros jesuitas vascos que van allí, así como con sus familiares. Me ha dejado un recuerdo para toda la vida.

Y en 1982 regresó. ¿Cómo fue su vuelta a Navarra?

Muy duro, me costó mucho acomodarme. Comencé a ayudar de nuevo al padre Aguinagalde, que entonces me dio la responsabilidad, por así decirlo, de seguir con la eucaristía en euskera. Cuando en 1985 murió, seguí con las celebraciones, pero también ayudado, porque una de las buenas cosas que hizo Aguinagalde fue que a la misa diaria acudieran siempre sacerdotes diáconos y religiosos, que ayudan en la ceremonia.

Pero poco a poco fue abordando nuevos proyectos.

Sí, también en 1982 empecé a dar clases de religión en la ikastola Paz de Ziganda.

¿Qué recuerdos guarda de su etapa de profesor?

Muy buenos, estuve 19 años impartiendo clase. Me acogieron muy bien, pero sí que los jóvenes, sobre todo los de 13 y 14 años, a veces me hacían sufrir (se ríe).

Una llamada interrumpe la conversación. Irigarai responde pero dice que está ocupado.

Creo que me llamaban para una primera comunión

¿También celebra primeras comuniones?

Y bodas, funerales y catequesis también. He oficiado casi todas las diversas celebraciones de la iglesia.

En euskera, por supuesto.

Sí.

¿Qué siente cuando le llaman?

Te sientes querido y necesitado, por así decirlo, porque les puedes hacer un servicio. Otras veces te coge mal, porque la muerte, por ejemplo, no avisa, y tienes que hacer equilibrios para poder asistir. Pero bueno, en general me gusta que me llamen.

¿También imparte catequesis en euskera?

Sí, comenzó en la parroquia de Cristo Rey hace quince años, cuando nos vinieron unas personas a ver si se podía dar catequesis en euskera. Por lo general suelen ser grupos que se preparan para la Primera Comunión. Este año teníamos once personas y el año pasado tuvimos trece.

Con todos los proyectos en los que ha participado a lo largo de su vida, ¿con cuál se queda? ¿Cuál es especial para usted?

Lo que estoy es agradecido de que pueda haber hecho todo esto y de que pueda seguir haciéndolo. Estoy satisfecho. Contento con el trabajo que realizo.

¿Se queda con todo, no?

Bueno, mi mayor responsabilidad, por así decirlo, es mi misa aquí, en Jesuitas.

Véndala un poco, ¿cuándo se celebra?

Todos los días de la semana. Los sábados y los domingos es a las 18.45 horas, para que la gente pueda aprovechar mejor la tarde. La de diario es un poquito más tarde, a las 19.00 horas.

Imagino que el euskera será su lengua materna.

Sí, soy de Donostia pero como muchas veces digo, mi euskera es de Urdax, porque mi madre era de allí y pasábamos todas las vacaciones en Urdax.

¿Fue difícil conservar el euskera en plena dictadura franquista?

Eran tiempos duros para el euskera y el haber estado en Urdax los veranos, que entonces duraban tres meses, me sirvió para mantener la lengua. Ahora bien, los estudios que realicé fueron en castellano, y eso es un handicap que tenemos los euskaldunes, que hemos tenido que ser alfabetizados después.

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