Rubén Dri es Filósofo, Teólogo y Docente de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA).
Conrado Yasenza
- Durante el Concilio Vaticano II, se discutió cómo predicar el cristianismo en el siglo XX. ¿Cómo se predica en el siglo XXI
- - Yo corregiría lo de predicar el cristianismo, porque el cristianismo es la iluminación de los valores más profundos y realizadores del ser humano, por lo tanto, se trata de transmitir y reinterpretar la realidad a partir de esta iluminación que nos da el cristianismo. Y los valores humanos no se expresan solamente en una cultura que sería la cultura cristiana, sino que se expresa en diferentes culturas. Una cultura islámica, budista, una cultura de los pueblos indígenas no puede ser una cultura cristiana, entonces yo no puedo transmitir el cristianismo, si por eso se entiende transmitirle el dogma o diferentes conceptos que solamente pertenecen al cristianismo.
Lo que el cristianismo le debe transmitir es, precisamente, los valores más esenciales del ser humano como ser humano, porque ahí es donde se descubre a Dios. Lo que nos trasmite Jesús es que Dios está en el hombre, en la sociedad, pero solamente en la realización plena de un ser humano, en la realización plena de una sociedad es donde descubrimos a Dios. Pero yo lo voy a expresar con mis símbolos y mis categorías de cultura cristiana; el budista no lo va a expresar así, lo va a expresar de otra manera. El cristianismo es un camino para llegar a lo más profundo del ser humano y por lo tanto llegar a Dios, pero puede haber otros caminos con los cuales el cristianismo tiene que dialogar; más que predicar tiene que dialogar.
- Si Dios está en el cuerpo de los hombres a través de Jesús, ¿cómo se pueden justificar acciones bélicas, guerras, en dónde los hombres se matan entre sí, lo cual implica simbólicamente matar a Jesús?
- - No se puede justificar una guerra. Una guerra es una práctica de muerte y la de Jesús es una práctica de vida. El único que puede justificar la muerte es quién defiende la vida, por lo tanto, el dominado que se ve obligado a luchar para defender su vida. Es la única justificación. Pero una guerra, la guerra de conquista, las cruzadas, las guerras de exterminio, no pueden tener ninguna justificación cristiana porque son directamente anticristianas, están basadas en una teología de dominación, que ya está en la Biblia, son las teologías monárquicas, sacerdotales. La de Jesús es una teología de liberación, tiene como premisa fundamental que Dios está en el oprimido, en el pobre y no quiere la opresión, por lo tanto lo que legitima son luchas de liberación, prácticas de liberación, toda práctica de transformación del ser humano y de la sociedad en función de un ser humano mejor, más realizado, más feliz. La teología de dominación de la Iglesia es, precisamente, la teología de dominación de una institución que en lugar de aceptar plenamente el proyecto de liberación de Jesús, está enmarcada en un proyecto de dominación, de poder.
- La institución Iglesia, en qué estadio cree que se encuentra actualmente?
- - Está en un estadio sacerdotal, de dominación, que ha retrocedido frente a los avances que había significado Juan XXIII, en la década del ‘60, y el Concilio Vaticano II. Retrocedió hacia un tipo de estructura jerárquica de dominación con amplia base popular en un proyecto populista, es decir clientelar, donde los fieles son considerados directamente ovejas, súbditos y no actores, no verdaderamente sujetos.
- ¿Dios evoluciona junto al hombre, representa o tiene en cuenta los derechos de las minorías, de las mujeres, los homosexuales?Es decir, a medida que el hombre evoluciona y se libera de ciertas ataduras medievales, ¿Dios acompaña esa evolución?
- - Esta es la concepción que surge con el éxodo. Hacia 1250 a.c., cuando un grupo de esclavos, que no era un pueblo como dice el relato sacerdotal de la Biblia, sino un grupo de esclavos, logra liberarse. Este grupo, con un líder que se llama Moisés, reflexiona y piensa: Dios no quiere un estado monárquico, un estado dominador, como es el estado egipcio; Dios está con el oprimido, con el pobre y por ende quiere la liberación. La teología de la liberación, la concepción del Dios liberador, surge ahí. Esto es totalmente revolucionario porque todas las teologías eran teologías del poder: los sacerdotes estaban con el poder. Eso se puede ver en Egipto, en Asiria, en Babilonia, en los súmeros, etc. Esta es la concepción que van a retomar los grandes profetas, y sobre todo, Jesús de Nazaret. Jesús considera que Dios está en el pobre, en el oprimido, está en contra de la dominación. Con relación a lo que me pregunta, Dios está hoy en las minorías oprimidas y vamos descubriendo nuevas facetas de Dios. Dios comprometido en la historia, se va transformando, por lo menos en nuestra concepción, y hoy lo vemos de una manera distinta, no sólo como varón sino también como mujer. No sabemos como es Dios, eso es lo primero que debe decir la teología; lo que hacemos son aproximaciones. A partir de las experiencias religiosas, que son experiencias humanas, experiencias sociales, políticas, etc., vamos avanzando en nuestra concepción teológica de Dios y lo vamos reformulando.
- De acuerdo a esa reformulación ¿se van contemplando los derechos de las minorías, incluso minorías sexuales?
- - Seguro, y tenemos que ver el derecho de los negros, el de los asiáticos, el de los pueblos originarios de América. Hoy la teoría de la liberación está desafiada, precisamente por el descubrimiento de todos estos nuevos fenómenos que han aparecido. Por eso hoy la teoría de la liberación no es sólo la que surgió en la década del ‘60, en el seno de nuestro compromiso que viene fundamentalmente del catolicismo, sino que es una teología que entra en dialogo con la teología negra, la asiática, con las teologías que surgen de los pueblos originarios. Hoy nosotros no somos los que tenemos la revelación, sino que participamos con distintos grupos y juntos tenemos que ir avanzando.
- ¿Y la institución Iglesia?
- - La institución Iglesia es una institución dogmática, de poder, que cree tener la verdad; pero la Iglesia teológicamente no es la institución. Yo no pertenezco a la institución Iglesia y no me considero fuera de ella. La Iglesia es la comunidad de creyentes, ahí donde yo me uno con creyentes estoy en la iglesia e incluso cuando no sean creyentes explícitos, cuando sean ateos, pero que me una con ellos la lucha por la liberación del ser humano, es ahí donde yo me considero dentro de una Iglesia, dentro de una comunidad donde está Dios. Dios está donde el hombre se libera.
- En un comienzo, el pobre estaba considerado como un vehículo o un modo de conseguir un acercamiento al paraíso, a partir de conceptos como la caridad. Ese concepto después se reformula y da paso a la idea de que el pobre es pobre por sus propios vicios. ¿Usted no cree que esa reformulación del concepto de pobre es la que primó finalmente y nos ronda hoy?
- - Sí, los negros no quieren trabajar, es el concepto de hoy, y además es una cultura clasemediera muy expandida. Ha habido un trabajo ideológico muy fuerte que ha creado toda una cultura que es necesario revertir.
- Pero que tuvo un viso institucional, un apoyo eclesiástico
- - Sí, y que además intentó legitimar, a través de determinados textos, tomados literalmente, descontextualizados completamente y a veces traducidos erróneamente, como por ejemplo: “Siempre habrá pobres”; mal traducido del griego, idioma que yo conozco. Es un texto totalmente tergiversado y ha servido para legitimar cualquier tipo de política opresora, porque el texto es en realidad una discusión sobre la economía que se entabla en el grupo que acompaña a Jesús, donde Jesús les dice: “A los pobres siempre los tienen con ustedes”, y el problema se soluciona estando con ellos, luchando ahí, que es una cosa muy distinta que decir “siempre habrá pobres”. Ha habido siempre una prédica acerca de que siempre habrá pobres, de que no existe la cultura del trabajo, que son pobres por sus vicios. Además de haberlos oprimido se les introyecta el complejo de culpa, es decir, además de ser pobres son culpables por lo que son. Eso es una perversión completa y eso es haber pervertido el cristianismo de una manera realmente intolerable.
- ¿Qué es la caridad?
- - Es algo perverso, porque la caridad consiste en lo siguiente: Alguien da y el otro simplemente recibe. El que solamente recibe es un objeto porque tiene necesidad de recibir, porque no puede generar sus propias condiciones de vida, lo que significa que no puede crearse como sujeto y por lo tanto permanece como objeto. Lamentablemente esta actividad perversa se vuelve una necesidad en el capitalismo, porque hay determinados sectores que quedan fuera y tienen necesidad de comer, y la única manera de hacerlo es mediante la caridad, por lo tanto, se crea un círculo perverso. En ese sentido, cuando se ensalza tanto a la madre Teresa de Calcuta y a otros caritativos que andan por ahí, es porque el sistema capitalista tiene mucho interés en que se los ensalce, y desearían tener unas quinientas madres Teresa de Calcuta que les fuesen solucionando los problemas a todos los enfermos y hambrientos que el sistema va dejando. Entonces pueden ir creando nuevos hambrientos y al mismo tiempo limpiándose de culpa porque a su vez hay asilos, hospitales y madres Teresa que les solucionan el problema.
- Para volver al plano político actual, ¿los planes trabajar, o Jefas y Jefes de Familia, no se vinculan con este concepto de caridad?
- - Sí, también eso es perverso, es un concepto de caridad. Lamentablemente hoy aquel que pueda beneficiarse con uno de estos planes puede comer unos días, pero como concepto es perverso. El que pueda acceder a un plan que lo agarre, pero tendría que tener conciencia que se debe cambiar, porque sino es un objeto, y tienen que tener conciencia además de que eso lo están consiguiendo por una lucha social que se está dando, que a lo mejor no la dio él, pero la están dando otros que sí son sujetos, y que si se permanece en esa situación va a permanecer existiendo como objeto, y van a seguir haciendo con él lo que quieran.
- ¿Cree Usted que, en una época en la cual el depositario de la verdad parecería ser la ciencia, la religión y la fe estén en crisis?
- No, la religión no está en crisis, están en crisis las instituciones religiosas. La religión está realmente en un momento de florecimiento extraordinario. No quiero yo alegrarme con esto simplemente porque ese florecimiento muchas veces tiene que ver con faltas de respuestas en el ámbito político, social y cultural. La religión es un sentimiento muy profundo del ser humano que, sobre todo, se aviva en determinados momentos de crisis porque pasa a ser la única respuesta que va encontrando el ser humano. La religión, el mito, la mitología, la filosofía, son grandes respuestas que necesita y busca el ser humano, y por lo tanto no son irracionales, son racionales. Naturalmente, no responden a la racionalidad de tipo científico, que es otro tipo de racionalidad pero no la más abarcativa. Cuando el ser humano pierde sus conexiones religiosas, filosóficas, teológicas, se descentra, se desorienta, porque la racionalidad científica no lo puede orientar, porque es muy particularista y cada vez acota más su objeto y no puede dar una orientación. La orientación siempre es religiosa, es mitológica o es filosófica-teológica. Una cosa no niega la otra y todos nosotros, conciente o inconscientemente, somos filósofos, somos religiosos, somos mitólogos, porque tenemos esa visión universal. Gramsci decía con mucha razón: Todo ser humano es filósofo. Por eso, como decía anteriormente, mi visión universal tiene que saber dialogar con esa visión universal del cartonero, del campesino, de lo contrario no podemos hacer absolutamente nada; tal vez mi visión ha quedado demasiado abstracta y con el otro yo comienzo a aterrizar e incluso a ver nuevos problemas que no estaba viendo, o incluso los estaba enfocando solamente de una manera muy unilateral.
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