OTRO CRISTIANISMO ES POSIBLE 03-2
11-Noviembre-200803. SALIDA Y ABANDONO DE LOS MITOS ECLESIÁSTICOS. La crisis de la Iglesia como consecuencia del nuevo axioma. (abrir este enlace para leer el capítulo 3 completo. Es el mismo texto que ya se ofrecía la semana pasada. Lo que cambia es la Introdución-guía de lectura que llama la atención en otros puntos del capítulo.)
- Continuamos la reflexión sobre el capítulo 3 del Libro de Lenaers.
3-2. La evolución histórica (biológica y cultural) obliga a cambiar de lenguaje y de mitos.
5.- “Un principio fundamental”
Afirmado el núcleo irrenunciable de la experiencia cristiana, el encuentro personal con Dios (echamos en falta un entronque más explícito a que este encuentro se realiza en y con Jesús), Lenaers aborda su envoltorio que es, nada menos, todo el montaje mítico heterónomo (el dogma) que se podrá o deberá desechar. E indica el proceso de su de-construcción para el que señala un “principio fundamental”:
- “cuando una fórmula supone la existencia de un mundo exterior o superior al cosmos capaz de intervenir en el nuestro, tal representación o fórmula debe ser reemplazada por otra en la que Dios aparezca como el fundamento [¿no nos suena esto en Atrio?] más profundo del cosmos al que pertenece el ser humano” (página 36, último párrafo).
6.- Otro principio auxiliar
A continuación también trata en el capítulo (páginas 36-38 sobre todo) de cómo formular estas experiencias y para ello sostiene lo que podemos llamar un “principio auxiliar”:
- lo que no es experimentado o sujeto a prueba en ‘este mundo’ único existente, carece de sentido inteligible formularlo en categorías alusivas al ‘otro mundo’.
¿Se trata de un ramalazo positivista del autor, al gusto de muchos creyentes modernos y de ateos cuando plantean cuestiones de lenguaje? Las afirmaciones de Lenaers son fuertes pero hay que tener en cuenta que la ‘experimentación’ o ‘prueba’ que el autor exige para cualquier afirmación autonómica no es por fuerza de orden empírico externo, pues el autor habla de “aumento de valor de la existencia, o de profundización, o de liberación o de renovación”. Es una exigencia del axioma de autonomía. El axioma de la autonomía la avala.
- Lenaers tacha las pretendidas verdades doctrinales, una y otra vez, de “figuras imaginativas, irreales, inauténticas, quizás hermosas pero vacías”. “Nada de ello puede ser experimentado o probado” como algo real en este mundo. Defenderlo por parte de catequistas, pastoralistas o teólogos, se llamen Moltmann, von Baltasar o Hans Küng -sería…”apostar a perdedor”. “La doctrina tradicional [heterónoma] de la fe…es como una ciudad construida sobre una capa de hielo” que merced al cambio climático de la Modernidad, “se funde lentamente, sin vuelta atrás, y cada vez más deprisa”. “Desde la Ilustración… (los mitos cristianos) sólo mitos igual que los de los dioses del Olimpo”. Sin embargo, insiste el autor, no podemos perder el ‘logos’, “el mensaje más profundo y enriquecedor” que ocultan (¡y deforman!) los mitos cristianos. “Los mitos no son informaciones, sino representaciones figuradas de una realidad más profunda”. Y así…
- ¿qué sentido inteligible tiene decir que un bebé es lavado del pecado original? ¿O que la muerte de Jesús “ha redimido al mundo, ha vencido la muerte y el pecado, ha rescatado la deuda de Adán y ha abierto nuevamente las puertas del cielo?” ¿Alguien puede hacerse una representación de lo que ocurre después de la muerte?
7.- Enfado…aunque tolerancia.
En este contexto es comprensible que la Ilustración se mostrase airada y agresiva contra una iglesia que se aferraba a los viejos mitos cristianos sin haber acometido la labor pedagógica de salvar el logos de experiencia profunda que tantos cristianos habían vivido, en cierta medida, a pesar de ellos. Esto era mistificar a Dios, abonar crisis de fe y cultivar el ateísmo.
No obstante, la finura pastoral de Lenaers sigue salvando la subjetividad creyente: ante todo propugna la tolerancia: que los modernos no tilden de ‘tercos y tontos’ a los conservadores ni éstos de ‘herejes y no creyentes’ a aquellos.
8.- La ‘Evolución’ histórica (autonomía) versus ‘historia’ de salvación (heteronomía).
Esta última parte del cap.3 es la bisagra entre la base teórica de su pensamiento que hasta ahora hemos explicado y su verificación detallada elemento por elemento de la doctrina cristiana que va a hacer en adelante. Lenaers presenta el marco global de su pensamiento en torno a la teoría científica de la evolución, en especial la biológica, que se opone al contenido heterónomo tradicional de la MITOLOGÍA bíblica del Edén y sus consecuencias.
- •A. La evolución biológica.
La evolución de las especies parece incuestionable y las iglesias la aceptan al menos en teoría y en Europa, aunque el más importante compendio popular universal de la doctrina, el Catecismo de la Iglesia Católica (1994), no la nombra y la sustituye por los relatos del Génesis.
La evolución de la Humanidad arranca desde los organismos unicelulares y avanza a lo largo de millones de años en proceso lento y natural, verificable en buena medida y conforme a leyes descifrables en gran parte. Es un proceso, aclaro, sin solución de continuidad en el que no aparece ningún novum cuya emergencia no se pueda explicar por causas naturales, ni siquiera el de la conciencia inteligente ni tampoco una intervención salvadora. En este mundo de ‘abajo’ si para el creyente Dios es el fundamento de una creación ‘buena’ -como quiera que sea- no existe razón suficiente para creerla afectada por algún ‘vicio’ que le impida alcanzar su oportuno desarrollo. El enigma del mal -en sus diferentes modalidades- siempre ha cuestionado la bondad del mundo ‘de abajo’, es de la evolución natural, pero su resolución heterónoma ha planteado mayores problemas de los que resuelve. Desde ningún ángulo natural se percibe que haya necesariamente que echar mano de alguna solución exógena o sobrenatural. Ahí está el ‘mito’ aunque siempre será preciso encontrar su ‘logos’ (que repetimos nuevamente para Lenaers no es otro que el ‘encuentro personal con la divinidad’.
Así, pues, la Modernidad, ha propiciado extender también a lo religioso el axioma de “autonomía”, que se desprendía desde las ciencias en sus avances, mientras no se validase otro contrario que es lo que ha pretendido la creencia de una comunicación reveladora por parte de Dios.
•B. El mito cristiano.
Aquí podemos dejar hablar al autor más escuetamente en su texto (páginas 41 a 44). En resumen dice esto:
Todo comienza por una sola pareja creada feliz, santa e inmortal. Adán y Eva se rebelan contra Dios y este pecado afecta a todos sus descendientes por vía de generación acarreando todos los males, incluida la muerte. El citado Catecismo de la I.C. despliega un arsenal de explicaciones incongruentes para salvar lo insalvable: en los descendientes el pecado no es pecado porque no es una decisión personal; no existe culpabilidad personal pero la humanidad se convierte en una “masa de condenados” al infierno (Conc. de Florencia 1442). Aunque el ser humano es criatura finita su culpa, que no es culpa finita, es infinita y sólo el descenso del Hijo de Dios desde el mundo ‘de arriba’ y su sacrificio expiatorio en la cruz puede restablecer, incluso mejorar, el orden. A partir de esta intervención ‘histórica’ (‘historia’ de salvación) todo se concatena: el cuerpo de Jesús vuelve a la vida y la garantiza para todos; sube a los cielos; María no contrae el pecado hereditario; engendra por obra de ‘lo alto’, sin dejar de ser virgen; es ascendida al cielo. Inmaculada Concepción y Asunción son dogmas ‘infalibles’ como tantos otros en virtud de una infalibilidad reconocida al Papa por el Vaticano I, etcétera..
La tesis de la evolución permite mantener todo dentro de ‘este mundo’, en perfecto régimen de autonomía (ya intuida en la Ilustración). La mitología cristiana se aferra a la explicación heterónoma del mundo ‘de arriba’ sin acertar a distinguir el ‘logos’ del ‘mitos’; los ateos se confirman en ‘su fe’; los buenos cristianos sencillos sí que, gracias al mensaje evangélico, viven ese logos; la mayoría, en cambio, no sabe a qué carta quedarse y los más críticos hacen mutis por el foro, salvo cuando depuran sus creencias, como Lenaers, y se ponen en búsqueda de otro camino casi imposible, porque “caminante, no hay camino…se hace camino al andar”, parece decir Lenaers en la última frase.
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- PD. A medida que avanza el curso se observa que se van superando ciertas reacciones escapistas del orden de ‘estamos en la postmodernidad, no en la modernidad’. Se observa también que de las múltiples facetas de un proceso tan complejo como el de la modernidad y con hijos tan espúreos algunos (como subrayan en AL) se ha acabado percibiendo que, a efectos de lo antropológico y religioso, el núcleo de la modernidad fue un descubrimiento, difuso en los comienzos, el de la AUTONOMÍA (que la postmodernidad no niega) de toda realidad ante Dios. Precisamente lo que la I.C. ha interpretado desde entonces torticeramente, interpretación que prolonga Ratzinger en su cruzada contra la secularidad.
10 nov.08
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