martes, 7 de julio de 2009

CURSO SOBRE EL ALMA Y SU DESTUINO - 3

Gonzalo Haya Prats

Capítulo 3. El origen del alma

En este capítulo Mancuso desarrolla su tesis, ya anunciada, sobre el origen del alma directamente del mundo -por medio de los padres- e indirectamente de Dios. Se empieza a separar de doctrinas proclamadas como dogmas, pero expone con claridad sus razones.

1. En cuanto al origen del alma existen dos grupos de teorías:

Origen directamente de Dios.

  • a) Por emanación: Plotino, Eckhart, Molinos,

destacan la naturaleza ontológica del alma y su espiritualidad.

  • b) Por creación desde el origen del mundo: Leibniz,

destaca más la eternidad del alma

  • c) Por creación en el instante de la concepción del cuerpo: Postura actual de la Iglesia Católica. O poco después de la concepción.: Tomás de Aquino

Defienden la singularidad del alma “Nunca hemos sido otro”.

Origen directamente del mundo, e indirectamente de Dios.

Mancuso defiende que el alma es generada por los padres junto con el cuerpo, -generacionismo espiritual- aunque indirectamente ambos son creados por Dios. Porque “alma y cuerpo son la misma cosa: energía”.

Esta posición es considerada actualmente como heterodoxa, pero fue sostenida por la mayor parte de los Padres Occidentales de la iglesia.

2. La postura sobre la preexistencia o no del alma está muy influida por la prioridad que se atribuya a la racionalidad del mundo o a la experiencia del individuo. Según este criterio pueden destacarse cuatro grupos.

  • a) Los qua atribuyen la primacía a la racionalidad del mundo sostienen que el alma pertenece a ese orden perfecto. La consideración del mal en el mundo proviene de un punto de vista erróneo. “No hay nada injusto o equivocado”: “El hombre maduro tiene que olvidarse de sí mismo” y “situarse en el punto de vista universal”. En esta línea se mueven el hinduismo, budismo, Pitágoras, Plotino, Orígenes.
  • b) Los existencialistas dan la primacía al individuo y no necesitan defender la racionalidad del mundo ni la preexistencia del alma. A esta tendencia pertenecerían Epicuro, Buda, Montaigne, Pascal, Kierkegaard, Shopenhauer, Sartre
  • c) La reencarnación de las almas concilia el dolor del individuo con la racionalidad del mundo, porque el dolor del individuo es consecuencia de sus actos en una vida anterior.
  • d) Mancuso estima esta conciliación pero rechaza la reencarnación porque destruye la libertad del individuo. Ya veremos más adelante cómo busca su propia explicación para conciliar la racionalidad del mundo con la libertad.

3. La doctrina de la Iglesia Católica defiende la creación inmediata de Dios para garantizar la individualidad, espiritualidad e inmortalidad del alma. El autor cree que se garantiza mejor con su origen inmediato a partir de los padres, a partir del mundo; de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo.

Mancuso argumenta que la dimensión espiritual deriva de la materia, como ya afirmaba Teilhard de Chardin. Por consiguiente la inmortalidad del alma también proviene del mundo, siguiendo la lógica de evolución inscrita en el mundo. Para entender esta afirmación será necesario leer textualmente su razonamiento (que reproducimos en la selección de textos) y que será ampliado en el capítulo siguiente sobre la inmortalidad del alma.

4. El problema del aborto. El autor se siente obligado a terminar este capítulo con una aplicación a este problema actual. No recurre a la opinión de santo Tomás, que él mismo ha citado, sobre la creación del alma “poco después de la concepción”, quizás porque para él se genera junto con el cuerpo. Tampoco recurre a que en el primer momento el alma es vegetativa o sensitiva. Mancuso, basándose quizás en la lógica o finalidad de la evolución de esta primera forma del alma, concluye que “tanto el aborto como la supresión de embriones humanos creados con anterioridad son éticamente reprobables”.

Sugerencias para comentar

Podemos dejar para el próximo capítulo el profundizar en el tema de la inmortalidad. Hoy podemos centrarnos en la exposición de Mancuso, y especialmente en el origen del alma y en su espiritualidad.

  • En el planteamiento de Mancuso, el alma es la energía que estructura la materia del cuerpo humano. Según esa concepción ¿Puede existir el alma antes que el cuerpo? ¿Puede subsistir el alma después de descomponerse el cuerpo? ¿Valen los mismos argumentos para la preexistencia y para la postexistencia? Todavía no conocemos todos los argumentos de Mancuso sobre la inmortalidad del alma, pero ya podemos estar alerta.
  • ¿Se van aclarando o se van complicando los conceptos de energía, estructura y materia? ¿Son consistentes o van modificándose? En la exposición de Mancuso ¿qué hay de científico, de argumentación racional, y de comprensión emocional?
  • ¿En que consiste la espiritualidad del alma?
  • ¿Cómo concibe Mancuso la plenitud del ser humano?
  • ¿Cuándo se constituye la persona humana y sus derechos?

Selección de textos

    Los textos seleccionados para hoy correspondena los números resaltados del índice dek capítuo 3 que se reproduce a continuación.

    Lo mejores disponer del texto completo Los textos seleccuinados como antolohía han sido extraídos del libro de Vito Mancuso, El alma y su destino, Editorial Tirant lo Blanch, con autorización del editor para su publicación en ATRIO.org.

    3 ORIGEN DEL ALMA

    28. Una demarcación fundamental

    29. Las teorías sobre el alma creada directamente por Dios

    30. La preexistencia del alma con respecto al cuerpo

    31. El alma creada a la vez que el cuerpo (pero de forma diferente): el creacionismo

    32. Lo que está en juego

    33. La dimensión espiritual deriva de la materia

    34. Un círculo vicioso a propósito de la inmortalidad

    35. La inmortalidad a partir del mundo

    36. El alma viene del mundo

    37. A partir de abajo

    38. La plenitud

    39. La visión madura de la relación Dios-mundo

    40. Recapitulando

    41. El alma del embrión

33. La dimensión espiritual deriva de la materia

Materia y espíritu no son otra cosa que distintas configuraciones del único ser, la energía, para quien entre ambos hay una continuidad ontológica perfecta. Teilhard de Chardin, científico y teólogo, lo sabía a la perfección y por eso hablaba de «santidad de la materia», de «potencia espiritual de la materia» y veía en ella la «fuente armoniosa de las almas». Para todas las cosas, también para el espíritu, la materia es lo que su nombre indica, mater.

Así escribía Teilhard de Chardin en su Esquisse d’un Univers personnelcompuesto en 1936 en Beijing donde había sido exiliado por sus superiores debido a sus ideas: «No existen concretamente la Materia y el Espíritu, sino que existe solamente una Materia que se hace Espíritu. No hay en el mundo ni Espíritu ni Materia: la ‘Tela del Universo’ es el Espíritu-Materia. Ninguna otra sustancia podría producir la molécula humana». Y en una carta del 13 de marzo de 1954, un año antes de su muerte: «No el Espíritu por evasión fuera de la Materia, ni el Espíritu yuxtapuesto incomprensiblemente a la Materia (¡tomismo!), sino el Espíritu emergente (mediante operación pan-cósmica) de la Materia.Materia Matrix»15. (Ver nota 25 al final)

35. La inmortalidad a partir del mundo

Creo que se puede sostener la inmortalidad del alma sin tener que pensar que es creada directamente por Dios sin participación de los padres. El sentido de este libro depende en gran parte de esta cuestión que se tratará directamente en el próximo capítulo. De todas maneras adelanto ya que pienso racionalmente imposible sostener que el alma es inmortal porque viene directamente de Dios, ya que nada viene directamente de Dios, sino que todo viene indirectamente de Dios por mediación del mundo. Igualmente creo racionalmente imposible sostener que el alma es inmortal porque es espiritual, ya que tampoco el espíritu es inmortal si no se convierte en Espíritu santo, es decir, divino.

Sólo se puede ser inmortal por ser divino o divina y el alma puede ser divina: basta con que vuelva a entrar en sí misma y comprenda su origen, que forma parte de este proceso creativo divino, una ininterrumpida efusión de ser, de «polvo vital», orientada a la construcción ordenada del mundo. El alma se vuelve divina cuando deja de querer convertirse en algo importante, afirmarse a sí misma, ser alguien. Cuando el alma se hace pobre, aceptando el mero estar aquí, feliz de estar aquí, reconciliada con el estar aquí, con la inocencia del estar aquí, se adhiere totalmente al ininterrumpido proceso divino. Ha vuelto a entrar en sí misma, se ha conocido a sí misma, se ha convertido en parte consciente del ser de Dios, se ha hecho divina y por tanto inmortal. El alma se hace divina en la medida en que se deja habitar por la esencia divina, es decir por el bien, el bien objetivo como relación ordenada que es el principio del mundo. El alma que se expone al bien, que se hace modelar por el bien, y que a su vez comienza a generar bien, lleva a cumplimiento la lógica que preside la construcción del mundo por parte de la naturaleza-physis y se hace sobre-natural, esto es divina, y por tanto inmortal.

36 El alma viene del mundo
Los más grandes filósofos, pienso por ejemplo en Platón y Aristóteles en la Antigüedad y en Kant y Hegel en la época moderna, han visto que el hombre contiene un elemento que no se explica sólo basándose en la naturaleza como aparece normalmente en el mundo. Platón hablaba de ello en términos de alma, Aristóteles de intelecto activo, Kant de sentimiento moral, Hegel de espíritu absoluto. La representación común entiende este elemento como una cosa, una sustancia, un ente particular, pero debe entenderse más bien como una configuración peculiar de la única cosa, de la única sustancia, del único ente, que es nuestra energía. Esta configuración particular es generada en nosotros por el encuentro con la Idea del bien. Nosotros, antes de encontrar la Idea del bien, somos un sistema centrípeto dotado de fuerza de gravedad como cualquier otro ente en el universo. Después de encontrarnos con la Idea del bien sufrimos una mutación, lo que en religión se llama
conversión, y empezamos poco a poco (porque es trabajo de toda una vida, no se convierte profundamente uno de la noche a la mañana) a convertirnos en un sistema centrífugo, donde la meta es el amor y no el egoísmo, la verdad y no el poder, la justicia y no el interés. Poco a poco y con mucho esfuerzo, pero atraídos irresistiblemente por la Idea del bien y por su nobilísima luz, lo que en teología se llama gracia.

38. La plenitud

El ser humano divinizado no es más o menos ser humano o algo distinto de él. No, el ser humano divinizado es el hombre y la mujer perfectamente realizados, que viven la plenitud de su humanidad. Exactamente como Cristo, que es verdadero Dios, no a pesar de su auténtica humanidad sino precisamente porque es un hombre auténtico. Dicho de otro modo: todo está contenido en la creación, en la procedencia divina del ser. Si creemos que el ser viene de Dios, es suficiente unirse al ser para pertenecer a Dios y la plenitud del ser será precisamente lo que los hombres han señalado como divino (…)

Entonces, ¿por qué hay que denominar a esta realidad omnicomprensiva con el término particular de Dios, por qué no podemos limitarnos a decirser? Porque es una fiesta tan extraordinaria alcanzar la plenitud del ser, de la vida buena y bella (de hecho, la vida es bella sólo si también es buena) que para poder expresarla los hombres han sentido la necesidad de una categoría ontológica especial y han hablado de divino. Cuanto menos se comprende la riqueza y la belleza de la vida por lo que es, más se piensa que lo divino es algo distinto de la vida, algo totalmente diferente. El centro especulativo del cristianismo, la encarnación de Dios en un hombre, es exactamente la máxima expresión de esta ecuación fundamental: plenitud de la vida = divino… El nivel más alto, con más información, más complejo de la energía se llama espíritu.

40. Recapitulando

Todo lo que vive, por el hecho mismo de vivir, está animado, tiene un alma: las plantas tienen el primer nivel, los animales el primero y el segundo, los seres humanos presentan una variedad que satisface todos los gustos. Los múltiples niveles dependen ya sea de la cantidad ya sea del orden de la energía. Un elefante tiene una cantidad de energía mayor que un hombre (es lo que imagino a partir de la mayor masa de que dispone), pero la energía del hombre es superior, es decir produce más trabajo, gracias a que está más ordenada. La capacidad de producir trabajo, como se sabe, es la definición de energía.

He afirmado que Dios no infunde el alma, si entendemos con eso un acto creativo particular que sucede cada vez que un ser humano es concebido. Lo que Dios crea, y crea desde siempre, es la energía y las leyes que regulan su dinamismo, cuya finalidad es llegar a una vida consciente y libre. Dios quiere una vida consciente y libre frente a sí. Este es el verdadero sentido teológico de la creación: la creación hay que entenderla como establecimiento de las condiciones que hacen posible el nacimiento de la libertad, porque el amor (que es la esencia de Dios y por tanto lo que Dios quiere, porque él quiere siempre y solamente su esencia, como enseña Tomás de Aquino) puede nacer sólo del encuentro de dos libertades.

NOTA:

15 Debo esta cita a un artículo tan bien documentado como extremadamente crítico contra Teilhard de Chardin aparecido como anónimo en el Osservatore Romano del 30 de junio de 1962. El artículo cita una carta de Teilhard tomada a su vez de la revista Psyché, 1955, n. 99-100, p. 9. Aquel mismo día el artículo del Osservatore Romano hacía de soporte al Monitum del Santo Oficio contra Teilhard de Chardin, publicado con la firma de «Sebastianus Masala, Notarius». El Santo Oficio, preocupado por el hecho de que «algunas obras del padre Pierre Teilhard de Chardin, editadas tras la muerte del autor, sean publicadas y encuentren un no pequeño favor», promulgaba un escrito para exhortar «a todos los Ordinarios y superiores de los Institutos Religiosos, Rectores de los Seminarios y Directores de las Universidades, a defender los espíritus, especialmente los de los jóvenes, contra los peligros de las obras del padre Teilhard de Chardin», que para el Santo Oficio «encierran tales ambigüedades, es más, incluso errores tan graves que ofenden a la doctrina católica». He traducido el texto del original en latín publicado en el apéndice de Giancarlo Vigorelli, Il gesuita proibito. Vita e opere di P. Teilhard de Chardin, il Saggiatore, Milán 1963, p. 353. El texto completo es hoy fácilmente localizable gracias al esmero dewww.paginecattoliche.it en la sección que dedica el sitio a los «herejes modernos» (donde sin embargo, dos veces aparece escrito el nombre del gran teólogo francés erróneamente: Theilard. Tal vez un poco menos de celo inquisitorial y un poco más de estudio no vendría mal pero, quién sabe por qué, a menudo el celo inquisitorial es inversamente proporcional al amor por el estudio).




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