jueves, 26 de noviembre de 2009

PIRATAS EN EL ÍNDICO. oTRA VISIÓN DEL PROBLEMA


Por Clara Tresako, Carmen y Noemí Matos

El día 2 de octubre de 2009, la mayoría de periódicos y muchos de los telediarios Españoles abrían sus ediciones con este titular: “El pesquero español 'Alakrana' ha sido secuestrado por un grupo de piratas Somalíes en el Océano Índico, según ha informado el Gobierno vasco”. Desde entonces, todos los medios de comunicación nos han mantenido informados del día a día de un secuestro, que parece poner fin el 17 de noviembre de 2009, tras 47 días en manos somalíes.

El despliegue mediático alrededor de este hecho ha sido grande, y todos los españoles hemos podido conocer un poquito a los piratas, haciéndonos una idea basada en un hecho puntual, gente desalmada sin moral ni ética. Pero... ¿qué sabemos de este país a parte de que es muy peligroso pescar en sus aguas?, ¿alguien había oído hablar de Somalia antes de “los piratas”?

La realidad socio-económica y política de Somalia

Somalia es un país situado en el extremo oriental del cuerno de África. Con una población de casi nueve millones de habitantes. Es considerado uno de los países mas pobres de África, con un nivel de analfabetismo del 50,3 % en hombres y 74,4 % en mujeres, una mortalidad infantil del 116.30 por 1000 y una esperanza de vida al nacer de 48.2 años.

Durante su historia ha sido ocupado consecutivamente por diferentes pueblos, como romanos, griegos, indios, algún país vecino como Etiopía, o países europeos como Portugal, Gran Bretaña, Francia o Italia. En 1959 Somalia accedió a la independencia, pero la lucha entre clanes le hizo vivir un periodo de inestabilidad. En 1991, tras varias guerras civiles, colapso su sistema de Gobierno. A pesar de que desde el año 2004 Somalia posee un gobierno teórico reconocido internacionalmente, la situación en el país es de caos total.


Consecuencias de la falta de gobierno


Debido a esta falta de gobierno los países desarrollados han encontrado una mina de oro en el país Africano.
  1. En primer lugar desde hace varios años se vienen realizando descargas ilegales de desperdicios tóxicos cerca de las costas de Somalia. Las compañías Europeas se dieron cuenta de que era una manera muy barata de deshacerse de los desperdicios, costando nada mas que $2.50 por tonelada, mientras que la eliminación de estos desperdicios en Europa cuesta en torno a $1000 por tonelada. El abuso se hizo visible cuando, en 2005, un tsunami depositó en las playas y costas somalíes bidones corroídos y otras muestras de estos residuos. Según el enviado de las Naciones Unidas en Somalia Ahmadou Ould-Abdallah, la porquería tóxica acumulada en pocos días por la catástrofe marina provocó úlceras, cánceres, náuseas y malformaciones genéticas en recién nacidos y, al menos, 300 muertes.
  2. Por otra parte aprovechando esta falta de gobierno, una multitud de barcos de pesca faenan en aguas frente a Somalia (incluyendo aguas territoriales), cargando toneladas de pescado, mientras a las costas somalíes solo llegan los “restos”. En 2005 se calculó que pescaron allí unos 800 barcos de distintos países, muchos de ellos europeos y, más específicamente, españoles. Se estima que los ingresos generados durante un año por esta pesca extranjera ilegal ascendía a 450 millones de dólares. El resultado fue la rápida disminución de unas reservas pesqueras que eran el principal recurso para las comunidades de pescadores del país, catalogado como uno de los más pobres del mundo.
Por todo esto (según un reportaje de Al Yazira), algunos grupos de somalíes trataron de constituir un cuerpo autodenominado “Guardacostas Voluntarios de Somalia” [1], reuniendo dinero con el que pagar a la empresa estadounidense Hart Security, que se dedica a entrenar y formar luchadores y mercenarios por todo el mundo –y que, años más tarde, ha actuado como mediadora para el cobro de rescates en aquellas mismas aguas.

Si alguien se molestara en preguntarles a ellos, argumentarían que lo que están haciendo no es mas que defensa nacional. Sin embargo desde occidente se tacha de piratería. Si un país cualquiera se acercara a nuestras costas y pescara en ellas, a la vez que deposita residuos tóxicos, ¿El trabajo de nuestra guardia costera seria calificado de piratería? La diferencia es que nosotros no secuestraríamos, juzgaríamos de acuerdo a nuestras leyes y tomaríamos las acciones legales necesarias para terminar con el problema. ¿Pero que pasa cuando esto sucede en un país donde no hay un gobierno constituido, donde no hay leyes por las que el barco “intruso” pueda ser juzgado?

No se sabe a ciencia cierta, si los barcos secuestrados (el Alakrana entre ellos) estaban pescando en aguas territoriales de Somalia o en aguas internacionales, por lo tanto si hacían algo legal o ilegal. Pero sea como fuere los países occidentales se han sentido atacados y están empezando a tomar medidas, muchas de ellas drásticas, y estas si, ilegales.

La intervención militar occidental persigue el éxito saltándose el derecho internacional en alta mar. La semana pasada, sin ir más lejos, un helicóptero del ejército alemán, tras efectuar disparos de advertencia, detuvo a tres embarcaciones cerca de las Seychelles. La Marina afirma que los once pasajeros arrojaron objetos al mar, entre ellos, supuestamente, un arma de fuego. En el posterior registro de los botes “no se encontraron armas”, según el ejército federal, pero sí “diez bidones con combustible. Esto indica piratería” [2]. Por posesión de combustible, los soldados alemanes obligaron a los 11 pasajeros a montarse en uno de los botes, los soltaron en el mar y hundieron las otras dos embarcaciones. “Este procedimiento” —se dice en el artículo de un corresponsal— “se ha empezado a poner en práctica en todos aquellos casos en los que presuntos piratas han sido detenidos por sospechas de que estuvieran relacionados con un intento de ataque” [3]. Con estas prácticas, el ejército se burla del derecho internacional, que contempla el derecho a la libre navegación con independencia de la procedencia y el equipamiento de los navegantes.

Por otra parte en diciembre de 2008 surge la llamada “operación Atalanta” . En ella se especifica que los buques de guerra de los estados de la Unión Europea, patrullaran en aguas territoriales de Somalia, hasta 500 millas mar adentro. Esta operación se lleva a cabo con el objetivo de proteger los suministros que el Programa Mundial de Alimentos lleva a Somalia y países limítrofes del ataque de los piratas. Sin embargo, si vamos un poco mas allá nos damos cuenta de que el verdadero objetivo es escoltar los buques que transitan por sus aguas llenos de petróleo y todo tipo de mercancías sin pagar Aranceles. También defender a los barcos pesqueros que faenan allí.

Sin embargo, estos barcos a veces se alejan de los buques de la operación Atalanta, como sucedió con el pesquero vasco “Alakrana”, y entonces son secuestrados. Para evitar esto, el estado Español ha decidido enviar al ejercito español al cuerno de África, para proteger la flota española, mandándose un total de 395 militares, una fragata, un petrolero y un avión de la patrulla marítima. Otros países también han enviado ya sus ejércitos a las aguas del indico.

Parece que en este caso, los países occidentales están poniendo el práctica la “ley del mas fuerte”, en lugar de plantearse el porque de esta situación e intentar hacer algo por cambiarla.

Por supuesto, no todo el mundo esta descontento con la piratería. En Malindi, un pueblo pescador de Kenia, están encantados. “Estamos encantados con los piratas, si mantienen a los barcos grandes muy lejos de la costa”, dice uno de los pescadores. “Nos alegramos de que los barcos no faenen por aquí. Si pescan cerca, todo el pescado desaparece”, asegura otro, tal y como puede verse en un video alternativo publicado en diagonalperiodico.net.

Todo esto nos debería hacer pensar en la causa. ¿Qué esta pasando? ¿Es ético pescar en aguas somalíes en pos de un beneficio económico mientras miles de personas mueren de hambre?. Y la pregunta mas importante antes de juzgar ¿Qué haría yo si alguien viniera a quitarme el pan de mi hijos? ¿Lucharía o me quedaría mirando como se mueren de hambre ante mis ojos? La respuesta, en mi caso, está bien clara.

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