Dios es Espíritu. El Padre es Espíritu. El Hijo es Espíritu.
Jesús nos transmitió su experiencia mística de Dios como Padre. Es una concepción, una metáfora humana, entrañable, pedagógica, comprensible por su semejanza con los afectos más puros del ser humano. Como toda metáfora, nos orienta hacia algo inexplicable; pero como toda metáfora es incompleta y no puede tomarse en su literalidad.
Dios es Espíritu. Esta expresión también es una metáfora. Una metáfora menos sensible porque el espíritu no se percibe por los sentidos. Quizás sea más comprensible mediante conceptos científicos y mediante experiencias ultrasensoriales (espirituales, místicas).
Los cristianos no tenemos muy clara cuál es la relación del Espíritu Santo con nosotros. En la Teología, desde san Pablo, ha predominado la idea del Padre como Creador, del Hijo como Salvador y del Espíritu como santificador; pero ¿qué añade santificador a salvador? Se ha perdido así el efecto dinamizador y carismático, que le atribuye Lucas.
El Espíritu no tiene tampoco una forma determinada. Es lenguas de fuego, es paloma, es energía (dynamis tou Theou, energía de Dios).
Desde las primeras líneas del Génesis se nos dice que el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. El Espíritu de Dios es Dios, como el espíritu de la ley es la misma ley, su verdadera esencia.
El Espíritu es creador. Veni creator Spiritus. La creación no ocurrió hace miles de millones de años. Dios no creó el mundo y lo echó a rodar. La creación es continua. La creación es la energía que se expande, que se estructura en materia y en espíritu; la energía que evoluciona en forma de redes cada vez más complejas, pero con manifestaciones más simples, desde el átomo hasta el hombre.
Dios es Espíritu. Dios es la energía que se manifiesta en la naturaleza. Deus sive natura, “Dios, es decir, la naturaleza” como ya intuyó Spinoza.
Dios es energía, pero la energía no es algo impersonal. La energía es personal aunque no se limita en una forma individual. La energía es lúcida, sabe adónde quiere ir, y dirige la evolución. Tiene los caracteres personales: conocimiento, voluntad, amor. La persona humana no es más que una manifestación de la energía. Si la persona humana tiene valores éticos, si alcanza cotas sublimes de entrega y de amor, es porque ha cristalizado en ella la estructura más completa (hasta ahora) de la energía.
Dios es Espíritu. Dios es energía. Dios es energía lúcida. Dios es Amor.
1 comentarios:
Heavy tu post, primera vez ke leo a un "cristiano" cuerdo y absolutamente coherente, lúdico y sin la fé del carbonero! me gustó!
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