martes, 10 de mayo de 2011

¿SEÑALES DE FUTURO?

Jesus Renau

En medio de tantas noticias, publicaciones, estudios y declaraciones sobre la actual crisis financiera y social, de forma no sistemática se estan dando propuestas de futuro. Los análisis necesarios para acercarnos a la realidad muchas veces también señalan algunas pistas, posiblemente muy prematuras, de cambios legales y admistrativos en orden a una sociedad más justa.

Merece la pena recoger algunas de estas propuestas sin ninguna intención de sistematizarlas y, por eso, las podemos clasificar como síntomas de futuro. Posiblemente es aún muy pronto para hacer un diseño estructurado que pueda iluminar una política concreta.

Estas propuestas han sido sacadas de lecturas, charlas, conversaciones y reflexiones de muchas personas preocupadas por la actual crisis y por las consecuencias sociales y económicas que está provocando.

La democracia debe llegar a la economía y a las finanzas mediante legislaciones aprobadas democráticamente y fundamentadas en los derechos humanos y sociales y en el bien común.

Urge una reforma a fondo de la fiscalidad de manera que los impuestos repercutan sobre las personas y entidades de forma gradual, para que pague más quien más tenga y pague menos el que menos tenga.

Potenciar la cultura de los movimientos sociales en red utilizando las posi­bili­dades que ofrecen las nuevas tecnologías y las redes de comunicación social.

Desmontar el monopolio intelectual de determinadas universidades y medios de comunicación que imponen condiciones para una excelencia necesaria para determinados grados académicos e incluso cargos políticos y de la sociedad civil. Abrir nuevos campos, nuevas tendencias, nuevas propuestas, abrirse a la diversidad idiomática, etc.
Profunda renovación sindical que abra las puertas y la afiliación a los parados, a los recién llegados y a los trabajadores de la economía sumergida.

Creación de agencias públicas de valoración financiera, que no dependan de los mercados y mantengan una independencia absoluta de los capitales y fondos de inversión.

Prevenir los riesgos de determinadas inversiones y la legalización de delitos y sanciones en los posibles fraudes y acuerdos camuflados en las letras pequeñas de pactos interminables.

Determinar, a poder ser, globalmente, sueldos máximos y sancionar cualquier tipo de blindaje para grandes cargos de directivos, consultores y estudiosos, tanto en lo público como en lo privado.
Potenciar la economía productiva y controlar eficazmente la mencionada industria financiera con leyes que dificulten cualquier tipo de usura camuflada o enriquecimiento virtual.

Regular a la baja todo tipo de préstamos, hipotecas y ayudas dirigidos a los sectores más débiles y precarios.

Legislar en contra de aquellas riquezas que se consideren escandalosas, al menos mientras no desaparezca el hambre en el mundo y no exista sanidad ni educación para toda la humanidad.
Creación de un impuesto internacional para todas las transacciones financieras y que vaya dirigido a financiar los problemas del hambre, la sanidad y la educación global. Exigir de nuevo el acuerdo del 0,7.
Iniciar un proceso que integre en todos los estados soberanos leyes sociales parecidas y fundamentadas en los derechos y deberes humanos. Globalización de los derechos laborales y sociales.

Reforma de las Naciones Unidas para que la representación sea realmente democrática y no condicionada, especialmente en el Consejo de Seguridad, por los privilegios que tienen aquellos estados que ganaron la Segunda guerra mundial.

Continuar trabajando para eliminar cualquier tipo de discriminación por razón de género, raza, religión, ideología y pensamiento.
La defensa del planeta como máxima prioridad ha de superar los acuerdos entre los estados para convertirse en ley internacional de obligado cumplimiento.

Estos son algunos de los síntomas recogidos de aquí y de allá, puestos sin orden, que no intentan más que mostrar que ya se está oliendo la posibilidad de salida de la actual crisis, no regresando a la situación anterior, sino mediante un profundo cambio de mentalidad y una nueva conciencia política y social. Una de las fuentes más estructuradas e importantes se puede encontrar en la enseñanza social de la Iglesia, que desde hace muchos años ha ido detectando la evolución de la sociedad y mostrando signos de un futuro más justo y humano.

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