Albert Nolan O.P. (extracto)
He elegido hablar del servicio a los pobres. Deseo hablar de lo que significa este servicio y cómo debe desarrollarse, así como del progreso espiritual que podemos obtener en nuestro servicio a los pobres... Existe un progreso real que comporta etapas como la oración.
La primera etapa, pues, en este servicio a los pobres se caracteriza, en mí opinión, por la compasión. Todos hemos probado una emoción personal viendo o escuchando describir los sufrimientos de los pobres. Esto es solamente el punto de partida de la compasión: Cuanto más nos exponemos al sufrimiento de los pobres, tanto más profunda y durable se hace nuestra compasión. .... Como cristianos,...podemos considerarla como un atributo divino: cuando pruebo este sentimiento, participo en la compasión de Dios, en lo que El siente ante el mundo actual..... y esta compasión creciente conduce a la acción, una acción de dos tipos... El primer tipo consiste en lo que se llama de ordinario asistencia: recoger y distribuir alimentos, dinero, mantas, vestidos; o hacerlo de manera sofisticada, para ayudar a los pobres. El segundo tipo deriva inmediatamente de nuestra compasión y consistiría en simplificar nuestro estilo de vida, en tratar de vivir sin artículos de lujo, ... etc.
La segunda etapa comienza cuando se descubre poco a poco que la pobreza es un problema estructural. Es decir, que la pobreza en el mundo actual no es un simple asunto de mala suerte, de desaprovechamiento de ocasiones, inevitable y debida a la pereza, o a la ignorancia o simplemente a la falta de desarrollo. Durante la segunda etapa, o nuestra acción cambia algo o no iremos más lejos que antes. En efecto desde que comprendemos que el problema de la pobreza en el mundo es un problema de estructuras, un problema político, nos sentimos movidos a cambiar la sociedad.
Tercera etapa: es difícil encontrarle un nombre. Esencialmente, se designa cuando se descubre que los pobres deben salvarse ellos mismos, que llegarán a hacerlo y que verdaderamente no tienen necesidad ni de ti ni de mí. Espiritualmente, es la etapa en la que uno se va a poner con humildad al servicio de los pobres. Antes de llegar a esta etapa, tendemos a creer que podemos o debemos resolver sus problemas. Nosotros, los europeos, miembros de organizaciones de asistencia, burgueses concientizados, quizá la Iglesia, los dirigentes, solos o con otros, debemos resolver estos problemas de los pobres. Pues bien; yo diría que en esta tercera etapa se verifica un shock, cuando, quizá por grados, nos damos cuenta que los pobres saben mejor que nosotros qué hacer y cómo hacerlo. La tentación en este tercer estadio es el romanticismo. Hacer romanticismo acerca de los pobres, de la clase obrera, del Tercer Mundo. En cuanto hayamos hecho este descubrimiento, tendemos a poner a los pobres sobre el pedestal...
Esto me lleva al cuarto y último estadio. ...el comienzo real de este estadio de nuestro desarrollo espiritual es la desilusión y la decepción que experimentamos cuando descubrimos que los pobres no son lo que, románticamente, pensábamos. No quiero decir con esto que no tengamos mucho que aprender de los pobres. Lo mantengo... Pero son seres humanos. Se equivocan, son a veces egoístas, a veces les falta entrega y dedicación, a veces despilfarran el dinero, son alguna vez irresponsables. A veces son influenciados por la clase medía y tienen las aspiraciones de ésta,..... No obstante, puedo y debo aprender de ellos...Es cuestión simplemente de pasar del romanticismo sobre los pobres a un realismo honrado y genuino, pues éste es el único camino que debemos seguir en este cuarto estadio. Hablo del estadio de solidaridad real.
Las cuatro etapas que he descrito aquí no tienen nada de rígido: no hay que superarlas exactamente una tras otra... Todas están entremezcladas.
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