La niña minera Abigaíl Canaviri, de 14 años.
La crisis económica mundial afectará más a las mujeres en el campo laboral, ha señalado la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En el último informe presentado, el organismo sostuvo que la crisis afecta tanto a hombres como a mujeres, pero que el verdadero impacto en el sector femenino aún está por llegar.
Para Abigaíl, la niña minera de Potosí, Bolivia, a quien quiero hacer un homenaje en el día de hoy, que comenzó a trabajar con sólo 12 añosdesconoce los informes de OIT, la ONU, el Banco Mundial ni le importa.
Su única misión es sobrevivir día a día en las entrañas de una tierra tan explotada como ella, superando el miedo a la silicosis que mató a su padre por trabajar también en la mina.
Abigaíl trabaja de noche, unas 12 o 14 horas. La cooperativa de mineros le pagaba 20 pesos diarios (dos euros), cuatro veces menos de lo que cobra un adulto por la misma tarea. Pero desde hace varios meses trabaja gratis. Sus minúsculas ganancias se las restan a la deuda de 2.000 euros que le cargaron a su madre viuda.
La crisis económica mundial afectará más a las mujeres en el campo laboral, ha señalado la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En el último informe presentado, el organismo sostuvo que la crisis afecta tanto a hombres como a mujeres, pero que el verdadero impacto en el sector femenino aún está por llegar.
Para Abigaíl, la niña minera de Potosí, Bolivia, a quien quiero hacer un homenaje en el día de hoy, que comenzó a trabajar con sólo 12 añosdesconoce los informes de OIT, la ONU, el Banco Mundial ni le importa.
Su única misión es sobrevivir día a día en las entrañas de una tierra tan explotada como ella, superando el miedo a la silicosis que mató a su padre por trabajar también en la mina.
Abigaíl trabaja de noche, unas 12 o 14 horas. La cooperativa de mineros le pagaba 20 pesos diarios (dos euros), cuatro veces menos de lo que cobra un adulto por la misma tarea. Pero desde hace varios meses trabaja gratis. Sus minúsculas ganancias se las restan a la deuda de 2.000 euros que le cargaron a su madre viuda.
Para los grandes organismos internacionales, un día como hoy sólo presentan estadísticas. Desconocen los nombres, el sufrimiento, los 20 pesos de Abigaíl, los sueños de esta niña minera, el día a día de generaciones de mujeres que llevan en sus espaldas no sólo la discriminación sino la injusticia social durante milenios.
Ahora se habla de empoderamiento, lo introducen en discursos políticos a miles de kilómetros de la mina de Abigaíl. Un término que está muy de moda específicamente en referencia a la mujer. Los programas de empoderamiento se orientan frecuentemente a permitir el acceso de las mujeres a los recursos y a la toma de decisiones, tanto individuales como colectivas y conseguir que ellas se perciban a sí mismas capaces y legítimas para ocupar un espacio en la toma de decisiones. Para la niña minera a ésto le suena a ciencia ficción.
Terminología, objetivos con perspectiva de género en los pasillos de la ONU, mientras unos 3.800 niños y adolescentes siguen trabajando en las minas bolivianas, aunque según la ONG local Cepromin (Centro de Promoción Minera), la cifra real de mineros ronda los 13.000.Transcurren tantos y tantos años, y no sólo no cambia la realidad de las desigualdades e injusticias sino que se van agravando, de tal forma que en algún lugar de este mundo habrá otra niña como Abigaíl que seguirá soñando con estudiar Medicina “para darles medicinas a los niños pobres y curarlos gratis.” He aquí un poco de lucidez, un ejemplo de dignidad para apender.
Para ella, para las cientos y miles de niñas trabajadoras que viven en la sombra.
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