viernes, 18 de marzo de 2011

DERECHOS HUMANOS Y CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA

El sabado 12 de Marzo, Javier Giraldo,SJ. Defensor de DDHH, compartio con mas de 50 personas sobre Derechos Humanos y Conflicto Armado en Colombia, convocado por distintas organizaciones de solidaridad con el pueblo hermano de Colombia.

El P. Javier Giraldo fue presentado por Miguel Ángel Giménez, del Comité Óscar Romero de Madrid quien glosó su larga trayectoria al lado de las comunidades campesinas y afrodescendientes de Colombia.
En su exposición, el P. Giraldo analizó la situación actual que se vive en su país, comenzando por el ascenso a la Presidencia del país de Juan Manuel Santos, ministro de Defensa en la administración de Uribe, a cuyas órdenes se realizó la invasión de Ecuador y que llevó adelante la política de recompensas por muerte de guerrilleros, que dio lugar a los “falsos positivos”. Desde el comienzo de su mandato, comentaba Javier Giraldo, tuvo posicionamientos extraños: en la primera semana se resolvieron los conflictos diplomáticos con Ecuador y Venezuela, cambió el lenguaje de Uribe, pronunciándose a favor de un respeto a los estamentos judiciales y abrió alguna ventana a un posible proceso de paz. Todo ello sembró esperanzas a partir de un cambio de estilo y lenguaje. Pero esas esperanzas se han visto ya ampliamente defraudadas con sus actuaciones en la práctica y su vuelta al lenguaje ya conocido de la etapa Uribe.

De su gesto recibiendo la bendición de los sacerdotes indígenas y recibiendo su encargo de preservador de la Tierra, se pasó a la realidad de las concesiones mineras (más de 12.000). Ya es visible la devastación que supone la de Cajamarca, de la que se espera sacar 50.000 toneladas diarias de tierra, necesitando para ello 2 millones de litros de agua; todo ello sin la consulta previa preceptiva (según la Constitución Colombiana) a las comunidades de la zona.Otra de sus “locomotoras” del progreso debía ser el desarrollo agrícola, que se está convirtiendo en la invasión de transgénicos y la necesidad de importar toneladas de maíz.
Analizaba también la coincidencia entre los focos de desarrollo de las transnacionales y los focos del paramilitarismo. Los proyectos de las transnacionales necesita el desplazamiento de las comunidades, lo que conlleva la “necesidad” de reactivar el paramilitarismo; y ello alimenta el conflicto armado. Aunque siguiendo el lenguaje impuesto por el gobierno ya no se les llama paramilitares, sino BACRIM (bandas criminales).

El conflicto armado sigue vivo. Según la Fundación Arco Iris, en 2010 el ejército sufrió 2.500 bajas por la vuelta de la insurgencia a la guerra de guerrillas; aunque las FARC hablan de más de 4.000 bajas militares. La paz se aleja tanto por el lenguaje de Santos como por la posición de la insurgencia.
Sin embargo, se multiplican los grupos por la paz: Movimientos de víctimas, Colombianos y colombianas por la paz, Ruta pacífica de mujeres por la paz, y más y más. Se vuelven a plantear como modelos posibles de paz el equilibrio entre los contendientes o el dominio de uno de os contendientes sobre el otro. Pero ninguno, como señalaba Giraldo, soluciona el problema porque no van a la raíz del mismo. Cuando se plantea una agenda para apaciguar los problemas sociales con reformas verdaderas, nunca llega a nada. Poner sobre la mesa las raíces del conflicto y sus soluciones tiene siempre en contra no sólo al gobierno, sino a todos. Cuando Belisario Betancur lo intentó, se le opuso el parlamento, la Iglesia, los poderes económicos, las cámaras de comercio, los gremios, etc. Como dijo Rafael Pardo, participante en alguna negociación, no se puede llevar la paz a un terreno ético, sino pragmático; porque por la ética no tiene salida.
En esa situación, Colombianos y colombianas por la Paz está optando por poner sobre la mesa los temas que realmente están haciendo sufrir a la gente: necesidades biológicas (alimentación, salud, vivienda, etc.) y necesidades comunitarias (expresión, relación, manifestación, etc.)
Si no hay primero una mínima democratización de la información no podrá haber proceso de paz. Actualmente no hay la mínima posibilidad de acceder a la verdad; y si como ha sido su caso, una persona es difamada en los medios de comunicación masivos, resulta prácticamente imposible hacer brillar la verdad y desenmascarar la falsedad de las acusaciones. A una pregunta posterior, contestó el P. Giraldo la imperiosa necesidad de que haya acceso a la verdad, para desde ahí poder construir la paz y comentó que el periódico “El Colombiano”, a través de su directora ofreció durante un conflicto de intereses en la zona de Antioquia, 4 páginas semanales a los grupos en conflicto para que, con un máximo de 30 líneas, se pudieran expresar las posiciones que cada uno mantenía. Eso, expresaba Giraldo, debía ser lo normal.
Por otra parte, expresaba la necesidad de que el proceso de paz no sea un proceso de cúpulas, sino con la participación del mismo pueblo.
Al final de su intervención, Javier Giraldo expresaba su convencimiento de que Colombia no cumple ninguno de los patrones que la revolución francesa consagró como necesarios para la democracia: ni separación de poderes, ni partidos políticos. No hay en Colombia elecciones libres. Según la Corte Suprema, las elecciones están en manos del paramilitarismo y el narcotráfico; y no ven la forma de arrebatárselas. Los mismos paramilitares proclaman que tiene el 33% de los diputados.
En resumen, tuvimos en la tarde del sábado 12 de marzo, la oportunidad de conocer de primera mano cuál es la situación de Colombia, que el P.Giraldo describió como sin esperanza.

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