martes, 26 de enero de 2010

HACIA OTRO MODELO DE IGLESIA

Presentamos la "introducción" de la Tesis que presentó Diego Sánchez sobre el tema. Si interesa se puede acceder a la tesis total (unas cien páginas) en este enlace


TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN. Hacia otro modelo de Iglesia

INTRODUCCIÓN
La convocatoria de Juan XXIII a realizar el Concilio Vaticano II significó un giro copernicano en el ‘ser y hacer’ de la Iglesia y en sus bases. Desde ese momento -como un pedido expreso del Sumo Pontífice- se puso en marcha todo un esfuerzo colegiado para resignificar el caudal teológico y pastoral del Concilio a partir de la realidad de cada continente.

En este contexto se llevó a cabo la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en la ciudad de Medellín (octubre de 1968). Este encuentro significó la recepción creativa del Concilio Vaticano II y su reinterpretación desde América Latina. Parte del gran ‘acontecimiento Medellín’ fue también el nacimiento formal de una nueva corriente eclesial, que desde el mismo corazón de la Iglesia Católica, buscó renovar y profundizar el compromiso original de la experiencia cristiana: la opción por los pobres. Así, en un continente católico casi en su totalidad y paradójicamente marcado por la injusticia, la pobreza y la opresión surgió un nuevo horizonte desde donde vivir la fe cristiana y la eclesialidad: el de la liberación. En poco tiempo y casi de modo simultáneo, esta nueva experiencia se plasmó en una teología con rasgos propios y con método original. Surgió así la Teología de la Liberación (TdL), la primera gran corriente teológica nacida en la periferia de los centros metropolitanos de la cultura y de la producción teológica, y con una repercusión a nivel de toda la Iglesia. Aunque se formuló inicialmente en América Latina, la TdL se constituyó con el tiempo -no sin conflictos- en un marco de reflexión para todos los grupos considerados como ‘oprimidos’ tanto del primer mundo (las minorías), como del tercero (las mayorías). ¿Cómo llegó a tanto una teología periférica? ¿Cual fue su originalidad y riqueza que la llevó a tener repercusión mundial? ¿Qué recorrido debió atravesar para llegar hasta el presente? ¿Sigue aun vigente luego de más de 40 años? Porque el mundo y la Iglesia cambió y eso es evidente…¿Cambió junto a ellos la TdL? El intentar responder a estas preguntas generó en mí la necesidad de realizar este trabajo.

Para llevarlo adelante me serví de un enorme caudal de escritos sobre el tema que a lo largo de estos años se plasmaron en artículos y libros. Elegí para esto, los escritos de los teólogos de la generación conciliar. En comunión con Claude Geffré (director del primer número de la Revista CONCILIUM destinada a la TdL) considero que se haría imposible recuperar la Teología de la Liberación y ponerla al servicio de una teología con pretensiones universales si no se está participando en las luchas de los cristianos comprometidos en el proceso de liberación; de igual modo, más difícil sería emitir desde el exterior un juicio crítico sobre dicha teología, lo cual no es más que un signo de que la originalidad misma de esta clase de discurso teológico proviene del hecho de estar indisolublemente unido a una práctica concreta1. Por estos motivos, quise conceder la palabra casi exclusivamente a los teólogos latinoamericanos.

Debo confesar que a medida que avanzaba con mi estudio se me presentó una dificultad: a partir de la década de los años noventa el material sobre el tema se redujo. Noté que la producción escrita en torno a la historia de la TdL comenzó a interrumpirse aproximadamente hacia los años de la conferencia de Santo Domingo, profundizándose aun mas en los años posteriores a la misma.

Considero que esto no fue casualidad, sino que se debió a la propia dinámica de esta década la cual se presentó con dos fuertes cambios, uno al interior de la Iglesia Católica y otro al exterior de ella. Podríamos decir en ambos casos que los cambios no irrumpieron en los 90’ sino que venían de antes; no obstante, a partir de estos años, recrudecieron con fuerza. Al interior de la Iglesia se profundizó el proceso de la Restaurador y al exterior de ella, el Neoliberalismo. Estos cambios impactaron de sobre manera en la Iglesia Latinoamericana y, como consecuencia de ello, los teólogos de la liberación se vieron obligados a gastar sus esfuerzos en repensar el contexto socio-económico ya no en clave de dependencia (paradigma de los 60’, 70’ e incluso de los 80´) sino en clave de exclusión y en un marco de globalización. Fue preciso responder con creatividad a las exigencias de este nuevo contexto que encima de ser complejo en sí mismo, vino aparejado en lo eclesial de un fuerte centralismo y un constante debilitamiento de los espacios de diálogo con el mundo y con las demás Iglesias. Este replanteo de paradigma epocal, en contextos eclesiales adversos, llevó tiempo ser madurado. De ahí, considero yo, el silencio en los temas que hacen a la historia actualizada de la TdL. Las fuerzas estuvieron puestas en otro lado.

Aclaro, en torno a esto, que el motivo por el cual explico este corte en la cantidad de escritos, es uno entre otros, aunque sea a mi criterio, de gran relevancia. Hay otros motivos que también son importantes y que en cierta manera, son lógicos. Que durante los primeros 20 años se haya producido abundante material responde también a que fueron años cargados de acontecimientos de relevancia para esta naciente experiencia eclesial y teológica. La TdL nació, creció y se desarrolló con mucha rapidez, generando por ello muchas controversias hacia fuera y hacia adentro de la Iglesia. La intensidad, el compromiso y profundidad de esta espiritualidad le hicieron vivir en carne propia el exilio, la censura, la tortura y la desaparición de muchos de sus integrantes que pagaron con su propia sangre la fidelidad a su opción por los pobres y contra la pobreza, por la vida y en contra de la muerte en todas sus formas. Esto dio para escribir, y mucho. Ya para los 90’, el ritmo de los acontecimientos se redujo considerablemente, en algunos casos porque decantaron algunos temas conflictivos que “aparentemente” se aclararon (como los peligros de la ‘influencia marxista’ o las controversias de la ‘Iglesia popular’), y en otros casos porque se logró debilitar la TdL, desestructurando además algo que fue históricamente medular en el proyecto: la alianza entre las clases populares y no populares que en el seno del pueblo se articularon solidaria y evangélicamente a favor de la liberación.

De aquí el hecho de que se hace imposible comprender a la historia de la Iglesia y de la Teología Latinoamericana de la liberación si no se la incluye en contextos eclesiales y sociales más amplios; además de que es necesario tener en cuenta para esto, las características históricas del sistema socio económico imperante (el capitalismo) violento e injusto; y de la propia Iglesia Católica por naturaleza conservadora y reticente a los cambios. Esto es parte de lo que tuve que hacer.

Finalizo explicando que el presente trabajo está estructurado en tres partes. La primera intenta mirar el pasado y hacer memoria de todo el proceso eclesial que se vivió a partir del Concilio Vaticano II, acontecimiento éste, sin el cual hubiese sido impensable la experiencia eclesial de Medellín, caldo de cultivo para todo el proceso Latinoamericano posterior. Ambos encuentros significaron una profunda renovación dentro de la Iglesia y permitieron el surgimiento y el pronto desarrollo de una teología en perspectiva latinoamericana y planteada desde el reverso de la historia.

La segunda parte, busca analizar los años del crecimiento y maduración de la TdL pero ya no en clave de ‘renovación’ sino, por el contrario, en clave de ‘restauración eclesial’. Se asume aquí el hecho de que para América Latina, el punto de inflexión que marcaría un cambio en la correlación de fuerzas (a favor de la restauración) sería la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunido en Puebla (1979) momento en el cual, se comienza a evidenciar que el rumbo de la Iglesia era contrario al que se venía forjando desde los años conciliares. Esto significó un duro revés para la Iglesia Latinoamericana en general y para la TdL en particular. Hay que agregar que por estos mismos años el mundo se encontró dividido bajo dos grandes ideologías. Por este motivo, tanto el proceso de la restauración como las luchas entre los bloques, condicionaron severamente el desarrollo de su historia: recordemos que las opciones tomadas por la iglesia latinoamericana y por la TdL fueron duramente cuestionadas por los poderes eclesiásticos, políticos y militares. Hubo un proyecto común para debilitarla y también para desestructurarla. Con todo, por la riqueza de estos años y por las características propias de quienes asumieron este proyecto inspirado en la fe (capaces de llevar la fidelidad a las opciones hasta el extremo del martirio) la TdL pudo madurar en medio de los conflictos bebiendo del agua de su propia experiencia y de sus ricos aprendizajes.

Finalmente la tercera parte pone de manifiesto la gran crisis que vivió la TdL a partir de los años 90’ cuando el mundo se revolucionó transformando las bases socioeconómicas, culturales y también religiosas a lo largo y a lo ancho de toda Latinoamérica y el mundo.

Debilitada por tantos años de represión y por una fuerte disminución en sus agentes (los más comprometidos con el proyecto), pero también un poco desorientada por estos cambios epocales, la TdL buscó encontrarse nuevamente consigo misma y con sus intuiciones fundamentales para fortalecerse y para reorientar su proyecto. Fueron muchos años de silencio. Superada esta etapa, la TdL comenzó a renacer lentamente desde sus bases para servir en un nuevo tiempo, para renovar su compromiso en favor del Dios de los pobres y para resignificar, en contextos de endurecimiento eclesial, de neoliberalismo y de exclusión, su análisis, su juicio evangélico y su práctica liberadora. Desde este renacer desde las bases, es que la TdL hoy busca ser útil en la construcción de otro modelo de Iglesia, necesario en medio del siglo XXI, alternativo al actual -que se encuentra en irreversible crisis- y liberador de todas las opresiones. Desde este renacer es que se entienden, también, los desafíos que a esta teología se le presentan en la actualidad, y a su vez los nuevos desafíos que ella le presenta a la sociedad en general y al mundo desarrollado en particular. Y es que como dice Leonardo Boff cuando se refiere a la crisis global, ‘ya no habrá un Arca de Noe que salve a unos pocos’. Otro mundo debe ser posible, pero esta vez, para todos.

Este sería el recorrido que le propongo hacer a quien pretenda leer este trabajo. A medida que avancen con su lectura, comenzarán a darse cuenta que el relato es fundamentalmente ‘histórico’. Esa es la idea, que nos podamos encontrar con una historia. Y por encontrarnos con una historia, que nos podamos encontrar también con personas, con opciones, con sueños y con luchas. Muchas de ellas, inspiradas en la fe y en los sueños y luchas de Jesús.

Otras no. Será cuestión de cada lector se posiciones y opte como vivir, como soñar y como luchar. Y desde donde hacerlo. La TdL, como el propio Jesús, intentó hacerlo siempre ‘desde’ el lugar del pobre.
Ojala que este trabajo nos empuje a hacer nosotros lo mismo.

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