domingo, 24 de enero de 2010

¿SIGUE TENIENDO SENTIDO LA ORACIÓN DE PETICIÓN

José Luis Servera

Si trato este tema no es motivado por una necesidad especulativo religiosa, sino impulsado por una profunda exigencia vital, provocada por una grave enfermedad que ha recaído sobre mi hijo, un joven de veintisiete años.

En estos momentos, uno no sabe donde apoyarse y le invade una profunda necesidad de buscar y agarrarse a algo para poder salir del pozo en el que se halla sumergido.

Si eres creyente, enseguida te sale al encuentro la oración de petición, pero también a la vez sus problemas intrínsecos. ¿Puede un cristiano actualmente, sabiendo que Dios respeta las leyes naturales y reconociendo que debemos tener la seriedad de creer en una religión sin magia, seguir pidiendo? ¿No ha quedado claro en nuestra sociedad científico-técnica la muerte del dios “tapa-agujeros”, solucionador de nuestros problemas personales? ¿Se puede seguir creyendo en la oración de petición en contra de la ciencia? Con estas reflexiones, no tratamos de dar la razón al cientificismo, que pretende que la única realidad existente es lo demostrable científicamente, sino de respetar la verdadera ciencia y los conocimientos que desde ella se extraen.

Teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente y después de una larga reflexión, pienso que la oración de petición, entendida según expondremos, sigue teniendo verdadero sentido.

En el Evangelio, está claro que Jesús en múltiples pasajes insiste en la oración de petición. Recordemos a Mt. 7, 7-11 : Pedid y se os dará, buscad y hallareis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca halla ; y al que llama se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le da una piedra, o si le pide pescado le da una culebra? Si pues vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos ¡Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos, dará cosas buenas a los que se las pidan! El mismo valor de dicha oración de petición se repite en Mt. 18,19, en Lc. 11,9, en Mc. 11,24 y en Jn. 14,13.

Ante tales hechos, podemos pensar que todas estas afirmaciones de Jesús son fruto de su condicionamiento histórico-cultural, como hombre de su época. Sin embargo, ante esto yo me pregunto ¿aún siendo verdad este condicionamiento cultural, no es también verdad que lo más característico de Jesús de Nazaret es su profunda y cercana intimidad con el Padre, llegando hasta tal punto dicha intimidad y cercanía que podemos afirmar que Jesús es verdadera revelación del Padre y auténtico camino hacia el Padre? Si el Jesús histórico, a pesar de sus condicionamientos históricos, a pesar de su gran intimidad con el Padre, continua insistiendo en la oración de petición, es porque ésta sigue teniendo sentido para él y para nosotros. Lo que se tendrá que demostrar es cómo puede seguir teniendo sentido sin caer en contradicción con los conocimientos científicos actuales.

Pienso que la oración de petición que Jesús nos pide que hagamos, va más dirigida a cambiarnos a nosotros mismos que a conseguir algo de Dios. A Dios, como nos enseña el mismo Jesús, no es necesario que le pidamos nada porque siempre está totalmente abierto a nosotros y conoce todas nuestras necesidades. Sin embargo, sí que es necesario que nosotros nos pongamos en situación de oración, de apertura a Dios para que pueda ayudarnos. Jesús ve que el pedir es nuestra oración más fácil y espontánea y la que más nos inclina a abrirnos a Dios. Por eso, insiste en la oración de petición, por ser el tipo de oración más fácil y habitual para nosotros y como medio más corriente de abrirnos al Padre que es lo importante. Desde esta situación de oración, abiertos al Padre, sintiéndonos necesitados, ahondando en nuestra fe en el Padre, nos ponemos en condición de poder ser ayudados por el Padre, no necesariamente para conseguir cosas de Él, sino para que nosotros podamos entender con otros ojos cual es su voluntad. En este sentido De Mello nos dice: “La petición nos hace ver nuestra absoluta dependencia de Dios; nos recuerda nuestros límites y la generosa misericordia de Dios que se revela en Jesús. La oración de petición nos pondrá en contacto con nuestros límites y hará que nos relacionemos con el Señor desde nuestra pequeñez. No dejemos de pedir, ni pensemos que la oración de petición es de inferior calidad que otras formas de encuentro con Dios”.

Sin embargo, creo que el problema de la oración de petición no queda totalmente resuelto con lo dicho. Pienso que la oración de petición también puede conseguir otras cosas, sin caer en la magia ni forzar las leyes naturales.

Para poder afirmar esto, me baso en las interrelaciones psicosomáticas que existen en todos nosotros. Todos nosotros poseemos un cuerpo y un cerebro que encierra nuestra mente, la cual se caracteriza sobre todo por el poder pensar, sentir y posibilitarnos la autoconciencia. Desde la antigüedad se ha dado mucha importancia en la medicina a las interrelaciones cuerpo-mente-enfermedades. Existen muchas enfermedades en las que se conoce que existe una gran base psíquica tanto en su gestación como en su mantenimiento como la depresión, algunos tipos de asma, problemas dermatológicos e incluso algún tipo de ceguera y podríamos enumerar muchas más. Muchos de nosotros conocemos casos de sanadores que han curado verrugas que ningún dermatólogo podía erradicar, sin ningún tipo de medicación, solamente con el contacto interpersonal. Yo mismo conocí un caso de un compañero que tenía un sudor de manos, totalmente fuera de lo normal que hasta le acomplejaba. En Barcelona ningún médico le supo curar. Sin embargo, en un viaje a Bolivia un sanador se lo erradicó, sin ningún tipo de medicina.

Hoy día, cada vez se le da más importancia a la interrelación psicosomática de las enfermedades. Hace unos días, en la revista Nature, se ha expuesto el descubrimiento de la estrecha relación entre algunos tipos de cánceres y el estrés. Sin embargo, también es verdad que todavía se sabe bastante poco sobre dichas influencias, pero se piensa que la relación es muy grande.

Gregg Braden explica que genéticamente nuestro ADN cambia con las influencias que producen nuestros sentimientos, y demuestra cómo es que las frecuencias energéticas más altas, que son las del amor, impactan el ambiente de una forma material positiva.

El Dr. Juan Hitzig autor del alfabeto emocional, afirma que “cada pensamiento genera una emoción y cada emoción moviliza un circuito emocional que tendrá impacto en los 5 trillones de células que forman un organismo”. También afirma que existen unas conductas positivas que hacen segregar una hormona llamada serotonina que fomenta las actitudes de ánimo, amor, acercamiento, aprecio y amistad. Y otras conductas negativas que hacen segregar otra hormona llamada cortisol, hormona corrosiva que fomenta actitudes de depresión, desánimo, desesperación y desolación.

Por último, podemos recordar a Reiki que afirma “que el poder y la influencia de la mente sobre el cuerpo ante la salud, la enfermedad y la misma muerte, es algo absoluto que está fuera de discusión”.

Si reconocemos algo que es innegable en el Evangelio, aunque se cuestionen los milagros, es que Jesús de Nazaret fue también un taumaturgo, es decir, un sanador. Los mismo Evangelios dejan constancia de que Jesús hizo curaciones y exorcismos. ¿Cómo se pueden explicar algunas de sus curaciones? Pienso que por su gran personalidad, estrecha unión con el Padre, autoridad moral, profundidad humana y empatía con el prójimo, por las interrelaciones psicosomáticas que existen, cuando se encontraba con alguien necesitado de ayuda y se dirigía a él con deseo de curarlo, le curaba sus dolencias, transmitiéndole seguridad, confianza y crecimiento interior.

Si esto es así ¿qué dificultad existe para que en bastantes casos nuestra oración de petición, a la vez que nos ayuda a cambiar a nosotros mismos, ayude a cambiar la salud en favor de los que pedimos por ellos?

No se trata de lograr un milagro que supere las leyes naturales, sino de aprovechar una fuerza natural que está dentro de nosotros y que a través de la oración de petición se activa. Fuerza de la cual todavía se sabe muy poco pero que se vislumbra su gran poder.

CONCLUSIÓN: La oración de petición no sólo puede ser útil para abrirnos a Dios, sino que también puede ser útil para ayudar al prójimo, al hermano o al hijo a conseguir mejor salud y más ganas de vivir.

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