miércoles, 27 de enero de 2010

INTRODUCCIÓN A MARCEL LEGAUT (2)


I. Introducción (para situarnos)
1. En la entrega anterior hicimos dos cosas: (1) propusimos unos textos con información suficiente sobre la biografía de Légaut y (2) indicamos unos fragmentos en los que Légaut relativizaba su biografía. La paradoja ayuda a dar el salto a lo personal. Légaut exponía la diferencia entre vida y existencia y subrayaba que la reflexión del lector sobre su propia vida era lo esencial. Leerle a él era sólo un paso para leerse uno mismo a sí mismo –de una forma peculiar y distinta, eso sí.
La razón de pasar a lo personal es de peso: en el orden espiritual (no en el intelectual o en el del aprendizaje de unas técnicas), la ayuda de otro (un autor y sus textos) no puede ser sino indirecta. «Lo esencial no es objeto de enseñanza». Esto último, lo puede pensar un profesor, un dirigente, pero no un espiritual que, tal como insistía Légaut en algún momento, sabe que, en el orden de lo propiamente humano no hay rangos pues un “maestro” (en este orden de cosas) no tiene “discípulos” sino que despierta “maestros”. Igual que los padres, que, en el fondo, no tienen hijos (y menos discípulos!) sino futuros padres…
2. En esta segunda entrega nos centraremos en el período decisivo de la vida de Légaut (los años 50-60) y en tres textos suyos sobre dicho período; período crucial para el tránsito de las creencias a la fe, tal como él lo entendió. Fueron años de cambios por dentro y por fuera y también de reflexión. Ahora veremos sus reflexiones sobre dos de estos cambios: el cambio geográfico y laboral, que fue como un cambio de “mundo”, y el cambio en lo religioso.
3. Con estos tres textos terminamos la aproximación a la figura de Légaut porque enmarcan suficientemente su trabajo de escritura.
En las dos entregas siguientes, seguiremos el orden cronológico y propondremos la lectura de Trabajo de la fe (1962), de algunos fragmentos. Serán textos en los que veremos gestarse el “núcleo duro” de los tomos I y II, El hombre en busca de su humanidad e Introducción a la inteligencia del pasado y del porvenir del cristianismo.

II. Tres textos de Légaut sobre el significado de su etapa de Les Granges (más un vídeo)
 1. «Confesión de un intelectual» (1951) sigue siendo un texto ilustrativo del cambio geográfico y laboral que supuso la ida a Les Granges, así como del impacto que esto tuvo en él como “intelectual”. Es una primera reflexión sobre su cambio de París a los pre-Alpes; de la “crême” académica y del catolicismo de profesionales urbanos, a trabajar como campesino y pastor de ovejas.
La fecha de «Confesión de un intelectual» (1951), recuerda además que aquellos años eran aún el tiempo de la experiencia de los “curas obreros” (prohibida por Roma en el año 52).
Y sirve, además, para datar el comienzo de la escritura de Légaut: la actividad que ocupará luego la mayor parte de su tiempo, una vez se jubile a los 65. En efecto, de las mismas fechas de los primeros 50 es «El testimonio del adulto» (así como su primer testimonio sobre Monsieur Portal). «El testimonio del adulto» y la «Confesión…» fueron los primeros ensayos de los siete que luego formaron el librito de Trabajo de la fe (1962). De ellos, como ya hemos dicho hace un momento, propondremos algunos fragmentos. Baste ahora señalar que “testimonio” y “confesión” son términos que indican que el género literario de estos textos es peculiar.
Por último, he aquí un fragmento complementario de esta “confesión”. Es un fragmento de una carta de 1949 que refleja el clima cotidiano que había detrás del cambio laboral de Légaut, y la importancia que Légaut daba al mismo de cara a una «búsqueda religiosa» que no fuese la mera «investigación intelectual» de un profesional liberado para ella:
«Pero no tengo tiempo de escribir […]. Cuando termino cada jornada de trabajo, estoy cansado, me caigo de sueño. Cuando, después de pasar todo el día fuera, al aire libre, a la intemperie, con frío, en medio de la bruma o bajo la umbría penetrante de las estrechas cañadas de nuestras montañas, regreso junto al calor del hogar, el cuerpo se distiende y permanece quieto allí donde se ha sentado, y son la vista de la llama o dar calor a mis manos las únicas ocupaciones a las que aún me puedo abandonar. ¿Dónde están los tiempos de mis ocios de antaño? ¿Acaso no necesito de ellos, de tiempo libre, de fuerzas intactas, para escribir y pensar? No; para escribir y pensar, para pensar bien y para escribir palabras de vida que se graben en el alma como con un buril ni el tiempo libre ni los ocios son necesarios, y ni tan siquiera son útiles. ¡Cuántas veces, por el contrario, favorecieron el parloteo y la delectación morbosa! Una de las más profundas y pertinaces causas de la degradación humana actual es que los clérigos no son obreros; unos hacen y otros dicen; unos trabajan con sus manos y otros se especializan en la especulación; unos llevan pesadamente el duro fardo de la fatiga humana y otros, sin ignorar las malsanas extenuaciones del espíritu, desconocen que el sudor en el rostro, el sufrimiento en las manos, los riesgos de accidente y las amenazas de la miseria son las altivas compañeras de un pensamiento auténtico y de una búsqueda verdadera que no sea el eterno machaqueo y la sempiterna cantinela de las proposiciones de moda, ni que sea en tonos diferentes» (Ver Cuaderno de la Diáspora 16, «A propósito de “La llamada apostólica”», p. 226-227).
 2. Dificultades del cristiano de origen para alcanzar el plano de la «obra espiritual».
El segundo texto que proponemos trata de un cambio distinto del geográfico y laboral. Trata del cambio del hombre que pasa de ser «creyente» a ser «hombre de fe»; cambio que Légaut expone como el camino de un cristiano hacia la auténtica «obra espiritual».
Es una reflexión sobre el cambio en el plano de la religión que supuso su cambio de “mundo”. Légaut, al ir a Les Granges, se había encontrado como en tierra extranjera, como en tierra de misión, en un medio que ya no era cristiano habiendo sido de cristiandad. Y de ahí surgen estas reflexiones sobre el futuro del cristianismo y sobre «la obra espiritual».
Ser capaz de hablar y de comunicar de hombre a hombre de un modo espiritual (cosa que no implica nada explícita ni temáticamente tal) supone abandonar una forma de adscripción ideológica y un «cristianismo de creencias». No se trata de pasar de una doctrina a otra (por más idónea que ésta sea) ni de un cambio de espiritualidad, sino de un cambio espiritual.
Y un dato importante. Median veinte años entre el primer texto y este segundo. Si «Confesión…» era de 1951, este segundo texto es de casi veinte años después pues es, en concreto, la tercera sección de «La obra espiritual», capítulo 12 y último del Tomo II, Introducción a la inteligencia del pasado y porvernir del cristianismo (1970).
 . La «calidad espiritual» y el «desierto cristiano».
El tercer texto que proponemos tiene que ver con el lado crítico o profético de Légaut cuando éste veía, por ejemplo, en aquellos años, la insuficiencia de los materiales que circulaban y de los temas que se trataban en la «Parroquia universitaria», así como la de los escritos de los teólogos e intelectuales cristianos de Francia entonces. ¿No diría Légaut que el Vaticano II, en el fondo, se quedó corto a la hora de afrontar los grandes retos?
Es una muestra de la crítica que le nacía, en su nueva situación, frente a lo que seguía haciéndose en el cristianismo y que le parecía ser radicalmente insuficiente ante la envergadura de la crisis de civilización en la que se estaba; envergadura que apelaba a retomar todo desde la base y a una renovación espiritual profunda.
La metáfora del camino interior, en este tercer texto, no es la deportación o el exilio (como vimos en la entrega anterior) sino el desierto. Y tiene que ver también con su ideal: contribuir a un «imposible necesario»: la renovación espiritual del cristianismo que no puede consistir en menos que en «retomar todo desde la base»; renovación sin la que los cambios de estructuras resultan siempre insuficientes.
Este tercer fragmento es también de 1970, del capítulo 9 del Tomo II, «La autoridad y la obediencia al servicio del cristianismo de llamada».
 4. Por último, es útil ver y escuchar a Légaut en el primer vídeo de 1969. En él cuenta su tiempo en la Guerra y los comienzos en Les Granges. También le será útil, al que tenga tiempo, ver el segundo y el tercero vídeo, en los que Légaut expone el núcleo de El hombre en busca de su humanidad.

0 comentarios: