C) SALVACIÓN: RE- CREACIÓN Y PLENO CUMPLIMIENTO.
¨¨Yahvé, en efecto, lo convoca no sólo para dejar Egipto sino también, y sobre todo, ¨¨para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel¨¨(3,8). El éxodo será la larga marcha hacia la tierra prometida, en la que se podrá establecer una sociedad, libre de la miseria y de la alienación. En todo el proceso el hecho religioso no aparece como algo aparte. Está situado en el contexto, o más exactamente, es el sentido profundo de toda la narración. Es la raíz de la situación, allí se decide, en última instancia, el dislocamiento introducido por el pecado, la justicia y la injusticia, la opresión y la liberación. Yahvé libera políticamente al pueblo judío para hacerlo nación santa (Ex. 19,4-6)
El Dios del éxodo, es el Dios de la historia, de la liberación política, más que el Dios de la naturaleza. Yahvé es el liberador, el GÓEL de Israel (Is 43,14; 47,4; Jer 50,34). La alianza dará pleno sentido a la liberación de Egipto, la una no se explica sin la otra.
Alianza y liberación de Egipto son sólo dos aspectos de un mismo movimiento. De un movimiento que lleva al encuentro con Dios. El horizonte escatológico está presente, en efecto, en el corazón del éxodo. Con razón apunta G. Casalis ¨¨El corazón del antiguo testamento, es el éxodo de la servidumbre de Egipto y el paso hacia la tierra prometida....la esperanza del pueblo de Dios, no es el regreso al mitológico jardín primitivo, la reintegración al paraíso perdido, sino la marcha hacia adelante, hacia una ciudad nueva, ciudad humana y fraterna cuyo corazón es Cristo¨¨ ( Citado por Y. M. Comgar, Christianisme et libération de l¨homme).
Yahvé será recordado, a través de toda la historia de Israel, por este gesto que da inicio a esa historia. Historia que es una re- creación. En efecto, el Dios que hace del caos un cosmos, es el mismo que hace pasar a Israel de la alienación a la liberación. Todo esto es celebrado en la pascua judía.
La memoria del éxodo impregna las páginas de la Biblia e inspira múltiples relecturas tanto en el antiguo como en el nuevo testamento.
La obra de Cristo se inscribirá en este movimiento, llevándolo a su pleno cumplimiento. La acción redentora de Cristo, fundamento de todo lo que existe, es concebida también como una re- creación y presentada en un contexto de creación (cf. Col 1, 15-20; 1Cor 8,6; Heb 1,2; Ef 1,1-22). El asunto es particularmente neto en el caso del prólogo al evangelio de Juan. Y, según algunos exégetas, todo este evangelio estaría construido sobre esa idea.
La obra de Cristo es una nueva creación. En este sentido es que Pablo hablará de ¨¨una nueva creación en Cristo¨¨( 2 Cor 5,17; Gál 6,15; ). Más todavía, es en esta ¨¨nueva creación¨¨, es decir, en la salvación que aporta Cristo, donde la creación adquiere su pleno sentido (cf. Rom 8) Pero la idea de Cristo es presentada simultáneamente como una liberación del pecado y de todas sus consecuencias: el despojo, la injusticia, el odio; y, al liberar, da cumplimiento- en forma inesperada- a las promesas de los profetas y crea un nuevo pueblo escogido, a escala, esta vez, de toda la humanidad. Creación y salvación tienen pues, en primer lugar, un sentido cristológico: en Cristo todo ha sido creado, todo ha sido salvado. (cf. Col 15-20).
El hombre es el resumen y el centro de la obra creadora y está llamado a prolongarla por medio del trabajo. (cf. Gén 1, 28) Y no sólo a través del trabajo. La liberación de Egipto vinculada, hasta la coincidencia, con la creación, añade un elemento de capital importancia: la necesidad y el lugar de una participación activa del hombre en la construcción de la sociedad. Si la fe en la creación la ¨¨desacraliza¨¨ haciéndola el campo propio del trabajo del hombre, la salida de Egipto, país de la monarquía sagrada, refuerza esta idea: es la ¨¨desacralización¨¨ de la praxis social. Ella será en adelante la obra del hombre. Trabajando, transformando el mundo, rompiendo con una situación de servidumbre, construyendo una sociedad justa, asumiendo su destino en la historia, el hombre se forja a sí mismo.
Dominar la tierra como lo prescribe el Génesis, prolongar la creación, no tiene valor si no es hecho en favor del hombre, Si no está al servicio de su liberación, solidariamente con todos los hombres, en la historia. A eso responde la iniciativa liberadora de Yahvé al suscitar la vocación de Moisés. Sólo la ¨¨mediación de esta auto- creación- revelada inicialmente por la liberación de Egipto- permite salir de expresiones líricas y de categorías aproximativas,y comprender- en profundidad y sintéticamente- la relación entre creación y salvación tan enérgicamente afirmada en la biblia.
En consecuencia, cuando se afirma que el hombre se realiza prolongando la obra de la creación por medio del trabajo, estamos diciendo que se sitúa, por ese mismo hecho, en el interior de un proceso salvífico englobante. Trabajar, transformar este mundo es hacerse hombre y forjar la comunidad humana, es también, ya salvar. De igual modo, luchar contra una situación de miseria y despojo y construir una sociedad justa es insertarse ya en el movimiento salvador, en marcha hacia su pleno cumplimiento.
Muy concretamente, todo esto quiere decir que construir la ciudad temporal no es una simple etapa de ¨¨humanización¨¨, de ¨¨pre-evangelización¨¨ como se decía en teología hasta hace unos años. Es situarse de lleno en un proceso salvífico que abarca todo el hombre y toda la historia humana. Una reflexión teológica sobre el trabajo humano y sobre la praxis social debería partir de esta afirmación fundamental.¨¨
Gustavo Gutiérrez de ¨¨Teología de la Liberación¨¨Perspectivas. Edit. Sígueme. Salamanca. 1973
¨¨Yahvé, en efecto, lo convoca no sólo para dejar Egipto sino también, y sobre todo, ¨¨para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel¨¨(3,8). El éxodo será la larga marcha hacia la tierra prometida, en la que se podrá establecer una sociedad, libre de la miseria y de la alienación. En todo el proceso el hecho religioso no aparece como algo aparte. Está situado en el contexto, o más exactamente, es el sentido profundo de toda la narración. Es la raíz de la situación, allí se decide, en última instancia, el dislocamiento introducido por el pecado, la justicia y la injusticia, la opresión y la liberación. Yahvé libera políticamente al pueblo judío para hacerlo nación santa (Ex. 19,4-6)
El Dios del éxodo, es el Dios de la historia, de la liberación política, más que el Dios de la naturaleza. Yahvé es el liberador, el GÓEL de Israel (Is 43,14; 47,4; Jer 50,34). La alianza dará pleno sentido a la liberación de Egipto, la una no se explica sin la otra.
Alianza y liberación de Egipto son sólo dos aspectos de un mismo movimiento. De un movimiento que lleva al encuentro con Dios. El horizonte escatológico está presente, en efecto, en el corazón del éxodo. Con razón apunta G. Casalis ¨¨El corazón del antiguo testamento, es el éxodo de la servidumbre de Egipto y el paso hacia la tierra prometida....la esperanza del pueblo de Dios, no es el regreso al mitológico jardín primitivo, la reintegración al paraíso perdido, sino la marcha hacia adelante, hacia una ciudad nueva, ciudad humana y fraterna cuyo corazón es Cristo¨¨ ( Citado por Y. M. Comgar, Christianisme et libération de l¨homme).
Yahvé será recordado, a través de toda la historia de Israel, por este gesto que da inicio a esa historia. Historia que es una re- creación. En efecto, el Dios que hace del caos un cosmos, es el mismo que hace pasar a Israel de la alienación a la liberación. Todo esto es celebrado en la pascua judía.
La memoria del éxodo impregna las páginas de la Biblia e inspira múltiples relecturas tanto en el antiguo como en el nuevo testamento.
La obra de Cristo se inscribirá en este movimiento, llevándolo a su pleno cumplimiento. La acción redentora de Cristo, fundamento de todo lo que existe, es concebida también como una re- creación y presentada en un contexto de creación (cf. Col 1, 15-20; 1Cor 8,6; Heb 1,2; Ef 1,1-22). El asunto es particularmente neto en el caso del prólogo al evangelio de Juan. Y, según algunos exégetas, todo este evangelio estaría construido sobre esa idea.
La obra de Cristo es una nueva creación. En este sentido es que Pablo hablará de ¨¨una nueva creación en Cristo¨¨( 2 Cor 5,17; Gál 6,15; ). Más todavía, es en esta ¨¨nueva creación¨¨, es decir, en la salvación que aporta Cristo, donde la creación adquiere su pleno sentido (cf. Rom 8) Pero la idea de Cristo es presentada simultáneamente como una liberación del pecado y de todas sus consecuencias: el despojo, la injusticia, el odio; y, al liberar, da cumplimiento- en forma inesperada- a las promesas de los profetas y crea un nuevo pueblo escogido, a escala, esta vez, de toda la humanidad. Creación y salvación tienen pues, en primer lugar, un sentido cristológico: en Cristo todo ha sido creado, todo ha sido salvado. (cf. Col 15-20).
El hombre es el resumen y el centro de la obra creadora y está llamado a prolongarla por medio del trabajo. (cf. Gén 1, 28) Y no sólo a través del trabajo. La liberación de Egipto vinculada, hasta la coincidencia, con la creación, añade un elemento de capital importancia: la necesidad y el lugar de una participación activa del hombre en la construcción de la sociedad. Si la fe en la creación la ¨¨desacraliza¨¨ haciéndola el campo propio del trabajo del hombre, la salida de Egipto, país de la monarquía sagrada, refuerza esta idea: es la ¨¨desacralización¨¨ de la praxis social. Ella será en adelante la obra del hombre. Trabajando, transformando el mundo, rompiendo con una situación de servidumbre, construyendo una sociedad justa, asumiendo su destino en la historia, el hombre se forja a sí mismo.
Dominar la tierra como lo prescribe el Génesis, prolongar la creación, no tiene valor si no es hecho en favor del hombre, Si no está al servicio de su liberación, solidariamente con todos los hombres, en la historia. A eso responde la iniciativa liberadora de Yahvé al suscitar la vocación de Moisés. Sólo la ¨¨mediación de esta auto- creación- revelada inicialmente por la liberación de Egipto- permite salir de expresiones líricas y de categorías aproximativas,y comprender- en profundidad y sintéticamente- la relación entre creación y salvación tan enérgicamente afirmada en la biblia.
En consecuencia, cuando se afirma que el hombre se realiza prolongando la obra de la creación por medio del trabajo, estamos diciendo que se sitúa, por ese mismo hecho, en el interior de un proceso salvífico englobante. Trabajar, transformar este mundo es hacerse hombre y forjar la comunidad humana, es también, ya salvar. De igual modo, luchar contra una situación de miseria y despojo y construir una sociedad justa es insertarse ya en el movimiento salvador, en marcha hacia su pleno cumplimiento.
Muy concretamente, todo esto quiere decir que construir la ciudad temporal no es una simple etapa de ¨¨humanización¨¨, de ¨¨pre-evangelización¨¨ como se decía en teología hasta hace unos años. Es situarse de lleno en un proceso salvífico que abarca todo el hombre y toda la historia humana. Una reflexión teológica sobre el trabajo humano y sobre la praxis social debería partir de esta afirmación fundamental.¨¨
Gustavo Gutiérrez de ¨¨Teología de la Liberación¨¨Perspectivas. Edit. Sígueme. Salamanca. 1973
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