martes, 8 de junio de 2010

ACERCA DE LAS MEDIDAS DE AJUSTE DEL GASTO PÚBLICO

Delegación de Pastoral Obrera de Sevilla

La crisis económica que vivimos tiene que ser abordada, principalmente, desde sus causas y víctimas, y desde un juicio moral que nos permita encontrar el camino adecuado para su solución. (Declaración ante la crisis moral y económica. C.E.E.)

El pasado 27 de mayo, el Pleno del Congreso ha convalidado el real decreto-ley de medidas de ajuste del gasto público que aprobó el Gobierno el pasado jueves, un conjunto de medidas que comprenden la reducción de las retribuciones del personal del sector público desde junio de 2010, la congelación de las pensiones de jubilación en 2011 con excepción de las mínimas y las no contributivas, la supresión de la prestación por nacimiento, la supresión de la retroactividad de las solicitudes de prestaciones por dependencia al día de solicitud, la reducción de la ayuda oficial al desarrollo y la reducción de la inversión pública estatal.

Desde la Delegación Diocesana de Pastoral Obrera, junto a otras Delegaciones de Pastoral Obrera, queremos pronunciarnos sobre estas medidas. No entramos en el juicio de su eficacia para reducir el déficit y mejorar la marcha de la economía. Pretendemos mirar la historia cercana como lugar donde el Dios de N. S. Jesucristo se manifiesta. Consideramos que tanto en su forma, como en su contenido, son unas medidas injustas, que abren la puerta a un mayor empobrecimiento, y se ven agravadas, además, con la amenaza de una reforma laboral que recorte derechos laborales que tantas luchas y sacrificios costó conseguir.

Unas medidas totalmente desequilibradas e injustas, pues implican importantes sacrificios a los trabajadores y a los sectores más débiles de la sociedad, y no afectan a los sectores con más recursos. Inmoralidad agravada con la renuncia a exigir responsabilidades a los responsables de la crisis, y hacerla pagar a quienes no la han provocado y más la sufren.

Efectúa recortes en el gasto público, en las prestaciones sociales a los discapacitados y dependientes. Esto supone un robo infame de derechos y de dinero a miles de discapacitados y dependientes que nunca podrán salir a la calle a protestar contra esta medida. El paquete de medidas recauda en el caladero de las personas que dependen de una nómina (jubilados y empleados). Es especialmente sangrante congelar las pensiones de los jubilados.

Retira el cheque bebé sin distinguir entre los más pobres y los ricos. Por último, reduce la ayuda al desarrollo con lo que pasa la factura de nuestras crisis a los más empobrecidos que viven más allá de nuestras fronteras. En estos días el número de hambrientos en nuestro planeta es el más alto de la historia.

El Gobierno no ha estado a la altura necesaria, ni a la hora de buscar soluciones, pues cabía obtener recursos para reducir el déficit con otro tipo de medidas como el control de la especulación financiera y de la evasión fiscal, la progresividad fiscal, para que quienes han ocasionado la crisis aporten también su esfuerzo, emergiendo la economía sumergida, la reducción del gasto militar,…, ni a la hora de establecer un reparto equitativo, pues se ha doblegado a los poderes financieros y económicos. No sugiere acciones para recaudar más impuestos sobre los beneficios extraordinarios que están obteniendo los especuladores y las grandes corporaciones y entidades financieras. Tampoco la oposición mayoritaria ha estado a la altura exigida, con un cuestionamiento permanente de las medidas, favoreciendo el afán especulativo de los mercados, alentando discursos basados en la xenofobia y el egoísmo nacionalista, en base a intereses electoralistas.

Sabemos que en el núcleo del problema de esta crisis económica está la codicia, tanto a nivel individual como institucional, y un desprecio total por el bien común y el bienestar de todos. Esa codicia y ese desprecio por el bien común es el origen de estas medidas que pretenden salvaguardar las riquezas acumuladas por los especuladores financieros y traspasar la factura de sus deudas al conjunto de la sociedad y, especialmente, a los más empobrecidos. Tememos que después de estas medidas vendrá la anunciada reforma laboral que traerá más precariedad y pobreza a todos los trabajadores.

Nos duele, nos sigue doliendo el desempleo, los desahucios, los hogares con la luz cortada y sin agua, la pobreza que sufren tantos sevillanos y que nos afecta a todos y especialmente a los trabajadores inmigrantes, a los jóvenes y a las mujeres. Nos hiere la crisis alimentaria mundial.

A pesar de todo, pensamos que la crisis sigue siendo tiempo de esperanzas y alternativas, que es posible salir de la misma de manera satisfactoria con el esfuerzo y la participación de todos; repartiendo los esfuerzos de un modo justo, exigiendo mayores sacrificios a quienes más tienen; reconociendo y corrigiendo los errores y desmanes producidos, .. También está siendo una oportunidad para favorecer la concienciación de muchas personas, para hacernos más generosos,…

Estamos convencidos de que no basta con relanzar la economía para solucionar el drama de los parados (la experiencia nos dice que los sectores más débiles han sido siempre los que han pagado los costes de la salida de la crisis), sino que la economía, la empresa, los beneficios,.. se han de repensar desde la centralidad de la persona y la primicia de trabajo sobre capital, y desde un conjunto de valores morales, como responsabilidad social, solidaridad, justicia, sentido del bien común, cuidado del medio ambiente, respeto a los derechos humanos,… que no son “antieconómicos”, sino condición imprescindible para su adecuado funcionamiento.

Desde la Delegación de Pastoral Obrera animamos a continuar los esfuerzos de acogida y acompañamiento a todos los heridos por el paro y la precariedad. A seguir participando en la vida social y política y el desarrollo de la ciudadanía democrática en las relaciones políticas y económicas, manteniendo un compromiso en el trabajo, el barrio, el sindicato, la asociación, la parroquia..., que haga posible unas condiciones favorables para el establecimiento de otro tipo de medidas más justas y solidarias. Y lo hacemos desde el convencimiento de que, siguiendo las enseñanzas del Evangelio, “la inversión en justicia, honradez, verdad, trabajo, creatividad humana, respeto a los derechos, fidelidad... es la inversión más rentable”.



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