Hemos tenido noticia, en las últimas semanas, de excesos verbales contra las mujeres, protagonizados por personajes públicos -alcaldes, senadores- y por supuestos periodistas que en calidad de tertulianos representan a diversos medios de comunicación, públicos —Telemadrid— y privados —El Mundo, La Razón, Tele 5, Intereconomía—, declaraciones que no deberían quedar impunes y ante las que no podemos permanecer impasibles.
Detrás de esas ‘gracietas’ en apariencia espontáneas, se manifiesta una mentalidad y una ideología intolerables en una sociedad que pretende tener por marco ético los Derechos Humanos universales y por objetivo una convivencia fundamentada en la justicia, que requiere la igualdad y lla ibertad.
Directa o indirectamente conocemos el contenido de los exabruptos proferidos contra una ministra por el alcalde de Valladolid, León de la Riva, los del senador Van Halen contra otra ministra, los comentarios vejatorios del escritor y presentador televisivo Sánchez Dragó hacia mujeres adolescentes, los insultos denigrantes del tertuliano García Serrano contra una consejera catalana, ascendido a presentador tras la popularidad que con ello obtuvo; los comentarios nauseabundos sobre jovencitas del tertuliano Salvador Sostres; la ofensiva comparación de la mujer con un perro por parte del supuesto periodista experto en temas religiososPablo Ginés…
La mayoría de los comentarios se dirigen al físico y a la atracción sexual por la mujer que los protagonistas zafiamente experimentan. Dejan traslucir una mentalidad machista, xenófoba, fascismo en suma, además de probable perversión afectivo-sexual en muchos de ellos.
Me he tomado la molestia en transcribir las últimas frases del debate moderado por J.Mª Calleja en CNN+ el 3 de noviembre, entre Juan José Tamayo y el enviado por La Razón, Pablo Ginés, a propósito de la visita papal. Porque aquí la dignidad de la mujer queda especialmente en entredicho al ser rebajada por este sujeto a la categoría de animal doméstico:
Última parte del debate:
“JJ Tamayo: Mucho más grave todavía es lo que hace Benedicto XVI en el último documento (“Modificaciones al documentoDe gravioribus delictis de 2001”): ha sido decir que la ordenación de las mujeres es un delito tan grave como la pederastia.
P Ginés: No, no.
JJ Tamayo: Perdón, perdón, déjame
P Ginés: No, no, engañar a la gente haciéndole creer que esa mujer ha sido ordenada, cuando no puede ser, porque no puede ser, es un gravísimo ataque contra la fe.
JJ Tamayo: El caso de las mujeres es posiblemente el de mayor represión en la Iglesia Católica en este momento. Porque primero, dice que la ordenación de las mujeres es un delito tan grave como la pederastia. Y, segundo, las mujeres que son ordenadas (sacerdotes), y son ordenadas válidamente, son excomulgadas.
P Ginés: No. No.
JJ Tamayo: Válidamente, no lícitamente.
P Ginés: No, válidamente no. Es como si yo ordeno a un perro. No pasa nada. El Espíritu Santo no actúa.
JJ Tamayo: Vamos a ver, pero, ¿cómo se puede decir que es lo mismo ordenar a un perro que a una mujer? creo que hemos terminado el debate.
P Ginés: No, no, simplemente que el Espíritu Santo no actúa
JM Calleja: Muchas gracias por estar aquí”.
Hasta aquí la transcripción. Todo el debate revelaba el fundamentalismo de este ‘experto en religión en La Razón’, hasta hacer sonrojar. En mi opinión no merece más publicidad, sino la denuncia de su denigrante agresión contra las mujeres y su falta de preparación para ocupar el lugar de un titulado en periodismo y, por ende, un puesto de trabajo que otras personas llenarían con mayor profesionalidad.
Parece que estamos asistiendo a un tipo de debate público degradado y degradante en los medios de comunicación. Se practica a menudo un periodismo mediocre, que busca el espectáculo sin escrúpulos, recurriendo a la provocación, al insulto… en lenguaje y tono tabernarios, exentos de toda ética personal, social, deontológica.
Constato de momento que esto se da sólo en medios de comunicación patrocinados por la derecha, públicos y privados, sean cadenas de televisión, radio, prensa escrita y virtual. Coincide que se trata de medios en los que se ha hecho objeción contra la educación en ciudadanía. Tengo constancia de que cuando ha habido intentos de salida de tono en medios progresistas, los responsables del espacio han apelado inmediatamente a criterios éticos. Si alguien tuviera constancia de alguna excepción, está en su derecho aportar datos.
La intolerancia es conservadora y reaccionaria. Hunde sus raíces en el egoísmo, la prepotencia, en la renuncia a abandonar la comodidad que proporciona vivir con ciertos privilegios. Imposibilita vivir en igualdad.
Hemos luchado por el derecho a la libertad de expresión. No hemos conseguido aún superar los dilemas a que frecuentemente da lugar. La libertad de expresión linda con actitudes indeseables y ante las que no podemos guardar silencio. Un límite a la libertad lo señaló J. Stuart Mill: el daño al otro.
Aunque los comentarios discriminatorios o vejatorios denigran sobre todo a quien los profiere, hemos de denunciar estas agresiones a los colectivos más vulnerables, a quienes las lanzan y a quienes amparan su emisión.
Es, además, deseable que los autores de los improperios y los medios de comunicación representados por aquellos recibansanciones por los delitos en que incurren esos comentarios.
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