Ante la próxima visita del Papa a Santiago de Compostela y Barcelona queremos manifestar lo siguiente.
Creemos que estas visitas deberían recordar a quienes las contemplen desde cualquier óptica los grandes valores del Evangelio. No estamos en contra de que el Papa visite a las iglesias locales para confirmarlas en su fe ni en contra de que mediante ellas pueda compartir los problemas de la gente. Estamos en contra de unas visitas que, ya de entrada, se preparan y organizan con medios muy poco evangélicos, que oscurecen los mensajes verbales.
Nos gustaría que la visita del Papa fuera más sencilla, sin tanto coste económico: el cual obliga a recurrir a aportaciones de administraciones públicas y de banqueros. No se puede ignorar que esas aportaciones públicas utilizan el dinero de todos los contribuyentes (católicos o no), en unos tiempos de crisis como los actuales; en ocasiones, las iglesias que le invitan, tienen que recurrir a hombres de negocio que lo financien, enviando cartas a los empresarios para que ingresen en una cuenta sus aportaciones económicas. No nos parece este sistema en nada ejemplar ni edificante. Tampoco resulta adecuado cobrar entradas, como pasó en Inglaterra, al público que asistía a las misas.
Desearíamos que el entorno de estos viajes no se pareciera tanto al utilizado por líderes políticos, ni al exhibido por estrellas del cine o de la canción, con tanta ostentación de poder y tanto derroche de medios. Viajes con este ambiente son muy superficiales y folklóricos; y fomentan mucho el culto a la persona del Papa que, para mayor confusión, es siempre recibido, no sólo como el máximo Pastor de la Iglesia, sino como Jefe de Estado: de hecho, en el caso que nos ocupa, será recibido por los Reyes y por el Presidente del Gobierno.
Nos parece que en este tipo de viajes resulta muy difícil transmitir los grandes valores del Evangelio. Estos viajes papales, seguidos por miles y miles de personas, no consiguen actualizar el mensaje evangélico ni atraen a más gente a la Iglesia. A ello podría ayudar más profundamente adoptar cambios en muchos aspectos del modo de actuar de la Iglesia: acceso de la mujer a todas las responsabilidades eclesiales, supresión de la ley del celibato obligatorio, otra forma más razonable de entender la sexualidad,… Aunque otras muchas cuestiones serían también necesarias, como muy bien han apuntado muchos teólogos y pastores.
Asimismo nos gustaría que estas visitas sirvieran para denunciar los abusos del sistema económico imperante, que produce tantas desigualdades e injusticias. Qué lejos queda el estilo utilizado en los viajes papales de la sencillez con que lo hacía Jesús. Él siempre estaba rodeado de pobres, enfermos, gente sencilla, pescadores… El Papa debiera aprovechar este viaje para compartir con los que sufren las terribles consecuencias de la crisis: el paro, la falta de viviendas, las rebajas en la asistencia social a los necesitados, los problemas de una juventud sin futuro…Y desde ahí, lanzar una palabra profética de denuncia sobre las raíces de este orden económico perverso, que provoca desigualdades e injusticias en todo el mundo.
Nos gustaría que la visita se hiciera en un marco que respete el principio de laicidad, y no en base a unos Acuerdos Iglesia-Estado, que -deseamos- deberían desaparecer. Creemos que estos acuerdos deben ser suprimidos y se debe crear un nuevo marco de relaciones en el que quede claro el principio de laicidad del Estado y de igualdad de todas las religiones, y de todas las creencias y no creencias. Es hora ya de que se terminen los privilegios de la Iglesia católica, especialmente en el terreno económico, y también las interferencias religiosas en actos civiles, haciendo efectiva una real separación de Iglesia-Estado.
Nos gustaría, finalmente, que el Papa -en sus mensajes de contenido específicamente cristiano- se dirigiera sólo a los católicos y no a todos los españoles, pues son muchos los que o no son creyentes o profesan otra religión.
2 de Noviembre de 2010
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