Al dirigirse a los participantes en la 16° asamblea plenaria de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, que del 30 de abril al 4 de mayo analizan la crisis económica mundial a la luz de los principios éticos englobados en la doctrina social de la Iglesia, el Papa Benedicto XVI explicó que la economía debe orientarse siempre hacia la búsqueda del bien común.
“La caída del sistema financiero mundial ha demostrado, como sabemos, la fragilidad del sistema económico actual y de las instituciones relacionadas con él”, dijo el Papa al comenzar su discurso.
Benedicto XVI subrayó luego que “en lugar de una espiral de producción y consumo que tiene en cuenta las necesidades humanas estrechamente definidas, la vida económica debería ser vista como un ejercicio de responsabilidad humana, intrínsecamente orientada a la promoción de la dignidad de la persona, la búsqueda del bien común y el desarrollo integral –político, cultural y espiritual– de los individuos, familias y sociedades”.
“En mi encíclica ‘Caritas in veritate’ observé que ‘la crisis nos obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso’”, añadió.
Seguidamente Benedicto XVI señaló que “la Iglesia, basándose en su fe en Dios Creador, afirma la existencia de una ley natural universal. Como parte del gran patrimonio de la sabiduría humana, la ley moral natural, que la Iglesia ha adoptado, purificado y desarrollado a la luz de la revelación cristiana, sirve como un faro que orienta los esfuerzos de individuos y comunidades para perseguir el bien y evitar el mal, mientras se compromete a construir una sociedad auténticamente justa y humana”.
“La promoción del bien común, basado en el respeto de la dignidad de la persona humana y reconocido como el principal objetivo de los sistemas de producción y comercio, instituciones políticas y bienestar social es uno de los principios indispensables que configuran un enfoque ético integral para la vida económica. En nuestros días, la preocupación por el bien común ha adquirido una dimensión más global”.
“También ha llegado –continuó el Santo Padre– a ser más evidente que el bien común abarca la responsabilidad hacia las generaciones futuras; a partir de ahora, la solidaridad entre las generaciones se debe reconocer como un criterio ético fundamental para juzgar cualquier sistema social”.
El Papa afirmó que “estas realidades apuntan a la urgencia de fortalecer los procedimientos de gobierno de la economía mundial, aunque con el debido respeto al principio de la subsidiariedad. Al final, sin embargo, todas las decisiones económicas y políticas deben estar encaminadas a ‘la caridad en la verdad’”.
“Porque ‘sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad’”, concluyó.
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